Gemas Puritanas - Thomas Watson

Amor. Thomas Watson Todas las otras gracias son eclipsadas por el amor. El amor es el alma de la religión, y es esa grac

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Amor. Thomas Watson Todas las otras gracias son eclipsadas por el amor. El amor es el alma de la religión, y es esa gracia la cual verdaderamente constituye a un cristiano. El amor es la reina de las gracias, ella brilla y destella en el ojo de Dios como las piedras preciosas lo hacían en el pectoral de Aarón. El antecedente del amor es el conocimiento; el Espíritu brilla en el entendimiento, y descubre la sabiduría, santidad y misericordia de Dios, y este llega a ser el imán para sacar los afectos [del alma] hacia Dios, como no conocen a Dios no pueden amarlo. Si el sol se establece en el entendimiento, no habrá noche en los afectos. El amor hace todo nuestro servicio aceptable: esto por sí solo hace que se rinda con frecuencia; esto no es un deber, sino el amor al deber, Dios se deleita en [esto]: por lo tanto, servir y amar a Dios van de la mano. El amor es la única gracia que vivirá con nosotros en el cielo; ahí no necesitaremos arrepentimiento, porque nunca vamos a pecar, no [habrá] fe, porque veremos a Dios cara a cara, pero el amor se mantendrá por siempre. “El amor nunca deja de ser”, pero dura más tiempo que todas las gracias, y corre en paralelo con la eternidad. Oh, preserva tu amor a Dios,- ¡mantenlo flameando en el altar de tu corazón! El amor es como el aceite a las ruedas- el cual nos mantiene avivados en el servicio a Dios. ¿Está el amor cultivándose frio?- [entonces] hace uso de las ordenanzas como combustible sagrado para mantener el fuego santo en llamas. El amor facilita el deber; es como las alas para el ave, como las velas a la nave; lleva al alma rápida y alegremente en nuestro camino hacia la gloria. El amor es vigoroso, así como activo, menosprecia los peligros, aplasta las dificultades: como un poderoso torrente lleva todo tras sí. La misma fe no es bella a menos que trabaje por amor; las lágrimas de arrepentimiento no son puras a menos que ellas fluyan desde el manantial del amor. El amor es la joya que la novia de Cristo lleva- Este es el diamante en el anillo de todas las gracias del Espíritu: no que vosotros obréis milagros, pero sí que os améis los unos a los otros, el cual es el distintivo del discipulado. El amor es el broche de oro que sujeta los corazones; el pegamento indisoluble que une a los cristianos entre sí. El amor es una gracia que no habita siempre en casa, pero se va al exterior a buscar al afligido y ayuda al miserable. El amor muestra la solidez de la fe, como aún los latidos del pulso muestran el saludable estado del cuerpo. El amor cristiano hace al evangelio amado ante los ojos del mundo. Fue un honor a la religión de Cristo en la antigüedad, cuando los paganos podían decir, “Ved como esos cristianos se aman los unos a los otros”- ¡Bendita visión de poder ver a los cristianos unidos con los eslabones de plata de la caridad! La iglesia es el templo de Cristo, los santos son piedras vivientes: ¡cuán bello es este templo cuando sus piedras están cimentadas en amor!

Misericordia: Las misericordias de Dios, van más allá de toda medida, así como son innumerables. David falló en el intento [de contarlas]: “Tu misericordia es grande, por encima de los cielos” (Sal 108:4). Toda una constelación de misericordia ha brillado en nuestro hemisferio. El arcoíris fue un emblema de la misericordia de Dios. La Escritura representa más a menudo a Dios en sus túnicas blancas de misericordia, que en sus túnicas carmesí de justicia;- más menudo con su cetro dorado, que con su vara de hierro. La misericordia está a la mano derecha de Dios, que es la más utilizada. La ira es llamada una “extraña obra” de Dios, el no está acostumbrado a hacer uso de ella. La misericordia endulza todos los otros atributos de Dios. La santidad de Dios sin misericordia, y su justicia sin misericordia, sería terrible. La santidad de Dios lo hace ilustre, su misericordia lo hace propicio. Las dulces gotas de rocío están en el cardo así como en la rosa. El jardín y campo donde la misericordia de Dios destila es muy extenso- “El se deleita en la misericordia”. La copa de la ira es derramada, pero retirada, mientras que la fuente de misericordia corre [siempre]. El sol no está tan lleno de luz como Dios está lleno de misericordia. Dios tiene misericordia bajo el cielo- ésta nosotros la degustamos; y misericordia en el cielo- esta nosotros la esperamos: “Ellas son nuevas cada mañana; grande es su fidelidad” Dios cuenta la gloria de estas al esparcir sus perdones. El está deseoso de que los pecadores toquen el dorado cetro de su misericordia, y vivan. Los pecadores, debido a la misericordia de Dios, tendrán un juicio sin misericordia. No hay nada más bello que la misericordia cuando esta es aumentada, pero nada hay más fiero que cuando está es abusada. La misericordia no es para aquellos que pequen y no teman, pero si para aquellos que teman y no pequen. La misericordia de Dios es una misericordia santadonde ella perdona, también sana. La misericordia convierte a la justicia en un arcoíris- un arco que está sin una flecha. ¡Oh, ora por misericordia! Dios tiene tesoros de misericordia; orar es la llave que abre esos tesoros y deje que su oración lo sea. Dame no solo bellotas, sino perlas, dame no solo misericordia para alimentarme y vestirme, sino también, misericordia para salvarme; ¡denme la crema de su misericordia! Aunque los hijos de Dios están a menudo bajo las nubes de la aflicción, a pesar de todo, ellos nunca están más allá del sol de la misericordia. “Sus misericordias son nuevas cada mañana”; los flujos de misericordia son constantes como la marea. Nosotros nunca comemos, si su misericordia no divide la carne. Nosotros nunca bebemos, sino solo por la dorada copa de misericordia. ¿Viajamos? La misericordia pone como guardia a los ángeles alrededor de nosotros. La misericordia pone una cortina de protección cuando nosotros dormimos, y por cada aflicción tenemos diez mil misericordias.

Un cristiano debería guardar siempre dos libros con él, uno en el cual el escriba sus pecados, que puedan hacerlo humilde, y un libro en el cual escriba las misericordias de Dios hacia él, que puedan hacerlo continuamente agradecido. Aflicciones: Cuando Dios pone sus hijos en la escuela de la cruz, el trata con ellos tiernamente, porque él no los deja sin una promesa “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más allá de lo que podáis resistir” (1 Cor. 10:13) El no pondrá la carga de un gigante sobre la espalda de un niño, ni tampoco estirará las cuerdas del instrumento tanto, no sea que se rompan. Si Dios considera bueno golpear con una mano, el sostendrá con la otra, el hará nuestra fe más fuerte o hará nuestro yugo más liviano. Dios nunca ha prometido un privilegio que nos haga inmunes a los problemas, pero él ha prometido “estar con nosotros en los problemas”. Es mejor estar en una prisión con la presencia y promesas de Dios, que estar en un trono sin ellas. El apóstol Pablo tenía sus canciones de prisión. Cuando los santos prueban más de la ira del hombre, ellos sienten más del amor de Dios. Nosotros pensamos que Dios no puede favorecernos a excepción de que nos tenga en su regazo, no obstante, el ama a su gente cuando está dándoles de beber del amargo régimen de la aflicción. Tanto la vara de Dios, como el amor de él van de la mano. No es amor en Dios el permitirle a los hombres seguir en sus pecados y nunca castigarlos. La maldición más grande de Dios es cuando el no aflige por causa del pecado. Permítenos sentir la mano de Dios, de modo que podamos tener su corazón. Un verdadero cristiano encuentra consuelo en la vara, “como entristecidos, mas siempre gozosos” (1 Cor. 6:10). Un cristiano es como un ave que puede cantar en los oscuros días de invierno, así como en los claros meses de verano. Dios hace para algunos de los mártires una prisión dulce como un jardín de flores, ¡y que pronto estarán en el cielo!- ¡Si la misericordia aflige de una manera tan grandiosa, que será cuando corona! Los cristianos erran al suponer que cuando Dios aflige, él cesa de amar,- la aflicción es su podadora, el preferiría tener los pámpanos de su viña sangrando a que estén sin fruto. El nos poda para que podamos dar “el apacible fruto de justicia” (He. 12:11). Las vasijas no pueden ser echas de oro sin fuego, por lo tanto es imposible que podamos ser hechos “vasijas de honra” si no somos derretidos y refinados en el horno de la aflicción. La vara de Dios es un pincel que dibuja la imagen de Cristo de una forma más notable sobre nosotros. Esto está bien ahí donde debería haber una simetría entre la cabeza y los miembros, para ser parte del cuerpo místico de Cristo nosotros debemos ser como él “varon de dolores, experimentado en quebranto” (Is. 53:3). Por lo tanto, esto es bueno para ser como Cristo, aunque sea por medio de sufrimientos.

El imán de la misericordia nos atrae tan cerca de Dios, como también las cuerdas de la aflicción. La aflicción es una raíz de amargura, pero produce un fruto dulce. “da fruto apacible de justicia” (He. 12:11). La aflicción es el azote de Dios para sacar la cascara, pero sin consumir el precioso grano. Hay más maldad en una gota de pecado que en un mar de aflicción. Mientras más el diamante sea pulido, más brilla, mientras más pesada sea la cruz, más pesada será la corona del santo. La vasija de misericordia se sazona con aflicción y luego el vino de la gloria es derramado en ella. En todas nuestras cruces, Dios tiene una bondad para su pueblo. Aunque no había noche más oscura para Israel, ellos tenían una columna de fuego para darles luz, por lo tanto, no hay condición tan oscura sin que esté presente también la luz de la consolación. David cantó “de la bondad y misericordia”. La aflicción es la insignia de la adopción, este es el sello de Dios con el cual el nos marca como propios. Un hombre santo, sufriendo gravemente unas heridas, señalando a ellas dijo- “Estas son las joyas con las cuales Dios cubre a sus hijos”. Como el pintor mescla con sombras negras los colores brillantes, así mescla Dios los colores oscuros con los claros, sus cruces y sus bendiciones, y entonces hace que “a los que aman a Dios, todas las cosas obren para su bien” (Rom. 8:28). Dios usualmente permite que sea más oscuro antes de que la estrella de la mañana, de luz y alegría, aparezca. Dios da una mano en la aflicción pero no en el pecado. Las aflicciones son flechas agudas, pero disparadas desde el arco de un Padre amoroso. Dios tiene un Hijo sin pecado, pero ningún hijo sin azotes. Dios pone a sus hijos en la escuela cuando los pone en la cruz, y ahí ellos aprenden mejor. Los hijos de Dios cantan más dulcemente cuando Dios obstruye su camino con espinas (Os. 2:15). Hay exhortaciones a sufrir aflicciones, pero no hay mandatos para pecar. Pruebas de fuego hacen cristianos de oro (Pr. 17:3) Aunque la aflicción tiene una aguijón para herir, tiene alas para volar (Is. 35:10) Cuando el viento de la aflicción golpea al creyente, Dios está en el viento. Cuando el fuego de la aflicción se aviva sobre él, Dios está en el fuego para santificar, apoyar y refinar. Un verdadero cristiano lleva a Cristo en el corazón y la cruz sobre sus hombros.

Cristo y su cruz nunca se separaron, por lo tanto es demasiado para un creyente tener dos cielos: uno aquí y en la otra vida. En cada nubarrón un hijo de Dios puede ver un arcoíris de misericordia brillando, por lo tanto, Dios revisa sus providencias y mescla bondad con severidad. El orfebre ama su oro cuando está en el horno, y de esa forma Dios ama a sus hijos cuando los coloca en el crisol de la aflicción, esto es solo para separar la escoria y no para consumir el oro. “Habiéndolos amado, los amó hasta el fin” (Jn. 13:1) El diluvio trajo a la paloma hasta el arca, las inundaciones de dolor nos hacen correr hacia Cristo. Dios solo trilla el trigo precioso, pero él quema la paja inútil. El disciplina al justo, pero condena al perverso. La naturaleza de la aflicción cambia bastante cuando es experimentada por un buen hombre, esto es para él, por química Divina, transformada en bendición, esta llega a ser una prenda de amor, una insignia de adopción y una preparación para él cielo. La cruz, aunque es colocada por Dios, es hecha por nosotros mismos. “La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él” (Miq. 7:9). Seguridad: La seguridad es una consecuencia de la santificación, la santificación es la semilla, la seguridad es la flor. Pero como una carta puede ser escrita y, no obstante, no ser enviada, así la gracia puede ser escrita en el corazón, pero el Espíritu puede aún no haber aplicado el sello de la seguridad. La verdadera seguridad está construida con una base Escritural, Isaías 32:17. La semilla de la justicia es sembrada en el alma y esta semilla trae la cosecha de la seguridad, pero la presunción es como un testamento sin sello o testigos, la suposición requiere tanto del testimonio de la palabra, como del sello del Espíritu. Como el sol, al ser reflejados sus rayos por el lente de una lupa, el cristal hace arder todo lo que está cerca de él, la seguridad, la cual es Dios brillando en el alma, hace que ella arda en amor a Dios. La seguridad gotea dulzura en cada consuelo terrenal, mientras que el pecado amarga, y es como beber una copa llena de ajenjo, la seguridad endulza cada bocado, y un plato de hierbas, con la seguridad del amor de Dios, es como una comida de príncipes. La seguridad desarrolla el contentamiento, mantiene el corazón tranquilo. Esta es la porción de los santos, y el cielo es su refugio. Cuando la gracia está grabada en el corazón, basta esperar un poco, y ahí estará el sol de la seguridad. A quien Dios besa, él corona, la seguridad es la primicia del paraíso, pero se mantiene a menudo para endulzar la dulce copa de la muerte.

La fe puede ser fuerte cuando la seguridad es más débil, la mujer de Canaán no tenía seguridad, pero ella tenía una gloriosa fe. La seguridad debería ser un antídoto para los problemas. ¿Qué importa que haya poco aceite en la vasija?, si tu eres rico en seguridad. ¡Cuán dulcemente canta el pájaro que no sabe donde recoger la siguiente miga! ¿Y estarán descontentos aquellos a los cuales la Palabra de Dios les asegura pan diario, y su amor les confirma el cielo? Mantengan fe en las alas, esto es gracia en ejercicio activo, la cual haciende hacia la seguridad. Mantengan la seguridad con humildad, el orgullo enajena a Dios del alma. La joya de la seguridad es mejor guardada en la cabina de un corazón humilde. La seguridad y el temor son diferentes pero no contrarios, un niño puede tener seguridad del amor de su padre, sin embargo, teme ofenderle. ¿Quién más temeroso del pecado que él apóstol Pablo, pero, quien tuvo una seguridad más fuerte? “El cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal. 2:20). La fe procura seguridad, y el temor la preserva. El piadoso teme, y no peca, el impío peca y no teme. La seguridad mantiene al cristiano en los tiempos difíciles, es más probable que de testimonio de la verdad quien tiene al Espíritu de Dios dando testimonio en él. Que haya mucha diligencia, mucha oración, mucha confianza santa, y eso, como aceite, hará la lámpara de la seguridad brillar continua y claramente. Ángeles: Muchas de las obras curiosas de Dios brillan en los ángeles, ellos son al mismo tiempo, bellos y gloriosos, y como las cuerdas en un laúd hacen la harmonía más dulce, y las varias estrellas hacen el firmamento brillar, así, la sociedad con ángeles será uno de los mayores deleites del cielo, y nosotros no solo veremos a los ángeles con los ojos de nuestro entendimiento, sino que conversaremos con ellos para siempre. Los más altos de los ángeles tienen cuidado de los más pequeños santos, “¿No son todos ellos espíritus ministradores” (He. 1:14).