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Gonzalo Guerrero

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Entre la multitud de hispanos héroes y villanos, famoso algunos, poco conocidos otros y anónimos los más, que durante el descubrimiento de América vinieron de Europa al Nuevo Mundo, merece destacarse por su perfil excepcional la vida de Gonzalo Guerrero, marinero y soldado español. De su infancia y juventud poco se sabe. De origen vasco, era probablemente de carácter fuerte e indómito, de apariencia robusta, rubio, de barba y azules ojos. Gonzalo Guerrero nació en el puerto de Palos de Moguer, provincia de Huelva, España y debió pasar a América en alguna de las numerosas expediciones que en los últimos del siglo XV y XVI zarparon de España hacia Santo Domingo, en la antigua isla de “La Española” (hoy la isla que comprende Haití y la República Dominicana). Una vez consolidado el dominio hispano en Las Antillas, concretamente en La Española, algunos capitanes ávidos de riqueza, honra y poder consiguieron autorizaciones de la corona para realizar las llamadas empresas de rescate. Se trataba de tomar contacto con los indígenas de “Tierra Firme” (actualmente las costas atlánticas de Centroamérica y Colombia), para intercambiar con ellos baratijas por oro. Los contactos esporádicos fueron aumentando hasta que Alonso de Ojeda obtuvo del rey el título de gobernador de Nueva Andalucía (comprendida entre el Cabo de las Velas en Venezuela y el golfo del Urabá en la costa de Panamá). Por otro lado, Diego de Nicuesa obtuvo el título de gobernador de La Castilla de Oro (región comprendida entre el golfo del Urabá hasta el cabo de Gracias a Dios, en Honduras) en 1508. Diego de Nicuesa con 785 hombres parte de La Española y funda una pequeña guarnición en la costa del Golfo del Darién, llamada Santa María la Antigua del Darién en 1510, la cual se constituyó posteriormente en el centro de la gobernación de La Castilla de Oro. Es en estas expediciones de Diego de Nicuesa en las que se enrola Gonzalo Guerrero. Después de fundar esta guarnición, Diego de Nicuesa parte hacia el cabo de Gracias a Dios para explorar la costa Atlántica, pero junto con Gonzalo Guerrero y los demás hombres, fueron víctimas del clima tropical, de las flechas envenenadas de los indígenas y de las torpezas de su jefe, quedando sólo 70 españoles en condiciones de valerse por sí mismo hacia 1510, cuando un grupo encabezado

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por Martín Fernández de Enciso acudió a su ayuda, encontrándolos perdidos en la costa atlántica del cabo de Gracias a Dios. Permaneciendo unos días en la costa del Cabo de Gracias a Dios mientras se recuperaban, el poco agradecido Nicuesa, tan pronto pudo saciar su hambre y curar, volvió a sentirse gobernador y entre exigencias y amenazas forzó a sus salvadores a llevarlo a Santa María del Darién, donde según él, habría de incautar el oro que en su territorio de gobernación querían apoderarse quienes lo habían casi resucitado a él junto con sus hombres. Partió entonces Gonzalo Guerrero junto con su jefe hacia el Darién habiendo ya probado la excitación de las batallas, la amarguras de las derrotas y las penalidades del fracaso. Las noticias de esta actitud ambiciosa de Nicuesa se adelantaron a su llegada a esta guarnición española, exaltando los ánimos y sin más trámite fue obligado junto con algunos de los sobrevivientes de su malograda expedición a partir hacia La Española en marzo de 1511, en un barco viejo y mal acondicionado. De nuevo, Gonzalo Guerrero siguió a su jefe, Diego de Nicuesa, quien regresaba en calidad de detenido. El barco iba al mando de uno de los regidores de Santa María del Darién, el capitán Valdivia llevando “veinte mil ducados que eran del rey” y debía traer de vuelta socorro de gente y provisiones para los colonizadores españoles que se quedaron en Tierra Firme. El viaje fue bueno durante los primeros días y con buen viento pudieron los viajeros alcanzar avistar las costas de Jamaica, pero al desencadenarse una furiosa tormenta de las que son comunes en el Mar Caribe, no pudieron llegar a puerto seguro y fueron arrastrados por el viento y las corrientes, estrellándose en los Arrecifes de los Alacranes ubicados al sur y no lejos de Jamaica. Bernal Díaz del Castillo afirma que sólo dieciséis hombres y dos mujeres lograron abandonar el barco y en lanchas y “sin velas y con ruines remos y sin mantenimiento alguno, anduvieron trece días por el mar ... ” y que en ese tiempo que estuvieron a la deriva murieron siete de ellos. Los restantes, entre los que se encontraban el capitán Valdivia, Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, arrastrados por las corrientes, fueron conducidos hasta lo que creían eran las costas de Cuba o Jamaica, pero en realidad fue el litoral oriental de la península de Yucatán, aún desconocido en ese tiempo por los españoles. No se sabe con certeza, cual es la ubicación precisa del lugar en que por primera vez pusieron el pie en calidad de náufragos estos exploradores españoles. Sin embargo, lo más probable es que se diera entre la actual Playa del Carmen ( Saman Ha) y Tulum ( Zama).

€Observatorio Maya, Chichen-Itzá, Yucatán México

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La Vida entre los Mayas

El primer encuentro entre los supervivientes españoles del naufragio del Darien en 1511 se dio con Los Caribes, un pueblo depredador procedente de la cuenca del Río Orinoco, en Venezuela, que se estableció en todo el litoral del Mar Caribe, dedicándose a la piratería. Los Caribes se dedicaban al canibalismo, mientras que los Mayas no. Después de hacer presos a estos náufragos españoles, “estos salvajes se arremolinaron disputándose el honor de soltar la primera tajada de la carne de nuestros hermanos que morían en la forma más bestial que jamás he visto. Sus miembros eran tirados hacia todos lados de tal forma que quedaban abiertos en cruz y sus trozos eran traspasados de un costado a otro por las afiladas lanzas... Cerré los ojos cuando vi que el capitán Valdivia moría como mueren las reses de mi tierra, acanalado por el pecho... el corazón de la cuarta víctima fue elevado en ofrenda a los cielos,... y se embarraron la cara y el tórax con la sangre de los sacrificados...” Fueron sacrificados cinco náufragos, los demás fueron puestos en prisión y comenzaron a ser bien alimentados por los Caribes con la idea, se supone, de engordarlos y sacrificarlos más adelante. Temerosos de sufrir la suerte del capitán Valdivia, los cautivos decidieron huir penetrando tierra adentro, hacia El Mayab, el territorio de Los Mayas. Huyendo, ya sin fuerzas y sin poner resistencia, fueron hechos prisioneros y esclavos por el cacique maya de Xaman Ha. Los ocho fugitivos españoles, aunque ya no en peligro de muerte, pasaron arduos trabajos y poco a poco, la mayoría murieron de dolencias, quedando solos Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero. Jerónimo de Aguilar, fraile franciscano, se quedaría en esta aldea maya en calidad de esclavo hasta la llegada de Hernán Cortés, quien lo rescata y para quien serviría de intérprete y sería de gran ayuda para la conquista de México, pues durante los ocho años que pasó entre los mayas aprendió esta lengua. Gonzalo Guerrero, muy al contrario, pasaría a ser el padre del mestizaje en México. Gonzalo Guerrero, al verse en tierras extrañas, habiendo perdido todo, patria, costumbres, lengua, familia, amigos, sueños, etc. Acepta inicialmente y de forma estoica su condición de esclavo. A fines de 1512 aproximadamente, por razones no muy claras como pudieron ser su venta como esclavo o su entrega como tributo, pasa a vivir a Chaktemal (hoy Chetumal) provincia maya de Bacalar y dominios del cacique Na-Chan Ka. Un día salvó la vida de su señor cuando dos cocodrilos lo atacaron en el río. En agradecimiento, el cacique le otorgó la libertad. Sin embargo, Gonzalo Guerrero no se fue, sino se quedó a vivir en el pueblo. Pasaron ocho años y para entonces se había adaptado por agrado o por la fuerza a las costumbres indígenas en el vestido, la alimentación y la valoración social y poco a poco fue escalonando posiciones sociales. Para 1514 ya como hombre libre probó su valor en diferentes batallas que entre los pueblos mayas se presentaban por aquel entonces y se convirtió en uno más de los guerreros del cacique Na-Chan Ka, ascendiendo, gracias a sus hazañas militares en las diferentes batallas hasta

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ser Nakon, es decir, oficial del ejército. Para ello y como muestra de su valor y de acuerdo a su rango, se dejó crecer el cabello para elaborar su tocado, se pintó el cuerpo de negro y rojo como distintivo de su calidad de guerrero maya, se tatuó el rostro y se perforó las orejas y el labio inferior para portar zarcillos. Es así como su posición de privilegiado se consolido en poco tiempo. Para 1514-1515 contrajo matrimonio con Ix-shel, princesa maya, hija del rey Na-Chan Ka, forma la primera familia verdaderamente mestiza, y procrea tres hijos - los primeros mexicanos-, quienes fueron productos no del ultraje, caso frecuente y hasta común durante la conquista y la etapa colonial, sino como consecuencia de un acto de Amor entre un marino español y una princesa maya. Para esta época asciende hasta ser comandante en jefe del ejercito maya. Del modo como cumplió ese cargo, señala Bernal Díaz del Castillo refiriéndose “ ... que fue el inventor de que nos dieran la guerra a los soldados de Cortés” y Fray Diego de Landa agrega “ ... se distinguió ganando muchas victorias contra los enemigos de su señor y les enseñó a los indios mayas a luchar, mostrándoles como levantar fuentes y bastiones...” así, Gonzalo Guerrero, plenamente identificado con su pueblo adoptivo, de algún modo, luchó contra sus paisanos, renunciando a toda posibilidad de retornar al lado de sus hermanos de raza. Nuevas expediciones partieron de La Española hacia las costas atlánticas de México y Centroamérica. Hacia 1517 parte Hernández de Córdoba y Juan Grijalva hacia 1518. Gonzalo Guerrero recibió noticias de que habían visto gentes en el mar en unas grandes naves iguales a las que él había dibujado para explicarles a los mayas como había llegado a esas tierras. En febrero de 1519 Hernán Cortés desembarcó en las costas mexicanas de las isla de Cozumel. Ahí confirmó que enfrente, en tierra firme, vivían dos españoles, por lo que envió en su busca valiéndose de indígenas puestos a su servicio por el cacique local, entregándoles cartas de invitación y cuentas de vidrio para el rescate. Llegaron primero al pueblo maya en donde se encontraba Jerónimo de Aguilar, quien se encontraba aún en calidad de esclavo. Al recibir las cuentas y las cartas, el jefe maya dejó en libertad a Aguilar, quien fue entonces a buscar a Gonzalo Guerrero a la provincia de Chaktemal. Al encontrarlo después de ocho años, se abrazaron y lloraron largo rato. Jerónimo no daba crédito a sus ojos al ver a su compañero de infortunios, de ojos azules, tatuado y ataviado como la nobleza maya. Aguilar llevaba una carta que a la letra decía “Señores y hermanos; aquí en Cozumel he sabido que estáis en poder de un cacique y os pido por merced que luego os vengaís aquí a Cozumel, que para ello envió un navío con soldados si los hubiése de menester, y rescate para dar a esos indios con quienes estáis; y lleva el navío de plazo ocho días para os guardar; veníos con toda la brevedad; de mí sereís bien mirados y aprovechados. Yo quedo en esta isla con quinientos soldados y once navíos; en ellos voy; mediante Dios. A un pueblo que se dice Tabasco o Pochotan. Firma Hernán Cortes”. La reacción de Gonzalo Guerrero, para entonces jefe del ejército maya, no fue la esperada. “Hermano Aguilar – le dijo- yo soy casado y tengo tres hijos y tienenme por cacique y capitán cuando hay guerras. Idos con Dios que yo tengo labradas las carnes y perforadas las orejas, qué dirán de mi desde que me vean esos españoles de esta manera, e ya veias, estos mis hijitos, cuan bonitos son, por vida vuestra que me deis de esas cuentas, que traéis para ellos y diré que mis hermanos me las envían de mi tierra”. Entonces Jerónimo de Aguilar se despidió y partió, uniéndose a Hernán Cortés, siendo uno de los primeros intérpretes del conquistador quien partió hacia el centro de México y destruyó el imperio Azteca. La península de Yucatán pasó por el momento a un segundo término para los conquistadores españoles.

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El Guerrero Maya

Después de la conquista del imperio Azteca, un capitán de Hernán Cortés llamado Francisco de Montejo (padre) decidió regresar a España y hacerse del título de Adelantado ( reconocimiento que se le daba a ciertos ciudadanos pudientes para facilitarles el viaje a cualquier lugar de América, conquistarlo y colonizarlo). Montejo había oído hablar de la rica provincia de Yucatán. Lo primero que hizo a su llegada a la península de Yucatán fue, por medio de misivas, pedirle a Gonzalo Guerrero que se incorporara a las tropas españolas. Montejo quería establecer una guarnición militar en Yucatán en la playa de Oxtankah y utilizar a Gonzalo como intérprete y guía tal como lo había hecho Cortés con Jerónimo de Aguilar y la Malinche durante la conquista del imperio azteca. Sin embargo, Gonzalo Guerrero no acepto: “Nunca regresaré a España porque ya estoy tatuado”, le respondió a Montejo, consciente de que los españoles matarían o esclavizarían a su familia y a su nuevo pueblo. Gonzalo Guerrero se enfrentó a los españoles cuando estos amenazaron a los mayas, un pueblo que él había aprendido a amar y respetar. Los mayas opusieron fiera resistencia a los conquistadores españoles quienes lograron poco a poco ganar terreno en Yucatán y hacia 1542 Francisco de Montejo padre, funda la ciudad de Mérida. Algunos indígenas lograron escapar hacia Guatemala, desde donde hicieron la guerra a sus opresores. Las rebeldes mayas fueron derrotados 150 años después de la llegada de los españoles y de innumerables batallas gracias a Gonzalo Guerrero, quien adiestró a los guerreros mayas con técnicas de la falange macedónica y organizó la resistencia maya. Se sabe con certeza que él encabezó a las huestes mayas que combatieron a Alonso Dávila, enviado por Francisco de Montejo a conquistar hacia 1527 Bacalar y Chaktemal al sur del actual estado de Quintana Roo, México. Entre 1533 y 1535 combatió con fiereza a los españoles que habían fundado una ciudad real frente a la isla de Tamalcab, en la bahía de Chaktemal, hasta que los obligó a retirarse, abandonando iglesia, estancias y solares establecidos. Así, entre combates vivió sus últimos años y la postrera referencia que de él se tiene la proporcionó el contador real de Honduras, Andrés de Cerezeda, quien escribió en un informe después de una batalla librada en Puerto Caballos el 13 de Agosto de 1536: “el cacique maya Cicumba declaró que durante el combate que había tenido en dicha regiòn, un cristiano español llamado Gonzalo Guerrero había sido muerto de un escopetazo. Es

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el que vivía entre los indios de la provincia maya de Yucatán y además, es el que dicen que arruinó al adelantado Francisco de Montejo” agregando “ese español muerto en combate, estaba desnudo, con tatuajes en el cuerpo y usaba los adornos que emplean los indios”. Moría en combate, el 13 de Agosto de 1536 Gonzalo Guerrero, quien gracias a sus dotes militares excepcionales y encargándose de la defensa militar de su pueblo organizó la resistencia maya, retrasándose la conquista de los mayas por casi dos siglos. La valentía de este hombre dejó huella en todo el Mayab. Este hombre, quien para los historiadores españoles fue un traidor, idólatra y mal cristiano, pero para los habitantes del Nuevo Mundo, es el padre del mestizaje por Amor. La realidad del carácter de Gonzalo Guerrero y sus motivos solo él y su familia lo sabían, pero la Historia y la Psicología nos trae a la mente a un personaje de características personales únicas en donde la lealtad, el trabajo, la independencia y sobre todo el Amor por el pueblo maya fueron sus principios. Gonzalo Guerrero, quien tal vez, conoció el sabor de la opresión, de la falta de independencia y las tácticas y formas de proceder de “esos españoles” por lo que en una nueva tierra que lo había adoptado quiso darles esa libertad, esa libertad que cada vasco lleva en su alma. Los mayas fueron dominados por los españoles, la corona española confiscó la tierra de los mayas, y los hicieron sus siervos, los reubicaron en localidades más cercanas a las fuentes del poder para que así fuera más fácil recolectar impuestos y evangelizar a sus habitantes. Algunos mayas vivieron en comunidades y pueblos desperdigados por las selváticas tierras bajas y en el corazón de la montaña, adonde los españoles no pudieran llegar. La selva se encargaría de ocultar durante siglos, no solo los palacios mayas y sus templos, sino toda una cultura con más de 3,000 años de existencia: Arquitectura, Pintura, Religión, Astronomía, Matemáticas ... Moría lentamente una cultura, pero nacía otra nueva, la cultura mestiza entre mayas y españoles, y México, como nación mestiza. Bibliografía Prof. Velio Vivas Vladés, Gonzalo Guerrero: Soldado de dos mundos Eugenio Aguirre, Gonzalo Guerrero Fernando Benítez, La Ruta de Cortés Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España Fray Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán

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