Haciendas Soacha

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“Las haciendas constituyeron el foco central de la vida sabanera. Y, por lo tanto, el núcleo esencial de todo cuanto desde la Colonia hasta la República ocurrió en el gran valle cundinamarqués. Política, intrigas amorosas, ruina y prosperidad económicas, desarrollo y transformación de los hábitos sociales, en esta parte del territorio patrio, está conectado a la historia de esas haciendas, cuyos amos y siervos, cuyos dueños y peones, fueron actores de primero, segundo y tercer grado, en nuestras guerras civiles, en nuestros desastres financieros, en nuestro progreso social, en el cambio lento o vertiginoso de nuestras costumbres”

Hacienda La Chucua-Puyana

Uno de los aspectos más relevantes de las haciendas es su relación en la configuración territorial de la época colonial en el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII. La gran propiedad colonial ha sido objeto de numerosos estudios, que vinculan la hacienda no solo como clasificación territorial de la propiedad rural. En otro sentido, la hacienda alude a vínculos de poder y a una forma de organización socioeconómica heredada de España, representada en latifundios de producción agrícola y ganadera, o de producción mixta, crianza de caballos y algunas otras actividades como la minería (carbón). “Por un lado, la ampliación de estas grandes propiedades sobre tierras baldías y vírgenes, lo que supone la incorporación de nuevas tierras al ámbito colonial, desplazándose las fronteras de ocupación. Esto no excluye que dicha ampliación se realizara también sobre tierras que pertenecían y ocupaban los indígenas; la expulsión de éstos de sus áreas tradicionales de asentamientos…” (Ruigómez, 1991). La hacienda a su vez describe procesos de poder local y estructura social con relación a la tenencia de la tierra: además de ser fuente de poder socioeconómico ha sido fuente de poder político. “En la primera mitad del siglo XIX, las tierras se dividían en resguardos, tierras de la Iglesia, de dominio público y haciendas. Cuando los liberales llegaron al poder en la segunda mitad del siglo decidieron liberarlas porque su concentración e inmovilidad eran impedimentos para el desarrollo económico” (Albán, 2011).

La hacienda como organización económica da cuenta de la vida de los campesinos como trabajadores de la producción agrícola y ganadera en la época que va desde finales del siglo XIX y parte del siglo XX. Los productos obtenidos en las haciendas como trigo, cebada y leche se comercializaban en Santa fe de Bogotá, llevados a lomo de mula por caminos de herradura. Las reformas agrarias orientadas a la disminución o el control del latifundio enfrentaron muchas veces al colono o campesino con el terrateniente. Esta lucha por el dominio de la tierra está ligada al control de los factores de producción, entre ellos la mano de obra y el trabajo. Las luchas agrarias permearon todo el ambiente nacional con ello las haciendas fueron “desapareciendo”, cambiando de dueños, parcelándose en muchos casos, se reorganizaría el modelo agrario y los campesinos ya no eran parte de la servidumbre. El conflicto por la tierra continúo en el territorio nacional, así mismo se gestan las luchas bipartidistas, Soacha debido a su localización central y estratégica es escenario de estos acontecimientos; se cuenta en el libro “Los Mochuelos: recuerdos de 1876-1877” como la Hacienda de Canoas (Propiedad de Carlos María Urdaneta) era el cuartel de las tropas de la causa conservadora que se llamaba “la guerrilla de Los Mochuelos” quienes lucharon en la guerra civil de 1876: “El cuartel de esas contadas pero selectísimas tropas lo tenía Urdaneta en Soacha, Bosa, o en las haciendas de Canoas (propiedad de Urdaneta), El Vínculo, Tequendama, según fuera el campo donde las fuerzas del Gobierno que iban a combatir a aquéllas establecieran el suyo; y el radio de acción de tales tropas se extendía a todos esos sitios, a los páramos contiguos, extendiendo sus incursiones a Fusagasugá, al centro de la Sabana, y hasta a las calles de la capital, a donde, más de una vez, por vía de peligrosísimo pasatiempo, llegaron algunos del Escuadrón Urdaneta” (Narvaéz, 1928)

¿Dónde quedan las antiguas Haciendas de Soacha?

HACIENDA CHUCUITA VARGAS HACIENDA CANOAS

A medida que el conflicto armado se agudizó en el país, poco a poco se fueron dando paralelamente algunos pasos hacía la modernización, las haciendas no fueron ajenas a estos procesos, su paisaje sufrió cambios, comenzaron nuevas construcciones aledañas, carreteras, el ferrocarril (aunque fuera un proyecto que no logró consolidarse), después con el pasar del tiempo nuevos medios de transporte llegaron. La vida en un principio rural de las fincas pasó a convertirse en un espacio urbano. Migrantes de otras latitudes llegaron a Soacha construyendo sus viviendas cerca de las antiguas haciendas, se requirieron los servicios públicos; las costumbres y tradiciones de nuevos grupos sociales se hibridaron con las raíces de los habitantes nativos del municipio, comenzado cambios significativos en la configuración de Soacha.

El paisaje costumbrista de las haciendas se convirtió en un vestigio arquitectónico del pasado. Estas grandes propiedades que albergaron opulencia, riqueza y abundancia donde se forjó el desarrollo económico de la región por sus hatos lecheros, caballerizas, producción agrícola y ganadera, hoy en día se encuentran en su mayoría muy poco conservadas, pero dejaron un legado a las nuevas generaciones: Las haciendas son escenarios de yacimientos arqueológicos importantes para la nación, son monumentos que narran la historia de familias y personajes ilustres de diversos periodos y a futuro posibles museos de valor científico donde se salvaguarda el patrimonio cultural.

HACIENDA LA VEREDITA

HACIENDA MALACHÍ

HACIENDA HUERTAS

HACIENDA EL VÍNCULO

HACIENDA TERREROS

De la Hacienda Aguazuque como dato importante y más actual se conoce que fue el lugar de la investigación arqueológica de los años 80 por parte del Antropólogo Gonzalo Correal Urrego quien encontró evidencias y restos de la actividad de cazadores, recolectores y plantadores en la zona, excavó entierros humanos que datan del 5000 y 2700 A.P., halló también cerámicas de las ocupaciones anteriores a los Muiscas.

Las primeras haciendas En el territorio de Soacha desde tiempos de la colonia se conformaron las haciendas, producto de la figura de la encomienda; las primeras de las cuales se tiene registro corresponden a Fute, Canoas, Tequendama, Aguazuque, Cincha y El Vínculo.

Respecto a la Hacienda Tequendama, en sus predios -con anterioridad a las excavaciones arqueológicas de Aguazuque-, en los estudios realizados por Correal y Van der Hammen en 1979 se hallaron evidencias de ocupación de pobladores prehistóricos en los Abrigos Rocosos del Tequendama, estableciendo así el periodo precerámico situado aproximadamente entre 11000 y 5000 años A.P., determinando ocupación de cazadores y recolectores en esta zona debido a los diversos objetos de cacería, huesos de mamíferos y utensilios de piedra encontrados.

Las haciendas correspondían a extensos terrenos de herencias familiares que se iban desmembrando como lo comenta Pardo Umaña en su libro haciendas de la Sabana: “Al morir don Alonso, la enorme finca que formaban las tres estancias Canoas, Aguazuque, Fute, -que se prolongaba, sin interrupción, desde la hacienda de La Herrera, sobre la margen derecha del Balsillas y del Bogotá, hasta las regiones del Salto de Tequendama- se dividió entre sus tres hijos, así: Las Canoas le correspondió don Alonso Dávila Maldonado; Aguazuque fue de don Francisco- el único que dejó descendencia-, y doña Magdalena recibió Fute. Esta participación se llevó a cabo en 1686” El escrito de Umaña registra también como ya al poco tiempo se sigue dividiendo los predios, cambian de nombre y de dueños, se venden o siguen heredando y así sucesivamente se va desarrollando la vida cotidiana de las grandes familias de los hacendados del sur de la Sabana.

“La hacienda Fute se dedicó a la ganadería y la agricultura, a la producción de sombreros, ganado menor (ovejas y carneros) y a la comercialización de leche, queso, mantequilla, harina y papa. Recibía ingresos de sus arrendatarios y más tarde se dividió en las haciendas Vistahermosa, Mondoñedo y Los Andes.” (Giraldo, 2004)

Los predios de la Hacienda Tequendama son famosos por ser estancia de los viajeros que iban al Salto del Tequendama aunque quedara a dos millas del sitio, se conoce de su actividad de ganadería y caballos.

La Hacienda Cincha se encontraba cerca al Salto del Tequendama, también perteneció a uno de los hermanos Umaña, …“poseía aproximadamente 1000 fanegadas para la ganadería y las minas de carbón” (Giraldo, 2004).

Vía Indumil-variante Soacha- La Mesa se encuentran las haciendas Canoas-Sáenz (Anteriormente la porción denominada Aguazuque-Haciendas de la Sabana-Camilo Pardo Umaña) y Canoas Gómez. La hacienda Canoas “Formó parte del mayorazgo de la Dehesa de Bogotá cuando fue constituido por el almirante don Francisco Maldonado de Mendoza en el año de 1621. En su extenso territorio que también comprendía la hacienda de Aguazuque, que se interponía entre Fute y Canoas, existieron los pueblos indígenas de Tuso y Chipo” (Castaño J. , 1995)

Hacienda Canoas-Gómez

Durante el siglo XIX las haciendas cambiaban constantemente de propietarios por motivos de herencias y ventas, así como la situación de orden público de la nación (Guerra civil de 1876 y Guerrilla conservadora de los Mochuelos). Camilo Pardo Umaña en su libro Haciendas de la Sabana, presenta a Canoas Gómez como una de las haciendas más influyentes del sector, cuyos límites se extendían desde la Hacienda Herrera sobre el margen de las Balsillas y del río Bogotá, hasta las regiones del salto del Tequendama (citado por Montoya, 2005), perteneciente hasta 1765 a las monjas de la Concepción. A mediados del siglo XIX recibió el nombre de hacienda Canoas y Sáenz. En esa misma época fue comprada por don José María Urdaneta que fue un famoso agricultor de la región. Su hijo Alberto, fue el fundador en 1881 del Papel Periódico Ilustrado y de la escuela de bellas artes.

Hacienda Canoas-Gómez

En un terreno de 42 hectáreas de la antigua Hacienda Canoas funciona una granja de hortalizas ecológicas. La Fundación Emgesa tuvo la idea de disponer un área para que los desplazados por la violencia que llegan a Soacha, se convirtieran en sembradores de cultivos orgánicos. Se inició con siembra de uchuvas, caléndula, arveja, romero y maíz. Después se vinculó al Proyecto la ayuda de la Red de Solidaridad Social que con su aporte hizo el montaje del invernadero, se empezó a cultivar tomate y lechuga y así fue creciendo la producción de hortalizas. También se recibió colaboración de la Alcaldía de Soacha y de la Gobernación de Cundinamarca. Los desplazados organizaron su propia cooperativa para comercializar con los grandes supermercados sus productos de la Granja Integral Canoas.

Ubicada en la comuna tres, rodeada por el proyecto Ciudad Verde. Actualmente se encuentra en manos de la Corporación Minuto de Dios. Era una hacienda de ganado, producción de leche y crianza de caballos para juego de polo, así lo narra la publicación de Anécdotas hípicas venezolanas cuando trata el tema de criadores de caballos pura sangre de carreras: “…CHUCUITA- otro criadero sabanero de la localidad de Soacha (Cundinamarca.), de propiedad del Doctor Carlos Sanz de Santamaría, heredado por sus hijos el Doctor Alberto y don Guillermo, quienes han querido continuar con este "gusanillo", lo que esperamos que nunca se acabe, considerando que de su cuna han nacido ejemplares, que no solo han competido en nuestro país, sino también en México, con excelentes resultados, tales como: Ambiciosa, Brisa, Calesera, Desquite, Exquisita, Forastera, Juiciosa, Kashkra, Microonda, Urubamba, el Boyacense, y Tintinera” (Castaño P. , sf)

Hacienda la Chucuita

Se encuentra localizada en la vía a Ciudad Verde. Antiguamente fue propiedad del hacendado Honorato Espinosa. Era lugar de cría de caballos de competencia para el Hipódromo de Techo en Bogotá. Igualmente fue lugar de hatos lecheros. En la actualidad pertenece a los carabineros de la policía nacional.

Hacienda la Chucuita

Hacienda la Chucuita

La casa conserva muebles de época que se dice eran de propiedad de Manuelita Sáenz. Su capilla en medio de la hacienda fue construida en 1758, lugar donde se celebraron matrimonios de personalidades del gobierno y celebridades de mundo artístico.

Ubicada en la comuna dos en el sector la Veredita de Soacha.

Capilla Hacienda la Chucuita 1758

Hacienda Huertas

La casona en el presente es parte del Proyecto de vivienda Hogares Soacha de Compensar, en este espacio se realizan actividades de tipo cultural para los habitantes del municipio.

Hacienda Terreros

Se encuentra ubicada en la comuna cinco, aledaña al barrio San Mateo. Su importancia patrimonial obedece a la riqueza arqueológica que diversos estudios han detallado en su territorio: Inés Elvira Montoya realizó visitas a la hacienda Terreros en el año 1974 encontrando muestras de arte rupestre en algunas piedras de la colina (actual barrio El Bosque), el registro de este trabajo se encuentra en su tesis de Antropología: “El arte rupestre de la zona de Soacha, Cundinamarca y su relación con la cerámica y la orfebrería Muisca”

En el año 2008, la arqueóloga Martha Bonilla en el marco de un proyecto de arqueología de rescate, realizó excavaciones de tumbas en Terreros, encontrando varios entierros Muiscas, partes de cerámicas y otros objetos. Investigadores de la Universidad Nacional y la Universidad de Los Andes realizaron más excavaciones hallando más de 300 tumbas en este lugar, estos restos indígenas tienen aproximadamente más de 3500 años.

A futuro se quiere remodelar la vieja casona de la hacienda para convertirla en un museo arqueológico.

“En la construcción de diversos proyectos de Vivienda y de un colegio en la extensión de la Antigua hacienda Terreros contigua al Barrio San Mateo en la Comuna V, se encontraron alrededor de 600 tumbas y abundante material cultural” (Fundación Erigaie, 2015).

Hallazgos de las excavaciones en la Hacienda Terreros

“El sitio corresponde a un complejo funerario relacionado con “actividades antrópicas de tipo doméstico”, que fue habitado por una comunidad muisca del periodo tardío”. (Fundación Erigaie, 2015).

Hacienda la Chucua-Puyana

Investigadores de la Universidad Nacional y la UniversidSe encuentra cerca al barrio Veredita. Sus actividades eran la crianza de caballos de carreras y de tiro, además de ganadería. “…la Hacienda Chucua-Puyana, propiedad de los descendientes de la familia Puyana de Bucaramanga y tatarabuelos de la actual esposa del presidente Andrés Pastrana, Nohora Puyana, quienes vivieron en la Hacienda ubicada muy cerca a lo que hoy se conoce como el sector de Quintas de la laguna y el satélite, en el occidente del municipio”. (Montoya, 2014). “LA CHUCUA-PUYANA, localizada en el municipio sabanero de Soacha (Cundinamarca.) - de propiedad de los hermanos David, Eduardo y Ernesto Puyana, quedando en los nietos de este último Ernesto y Ricardo Williamson, la herencia del amor por los caballos, "llama" que esperamos nunca se agote, pues de este Criadero, no-solo han nacido potrillos, sino también muchos ilustres hípicos, que como el jinete Marco A. Castañeda - de gran reconocimiento internacional, que se hizo en su pista de entrenamiento, y porque no decirlo, en este lugar nació el amor de mis padres -INDALECIO quien en sus mejores épocas fue al mismo tiempo el encargado de la crianza de los caballos, Preparador y Jinete, y ERCILIA quién fuera su Ama de Llaves. De sus mejores "POTRILLOS" están: La Álvarez (1940), Dólar (1945), Sansón (1951), Don Rodrigo de Vivar (1961), San Martín (1964), Apúrale (1965),

En una parte de los predios que antiguamente correspondían a la Hacienda “La Chucua Puyana”, se encuentran las instalaciones del hoy Colegio Integral Femenino. La historia de este lugar comienza con la decisión de una joven llamada Leonor Puyana de cambiar su viaje de 15 años a Europa, por la posibilidad de acceder a un espacio en la finca para realizar labor social con los trabajadores de la hacienda. Así comienza su servicio comunitario en la “pesebrera” dando clases a las mujeres, enseñándoles a leer, escribir y sumar, además de ofrecer soluciones a las necesidades de sus familias, por ejemplo allí se daba a muy bajo costo la leche de vaca. En 1947 funda el Secretariado Social de Soacha donde se desarrolla trabajo comunitario con los más necesitados: servicios médicos, odontológicos y jurídicos. Y en 1960 comienza a funcionar exclusivamente como institución educativa formal. La labor social y educativa de esta institución cumplió 70 años y le mereció varios reconocimientos, algunos como: la Condecoración Cruz de Plata de la Orden Nacional al mérito y el Premio Simón Bolívar del Ministerio de Educación Nacional. La fundadora Leonor Puyana de Bermúdez murió en el año 2008, pero su obra seguirá beneficiando a muchas familias de Soacha como lo soñó siempre.

Se ubica en la comuna uno, aledaña a la Urbanización Maiporé. Antiguamente perteneció a una hacienda más grande llamada Hacienda Puerta Grande. Al parecer El vínculo fue una de las haciendas que administró Eugenio Díaz Castro, esta poseía cultivos de trigo y cebada. En la actualidad se encuentra totalmente deteriorada.

Existe un proyecto por parte de la cantera para su mantenimiento y visita del público interesado en conocerla. Se han hecho adecuaciones para convertirlo en un espacio cultural y de interpretación del Arte Rupestre, como por ejemplo la delimitación del entorno de las piedras para protegerlas y la restauración ecológica.

En los terrenos de esta hacienda se encuentra la cantera de Agregados El Vínculo Ltda., donde se ubica una importante muestra de arte rupestre como lo es La Piedra El Infinito.

Esta es una propuesta que promueve la conservación y a su vez el aprendizaje del patrimonio arqueológico.

Eugenio Díaz Castro el escritor de la famosa novela costumbrista Manuela, nació en 1803 en la Hacienda Puerta Grande propiedad de sus padres en aquel entonces. En este lugar además pasó una temporada de su juventud leyendo y estudiando por su cuenta, debido a la convalecencia de algunas enfermedades que le aquejaban. Actualmente los terrenos de la hacienda se encuentran bajo las aguas de la Represa del Muña.

El lugar que hoy día ocupa el macroproyecto de viviendas Ciudad Verde en Soacha, antiguamente era tierra de las haciendas Potrero Grande, Chucuita, Malachí y Logroño. De la hacienda Potrero Grande se tiene referencia de la crianza de caballos: “POTRERO GRANDE: "Cuna de Campeones"- de propiedad en primera instancia de Aurelio Cubillos, heredado por los hermanos Grillo, arrendado a Manuel Merizalde y Sergio Lince, y posteriormente vendido a Rafael Frieri -, localizado en el municipio Cundinamarqués de Soacha. Entre sus "productos" más ilustres encontramos a: Triguero, Tarzán, Año nuevo, Pistolero, San Isidro, Dominique, Caracol, Kesal, Sayonara, Tequendama, Santa Catalina, Inmaculada, Indio Facista y de los más recientes a Il duce y El Inquisidor” (Castaño P. , sf) Colindando con las nuevas urbanizaciones se encuentra aún algo de la vegetación de bosque nativo propio de la región, así como las casonas de algunas haciendas que sobreviven. Del nombre “Potrero Grande” la referencia para los actuales habitantes es de la Avenida Potrero Grande como parte de una obra de infraestructura vial del municipio que conecta con la autopista sur.

La preservación de las haciendas de Soacha permite tanto habitantes como turistas reconocer su belleza arquitectónica y su valor patrimonial arqueológico. Los vestigios de esplendor de su pasado las ubican como lugares de gran riqueza cultural, aportan al conocimiento científico e histórico, se convierten hoy por hoy en testimonios tangibles de diversos periodos de la vida del territorio de Soacha y de los acontecimientos más importantes a nivel nacional. Conocerlas es una posibilidad de vincularse con la memoria e identidad del lugar. Su conservación es un compromiso de todos los ciudadanos.

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