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La teoría de la acción comunicativa I de Jürgen Habermas Habermas parte de constatar que hay cierta relación entre la expresión la racionalidad y el saber. Para Habermas, la racionalidad no tiene que ver tanto con el conocimiento y la adquisición de este, sino que tiene que ver más con “(…) la forma en que los sujetos capaces de lenguaje y de acción hacen uso del conocimiento”. En las emisiones explícito un saber

lingüísticas

hacemos En las acciones teleológicas expresamos un saber implícito (capacidad).

Para Habermas, dos candidatos pueden ser calificados como racionales: 1. Las personas (no los demás entes de la naturaleza). 2. Las manifestaciones simbólicas, las acciones (no) lingüísticas, las acciones (no) comunicativas que encarnan un saber. La racionalidad depende de la fiabilidad que el saber en cuestión encarna. Dicho saber es susceptible de crítica, es decir, se puede poner en duda la verdad de una afirmación o el éxito de una acción: La crítica se refiere en ambos casos a una pretensión que los sujetos agentes necesariamente han de vincular a sus manifestaciones, para que éstas puedan ser efectivamente lo que quieren ser, una afirmación o una acción teleológica. Esta necesidad es de naturaleza conceptual. La verdad se refiere a la existencia de estados de cosas en el mundo. La eficacia de las reglas de acción, con las que ejecutamos un plan de acción que consideramos que tiene perspectivas de éxito, alude a las intervenciones en el mundo que nos ayudan a producir estados de cosas que deseamos. Una diferencia clave es reconocer dos cuestiones: 1. Algo que ocurre o tiene lugar en el mundo objetivo 2. Algo que ha de tener lugar en el mundo objetivo. Las manifestaciones simbólicas plantean pretensiones de validez que pueden ser criticadas y defendidas, es decir, que pueden fundamentarse: La racionalidad de sus emociones o manifestaciones se mide por las reacciones internas que entre sí guardan el contenido semántico, las condiciones de validez y las razones que en caso necesario pueden alegarse en favor de la validez de esas emociones o manifestaciones, en favor de la verdad del enunciado o de la eficacia de la regla de acción 

Presupuestos de racionalidad:

Los presupuestos de racionalidad son: el ser un saber falible que guarde relación con el mundo objetivo, que sea susceptible de un enjuiciamiento objetivo por observadores para los que la

pretensión de validez tiene el mismo significado que para el sujeto agente. Hasta aquí, “racional” son tales emisiones y las personas de las que cabe esperar dichas manifestaciones. Habermas señala que esta caracterización de la racionalidad tiene debilidades porque es muy abstracta (deja de lado aspectos importantes) y porque es demasiado estricta, ya que la práctica comunicativa (“racional”) tiene un espectro mucho más amplio, remite a otras formas de argumentación. El desempeño discursivo de las pretensiones de validez ocupa un puesto central en la teoría de la acción comunicativa. 

Relaciones con el mundo y aspectos de la racionalidad de la acción en cuatro conceptos sociológicos de acción

Partiendo de la tesis de que “a toda sociología que pretenda ser teoría de la sociedad el problema de la racionalidad se le plantea simultáneamente en el plano metafórico y en el plano metodológico” se desarrollan los presupuestos ontológicos de cuatro conceptos de acción, los cuales Habermas analiza basándose en las relaciones entre actor y mundo, para lo cual desarrolla los puntos 1, 2 y 3. [1] La teoría de los tres mundos de Popper y una aplicación a la teoría de la acción: Popper propone que se pueden distinguir tres mundos: Mundo el mundo de los objetos o estados el mundo de los estados físicos de conciencia o mentales o quizá de las disposiciones comportamentales para la acción Forma objetos o sucesos físicos estados mentales o episodios internos

el mundo de los contenidos objetivos de pensamiento (científico, poético, etc.) contenidos semánticos de los productos simbólicos

Los productos de la mente humana se vuelven contra ella como “problemas” los cuales son “autónomos”. Para resolver estos problemas, inventamos nuevas teorías, producto de nuestro pensamiento crítico. Tras producir estas ideas, se generan nuevos problemas. Así, el tercer mundo (producción nuestra) es autónomo en su statu ontológico. Por ello podemos actuar sobre este tercer mundo, aunque no podamos dominarlo. Según Popper, tanto el primer mundo y el segundo, como el segundo y el tercero están directamente en contacto. En cambio, el primero y el tercero solo interaccionan a través del segundo. La autonomía del tercer mundo representa una garantía de la mediación por el descubrimiento de la lógica específica de los nexos de sentido sentido y es entendido unilateralmente. El tercer mundo de Popper comprende entidades de nivel superior, accesibles al adoptar una actitud reflexiva que mantiene cierta autonomía frente al espíritu subjetivo, pues constituye una red de

problemas susceptibles de investigación. El tercer mundo goza de la autonomía de una esfera de validez. Ninguno de los tres mundos debe confundirse con el mundo de la vida. De ellos, solo el mundo objetivo puede ser entendido como correlato de la totalidad de los enunciados verdaderos. Sin embargo, los tres mundos constituyen conjuntamente el sistema de referencia que los participantes suponen en común en los procesos de comunicación. [2] Tres conceptos de acción, diferenciados según las relaciones actor-mundo a) La acción teleológica (estratégica): actor-mundo objetivo El actor realiza un fin o hace que se produzca el estado de cosas deseado al elegir una situación dados los medios más congruentes y aplicándolos adecuadamente. Se amplía y convierte en acción “estratégica” cuando en el cálculo que el agente hace de su éxito interviene la expectativa de decisiones de al menos otro agente que actúa con vistas a la realización de sus propios propósitos. El modelo dota al agente de un complejo cognitivo-volitivo, de modo que pueda, por un lado (mediante sus percepciones), formarse “opiniones” sobre los estados de cosas existentes y, por otro, desarrollar “intenciones” sobre los estados de cosas existentes y, por otro, desarrollar “intenciones” con la finalidad de traer a la existencia de los estados de cosas deseadas. El actor puede realizar afirmaciones verdaderas o falsas (verdad), y puede realizar intervenciones exitosas o no (eficacia). b) Acción regulada por normas: actor mundo social y mundo objetivo. Refiere a los miembros de un grupo social que orientan su acción por valores comunes. El actor particular observa una norma (a la viola) tan pronto como en una situación dada se dan las condiciones a que la norma se aplica. Las normas expresan un acuerdo existente en un grupo social. Que una norma rija tácticamente significa que la pretensión de validez con que se presenta es reconocida por los afectados y este reconocimiento intersubjetivo funda la validez social (o vigencia) de la norma.Este modelo de acción no solamente data al agente de un complejo cognitivo, sino también de un complejo motivacional que posibilita un comportamiento conforme a las normas. c) Acción dramatúrgica: actor-mundo subjetivo y mundo objetivo (incluyendo el mundo de los objetos sociales). Refiere a participantes en una interacción que constituyen los unos para los otros un público ante el cual se ponen a sí mismos en escena. El actor suscita en su público una determinada imagen al develar su propia subjetividad. El mundo subjetivo es definido como la totalidad de vivencias subjetivas a las que el agente tiene un acceso privilegiado frente a los demás. La cuestión que se plantea es la que de si el actor expresa

en el momento adecuado sus vivencias, si piensa lo que dice, o se limita a fingir las vivencias que expresa.

En las tres se pueden diferenciar dos formas de actuación susceptibles de enjuiciamiento: por acciones lingüísticas y no lingüísticas. [3] Introducción provisional del concepto de «acción comunicativa» Acción comunicativa. Este concepto se refiere a la interacción de por lo menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que entablan una relación interpersonal. Los actores buscan entenderse sobre una situación de acción para poder coordinar planes de acción. La interpretación se refiere a la negociación de definiciones de la situación susceptibles de consenso. El modelo comunicativo de acción no equipara acción y comunicación. El lenguaje es medio de comunicación que sirve al entendimiento, mientras que los actores, al entenderse entre sí para coordinar sus acciones, persigue cada uno determinadas metas. 1.4. LA PROBLEMÁTICA DE LA «COMPRENSIÓN» EN LAS CIENCIAS SOCIALES Los diferentes modelos de acción presuponen cada uno de ellos distintas relaciones del actor con el mundo; y estas relaciones no solamente son determinantes de los aspectos de la racionalidad de la acción, sino también de la racionalidad de la interpretación de esas acciones formal de mundo, el actor da por sentadas determinadas presuposiciones de comunidad o intersubjetividad que desde su perspectiva van más allá del circulo de los inmediatamente afectados y pretenden también ser válidas para el intérprete que se acerque desde afuera. [1] Desde la perspectiva de la teoría de la ciencia El rango ontológico, ya sea al entender como al entendimiento. La discusión metodológica ha conducido a resultados similares: a) Concepciones dualistas de la ciencia Respecto a discusiones sobre el papel metodológico que compete a la experiencia comunicativa. Entran en cuestión el empirismo y el post empirismo. Se resalta la necesidad de una compenetración del análisis y el empirismo. b) El acceso al ámbito objetual en términos de comprensión Skjervheim: “la comprensión es un modo de experiencia”. Se propone una teoría perceptiva del significado y de nuestro conocimiento de otras mentes. El análisis de la percepción permite ver la distinción entre la comprensión de un sentido y la percepción de objetos físicos. La teoría perceptiva del significado recuerda la intersubjetividad que en la acción comunicativa se establece entre ego y alter ego. c) El observador científico como participante virtual

El científico social participa despojándose de sus atributos de actor y concentrándose como hablante y oyente en el proceso de entendimiento. Es necesario reconstruir la razón con la pretensión de validez y utilizar el modelo comunicativo de acción. d) Inevitabilidad de las interpretaciones racionales Lo que en cada caso se acepta como verdadero es asunto de convención. La verdad solo es concebible como resultado socialmente organizado de líneas contingentes de conducta lingüística, conceptual y social. La verdad de un enunciado no es independiente de las condiciones de su emisión y, así, estudiar la verdad es estudiar las formas en que la verdad puede ser metódicamente otorgada. [2] Desde el punto de vista de la Sociología comprensiva a) Fenomenología social aprensión de las estructuras generales del mundo de la vida, busca en las actividades interpretativas que caracterizan a las actividades rutinarias cotidianas los procedimientos con que los individuos renuevan en cada sazón la apariencia objetiva de un orden social. b) Etnometodología. El dilema absolutismo-relativismo La etnometodología se ocupa de la interpretación como de una “labor incesante” de los participantes en la interacción, es decir, de los microprocesos de interpretación de la situación y de aseguramiento del consenso, que nada pierden de su alta complejidad por el hecho de que los implicados pueden partir sin esfuerzo de una comprensión de la situación. Todo proceso de entendimiento resulta ocasional y frágil.La comprensión del sentido solo es posible por la vía de un entendimiento (o la menos virtual) sobre la cosa misma c) Hermenéutica filosófica. Lectura tradicionalista y lectura crítica El intérprete no puede esclarecer el significado de una manifestación simbólica sino como participante virtual en el proceso de entendimiento de los directamente implicados; Esta actitud realizativa le vincula a la precomprensión que caracteriza a la situación hermenéutica de la que parte Si la comprensión tiene que ser entendida como experiencia comunicativa y ésta solo es posible en la actitud realizativa que adopta el sujeto al actuar comunicativamente, entonces la base experiencial de la sociología comprensiva solo puede ser compatible con la pretensión de objetividad de ésta si los procedimientos hermenéuticos pueden basarse, siquiera sea intuitivamente, en estructuras de racionalidad comprehensivas y generales.

III. INTERLUDIO PRIMERO: ACCIÓN SOCIAL, ACTIVIDAD TELEOLÓGICA Y COMUNICACIÓN

En el capítulo III de la Teoría de la acción comunicativa, Habermas se plantea el uso de la acción comunicativa como medio para una relación social y como medio armónico para la realización de los fines individuales de la persona. Para ello, parte del análisis de la teoría de la acción que Weber postula, luego, enuncia cómo la acción comunicativa permite la interacción social mediante el convencionalismo del significado y la validez del acto del habla entre los individuos, además de determinar que los actos del habla siempre están en una doble intencionalidad:decir lo que literalmente expresan o conllevan un mensaje implícito. Habermas plantea que para una teoría de la acción comunicativa sólo resultan instructivas las teorías analíticas del significado que parten de la estructura de la expresión lingüística y no aquellas donde las intenciones del hablante predominan. Es decir, que para que se dé una acción lingüística entendible para una comunidad y que permita la interacción social sólo se consideraran aquellas estructuras del habla que poseen significado en relación a los objetos o realidades objetivas y no subjetivas o establecidas por intereses propios del individuo, las cuales no podrán ser comprendidos por los demás. En consecuencia, la teoría de la comunicación sólo tendrá lugar mediante un análisis de las reglas de uso de las expresiones lingüísticas y no de una formulación cibernética del proceso de transmisión. Lo anterior se fundamenta en que los hombres sólo pueden establecer comunicación en la medida en que entiendan el lenguaje que utilizan y las condiciones bajo las cuales tienen validez los signos que usan, así como los objetos a los que se refieren, por lo tanto, se constituye una semántica que se desarrolla bajo las condiciones de verdad representada por el mundo objetivo y las reglas enunciativas del signo. El uso del lenguaje no siempre tiene un mismo modo para expresar algo, sino que dependiendo el sentido o los fines con los cuales se utilizan son los modos que surgen. Habermas expone tres modos: el ilocucionario, locucionario y el perlocucionario. El ilocucionarios, el cual consiste en que mediante una acción se dice algo, entonces, el uso de éste se requiere para saber qué pretensión de validez plantea el hablante con su emisión que da, como la plantea y en defensa de qué lo hace. Por otro lado, el lenguaje o por medio de él puede entenderse y conocer un mundo objetivo externo y el mundo social que se constituye precisamente por la acción comunicativa. Sin embargo, Weber establece un “sentido” de la acción. Según el análisis de Habermas, aquél no establece una acción que lleve a una relación social, es decir, una armonía entre individuos, quienes por el uso del lenguaje establecen acuerdos y convencionalidades que expresan, tanto intereses propios como los comunes. Weber sólo platea a la acción en consideración de acto lingüístico como un fin, es decir, que propone la acción solamente como un medio que utiliza el individuo para alcanzar su propio fin sin llevarlo a una interacción social. Por consiguiente, la consideración de tipos de acción social según la forma de coordinación y el grado de racionalidad de la relación se debe establecer, según Habermas, para determinar en qué sentido puede darse una acción pero con la finalidad de una relación social. Para tal efecto dice que hay acciones con arreglo a fines; donde una acción orientada al éxito puede ser igual al instrumental o a la estratégica. “Llamamos instrumental cuando la consideramos bajo el aspecto de observancia de reglas de acción técnicas y evaluamos el grado de eficacia que esa acción representa en un contexto de estados y sucesos; […]

llamamos estratégica cuando la consideramos bajo el aspecto de observancia de reglas de elección racional y evaluamos su grado de influencia sobre las decisiones de un oponente racional”. Mientras tanto, considera acciones comunicativas cuando las acciones de los individuos se coordinan por actos del entendimiento, dando como resultado convencionalidades y acuerdos establecidos por todo aquel ser racional, porque entenderse es un proceso de obtención de acuerdos entre sujetos lingüística e interactivamente competentes. Cuando se habla de acuerdo, se refiere a que se basan en convicciones comunes, intereses ya no egocéntrica sino considerando aquello en que la mayoría coincide y por lo cual se intenta lograr alcanzar. El sentido de fundar acuerdo y convencionalidades es para evitar interpretaciones subjetivas, comprensiones indirectas o que se formen opiniones diversas sobre lo que se ha querido decir. Para evitar tales contradicciones en el sentido del contenido del mensaje del lenguaje, se dice que el mejor modo es hacer uso de los actos del entendimiento y para tal efecto, se hace una distinción entre actos ilocucionarios, locucionarios y perlocucionarios. El primer acto se refiere a los enunciados que permiten predicar o enunciar algo; el segundo, se dice cuando mediante una acción se dice algo; y por último, los perlocucionarios son aquellos que se busca una intención por medio de la acción diciendo algo. De éste acto, al llevarlo a cabo, al decir algo, ya se tiene una intención y por consiguiente, a quien se dirige el mensaje le afectara, sea en su pensamiento, sea en sus acciones o sentimientos. En la interacción, la acción comunicativa puede dar lugar a fines perlocucionarios, porque el oyente al afirmar la oferta del hablante funda “un acuerdo que se refiere, de un lado, al contenido de la emisión y, de otro, a las garantías inmanentes al acto del habla y a las obligaciones relevantes para la interacción posterior”. Es decir, acepta las consecuencias o las intenciones por la cual se dirige el hablante. De lo anterior se sigue que haya una conexión entre la recepción de la emisión y la postura del oyente, ésta sólo es posible mediante la teoría del significado que propone establecer las reglas bajo las cuales se podrán entender el lenguaje, los signos y significados que hacen referencia a tales o cuales objetos. Pero la cuestión del significado del acto comunicativo tiene que tener aceptación universal, por decirlo de alguna forma, lo que conlleva a una pretensión de validez por medio de la convencionalidad, conectadas interiormente con razones que se convierten en normativas y válidas para todos los individuos. En conclusión, en el capítulo III se da a conocer cómo, mediante el uso del lenguaje y los actos comunicativos, se dan las relaciones sociales que permiten alcanzar los fines individuales o propios de cada individuo de manera armónica entre la sociedad, siempre y cuando se respeten las reglas de validez y convencionalidades del lenguaje establecido por la sociedad misma. IV. DE LUKACS A ADORNO: RACIONALIZACIÓN COMO COSIFICACIÓN Se exige un cambio de paradigma: pasar del paradigma teleológico al paradigma comunicativo Entonces vemos en este capítulo que Habermas recupera el análisis weberiano desde la perspectiva de la teoría crítica marxista, en la línea de Georg Lukács y de la primera Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, Marcuse, entre otros), para mostrar que el proceso que lleva a la

consolidación de la sociedad capitalista está determinado por dos momentos estructurales diferentes, complementarios e interrelacionados. Es interesante observar, como lo señala Habermas en contra del mismo Weber, que este proceso de racionalización capitalista tiene un carácter universal, pese a las eventuales diferencias que se presentan en cada sociedad y región particular, en una afirmación que recuerda sustancialmente el análisis sobre la proyección planetaria del capitalismo, y la imposibilidad de concebir formaciones económico sociales pre capitalistas o pos capitalistas aisladas en el marco de un sistema hegemónico mundial. El proceso de racionalización occidental viene, pues, determinado por dos momentos: un primer momento lo constituye el desencantamiento de las imágenes metafísicas del mundo, en palabras de Habermas, y un segundo momento viene definido por la racionalización del derecho. Ambos momentos se encuentran histórica y estructuralmente relacionados, pero deben ser diferenciados analíticamente para su interpretación integral. El primer momento determina el paso de las estructuras simbólicas tradicionales a las estructuras simbólicas modernas, así como de la comprensión tradicional-unitaria del mundo, propia de la sociedad medieval, a una comprensión moderna, propia de las sociedades capitalistas En cuanto a Cosificación (o colonización) que se ejerce en las sociedades modernas funcionalmente a través de los subsistemas económico y político-administrativo, sustituyendo las formas e instituciones socio-culturales sobrevivientes de la sociedad tradicional por el orden económico de la propiedad privada y político de la dominación legal, a través y en la forma de derecho positivo. El proceso de burocratización se revela como un proceso de enajenación frente a las instituciones económicas, jurídico-políticas y sociales y de cosificación de las relaciones personales e intersubjetivas de la sociedad en general. La realidad objetivizada se apodera de los contextos comunicativos del mundo de la vida y el derecho reemplazará paulatinamente a la ética como marco normativo de la acción social.