Finita Cenicienta

EL CUARTO Finita Cenicienta .1 .1 :1., DE LAS HADAS RASE una vez un rey y una reina que habian regentado D'AULNOY

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EL CUARTO

Finita Cenicienta

.1 .1 :1.,

DE LAS HADAS

RASE una vez un rey y una reina que habian regentado

D'AULNOY

MADAME

PR6LOGO CUENCA

LUIS ALBERTO D

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TRADUCCION

EMMA CALATAYUD

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rnuy mal sus asuntos. Los echaron de su reino. Vendie­ ron sus coronas para poder vivir, y luego sus trajes, su ropa blanca, sus encajes y todos los muebles uno tras otro. Los ropavejeros estaban hartos de tanto comprar, pues todos los dias les vendian algo nuevo. Cuando el fey y la reina se quedaron pobres del todo, el rey dijo a su mujer: -Estamos fuera de nuestro reino, no poseemos nada, asi que ten­ dremos que ganarnos la vid~ y la de nuestras hijas. Meditad un poco en que podemos hacer, pues hasta ahora yo solo he sabido el oficio de rey, que es muy grato.

La reina era muy lista; Ie pidio que Ie dejara ocho dias para re­ Uexionar sobre esto. A1 cabo de este tiempo, Ie dijo: -Senor, no debeis afligiros tanto: podeis bacer redes para cazar pajaros y pescar peces. Cuando las euerdecitas se gasten, yo hilare otras nuevas. En cuanto a nuestras tres hijas, sen uaas perfectas hol­ gazanas que se creen todavia unas grandes damas y se haeen las se­ noritas. Hay que Ilevarlas tan lejos, tan lejos, que no puedan regresar jamas, pues seria imposible que pudieramos seguir vistiendolas como a elIas les gusta. EI rey se ech6 a llorar cuando via que teoia que sepanirse de sus hijas. Era un buen padre, pero la reina era la que maodaba. Asi que ilio su acuerdo para cuanto ella queria. Le dijo: -Debeis levantaros manana temprano para lIevar a vuestras hijas .. adonde querais. . Mientras tramaban todo este asunto, la princesa Finita, que era la

Ediciones Siruela

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Madame d'Aulnoy

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mas pequefia de las hijas, estaba escuchando por el agujero de la cerradura y euando descubrio los proyeetos de sus padres, se encami­ n6 hacia una gruta muy grande, bastante alejada de su casa, donde vivia el hada Merlueincs que era su madrina. Finita habia cogido dos Ii bras de mantequilla fresca, huevos, leche y harina para hacerle un excelente pastel a Sll madrina, con cI fin de mOD '1~"'""

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to mas andaba, mas se cansaba. Desgasto toda la suela de sus zapatos y sus lindos piececitos estaban tan lIenos de araflazos que daban mu­ cha lastima; ya no podia mas. Se senlo en la hierba 110rando. Por alii paso un hermoso caballo espanol, ensillado y enjaezado por completo; habia en su manta mas diamantes de los que harian falta para comprar lres ciudades. En cuanto vio a la ptillcesa, se puso junto a ella a pastar suavemente; dobJando el eorvej6n, pareda ha­ eerie una reverencia. Inmediatamente, ella 10 cogio por ias riendas y !e dijo: -Genti! cabalJito, i,querrias lIevanne, por favor, a easa de mi ma­ drina? Me harias un gran servicio, pues estoy tan eansada que no. puedo mas, pero si tu me ayudas en esta ocasi6n, yo te dare buena avena y buen heno; tendra.s paja fresca para acostarte. EI caballo se agacho easi hasta eJ suelo ante ella y la joven Finita se subio encima de un saIto. EI caballo echo a correr con tanta lige­ Teza que parecia un pajaro. Se detuvo a la entrada de la gruta, como si hubiera sabido el camino de antcmano; bien es cieno que si 10 sabia, pues el hada Merlucines, adivinando que su ahijada ina a verla, Ie habia enviado aquel hermoso caballo. AI entrar en la gruta, Finita hizo tres reverencias a su madrina, Ie cogi6 el bajo del vestido y se 10 bes6; y Juego Ie dijo: -Buenos mas, madrina, i,como estais? Aqui traigo mantequilIa, leche, barina y huevos para haceros un buen pastel a la manera de nuestra comarea. -Sed bienvcnida, Flmta ----