Grito Gaviota Resumen

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Título: El grito de la gaviota Autor: Emmanuelle Laborit Edición Original: Barcelona, Seix Barral, 2002.- 193 p. - ISBN 84-322-4737-5 Materia: Literatura RESUMEN “El grito de la gaviota”, es un libro autobiográfico escrito por Emmanuelle Laborit. Se trata del testimonio de esta joven que, a los veintidós años, ha conocido ya la soledad absoluta, la duda y la desesperación, pero también la dicha, la solidaridad y la gloria. Así es como la propia autora, a modo de confidencia, nos describe el significado de este libro: “Este libro es un regalo de la vida. Me va a permitir decir lo que he callado siempre, tanto a los sordos como a los que oyen. Es un mensaje, un compromiso en el combate por el lenguaje de los signos, que separa todavía a muchas personas. En él, utilizo la lengua de los que oyen, mi segunda lengua, para expresar mi certeza absoluta de que el lenguaje de los signos es nuestra primera lengua, la nuestra, la que nos permite ser seres humanos “comunicantes”. Para decir también que los sordos no deben rechazar nada, que pueden ser utilizadas todas las lenguas, sin gueto ni ostracismo, a fin de acceder a la vida.” Inicialmente incomunicada con el mundo exterior a causa de su sordera, a los siete años Emmanuelle Laborit descubrió el lenguaje de los signos. Sin embargo, en la adolescencia su vida parecía tambalearse. Al desasosiego propio de la edad se añadió la rebeldía contra el hecho de que se negaba a los sordos su identidad, ya que el lenguaje de los signos estaba prohibido en Francia a causa de la teoría de que los sordos podían aprender a leer en los labios y a hablar. La adolescencia y la primera juventud de Emmanuelle son la historia de una lucha por subsistir en el mundo “diferente” y por el reconocimiento de los derechos de los tres millones de sordos franceses, hasta conseguir que, en 1991, se enseñe por fin en los centros de educación de los sordos el lenguaje de los signos. Con este triunfo colectivo y personal, pero no menos emblemático, de su éxito como actriz teatral, “El grito de la gaviota” cierra significativamente un itinerario personal tan breve como intenso, cuya honda significación humana nos remite al caso relatado en “El milagro de Ana Sullivan” y, más allá incluso de su dimensión específica, ilustra en forma conmovedora el impulso hacia el reconocimiento de la diferencia y las minorías, ya sea en el ámbito de los minusválidos, ya en cualquier otro grupo humano precisado de reconocimiento y solidaridad. FRAGMENTO 1: CAPITULO 11 ‘PROHIBIDO PROHIBIR’, pagina 78: Heme aquí en el curso Morvan. Sexto grado. El primer día de clase llego tarde. La directora me acompaña al aula y me hace sentar en un sitio vacío. Hay una pequeña interrupción, ojos que me miran de hito en hito, después continúa la clase. Me siento asediada, espiada por todas partes. Me encuentro en una clase de sordos, y los sordos son curiosos por naturaleza. Tenemos por profesor a una mujer que mantiene con gran cuidado las manos detrás de la espalda y habla articulando de modo exagerado, arrastrando los movimientos de la boca muy “convenientemente”. Los alumnos leen sus labios.

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En aquel momento comprendo la extensión del desastre y recuerdo la advertencia precautoria de mis padres. Esta mujer; que no se ayuda ni de sus manos ni de su cuerpo para enseñar; que con su actitud simboliza la prohibición de utilizar otro lenguaje que no sea la palabra, me parece una provocación. Me disgusta profundamente y, en suma, me siento desanimada del todo. FRAGMENTO 2: CAPÍTULO 11 ‘ESQUIVANDO PELIGROS’, página105: ¡Ha llegado el Minitel! El aparato mágico. La comunicación sin intermediario. Lloro de emoción. Una libertad más. ¡Un tesoro de libertada a los quince años! Este instrumento me permite comunicarme libremente por escrito con mis compañeros. Es un regalo fantástico, ¡una liberación! Mis padres me han dado una sorpresa. Veo esta especie de maquinita de escribir conectada al teléfono con una pantalla de televisión. Mi madre lo ha preparado todo; sólo tengo que empalmar la línea. Mi amiga Claire me llama, se pone a funcionar un fash y veo aparecer en la pantalla las freses de mi interlocutora. Mi padre, mi madre, Marie, me miran. La alegría me oprime la garganta. ‘Por primera vez descubro mi independencia! FRAGMENTO 3: CAPITULO 16 ‘COMUNICACIÓN SUAVE’, página 119: Soy un ser normal, libre, con una identidad. Mamá dice: - Emmanuelle se niega a ser considerada como una minusválida. Exacto. Para mí, el lenguaje de signos corresponde a la voz, mis ojos son mis oídos. Sinceramente, no me falta nada. Es la sociedad la que me convierte en minusválida, la que me vuelve dependiente de los que oyes: necesidad de hacerse traducir una conversación, necesidad de pedir ayuda para telefonear, imposibilidad e contactar directamente con un médico, necesidad de subtítulos en la televisión, y hay muy pocos. Con algo mas de Minitel y algunos subtítulos más, nosotros, los sordos, podríamos tener más fácil acceso a la cultura. Ya no habría handicap, ya no habría bloqueo, ya no habría fronteras entre nosotros. FRAGMENTO 4: CAPITULO 21 ‘ME PONGO NERVIOSA’, páginas 155-156: En una ocasión celebramos un coloquio con el ex ministro francés de minusválidos y accidentados; él mismo iba en una silla de ruedas. Era un hombre amable, pero: Primer punto, ignoraba totalmente lo que representaba el mundo de los sordos. Segundo punto, se obstinó en decir: - Debéis empezar por hablar, para poder integraros en el mundo de los que oyen,. ¿Cómo entendía él la palabra integración? ¿Dónde estaban las escuelas que, como le decíamos, precisábamos para progresar en nuestras dos lenguas? ¿Dónde estaban los hogares para jóvenes sordos? ¿Los centros de información sobre el SIDA para todos los sordos? ¿Dónde estaban todas nuestras reivindicaciones? Él no sabía sino repetir: - ¡Hablad y os integraréis! Por último, un sordo se levantó, irritados, y le respondió: - Si yo tengo que habar; ¡entonces levántate y anda! ¿Lo dijo con mala intención? Seguramente. Pero era también humor negro. Eso a veces ayuda.

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FRAGMENTO 5: CAPÍTULO 27 ‘ADIÓS’, página 192: Yo aporto al mundo de los sordos y de los oyentes lo que soy. Mi palabra y mi corazón. Mi voluntad de comunicarme, de unir a los dos mundos. Con toda mi alma. Soy una gaviota que ama el teatro, que ama la vida, que ama los dos mundos. El de los hijos del silencio y el de los hijos del ruido. Que vuela sobre ellos y se pose en ellos con la misma felicidad. Que puede hablar por los que no tienen esa oportunidad. Escuchar a los demás. Hablar con los demás. Comprender a los demás.