Gerardo Diego - La suerte o la muerte

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Lfí SUERTE O IR MUERTE

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GERARDO DIEGO

BAUTIZO Y BRINDIS aquí que te bautice. Mi mano el agua derrama. Y la que ayer Berenice hoy Verónica se llama. Y ahora que pisas la tierra donde fué columna el Guerra y ángel de alcorza Chicuelo, vas a ver cómo me ciño al verso. Por ti, cariño. Y por ganarme el pan, cielo. V en

2 HIMNO A LOS SUBALTERNOS G loria a vosotros, infantes alígeros, duros, trabados jinetes de hierro, gloria a los que alzan al cielo los brazos, al cruel Abraham sin indulto.

Quiero cantar la cuadrilla ordenada, ío lanzadera, el tapiz de la lidia, hilos de plata y de seda que tejen la trama de un cuarto de hora. Quiero exaltar el honor subalterno, sólo empeñado en labrar pedestales. Toda la luz al idólico espada. Corónele el riesgo medido. Ordenes claras—registros tenores— urge y apremia vidente el maestro. Y sacrificio de juicio y de impulso le ofrenda al instante el acólito.

“Ose el caballo la raya del trópico. Ruede y ofenda el rural castoreño. Prenda en la cumbre el castigo de Júpiter y fluyan rabiones de sangre.’’' EL BANDERILLERO

“Hágase siempre tu santo albedrío. Raudos dibujen mis pies tus tangentes. Trace el capote a una mano tus cifras. Pizarra es el ruedo y tú sumas." Claros, oscuros varones de raza, ejecutores, heraldos, ministros: sueños de gloria, ambiciones volaron y os quedan la vida y la muerte. Sic vos non vobis, libando en la brega, melificáis la colmena de aplausos y estremecéis las palomas del éxtasis que nievan sus trémulas alas. Ya hacéis la ronda en la estela del astro. Surcan los aires sombreros y flores. Rueda el reloj de la loca fortuna. Partícipes sois del triunfo. Gracias a vuestros incólumes cálculos, quiebros y brincos, la lidia se fragua, tercio tras tercio la fábrica crece y allá en campanil se remata. Y si en la lucha resbala el perfecto, ante el horror de la luna que humilla, cómo voláis al socorro en el quite, tendiendo las alas de ángel. Gloria a vosotros, alfiles, jinetes, gloria y honor. Que mi verso más clásico, desde el toril al trotar de mulillas corona os ciña solemne.

LA TIENTA G e n io , alegría y aguante —el secreto de la tienta está en llevar bien la cuenta— todo se apunta al instante. Mete el palo el oficiante, el maestro abre lección, baila el señorito al son y a horcajadas en la tapia cultivan la helioterapía los mozos de Monleón.

4 SALUDO A LA AFICION FRANCESA L a F rancia del camino zebedeo del Languedoc y de los trovadores, también desde el balcón del Pirineo se asoma a ver los táuricos furores. Hubo toreros en la dulce Francia. Se llamaban, a estilo de trovero, Gastón, Beltrán. Lucían su elegancia —flor de la raza—y pasos de bolero. La unidad del origen pirenaico hermanaba a navarros y beameses. Y en Camarga y Provenza era un mosaico romano con estampas de payeses. Viejo es el abolengo ele los toros en el circo de Nimes y en Bayona. Borbónicos jinetes, juegos moros y a pie el toreo que al de Anjou emociona. Pero no el saltador ni el gentilhombre —sus brincos y floreos y cadenas—

califican a Francia. Es, hombre a hombre, la afición congregada en sus arenas. La más noble afición es la francesa. Letra a letra ella aprende la cartilla e intuye, tras la plaza, la dehesa igual que en Salamanca o que en Sevilla. Lleva la cuenta ardua de los cruces y el coran de las castas y los hierros como conocedores andaluces que bajo el cordobés rigen encierros. Y baja de Tolosa o de Burdeos a correr la estafeta de Pamplona. Admirable afición. No hay Pirineos si al padre Jove Europa se aficiona.

P aso a paso frente al morro y el morro que no se arranca. Y se estremece Cascorro y todo el barrio se atranca. Ya embistió. Pastor espera, abre y alza la bandera. Quieras o no, bronco o bravo, pasan bajo el pabellón treinta arrobas de emoción desde el pitón hasta el rabo.

DESDE “MACHACO” A “CHAMACO” A p r e n d e d , flores, de mí lo que va desde Machaco a Chamaco.

Aprended, flores, de mí. Yo soy la flor del toreo. Huelo mejor que el poleo, que el clavel y el alhelí. Como vosotras me vi, y pues me veis hecha un taco aprended, niñas, de mí lo que va desde Machaco a Chamaco. La flor de la maravilla yo me era, la más alta, y el girasol de Villalta me llegaba a la rodilla. Reina en León y en Castilla, en el Anahuac y el Chaco, aprended en mi tabí lo que va desde Machaco a Chamaco. Yo he visto emires, califas, ases, papas y antipapas. Yo he visto petos, gualdrapas, arpilleras y alcatifas. Yo a la rueda de las rifas me jugué anís y tabaco. Aprended, flores, de mí lo que va desde Machaco a Chamaco. Sólo son la eme y la che que han permutado. Locura de Machaco ante el miara, de Chamaco ante el apé.

—Déjalo quieto, Blanquet. Va por ustés. —¡Machichaeo! Sí, señor. Se mata así. Lo que va desde Machaco a Chamaco. Desde Córdoba hasta Huelva, desde Churriana a Albacete, ¿cuántas leguas? Un cohete a la Luna. Y que no vuelva. Yo me era flor de selva y olía a monte y a jaco. Aprended, flores, de mí lo que va desde Machaco a Chamaco. y

7

PUNTILLA AL JINCHO No dobla el burel ni humilla aunque dicen que está muerto. Frente a él un famoso tuerto apura su negra honrilla. —Cachetero, esa puntilla. Coge el hierro por la punta y al juego del jincho apunta ojo Unce de resquicios. Señor Manuel Desperdicios —plum—al toro descoyunta. Gerardo Diego. Covarrnbias, 9. MADRID.

La Suerte o la Muerte. Siete poemas del libro en preparación, de igual título.