Gabriela Mistral

GABRIELA MISTRAL: UNA DANZA ENTRE FANTASÍA Y REALIDAD El diccionario define danza como la actividad o movimiento de algo

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GABRIELA MISTRAL: UNA DANZA ENTRE FANTASÍA Y REALIDAD El diccionario define danza como la actividad o movimiento de algo o alguien que va de un lado a otro. (ref) Lejos de un realismo fotográfico o de una fantasía desaforada, Lucila Godoy, poetisa chilena bajo el seudónimo de Gabriela Mistral, bailaba fervientemente entre tristes retratos de su vida reflejados en versos y una creación literaria fantástica enmarañada entre sueños. Una triste mujer agobiada por sus pérdidas y una soñadora empedernida, ambas facetas de la autora se dibujan verso tras verso en sus poemas, de esta manera, la única mujer latinoamericana premio nobel, logra una danza en armonía de un lado al otro: de los aspectos reales de su vida a lo fantástico de sus sueños. En primer lugar, cabe destacar que no todas las obras de la autora tienen el mismo carácter; sin embargo, partiendo de su primer obra “Desolación” (1922) se demuestra el deseo de Gabriela por expresar sus vivencias y dar vida, con la pluma, a profundos y tristes recuerdos que habían marcado su existencia hasta entoncesi: «Dios me perdone este libro amargo y los hombres que sienten la vida como dulzura me lo perdonen también. / En estos cien poemas queda sangrado un pasado doloroso, en el cual la canción se ensangrentó para aliviarme». Para Gabriela, la vida no es sino la presencia de una profunda desolación que la acompaña constantemente, pero también reconoce que esta desolación no acompaña a todas las personas, también existen “…los hombres que sienten la vida como dulzura”; por su parte, ella alivia su amargura con la canción, con la rima, con el poema, éste es su escape y su remedio. La autora deja claro, desde su primer libro que la lírica es alternativa y fuga para su profunda tristeza. Lucila Godoy nace en Vicuña, en la Provincia de Elqui, Chile. que es, como lo demuestra el poema a continuación, una región montañosa. Estas montañas son para la autora el escenario de su niñez y un profundo recuerdo arraigado a su persona “En montañas me crié con tres docenas alzadas. Parece que nunca, nunca, aunque me escuche la marcha, las perdí, ni cuando es día ni cuando es noche estrellada” (ref.)

Fácil es encontrar en sus poemas la presencia de recuerdos de infancia, muchos de ellos de su pueblo natal, de su familia y de sus actividades de infante. Su lugar de crianza, por ejemplo, es algo que la autora nunca pierde, es algo que nunca olvida. Por otra parte, la figura materna es otro elemento de su infancia que perdura y prevalece en su lírica, según Gabriela su madre siempre tenía razón.

—Pero si no es más que pasto, mama. ¿Por qué la acaricias? —Le oí decir a mi madre que la quería y plantaba y la bebía en tisana,

le oí decir que alivia el corazón, y eran ciertas las cosas que ella nos contaba. En este diálogo con su niño, la madre recuerda y aplica los consejos de su progenitora, la albahaca si es valiosa, no es tan solo pasto, y efectivamente la cosas que ella (la abuela del niño) decía, eran certeras. La huerta es también un lugar común en las diversas zonas rurales en que crece Gabriela Mistral(ref). y la sabiduría heredada es un aspecto de infante que no deja pasar inadvertido. —Chiquito, yo fui huertera. Este amor me dio la mama. Nos íbamos por el campo por frutas o hierbas que sanan. Yo le preguntaba andando por árboles y por matas y ella se los conocía con virtudes y con mañas. Lo aprendido en el hogar y el amor por la naturaleza, son aspectos que Lucila atesora, defiende y relata. Adicionalmente, un aspecto de la realidad expresado en los versos de la autora es su paso a la madurez y los lugares en que vivió dicho proceso. Tras el abandono de su padre mientras vivían en La unión, pueblo conocido hoy como Pisco, la madre de Gabriela decide trasladarse a Montegrande, aldea en que viven con la hermana mayor de Gabriela y profesora, Emelina Molina. Ya no duermo bajo árbol que tenga cuco en las ramas, ni al sol ni a la luna juegan conmigo las que jugaban (…) Pero donde es Montegrande nunca se rompió la danza ni el cuco falló a la cita en higuerales ni chacras, ¡ni a mí me faltó al dormir el cuco de mis infancias! Gabriela confiesa: “/Ya no duermo bajo árbol/que tenga cuco en las ramas/” ya su vida de niña en Montegrande solo hace parte de su pasado de juegos y danzas. En su momento no faltaron, pero al escribir el poema ya todo eran solo recuerdos. La autora ya había madurado. Lucila también hace hincapié en lo real de los paisajes. En sus colores, su olor, en sus frutos, en las gentes que hacen parte de él y en las sensaciones que produce.

El valle central está, como los mostos ardiendo de pomar, de duraznales y brazos de cosecheros a trabazones de olores, coloración y fermentos. (ref) La autora refleja de manera auténtica lo que ve, lo que hace parte del paisaje que le rodea, lo retrata con bellas palabras, pero sin deformarlo. Otro ejemplo de esto, son los diversos poemas que hablan del “valle”, como en “Valle de Chile” la autora describe: Él da niveles a la palma, funde su damasco denso y le inventa doce tribus al canon del duraznero y al manzanar aureola de un poder de aroma lento. Y las pardas uvas vuelve

lapislázuli, oros viejos,

tú, larga Gea chilena (…)

Los árboles y los frutos son protagonistas en la producción literaria y el valle es escenario perfecto donde todos actúan en armonía. Por su parte, el paisaje urbano también hace parte del panorama, las diversas ocupaciones y el trabajo cotidiano dibujan un esquema de lo real, que ha hecho parte importante de la vida de la escritora. La ciudad de amansaderas, curtidores y alfareros, tiene tendones heridos(ref.) Los campesinos son algunos de los personajes incluidos en dicho esquema. Todavía, todavía esta queja doy al viento: los que siembran, los que riegan, los que hacen podas e injertos, los que cortan y cargan debajo de un sol de fuego la sandía, seno rosa, el melón que huele a cielo (…)

En 1901 La autora y su familia se desplazan a Coquimbo, ciudad portuaria. (ref.) Allí conoce el mar, de golpe, de repente, después de haber oído tanto de él y anhelar conocerlo. Entonces, lo reporta elocuentemente. -Mentaste, Gabriela, el Mar que no se aprende sin verlo y esto de no saber de él y oírmelo sólo en cuento, esto, mama, ya duraba no sé contar cuánto tiempo. Y así de golpe y porrazo, él, en brujo marrullero,

cuando ya ni hablábamos de él, apareció en loco suelto. (ref)

También describe sus sonidos. míralo sin dar palabra. Óyele él habla bajito, casi casi cuchicheo. Y lo personifica, junto con las sensaciones que le causa Dan ganas de palmotearlo braceando de aguas adentro y apenas abro mis brazos me escupe la ola en el pecho. Es porque el pícaro sabe que yo nunca fui costero. El paisaje marítimo, entre otros, es un claro retrato de realidad, realidad que Gabriela sabe expresar perfectamente con sus palabras, de igual manera, la autora también fantasea con ésta. Es allí donde Lucila comienza su danza, su vaivén, es entonces dónde se confunden realidad y fantasía, cuando el mar es un pícaro que escupe y cuando la chinchilla tiene nacionalidad. Escapó, mírala, mírala, ya se pierde en unas quilas. ¡Que no se la logre un pícaro! Es la chilena más linda. Para la mujer, los elementos más sencillos de su paisaje cobran vida, juegan con ella, tienen alma, por su parte su alma de poeta se eleva, fantasea, sueña y alcanza el nivel de fantasma, sus fantasías despiertan una y otra vez, antes estaba viva y ahora sólo sueña. -Ja, ja, ja. Yo soy fantasma, pero cuando era una viva, nunca me tuve la suerte de ser en rutas oída. La fantasmagórica alma de Gabriela vaga constantemente entre verso y verso,, y como ella misma lo hace saber, se pierde en el paisaje, ya no se reconoce, se figura humana es irreconocible, solo ve lo que su alma desea ver, lo que sus fantasías más profundas revlean.

y yo me pierdo lo que iba, apenas me alcanzo a ver, veo aguas y bestiecitas.

Hasta este punto ya no se reconoce qué es realidad y que es fantasía para Gabriela Mistral, por un lado, narra su infancia, su madurez y el paisaje que le rodea. Por otro, se le ve

atrapada en sueños e ilusiones, se le ve caminando con vivos y muertos, por un valle real, pero llevada de la mano por su propia fantasía. Tengo de llegar al Valle que su flor guarda el almendro y cría los higuerales que azulan higos extremos, para ambular a la tarde con mis vivos y mis muertos. Llegar al valle es aterrizar en lo real, a un paísaje real con elementos concretos: flores, almendros, higuerales e higos; pero su plan no se limita a disfrutar solamente del valle, Su plan es una caminata particular, una Gabriela fantástica se asoma en el siguiente verso, ambular por la tarde con vivos y muertos, esta es la idea de la autora para una tarde ideal y no es sufiente con que sean solo seres fantásticos es necesario que sean suyos “Mis vivos y muertos”tanto sus realidades como sus propias fantasías. La danza continua a lo largo del poema, que es claramente mezcla de ilusiones y realidades, los cerros, un aspecto real de su paisaje, se convierten en sus padrinos, en su familia, de nuevo personifica los elementos no animados que le rodean, los hace parte de si. Van a mirarme los cerros como padrinos tremendos, volviéndose en animales con ijares soñolientos, dando el vagido profundo que les oigo hasta durmiendo(...) Entonces aparece el sueño, en repetidas ocasiones los personajes de Gabriela duermen, ella, los niños, los ijares, todo hace parte de sus alucinaciones mientras descansa. Pero aparece la realidad de nuevo, Lucila está envejeciendo, es inevitable, es real, ya no es la misma pequeña que caminaba por la praderas, que duerme con el cuco, su infancia no puede regresar, si vuelve y la toma por sorpresa, sería imposible para ella revivirla, sus cabellos grises son la prueba fehaciente de ello. Y, si de pronto mi infancia vuelve, salta y me da al pecho, toda me doblo y me fundo y, como gavilla suelta, me recobro y me sujeto, porque ¿cómo la revivo con cabellos cenicientos?

El sueño es para Gabriela su momento máximo de fantasía, el punto es que aparecen todos sus fantasmas, es allí donde la ilusión se hace más nítida.

A pesar de que sus libros presentan diferentes contenidos, se mantiene un carácter anecdótico y casi autobiográfico como generalidad en todos ellos.

1.

i Según diversas fuentes, ligados a su tristeza se encuentran, el abandono de su padre, difíciles experiencias en la escuela y la pobreza que lleva a su familia trasladarse por diferentes pueblos chilenos buscando fortuna.