Experimento de Hawthorne

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El experimento de Hawthorne en la compañía Western Electric Company por Elton Mayo En 1923, en una fábrica textil de Filadelfia que presentaba problemas en cuanto a los procesos productivos y de rotación, movimiento o despido del personal, los administradores de la fábrica presentaron sin éxito varios métodos de incentivar y motivar al personal, pero no lograron su propósito. Por ello, se le designo a Elton Mayo el deber de realizar un proyecto de investigación. Elton Mayo comenzó su experimento introduciendo un período de descanso de 15 minutos, dando a los trabajadores la libertad de escoger el momento que ellos quisieran para tomárselo. De la misma forma, contrató a una enfermera para que atendiese de forma directa a los trabajadores cuando sufrieran accidentes o molestias corporales, dándoles así asistencia inmediata. Dichas medidas mejoraron la motivación y dotó a los trabajadores de un alto espíritu de solidaridad, que tuvo como consecuencia una disminución de la rotación y un aumento de la producción. Como consecuencia de este experimento, en 1927, el Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos inició un experimento coordinado por Elton Mayo en una compañía de ingeniería eléctrica denominada Wester Electric Company, ubicada en Chicago, concretamente Hawthorne. El objetivo principal del experimento fue verificar y medir la relación existente entre el grado de intensidad luminosa y la eficiencia de los trabajadores en el proceso productivo. El experimento de Hawthorne se dividió en varias fases. Primera fase. En la primera fase del experimento se pretendía averiguar el efecto que producía la iluminación en el rendimiento, productividad y eficiencia de los trabajadores. Para ello se seleccionó a dos grupos de trabajadoras que realizaron la misma labor en idénticas condiciones pero en cuartos separados. El grupo A operó con una intensidad luminosa que variaba, mientras que el grupo B realizó su trabajo con una iluminación constante. El primer y único hecho evidente de esta fase del experimento fue encontrar distintas variables psicológicas difíciles de aislar, es decir, las trabajadoras reaccionaron a la luminosidad del habitáculo de acuerdo a sus propias ideas. Pensaban que cuando tenían la máxima iluminación debían de producir más, y por el contrario, si disminuían la luminosidad debían producir menos. Este fenómeno psicológico se pudo comprobar porque los investigadores hicieron creer a uno de los grupos de trabajadoras que cuando cambiaban las lámparas del habitáculo lo hacían por otras de intensidad luminosa más baja, pero en realidad la luminosidad era la misma. De modo que, al observar los efectos negativos obtenidos, los investigadores decidieron proyectar la investigación hacia la fatiga laboral. Segunda fase. En abril de 1927 se inició la segunda fase, proyectando la investigación hacia la fatiga laboral, introduciendo así cambios en los horarios y períodos de descanso. Para ello se separó a dos grupos de obreras dedicadas al montaje de relés telefónicos, con el fin de comparar el índice de producción de un grupo con el del otro. En el primer grupo, los experimentadores eligieron a dos mujeres como sujetos de prueba y les permitieron elegir a otras cuatro obreras para conformar el grupo experimental. Las seis mujeres trabajaron en un cuarto separadas del resto durante cinco años, donde sus condiciones de trabajo y productividad pudieran ser minuciosamente observadas. Cinco de ellas operaban ensamblando las partes de los relés telefónicos, que consistía en fijar 35 piezas pequeñas a una base para después asegurarla mediante cuatro tornillos. Esta operación se realizaba en menos de un minuto.

La sexta tenía la responsabilidad de ir colocando en cada puesto de las trabajadoras las piezas que necesitasen con el fin de mantener un trabajo continuo y eficiente. El grupo experimental tenía un supervisor común, al igual que el grupo de control, pero además contaba con un observador que permanecía en la sala constantemente, ordenaba el trabajo y se encargaba de mantener el espíritu de cooperación de las trabajadoras. A medida que se hacía más complejo el experimento el observador contó con la colaboración de algunos asistentes. A las trabajadoras que participaron en el experimento se les aclaró los objetivos de este: determinar el efecto de ciertos cambios en las condiciones de trabajo (período de descanso, refrigerios, reducción en el horario de trabajo, etc). Además se sometían a su aprobación las modificaciones que fueran a introducirse y se les informaba sobre los resultados obtenidos. Se insistía en que trabajasen con normalidad y pusieran voluntad en el trabajo. Esta fase de la investigación se dividió en doce períodos. En el primer período se registró la producción de cada obrera de la empresa en su área original de servicio, sin que lo supiesen, y se estableció su capacidad productiva en condiciones normales de trabajo en 2,400 unidades como rendimiento semanal medio. En el segundo período se mantuvieron normales las condiciones y el horario de trabajo y se midió el ritmo de producción de las seis obreras aisladas. Este período duró cinco semanas y sirvió para verificar el efecto producido por el cambio del sitio de trabajo. El tercer período consistió en un cambio en la forma de remunerar el trabajo de las mujeres, de cobrar una cantidad por cada pieza hecha por el grupo, se constituyó que cada obrera debía cobrar de forma individual por cada pieza ensamblada, de forma que las trabajadoras ganaban en función de su esfuerzo individual. Este período duró ocho semanas y resultó aumentar mínimamente el rendimiento total de producción. En el cuarto período se dio a las obreras dos descansos de 5 minutos cada uno, el primero de ellos a las diez de la mañana y el segundo a las dos de la tarde. Período que duró cinco semanas y que acrecentó nuevamente el rendimiento de producción. En el quinto período del experimento se adoptó otra alternativa en cuanto a los descansos, sustituyendo las dos pausas de cinco minutos por dos descansos de diez minutos. Esta disposición se mantuvo durante cuatro semanas y como resultado supuso un aumento del rendimiento mayor que en los dos períodos anteriores. Durante el sexto período que duró cuatro semanas, se cambiaron los horarios de descanso y se introdujeron seis pausas de cinco minutos cada una. Las obreras no terminaron de adaptarse a las constantes interrupciones y se produjo una pequeña disminución del rendimiento, por lo que se descartó la opción de las seis pausas. En el séptimo período experimental se ofreció a las trabajadoras comida y refrigerio durante los dos descansos, lo que supuso que la primera pausa se alargase de diez a quien minutos comenzando a las nueve y media de la mañana con una comida principal, y el segundo descanso que se producía a las dos y media de la tarde se mantuviese en diez minutos de intervalo. Este nuevo sistema mantuvo el rendimiento de producción en su más alto nivel y así se mantuvo durante once semanas. Durante el octavo período, se mantuvieron constantes las condiciones a las que se había sometido al grupo experimental hasta el séptimo periodo y se añadió que las obreras debían dejar de trabajar media

hora antes de lo que era habitual, terminando a las cuatro y media de la tarde. Lo que generó un nuevo incremento del rendimiento diario y semanal durante seis semanas. El 10 de marzo de 1928, con el comienzo de noveno período, se retiraron las trabajadoras que figuraban como números uno y dos del proyecto desde que comenzó la investigación y fueron sustituidas por otras obreras que permanecerían en sus puestos hasta el final del experimento. Durante este período que duró cuatro semanas se disminuyó media hora más las horas de trabajo diarias lo que llevó a un pequeño descenso en el rendimiento diario y semanal. En el décimo período de la investigación las seis trabajadoras volvieron a las condiciones de trabajo del séptimo período, es decir, pausa de quince minutos por la mañana con desayuno y pausa de diez minutos por la tarde, trabajando hasta las cinco de la tarde. Estas condiciones se mantuvieron durante doce semanas y se consiguió mantener una producción mucho más alta que la de cualquier otro período anterior. El undécimo período, que coincidió con los meses de julio y agosto, consistió en la supresión del sábado como día laboral y eso supuso que el rendimiento diario siguiese creciendo. A pesar de ello, el aumento del rendimiento diario no compensó con la disminución del rendimiento productivo semanal. Durante el mes de septiembre de 1928 dio comienzo el duodécimo período de la investigación en donde, por mutuo acuerdo entre las trabajadoras y los encargados de llevar a cabo el experimento, se había decidido volver las condiciones originales de trabajo, lo que suponía suprimir los descansos, las comidas, y la disminución de horas de trabajo al día. Este período se mantuvo durante doce semanas y durante dicho tiempo se produjo una ascensión del rendimiento diario y semanal hasta alcanzar un punto mucho más alto que en cualquiera de los anteriores períodos. Después de esas doce semanas, en el décimotercer período, el grupo de trabajadoras volvió, tal y como habían pactado con los investigadores, a las condiciones del séptimo período. Con la diferencia de que mientras la empresa se encargaba de suministrar bebida u otro refrigerio en los tiempos de descanso, fueron las trabajadoras quienes comenzaron a llevar su propia comida. Estas nuevas condiciones de trabajo duraron treinta y una semanas y condujeron nuevamente al rendimiento diario y semanal más alto alcanzado a lo largo de la investigación. En el decimocuarto período de la investigación se repitieron las condiciones el undécimo período, volviendo a eliminar así el sábado como día de trabajo. Para concluir, en el decimoquinto período, que coincide con el tercer trienio de 1929, se reimplantaron las condiciones del decimotercer período y a partir de entonces se tomaron las condiciones del séptimo período como el modelo base establecido para el grupo experimental de trabajadoras. Las conclusiones del experimento de Hawthorne: A lo largo de todo el experimento, los investigadores fueron publicando de forma privada para la Western Electric Company informes de rendimiento sobre los progresos alcanzados, y a su misma vez, se realizó un programa de entrevistas a las obreras que participaron en la investigación. Algunas de las conclusiones extraídas de los informes son: -El grupo de trabajadoras que participó en el experimento se sintió mucho más satisfecho. -Las variaciones en el rendimiento se asocian más al tipo de jornada de trabajo que al número de días laborales a la semana. -La salud de las trabajadoras que operaron en la cámara de ensayo se mantuvo o incluso mejoró.

-Las nuevas condiciones inspiraron a las obreras un nuevo clima de trabajo que provocó un afán por ir cada mañana a trabajar. De todo esto, se concluyó que las obreras no tenían una idea clara acerca de la razón por la que producían más en las cámaras de ensayo, pero si que existía la impresión de que el mayor rendimiento iba relacionado con las condiciones de trabajo en la cámara de trabajo que eran más agradable, más libres y más felices. De la misma forma, se sacó la conclusión de que se dio un contínuo aumento del rendimiento, independientemente de los cambios realizados en cada uno de los períodos. De forma que, no fue posible atribuir el aumento del rendimiento a una causa concreta.