Gabriela Mistral: El Libro y la Lectura: Catalina Romero Buccicardi

“La figura de la poeta, Gabriela Mistral y su relación con la lectura como instrumento emancipador, va a constituirse en

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“La figura de la poeta, Gabriela Mistral y su relación con la lectura como instrumento emancipador, va a constituirse en el centro del tramado que el libro se propone. Pero, la figura de Gabriela Mistral profusamente documentada y más aún visibilizada (acudiendo a valiosos registros fotográficos) se puede ver también una instancia para pensar el modo en que la República chilena, a partir del siglo XIX, valoró el libro como instancia fundamental para la construcción de la nación (…)

Nació en Santiago en 1982. Es titulada de Letras con mención en Literatura Hispánica de la Universidad Católica de Chile en el año 2004, y egresada de Bibliotecología y Documentación de la Universidad Tecnológica Metropolitana en el 2011.

El libro y la lectura adquieren un espacio central. Porque desde el gesto y la gesta de Gabriela Mistral, este texto nos lleva al espacio del libro: la biblioteca como sede y como soporte. Y desde la biblioteca como práctica y patrimonio surge una figura central y señera a la vez: el bibliotecario como una función que conduce a la lectura, que pluraliza el libro y lo dota de realidad y de espesor (…) Pero el trabajo de Catalina Romero avanza más aún, se pregunta sobre la actualidad, busca los signos del siglo XXI en la lectura, examina las actuales bibliotecas, su número y su signo, se pregunta sobre la lectura y la comprensión en el interior de la sociedad chilena. En suma emprende un viaje desde la biografía individual a la cultura colectiva”.

Ďiamela Ęltit (prólogo)

Gabriela Mistral: El Libro y la Lectura

Catalina Romero Buccicardi

Gabriela Mistral: El Libro y la Lectura Catalina Romero Buccicardi

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura

Gabriela Mistral: El libro y la lectura

Gabriela Mistral: El Libro y la Lectura

* Catalina Romero Buccicardi

EDICIONES TECNOLÓGICA

UNIVERSIDAD METROPOLITANA

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura

©

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA METROPOLITANA Casilla 9845 Santiago de Chile Derechos Reservados Inscripción Nº 164.852 I.S.B.N.: 978-956-7359-86-8 Santiago de Chile, noviembre de 2011

*

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Programa de Comunicación y Cultura

*

REPRESENTANTE LEGAL Luis Pinto Faverio

* EDICIONES Universidad Tecnológica Metropolitana Distribución y ventas: www.utem.cl/ediciones/index.html * DIRECCIÓN DE COMUNICACIÓN Y CULTURA CONSEJO EDITORIAL PRESIDENTE: Patricio Bastías Román Héctor Gómez Fuentes

PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL EN CUALQUIER FORMA Y POR CUALQUIER MEDIO. LAS IDEAS Y OPINIONES CONTENIDAS EN ESTE LIBRO SON DE RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DE LOS AUTORES Y NO EXPRESAN NECESARIAMENTE EL PUNTO DE VISTA DE LA UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA METROPOLITANA.

Gabriela Mistral: El libro y la lectura

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Gracias a Héctor Gómez y Mariela Ferrada por su apoyo a lo largo de este trabajo, a Alfredo Mora por su labor como diseñador, a Diamela Eltit por respaldar la investigación mediante el prólogo, a Cynthia Suárez por su trabajo fotográfico, y a Sebastián Domínguez por proporcionar la cámara necesaria. Agradezco también a Inés Arredondo por su hospedaje en Vicuña, a Camila Escobar por su espacial compañía en el mismo Valle, a Francisca Ramirez, Hugo Morales e Isabel Buccicardi por contar con ellos cuando lo requerí, a Héctor y Juan Cristobal Romero por colaborarme cariñosamente desde distintos aspectos, y por último, a Jorge Moreno por ser mi corrector y fuente primera.

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura

Gabriela Mistral: El libro y la lectura

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Tabla de contenido

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Prólogo de Diamela Eltit

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Introducción 21 1. Aspectos históricos y formativos del

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1.1. Lucila Godoy y su origen rural: experiencia de marginación cultural

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1.2. Influencias del movimiento ilustrado-liberal en Gabriela Mistral: Sarmiento y las bibliotecas populares

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1.3. Mistral y su carrera laboral: diferencias con el feminismo y la clase profesional

40



1.4. Gabriela en México: bibliotecas populares como eje de la cultura agraria

49



1.5. Tiempos errantes de Mistral: cargos internacionales y conflictos políticos

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1.6. Epílogo del capítulo

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pensamiento mistraliano sobre el libro y la lectura

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura

2. El libro desde Gabriela Mistral: medio fundamental de desarrollo cultural

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2.1. La cultura latinoamericana desde la perspectiva mistraliana: estrecha interrelación con el libro

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2.2. El libro como vivencia básica para Gabriela Mistral: acceso a nivel regional y sin censura

61



2.3. El libro como goce hacia el conocimiento desde Mistral: inclusión de su lectura en el sistema educacional

65



2.4. El libro como producto económico en el pensamiento mistraliano: control estatal de su industria y comercialización

71



2.5. Epílogo del capítulo

73

Gabriela Mistral: El libro y la lectura

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3. La biblioteca pública desde Gabriela Mistral: eje de lectura y cultura

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3.1. La biblioteca pública como barómetro cultural para Mistral: complemento imprescindible de la escuela

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3.2. Expansión de bibliotecas regionales, móviles y modulares: la biblioteca como centro de servicio en el pensamiento mistraliano

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3.3. Biblioteca pública de Vicuña: signo del valor otorgado por Gabriela a este tipo de centros

83



3.4. Libros donados por Mistral a la Biblioteca de Vicuña: heterogeneidad en colecciones de bibliotecas públicas.

89



3.5. Epílogo del capítulo

99



12

Gabriela Mistral: El libro y la lectura

4. El bibliotecario desde Gabriela Mistral: responsable del fomento lector

103



4.1. El bibliotecario a modo de promotor y guía del proceso lector: conocedor y amante de los libros como requisitos mistralianos

104



4.2. El bibliotecario como exclusivo encargado de bibliotecas para Mistral: llamado a trabajar por zonas marginales

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4.3. El bibliotecario y su espíritu de servicio en Gabriela Mistral: incremento de conocimientos humanistas en Bibliotecología

111



4.4. Epílogo del capítulo

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura

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5. Proyecciones y propuestas: el pensamiento Mistraliano hacia el Chile del siglo XXI

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5.1. Calidad de la educación chilena: incorporación del libro para aumentar los niveles de comprensión y conocimiento

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5.2. Control estatal sobre la industria del libro en Chile: menos valor agregado y mayor valor simbólico

123



5.3. Políticas de colecciones en bibliotecas públicas chilenas: mayor variedad y más cantidad de libros.

126



5.4. Inversiones en bibliotecas públicas: bibliotecas regionales y comunales, modulares y móviles, bibliotecas escolares

129

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura



5.5. Academicismo en bibliotecas escolares (CRA): marginación del libro y del bibliotecario como núcleos de su servicio

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5.6. Promoción de las carreras de Bibliotecología: inclusión del libro y de las humanidades como bases para el desarrollo investigativo

135



5.7. Epílogo del capítulo

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Conclusiones 143 Bibliografía 152

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El libro hace historia

*

Resulta estimulante presentar el libro: Gabriela Mistral: El Libro y la Lectura, de Catalina Romero. Lo es porque su autora ha elaborado un apasionante e inteligente recorrido cultural desde el siglo XIX hasta la actualidad del siglo XXI. La figura de la poeta, Gabriela Mistral y su relación con la lectura como instrumento emancipador, va a constituirse en el centro del tramado que el libro se propone. Pero, en la figura de Gabriela Mistral profusamente documentada y más aún visibilizada (acudiendo a valiosos registros fotográficos) se puede ver también una instancia para pensar el modo en que la República chilena, a partir del siglo XIX, valoró el libro como instancia fundamental para la construcción de la nación. El libro plantea la posición de Gabriela Mistral frente a la lectura, una posición que combatía las hegemonías de su época y buscaba incluir a las trabajadoras y trabajadores chilenos. La poeta y ensayista pensó, según muestra este trabajo, más allá de la “alta cultura” y propuso el libro y la lectura como formas democratizadoras.

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En ese sentido, parece fundamental el examen que la autora realiza a las dificultades académicas de la escritora. El texto va señalando con exactitud cómo Gabriela Mistral debió soportar críticas y marginaciones por su falta de título universitario, un título que le fue concedido por gracia y no mediante estudios formales. Sin embargo, más allá de todas y cada una de las dificultades, es notorio que fue el libro y la lectura lo que posibilitó la fortaleza autodidacta que condujo a la escritora por exitosos derroteros sociales y culturales muy poco frecuentados por las mujeres de su época. El libro y la lectura adquieren un espacio central. Porque desde el gesto y la gesta de Gabriela Mistral, este texto nos lleva al espacio del libro: la bibloteca como sede y como soporte. Y desde la biblioteca como práctica y patrimonio surge una figura central y señera a la vez: el bibliotecario como una función que conduce a la lectura, que pluraliza el libro y lo dota de realidad y de espesor. Es el bibliotecario el que impide que la biblioteca se transforme en un simple depósito de libros, puesto que la destreza del profesional, moviliza y permite flujos de saber. Pero el trabajo de Catalina Romero avanza más aún, se pregunta sobre la actualidad, busca los signos del siglo XXI en la lectura, examina las actuales bibliotecas, su número y su signo, se pregunta sobre la lectura y la comprensión en el interior de la sociedad chilena. En suma emprende un viaje desde la biografía individual a la cultura colectiva. Releva a Gabiela Mistral, la mujer de letras y de la letra como sujeto pensante y actuante, como una figura verdaderamente fundamental para entender las funciones reparadoras de la lectura, del bibliotecario.

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En suma la publicación de este sólido e inteligente volumen no sólo nos informa sino que especialmente nos obliga a comprender cómo el libro, la lectura, la biblioteca, en sus distintas formas y el lugar del bibliotecario forman una de las historias más políticas y fecundas de la historia.

Diamela Eltit

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura

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Introducción

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Tú me quieres alba, me quieres de espumas, me quieres de nácar. Que sea azucena sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada. Alfonsina Storni (1946)

La imagen de Gabriela Mistral es considerada actualmente como parte del patrimonio cultural de Chile. Su figura y, aún más, su nombre han sido utilizados como símbolos patrios y en ciertos casos como íconos de mercado debido a su familiaridad para el común de los chilenos. Así es como, además de compartir el retrato en un billete junto a próceres nacionales como Pedro de Valdivia, Bernardo O’Higgins y Arturo Pratt, Gabriela Mistral tiene por nombre aquel que no sólo es el más utilizado para denominar a escuelas y bibliotecas a lo largo de Chile, sino también aquél por el cual es llamada una universidad privada, una librería, una editorial, una marca de pisco, una de cuadernos y el Centro Cultural más grande del país. Sin embargo, esta sobre-utilización de la imagen mistraliana no ha significado en lo absoluto una popularización de

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura

su obra1. Si bien su poesía infantil es parte de cierta sabiduría popular chilena, su poesía más cruda e intensa y sobre todo su prosa son materiales aún desconocidos para muchos. Adentrándose específicamente en la reclusión de la prosa mistraliana, el trabajo crítico realizado sobre la obra literaria de Gabriela Mistral ha estado indiscutiblemente inclinado hacia su poesía. Ya sea por simple desconocimiento, por diferencias estilísticas, por no pertenecer a ningún libro donde la escritora expusiese sus líneas sistemáticamente, y/o por meras razones políticas, su prosa ha sido postergada como material de estudio. Con todo, no se puede negar que escritores y estudiosos chilenos, seguramente para revertir esta ignorancia popular sobre la Premio Nóbel, sí se han preocupado de rescatar la prosa mistraliana mediante publicaciones que, en parte importante, han sido antologías de sus cartas, conferencias, prólogos, apuntes inéditos y/o recados2. Matilde Ladrón de Guevara con su Rebelde Magnífica (1957/ 1962 / 1999) es la precursora de este trabajo. En esta obra ella expone una serie de cartas y conversaciones íntimas que mantuvo con Gabriela Mistral mientras 1 De hecho, desde teorías críticas como las de Adorno y Horkheimer donde es posible dilucidar que la cultura en el sistema capitalista ha pasado a ser valor de mercado gracias a que el sujeto cultural es vaciado de su contenido discursivo para volverlo objeto manipulable o pura imagen reutilizada según el perfil del consumidor, la obra mistraliana ha sido preferiblemente anulada. ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas. En: Nombre Falso. [Consulta: 18, febrero, 2011]. Disponible en: www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/Adorno%20Horkheimer.pdf 2 Como lo manifiesta Cid (1990), el recado no es sólo un simple artículo periodístico, sino algo más íntimo y epistolar. Estos recados forman parte de un trabajo de largos años realizado por Gabriela Mistral, tanto en Chile como en el extranjero. El Mercurio, La Nación, El Sur, fueron diarios chilenos donde la escritora publicó parte de sus recados; también lo hizo en revistas chilenas como Atenea, Zig-Zag, Primerose y Anales; y en diversos medios escritos de Madrid, Buenos Aires, México, Bogotá, Caracas y San José de Costa Rica. CID, Hugo Marcos. El recado social en Gabriela Mistral. En: El recado social en Gabriela Mistral. Santiago de Chile: Primicias, 1990. p. 8.

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esta última se encontraba en Italia. Roque Esteban Scarpa es otro impulsor de la prosa mistraliana. En Magisterio y niño (1979, 1995, 1999, 2005) Scarpa compila oraciones, discursos, mensajes y apuntes inéditos de Gabriela Mistral relacionados con educación. Luis Vargas y Jaime Quezada también han realizado un trabajo importante al respecto. Vargas ha ensamblado antologías como Tan de usted: epistolario de Gabriela Mistral con Alfonso Reyes (1990), Vuestra Gabriela: cartas inéditas con los Errázuriz Echeñique y Tomic Errázuriz (1995), Recados para hoy y mañana (1999), y junto a María Ester Martínez, Manuel en los labios por mucho tiempo: epistolario entre Lucila Godoy Alcayaga y Manuel Magallanes Moure (2005 / 2007)). Quezada, por su parte, ha dado origen a Antología de poesía y prosa (1997, 1998, 2002, 2004, 2007, 2009), Gabriela Mistral pensando a Chile: una tentativa contra lo imposible (2004) y Siete presidentes de Chile en la vida de Gabriela Mistral (2009). A toda esta obra se suma el trabajo de Floridor Pérez en Poesía y prosa (1984 / 1996 / 2005 / 2007), Gabriela Mistral esencial (2007, 2005) y Gabriela Mistral: 50 prosas en El Mercurio (2005); la labor de José Pereira en Páginas en prosa (1962, 1965, 1974, 1981); la de Hugo Marcos Cid en El recado social en Gabriela Mistral (1990); la de Volodia Teitelboim en Gabriela Mistral Pública y secreta: Truenos y silencios en la vida del primer Nóbel latinoamericano; y la de otros estudiosos y compiladores que han aportado en dar a conocer la prosa mistraliana. Además de este trabajo compilador, lo realizado en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional es un punto relevante ha considerar cuando se trata sobre la difusión de escritos de Gabriela Mistral alternativos a su poesía. Este Archivo, como da cuenta Zegers (2004), se inicia formalmente en 1968, tres años después de una donación efectuada por Laura Rodrig3 y Doris Dana4 que contempló variados escritos originales de Mistral: 3 México.

Pintora y escultora chilena que viaja junto a Mistral a Punta Arenas y a

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Escritora estadounidense, secretaria y amor de Gabriela Mistral.

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El contenido de este legado, se podría clasificar como un conjunto de poesía y prosa, en su mayoría borradores, así como una gran cantidad de notas sueltas y cuadernos de apuntes, con anotaciones de pensamientos pedagógicos, semblanzas de personajes de Chile, América y Europa. Es importante destacar, dentro de estos fondos, un número no menor de cuadernos y libretas de apuntes con textos sobre religiosidad, de preferencia notas sobre orientalismo, teosofía y material de lo que hoy pondríamos llamar de autoayuda. Otro importante conjunto de papeles lo constituyen varios cuadernos con anotaciones de carácter autobiográficas. También forman parte de este fondo documental, un número importante de cartas enviadas, a saber copias de su correspondencia así como aquellas misivas recibidas de autores nacionales y extranjeros 5. Es tal la importancia de este Archivo en cuanto a la difusión del material prosístico de Mistral, que seguramente varias de las obras mencionadas hubiesen sido imposibles de realizar sin su existencia6. De todas formas, llama la atención que la mayor parte de estos trabajos se hayan publicado después de veinte años de haberse recibido este legado, que justamente luego de haber terminado la dictadura de Augusto Pinochet exista una pequeña explosión de compilaciones prosísticas sobre la escritora. Estos hechos dan para pensar que los escritos de Mistral legados al Archivo, si no fueron censurados desde el gobierno durante la dictadura, por lo menos no fueron considerados como documentos de valor por críticos y estudiosos de la época que tenían los medios para publicarlos. 5 ZEGERS, Pedro Pablo. El legado literario de Gabriela Mistral en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile. DIBAM. [Consulta: 18, febrero, 2011]. Disponible en: 6 Labor hoy enfocada más que nunca hacia la difusión del material mistraliano gracias al trabajo de digitalización que se está realizando, el que permite otorgar acceso público a estos documentos por medio del catálogo electrónico de la Biblioteca Nacional. Disponible en:

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A diferencia de unos pocos como Scarpa, quien fue director de la Biblioteca Nacional entre 1967 y 1977, conocedor por lo mismo de estos escritos mistralianos y de su valor, los críticos y estudiosos oficiales de la dictadura prefirieron potenciar a la Gabriela poetiza, particularmente a la Gabriela poetiza infantil. Así, mientras poemas como “Dame la mano”, “Piececitos” y unos pocos más de Ternura fueron infaltables en todo texto escolar de castellano, se anuló el resto de sus escritos, dando como resultado la imagen popular de Mistral como creadora exclusivamente de rondas, oraciones y canciones de cuna, como una mujercita tierna y simple, una madrecita que arropa a sus hijos. Así también lo piensa Marchant (1988): “la Mistral ha sido elevada a la categoría, casi al lado de la Virgen María, de Madre de Chile, ya no sólo por los “mistralianos” en situación de transferencia, sino también por quienes han oído hablar, pero nada han leído, de su obra. Pues, evidencia, pasividad ante la Madre sin falta, la Madre buena, la madre por excelencia que sirve para expresar la pasividad fundamental que caracteriza al carácter del chilenito” 7. Luego de la dictadura su prosa comienza poco a poco a difundirse junto a la mayoría de sus antologías; tal vez la madre buena que apaciguaba al “chilenito” ya no es tan necesaria. Y así, gracias a sus cartas, recados, conferencias y apuntes se va conociendo a la Gabriela mujer, a la Nóbel que tiene su opción sexual; que posee su pensamiento crítico sobre los procesos educacionales, políticos, artísticos y económicos del mundo, sobre todo, de América Latina; que alcanzó un reconocimiento internacional notable, el cual sobrepasa con creces al recibido desde su propio país; y que tiene su carácter, uno fuerte y directo, para algunos, poco delicado y antes masculino que maternal. 7 MARCHANT, Patricio. ¿Qué puede hacer un pobre hombre frente a una mujer genial? (1988). Estudios de la Universidad de Chile. [Consulta: 18, febrero, 2011]. Disponible en:

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Sin embargo, aún después de treinta años de terminada la dictadura, falta mucho por conocer sobre la vida y obra de Mistral. Uno de estos puntos que está bastante presente en la prosa mistraliana y que aún es popularmente desconocido es su visión sobre el libro y la lectura. La mayoría, por ejemplo, aún no tiene la menor idea de que “la madrecita tierna” participó activamente en la reforma del sistema de bibliotecas en México junto a Vasconcelos, o que donó la mayor parte de sus colecciones de libros, unos tres mil volúmenes, a la biblioteca pública de Vicuña. Por esto la importancia de investigar y dar a conocer el pensamiento mistraliano sobre el libro y la lectura, y a su vez, proyectar estas materias como posibles patrimonios vigentes para el Chile del siglo XXI. Con el fin de lograr lo pretendido, primeramente, se ha contextualizado el pensamiento de Gabriela Mistral. Sus influencias y experiencias otorgan la base necesaria para comprender las causas que posibilitan la construcción de las concepciones mistralianas. A su vez, esta contextualización presenta a la palabra de Mistral como un signo histórico, abierto, tejido desde una realidad y que por lo mismo puede ser reconstruido y reapropiado desde la condiciones actuales, lo que posibilita finalmente su proyección en el presente8. En este sentido, se visitó el Centro Cultural Gabriela Mistral de Vicuña y el Liceo nº 7 Teresa Pratt, lugares donde se encuentra información exclusiva e inédita sobre la temática en cuestión y que permiten insertarse en el contexto que influenció a Gabriela Mistral y su pensamiento. Luego de este primer paso, se profundiza en su obra misma. A base de un entrecruzamiento de citas y vivencias se pretende dar forma a su concepción del libro, para más adelante profundizar en su visión sobre la biblioteca y sobre el biblioteca8 1971.

Ver BARTHES, Roland. Elemento de semiología. Madrid: Alberto Corazón,

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rio, todos aspectos estrechamente vinculados en Mistral con la lectura, y así, con el desarrollo cultural de las comunidades de base en América Latina. Si bien en este tejido faltan hebras por urdir, se logra dar forma a una pieza que es posible emplazarla hasta la actualidad, y que en bastantes aspectos la desborda. Considerar este desborde como parte de un pensamiento utópico o más bien visionario es el último pedazo del hilo que se comienza a tejer.

Vuelva otra vez, gran Señora, el discurso a recobrarse y del hilo del discurso los dos rotos cabo ate. Juana Inés de la Cruz (1993)

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1. Aspectos históricos y formativos del pensamiento mistraliano sobre el libro y la lectura

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La sordidez, las pequeñas envidias, los celos primitivos, toda la animalidad de una tierra esquilmada y emprobrecida por el hombre desde hacía un siglo, salía a la luz y se hacía parte judicial o principio de juicio. Mariano Latorre (1953)

Contextualizar un pensamiento exige la prudencia necesaria para abarcarlo y juzgarlo desde el tiempo y espacio en que fue gestado. Además, posibilita que la palabra funcione como un signo social, capaz de adquirir significados y connotaciones distintas según la situación histórica desde la que se lee. Por lo mismo, dar cuenta de hechos y personas que han moldeado el pensamiento de Gabriela Mistral sobre el libro y la lectura, permite la plataforma requerida tanto para comprender su pensar más cabalmente como para proyectarlo en el presente.

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1.1. Lucila Godoy y su origen rural: experiencia de marginación cultural Lucila Godoy Alcagaya nace el año 1889 en Vicuña, poblado del Valle de Elqui. Junto a Petronila, su madre, y Emelina, su hermana, la pequeña Lucila vive en la Escuela Primaria de Montegrande de la cual Emelina es directora desde 1892. Allí en Montegrande, pequeñísimo pueblo rural del mismo Valle, entre las montañas del norte de Chile, las enseñanzas de su hermana y las visitas esporádicas de su padre, profesor y poeta, transcurre la niñez de la futura Nóbel. Allí ella goza de los cerros, las estrellas, los atardeceres, la tierra; y también, sufre del aislamiento, la soledad, del sentirse una insignificante aldeana. Esta contradicción vivencial que conlleva un gran amor y un inmenso dolor ante lo rural, acompaña a Gabriela Mistral durante toda su vida y la conduce a luchar por el rescate, la valoración y los derechos de zonas como su Elqui, marginadas de los beneficios que sí son otorgados a las ciudades, sobre todo, a las capitales. Foto Nº1: Lucila Godoy Alcayaga de siete años. En: Museo Gabriela Mistral de Vicuña. Fotog: Romero C., 2011.

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Foto Nº2: Petronila y Emelina. En: Museo Gabriela Mistral de Vicuña Fotog: Romero C., 2011

Foto Nº 3: Casa-escuela donde vive Lucila en Montegrande Fuente: “Picasa” Disponible en:

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Foto Nº 4: Dormitorio de Lucila, Petronila y Emelina. Fuente: “Panoramio” Disponible en:

Foto Nº 5: Vista panorámica de Montegrande. Fotog: Romero C., 2011.

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Este dolor que se va gestando en Lucila a causa de la discriminación geográfica que sufre su pueblo, es más fuerte en ella que tal vez en otros de sus coterráneos. Seguramente, esto se deba a la herencia semi-ilustrada que le traspasa su familia, la cual puede incrustarse dentro de una clase media que, aunque más pueblerina que ascendente, le permite vivir en una escuela, educarse junto a su hermana profesora, y tener como padre a un profesor y poeta. Todos estos factores son semillas del interés que va creciendo en Lucila por el conocimiento y la lectura, la hacen diferenciarse del pueblerino común. Para la mayoría de sus pares provincianos, sobre todo en zonas agrícolas tan aisladas como la de Montegrande, el acceso a escuela es escaso, y si existe, es llevado a acabo en condiciones miserables. Así mismo lo expresa Aguirre Cerda (1929) en El problema agrario, obra justamente dedicada a su gran amiga Gabriela Mistral9 y publicada treinta años después de haber ella nacido, cuando la educación rural chilena era igual de dramática que en los tiempos de la pequeña Lucila: En numerosos países, ni siquiera la escuela agrícola está en el campo. Algunas, tímidamente, se han situado a los alrededores de la ciudad, con lo cual tienen más contacto que con el campo mismo; el cuartel que contribuiría a llevar vida y animación a la aldea, se establece normalmente en la ciudad; el único establecimiento educacional, la escuela de grado inferior, es la peor dotada en edificio, mobiliario, material de enseñanza y maestros; el teatro, el club, el gimnasio campesino sólo se conocen por excepción10. El pueblerino de a fines del siglo XIX y comienzos del XX no sólo no tenía acceso digno a la escuela, sino que tampoco gozaba de centros de reunión. Las bibliotecas públicas no 9 En palabras de Quezada (2009), Aguirre Cerda escribe a Gabriela Mistral respecto a este homenaje: “Permítame dedicarle este trabajo que Ud. ha inspirado”. QUEZADA, Jaime. Siete presidentes de Chile en la vida de Gabriela Mistral. Santiago de Chile: Catalonia, 2009. p. 58 10

AGUIRRE CERDA, Pedro. El problema agrario. Paris: 1929. p. 190.

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existían para él. Lucila por lo mismo sólo logra tener acceso a variados libros de literatura universal y latinoamericana recién alrededor de sus 17 años, cuando conoce en La Serena, mientras trabaja como inspectora en el Liceo de Niñas de esa ciudad, a intelectuales que le permiten leer de sus colecciones personales. Uno de ellos es Bernardo Ossandón, director del diario El Coquimbo, en el cual Lucila, ya firmando como Gabriela Mistral, publica variados artículos; al igual que lo hace en otros diarios de la zona, como en La voz de Elqui, en La Reforma y en Penumbras. Como Quezada (2009) lo da cuenta, sus artículos fueron considerados como liberales y ateos para grupos eclesiásticos de la época y fueron germen de su expulsión del Liceo, desalojo que se concreta al descubrirse a la inspectora haciendo leer libros “peligrosos” a unas alumnas11.

11

QUEZADA. Op. cit. p. 66

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1.2. Influencias del movimiento ilustrado-liberal en Gabriela Mistral: Sarmiento y las bibliotecas populares Debido a los prejuicios y vejámenes que tiene que soportar, como los que valieron su despido del Liceo de Niñas de La Serena, y del conocimiento que adquiere autodidácticamente por medio de sus lecturas varias, Gabriela Mistral se va distinguiendo del pensamiento censurador de grupos conservadores y de iglesia, y se acerca más y más a quienes siguen un pensamiento ilustrado y liberal12. Mientras los primeros, correspondiente más bien a la clase alta con inflexiones aristocráticas, continúan con la tradición colonial; los segundos, a los cuales adhiere Mistral, están representados por una clase media-alta educada que pretende romper con el legado español pues lo consideran clasista, reduccionista y esclavizante. Subercaseaux (2000), da cuenta de los propósitos de la vertiente ilustrada-liberal: Desde 1840 se perfila un proceso de desarrollo gradual de la educación y de la cultura, que en términos cuantitativos y cualitativos se distingue claramente del período anterior. Se trata de un proceso que en realidad continúa la vertiente ilustrada de la emancipación política pero que, como veremos más adelante, fue percibido por sus propio actores como un momento fundacional nuevo, de rasgos diferentes [...] Estas aspiraciones son en el plano jurídico la soberanía del individuo y la libertad como el eje del sistema (libertad de imprenta, de culto, de prensa, de industria, electoral y de creación); en el ámbito político la forma republicana de gobierno y la separación e independencia de los poderes del Estado; en la 12 Sin embargo, como da cuenta Ladrón de Guevara (1962), Gabriela Mistral conserva una permanente vida espiritual. No siendo partícipe de ritos y dogmas católicos, ella se reconoce como cristiana, y vive su fe según su propia visión y desde un ámbito emocional. Así se lo comenta a su amiga Matilde: “Soy cristiana, pero tengo una concepción muy personal sobre la religión. No se debe hablar de esto. Sólo sé decirle que no soy dogmática y que le rezo a Dios, es decir, le hablo a Dios muy a mi manera […] A mí me gustan las hechicerías y no las liturgias”. LADRÓN DE GUEVARA, Matilde. Gabriela Mistral: Rebelde magnífica. Buenos Aires: Losada, 1962. p. 47.

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historiografía el relato de una nación que se inscribe en la ley del progreso y que se constituye como negación del pasado colonial; en las letras el afán de una literatura que exprese a la sociedad de la época y que emancipe a los espíritus de los valores del pasado; en el plano institucional, la separación entre Iglesia y Estado; en la educación, el predominio del laicismo racionalista; y en la vida social y en las costumbres: el afrancesamiento y la apropiación constante de modelos europeos13. La educación y el libro son los medios primordiales para la propagación e institucionalización de la cultura liberal republicana, son las vías por donde vencer la barbarie y el espíritu retrógrado de la Colonia, los caminos insustituibles por donde trasmitir el pensamiento emancipatorio. Por ende, la escuela y la biblioteca son los agentes básicos para la formación de una nación con esta mentalidad moderna. En Chile, Domingo Sarmiento es un protagonista de este proceso, y también un referente para Gabriela Mistral. En palabras de Quezada (2009), Mistral da cuenta de la admiración e inspiración que le otorga, no sólo a ella sino también a su amigo Pedro Aguirre Cerda, este escritor y político argentino: Tres veces fui a pie desde Los Andes a mirar la casa del maestro Sarmiento [donde conoce, justamente, a Pedro Aguirre Cerda]. En ese rincón chileno [...] vivió un tiempo un maestro vital, amigo de la escuela-palacio, verdadero amigo de la ciudad de los hombres. Don Pedro Aguirre Cerda, hacendado y profesor, que es dueño de la tierra de Sarmiento en Pocuro, hablaba una vez de esa reliquia americana que no hemos honrado con honra grande ni pequeña. Hablamos de fundar allí una Escuela-Granja Sarmiento14.

13 SUBERCASEAUX, Bernardo. Historia del libro en Chile: alma y cuerpo. Santiago de Chile: LOM, 2000. p. 45. 14

QUEZADA. Op. cit. p. 58-59.

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Domingo Sarmiento, exiliado de Argentina por el gobierno de Juan Manuel de Rosas (1829-1852), emigra a Chile en 1830, donde reside hasta 1855. Como da cuenta Subercaseaux (2000), la labor educativa que desarrolla Sarmiento en Chile es destacable. Recién llegado al país analiza silabarios, cartillas y los procedimientos de lectura que se utilizan; luego, desarrolla un método gradual para enseñar a leer. En 1842 el gobierno de Manuel Bulnes (1841-1851) le encomienda la creación de la Escuela Nacional de Preceptores, una de las primeras de su tipo en Latinoamérica. Desde este cargo lleva a cabo una campaña a favor de la instrucción, del libro y de las bibliotecas, fomentando las sociedades de lecturas y las bibliotecas populares15. Gracias a la labor de Domingo Sarmiento se inauguran en Chile más de cuarenta bibliotecas populares a lo largo del país. Sin embargo, veinte años después de esta iniciativa, alrededor de 1965, él mismo constata la reducción de estos centros a once solamente. Responsabiliza de este fracaso a los libros que prestaban estos centros, los cuales, según su percepción, no correspondían a los intereses ni al nivel intelectual de sus usuarios. En referencia a este punto, Sarmiento (1913) expresa:

Se pueden suministrar al pueblo libros morales, religiosos, modelos de pureza de lenguaje, útiles y buenos, sin embargo, a ese pueblo no puede llevársele por la fuerza y maniatado a la biblioteca, a leer lo que nada le mueve leer. ¿Es moral el libro, es serio, es útil? Razón de más para no leerlo. El pueblo, es decir, el que no tiene el hábito de leer, comienza a leer uno de esos libros tan recomendados y principia por bostezar y acaba por dormirse16 . 15

SUBERCASEAUX. Op. cit. p. 50.

16 SARMIENTO, Domingo Faustino. Bibliotecas populares. En: Obras completas. Buenos Aires: 1913. v.3, p. 56.

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Por lo mismo, y debido a lo cual es criticado por intelectuales menos pragmáticos que él como los de la corriente de Andrés Bello, Sarmiento promociona folletines y devocionarios, por medio de los cuales pretende que el pueblo se estimule a leer y aspire luego a obras más complejas: “aprender a leer es obra larga y penosa. Por no mascar las palabras, por ahorrarse la mortificación que cuesta seguir el sentido millares no leen. Sólo la novela-folletín ayuda a vencer esta dificultad y la vence. La novela y los diarios han cumplido esa función. […] Dios se los tenga en cuenta aunque les pese a los moralistas”17. Luego del fracasado proyecto popular y regional de Sarmiento, las políticas sobre bibliotecas pasan a tener como benefactora exclusiva a la ciudad de Santiago. La corriente ilustrada positivista que domina el ámbito intelectual chileno de a fines del siglo XIX, tiene directa relación con este centralismo. El movimiento positivista está constituido por historiadores, lexicógrafos, bibliófilos, folcloristas y naturalistas, chilenos y extranjeros, que contribuyen a inventariar el país por medio de una serie de catastros, anuarios, diccionarios, colecciones de documentos y repertorios bibliográficos18 . Según Subercaseaux (2000), mediante el camino inductivo, estos intelectuales pretenden el tránsito de la particular a lo general en sus diversas materias, “llevando a cabo, de paso, una crítica de las formas lógico-deductivista y metafísicas (religiosas, se decía en la época) de pensar”19 . Sus importantes investigaciones y compilaciones son institucionalizadas a través del 17

Ibid. p. 58.

18 Entre ellos se encuentran intelectuales como: José Toribio Medina, Ramón Briceño, Eduardo de la Barra, Luis Montt, Valentín Letelier, Ramón A. Laval, Julio Vicuña Cifuentes, Alejandro Fuenzalida, Diego Amunategui Solar, Enrique Matta Vial y Virgilio Figueroa. También comparten esta corriente científicos naturalistas, dentro de los cuales destacan: Ignacio Domeyko, Rodolfo Philippi y Rodolfo Lenz. 19

SUBERCASEAUX. Op. cit. p. 89.

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registro bibliográfico que otorga la Biblioteca Nacional, donde a su vez muchos de ellos trabajan: “varios de ellos ocuparon cargos administrativos o fueron directores de biblioteca […] Ramón Briseño y Luis Montt20 , por ejemplo, siendo directores de la Biblioteca Nacional, promovieron investigaciones bibliográficas que realizaron en gran medida ellos mismos”21. La Biblioteca Nacional se nutre entonces de variados documentos que pretenden construir nación teniendo como base el registro de los componentes materiales de Chile: plantas, lenguas, razas, animales, cerros, costumbres. Si bien este desarrollo intelectual es notable, conduce a que la Biblioteca Nacional sea prácticamente el único espacio donde se reúne y registra la producción intelectual, lo que va restringiendo el concepto de biblioteca a monumento de resguardo patrimonial. Las bibliotecas provinciales y populares van siendo así marginadas y hasta olvidadas; suceso que será una tendencia en las políticas bibliotecarias de los años posteriores.

20 Ramón Briseño fue director de la Biblioteca Nacional entre 1868 y 1886; Luis Montt lo fue entre 1886 y 1906. 21

Ibid. p. 94.

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1.3. Mistral y su carrera laboral: diferencias con el feminismo y la clase profesional Después de ser despedida del Liceo de Niñas de La Serena a los dieciocho años, Gabriela Mistral recibe en 1910 el título de maestra primaria en la Normal nº 1 de Santiago. Luego, en 1911, es inspectora y profesora de historia en Antofagasta; y en 1912, cuando ya había cumplido los veintitrés, es inspectora y profesora de castellano en el Liceo de Los Andes, desde donde visita la casa donde había vivido Sarmiento. En 1918, a pesar de no tener título profesional, su amigo Pedro Aguirre Cerda, como Ministro de Justicia e Instrucción del gobierno de José Luis Sanfuentes (1915-1920), la nombra profesora de castellano y directora del Liceo de Punta Arenas. Dos años más tarde es trasladada por el mismo ministro al Liceo de Temuco con igual cargo. Por último, en 1921, también por intersección de Aguirre Cerda, es la primera directora del recién fundado Liceo nº 6 de Santiago. Así, mientras la mayoría de las mujeres chilenas no están habituadas a trabajar, y las que lo hacen son sobre todo obreras que necesitan su sustento diario, Mistral trabaja desde los 15, sus años laborales suman alrededor de veinte, y ya ha vivido en seis ciudades distintas a lo largo de todo Chile. Lavrin (2005) da cuenta del perfil laboral en Chile durante los primeros años del siglo XX, por medio del cual se hace manifiesta la diferencia entre Gabriela Mistral y la mayor parte de sus compatriotas: “en 1913, las mujeres componían el 22,1% de la fuerza laboral: de ellas, el 97% eran obreras” 22. Y agrega: “[en] el censo de 1920 […] más de la mitad de las mujeres que se clasifican como profesionales son matronas y hay sólo treinta

22 LAVRIN, Asunción. Mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay: 1890-1940. Santiago de Chile: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2005. p. 88.

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y cuatro médicas”23. Es factible entonces considerar a Gabriela Mistral como una precursora del movimiento emancipador femenino que, en Latinoamérica, recién estaba instalando sus bases. En el primer decenio del siglo XX los hombres, sobre todo los de edad adulta, percibían a la mujer como madre, hermana o hija. De acuerdo a las costumbres coloniales, continuadas en el siglo XIX, la mujer latinoamericana no tenía identidad más allá del entorno familiar, ni tampoco intereses, con exclusión de las de clase obrera, más allá de la moda, la cocina, la iglesia y la vida social. Entre 1915 y 1930, cuando Mistral ya llevaba trabajando unos veinte o treinta años, la inflación ascendente y las diversas crisis económicas que ocurrieron en países de América Latina obligan a muchas mujeres de clase media a buscar empleo fuera de casa. Así, “ya a mediados de los treinta, los profesionales de ambos sexos estaban dispuestos a reconocer que muchos hombres jefes de hogar no lograban suplir cabalmente las necesidades de la familia y, más importante aún, que habían muchas mujeres que eran jefas de familia, o bien, no tenían ni hombre ni familia que las sostuviese”24. Incluso ya existían “ciertos hombres, que decían despreciar la banalidad de las mujeres de clase alta, ensalzaban el trabajo de la mujer proletaria y elogiaban a las mujeres de clase media que recibían un título académico o profesional para asegurar su independencia económica”25. Por lo dicho, una mujer de clase media como Gabriela Mistral, sin hijos, sin marido, sin hogar fijo, dedicada al trabajo intelectual y afianzando una ascendente e influyente carrera docente, estaba llamada no sólo a participar activamente en estas organizaciones dedicadas a la emancipación femenina en Chile, sino a ser casi un 23

Ibid. p. 89

24

Ibid. p. 122

25

Ibid. p. 123

42

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estandarte dentro de ellas. Sin embargo, esto estuvo lejos de ocurrir. Las organizaciones femeninas que se fundan en Chile después de 1915 son obras de señoritas y señoras bien educadas, y tienen como objetivo suscitar el interés de mujeres de clase media y alta por la instrucción femenina, la igualdad ante la ley y la expresión propia. Amanda Labarca funda la primera de estas organizaciones, el Círculo de Lecturas; luego se gestan, entre otros, el Club de Señoras, al cual Labarca critica por dedicarse más a la vida social que a la discusión intelectual; el Consejo Nacional de Mujeres; el Centro de Formación Femenino de Estudios; y en 1931, la Unión Femenina de Chile. Según Lavrin: “la Unión Femenina de Chile pretendió ser una agrupación abierta que atrajera a las mujeres de clase media y media alta. Durante todo el año 1932, su revista, Nosotras, publicó artículos sobre obreros y obreras, sobre la crisis económica y social chilena. Entre sus colaboradoras se contaron Amanda Labarca [y] Gabriela Mistral, quien enviaba artículos de cuando en cuando” 26. Gabriela Mistral participa en movimientos feministas chilenos, mas nunca activamente. En su recado de 1928, “El voto femenino” 27, Mistral manifiesta (Cid, 1990): “yo no creo sin embargo haber apoyado a mi leyenda feminista. No he escrito nunca elogio de este partido aún cuando dentro de él quiero y estimo a muchas dirigentes”28 . Si bien apoya sus luchas, como el derecho a voto por parte de la mujer o el derecho a condiciones laborales justas e igualitarias para ambos sexos; diverge en el lenguaje y los contenidos utilizados por el femi26

Ibid. p. 376.

27 Este recado, que defiende el voto de las mujeres, fue escrito veintiún años antes que se considerara legalmente este mismo derecho. 28 MISTRAL, Gabriela. El voto femenino. En: Cid, Hugo Marcos. El recado social en Gabriela Mistral. Santiago: Primicias, 1990. p. 27.

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nismo nacional para manifestar sus propuestas, los considera superficiales, no representantes de un movimiento que pretende reformar el rumbo social histórico, y más bien reflejo de la floja formación intelectual en que se ha sumido históricamente a la mujer. En su artículo para El Mercurio de 1925 llamado “Organización de las mujeres”, Mistral (2005) manifiesta: “el feminismo llega a parecerse en Chile una expresión más del sentimentalismo mujeril, quejumbroso, blanducho, perfectamente invertebrado, como una esponja que flota en un líquido inocuo” 29. Y recomienda: “debilidad del feminismo chileno […] si ha de ser político que se sature de cultura política y si prefiere quedarse en la lucha económica que también adquiera la cultura que necesita para formarse un cuerpo de doctrinas económicas. En el campo sentimental no puede mantenerse, para el sentimiento está la vida individual” 30. Por otra parte, Gabriela Mistral considera que la lucha femenina por sí misma no es suficiente. Para ella las mujeres no han de ser valoradas por el sólo hecho de ser mujer, sino por el rol que desempeñan dentro de la sociedad, por su oficio o gremio. Debido a lo mismo, Mistral (1990) da cuenta que no cree en una discriminación positiva hacia la mujer ni en un parlamento exclusivo de mujeres:“yo no creo en el parlamento de la mujer porque tampoco creo en el de los hombres”31. Se aleja así del pensamiento de feministas como Amanda Labarca, quienes proponían la formación de organizaciones o partidos políticos exclusivos de mujeres, pues así no se contaminaban con la corrupción social que provenía sólo del poder y egoísmo histórico de los hombres. Lavrin (2005) da cuenta en este sentido:

29 MISTRAL, Gabriela. Organización de las mujeres. En: Pérez, Floridor, coord. Gabriela Mistral: 50 prosas en El Mercurio. Santiago de Chile: Aguilar Chilena de Ediciones, 2005. p. 65-66. 30

Ibid. p.66.

31

MISTRAL, Gabriela. El voto femenino. Op. cit. p. 27.

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En 1934 Amanda Labarca [...] temía que la mujer cometiera los mismos errores que el hombre, que se dejara llevar por el personalismo y la adulación, y dejase de sustentar normas de conducta elevada en política. [...] Elcira Rojas de Vergara, presidenta del Partido Cívico Femenino, se declaró contraria a la militancia en partidos de hombres.[...] A sus ojos, sólo el egoísmo masculino podía explicar por qué los hombres nunca habían pedido a las mujeres que ayudaran a resolver los problemas económicos y éticos del mundo contemporáneo32. Como último punto de crítica al feminismo chileno, Gabriela Mistral considera que los movimientos en pro de la mujer, a pesar de proponer reformas importantes, mantienen una perspectiva burguesa, clasista y centralista. Para ella, el feminismo ha anulado u olvidado el ensalzamiento de las mujeres obreras y de sectores aldeanos, donde precisamente se hayan las primeras trabajadoras y jefas de hogar en la historia del país. Recordando su Valle del Elqui, donde mujeres campesinas iban a cosechar, o como su madre, eran modistas y jefas de hogar, o como su hermana y ella misma, profesoras, Mistral expresa en palabras de Cid (1990): “antes de los feminismos de asamblea y de reformas legales, 50 años antes, nosotros hemos tenido allá, en unos tajos de cordillera, el trabajo de la mujer hecho costumbre”33. Desde la visión mistraliana, los movimientos feministas sólo se han preocupado de los intereses burgueses de mujeres de clase la media-alta y profesional capitalina. Tal vez esta crítica mirada de Gabriela Mistral provenga, por lo menos en parte, de la misma discriminación sufrida por ella al no tener título profesional y trabajar en altos cargos. Al ser designada, gracias a la siempre protectora mano de Pedro Aguirre Cerda, como directora del Liceo nº 6 de Niñas de Santiago, Gabrie32

LAVRIN. Op. cit. p. 380-381.

33 CID, Hugo Marcos. Gabriela Mistral y la Reforma Agraria en Chile. En: El recado social en Gabriela Mistral. Santiago de Chile: Primicias, 1990. p. 55.

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la enfrenta una serie de fuertes críticas. En Quezada (2009), Mistral señala: “mientras viví en provincias me perdonaron la dirección del liceo; en Santiago, no. Jamás mi gremio profesoril me perdonará mi falta de título. Sólo Aguirre Cerda es el único protector de mi carrera. Él sabe que hasta me habían hecho su amante, para justificar mi nombramiento. Ignora otras cosas iguales o peores, ¡Miseria de todas partes, y soportables cuando hay grandes cosas que compensen de eso!”34. Dentro de las voces más hostiles hacia la carrera de Mistral y su falta de título profesional se encuentran, justamente, las de feministas como Amanda Labarca. En palabras de Diva Leopold: “Gabriela sufrió de muchos prejuicios, pero muchos. La aportillaron de una forma impresionante por ser directora y sin estudios formales. La Amanda Labarca fue una de sus peores enemigas en ese sentido. Por eso ella ya estaba cansada de esto y cuando la llaman de México se va sin pensarlo”35. En este mismo sentido, Ladrón de Guevara (1962) despliega el comentario realizado por Gabriela años más tarde: “hay una señora, doña Amanda, que se opondrá siempre a que me dén tal premio [Premio Nacional de Literatura] y como estoy alejada usará sus influencias políticas”36. El talento y experiencia de Gabriela Mistral se enfrentan así al profesionalismo ilustrado de otros y otras como Labarca. Es mirada en menos por su falta de estudios universitarios; por esto en palabras de Ladrón de Guevara (1999), Mistral expresa: “[los] latinoamericanos atribuyen al título un valor exage-

34

QUEZADA. Op. cit. p. 56.

35 Entrevista a Diva Leopold, Directora de la Biblioteca del Liceo Nº 7 Teresa Pratt y presidenta de la Fundación Gabriela Mistral. Realizada el 7 de diciembre de 2010 en la Biblioteca del Liceo. 36 LADRÓN DE GUEVARA, Matilde. Gabriela Mistral: Rebelde magnífica. Buenos Aires: Losada, 1962. p. 15.

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rado y cofunden estudios rasos con saber”37. La falta de estudios universitarios equivale para los detractores y detractoras de Gabriela a no poseer metodología ni esquema validado por el Estado y, por lo mismo, a no ser partícipe del proyecto ilustrado liberal. Como da cuenta Thayer (1996): La universidad nacional chilena no sólo no fue reflexivamente autónoma respecto de los intereses del Estado moderno; fue, en general, su cómplice. Lo fue, necesariamente cuando formó parte del proceso de creación del Estado moderno [...] La Universidad de Chile nunca pensó su fundamento. Ni siquiera en el momento fundacional con Andrés Bello [...] Si la universidad se instaló acá, ello no se debió a una decisión moderna reflexionante, sino a un interés inercial e instrumental; a unas urgencias de disponerse el Estado nacional chileno en la modernidad, en la reiteración “criolla” de la filosofía europea de la libertad y del progreso38. El Estado moderno chileno utiliza a la universidad para su proyecto liberal ilustrado, emancipador de la barbarie colonial. Los universitarios son los cruzados de esta batalla moderna, están modelados para ello, son los especialistas. Por lo mismo, personas como Gabriela Mistral, sin estudios universitarios, difícilmente serán consideradas y destacadas dentro de este proyecto nacional por más talentosas, inteligentes y cultas que sean, por más que admiren y promuevan esta misma cultura ilustrada y liberal. Personas como Gabriela Mistral al ser autodidactas son finalmente geniales, y es esta genialidad que desborda los modelos universitarios lo que en definitiva molesta al mismo sistema estatal-profesional y, por supuesto, a mujeres con estudios superiores como Amanda Labarca. Thayer agrega al respecto: “la avidez totalitaria por reunir todo bajo su estilo, según su teleología, “cueste lo que 37 LADRÓN DE GUEVARA, Matilde. Gabriela Mistral: Rebelde magnífica. Santiago: Emisión, 1999. p. 146 38 THAYER, Willy. La crisis no moderna de la universidad moderna. Santiago de Chile: Cuarto propio, 1996. p. 192.

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cueste”, erige a la universidad ilustrada contra lo no-universitario. La universidad ilustrada se yergue contra su genealogía, su genio productor. Inexacto y desmedido genio de actividades andariegas sobre las que se levanta la máquina universitaria de taxonomías morales de medición, metodologías de discernimiento y finalidad”39. Junto a esta genialidad desbordante, a los profesionales les molesta que personas sin estudios universitarios ocupen puestos de trabajo y ganen el sueldo que a ellos les correspondería, como pasa con Mistral. Este razonamiento encuentra su fundamento en el hecho de que los profesionales tempranamente van perdiendo el “espíritu universitario” que sus fundadores pretendían inculcar. Pues si bien, como da cuenta Thayer, desde su fundación la universidad chilena se erige como instrumento del Estado -y así Bello (1843) lo manifiesta: “la utilidad práctica, los resultados positivos, las mejoras sociales, es lo que principalmente espera de la Universidad el gobierno; es lo que principalmente debe recomendar sus trabajos a la patria”40 - en esta época, la falta de autonomía universitaria, por lo menos se pretende, está acompañada por valores humanistas. Por medio de estos valores se busca formar personas con criterio amplio y justo, responsables de su rol social como profesionales. Es decir, si bien en la época de Bello está presente la instrumentalización universitaria, aún se busca que ésta tenga sentido en cuanto a ser un servicio en bien del progreso del país por medio de la formación humanista:

39

Ibid. p. 159.

40 BELLO, Andrés. Discurso inaugural de Andrés Bello. Discurso pronunciado en la instalación de la Universidad de Chile el día 17 de septiembre de 1843. Universidad de Chile. [Consulta: 19, septiembre, 2011]. Disponible en:

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Paso, señores, a aquel departamento literario que posee de un modo peculiar y eminente la cualidad de pulir las costumbres [...] y concilia con los raptos audaces de la fantasía los derechos imprescriptibles de la razón; que, iniciando al mismo tiempo el alma en sus estudios severos, auxiliares necesarios de la bella literatura, y preparativos indispensables para todas las ciencias, para todas las carreras de la vida, forma la primera disciplina del ser intelectual y moral, expone las leyes eternas de la inteligencia a fin de dirigir y afirmar sus pasos, y desenvuelve los pliegues profundos del corazón, para preservarlo de extravíos funestos, para establecer sobre sólidas bases los derechos y deberes del hombre. Enumerar estos diferentes objetos es presentarlos, señores, según yo lo concibo, el programa de la Universidad en la sección de filosofía y humanidades41. Rápidamente, tal vez sin llevarlos nunca a cabo, la universidad va olvidando estos valores humanistas que otorgan sentido social al hecho de ser instrumento estatal. El capitalismo dependiente va asentándose con fuerza en países latinoamericanos como Chile y el profesional estudia entonces para progresar como individuo, no para el progreso de su patria. Estudia para ganar estatus, éxito, dinero. Se va gestando así lo que Vasconcelos (1923) llama “la aristocracia burguesa”, donde lejos del bienestar común, la clase media profesional pretende hegemonía mediante el acaparamiento personal42: Esto no quiere decir que las sociedades modernas hayan hecho mal destruyendo las viejas aristocracias feudales. Estas aristocracias, fundadas en injusticias y prejuicios, tenían que desaparecer. En lo que se ha hecho mal es en sustituirlas con las aristocracias contemporáneas del dinero, más ruinas aún que sus antecesoras e igualmente tiránicas [...] La aristocracia burguesa contemporánea se ha desarrollado hipócritamente al amparo de un vacío de los preceptos liberales; vacío que consistió en no 41

Loc. cit.

42 La siguiente cita pertenece a un libro que forma parte de la colección donada por Gabriela Mistral a la Biblioteca de Vicuña y está marcada con lápiz por la misma escritora.

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castigar como un delito el acaparamiento de fortunas, con menoscabo de las necesidades ajenas43.

1.4. Gabriela en México: bibliotecas populares como eje de la cultura agraria El 1922, a los treinta y dos años de edad, Gabriela Mistral se retira del Liceo nº 6 de Niñas de Santiago y se traslada a México. Sin duda, una de las razones de su partida es el cansancio ante las constantes críticas recibidas por sus pares debido a su falta de título profesional; sin embargo, es probable que su mayor motivo para emigrar haya sido su entusiasmo por participar en el proyecto de educación popular del recién citado José Vasconcelos. Vasconcelos, Ministro de Instrucción Primaria en el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924), es llamado popularmente “padre de la educación de México”. En su cargo, y junto a Mistral, estimula el desarrollo de escuelas y bibliotecas en zonas rurales, eminentemente indígenas en su país. Este proyecto pretende continuar el proceso de reforma agraria comenzado en México desde la Revolución de 1910. Antes de este suceso, el campo mexicano fue dominado por latifundistas que, lejos de buscar el desarrollo productivo de la zona invirtiendo en ella, vivían a costa de la explotación de sus trabajadores. Lucio Mendieta y Nuñez (1960) escribe al respecto: El latifundista mexicano generalmente no era hombre de campo sino de ciudad, tenía a orgullo poseer latifundios inmensos; pero no entendía de agricultura, era un rentista. Sus haciendas se hallaban administradas por mayordomos que no tenían en el rendimiento de las mismas un interés directo, y por ello, en lugar de hacerlas producir a toda su capacidad, se concentraban a emplear métodos rudimentarios de explotación que eran 43 VASCONCELOS, José. Estudios indostánicos. Madrid: Saturnino Calleja, 1923. p. 99.

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en México una bárbara herencia de la época colonial, y que consistían en aumentar los rendimientos no por la aplicación de métodos inteligentes en el trabajo, sino a costa de éste, reduciendo al mínimo el precio de los jornales. [...] El hacendado mexicano, lejos de procurar el aumento de la producción, se ingenió para reducir los gastos de explotación, y entonces se valió de la tienda de raya en donde el salario del jornalero era poco menos que ilusorio44. Esta despreocupación del hacendado mexicano por formar y educar técnicamente a sus trabajadores, desemboca en que el campesino en México se encuentra en una situación de postración luego de la Revolución, no está capacitado para producir sus tierras. Ante tales condiciones, el proyecto educacional de Vasconcelos pretende otorgar el conocimiento que el campesinado necesita para prosperar. La creación de escuelas y bibliotecas son fundamentales en este sentido. Estas instituciones no sólo otorgan saberes técnicos en el área agrícola, sino que permiten el desarrollo de una cultura campesina, trasmitiendo memoria y dando pie al desarrollo de nuevos pensamientos y relaciones socio-cognitivas que permiten lograr una autoconciencia de clase. En países como Chile, donde nunca se efectúa una revolución agraria como la de México, la situación del campo entrando al tercer decenio del siglo XX continúa siendo dominada por latifundistas que, de la misma línea que la del mexicano, explota a sus trabajadores con sueldos miserables y con jornadas de faena exhaustas. Esta situación conduce a que un gran número de campesinos chilenos emigre hacia otras zonas del país en busca de mejor trabajo en áreas como el comercio, la industria o la minería. Por lo mismo, Aguirre Cerda (1929) da cuenta de la importancia de salvaguardar las zonas agríco44 MENDIETA Y NUÑEZ, Lucio. Efectos sociales de la Reforma Agraria en tres comunidades ejidales de la República Mexicana México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1960. p. 27

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las. Esto, debido a que “la población agrícola continúa siendo para la humanidad la reserva [inagotable] de energía capaz de preservar a los pueblos”45. Aguirre Cerda propone proveer a las zonas rurales de servicios y recursos básicos que generen mayor bienestar a quienes viven allí, y así evitar el éxodo: “si intensificamos la educación agrícola, social y económica, y extendemos al campo los progresos de salubridad, habitación y sociabilidad que esparcimos con amplitud en el radio urbano, llevaremos a la vida campesina una civilización y bienestar que retendrá al agricultor en su medio” 46. Dentro de estos servicios que ha de proveerse en el agro están, en continuidad con el proyecto mexicano, las escuelas y las bibliotecas. Mientras las primeras aportan conocimientos técnicos sobre la producción de la tierra, las segundas complementan este saber con lecturas que otorgan una mirada amplia al campesinado ante la cuestión agraria. Destacando estas últimas, Aguirre Cerda escribe: “no basta la educación técnica; es necesario complementarla con la economía y lo social. La educación rural es un órgano de investigación en la fertilidad del suelo y la nutrición de plantas y animales; pero al mismo tiempo lo es en el campo económico y social”47. Y agrega a modo de proyección: “[las] bibliotecas […] son impulsad[a]s por los gobiernos con lujo de interés y considerables sacrificios económicos para elevar a su máximo la potencialidad de cultura, bienestar, provecho económico y agrado de la vida del campo”48.

45

AGUIRRE CERDA. Op. cit., p. 171.

46

Ibid., p.185.

47

Ibid., p. 333.

48

Ibid., p. 341-342.

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1.5. Tiempos errantes de Mistral: cargos internacionales y conflictos políticos Después de cuatro años trabajando junto a Vasconcelos, Gabriela Mistral deja México al imponerse el gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928). Comienza entonces su vivir errante de país en país y también su reconocimiento a nivel mundial. En 1926 es secretaria del Instituto de Cooperación Internacional de la Sociedad de las Naciones en Ginebra; en 1926, delegada chilena del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual; y en 1928 es designada por el Consejo de la Liga de las Naciones para ocupar un importante cargo en el Consejo Cinematográfico Educativo en Roma. En razón a este último cargo, Gabriela concibe al cine como un medio cultural poderoso que debiese ser potenciado por las políticas educacionales. Según Ladrón de Guevara (1962), Mistral comenta en este sentido: “considero que el cinematógrafo es un factor contribuyente a la extensión cultural de los pueblos y sus proyecciones tienen insospechado volumen […] Hay que seleccionar con máxima prudencia y elevado criterio a los hombres que manejan esta poderosa arma y que ellos, a su vez, con reconocida capacidad sepan elegir y realizar aquellos temas que son una legítima enseñanza para nuestro pueblo”49. La escritora de esta forma, lejos de tomar distancia con medios de masa como el cine, los reconoce como importantes colaboradores culturales. Su pensamiento contrasta con el de un importante grupo de intelectuales chilenos que ve en los medios de masa una amenaza para el desarrollo cultural del país. Subercaseaux (2000) escribe al respecto: [Este pensamiento reticente a los medios de masa] se refuerza, por una parte, vía una capa intelectual y política mesocrática, que rizca la nariz ante el desarrollo de la cultura de masas, y por otra, vía una capa de vocación latinoamericanista y revolucionaria, que si bien reconoce las nuevas 49

LADRÓN DE GUEVARA. Op. cit.,p. 11-12.

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realidades culturales (industria cultural, cultura de masas) las percibe de preferencia como instancia de manipulación y dependencia y carece por lo tanto frente a ellas de propuestas de refuncionalización. Ambas capas coinciden, por ende, en concebir a la masificación cultural como un signo de degradación y a la calidad artística y el éxito de ventas como valores casi incompatibles50. Este distanciamiento y cuasi odiosidad hacia los medios de masa por parte de grupos chilenos influyentes, lleva a la desligación del libro de la industria cultural que se va gestando en Chile. El libro es considerado como un objeto puro que no debe rebajarse a la masificación en serie. De hecho, el libro es considerado un objeto de lujo y la clase media lo utiliza para ganar estatus: “históricamente, entre 1920 y 1950, cuando estos sectores vivían todavía en las proximidades de la Alameda, en Recoleta, en Nuñoa o en La Cisterna, predominaba el primero de estos ámbitos. Los libros estaban presentes en el estante de todo living-comedor que se preciara. Después de 1950, cuando comienzan a trasladarse a Las Condes, Vitacura y La Florida, el lugar del libro lo ocupará el auto”51. Los libros, al ser objeto de lujo, son caros. Lejos entonces de su alcance, la clase popular sólo tiene acceso a los textos escolares entregados por el gobierno desde fines del siglo XIX. El Estado, así, es quien dictamina qué deben y qué no deben leer las personas sin recursos para comprar libros a su elección. Hacia 1930, en el primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), es suspendida la pensión por jubilación a Gabriela Mistral. Ibañez la castiga debido a su abierta postura en contra del régimen dictatorial que él impone. En palabras de Jaime Quezada, Mistral comenta al senador radical Ezequiel González Madariaga: “se trataba de una dictadura y quise quedar limpia. Esta rehúsa me costó cinco años de jubilación 50

SUBERCASEAUX, Op. cit., p.139.

51

Ibid., p. 118.

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suspendida por orden del Dictador. Y Ud. sabe que detesto las dictaduras”52. La postura política de Mistral hace que ella también tenga problemas con el gobierno de Benito Mussolini (1922-1943) cuando en 1932 es nombrada por el presidente Juan Esteban Montero (1931-1932) como Cónsul Particular de Libre Elección. Si bien de inmediato fue destinada a Nápoles para cumplir su cargo, no lleva a cabo sus funciones sino años más tarde, cuando el régimen de Mussolini se encuentra en deceso. Teitelboim (1996) escribe sobre los motivos de este retraso: “será cónsul en ciudades de Italia, después de vencer el rechazo inicial del régimen de Mussolini que, informado de sus antipatías respecto al fascismo, no da el beneplácito a su designación como cónsul en Nápoles, pretextando su condición de mujer”53. Este antifascismo mistraliano, molesto para dictaduras como la de Ibañez y Mussolini, tiene directa relación y coherencia con el pensamiento demócrata-republicano-liberal por el cual Mistral se inclina abiertamente. El autoritarismo militar, junto a su política censuradora, están lejos de responder al pensamiento ilustrados al que ella adhiere. Mientras las dictaduras pretenden el progreso mediante la anulación de las divergencias vía violencia y armas, los regímenes demócratas-repúblicanos a los cuales Gabriela apoya -como el de José Manuel Balmaceda (1886-1891) y Pedro Aguirre Cerda (19381942)- lejos de imponer sus pareceres, pretenden el progreso en educación y justicia mediante el consenso de diversos actores en estas materias. En 1945, mientras se encuentra en Petrópolis (Brasil), Gabriela Mistral recibe la noticia sobre su Nóbel. Seis años después recibe el Premio Nacional. Este retardado reconocimiento por 52

QUEZADA, Op. cit., p. 135.

53 TEITELBOIM, Volodia. Gabriela Mistral Pública y secreta: Truenos y silencios en la vida del primer Nóbel latinoamericano. Santiago de Chile: Sudamericana, 1996. p. 190.

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parte de su patria, hace manifiesto la poca consideración que la elite ilustrada chilena mantuvo hacia Gabriela Mistral, incluso, conociendo el importante curriculum que manejaba y las obras poéticas que publicaba, facetas por las cuales recibe honores oficiales en la mayoría de las ciudades que visita o reside fuera de Chile. Su falta de estudios, sumado a su hablar directo con respecto a la clase política chilena, fue casi imperdonable para las capas influyentes de su país. Sólo gracias al esfuerzo de sus pocos amigos pertenecientes al medio literario chileno, como el de Pablo Neruda y Hernán Díaz Arrieta (Alone), pero por sobre todo, el de Matilde Ladrón de Guevara, ella llega a ser reconocida finalmente en Chile. Por lo mismo, Ladrón de Guevara (1962) pregunta: “si yo no la hubiera resucitado a fuerza de cariño y de artimañas, ¿habría llegado a obtener el Premio Nacional, por iniciativa de otros?”54. En 1957 Gabriela Mistral muere en Nueva York. Sus restos fueron recibidos con grandes honores por Carlos Ibañez del Campo y sus hombres. Matilde comenta al respecto: “frente a sus restos algunos oficiales hablaban cosas banales. Ella que fue antimilitarista, después de muerta recibió el título de General. ¿Ironía o burla?”55. A su vez, Ladrón de Guevara expone un poema de Neruda, llamado “A Gabriela Mistral”, donde también se alude a lo patético de sus funerales: Pobres poetas a quienes la vida y muerte persiguieron con la misma tenacidad sombría y luego son cubiertos por impasible pompa entregados al rito y al diente funerario. Ellos –oscuros como piedrecitas- ahora detrás de los caballos arrogantes, tendidos van, gobernados al fin por los instrusos, 54

LADRÓN DE GUEVARA, Op. cit., p. 51

55

Ibid. p. 174.

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entre los endecanes, a dormir sin silencio. Antes y ya seguros de que está muerto el muerto hacen de las exequias un festín miserable con pavos, puercos y otros oradores. Asecharon su muerte y entonces la ofendieron: sólo porque su boca está cerrada y ya no puede contestar su canto.56 Tres años después de su muerte y concediendo así su deseo en vida, el cuerpo de Gabriela Mistral es conducido a su natal Montegrande. Vuelve entonces a su Valle, al que ama y por el que sufre, base de su pensamiento rural y también ilustrado.

1.6. Epílogo del capítulo Si bien la formación, o más bien dicho, autoformación de Gabriela Mistral es fuertemente ilustrada y liberal, el ser oriunda de una zona rural, aislada de privilegios capitalinos, siembra en ella una conciencia por lo popular y marginal que se apropia de su ser ilustrado y conduce sus posturas ideológicas a lo largo de su vida. Por una parte, la acerca a intelectuales como Domingo Sarmiento, Pedro Aguirre Cerda y José Vasconcelos quienes se inclinan por la extensión de los espacios y recursos culturales, como libros y bibliotecas, hacia lugares desprovistos de ellos. En contrapartida, la aleja de la clase media profesional, dentro de la que se encuentra las feministas, por su reduccionista dirección burguesa y exitista, sorda a la responsabilidad social que cargan ante la clase que la sostiene. Por otra parte, la vincula con los medios de masas como el cine debido a su fuerte adhesión e influencia sobre la cultura popular. Y por último, la hace proclamar abiertamente su antifascismo y antimilitarismo, pues no comparte ideologías autoritarias y censuradoras que restrinjan el desarrollo cultural de los pueblos. 56 Loc.cit.

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Foto Nº 6: Tumba de Gabriela Mistral Fotog.: Romero, C., 2010

Seguramente este pensamiento popular-ilustrado de Mistral posibilita que ella se destaque de la capa intelectual latinoamericana y que sea reconocida internacionalmente. Su distinción radicaría entonces en que ella, lejos de repetir o acoplarse a ideas ajenas, se apropia de ellas, hace suyo lo que vive, escucha, escribe o lee, vinculándolo con su experiencia más originaria.

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1. El libro desde Gabriela Mistral: medio fundamental de desarrollo cultural

*

Libros callados de la estantería, vivos en su silencio, ardientes en su calma; libros, los que consuelan, terciopelo del alma, y que siendo tan tristes nos lucen la alegría. Gabriela Mistral (2007)

El concepto de cultura es primordial dentro del pensamiento de Gabriela Mistral, es el objetivo hacia donde se dirigen las ideas plasmadas en su prosa. El libro, por su parte, es uno de los instrumentos inequívocos para lograr este propósito, y es el medio al cual Mistral apuesta para conseguir un crecer cultural de su pueblo latinoamericano. Debido a esto, las políticas educativas de esta región debiesen tener como prioridad el fomento a la lectura del libro, y para ello Gabriela propone el acceso a libros acordes, tanto con los intereses del lector como con los recursos económicos del mismo.

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2.1. La cultura latinoamericana desde la perspectiva mistraliana: estrecha interrelación con el libro Como Mistral (2005) da cuenta en su escrito “El patriotismo de nuestra hora”, cultura es mezclar, transformar57, es una acción viva y cambiante que involucra la participación permanente de quienes la conforman y que, al mismo tiempo, permite hacer historia a un pueblo. Así, dentro de la concepción mistraliana, cultura es la conciencia ante una historia pasada, presente y por venir; es por lo mismo el alimento fundamental, el motor de reflexión, acción y creación de quienes conforman una raza. Conciencia popular que es posible, particularmente en Latinoamérica, gracias al libro. Así Mistral (1999) lo manifiesta en su escrito de 1944, “La amistad interamericana por el libro”: Decía, pues que la gente del Sur, esta más mixturada que un licor raro, podemos ser sondeados y averiguados en estos libros. Yo digo con alguna tristeza que hemos escrito más de lo que hemos construido y hemos explorado; yo veo con inquietud el desnivel que tenemos entre arquitectura y letras y entre ciencias y artes. Es que el alma, sus maniobras y su misterio nos han importado empecinadamente. Y yo no digo que nos han atraído de más porque nunca el alma se la sirve de más y nunca se trabaja sobre ella en vano. Por esto les aseguro que gran parte del enigma sudamericano viene aquí, en estos paquetes de impresos58. Debido a esta reciprocidad entre cultura y libro, es que Gabriela responsabiliza la falta de pasión y la indiferencia del pueblo latinoamericano ante su propio devenir a la ausencia 57 MISTRAL, Gabriela. El patriotismo de nuestra hora. En: Pérez, Floridor, coord. Gabriela Mistral esencial. Santiago de Chile: Aguilar Chilena de Ediciones, 2005. p. 124. 58 MISTRAL, Gabriela. La amistad interamericana por el libro. En: Vargas Saavedra, Luis, coord. Recados para hoy y mañana. Santiago de Chile: Sudamericana, 1999. v.1. p. 201-202.

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de costumbre y gusto por leer. Así es como en una clase impartida en 1931 en la Universidad de Puerto Rico, llamada “Libros que hay que leer y libros que hay que escribir”, Mistral (1999) plantea: “falta a los alumnos la pasión de las ideas […] Les recomiendo, pues, a ustedes, leer”59. Más adelante continúa: “echo la responsabilidad del lenguaje desganado, desmadejado y desabrido del que ustedes y del que yo me he quejado en mis clases, a la falta de pasión, a una miseria temperamental. Remedios a este mal que es más grave de los que parece: la lectura”60. La crítica profunda que realiza a estos jóvenes puertorriqueños es su falta de cultura-lectura, y con esto, su falta de autoconciencia sobre su acaecer histórico. Cuestión que dentro del pensamiento mistraliano es un hecho dramático, pues denigra al ser humano y lo vuelve un simple sobreviviente. En este mismo sentido Mistral (2005) afirma: “hasta ahora [la cultura] no ha sido una obligación común: poseerla parece dichosa excepción, y ha de constituir un simple deber hacia la época. Forma parte de la dignidad humana; ésta es la verdad”61.

2.2 El libro como vivencia básica para Gabriela Mistral: acceso a nivel regional y sin censura La negación cultural a la que la escritora alude, radica para ella sobre todo en provincia, en las zonas rurales, no capitales. Naciendo y viviendo su infancia y parte de su juventud en la aislada zona del Valle del Elqui, la pequeña y joven Lucila experimenta y sufre con mayor profundidad lo que considera como ausencia de cultura y que, correspondiendo con lo dicho, se debe en un grado importante a la falta de materiales de 59

Ibid. p.52.

60

Ibid. p.55-56.

61

MISTRAL, Gabriela. El patriotismo de nuestra hora. Op. cit. p. 124.

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lectura. En su discurso de 1949 al inaugurar una biblioteca popular en Veracruz, llamado “¿Qué es una biblioteca?”, Mistral (1965) comenta al respecto: “en las quijadas de la cordillera el único libro era el arrugado y vertical de trescientas y tantas montañas, abuelas ceñudas y que daban consejas trágicas”62. Más tarde, en una carta de 1927 a su amigo Alone, Mistral (1999) alude a lo mismo: “donde sí cabe ventaja para el metropolitano es en la nutrición cultural. No basta compensarse con montañas la carencia de bibliotecas, porque llega un día que los sesos quieren algo más que lajas y constelaciones”63. Esta falta de bibliotecas en su provincia, Gabriela la compensa visitando amigos poseedores de libros. En la misma carta a Alone, expresa: Nuestra provincia en aquellos años de mi adolescencia era pobre, pobrísima, en libros; digo en libros públicos, de préstamo. Cuando tuve la suerte de que el ala generosa de don Bernardo Ossandon64 me fiase su biblioteca, supe que me daba entrada a la caverna de Alí-Babá, donde todo era tesoro para mí [...] Viniendo de San Juan, los traperos hacían un alto en la mesa de mi madre. Comían de nuestra uva y de nuestros higos, luego bebían como si banquetearan en el Club Social de Coquimbo. Urgida de la misma hambre y sed leía yo en esa biblioteca; con lo cual confieso que era una tragona estupenda [...] Del vagabundaje mío ha salido el poder hacerme lo que se llama el paladar del intelecto [...] Cuando las gentes que saben y pueden – pueden porque saben – atiendan esas hambres y sedes de las criaturas que en la miseria de las provincias andan mendigando libros, limosneando cultura, pedigueñando espíritu, entonces amigo Alone, comenzará la civilización de nuestros arrabales [...] Santiago se lo acapara todo65. 62 MISTRAL, Gabriela. ¿Qué es una biblioteca? En: Pereira Rodríguez, José, coord. Páginas en prosa. Buenos Aires: Kapelusz. 1965. p. 67. 63 MISTRAL, Gabriela. Carta a Hernán Díaz Arrieta, “Alone”. En: Vargas Saavedra, coord. Recados para hoy y mañana. Santiago de Chile: Sudamericana, 1999. v.1, p.20. 64

Director del diario El Coquimbo, donde escribía Mistral.

65

Ibid. v.1, p. 21.

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Por medio de estas visitas a amigos, como al mencionado Bernardo Ossandon, la escritora tiene acceso a variados libros que amplían su visión de mundo. Sin embargo, es precisamente esta grandeza de pensamiento la que la lleva a vivenciar una situación dolorosa e indigna, que a ella le afecta en demasía y que evidencia la falta de cultura ilustrada en la que estaba imbuida. En Quezada (2009), Mistral comenta el suceso a su amigo Pedro Aguirre Cerda vía carta de 1929: “mis estudios de la Normal de La Serena me los desbarató una intriga silenciosa –con la que se buscó eliminarme– por habérseme visto leyendo y haciendo leer algunas obras científicas que me facilitaba un estudioso de mi pueblo: don Bernardo Ossandón. […] Hace muy poco la ex directora de la escuela, hoy mi amiga, me contó que el profesor de religión del establecimiento fue quien pidió se me eliminara como peligrosa”66. Y agrega: “para mi tierra, la Colonia no pasa todavía”67. Así como es aborrecible la falta de libros en una comunidad, dentro del pensamiento mistraliano ilustrado también es repugnante la censura de lecturas, sobre todo, si conlleva un sesgo moralizante, como le ocurrió en La Normal. De hecho, en su escrito de 1922 “La reforma educacional de México”, Mistral (1979) expresa en pocas palabras su confianza y apertura a toda lectura, aún la considerada “peligrosa” por la intensidad de sus ideas: “mejor será que la doctrina le llegue al obrero por el libro que por el leader, aún por el libro extremista, que tiene en el mismo anaquel su réplica”68. Frase que se puede sumar a la expuesta por Mistral (19--) en su discurso para el Congreso Interamericano de Bibliotecarios: “con el libro beligerante no hay más salvación que la beli66

QUEZADA. Op. cit. p. 66.

67

Idem., 67.

68 MISTRAL, Gabriela. La reforma educacional de México. En: Scarpa, Roque Esteban, coord. Magisterio y niño. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1979. p.145.

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gerancia de otro libro”69. Así también, en su escrito de 1928 “Libros escolares complementarios”, Mistral (1979) rehúsa la censura literaria, mas ahora por abolir el erotismo: “cuando oigo hablar de los peligros de la lectura novelesca en las jóvenes, pienso en los peligros de la imaginación sin aliento […] la mente suele hallar en la novela lo sensual; pero en la vida tan desnuda de este tiempo, encuentra lo obsceno con mucha más seguridad”70. Gabriela Mistral, continuando con Sarmiento, otorga así valor a la experiencia que proporciona el libro, desde el conservador al libertario; aprecia la vivencia básica o primaria con el texto, además de la atracción y goce que puede producir este contacto. Exalta el permiso que otorga la lectura en cuanto a imaginar, crear, pensar u opinar según el parecer personal, en cuanto a impulsar el autodidactismo, como ocurrió en su caso. En su escrito de 1944 denominado “sobre el autodidactismo”, Mistral (1999) manifiesta las ventajas que otorga el estudio solitario del autodidacta ante el libro: [El lector] acaba por encontrar en ellos [los libros] no sólo el encanto del acento, sino también los gestos del autor ausente; oye las subidas y los quiebres de la voz, siente la virilidad de la frase; ve los ojos maravillados del contador, le distingue la cólera, y también el desgano lo tiene bajo la mirada: le goza todo, no le pierde gesto. Porque el autodidacta es además el discípulo por excelencia, el más devoto que cabe. Atento lo ha hecho la misma condición de su método heroico; él sabe que no puede desperdiciar un dato ni un matiz sin perder muchísimo71. 69 MISTRAL, Gabriela. Sobre un Congreso Interamericano de Bibliotecarios. Archivo del Escritor. p. 2. [Consulta: 20, febrero, 2011]. Disponible en: 70 MISTRAL, Gabriela. Libros escolares complementarios. En: Scarpa, Roque Esteban, coord. Magisterio y niño. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1979. p. 115. 71 MISTRAL, Gabriela. Sobre el autodidactismo. En: Vargas Saavedra, Luis, coord. Recados para hoy y mañana. Santiago de Chile: Sudamericana, 1999. v.2, p. 144.

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2.3. El libro como goce hacia el conocimiento desde Mistral: inclusión de su lectura en el sistema educacional La escritora ratifica al libro como instrumento potente para desarrollar conocimiento y reflexión, para forjar cultura. Por lo mismo, el libro debería ser el elemento fundamental dentro de la escuela, pues por medio de éste se revitalizaría el interés del estudiante por el conocimiento. Así lo expresa Mistral (1979) en su escrito de 1928 “Divulgación de principios de las escuelas nuevas” dentro del apartado “La escuela y el hábito de leer”: “la escuela debería preocuparse de dar el santo apetito de la cultura [la lectura del libro]; pretender dar una cultura es vanidad. Si dejase las facultades frescas y si hincase en el niño la curiosidad del mundo, le serían perdonados los huecos, a veces abismales, que olvida. Pero la escuela, la de hoy, entrega almas sin frescura, agobiadas por un cansancio inútil”72. Y continúa refiriéndose a esta institución, que bajo su visión reseca el disfrute por el saber debido a no fomentar la lectura, y así, no lograr que el estudiante se contacte directa, libre y gozosamente con el conocimiento: “quiere anticipar en el niño el interés intelectual, dándole ideas, antes que sensaciones y sentimientos. Le hace en la gramática, el hastío de la lengua; en la geografía, le diseca la Tierra; en las ciencias naturales, clasifica antes de entregar la alegría de lo vivo; en historia, en vez de cultivar la crítica, forma dogmas históricos”73. La lectura, como actividad de goce en cuanto medio de contacto espontáneo y abierto hacia las distintas materias, sería la respuesta mistraliana sobre cómo disminuir y acabar con la taciturnidad escolar, con la falta de cultura por desinterés 72 MISTRAL, Gabriela. Divulgación de principios de las escuelas nuevas. En: Scarpa, Roque Esteban, coord. Magisterio y niño. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1979. p. 172. 73

Loc. cit.

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al conocimiento y a las ideas. Esto, sobre todo, en la escuela rural latinoamericana, sector más abandonado culturalmente dentro de América Latina. En su recado de 1938, “El problema de la educación rural”, Mistral (1999) patenta esta situación: “el primero de los puntos trágicos de la escuela sudamericana es el campo”74. Así, debido a su experiencia y reflexiones sobre el tema, Gabriela Mistral apuesta por una política regional sobre el libro y la lectura. Es tal su convencimiento de que el libro es una pieza primordial en la educación, y así, en la formación cultural, que en su escrito de 1947 “Biblioteca y escuela”, Mistral (1979) llega a situar el fomento de este medio por sobre la labor del profesor: “un apostolado del libro popular es cosa que pudiera incitar, pues resulta bastante más intenso y fértil que el oficio pedagógico. Explicar libros convidando a leer me pareció siempre una fiesta, y en mí fue hasta una euforia”75. Es por esta misma convicción que en sus experiencias pedagógicas, ya sean en Chile como en México, ella se preocupa de instaurar una cultura del libro. Así es como siendo directora del Liceo nº 6 de Santiago instaura, entre otras actividades, el día del libro, la hora semanal de lectura y la lectura de fragmentos de libros en clases76. En su carta dirigida a las alumnas de quinto año de ese mismo Liceo, Mistral (1921) les recomienda al respecto: “mantengan aquella hermosa hora semanal de lectura. En ella yo sentía las almas de ustedes tan próximas, tan mías como la madre siente la cabeza de su hijo. La lectura une más que los juegos, más que la conversación 74 MISTRAL, Gabriela. El problema de la educación rural. En: Vargas Saavedra, Luis, coord. Recados para hoy y mañana. Santiago de Chile: Sudamericana, 1999. v.2, p. 98. 75 MISTRAL, Gabriela. Biblioteca y escuela. En: Scarpa, Roque Esteban, coord. Magisterio y niño. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1979. p. 86. 76

Op. cit. Entrevista a Diva Leopold.

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mundana”77. A su vez, en México junto a Palma Guillén, Gabriela realiza lecturas populares mediante las cuales pretende transmitir el goce por el saber dentro de un ambiente de fiesta. Mistral (1999) comenta al respecto en su escrito de 1933 “Lectura campesina”: Palma Guillen y yo ensayábamos en aquella aldea [Zacapoaxtla] la lectura colectiva, la lectura como fiesta semanal en lugares abiertos o cerrados, según el tiempo y la lectura comentada por el maestro y comentada por el pueblo [...] Los maestros de la sierra acudían con sacrificio a esas lecturas que solían ser nocturnas; la mayoría de la asistencia era masa rural. Se ha perdido –o no existió nunca- el concepto de lectura como una fiesta, semejante a la del teatro y a las fiestas religiosas78. Esta preocupación particular por el fomento de la lectura como goce hacia el conocimiento, como fiesta, conduce a que Gabriela Mistral critique el pobre lenguaje de los textos o manuales escolares. Advierte su falta de belleza, la que lejos de atraer, de apasionar o emocionar, aleja al estudiante de los temas que trata pues muestra las materias de una forma aburrida, sólo mediante datos, re-sistematizadas, resumidas, sin ahondar en lo sabroso, en lo particular, en la contextualización de sus contenidos. En la introducción de 1923 de su Lectura para mujeres, Mistral (2005) escribe al respecto: “pienso que revela desprecio hacia los jóvenes, la calidad inferior en la lectura que suele ofrecérseles. Se estima que basta con darles doctrina, aunque éste lleve un ropaje tan lamentable que les cree el desamor”79. Por lo dicho, Mistral (1972) rehúsa de la en77 MISTRAL, Gabriela. Carta original a las alumnas de quinto año, 1921. Museo de Gabriela Mistral, Liceo nº 7 Teresa Pratt (ex Liceo nº 6 de Santiago). 78 MISTRAL. Gabriela. Lectura campesina. En: Vargas Saavedra, Luis, coord. Recados para hoy y mañana. Santiago de Chile: Sudamericana, 1999. v.2, p. 94-95. 79 MISTRAL, Gabriela. Introducción de Lectura para Mujeres. En: Pérez, Floridor, coord. Gabriela Mistral: 50 prosas en El Mercurio. Aguilar Chilena de Ediciones, 2005. p.57.

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señanza enfocada en el texto escolar e invita a la utilización de libros que enriquezcan y den vida y pasión al conocimiento: Muchas veces hablaba yo al otro que ya no tengo, de los libros complementarios. [...] En éstos alimenté yo toda la juventud: de ello saqué lo que los libros de texto no me supieron dar: la pasión de la tierra, el entusiasmo [...] de la química; el fervor que me ha calentado toda la juventud, de las vidas heroicas; la fiesta de la geografía en que, sin saberlo, me preparaba al erratismo. Se siente en los maestros nuevos una acción violenta contra el libro texto, por amojamado y antidinámico. El niño lo lee con fastidio, dice: escrito en definiciones y fórmulas, casi en la segmentación del código: no le punza la imaginación, no le da impulso de búsqueda ni le ofrece goce [...] El libro de texto [...] cumple su oficio de proporcionador de síntesis, de ordenador de los conocimientos80. Dentro de la noción de lenguaje bello que Mistral demanda para la lectura escolar, se encuentra la utilización de conceptos y sintaxis acordes al horizonte de expectativas del lector. Critica así el lenguaje demasiado elevado y serio de muchos textos escolares, no representante de la realidad lingüística y conceptual del niño, joven o adulto según corresponda. El lector primerizo, sea de la edad que sea, espera contenidos dentro de una metodología entretenida, cercana, dinámica, en cambio se le entrega información embasada en un lenguaje docto, lejano y taciturno. Mistral (2005) da cuenta al respecto: “domina todavía en algunos textos escolares el criterio de tratar los asuntos geográficos, históricos o de ciencias naturales en erudito; se entresaca este material de los manuales de esa índole. Me parece una invasión que hace el lenguaje en otras asignaturas y un utilitarismo que deforma el manual de lengua materna”81. Por lo mismo, alaba el libro de Benjamín Subercaseaux Chile o una loca geografía; en su prólogo, Mis80

MISTRAL, Gabriela. Libros escolares complementarios. Op. cit. p. 112.

81

MISTRAL, Gabriela. Introducción a Lectura para Mujeres. Op. cit. p.57.

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tral (1941) expresa: “los profesores sudamericanos que deben enseñar a los niños a ver y sentir el cuerpo patrio, cuando escriben manuales piensan tanto en su aprobación por el Ilustre Consejo, que no hay modo de que se atrevan como usted a escribir metafóricamente y a entregar un país que aparezca tan vivo como un hermoso animal; el que usted atrapó en su ojos alienta y quema de vivo”82. La correspondencia señalada entre el lenguaje de las lecturas escolares y las expectativas del lector al cual van dirigidas, sumada a la importancia otorgada a la lectura gozosa que abre la imaginación, conduce a la insistencia mistraliana por la utilización tanto de imágenes como de poesías y narraciones populares. Referente a la imagen, Gabriela rescata el poder que posee todo tipo de ilustraciones para atraer instintivamente, por medio de la vista, al lector no avezado. En su “Imagen y palabra en la educación”, escrito originalmente en 1946, Mistral (1979) comenta: “desde siempre consideré a la Imagen como una especie de superpalabra, que evita todo error y que convence mucho más que la mera palabra escrita o hablada”83. Seguramente influenciada por la atracción popular que desprenden las imágenes del cine, la escritora promueve el libro ilustrado. Para ella, este tipo de libro es un primer paso fundamental hacia el libro tradicional, es el punto de partida para tomar el gusto por la lectura y luego zambullirse en obras más complejas: “un buen observador de las mesas lectoras se ha dado cuenta de la preferencia que el pueblo da al libro ilustrado [...] Yo he visto cómo en el campesino el amor del leer comienza con la ingenua hojita local, pasa después al se82 MISTRAL, Gabriela. Prólogo: Contadores de patrias. En: Subercaseaux, Benjamín. Chile o una loca geografía. Santiago de Chile: Universitaria, 1973. p. 9. 83 MISTRAL, Gabriela. Imagen y palabra en la educación. En: Scarpa, Roque Esteban, coord. Magisterio y niño. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1979. p. 204.

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manario de láminas abundantes y se hinca al fin en el libro”84. Desde esta experiencia, Mistral (1945) señalará más tarde en “El libro de oro de los niños”: “pretendo que el dibujo, y la pintura con más razón, son elementos mucho más preciosos que la literatura en lo que toca a los niños [...] Es cosa muy importante la mente de las criaturas, en cuanto a las formas que se la puebla [...] Haga su camino el libro de las bellas imágenes que no tuve la buena fortuna de poseer a los siete años, edad, de puro decisiva, sobrenatural”85. En cuanto a las poesías y narraciones populares, la escritora destaca su lenguaje nacido de lo cotidiano, entendible, atrayente y representantivo para el pueblo, para el niño o lector primerizo. En su “Poesía infantil y folklore”, original de 1935, Mistral (1979) escribe: “la poesía popular es de expresión directa, se enfrenta con su tema o cae senilmente sobre él. El pueblo alba o burla en derechura y no conoce el soslayo de la actitud ni el rodeo de la frase. Al niño le gusta hacer lo mismo con lo que trata [...] es quien mejor huele lo mortecino y tira lo empalado y se fastidia con lo vivo a medias”86. Mistral propone la lectura de escritos populares en todo tipo de materias, es decir, llenar de vida todo el conocimiento, desde el arte hasta las ciencias duras pasando por la historia y geografía. De hecho, según Pedro Pablo Zegers87, muchos de los poemas que ella compone tienen la finalidad de ser apoyo en aula, llevando a la práctica este parecer; es el caso, entre otros más, de su “Poema de Chile”, de “Todas íbamos a ser reinas”, de “Niño mexicano”, de “Botoncito”, de “La Tierra” y de “Los 84

Ibid. p. 146.

85 MISTRAL, Gabriela. El libro de oro de los niños. Archivo del escritor. [Consulta: 20, febrero, 2011]. Disponible en: 86 MISTRAL, Gabriela. Poesía infantil y folklore. En: Scarpa, Roque Esteban, coord. Magisterio y niño. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1979. p. 278. 87

Op. Cit. Entrevista a Pedro Pablo Zagers.

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que no danzan”. Al igual que la imagen, los escritos populares conducen hacia libros más complejos que comprendan variados temas; son así una puerta de fomento a la lectura: “yo me sé de años que se puede pasar con harta naturalidad del folklore a la lengua arcaica, de ahí a los clásicos nacionales y de éstos a los latinos, y sé que la vía que repugna más al niño es la otra, la de su primera comida desecada de las literaturas de transición”88. Mediante la belleza, la imagen y el lenguaje popular como mecanismo de atracción hacia el libro, Gabriela Mistral apuesta al fomento de la lectura del estudiante desde lo emocional y personal. Pretende con ello una educación liberal y democrática por la cual las personas puedan desarrollar su propia cultura desde su experiencia y particularidad, respetando sus tiempos e imaginarios.

2.4. El libro como producto económico en el pensamiento mistraliano: control estatal de su industria y comercialización Con todo, Gabriela hace ver un asunto grave y básico ha resolver para que este fomento lector planteado sea una realidad y en la práctica hayan más lectores: el alto costo del libro. En palabras de Ladrón de Guevara (1999), Gabriela comenta: “me duele como una herida el precio de los libros”89. Mistral (19--) profundiza al respecto: Quiero indicar el punto más enfermo que veo actualmente en la vida del libro. Él ha encarecido sobre todos los meridianos y de un alza escandalosa que va mucho más lejos que el resto de los “alimentos terrestres”. 88

MISTRAL, Gabriela. Poesía infantil y folklore. Op. cit. p. 284.

89 LADRÓN DE GUEVARA. Gabriela Mistral: Rebelde magnífica. Santiago de Chile: Emisión, 1999. p. 161

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Los escritores siguen viviendo tan pobres como antes, en tanto que su producto ha triplicado el precio, volviéndose lo que ellos jamás desearon: lujo, materia preciosa, privilegio. Y como el libro nunca fue para el hombre común artículo equiparable a la mesa y al vestuario, en esta carestía desaforada, el libro irá retrocediendo, será una “piel de zapa” que se encoge sin más causa que la explotación de impresores y especialmente de libreros [...] En apogeo del populismo, de la democracia, absurdamente el libro escasea90. De esta forma, la escritora da cuenta que sin una voluntad política que se involucre activamente con la industria y el comercio del libro, difícilmente las mejoras en materia cultural serán efectivas. Critica así la mercantilización de la sociedad, donde todo pasa a ser materia de lucro, hasta lo que es básico y propio de las personas: su cultura. En una época donde las tecnologías se desarrollan y dice ser democrática, donde debiese estar las energías enfocadas para abastecer de recursos intelectuales y materiales a todo el pueblo, existe una injusticia palpable en cuanto a la acumulación de riquezas por parte de la burguesía que coarta estas acciones. En su escrito de 1941, “Pueblo soberano inculto”, Mistral (1999) escribe en referencia al sistema político-económico: “las democracias nuestras y también varias europeas, son una especie de gran empresa y gran negocio lanzados por la clase media en provecho inmediato o en largo usufructo de ella misma, son unas democracias enderezadas por sus líderes que salen de la pequeña burguesía o que se vuelven en seguida clase media hacia un abastecimiento material y un aupamiento intelectual de su parroquia”91.

90 MISTRAL, Gabriela. Sobre un Congreso Interamericano de Bibliotecarios. Op.cit. p. 3. 91 MISTRAL, Gabriela. Pueblo soberano inculto. En: Vargas Saavedra, Luis, coord. Recados para hoy y mañana. Santiago de Chile: Sudamericana, 1999. v.2, p. 105.

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Excepción a este sistema político-económico que sufre no sólo Latinoamérica sino la mayor parte del mundo, es el que vive México con Álvaro Obregón y su Ministro de Educación, José Vasconcelos. Gabriela, trabajando con este último en el programa de educación pública, ensalza el acceso fácil y gratuito del pueblo mexicano hacia los libros, en contra-corriente a cualquier régimen burgués donde este recurso es privilegio de quienes puedan pagar por él. Mistral (1979) comenta sobre México: “salían del Ministerio de Educación diariamente camiones cargados de herramientas y libros [...] No he visto nunca el libro regalado al pueblo con esa generosidad de maná que llueve sobre todos sin paga y sin humillación”92. Y agrega: “cada soldado, obrero, campesino y niño lee en México sin que la lectura dependa de su fortuna […] el niño americano adquiriendo, como el europeo, el hábito de leer todos los días que forma parte de la dignidad del hombre”93. Mediante su participación en la reforma mexicana, Gabriela Mistral hace carne lo que en su obra defiende en cuanto al acceso popular al libro. Práctica que también realiza con su propia colección, regalando todos sus libros a lo largo de su vida y, a través de Doris Atkinson94, luego de morir.

2.5. Epílogo del capítulo Gabriela Mistral propone al libro como medio fundamental para el desarrollo cultural en Latinoamérica. Para la escritora, a través de la lectura del libro, no sólo se conoce y se reviven memorias e identidades vinculadas con la comunidad, sino que se generan ideas, sensaciones, acciones u opiniones que forman cultura desde la experiencia personal y autodidacta 92

MISTRAL, Gabriela. Lectura Campesina. Op. cit. p. 93-94.

93

MISTRAL, Gabriela. La reforma educacional de México. Op. cit. p. 144.

94

Sobrina y albacea de Doris Dana.

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con lo que se lee. Proyectando su experiencia de apropiación sobre el pensamiento ilustrado, Gabriela busca que la cultura en Latinoamérica se desarrolle desde la vivencia directa y originaria con el contenido del libro para así impulsar pensamientos y sensaciones que están conectados con las realidades de cada persona. Desde la mirada mistraliana que considera a la cultura como mezcla y transformación del devenir, el libro pasa a formar parte del acontecer histórico, cambia y es cambiado en cada una de sus lecturas; y la palabra, un signo abierto, que cobra significado según cómo cada lector la aborda. Así, desde la mirada liberal de Gabriela Mistral, nada ha de ser impuesto en el proceso cultural de una comunidad, ni qué libro se deben leer, ni quiénes deben leerlos. Todo libro y persona es partícipe de este proceso, incluido los “libros peligrosos” y el pueblerino de la zona más recóndita, cada persona ofrece una particular lectura de cada libro y forja así cultura desde su realidad. Por esto las discrepancias de Gabriela Mistral con los grupos conservadores, censuradores y autoritarios; con el sistema educativo formal que impone las lecturas a los estudiantes y su forma de leerlas; y con las políticas estatales que sólo posibilitan el acceso popular a textos escolares preclasificados. Mientras estos sectores hegemónicos buscan predeterminar el devenir cultural de los pueblos desde sus pedestales, Mistral propone liberalizar el desarrollo cultural desde la autoformación, la libre elección, la emoción y la interpretación personal de cada habitante. Es decir, propone la participación de las bases, de quienes conforman el pueblo, en la formación cultural de la Región. A razón de lo expresado, la importancia que Gabriela Mistral otorga a mecanismos de fomento lector en los centros educacionales como los libros con ilustraciones y las narraciones y poesías populares. Estos mecanismos, mediante su adhesión

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popular desde lo emotivo y personal, impulsan el hábito lector, y por lo mismo, el desarrollo cultural de base. Y por esto también la relevancia que da a políticas estatales que garanticen el acceso popular de libros a elección y a bajo costo, y que por lo mismo estén enfocadas tanto hacia la extensión y descentralización del sistema de bibliotecas, como hacia el control e involucramiento estatal en la industria del libro. Con todo lo dicho, el libro en Mistral pasa de ser un objeto de lujo para un grupo selecto que sabe leerlo y puede comprarlo, como ella misma lo aprecia en Chile, a un medio de democratización cultural y de reconocimiento popular desde su ámbito más emocional y personal hasta su consiguiente pensar racional y lógico.

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2. La bibliotéca pública desde Gabriela Mistral: eje de lectura y cultura

*

Chile es algo más que una simple capital en vías de construcción; que un reducido centro agrícola, o un conjunto de comunas que oímos hablar alguna vez en algún cómputo electoral. Benjamín Subercaseaux (1973)

El valor que Gabriela Mistral otorga al libro como medio fundamental para el crecimiento cultural en Latinoamérica, repercute en la importancia que ella concede a la biblioteca, sobre todo a la pública, como eje de lectura, y por lo mismo, de cultura para esta región. De aquí la necesidad para Mistral de una política regional mediante la cual se pueble de bibliotecas las provincias, localidades o barrios que han sido aislados culturalmente. Consecuente con este pensamiento, la escritora trabaja en las misiones culturales de México, y también dona

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una porción importante de su Premio Nacional y de su colección personal de libros a la Biblioteca Pública de Vicuña. Esta colección de libros refleja, además del compromiso de Mistral por este tipo de centros, la concepción de heterogeneidad que ella espera logre toda biblioteca, con el fin de formar lectores con un saber panorámico y crítico.

3.1. La biblioteca pública como barómetro cultural en Mistral: complemento imprescindible de la escuela Dentro del pensamiento mistraliano, la biblioteca pública es el espacio ideal desde donde forjar cultura. Mediante el servicio de préstamo de libros a beneplácito de sus usuarios y el fomento de la curiosidad por el mundo a través del contacto directo con la obra, este tipo de organización posibilita el desarrollo de la lectura libre y gozosa hacia el conocimiento dejando las facultades frescas para que la persona adquiera conciencia ante su propio devenir. Debido a estos atributos, la biblioteca pública refleja, aún más que cualquier escuela, el nivel de cultura de una comunidad. Así lo manifiesta Mistral (1972): “la biblioteca pública va teniendo más sentido para la medición de una cultura, que la misma escuela. Revela el estudio desinteresado: su estadística muestra cuántos hombres y mujeres buscan sin obligación, y sin deseo de diploma, el conocimiento […] Es un verdadero barómetro de la vida mental en un país”95. Para Gabriela Mistral, la biblioteca, al posibilitar la lectura libre y gozosa, colma el vacío cultural que la educación tradicional produce. Mientras esta última está imbuida en marcos curriculares, en temáticas mediadas por el discurso del profesor y en la urgencia de rendimiento; la biblioteca permite que el 95 MISTRAL, Gabriela. Divulgación de principios de las escuelas nuevas. Op. cit., p. 172.

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estudiante opte por lecturas según sus propios intereses y necesidades, logrando un contacto directo con el conocimiento y permitiendo interpretaciones propias; todo, al ritmo que él estime conveniente. Así, dentro del pensamiento mistraliano este centro de lectura reconoce al estudiante como forjador cultural y no como receptor de la misma, manera esta última sí apreciada por la escuela. En palabras de Mistral (1972): “la biblioteca no es sino la institución que recoge la masa adolescente que la escuela entrega con una cultura incompleta, o que salen de los liceos con una instrucción no especializada, o que abandona la Universidad con una mente fatigada de especialidad y que recupera el goce del estudio en campos nuevos”96.

3.2. Expansión de bibliotecas regionales, móviles y modulares: la biblioteca como centro de servicio en el pensamiento mistraliano Debido a esta importancia otorgada a las bibliotecas públicas como centros inequívocos de formación cultural, Gabriela Mistral critica la falta de una política a nivel regional que impulse el desarrollo de éstas mismas. Para ella, los países latinoamericanos sólo se han preocupado de construir y abastecer la Biblioteca Nacional de sus capitales, dejando a sus barrios y provincias a la deriva. Mistral (1972) se refiere a este punto: La mayor parte de la América Latina acometió la empresa bibliotecaria dentro de una manera que llamaríamos suntuaria, o aristocrática, o mejor, urbanista. Se buscó servir a las ciudades en cuanto a núcleos del país. El estilo fue muy ibero, pero también europeo, y señalado por las marcas digitales de todo régimen colonial. Al llegar la era republicana, no se corrigió la fórmula, ensanchando aquel sistema de abrevadero único, como 96

MISTRAL, Gabriela. La reforma educacional de México. Op. cit. p. 147-148.

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si la sed de leer que ardía en el pueblo emancipado no obligase a surcar el territorio entero de bibliotecas. Las ciudades pequeñas, y no digamos las aldeas nuestras, o bien poseen bibliotecas paupérrimas o viven rasas de libros, ayunas de esta alegría que es parte del disfrute mismo de vivir; ellas quedaron al margen de la honra de leer, la cual corre pareja con la de ser hombre y no zoología rasa97. El pesar de una infancia vacía de bibliotecas públicas en su querido Elqui, impulsa a Gabriela Mistral al convencimiento de que es absolutamente necesario poblar la región de bibliotecas más allá de sus capitales. En consecuencia, Mistral (1965) hace explícita su preferencia por las bibliotecas provinciales: “las bibliotecas que yo más quiero son las provinciales, porque fui niña de aldea y en ella me viví juntas a la hambruna y a la avidez de libros”98. Debido a este mismo anhelo y confianza en las bibliotecas provinciales, ella decide trabajar bajo iniciativa propia en las misiones culturales comandadas por Vasconcelos. Estas misiones, como ya se ha dicho, tienen el objetivo de culturizar a las personas del campo, casi en la totalidad indígenas, por medio de la creación de escuelas y bibliotecas populares. Como lo devela Quezada (2009), Mistral manifiesta su entusiasmo debido a esta labor que optó por realizar en carta de 1923 a Pedro Aguirre Cerda: Por gratitud a este gobierno, me he salido un poco del marco de trabajo que me había impuesto: escribir verso y prosa escolar para los cantos de las escuelas mexicanas y para un Libro de Lectura de la escuela que lleva mi nombre. Voy a hacer algo más: a ayudar al Ministro Vasconcelos en la organización de las escuelas de indígenas, a raíz de un congreso de los maestros misioneros que me tocó presidir y cuya labor me interesó profundamente99. 97

MISTRAL, Gabriela. Biblioteca y escuela. Op. cit. p. 83.

98

MISTRAL, Gabriela. ¿Qué es una biblioteca? Op. cit. p. 105.

99

QUEZADA, Op. cit., p. 70.

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Llevando a la práctica la concepción de biblioteca como complemento fundamental de la escuela, en estas misiones culturales no sea crea una escuela indígena sin su biblioteca correspondiente. Por lo mismo, Mistral (1970) da cuenta de la importancia que tiene la formación de estos centros de lectura dentro de la política educacional mexicana: “el Departamento de Bibliotecas […] aparece como el de actividad más rica; fue también antes uno de los más afortunados. Mil quinientas bibliotecas, sabiamente divididas según esta clasificación: populares, industriales, escolares (de la cual son una rama las infantiles), institucionales (de cuarteles, sindicatos y hospitales), ambulantes y rurales”100. Esta experiencia en México, donde se crean bibliotecas según el tipo de usuario y las zonas en la cual están ubicadas, contribuye a que Gabriela proponga un cambio de paradigma con respecto a las bibliotecas. Mistral (1970), como lo manifiesta en “Niño y libro”, en “Divulgación de principios de las escuelas nuevas” y en “La reforma educacional de México”, plantea un concepto de biblioteca abierta, móvil y modular101, que traspase los muros quietos de una construcción y vaya en busca de sus usuarios acomodándose a sus perfiles y actividades diarias. En esta línea, da cuenta de alternativas mediante las cuales las personas, no importando dónde se encuentren, puedan acceder a la lectura de libros fácilmente. Entre estas iniciativas están: los quioscos de libros en plazas102 y en estaciones de trenes103, bibliotecas móviles y modulares en lugares 100

MISTRAL, Gabriela. Reforma educacional de México. Op. cit. p. 144.

101 Mientras las bibliotecas móviles son las que se trasladan de un lugar a otro, las modulares son pequeños centros de atención adaptados de forma estable en ciertos sitios. 102 MISTRAL, Gabriela. Niño y libro. En Scarpa, Roque Esteban, coord. Magisterio y niño. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1979. p. 90. 103 MISTRAL, Gabriela. Divulgación de principios de ls escuelas nuevas. Op. cit. p. 173.

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de veraneo104 y bibliotecas en consulados105. Gabriela amplía así la concepción tradicional legada del régimen colonial y continuada en la época republicana, entre otros factores, por el movimiento ilustrado, donde la biblioteca es más que nada un edificio monumental capitalino para conservar documentos. Dentro de su concepción de bibliotecas, lo imperante no es la creación de edificios ni el resguardo de documentos, sino, la entrega del servicio en todos los barrios y poblados. El cambio de paradigma presentado por la escritora en cuanto a las bibliotecas, lleva a la práctica la visión mistraliana que considera a la cultura como derecho básico del ser humano, como lo que otorga carácter de persona, y como una acción que, lejos de imponerse, se forja constantemente no importando lugar ni situación. Como Mistral (1990) da cuenta en “Discurso en homenaje a la Universidad de Chile”: “la cultura fluye en cada momento, vulgar o extraordinario, parece una respiración del ser”106. Las bibliotecas públicas, en consecuencia, como centro primordial de formación cultural, han de adaptarse a las actividades cotidianas de las personas; en el mismo sentido, la lectura de sus libros ha de estar al servicio de las diligencias e intereses de éstas, explotando con pensamientos e ideas su tiempo libre o improductivo, y nutriendo de sentido todos los ámbitos de su acontecer cotidiano y su devenir histórico. Así, para Gabriela Mistral las bibliotecas no deben luchar contra los quehaceres de las personas, como el deporte, las vacaciones, los traslados de un lugar a otro o la realización de trámites; sino, incluir su servicio dentro de estos asuntos y lo104

MISTRAL, Gabriela. Niño y libro. Op. cit. p. 91.

105

MISTRAL, Gabriela. Reforma educacional de México. Op. cit. p. 144.

106 CID, Hugo Marcos. Discurso de Gabriela Mistral en homenaje de la Universidad de Chile. En: El recado social en Gabriela Mistral. Santiago: Primicias, 1990. p. 107.

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grar que la persona aproveche sus espacios de espera o descanso, su tiempo libre o improductivo, leyendo. Finalmente, desde la óptica mistraliana no tiene sentido la biblioteca como una guardadora fiel de libros, por más monumental que sea la construcción y el decoro que la acoja. Su función primordial es estar al servicio de los usuarios, no, al servicio de los libros, pues los libros son un medio para el desarrollo cultural, y no, un fin en sí mismos.

3.3. Biblioteca Pública de Vicuña: signo del valor dado por Gabriela a este tipo de centros Todo este interés por el desarrollo de bibliotecas populares, además de llevarla a optar por trabajar en las misiones mexicanas, impulsa a la escritora a afanarse por esta labor en otras ciudades de Chile y del mundo. En “Encargos a un bibliotecario” de 1952, Mistral (1999) comenta al respecto: “yo también he manejado minúsculas, pequeñas o medianas bibliotecas, en mis paraderos o posadas escolares o no escolares de Los Andes, de Antofagasta, de Santiago, de México, de París. Cargo una experiencia ni grande ni banal en este comercio moral, que he amado mucho”107 . Particularmente en Chile, esta inquietud por impulsar bibliotecas populares lleva a Gabriela a preocuparse con extrema dedicación por cierta biblioteca pública. Su protegida es la Biblioteca Gabriela Mistral de Vicuña, organización que ella siempre tanto anheló para su zona natal al sufrir de su inexistencia cuando niña, y que fue finalmente creada luego de fundarse el Centro Cultural Gabriela Mistral en 1935 mediante iniciativa de intelectuales de la zona. En “El hombre de Elqui: Don Pedro Moral”, escrito originalmente en 1945, Mistral (2004) da cuenta de su sensación ante la 107 MISTRAL, Gabriela. Encargos a un bibliotecario. En: Vargas Saavedra, Luis, coord. Recados para hoy y mañana. Santiago de Chile: Sudamericana, 1999. v. 2, p. 156.

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formación de esta biblioteca: “[la Biblioteca de Vicuña es] un tratamiento blando para esa región enferma de abandono y de centralismo bruto”108. Además de regalar estanterías y pagar por el empaste de libros, Gabriela Mistral dona a este Centro la mayor parte de los libros que posee a lo largo de su vida. Como da cuenta Cynthia Suárez en entrevista109: primero, Mistral lega a la biblioteca de su pueblo natal la colección de libros que conserva mientras vive en La Serena; luego, la que forma en Brasil; y póstumamente, vía Doris Adkinson, esta biblioteca recibe los libros que Gabriela acumula durante su estadía en Washington. En total, según Pedro Pablo Zegers110, unos tres mil libros. En Matilde Ladrón de Guevara (1999) se aprecia su preocupación por este Centro de Vicuña: A don Pedro111 le digo que yo tendré mucho gusto en pagar dos cosas: los estantes en que se colocarán estos libros y la pasta de los libros no empastados que a rústica no durarán nada [...] Algo más pagaré: un sello de goma para marcar los libros a fin de que no se los roben [...] Olvidaba decirles que traje conmigo a Europa muchos libros que harán falta a esa Biblioteca, lentamente compraré otros para reponerlos a fin de que esa Biblioteca resulte completa a la larga112.

108 MISTRAL, Gabriela. El hombre de Elqui: Don Pedro Moral. En: Quezada, Jaime, coord. Gabriela Mistral pensando a Chile: una tentativa contra lo imposible. Santiago de Chile: Publicaciones del Bicentenario, 2004. p. 199. 109 Entrevista a Cynthia Suárez, bibliotecaria encargada de la Biblioteca Pública de Vicuña. Realizada el 18 de diciembre de 2010 en la Biblioteca aludida. 110 Entrevista a Pedro Pablo Zegers, conservador del Archivo del Escritor y jefe de colecciones especiales de la Biblioteca Nacional. Realizada el 2 de noviembre de 2010 en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional. 111 Vicuña.

“Don Pedro” es Pedro Moral, primer director de la Biblioteca Pública de

112

LADRÓN DE GUEVARA. Op. cit., p. 214.

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A toda esta entrega que ella realiza para la Biblioteca de Vicuña, y que da cuenta de la importancia otorgada por Mistral a este tipo de organizaciones provinciales, se suma la donación de su tardío Premio Nacional. Esta acción queda de manifiesta en carta de Sergio Retamales, primer presidente del directorio del Centro Cultural Gabriela Mistral de Vicuña, a Hernán Díaz Arrieta. Retamales (1953) escribe: “Gabriela Mistral nos ha hecho saber que ha encargado a usted la selección de libros para esta Biblioteca Pública, con el fin de adquirirlos con los dineros [del Premio Nacional de Literatura] sobrantes de los obsequios a los niños de Montegrande de éste su Valle Natal”113. A su vez, Ladrón de Guevara (1999), mediante carta de Gabriela, también patenta esta donación: “aquí han llegado noticias borrascosas y loquísimas sobre eso del Premio famoso. Creo necesario decirles esto y darle los encargos consiguientes: Si me han dado los cien mil de que hablaba la Agencias Americanas, dejar eso íntegramente para dos cosas: [para la compra de obsequios a los niños de Montegrande, y para] la compra de libros de fondo, realmente buenos, para la biblioteca que llaman Gabriela Mistral de Vicuña”114. La cercanía que ella mantiene con esta biblioteca es corroborada no sólo por las propias palabras de Mistral, sino también por libros y cartas de los intelectuales fundadores de este Centro115. Moral quemada, obra que forma parte de una de las colecciones donada por la escritora a la Biblioteca de Vicuña y que tiene como autor al andaluz Pedro Moral, primer director de esta misma organización, es un material que contiene 113 RETAMALES, Sergio. Carta a Hernán Díaz Arrieta. En: Correspondencia recibida y despachada. Vicuña: Archivos del Centro Cultura Gabriela Mistral, caja 2. Julio-1953. 114

LADRÓN DE GUEVARA. Op. cit., 177.

115 Entre ellos se encuentran: Orozimbo Álvarez, Manuel Torres, Luis Barrera, Emilio Estay, Alberto Nalofet, Eduardo Paragallo, Pedro Moral, Sergio Retamales, Fortuno Rojas, Ernestina de Román, Isolina B. de Estay.

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Foto Nº 7

Foto Nº 8 Biblioteca pública Gabriela Mistral de Vicuña, reabierta el 2007 como respuesta a la donación de la colección personal de libros de Mistral realizada por Doris Adkinson. Fotog: Romero C., 2011.

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Foto Nº 9 Centro Cultural Gabriela Mistral de Vicuña. Fotog: Romero C., 2011.

Foto Nº 10 Museo Gabriela Mistral de Vicuña. Fotog: Romero C., 2011.

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estas referencias. Allí Moral (1949) escribe sobre su iniciativa de formar este Centro y de la predisposición por parte de Gabriela ante su ocurrencia: Me vino a la memoria la biblioteca que vi en la casa de la hermana de Gabriela, casi abandonada, y al preguntarle [a Emelina] de quién eran aquellos libros me dijo que de su hermana. Se me ocurrió pedírselos a Gabriela, para con ellos iniciar una biblioteca pública en homenaje a ella y con su nombre. Así lo hice. Y en cuanto tuve oportunidad le di el “sablazo”, el que aceptó con dos condiciones: que fuera yo el celador de ella y que le enviara una lista de todos los volúmenes con el título y autor, para elegir los mejores116. Otro material que corrobora la estrecha relación entre Mistral y la Biblioteca de Vicuña, y que forma parte de las cajas de documentación que ésta última conserva, es la carta escrita por Sergio Retamales a Juan Marín, director de El Progreso117. En ella Retamales (1941) ensalza al Centro patentando la colaboración de Mistral para con éste; todo, con el fin de lograr la suscripción gratuita a este diario: “[la suscripción gratuita debería concederse debido a la] gran obra educacional que este Centro viene desarrollando en bien y adelanto de esta región exuberante, cuyo prestigio no es tan solo conocido en nuestro terruño, sino también en el exterior, ya que continuamente Gabriela, la insigne poetisa, lo está dando a conocer, y dándonos a la vez y muy a menudo vitalidad con su ayuda generosa y con envío de volúmenes”118.

116 MORAL, Pedro. Moral Quemada. Buenos Aires: Sociedad Cooperativa de Escritores, 1949. p. 275. 117

Diario fundado en Chile por Domingo Faustino Sarmiento.

118 RETAMALES, Sergio. Carta a Juan Marín, director de El Progreso para donación de suscripción al diario. En: Archivos de comunicaciones enviados a centros culturales, editoriales, autoridades, locales, etc. 1941 – 1942. Vicuña: Archivos Centro Cultura Gabriela Mistral, caja 2. Octubre – 1941.

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3.4. Libros donados por Mistral a la Biblioteca de Vicuña: concepción de heterogeneidad en colecciones de biblioteca públicas Los volúmenes que dona Mistral a la Biblioteca de Vicuña a lo largo de su vida y luego de su muerte, forman a su vez una colección que es digna de análisis. Al contrario de lo que se pudiese pensar, los libros que conforman esta colección escapan del ámbito meramente literario. Abarcan áreas temáticas que van desde el esoterismo hasta las ciencias naturales, pasando por la filosofía, la literatura, la educación y la historia. A su vez, estas mismas áreas se conforman de variados libros que comprenden su temática desde diferentes perspectivas. Así por ejemplo, dentro de la colección de filosofía se encuentran libros sobre yoga y sobre cristianismo; dentro de la de literatura, desde autores españoles hasta rusos, desde hispanoamericanos hasta franceses, traspasando géneros literarios; dentro de la de ciencias naturales, obras sobre animales, geografía y botánica, destinadas parte de ellas a obreros que requieran conocer sobre ganadería o agricultura. Con respecto a estos últimos, Mistral (2004) aconseja a Pedro Moral sobre aspectos varios, entre ellos, sobre los libros enviados por ella y de interés obrero: “varios libros se destinan a obreros, en asuntos de industria, de crianza de animales y de huerto. No bastan y es preciso que les mande más. Será buenísimo oír lo que los parroquianos piden y cuando coinciden en la elección darles gustos encargándome lo que ellos quieren”119. Por lo visto, la variedad en áreas temáticas es un punto ha considerar al estudiar estos libros enviados por la escritora. Esto, sobre todo si reflejan la concepción de heterogeneidad que en “Libros que hay que leer y libros que hay que escribir” Mistral (1999) espera logre toda biblioteca:

119

MISTRAL, Gabriela. Encargos a un bibliotecario. Op.cit. p. 159.

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Al revés de lo que se cree, la imaginación no se cultiva con puros poemas y novelones; ella se rejuvenece y se ensancha en libros de aquellos que llaman “de realidad calva y seca”, sacando de ellos carne para metáforas novedosas y también para conceptos nuevos [...] Les recomiendo este criterio de totalidad; no es ambicioso sino sencillamente racional; es una magnífica doctrina de vida120.

120 MISTRAL, Gabriela. Libros que hay que leer y libros que hay que escribir. En: Vargas Saavedra, Luis, coord. Recados para hoy y mañana. Santiago de Chile: Sudamericana, 1999. v.1, p.45-46.

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Foto Nº11 Chile o una loca gegrafía de Benjamín Subercaseaux. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

Foto Nº 12 Libros sobre historia de Chile. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

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Foto Nº13 Libro acerca del arte americano. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

Foto Nº14 Libros en inglés, francés y castellano sobre plantas y animales. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

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Foto Nº 15 Libro en francés acerca de animales. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

Foto Nº 16 Libro en fracés sobre el mar. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

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Foto Nº 17 Libros de emblemáticos escritores latinoamericanos. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

Foto Nº18 Libro acerca de literatura rusa. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

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Foto Nº19 Libros sobre teología cristiana, hebrea y musulmana. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

Foto Nº 20 Libros acerca de yoga y budismo. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

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Foto Nº21 Libros en portugués sobre filosofía y en castellano sobre educación. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

Foto Nº22 Estudios indostánicos de José Vasconcelos. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

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Para Gabriela Mistral, las bibliotecas públicas deben abarcar las más variadas temáticas, pues de esta forma implican y atienden a las diversas problemáticas de sus usuarios, ampliando su imaginación y raciocinio desde cualquier ámbito del conocimiento. Es por esta misma concepción que Mistral critica la tendencia hispanoamericana de enfocar sus lecturas recreativas, casi religiosamente, hacia la novela o la poesía. Las bibliotecas de Latinoamérica olvidan, para la escritora, la literatura científica, la que impulsaron en Chile los positivistas ilustrados, los libros que tratan sobre naturaleza, animales o lugares geográficos. Al contrario de como se cree, estos libros debiesen ser parte fundamental de toda biblioteca pública latinoamericana, sobre todo, siendo una región particularmente rica en flora, fauna, climas y geografías, y particularmente considerando a Chile, país con una naturaleza tan varia. Mistral (1973) escribe al respecto: “nada tiene de extraordinario la variedad en los países descomunales: los Estados Unidos, por ejemplo; pero resulta milagrosa en la reducción del planeta llamado Chile. Todo está allí, calvicie geológica, selva dura, largos vergeles, nieves y témpanos últimos. La pluralidad se confunde con el concepto mismo de la hermosura, y Chile tal vez sea la cosa más plural del planeta”121. Mistral (1999) responsabiliza de este vacío de contenido científico-natural a los españoles que dominaron en América, quienes dejaron como herencia a sus subyugados la insensibilidad ante el paisaje que los rodea: La raza española ha echado candelosamente su preferencia sobre la poesía popular, sobre la novela realista y sobre la mística y el teatro. Ella ha mostrado cierto desprecio hacia el cuento breve, el ensayo y la filosofía, la biografía y la memoria, y una indiferencia grande respecto de la llamada literatura científica de divulgación: geografías (libros de viaje en general), botánicas y zoologías pintorescas […] El desdén de las geografías 121

MISTRAL, Gabriela. Prólogo: Contadores de patria. Op. cit. p. 10

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populares y de los libros de viaje desconcierta en pueblo de hazaña geográfica, en una casta que fue andariega, trotadora y navegante, la primera en poner planta y pica en un mundo nuevo, y la que entregó a Europa una geología, una flora y una fauna vírgenes en pieza inmensa ofrecida a la curiosidad y al conocimiento […] El ojo despreciador o desamorado de Ercilla hacia una naturaleza prócer sirve para fijar este concepto que se ha llamado la insensibilidad del hombre español hacia el paisaje, y por extensión hacia todo el hecho físico de una región propia o ajena.122 La escritora es partidaria de que las bibliotecas en Latinoamérica tiendan a la formación de la persona mediante el acceso a una colección amplia, que les permita leer sobre diferentes ideologías, géneros literarios y temas, desde literarios a técnicos, pasando por los científicos. El ejemplo ha seguir es la biblioteca inglesa, en la cual se facilita la lectura de diferentes tópicos, formando a un lector de criterio vasto. En relación, Mistral (1999) agrega: “el lector inglés de biblioteca totalista y varia, lee, pues, con la mirada sabia que le viene de observaciones psicológicas, de que la lectura como el alimento si es compuesto nutre todas las potencias y si es simple las debilita y agota”123. Y antes dice: “ese gran señor, el hombre que sabe leer sería para mí aquel que con lectura varia, socorrido de opuestos, se alimentase el apetito de cada una de sus facultades”124. Finalmente, Gabriela espera que las bibliotecas públicas formen a lectores críticos, quienes, mediante el acceso a libros de diferentes ámbitos del conocimiento, seleccionen, cuestionen, juzguen y consulten las obras, para luego conformar su propia visión de la realidad y así forjar cultura. Debido a esto mismo, Mistral (1979) aconseja a los estudiantes: “léanse 122 MISTRAL, Gabriela. Libros que hay que leer y libros que hay que escribir. Op. cit., p.40-41. 123

Ibid., p.46

124

Ibid., p.44

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para el nacionalismo a Maurice Barres o a Charles Maurras; léanse para el socialismo a Marx y a Prudhon; léanse para el catolicismo polémico a Chesterton y a Hilarie Belloc; léanse para la crítica de estos absolutos, la Rebelión de las Masas de Ortega y Gasset que planea sobre todos ellos”125. La biblioteca ha de ofrecer, entonces, un servicio de lecturas mixtas, posibilitando al usuario conformar su propio criterio. Como Mistral (1990) lo manifiesta, la biblioteca ha de ser un espacio inmerso en la mayor diversidad posible: “lo mismo que en el vivero no hay en las bibliotecas plantas iguales aunque las haya semejantes, porque la biblioteca es un mundillo de variedad que no debe cansar nunca. Aquí están los fuertes y los dulces, los cuerdos y los desvariados, los serios y los juguetones, los conformistas y los rebeldes”126.

3.5. Epílogo del capítulo Gabriela Mistral otorga un valor preponderante a la biblioteca pública, la considera como eje cultural, en desmedro del valor primordial concedido a la escuela por la misma corriente desde la que ella se forma. Si los liberales republicanos consideran a la escuela y a la biblioteca como centros fundamentales desde donde desarrollar la cultura ilustrada que ellos pretenden consolidar en la región, Mistral presenta a la biblioteca, antes que a la escuela, como el espacio por excelencia donde desarrollar cultura “desde” lo ilustrado. En Mistral, a diferencia de muchos de sus pares, lo ilustrado es un medio para el libre desarrollo de las personas; y la biblioteca es el espacio que permite esta libertad otorgada por lo ilustrado, pues a diferencia de la escuela, no debe rendir ni someterse a metas u objetivos preestablecidos por grupos de poder. La biblioteca 125

Ibid., p.50-51

126

MISTRAL, Gabriela. ¿Qué es una biblioteca? Op. cit. p.63.

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otorga el simple e importante acceso al medio cultural llamado libro por el cual las personas forjan un conocimiento amplio y crítico, apropiado, y una autoconciencia de su devenir, posibilitando que intervengan en su realidad según sus propias concepciones y desarrollando así cultura. Sus colecciones por ello deben ser nutridas, formadas bajo un criterio heterogéneo, no inclinadas hacia ciertas ideologías, temáticas o géneros, y evitando la imposición de lecturas por escasez de libros o por criterios preestablecidos. El acceso al libro mediante libre elección, sin imposiciones de ningún tipo, es un derecho en Gabriela Mistral. De aquí, el énfasis de la escritora en palabra y en vida (México, Vicuña) por las bibliotecas de zonas populares y provinciales marginadas de este recurso. A razón de esto, se distingue nuevamente de sus pares intelectuales, con excepción de algunos como Sarmiento y Vasconcelos, y su mirada exclusivamente capitalina. En este sentido, si bien es posible que rescate de los positivistas sus escritos sobre la naturaleza y las costumbres de Chile, y sus pretensiones de forjar nación desde la realidad material y viva, se aleja de ellos debido a su desligación de proyectos populares y regionales, desde los cuales no sean los santiaguino y la Biblioteca Nacional los exclusivos beneficiarios. El pensamiento mistraliano, a diferencia del positivista chileno, no considera a la biblioteca como edificios monumentales que resguardan escritos a modo de objetos preciosos al alcance de algunos privilegiados que viven en la capital, no es símbolo de una cultura (ilustrada), ni tiene una valor por el simple hecho de existir. La biblioteca para Mistral es fundamentalmente un centro de servicio, una acción; es también un derecho, un espacio donde se debiese otorga el acceso de todo habitante, no importando dónde se encuentre. De aquí su propuesta de bibliotecas móviles y modulares, adaptables a los tiempos y espacios de sus usuarios. Siguiendo su con-

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cepción de cultura, en Mistral la biblioteca se transforma, se mezcla y mimetiza con otras actividades y servicios básicos, es uno más de ellos y es tan común como el banco, el parque o la estación de trenes, es parte del diario vivir; de hecho, es el eje, el foco del acontecer.

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4. El bibliotecario desde Gabriela Mistral: responsable del fomento del lector

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Que por mí vayan todos los que no las conocen, a las cosas; que por mí vayan todos los que ya las olvidan, a las cosas, que por mí vayan todos los mismos que las aman, a las cosas... Juan Ramón Jiménez (1986) Si para Gabriela Mistral el libro es el medio fundamental de auge cultural en Latinoamérica, y la biblioteca por su parte, el eje de este desarrollo, el responsable de que tanto el uno como la otra hagan efectivas sus facultades es el bibliotecario. Sin él las bibliotecas, aunque estén atestadas de libros y esparcidas por cada rincón del continente, difícilmente podrán llevar a cabo su propósito cultural en cuanto ejes de lectura; él es el principal agente del fomento lector, y por lo mismo, el motor de su servicio. Desde aquí la necesidad para Mistral de que el bibliotecario, por un lado, asuma su rol cultural, y por otro, trabaje al servicio de zonas marginales, desligándose del exitismo y mezquindad que corroe la clase media profesional.

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4.1. El bibliotecario a modo de promotor y guía del proceso lector: conocedor y amante de los libros como requisitos mistralianos Como se expresó en el capítulo anterior, el servicio es lo central en una biblioteca para Gabriela Mistral, y como de este servicio está a cargo el bibliotecario, él es pieza clave dentro del pensamiento cultural mistraliano. Mistral (1972) da cuenta de esta importancia otorgada al bibliotecario: “aquí como todas las cosas, la importancia está en el instrumento humano, más que en la estantería y en los sillones de lectura. Con trescientos volúmenes puede haber una biblioteca decorosa, si quien maneja los libros es un hombre que humaniza su oficio”127. Él, más que un simple ordenador y prestamista de libros, es quien tiene la responsabilidad de fomentar la lectura dentro de la comunidad a la cual asiste, por lo tanto, es un agente base para el desarrollo cultural de ésta. Él es quien hará circular los libros de su biblioteca, quien saldrá fuera de sus muros para ir al encuentro de las personas, quien dará vida finalmente a este centro y a su comunidad. Él es quien conocerá las necesidades culturales de su pueblo mejor que nadie, incluso mejor que quienes se creen expertos en la materia, como los políticos o profesores. Así mismo lo manifiesta Mistral (19--) en su discurso otorgado para el Congreso Interamericano de Bibliotecarios: No hay nada más fácil que amontonar libros: eso no cuesta más que enfilar ladrillos y hay gentes que ordenan sus volúmenes para la eternidad [...] ellos realmente matan cada obra que enclavan en sus anaqueles. Gracias a Dios existe también los bibliotecarios jóvenes o los viejos quemadores de su generación y éstos manejan el santo depósito que le entregaron lo mismo si fueran las represas del Valle de Tennessi. Saben muy bien que el libro se hizo para circular, ambular [...] Guardianes vivos 127 MISTRAL, Gabriela. Divulgación de principios de las escuelas nuevas, Op. cit. p. 174

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de muros vivos, estas gentes valen un tesoro: husmean el temperamento tanto como los intereses del cliente tímido y salen al encuentro de ellos [...] Estos pobrecillos son quienes deciden de muchas vocaciones y a veces llegan a crear una vida nueva en las ciudades a media muerte. Me los he visto en muchas parte y supe que eran, al margen de toda gloria, los autores sigilosos del futuro de sus patrias y que manejaban la esencia de ellas más y mejor que los actores de alto conturno llamados “políticos”128. Dentro de estos bibliotecarios que Gabriela Mistral admira y conoce-aunque nunca en persona, sino sólo por carta- se encuentra el ya nombrado Pedro Moral. Para la escritora este andaluz lleva a cabo su oficio a cabalidad: por un lado, es un promotor de lectura en su pueblo, y por otro, trabaja para una zona desprotegida culturalmente como es la del Valle del Elqui. En cuanto a ser agente de fomento lector, Gabriela admira del andaluz su capacidad de conquistar a su pueblo y llevarlo hacia la lectura cruzando clases sociales. En el prólogo de Moral Quemada Mistral (1949) escribe: “fue ganando las clientelas de arriba hacia abajo y ahora ya debe tener consigo a la más esquiva: el pueblo raso que mira todavía al libro como el erizo de púas o la tortuga pesada de los Galápagos [...] A las tres clases eleva subiéndolas por los faldeos del autodidactismo"129. El método que utiliza Moral para llevar a cabo esta conquista transversal de lectores, sobre todo ardua en personas sin hábito al respecto -quienes vendrían a ser la mayoría- tiene relación con la selección de lecturas que correspondan a sus expectativas, intereses y habilidades. En línea con el pensamiento de Mistral y de Sarmiento, Moral no induce a leer un libro por el que no existe entusiasmo alguno o que sobrepase 128 Op. cit.

MISTRAL, Gabriela. Sobre un Congreso Interamericano de Bibliotecarios.

129 MISTRAL. Prólogo. En: Moral, Pedro. Moral Quemada. Buenos Aires: Sociedad Cooperativa de Escritores, 1949. p. 7.

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las capacidades del lector. En el mismo prólogo citado, Gabriela agrega: “el andaluz sobre todo en lo que toca a gente tolera bastante pacotilla. Bibliotecario que quiera comenzar con materias de categoría y lujo se quedará con la sala vacía. En el duro negocio de hacer leer a los que no cogieron un solo libro después de su escuela, en esta pesca de lectores hecha sobre terreno seco, vale la maña más que el purismo y esa ancha condescendencia del comienzo pone a andar la empresa”130.

Foto Nº 23: Cubierta de Moral Quemada de Pedro Moral. Colección de G.M., Biblioteca pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

El ser agente de fomento lector lleva a que el bibliotecario, al mismo tiempo que se adecua a la situación intelectual de sus usuarios por más básica que ésta sea, esté pendiente de sus crecimientos, conduciéndolo hacia lecturas más complejas y diversas cuando sea pertinente. De hecho, este es el paso que 130

Ibid. p.8.

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Foto Nº24 Dedicatória de Pedro Moral a Gabriela Mistral en Moral Quemada. Colección de G.M., Biblioteca Pública de Vicuña. Fotog.: Cynthia Suárez, 2011.

justifica las lecturas menores o sólo recreativas de un comienzo -como lo son para Mistral (1970), las novelas policiales y de seudo-misterio131- pues en coherencia con lo planteado, lo importante finalmente es la formación de lectores de saber panorámico y crítico. Firme ante su anticensura, y al igual como lo hace Sarmiento con los devocionarios y folletines, Gabriela no elimina aquel libro que dentro de su canon es considerado como malo, sino que lo utiliza como trampolín para lecturas mayores. Y de este salto hacia los libros “buenos”, el bibliotecario es el mayor responsable. Mistral (1973) da cuenta al respecto: “un bibliotecario que otee gusto de los lectores, y no les haga dar el salto mortal, desde Mopetin al Dante... Al lector de mala novela, le llevará, suavemente, desde Mopetin 131

MISTRAL, Gabriela. Biblioteca y escuela. Op. cit. p. 85.

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a Dostoievski. Al de mala poesía lo conducirá por una ladera suave, desde los Parnasos de la señora Wilson hasta Antonio Machado [...] El bibliotecario perezoso entregará siempre el libro que le piden y no más: debe ir ofreciendo, delicadamente, dentro del género”132. Para lograr ser este guía de lecturas para sus usuarios o como también se podría llamar, ser este referencista personalizado, es absolutamente necesario que el bibliotecario conozca de libros y sea él un buen lector, sino difícilmente sabrá cuál es el paso a seguir en el camino del conocimiento de quien atiende. Por lo mismo, Mistral (1973) declara que no sirve cualquier persona para este oficio, sino alguien que ame los libros y la escritura: “para esto no sirve cualquier bachiller, sirven los escritores jóvenes que andan por ahí castigados, copiando oficios o estadísticas en las oficinas públicas”133. Y continúa:“ésta es labor para un amante de libros, que aquí, como en toda cosa, el que ama conoce los caminos y con cordial vehemencia va despertando el amor de su criatura”134. Sólo alguien que valore los libros como principal medio de auge cultural, que los reconozca como instrumento que otorga conciencia ante el propio devenir, puede fomentar realmente en otros el gusto por la lectura. El valor hacia la lectura por parte del bibliotecario, ha de demostrarse no sólo en situaciones de atención personalizada, sino en eventos comunitarios donde el profesional pueda hacer de la lectura una fiesta; así como Gabriela junto a Palma Guillén135 lo hacía en México. Como lo manifiesta en su escri132 MISTRAL, Gabriela. Divulgación de principios de las escuelas nuevas. Op. cit. p. 174. 133

Loc. cit.

134

Ibid., p. 175.

135

Secretaria y confidente de Gabriela Mistral.

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to de 1935 “Niño y libro”, Mistral (1970) propone la “hora del cuento”: Entre las iniciativas ingeniosas para crear en los chiquitos la apetencia de leer, están la “Hora del cuento” en la escuela o la lectura por el bibliotecario en la misma sala de libros [...] utilidad preciosa que tendría el formar, en vez de esas recitadoras de tablado, un equipo de maestros y bibliotecarios que sepan leer bellamente, con donosura y magia, despertando por un lindo recitado en prosa la avidez de leer la pieza completa que se oyó a medias o la obra congénere136.

4.2. El bibliotecario como exclusivo encargado de bibliotecas para Mistral: llamado a trabajar por zonas marginales Maestro y bibliotecario son conceptos que, como en la cita anterior, van estrechamente relacionados dentro del pensamiento mistraliano. Así como la biblioteca es el complemento fundamental de la educación tradicional al otorgar el goce por el conocimiento mediante la lectura libre y el contacto directo con el libro, el bibliotecario es el agente que complementa la labor del profesor. Por lo mismo, su responsabilidad de animar la lectura, de traspasar goce por el conocimiento y de realizar el trabajo cultural que el profesor en la escuela no lleva a cabo. En esta línea, Mistral (1999) alienta al bibliotecario a comprometerse por realizar lecturas colectivas como la “hora del cuento” y crear un ambiente en la biblioteca alejado de cualquier pesadumbre escolar: Haga usted leer cuentos, aunque mucho rezonguen los maestros. La biblioteca que ellos miran como la duplicación de su tarima, su pupitre y su sermón, a mí me parece un reservo de esos adminículos ilustres... El oficio suyo es el de aliviar, descargar y recrear niños de cara embrutecida y ojos 136

MISTRAL, Gabriela. Niño y libro. Op. cit. p.93.

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secos, celebre o no celebre el maestro el menester de usted. Déjese decir necedades o malcriadeces que estará bien pagado con su certidumbre de encantar con libro como empedernecen con lo mismo137. Si bien maestro y bibliotecario están relacionados, pues el último ha de colmar el vacío cultural que deja el primero, Mistral considera que estos oficios no han de engranarse. Un maestro no debiese estar a cargo de una biblioteca pues lleva su concepto de aula a ésta, llenando el espacio de rigidez e instrucción académica. Por lo mismo, lamenta que en países latinoamericanos como Chile, donde la mayoría de las bibliotecas no tienen los recursos para pagar a profesionales bibliotecarios, quienes estén a cargo de estos centros sean maestros. Mistral (1978) expresa en este sentido:“el bibliotecario-maestro ve casi siempre en la lectura libre de sus chicos otra manera de clase, en la cual él ha cedido la disertación de su colega el libro, al que busca todo lo seriote y sabihondo que se pueda... Prefiero el bibliotecario profesional, aunque lo sé una pieza de lujo en nuestros países pobres y desprovistos aún de los fondos necesarios para hacer la dislocación de los oficios soldados”138. Debido a estas mismas inconveniencias económicas, es que la escritora honra a los bibliotecarios que optan por trabajar en bibliotecas públicas de zonas marginales cuando el sueldo por su labor es muy inferior a lo que valen en el mercado como profesionales. Es por esto que, además de ensalzarlo por fomentar la lectura, Gabriela destaca de Pedro Moral el animarse a formar y dirigir una biblioteca pública en un pueblo tan aislado como Vicuña, asumiendo la falta de retribución monetaria que conlleva aquella opción. Renuncia monetaria que se confirma en carta escrita al Intendente de Coquimbo por el mismo Moral (194-), donde informa que debido a los 137

MISTRAL, Gabriela. Encargos a un bibliotecario. Op. cit. v.2, p. 157-158.

138

MISTRAL, Gabriela. Niño y libro. Op. cit. p. 92.

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mínimos recursos con que el Centro cuenta, sólo una asistente que trabaja allí recibe sueldo, el cual es tremendamente mezquino, y que los demás involucrados, incluido él mismo, trabajan sin paga alguna139.

4.3. El bibliotecario y su espíritu de servicio en Gabriela Mistral: incremento de conocimientos humanistas en Bibliotecología Ejemplos como el de Pedro Moral inducen a que Gabriela Mistral inste a los profesionales bibliotecarios a trabajar por las zonas aisladas culturalmente, desligándose de la indolencia asentada en las capas medias profesionales respecto al pueblo que la sustenta. En una carta dirigida a Eduardo Frei Montalva, Mistral (1990) manifiesta su descontento por esta ingratitud: “no hay en Europa clase media tan poco leales al pueblo en la hora de liquidar la victoria, como la que hemos visto nosotros dos en los últimos años de nuestra patria”140. Palabras que se suman a las escritas en “Organización de las mujeres”, donde Mistral (2005) da cuenta del abismo existente entre la clase media y la clase popular latinoamericana debido al desenfoque de la primera al servir otros intereses que no aportan a un desarrollo social desde las bases: “sabemos que hay también abismos grotescos, pero reales, entre la clase media (de empleados y profesionales) y el pueblo [...] La llaman un puente [a la clase media]; como los puentes movedizos, levantó su extremo de la orilla, giró y ha ido a ponerse, tendido a lo largo de la otra orilla, donde no sirve a los fines de la vida”141. Por último, Ladrón de Guevara (1962) también 139 MORAL, Pedro. Carta a Intendente de Coquimbo. En: Archivos de comunicaciones enviados a centros culturales, editoriales, autoridades, locales, etc. 1941 – 1942. Vicuña: Archivos Centro Cultura Gabriela Mistral, caja 2. 140 MISTRAL, Gabriela. Carta a Eduardo Frei Montalva. En: CID, Hugo Marcos. El recado social en Gabriela Mistral. Santiago de Chile: Primicias, 1990. p. 74. 141

MISTRAL, Gabriela. Organización de las mujeres. Op. cit , p.70.

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da cuenta de la percepción mistraliana ante esta deuda que tienen los profesionales con su pueblo. Éstos han sido privilegiados y deben pagar por sus franquicias confluyendo hacia los lugares aislados cultural y económicamente: Nosotros profesionales142, vivimos hasta en los peores casos, algunas ventajas aupadas a privilegios. Ellos no corresponden siempre a salarios mayores sino a un mejor ambiente. Nuestros menesteres se desarrollan en sitios limpios y a veces alegres [...] Privilegiados son ustedes y les corresponde pagar un diezmo que viene de lejos, que antes era leve y hoy pesa más [...] Nosotros, los llamados “intelectuales” debemos acercarnos al pueblo raso y gastar con él las horas que despilfarramos en nuestra vana “vida social” [...] En cuántos países he andado, vi siempre que el juego entre ciudad y campo, el confluir de lo urbano con lo rural, la fertilización de lo uno con lo otro, ha hecho a las naciones más sanas, las más compactas y estables143. Los bibliotecarios han de ser un puente por el cual la lectura y el auge cultural alcance a las capas populares. Por lo mismo, su dirección no debe estar puesta hacia el exitismo, el dinero y el escalamiento social, aunque ello les resulte arduo debido a que la sociedad los empuja por el camino individualista y arribista. Calderón (1973) expone las percepciones de Mistral respecto a las circunstancias sociales a las que se ven enfren142 Esta frase, que puede parecer mera retórica, da cuanta que Mistral se autoconsidera como profesional. Así, más alla de las diferencias con esta clase, y de su título por gracia, la escritora se identifica con este estamento. De aquí que se refuerce la visión develada en los escritos mistralianos que considera que un profesional más que alguien con estudios universitarios es una persona comprometida socialmente con un área del conocimiento. Por ende que escritores olvidados y personas como Pedro Moral, posiblemete sin estudios bibliotecológicos, sean considerados por Mistral como bibliotecarios profesionales. Sin embargo, en este trabajo se continuará apelando a la visión del profesional-universitario, pues Gabriela también alude a la importancia social que tiene la universidad, en cuanto a ser el camino formal para ser reconocido como especialista en un área determinada. 143 LADRÓN DE GUEVARA, Matilde. Gabriela Mistral: Rebelde magnífica. Buenos Aires: Losada, 1962. p. 117-118.

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tados los profesionales en Latinoamérica: “el exitismo sudamericano es algo descomunal. Me conozco muy bien su cara vulgar: la he visto en la condescendencia ante el dinero, ante el poder estatal, ante la mediocridad personal afortunada. De golpe y porrazo caímos en el bric-brac de las democracias fabricadas con los carros Ford y el jabón Palmolive”144. Gabriela Mistral critica el capitalismo de mercado asentado con fuerza en países como Chile, debido al cual los profesionales como los bibliotecarios pasan a formar parte de una burguesía avara que utiliza su conocimiento con el único fin de lucrar y acumular beneficios personales; marginan así el espíritu de servicio patrio por el cual originalmente, como lo pretendió Andrés Bello, sería impulsado el estudiante universitario. Mistral (1990) da cuenta sobre este trágico panorama: “en nuestros profesionales, el standarismo deslizado, incluso en los magisterios más afiladamente espirituales, como la docencia o la abogacía, están minando la vieja norma que entregó a esta clase la defensa del Espíritu”145. Espíritu que para Gabriela se ha perdido antes de poseerlo en países como Chile, gracias a la marginación del humanismo de la carreras universitarias, del aislamiento de aquel “preparativo indispensable para todas las ciencias”, como profesaba el mismo Bello146. El profesional sin estudio en letras, filosofía, historia, está “deshumanizado”, es un tecnócrata que no posee una base desde la cual logre una visión panorámica y crítica de la sociedad que lo sitúe dentro de un devenir histórico y lo impulse a reconocer sus privilegios académicos como una responsabilidad ante quien no los alcanza. Mistral (1999) se lamenta ante esta situación: 144 CALDERÓN, Alfonso. Antología poética de Gabriela Mistral. En: Entrevista póstuma a Gabriela Mistral. Santiago de Chile, Universitaria, 1974. p. 20. 145

MISTRAL, Gabriela, Carta a Eduardo Frei Montalva. Op. cit. p. 74.

146

Ver ASPECTOS HISTÓRICOS Y FORMATIVOS. p. 29.

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El humanismo, a pesar de su precioso nombre, a poco de nacer se fue volviendo mercancía de tipo suntuario entre nosotros; él produjo grandes rectores de almas, como Bello y Hostos y algunas organizaciones bellas [...] La mayor desventura de nuestra América talvez sea haber liquidado aquel método eterno antes de poseerlo de verdad y de que los volviese como formador de espíritu. Quedamos con la “miel en los labios”, según la expresión popular; no llegamos a su paladeo y menos todavía a la saturación de costumbre doméstica y nacional por esta materia147.

4.4. Epílogo del capítulo Gabriela Mistral amplía la labor del profesional bibliotecario más allá de los trabajos técnicos a los que ha sido vinculado tradicionalmente como el guardado, ordenamiento, catalogación, préstamo y devolución de libros, y le otorga una responsabilidad social de suma importancia, de hecho, tal vez la más importante dentro del pensamiento mistraliano: agente clave para el fomento lector, es decir, para el desarrollo cultural. Esta importancia otorgada al bibliotecario continúa con el planteamiento de Mistral que presenta a la biblioteca, antes que nada, como servicio. El bibliotecario es el responsable de este servicio, es quien debe asistir a las necesidades lectoras. Asistencia que incluye, por un lado, acompañar en el camino del conocimiento a sus usuarios, guiándolos según sus realidades particulares; y por otro, generar en ellos el goce de leer, para que así se vinculen y animen en continuar un camino de lectura progresiva que les otorgue un bagaje amplio y crítico mediante el cual ir forjando cultura en forma evolutiva. En cuanto a la labor de acompañante de sus usuarios a modo de referencista personal, el bibliotecario lejos de imponer su visión y opinión sobre ciertas lecturas, debe pretender asistir 147 MISTRAL, Gabriela. Libros que hay que leer y libros que hay que escribir. Op. cit. v.1, p. 44.

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a los lectores desde el imaginario, expectativas y nivel intelectual de estos últimos, y ser un guía en la autoformación de cada uno de ellos. Su labor se diferencia así radicalmente de la propagada desde el sistema docente tradicional, donde el profesor enseña la verdad que él conoce y hace que sus alumnos la repitan. Por esto la importancia que las bibliotecas sean asistidas por bibliotecarios y no por maestros que contagien este espacio con su aletargamiento escolar. Esto, sobre todo en las bibliotecas populares y provinciales donde la mayoría de sus usuarios no poseen un hábito lector, y por lo mismo, es mayor la necesidad de trabajar por un desarrollo cultural de base. En cuanto a su labor de generación de goce por la lectura, Gabriela Mistral propone al bibliotecario realizar la “hora del cuento”, mediante la cual las personas concurran a lecturas en voz alta como lo harían con cualquier otro espectáculo, como acudirían a una función de teatro o al cine: con deleite, como si fuese un pasatiempo más. Con esto Gabriela busca que el bibliotecario destrone la visión popular de la lectura como algo serio, aburrido y eminente, y la muestre como una acción entretenida, atractiva, con la cual las personas se conecten emotivamente, de la misma forma que se conectan con los medios de masas. De hecho, seguramente Mistral, quien admite las potencialidades de medios de masa como el cine debido a su gran adhesión popular148, promueve la “hora del cuento” apropiándose de elementos que estos medios utilizan para atraer a las personas, como la propaganda y el espectáculo. Tanto el ser guía de sus usuarios como el ser generador de goce por la lectura, exigen que el bibliotecario tenga una formación cabal. Debe ser culto, manejar diversas temáticas del conoci148

Ver ASPECTOS HISTÓRICOS Y FORMATIVOS. p. 33.

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miento es indispensable para asistir a las necesidades lectoras de cada uno de sus usuarios; y para esto, la base humanista es indispensable. Desde el pensamiento mistraliano que continúa al de Bello, las humanidades son la base de todo estudio, son lo que posibilitan el entendimiento profundo y crítico de las diversas temáticas del conocimiento. Además, los saberes humanistas incrementan el “espíritu” por lo social, posibilitando que el bibliotecario tome autoconciencia de su devenir, se reconozca como un privilegiado y sea leal a su pueblo asistiendo a localidades marginadas culturalmente. De aquí entonces la importancia de no continuar con la tendencia tecnócrata de las carreras universitarias. Mistral de esta forma recalca la necesidad de fomento lector en todo ámbito formativo, no sólo en escuelas y bibliotecas, sino también en las universidades y, particularmente, en la carrera de Bibliotecología, ámbito universitario clave para que el pretendido desarrollo cultural desde las bases sea efectivo.

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5. Proyecciones y Propuestas: el pensamiento mistraliano hacia el Chile del siglo XXI

*

Yo callaré: yo callaré: que nadie sepa que vivo: que mi patria nunca sepa que en soledad muero por ella: si me llaman, iré: yo sólo vivo porque espero a servirla: así, muriendo, la sirvo yo mejor que husmeando el modo de ponerlas a los pies del extranjero! José Martí (2001) A través de lo expuesto, es posible determinar diversas propuestas de Gabriela Mistral sobre el libro y la lectura. Dentro de estas proposiciones destaca, primeramente, la enfocada en que las sociedades latinoamericanas deben considerar al libro como medio fundamental para su desarrollo cultural. La inserción del libro en el sistema educacional es fundamental para ello. En este mismo sentido, desde la perspectiva mistraliana los gobiernos han de garantizar el acceso a libros a bajo costo y a libre elección para que todas las personas, no importando condición social ni dónde se encuentren, puedan contar con el material que gusten o necesiten. Por esta misma razón, el sistema de bibliotecas públicas debe cubrir todas las regiones y localidades del país, posibilitando así el

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acceso esperado. A su vez, las bibliotecas han de contar con colecciones nutridas y varias, tanto ideológica y temáticamente como en cuanto a géneros, con el fin de generar un servicio propicio de acuerdo a las diversas solicitudes. En pos de este servicio, las bibliotecas deben estar a cargo de un bibliotecario, pues él es el especialista para ser guía y promotor de las lecturas de los usuarios, y es quien posibilita el carácter de eje de desarrollo cultural a una biblioteca. Por lo mismo, las universidades deben formar a bibliotecarios cultos y comprometidos en su misión, y para ello, desde el pensamiento mistraliano las carreras profesionales han de reivindicar el área humanista. Lo que continúa es develar si estas propuestas pueden ser patrimonio vigente para el Chile siglo XXI. Si no es así, se podría decir que el pensamiento ahondado es arcaico para el presente o, por el contrario, utópicamente declinado. Mas, si es así, y el pensamiento de Gabriela Mistral sobre el libro y la lectura es efectivamente un aporte para la sociedad actual, sería posible considerarlo como visionario, o si alguien prefiere, como un discurso construido en conciencia con el acontecer histórico. A continuación entonces se exponen estrategias o políticas estatales efectuadas en Chile con respecto al libro y la lectura que tengan repercusión en el presente. Éstas serán leídas desde una perspectiva mistraliana, dando cuenta finalmente si las propuestas que Gabriela propone pueden ser funcionales hoy en día o definitivamente no son factibles.

5.1. Calidad de la educación en Chile: incorporación del libro para aumentar los niveles de comprensión y conocimiento En las últimas décadas, Chile ha alcanzado logros notables en materia de educación en cuanto a cobertura; de hecho, ha conseguido el acceso de casi el total de su población a la educación primaria. Para muchos, estos resultado lo hacen

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posarse como un país ejemplo en materia escolar para el resto de Latinoamérica donde esta extensión escolar es aún inalcanzable. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (2003) comenta sobre estos logros nacionales: Chile ha logrado una cobertura casi universal en la educación primaria (97% en 2001) comparada con el 95% en 1990, y la cobertura en la educación secundaria aumentó sustancialmente desde 1990 (de 77 a 85% entre 1990 y 2001). La cobertura de la educación preescolar alcanzó a dos tercios de los niños de 4 y 5 años, mientras la educación terciaria alcanzó una cobertura de 28 % en 2001. Más aún, Chile se destaca por su baja tasa de repetición y de deserción comparado con el resto de América Latina. El promedio de años de escolaridad para la población trabajadora aumentó de 8 a más de 10 años entre 1990 y 2000149. A pesar de estos positivos avances, y lamentablemente para quienes se ufanan ante el resto de Latinoamérica debido a ellos, la educación en Chile aún tiene puntajes rojos. Si bien la cobertura es importante, la calidad lo es en igual medida, y estudios internacionales han arrojado adversos resultados sobre este último punto. “The Programme for International Student Assessment” (PISA) sobre destrezas lectoras del año 2009, ubica a Chile bajo el promedio, alcanzando apenas el lugar 44 entre 65 países150. De este estudio se desprende que el 20% de los estudiantes chilenos están bajo el nivel básico, es decir, no entienden lo que leen, y sólo el 1% es capaz de extraer información de un documento y luego aplicarla en otro contexto. Además, como Rementería (2009) lo señala, esta prueba da cuenta que por lo menos desde el 2001, año en que 149 OCDE. Estudios Económicos de la OCDE 2003 Chile. [Paris]: 2003. [Consulta: 27, febrero, 2011]. p. 130. Disponible en: 150 PISA 2009: Primera mirada a los resultados. Santiago de Chile: Educar Chile, 2010. [Consulta: 14, marzo, 2010]. Disponible en:

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Chile obtuvo el lugar 36 entre 41 países, no se ha avanzado en esta materia151. Reparando en estos bajos resultados sobre calidad educacional, los gobiernos chilenos han llevado a cabo diversas medidas para remontar estos datos. Una de las acciones sobre este ámbito que ha impulsado el gobierno actual de Sebastián Piñera, ha sido aumentar las horas de lenguaje en la educación escolar disminuyendo las de historia. En defensa del proyecto –que ya fue aprobado en la cámara de diputados sin mayores problemas- el MINEDUC (2010) por medio de su ex-mandamás Joaquín Lavín dió cuenta: “voy a aprender más Historia si primero tengo la base de saber leer bien y saber comprender bien lo que leo”152. Esta tesis evidencia la noción que considera a la lectura como una experiencia aislada de los contenidos que transmite. La lectura para mentes como la de Lavín es sobre todo una técnica que luego puede ser aplicada a contenidos como los que entrega el ramo de historia. Nada más lejos al pensamiento mistraliano, donde la lectura es ante todo una experiencia interconectada con realidades emotivas y lógicas. Por esto, mientras para Gabriela Mistral el fomento de la lectura está estrechamente ligada al libro, pues éste otorga el contexto discursivo y lingüístico necesario para hacer de esta actividad una vivencia y a su vez un hábito; para gobiernos como el actual es el texto escolar con sus respuestas pre-determinadas, sus ejercicios descontextualizados y sus repeticiones lo que fomenta el leer.

151 REMENTERÍA PIÑONES, Ariel. Políticas bibliotecarias: análisis y diagnóstico de las bibliotecas chilenas. Santiago de Chile: Universidad Bolivariana, 2008. p. 174. 152 MINEDUC defiende cambio curricular con menos Historia. La Nación. 19 de noviembre de 2010. [Consulta: 3, febrero, 2011]. Disponible en:

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Esta perspectiva técnica hacia el fomento lector que muestra el gobierno de Piñera, no es en lo absoluto aislada dentro de la historia de la educación chilena, por el contrario, ha sido una tendencia. De hecho la misma Gabriela se refiere a ello cuando critica, hace más de cincuenta años, la superioridad que tiene en Chile el texto escolar ante el libro. Superioridad que gobiernos como los de la Concertación también continuaron, tanto así que gracias a ellos el texto escolar se concretó como requisito básico y obligatorio para todo estudiante; así lo afirma Rementería (2008): “durante 1998 se adquirieron textos escolares para el 100% de los alumnos de 1º a 8º básico de las escuelas subvencionales. A su vez, se repartieron aproximadamente 422.000 textos de lenguaje y comunicación y otros 420.000 de matemáticas para el 100% de los alumnos de 1º y 2º medio de establecimientos subvencionados”153. Sin embargo, lo resultados están a la vista. A pesar del acceso de todos los estudiantes a textos escolares, la mayoría no logra aprender a leer. Es decir, saben unir palabras, pero no comprenden realmente lo que leen y no logran luego aplicarlo en otra circunstancia, apropiándose de su contenido. Por lo mismo, continuar con esta dirección técnica, no es lo indicado. Es preferible seguir una línea más mistraliana donde se fomente la lectura desde el libro, es decir, desde la experiencia emotiva y lógica ante un contenido desenvuelto dentro de un contexto discursivo y con matices lingüísticos. De hecho, asociaciones no gubernamentales proponen esta línea en la actualidad y, así como Mistral, consideran que el libro es el medio preciso para desarrollar una compenetración y apropiación del conocimiento para su posterior reutilización. La Fundación Chile 21 junto a la Asociación de Editores de Chile (2005) son unas de las organizaciones que proponen al libro como centro del sistema educacional, respaldándose 153

REMENTERÍA. Op. cit. p. 168.

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para esto en la valoración que existe de este medio en países desarrollados: El libro ha perdido entre nosotros [los chilenos] su valoración subjetiva como elemento central del proceso educativo y de desarrollo y socialización de las personas. Muchos incluso descartan su importancia y elucubran sobre su desaparición a la luz de los cambios tecnológicos, desechando de un plumazo la experiencia internacional que muestra la importancia creciente del mercado del libro en los países avanzados. Hoy, asociado a los cambios democráticos de la sociedad chilena, más que nunca debería reconocérsele un lugar privilegiado al libro y la lectura154. Actualmente existe una sobreabundancia de información. Gracias a Internet y al texto electrónico, el acceso a información es cada vez más fácil. Chile especialmente se ha convertido en las últimas décadas en un ávido consumidor de innovaciones y artefactos electrónicos. Subercaseaux (2000), teniendo en cuenta esta tendencia nacional hacia lo tecnológico, escribe: “se suele implicar que el libro resulta hoy día obsoleto, pues, los bancos de datos y los computadores tienen, como fuente de información, considerable mayor capacidad de almacenamiento y rapidez que el libro. El único problema es que este tipo de comparación descansa en una premisa que es –a nuestro juicio- enteramente errada. Aquella que presupone una equivalencia entre conocimiento e información”155. Siguiendo la discordancia que Mistral expresa hacia el texto escolar, Subercaseaux critica el texto electrónico y su vaciamiento de conocimiento, es decir, de la comprensión, compenetración, reconocimiento, de la autoconciencia que sí es posible adquirir desde el libro. 154 FUNDACIÓN CHILE 21, ASOCIACIÓN DE EDITORES DE CHILE. Una política de Estado para el libro y la lectura: Estrategia integral para el fomento de la lectura y el de la industria. Santiago de Chile: 2005. p. 53. 155

SUBERCASEAUX. Op. cit. p. 214.

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Por lo dicho, la propuesta de Gabriela Mistral que insta a la consideración del libro como medio fundamental para el desarrollo cultural, no sólo es aceptable actualmente a pesar del desborde de información tecnológica, sino que debido a este mismo desborde es, tal vez más que nunca, absolutamente vigente y necesaria. El libro es la diferencia que puede aportar conocimiento, autonomía, reflexión y conciencia dentro de una sociedad consumida por información desechable, impersonal y alienante. Y esto, considerando tanto el libro impreso como el electrónico; es el contenido del libro más allá del formato el que debe ser fomentado156. De aquí, la importancia de reaccionar ante las palabras de Mistral e introducir, sobretodo en países de tanto consumo tecnológico como Chile, la lectura del libro en las salas de clases. Tal vez por este camino se logre al fin una educación de la que los chilenos nos podamos ufanar.

5.2. Control estatal sobre la industria del libro en Chile: menos valor agregado y mayor valor simbólico Si bien la inclusión del libro en las sales de clases es fundamental para el desarrollo cultural esperado, no basta con ello. Así como también lo da cuenta Gabriela Mistral, la Fundación Chile 21 y la Asociación de Editores de Chile (2005) manifiestan que es necesario realizar una política estatal del libro y de la lectura desde la cual sean afectados los diversos actores involucrados en la producción y comercialización de este medio. De aquí la relevancia de considerar el control estatal hacia la 156 Si bien hoy en día se pone en jaque la continuidad del libro impreso debido a su posibilidad digital, autores como Subercaseaux (2000) consideran que ambos formatos tienen usos diversos y que por lo tanto es probable que coexistan: “La nueva materialidad electrónica que adquiere la escritura no significa el fin del libro o la muerte del lector. Supone sí una redistribución de roles en la economía de la escritura. Lo más probable, desde esta perspectiva, es que se dé una complementariedad, que sobreviva el libro impreso para ciertos usos y en otros la edición electrónica supere a los soportes tradicionales” SUBERCASEAUX. Op. cit. p. 211. La imponente industria actual del libro impreso en países como España o México reafirman esta tesis.

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industria del libro que ya lo proclamaba Gabriela en su época. Hoy, seguramente con más fuerza que en tiempos de la escritora debido al capitalismo de Estado cada vez más afiatado en Chile, la industria del libro está dominada por recios criterios neoliberales de competencia; tanto si el libro es impreso como si es digital. Las organizaciones nombradas dan cuenta del panorama actual de esta industria nacional: El libro no recibe un tratamiento especial como producto cultural, que merece atención, protección y fomento por ser un instrumento estratégico de difusión de la cultura y de transmisión y producción del conocimiento. Paga los mismos impuestos, las mismas tarifas y está sometido a la misma especulación de precios que otros productos. Su suerte está completamente entregada al mercado. [...] El libro en Chile no goza de ninguna exensión tributaria como las que benefician otras industrias o servicios (construcción o deporte, por ejemplo) ni tiene un trato preferencial para acceder a financiamiento ni se beneficia con ninguna “discriminación positiva”, como en los países que han optado por reconocerle su función estratégica157. Debido a esta desprotección estatal, la industria chilena del libro actualmente está en decadencia; no puede competir de igual a igual con productos como los diarios, las revistas y los DVD que tienen mayor publicidad y adhesión masiva, y que en su mayoría son más baratos. Fundación Chile 21 y la Asociación de Editores de Chile (2005) también dan cuenta de esta declinación: “la recuperación de la industria del libro iniciada en 1988 con el retorno a la democracia y con los mejores niveles de ingreso por persona que se alcanzaron paulatinamente durante la década del 90 se detuvo y retrocedió en todos sus aspectos a partir de 1997. La leve recuperación observada en 2000 y 2001 terminó en una caída adicional en 157 p. 36.

FUNDACIÓN CHILE 21, ASOCIACIÓN DE EDITORES DE CHILE. Op. cit.

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2003 y 2004”158. Entre los hechos principales que estas organizaciones nombran como factores de esta caída, se encuentran, por un lado, el alto precio al valor agregado del libro, y por otro, la ausencia de una política de compras significativa de libros chilenos por parte de las bibliotecas159. En cuanto al valor agregado del libro, en Chile no existe ninguna condolencia. Países latinoamericanos como Colombia, Brasil, Argentina y Uruguay han optado por una exención del IVA al libro y, aunque sin duda no es ésta la única razón, su industria es destacable y considerablemente más poderosa que la chilena. En otros países que como Chile han mantenido el IVA, han reinvertido los recursos ganados en el mismo sector del libro, provocando un aumento de la escala de producción y consumo que se convierte en precios accesibles para la mayoría de la población160. En Chile, nada. De aquí que el estudio realizado por la Fundación La Fuente y Adimark GFK (2010) arrojase que ocho de cada diez chilenos consideran que los libros son caros161. Es probable que una porción de estas mismas personas que critican el alto precio de los libros tienen dos pares de zapatillas de marca que le costaron alrededor del triple que lo que le valdría la mayoría de los libros (en promedio unos de 12.000 pesos); pero también es probable que exista una fracción que no, y para quienes realmente este precio sea inalcanzable y se considere privado de este producto. De todas formas, según Fundación Chile 21 y la Asociación de Editores de Chile (2005), es responsabilidad del Estado elevar el valor simbólico, y con ello el monetario, 158

Ibid. p. 17.

159

Ibid. p. 18.

160

Ver Ibid. p. 41.

161 FUNDACIÓN LA FUENTE, ADIMARK GFK. Chile y los libros 2010. Santiago de Chile: 2010. [Consulta: 24, febrero, 2011]. Disponible en:

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que sus ciudadanos le asignan al libro162.

5.3. Política de colecciones en bibliotecas públicas chilenas: mayor variedad y más cantidad de libros La ausencia de una política de compras significativa de libros chilenos por parte de las bibliotecas es otro factor que según las organizaciones citadas tiene relación directa con la caída actual de la industria nacional del libro. Las bibliotecas públicas, lejos de ser clientes seguros para esta industria, forman la mayor parte de sus colecciones mediante libros importados: “la actual política de compras de DIBAM redunda en que buena parte de su presupuesto se destina a libros importados, de modo que sólo una ínfima cantidad de lo publicado en Chile llega a las bibliotecas públicas. Muchas bibliotecas públicas chilenas no incluyen en sus colecciones las obras de grandes creadores de nuestro país, entre ellos de premios nacionales”163. Seguramente, un motivo para este actuar extranjerizante sea meramente económico y se enfoque en que la DIBAM prefiera libros importados debido a que su adquisición resulta más barata que la de los nacionales y su IVA incluido. Pero sin duda el motivo base que existe para esta actitud es la falta de una política que demande a las bibliotecas públicas nutrir sus colecciones con un importante porcentaje de libros nacionales. Ausencia estratégica que también se manifiesta en la poca variedad ideológica, temática y genérica de los libros adquiridos. Seguramente también por razones de ahorro, la DIBAM no sólo ha privilegiado la compra importada, sino que además se ha inclinado por temáticas folletinescas, de autoayuda y esoterismo. En este sentido la Fundación Chile 21 y la Asociación 162 p. 21.

FUNDACIÓN CHILE 21, ASOCIACIÓN DE EDITORES DE CHILE. Op. cit.

163

Ibid., p. 46.

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de Editores de Chile manifiestan: “las compras para el sistema de bibliotecas deben incorporar criterios destinados a incentivar la investigación, la creación y la transmisión de cultura, y no limitarse, como ocurre en general en la actualidad, a criterios clonados de la lógica de los best sellers”164. Esta necesidad de nutrición en las colecciones de las bibliotecas públicas es un punto también propuesto por Gabriela Mistral, y debido al aumento en la cantidad de habitantes en Chile, un tema cada vez más apremiante, y hoy, urgente resolverlo. De hecho, actualmente la mayoría de las bibliotecas no sólo cuentan con escasa variedad de libros, sino que su colección en sí es preocupantemente reducida. Rementería (2008) da cuenta de esta situación: Las colecciones de libros en cantidad son exiguas, en el año 1993, las bibliotecas que tienen más de 1 libro por habitante son 9 y pertenecen a 4 regiones diferentes. El resto de las bibliotecas tienen como promedio la miserable cifra de 0,3 de libro por habitante. El promedio nacional de libros de las bibliotecas públicas por habitante es 0,39. En el año 2001, la situación no varió mucho, el promedio nacional de libros por habitante fue de 0,42, un aumento imperceptible en la práctica. Los cambios que suceden son más específicos pues, en 25 bibliotecas de 9 regiones diferentes tienen uno o más libros por habitantes. El resto de las bibliotecas se mantienen en 0,3 libros por habitantes, igual que en 1993. En cuarenta años, a duras penas, se ha duplicado este indicador [...] Según se observa en esta investigación, el incremento de la cantidad de libros no es proporcional al incremento de la población. Por cada habitante nuevo, en las bibliotecas se agrega un 0,6 libro, por tanto, los índices reflejan tal hecho. Para haber mantenido las colecciones de libros se debieron adquirir por lo menos 1.768.034 libros y, por tanto, adquirir el doble para haber crecido, cifras al parecer insuperables con los exiguos presupuestos asignados hasta ahora para la adquisición de libros165. 164

Loc. cit.

165

REMENTERÍA. Op.cit. p.269.

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Según Rementería (2008), el presupuesto estatal destinado a la compra de libros ha sido, sobre todo en las últimas décadas, extremadamente exiguo. Continuando con una política anti-libros potenciada en el gobierno de Pinochet (1973-1990), donde “el mejor año de los 17 de dictadura, se compraron 1.200 libros”166, los gobiernos de la Concertación destinaron en promedio un presupuesto de menos de mil dólares para la compra de libros de cada biblioteca pública167. A esto se agrega el hecho que denuncian la Fundación Chile 21 y la Asociación de Editores de Chile (2005), en cuanto a que las colecciones de la mayoría de las bibliotecas públicas no se ampliaron ni actualizaron con nuevos libros168. Es decir, este presupuesto de menos de mil dólares fué dado sólo una vez y no anualmente. Situación que continúa en el gobierno actual de Sebastián Piñera; pues por más que se haya expresado en el Plan Nacional de Fomento de la Lectura (2011) que “actualmente, el presupuesto anual de compra de material bibliográfico para bibliotecas públicas es insuficiente. Por lo tanto, no cubren las necesidades lectoras de los usuarios”169, y por lo mismo se haya propuesto: “aumentar la compra de material bibliográfico para bibliotecas públicas y, así, ampliar la oferta a partir de la compra anual del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas”170; esta propuesta hasta el momento se ha quedado en la intención. Las bibliotecas públicas de nuestro país continúan abasteciendo sus colecciones, principalmente, por libros importados; y/o también, por unas cuentas copias de libros nacionales que la DIBAM recibe vía depósito legal, es 166

Ibid. p. 248.

167

Ibid. p. 269.

168 p. 73.

FUNDACIÓN CHILE 21, ASOCIACIÓN DE EDITORES DE CHILE. Op. cit.

169 CONSEJO Nacional de la Cultura y las Artes. Plan Nacional de Fomento de la Lectura: Lee Chile lee. 2011. [Consulta: 11, octubre, 2011]. Disponible en: www. cultura.gob.cl/wp-content/uploads/2011/10/planfomentolectura1.pd 170 Ibid.

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decir -importante aclararlo- que no son adquiridos mediante ningún tipo de presupuesto, y que son distribuidos, al igual que los importados, a todo Chile desde Santiago, pues aún no existen políticas regionales o locales de selección y/o adquisición de libro alguno. Con lo dicho, se hace urgente tener en consideración las palabras de Mistral y llevar a cabo una política de desarrollo de colecciones en bibliotecas públicas, por la cual se resguarde, primero, la heterogeneidad del material bibliográfico en cada una de ellas; segundo, la cantidad de este mismo dependiendo del número de habitantes que posee la localidad donde la biblioteca esté inserta; tercero, la renovación de la colección, ya sea por pérdida o deterioro; y cuarto, un presupuesto anual para cada unidad, mediante el cual éstas seleccionen y adquieran sus libros según sus propias necesidades lectoras, sin depender de lógicas centralista, como ocurre hasta ahora con la distribución bibliográfica que realiza la DIBAM desde Santiago.

5.4. Inversiones en el sistema de bibliotecas públicas en Chile: bibliotecas regionales y comunales, modulares y móviles, bibliotecas escolares A pesar de lo dicho, no se debe ignorar que han existido inversiones en el sistema de bibliotecas en estos últimos cincuenta años. Si no se ha destinado un presupuesto considerable para el desarrollo de colecciones, sí se han efectuado esfuerzos por invertir en la fundación de bibliotecas regionales y comunales, así como modulares, móviles y escolares. Con respecto a las bibliotecas regionales y comunales, su proceso expansivo comienza en 1963, según Rementería (2008), cuando el director de la Biblioteca Nacional de la época, Guillermo Feliú Cruz, constata la ausencia prácticamente total

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de bibliotecas públicas a lo largo del país171. Por iniciativa del mismo Feliú se crea entonces la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, primeras luces de un sistema de bibliotecas públicas a nivel nacional. Sin embargo, cuando definitivamente se lleva a la práctica este proyecto es desde 1967, al asumir Roque Esteban Scarpa como director de la Nacional. Citando a Martínez Baeza, Rementería (2008) escribe al respecto: “existían tres bibliotecas públicas en el país [antes de asumir Scarpa]: “La Severín”, de Valparaíso, la de Ancud y la de Castro, al término de su período dejo 54 funcionando”172. No deja de llamar la atención que este fomento a la biblioteca pública haya sido impulsado justamente por quien tuvo acceso privilegiado a los escritos prosísticos de Mistral173. No es infundado por lo mismo especular que el pensamiento de Mistral sobre la biblioteca y su propuesta de expansión hacia todas las zonas del país haya influenciado las gestiones de Scarpa; de hecho, como se dio cuenta en el capítulo tres, su antología Magisterio y niño contiene apartados donde la escritora se enfoca específicamente en este tema. Si hubiese sido así, se podría afirmar que Gabriela Mistral ya ha cumplido un papel histórico y de gran importancia en la Bibliotecología chilena. Bajo este supuesto, ella ha sido motor significativo para que desde Scarpa se continuara un proceso expansivo de bibliotecas públicas a nivel nacional que hoy en día permite que existan más de cuatrocientos veinte de estos centros de lectura a lo largo de las regiones y comunas de todo Chile. En línea con lo dicho, la propuesta mistraliana que insta a fundar bibliotecas públicas en cada localidad del país esta siendo llevada a cabo en el territorio chileno.

171

REMENTERÍA. Op. cit. p. 246.

172

Loc. cit.

173

Ver introducción.

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En cuanto a las bibliotecas modulares y móviles, quien promueve servicios de este tipo en Chile es el mismo Roque Esteban Scarpa. En palabras de Rementería (2008): “durante la dirección de Scarpa, en lo relacionado a las bibliotecas públicas, se puede destacar el funcionamiento de los bibliobuses y la construcción de 50 estanterías móviles provistas de 150 volúmenes aproximadamente, cada una, que circulaban en escuelas, juntas de vecinos, centros de madres y sindicatos, entre otros”174. Continuando entonces con lo planteado, Gabriela Mistral seguramente también influyó en Scarpa sobre estos servicios y, si es así, la propuesta mistraliana sobre la disposición de bibliotecas modulares y móviles en todas las zonas del país es un antecedente más del papel efectivo y clave que ya ha tenido Mistral en el fomento de la lectura en Chile. Desde Scarpa, los esfuerzos por promover el servicio de bibliotecas móviles y modulares a nivel nacional, aunque lejos de ser suficientes, han ido progresando por lo menos en la capital. Así, en la última década, bibliotecas públicas de comunas de Santiago han promovido su atención más allá del edificio que las acoge. Un ejemplo de esto es el Centro Bibliotecario de Puente Alto, el cual cuenta con Bibliobus, servicio móvil que cruza la comuna, y Bibliotren, biblioteca modular destinada a cubrir un barrio específico. A estos proyectos de nivel comunal se suma un programa menos localista que consiste en módulos de extensión bibliotecaria ubicados en algunas estaciones de Metro de Santiago. Este programa llamado Bibliometro, según DIBAM (2010), hoy en día cuenta con veinte módulos a lo largo de la red y con cincuenta mil socios activos que, bajo las estadísticas, aumentan año a año175. Por último, gracias a esfuerzos de personas y comunidades autogestionadas, y por fondos concursables del Consejo Nacional de la 174

REMENTERÍA, Op. cit. p. 247.

175

DIBAM, Op. cit.

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Cultura y las Artes, se han realizado proyectos de bibliotecas móviles en cárceles, ferias libres y hospitales; y a su vez, por iniciativa de privados existen servicios como la Biblioteca Viva, ubicada en centros comerciales del país. Como se puede apreciar, aunque prevalece en este tipo de servicios el centralismo que ha caracterizado la gestión bibliotecaria en Chile y que Gabriela Mistral tanto critica en sus escritos, este tipo de iniciativas no dejan de ser un gran aporte pues cubren a zonas marginadas culturalmente, como poblaciones de Puente Alto, y permiten la inserción del libro en actividades del diario vivir, por lo menos de la mayoría de los capitalinos, como es el transporte y el paseo por el mall. Como último punto sobre inversiones en bibliotecas públicas, desde 1999 se destinan recursos importantes para la incorporación de Centros de Recursos para el Aprendizaje (CRA) en la mayor cantidad de escuelas y colegios subvencionados a lo largo de Chile176. Los CRA pretenden fomentar la utilización de las bibliotecas escolares, las cuales hasta fines de los noventa funcionaban más bien como bodegas de libros. Así lo comenta Rementería (2008): “en el diagnóstico de las bibliotecas escolares, el estado en que se encontraban estas organizaciones en los primeros años de la década del 90, era deprimente […] Se confundió la biblioteca escolar a cargo de personal bibliotecario, que son la minoría, con aquellas colecciones a cargo de personas no calificadas para dirigir estas organizaciones, que

176 Es importante aclarar en este punto que si bien Gabriela Mistral no hace alusión explícita a la biblioteca escolar, ésta se encuentra indudablemente considerada dentro de su pensamiento sobre biblioteca pública. Sus referencias sobre el profesor-bibliotecario, sobre la marginación del academicismo de estos centros de lectura, dan cuenta de ello. Por otro lado, las bibliotecas escolares del sistema CRA son parte de liceos y colegios subvencionados, es decir, correspondientes a establecimientos con carácter estatal, y que por lo mismo se ven directamente afectadas por políticas públicas en materia educacional y cultural. De esta forma, el análisis de los CRA en relación a la concepción de Mistral sobre bibliotecas públicas es ciertamente factible.

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eran la mayoría dentro del conjunto simples bodegas”177.

5.5. Academicismo en bibliotecas escolares (CRA): marginación del libro y del bibliotecario como núcleos de su servicio Con una cobertura actual cercana al cien por cierto de los establecimientos, los CRA, según el MINEDUC (2011), tienen como principal función hoy en día “integrar efectivamente la biblioteca con el currículo escolar”178. De este modo, estos centros están regidos por un sistema de metas que el alumno debe cumplir, o como escribe Rementería (2008), “[por un] plan curricular definido como un laboratorio de aprendizaje basado en los ritmos y posibilidades personales de cada estudiante para lograr sus metas de aprendizaje”179. Así, si bien los CRA son productos de un cambio necesario que debían sufrir las bibliotecas escolares, su función, desde el punto de vista mistraliano, es errónea. La estrecha vinculación que los sume con el currículum no les permite ser un espacio de lectura libre, gozosa y a elección, sino más bien son una extensión del aletargado academicismo que generalmente se despliega desde las salas de clases. Este nuevo concepto de biblioteca escolar se enfoca más en ser apoyo de la materia dictada por el profesor que en el desarrollo personal y autónomo del mismo alumno, y por lo mismo, los CRA se desempeñan ante todo como unidades de información destinadas a ser proveedoras de datos. A razón la crítica de Rementería (2008): “la biblioteca escolar está al servicio de la información, [en cambio] nosotros entendemos que toda biblioteca ha de estar al servicio del ser humano, de la persona, del individuo y la información 177

REMENTERÍA, Op. cit., p. 180.

178 MINEDUC. Preguntas frecuentes. Bibliotecas escolares: CRA, 2011. [Consulta: 3, febrero, 2011]. Disponible en:

179

REMENTERÍA. Op. cit. p. 89.

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es un medio que ayuda a asistir al ser humano”180. Volviendo entonces a lo dicho anteriormente sobre el predominio de la información en el Chile actual, los CRA más bien replican esta tendencia y tienen por objetivo principal entregar material preclasificado. Los gobiernos de la Concertación, bajo la misma línea que favorecieron a los textos escolares, propagaron e instauraron un concepto de biblioteca escolar que no tiene como prioridad el desarrollo del conocimiento a través de la lectura del libro, y que, por lo mismo, no permite generar pensamiento crítico en el estudiante, ni tampoco autoconciencia, ni menos, un accionar que influya en el desarrollo cultural de la sociedad. Nuevamente son el libro y el conocimiento marginados, mientras la información es reafirmada como soberana de las políticas educacionales. De aquí, diría Mistral, sus mezquinos resultados. Esta marginación de la lectura del libro como misión principal de las bibliotecas escolares, se suma a la supresión del profesional bibliotecario como responsable del servicio entregado por estos centros. En palabras del Ministerio de Educación (2011): “el coordinador pedagógico del CRA debe ser docente, un educador profesional, cuya labor principal es la de promover y fortalecer los vínculos entre el CRA y las definiciones curriculares y pedagógicas de la escuela”181. Rementería (2008) explica que las razones de esta preferencia por los pedagogos tiene relación con la escasez de bibliotecarios y la necesidad de recurso humano estable: La Coordinación Ministerial se ha dado cuenta que tener un profesional bibliotecario en cada centro escolar es imposible, básicamente por la cantidad de bibliotecarios titulados por año [...] para estabilizar el recurso 180

Ibid., p. 184.

181

MINEDUC. Op. cit.

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humano en los CRA se ha visualizado la imagen del profesor-bibliotecario. Para llegar a formar este profesional se está pensando que, a medio plazo, los profesores deben tener acceso a programas de postítulo o de postgrados en bibliotecología182.

5.6. Promoción de las carreras de Bibliotecología en Chile: inclusión del libro y de las humanidades como bases para el desarrollo investigativo El gran aumento en estos últimos años de bibliotecas públicas, móviles, modulares y escolares no se condice con la cantidad de bibliotecarios graduados. Hoy en día son sólo cuatro universidades en todo Chile las que dictan la carrera de Bibliotecología: la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), la Universidad de Playa Ancha (UPLA), la Universidad Bolivariana de Chile (UB) y la Universidad Alberto Hurtado (UAH); sus egresados, aproximadamente unos veinte por generación desde cada una de ellas, no dan abasto a la demanda existente. Justificación válida entonces la de optar por pedagogos a la hora de seleccionar al coordinador de la biblioteca escolar, pero bajo la óptica mistraliana, con consecuencias adversas para el desarrollo cultural de los estudiantes. El profesor-bibliotecario para Gabriela Mistral -como se aprecia en el capítulo cuatro- sofoca de academicismo el espacio de la biblioteca y anula el desenvolvimiento libre de los usuarios con el conocimiento, específicamente, en cuanto al contacto autónomo y directo con el libro. Tesis mistraliana que no deja de ser visionaria respecto a la situación que actualmente se desprende del sistema CRA y su función meramente informacional sujeta a planes y metas curriculares. De esta forma, a pesar de que no dejan de ser importantes los avances realizados en estas últimas décadas en cuanto a la 182

REMENTERÍA, Op. cit. 192.

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propagación de bibliotecas públicas a lo largo de Chile, desde el pensamiento de Mistral falta aún lo principal. El hecho de que un considerable número de bibliotecas no cuente con un presupuesto para formar, renovar y aumentar sus colecciones de libro, y que otra importante cantidad, principalmente escolares, no posean personal bibliotecario, no les permite desplegar su carácter de bibliotecas en cuanto ejes del desarrollo cultural. Sin una colección varia, los usuarios no pueden acceder a lecturas que ellos gusten o necesiten, ni tampoco lograr un proceso intelectual por el cual formen un pensamiento amplio y crítico; lo cual es grave. Pero más delicado aún es no poseer personal bibliotecario; sin él la biblioteca deja de otorgar su servicio principal: ser un espacio de fomento a la lectura que guíe al usuario según su realidad particular y también lo invite al encuentro comunitario y gozoso alrededor del libro. Para Gabriela Mistral es el servicio del bibliotecario lo que da el carácter de biblioteca a un edificio o módulo; si éste no existe, todo centro, por mucha infraestructura de la que sean beneficiarias, es finalmente vano. Rementería (2008) concuerda con Mistral: “la biblioteca escolar [y la de cualquier tipo] requiere de una persona especializada, para nosotros tiene un nombre y una profesión: bibliotecario y bibliotecólogo, como se está usando de un tiempo en Chile, y sin bibliotecario no hay biblioteca”183. Para lograr el aumento de profesionales bibliotecarios en Chile, demandado tanto por Mistral como por investigadores contemporáneos de la línea de Rementería, es necesario el accionar de distintos actores sociales; entre ellos, el Estado y las escuelas de Bibliotecología. Partiendo por el Estado, éste debiese impulsar la ejecución de una política de recursos humanos en Bibliotecología, fomentando con fondos y proyectos a las actuales escuelas de esta profesión, sobre todo a las 183

Ibid, p. 182.

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que corresponden a universidades públicas: UTEM y UPLA. Las escuelas de Bibliotecología, por su parte, deberían realizar importantes acciones promocionales de la carrera. Dentro de ellas, el desarrollo de la investigación estudiantil es fundamental: por una parte, puede dar a conocer los avances, las problemáticas y las influencias culturales generadas desde la Bibliotecología; y por otra, es posible que otorgue prestigio a la carrera, patentando la calidad intelectual de quienes la componen. Adentrándose en este último punto, Gómez (2004) da cuenta de la necesidad de mayores cuestionamientos y propuestas sobre la profesión por parte de los estudiantes: “el gran desafío de las escuelas de Bibliotecología es desarrollar entre sus alumnos una actitud crítica y reflexiva, con capacidad de asombro sobre cuestiones bibliotecológicas. Deberían estar capacitados para buscar y encontrar respuestas a preguntas de interés para nuestra profesión”184. También expresa que esta falta de actitud crítica y reflexiva se ve reflejada en la “incipiente”, como él la llama, tasa de investigaciones a nivel bibliotecológico185. Rementería (2008) concuerda al respecto: “debemos considerar que el peso específico o carga horario del área de investigación, dentro de la malla curricular de las Escuelas de Bibliotecología del MERCOSUR, tiene asignada un 10%, el menor de todas las áreas. En suma, la actividad de investigación no está entre las prioridades de las Escuelas de Bibliotecología de la región”186. Desde la mirada mistraliana, uno de los motivos básicos al 184 GÓMEZ Fuentes, Héctor. La investigación y los proyectos de desarrollo bibliotecario en Chile. Santiago de Chile: UTEM, 2004, p. 11. [Consulta: 4, marzo, 2011]. Disponible en: 185

Loc. cit.

186

REMENTERÍA, Op. cit., p. 293.

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que se debe esta falta de cuestionamiento y propuestas por parte de los estudiantes de Bibliotecología, manifestada en su baja producción investigativa, es el aislamiento del libro dentro de las materias otorgadas. Así también lo da cuenta la Fundación Chile 21 y la Asociación de Editores de Chile (2005): “jóvenes universitarios formados sólo con fragmentos de libros, simples capítulos fotocopiados, y con una relación meramente funcional y utilitaria de la palabra escrita, difícilmente pueden sobrepasar el nivel de usuarios y reproductores de conocimiento, constituyéndose en profesionales incapaces de generar producción intelectual propia”187. El libro en Bibliotecología permitirá que el estudiante se relacione directamente con el conocimiento y produzca nuevas lecturas desde su perspectiva y contexto, lecturas que más tarde pueden ser proyectadas en investigaciones. A razón de lo anterior, la importancia de que las escuelas cuenten con buenas bibliotecas, no tanto en cuanto a infraestructura, sino en ofrecer, primero, servicios de un bibliotecario comprometido y capacitado en guiar y fomentar la lectura de sus usuarios; y segundo, en brindar una colección varia, que incluya libros de temáticas técnicas, científicas y, muy importante, humanistas188. Profundizando en esta importancia de 187

FUNDACIÓN CHILE 21, ASOCIACIÓN DE EDITORES DE CHILE. Op. cit. p. 28.

188 La Escuela de Bibliotecología de la UTEM, conciente de la necesidad de reforzar el sistema de bibliotecas, participó en agosto del 2006 en el “Plan de desarrollo del Sistema de Bibliotecas UTEM: 2006-2010”. En él, la directora de la Escuela, Carmen Pérez Ormeño, expuso: “El sistema de bibliotecas es el primer referente que tienen los estudiantes de Bibliotecología sobre las bibliotecas, en especial de la bibliotecas universitarias. Hasta el momento hay una percepción negativa de ellos sobre el SIBUTEM. Se espera que el SIBUTEM sea un taller de aplicación de la especialidad (lugar de práctica), y que sea un aporte específico para los seminarios de investigación, los trabajos de titulación y la práctica profesional”. PÉREZ Ormeño, Carmen. Proyección de las relaciones entre la Escuela de Bibliotecología y el Sistema de Bibliotecas UTEM. En: Plan de desarrollo Sistema de Bibliotecas UTEM: 20062010, 17, 21 y 23 agosto, 2006. Santiago de Chile: Dirección de Bibliotecas UTEM. p. 7. [Consulta: 10, marzo, 2011].Disponible en:

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contenidos humanistas, para Mistral las humanidades son la plataforma que impulsa el pensamiento científico o metodológico. Sin la inclusión de historia, literatura, filosofía en las colecciones de sus bibliotecas y en los ramos que las escuelas de Bibliotecología imparten, los estudiantes continuarán repitiendo y especializándose en un saber meramente técnico y no impulsarán el “Espíritu” -como la escritora lo llama- que les permita tomar conciencia de sus problemáticas sociales e interesarse, finalmente, por expresar sus cuestionamientos y propuestas en investigaciones. Bajo Mistral, el acceso y la promoción del libro, sumado al impulso que otorgan las humanidades, permitirá que el bibliotecario, primero, sea una persona culta, amante de los libros y del conocimiento, requisito indispensables en su labor de guía y fomentador de lecturas; y segundo, desarrolle una actitud crítica y reflexiva, necesaria para involucrarse en faenas investigativas. La inclusión de estos aspectos en las carreras de Bibliotecología permitirá, desde esta perspectiva mistralina, formar a profesionales que logren una autoconciencia y reconozcan el lugar social que les corresponde como principales responsables del fomento lector, y por lo mismo, del desarrollo cultural en Latinoamérica. Si lo logran, seguramente ellos mismos serán promotores de la profesión; la Bibliotecología entonces podrá crecer, ser valorada en cuanto a su primordial rol cultural y no tendrá que ser desplazada tan fácilmente, como hasta ahora lo es en Chile, por políticas educacionales y culturales que, lejos de potenciar la reflexión y el desenvolvimiento cultural, continúan un modelo de subdesarrollo.

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5.7. Epílogo del capítulo El pensamiento de Gabriela Mistral sobre el libro y la biblioteca tiene carácter visionario, o bien, es un discurso construido en conciencia con el acontecer histórico. Constituido hace más de cincuenta años, este pensamiento no sólo puede que funcione en el presente, sino que debido a las circunstancias actuales sus propuestas son ciertamente vigentes. Así es como, en cuanto a la primera proposición mistraliana, las sociedades latinoamericanas deben considerar al libro como medio fundamental para el desarrollo cultural, lejos de estar obsoleta debido a los avances y al consumo tecnológico de los chilenos, es a causa de este mismo avance y consumo que esta propuesta es hondamente necesaria llevarla a cabo en la actualidad. En una sociedad como la chilena, absorbida progresivamente por la información, la adquisición de conocimiento es inaplazable, y para ello el aumento de la valoración social sobre el libro es un requisito básico. De aquí la importancia de insertar este medio en las salas de clases chilenas, desvinculando la estrecha relación en la que se han sumido los profesores con el texto escolar y su saber meramente técnico. Con respecto a la segunda propuesta recalcada, los gobiernos han de garantizar el acceso a libros a bajo costo y a libre elección, ésta continúa esperando ser ejecutada en cuanto al control estatal de la industria del libro. La demanda por una atención especial al libro dentro de los otros productos no sólo proviene desde el pensamiento mistraliano, sino que es una queja de la mayor parte de la sociedad chilena, sobretodo de quienes consumen libros. Sólo apreciar las políticas pro-libros de países latinoamericanos permite dar cuenta que este punto es totalmente realizable si es que existe una voluntad política para ello. Por otra parte, es posible que una rebaja del IVA conlleve un círculo positivo donde se impulse a las bibliotecas públicas a

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adquirir libros nacionales y a su vez esto permita que la industria del libro se reactive. En cuanto a la proposición mistraliana enfocada en que el sistema de bibliotecas públicas debe cubrir todas las regiones y localidades del país, ésta ya ha sido llevada a cabo en cuanto a la extensión de bibliotecas regionales y comunales, así como escolares a lo largo de Chile; y seguramente continuará su desarrollo por medio de fondos públicos y privados que financien proyectos modulares y móviles. Si se considera que Mistral fue influencia de Scarpa en cuanto al impulso que él le otorgó a estos tipos de bibliotecas, existirían entonces antecedentes concretos de que el pensamiento mistraliano está asentado bajo supuestos reales y prácticos, y que está lejos de conformarse por medio de meras quimeras. Respecto a la cuarta propuesta, las bibliotecas deben contar con colecciones nutridas y varias, si bien actualmente se está consiente desde el Gobierno de la necesidad de aumentar el presupuesto para adquisición de colecciones, falta llevar a cabo una política donde se dé certeza de su heterogeneidad, tanto temática, como genérica e ideológica; de su cantidad; de su renovación; y de la inclusión de un presupuesto anual de colecciones para cada unidad. Queda la esperanza de que como la mayor parte de las bibliotecas públicas están construidas a nivel país, los fondos futuros de fomento bibliotecario comiencen en importante proporción a estar dirigido hacia esta problemática bibliográfica. Referente a que las bibliotecas deben estar a cargo de un bibliotecario, esta proposición no ha sido ejecutada en su totalidad. La extensión de bibliotecas públicas en sus diversos tipos ha creado una demanda de bibliotecarios inabarcable para la escasa cantidad de profesionales que se reciben de Bibliotecología. Esto ha potenciado la inserción en las bibliotecas, sobre todo esco-

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lares, del profesor y de su academicismo basado en resultados y metas. De aquí que hoy en día el escolar no tenga un impulso hacia la lectura del libro desde sus liceos o colegios -ni desde la sala de clases ni desde la biblioteca- y que por lo mismo no sepa comprender ni aplicar lo que lee; los bajos resultados en estudios internacionales como PISA lo comprueban. Debido a lo anterior, la importancia de promover la carrera de Bibliotecología para que su recurso humano aumente, se potencie, y no sea abatido por estrategias pedagógicas. En pos de este impulso, el desarrollo de la investigación estudiantil es fundamental, es índice de calidad de una institución y permite una mayor valoración social de la profesión189. Hoy en día esta motivación investigativa es escasa en el estudiante bibliotecario, el aislamiento del libro y de las humanidades de sus estudios tendría que ver con ello. Por lo mismo, la sexta propuesta destacada, las carreras universitarias han de reivindicar el área humanista debiese ser una realidad en Bibliotecología. Ella conducirá a la adquisición de fondos, prestigio y de mayores estudiantes dispuestos a trabajar por zonas marginadas culturalmente, para que las comunidades que ya poseen un edificio de biblioteca puedan gozar también de su servicio.

189 Ver RANKING 2010: Las mejores universidades de Chile. América Economía, 2011. [Consulta: 1, marzo, 2011]. Disponible en:

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Conclusiones

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Luego de lo expuesto, es posible aseverar que la formación, o más precisamente, autoformación intelectual de Gabriela a través de sus varias lecturas es clave para el desarrollo del pensamiento mistraliano sobre el libro y la lectura. La escritora proyecta su experiencia con el libro, como el medio por excelencia de su propio desarrollo cultural, para la construcción de su visión al respecto. En este sentido, sus lecturas le permitieron conformar conocimiento y ser crítica ante discursos de su tiempo, como los construidos desde los ilustrados, desde las feministas, desde las clases con poder económico o desde el círculo intelectual que ella rondaba. Estas lecturas le consintieron, en definitiva, converger su oriunda y marginada experiencia rural con diversas ideologías, para finalmente desarrollar un pensamiento crítico que propone y construye nuevos planteamientos y lecturas, y que abarca diversas aristas sociales de las materias tratadas, desde culturales hasta económicas.

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Dentro de las proposiciones que contiene el pensamiento de Gabriela Mistral tratado, destaca, primeramente, la enfocada en que las sociedades latinoamericanas deben considerar al libro como medio fundamental para su desarrollo cultural. En Mistral, el libro es el material que otorga memoria a una comunidad y permite un proceso formativo desde las realidades de cada persona mediante la apropiación de su contenido a través de la lectura. Posibilita, por lo mismo, la participación de las bases en el desarrollo cultural, contrarrestando la tendencia histórica donde este desenvolvimiento ha sido más bien impuesto desde las capas hegemónicas a través del sistema educacional. En este sentido, Gabriela propone insertar preponderantemente la lectura del libro dentro las salas de clases, contrarrestando de esta forma los métodos formativos insípidos y alienantes que sólo permiten la repetición de un discurso preestablecido desde las jerarquías. Esta propuesta es ciertamente necesaria aplicarla en una sociedad como la del Chile actual, donde el consumo de información, de datos pre-clasificados, ha marginado a la adquisición de conocimiento, de pensamiento creativo y crítico. Por lo mismo, la importancia de insertar y valorar al libro como un medio fundamental en el sistema educacional chileno; destronando con esto al texto escolar y su metodología de enseñanza inclinada hacia lo irreflexivo y automático. Sumado a lo dicho, desde la perspectiva mistraliana, los gobiernos han de garantizar el acceso a libros a bajo costo y a libre elección para que todas las personas, no importando condición social ni dónde se encuentren, tengan el mayor acceso posible al material que gusten o necesiten. A razón, debiese existir un control estatal importante hacia la industria del libro, no permitiendo que ésta funcione exclusivamente bajo criterios de mercado. El libro para Mistral no puede ser sólo una mercancía o un objeto de lujo, sino un patrimonio social y un recurso básico que

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toda persona tiene derecho a acceder. Postura mistralina que actualmente comparte un sector importante de la sociedad chilena y que pone en debate la voluntad política que existe hacia estrategias pro-libros, como la rebaja del IVA o la utilización de los recursos recaudados a través de este impuesto en proyectos que impulsen a la industria del libro nacional; como sí es posible apreciar en otros países latinoamericanos. En línea con la propuesta anterior, desde Mistral el sistema de bibliotecas públicas debe cubrir todas las regiones y localidades del país, para de esta forma posibilitar el acceso gratuito a libros por parte de todas las comunidades. La implementación de bibliotecas móviles y modulares, adaptables a las actividades y a los tiempos libres o improductivos del diario vivir, es una propuesta mistraliana que se enfoca precisamente hacia esta extensión del servicio bibliotecario. En Chile este planteamiento se puede considerar llevado a cabo. Si bien aún falta extender el servicio de bibliotecas modulares y móviles, la cobertura a nivel nacional de bibliotecas públicas regionales y comunales, así como escolares, es una evidencia de aquello. A modo de sugerencia, interesante sería investigar en otra ocasión la vinculación existente entre el trabajo de Scarpa, como promotor de este tipo de bibliotecas, con sus lecturas mistralianas sobre el tema, para de esta forma comprobar si Gabriela fue influencia real en la labor realizada por el ex-director de la Biblioteca Nacional, y en consecuencia, si ya ha sido un motor importante para el desarrollo lector en Chile. Profundizando en las bibliotecas públicas, Gabriela Mistral propone que estos centros funcionen como ejes del desarrollo cultural, debido a ser espacios ideales para el fomento de la lectura. La posibilidad de acceso a libros vía libre elección que implica este servicio les otorga ese carácter. Las bibliotecas, de esta forma, lejos de engranarse con los criterios del sistema escolar y seguir pautas curriculares, deben tener como

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objetivo el servicio a las necesidades de conocimiento de sus usuarios. Por esta razón, las bibliotecas deben contar con colecciones nutridas y varias, para así responder positivamente a diversas solicitudes. La riqueza de libros en estos centros sirve, además, al fomento de pensamientos cultos, bastos en diversas áreas del conocimiento, y también críticos, generadores de discernimiento y raciocinio autónomos que forjen finalmente cultura. De ahí la importancia de generar voluntades políticas para que esta propuesta sea una realidad en Chile. Aumentar y normalizar el presupuesto para desarrollo de colecciones en bibliotecas públicas chilenas, además de establecer políticas desde las cuales estos establecimientos cuenten con libros chilenos y extranjeros de diversas temáticas, géneros e ideologías, son necesidades actuales que investigadores contemporáneos las confirman. Con todo, quien para Mistral es el actor principal, el motor de la biblioteca, más allá de la infraestructura y colecciones que ésta posea, es el bibliotecario. Este profesional es el guía que acompaña a sus usuarios en el camino del conocimiento, proponiendo lecturas según las características particulares de cada uno de ellos, menos o más complejas según las habilidades intelectuales que la persona tenga o vaya desarrollando. Además, el bibliotecario es quien fomenta el goce por la lectura, tanto en la atención personal con cada usuario, como de forma comunitaria, realizado lecturas abiertas a modo de espectáculos mediáticos que atraigan y diviertan a las personas. Por lo dicho, este profesional cumple un rol que se diferencia radicalmente al realizado tradicionalmente por el maestro. De aquí, la propuesta de Gabriela Mistral la cual demanda que las bibliotecas deben estar a cargo de un bibliotecario y no, como sobre todo se da en las bibliotecas escolares chilenas (CRA), por profesores que introducen su academicismo a este espacio de contacto libre y gozoso con el conocimiento. Mediante la ejecución de esta propuesta tal vez la calidad educacional en Chile au-

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mente; los estudiantes así asistirán a la biblioteca para leer según sus propias inquietudes e intereses y el bibliotecario fomentará en él la lectura, y por lo mismo, su comprensión crítica ante los diversos discursos que enfrenten. Como último punto propuesto, Mistral invita a los bibliotecarios a trabajar por zonas aisladas culturalmente, generando de esta forma el servicio que especialmente ellos están capacitados para realizar en centros que no tienen profesional que los atienda o que están dirigidos por maestros. Los insta a desligarse del exitismo y arribismo presente en las clases medias profesionales, y sacrificar dinero y comodidades en pos de la justicia social que genera su trabajo en comunidades marginales. Plantea, por lo mismo, que las carreras universitarias han de reivindicar el área humanista. Siguiendo a Andrés Bello, para Gabriela Mistral la lectura de literatura, filosofía, historia es base para el resto de las ciencias y saberes; las humanidades entregan la plataforma para generar el pensamiento reflexivo y crítico ante la sociedad, son el preparativo necesario para que el estudiante universitario geste autoconciencia sobre su devenir social. Por ello la importancia de incluirlas, junto con la lectura del libro, en la formación bibliotecológica, sobre todo teniendo en cuenta la misión social del bibliotecario como responsable del fomento lector, es decir, del desarrollo cultural desde las bases. Asimismo, desde el pensamiento mistraliano la inclusión de las humanidades en Bibliotecología sería un impulso para la investigación, y así, para la promoción de la carrera y su consecuente aumento de bibliotecarios que posibiliten cubrir con su servicio cada una de las bibliotecas de Chile. Sólo entonces, la importante inversión realizada en bibliotecas públicas podría considerarse como efectiva, pues estos establecimientos conllevarían su carácter de eje de desarrollo cultural en cuanto centros de fomento lector por medio del bibliotecario a cargo.

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Por último, el desarrollo de la investigación bibliotecológica, y de otras áreas del conocimiento, conduciría a develar voces silenciadas, sacarlas de su mutismo y olvido para trasladarlas hacia un discurso presente, que inquieta e impulsa a actuar. Tal vez se develen entonces otros pensamientos, que como el de Gabriela Mistral, posibiliten propuestas concretas al Chile del siglo XXI y a Latinoamérica en general, y que también permitan rescatar al hombre o a la mujer que existe tras un personaje público, en este caso, a la mujer intelectual, crítica y conciente del devenir histórico, escondida tras su tradicional y pasiva imagen de madre.

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Sean ustedes mi voz viva de muerta. GABRIELA MISTRAL (Alone, 1962)

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Gabriela Mistral: El libro y la lectura

“La figura de la poeta, Gabriela Mistral y su relación con la lectura como instrumento emancipador, va a constituirse en el centro del tramado que el libro se propone. Pero, la figura de Gabriela Mistral profusamente documentada y más aún visibilizada (acudiendo a valiosos registros fotográficos) se puede ver también una instancia para pensar el modo en que la República chilena, a partir del siglo XIX, valoró el libro como instancia fundamental para la construcción de la nación (…)

Nació en Santiago en 1982. Es titulada de Letras con mención en Literatura Hispánica de la Universidad Católica de Chile en el año 2004, y egresada de Bibliotecología y Documentación de la Universidad Tecnológica Metropolitana en el 2011.

El libro y la lectura adquieren un espacio central. Porque desde el gesto y la gesta de Gabriela Mistral, este texto nos lleva al espacio del libro: la biblioteca como sede y como soporte. Y desde la biblioteca como práctica y patrimonio surge una figura central y señera a la vez: el bibliotecario como una función que conduce a la lectura, que pluraliza el libro y lo dota de realidad y de espesor (…) Pero el trabajo de Catalina Romero avanza más aún, se pregunta sobre la actualidad, busca los signos del siglo XXI en la lectura, examina las actuales bibliotecas, su número y su signo, se pregunta sobre la lectura y la comprensión en el interior de la sociedad chilena. En suma emprende un viaje desde la biografía individual a la cultura colectiva”.

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Gabriela Mistral: El Libro y la Lectura

Catalina Romero Buccicardi

Gabriela Mistral: El Libro y la Lectura Catalina Romero Buccicardi