Estado de Bienestar

ESTADO DE BIENESTAR por Cerdá, Juan Manuel, CONICET ESTADO DE BIENESTAR El Estado de Bienestar (EB) consistió en un con

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ESTADO DE BIENESTAR por Cerdá, Juan Manuel, CONICET

ESTADO DE BIENESTAR El Estado de Bienestar (EB) consistió en un conjunto de instituciones públicas destinadas a elevar el nivel de vida de la fuerza de trabajo o de la población en general. Es un Estado en el cual el gobierno promovió beneficios sociales a través de la generación de recursos y de la distribución de bienes y servicios hacia los ciudadanos. Su objetivo era el de administrar las contradicciones entre la distribución asimétrica de los ingresos en el mercado y la distribución simétrica de valores políticos en el Estado social de derecho. Se pueden diferenciar dos esquemas alternativos de EB que estructuraron su construcción en los países desarrollados a finales del siglo XIX. Uno de ello, el seguro social, se limitaba a cubrir básicamente las necesidades del trabajador asalariado y financiado de forma tripartita: aportes de los asegurados, contribuciones de sus empleadores y, complementariamente, por el Estado. Así, este sistema estaba dirigido al asalariado más que al pobre, al hombre más que a la mujer y los niños, estos últimos principales beneficiarios del sistema asistencialista. El segundo modelo, el de la seguridad social, cubría a toda la población contra las contingencias sociales, independientemente de la actividad que realizaba o de su capacidad tributaria, ampliando así los derechos de ciudadanía. Las prestaciones se financiaban con diferentes recursos, incluyendo rentas generales. Este esquema suponía que el acceso al consumo de bienes y servicios socialmente prioritarios debería independizarse del aporte individual al sostenimiento del sistema. Desde esta perspectiva las políticas asistencialistas o de lucha contra la pobreza ocupaban un lugar marginal dentro del esquema general de las políticas sociales. En ambos modelos, la función del pago directo de los beneficios era la de mantener el ingreso en las fases de noempleo del ciclo de vida (niñez, maternidad, vejez), en situaciones de incapacidad y en períodos de desempleo. Existe cierto acuerdo en cuanto a que la creación del seguro social a través del gobierno marcó el inicio del EB. Éste representó una ruptura con las instituciones de beneficiencia en la cual la protección social era dada a las personas más necesitadas o “débiles”, característica central del modelo asistencialista decimonónico. La maduración de los procesos de industrialización y el surgimiento de los asalariados como fuerza social y política crearon las condiciones para el surgimiento del seguro social. En cierta medida, el EB surgió como una malla de contención ante los posibles procesos de disrupción social. Así, por iniciativa del canciller alemán Otto Von Bismarck, surgió en el último tercio del siglo XIX el seguro social en Alemania, fenómeno asociado al origen del EB. En sus primeros años de existencia, EB se abocó a lograr una redistribución en el interior del sector trabajador y el aseguramiento de un mínimo de ingreso. La protección de los trabajadores fue avanzando gradualmente, empezando por los grupos de mayor poder y recién en los años cuarenta del siglo XX puede hablarse de un desarrollo de la idea de igualdad social. El crecimiento del EB fue potenciado por una etapa del desarrollo económico, la keynesiana, que brindó las bases materiales para ello. Así las instituciones del EB y el Estado Keynesiano (EK) produjeron la etapa más exitosa de capitalismo tanto en materia de producción como en mejoras en las condiciones materiales de vida de la población. Por ello fue común asociarlas, sin embargo, no es correcto pensar que el EB sólo existió en la etapa keynesiana. Ambos modelos respondieron a lógicas diferentes, el EB a una democratización social, mientras que el EK surgió

para “suavizar” los ciclos de la economía capitalista. Entonces, se puede decir que mientras el EK fue un período en el desarrollo del capitalismo, el EB lo antecedió, creció fuertemente con él y pudo sobrevivir sin él. La Argentina fue pionera en América Latina (AL) en el desarrollo de las políticas sociales, desde las primeras décadas de este siglo. Esto se debió fundamentalmente a la confluencia de un temprano desarrollo de demandas sociales y un Estado relativamente moderno. Al igual que en el resto del mundo, las primeras acciones del Estado en la provisión y regulación de los sectores sociales fueron asistencialista y dirigidas a atender a los sectores carenciados. A pesar de ello, en algunas áreas los objetivos fueron más amplios como en el caso de la educación primaria o la salud. En el primer caso, ello se debió a la necesidad de integrar a los sectores inmigrantes y, en el segundo caso, se relacionó con el propósito de una provisión de alcance universal mínima, imitando los modelos desarrollados en Europa y, especialmente, en Inglaterra. Así, el desarrollo de sistemas con amplia cobertura en salud y educación permitió a la Argentina presentar un panorama social sin las deficiencias extremas del resto de América Latina. Por el contrario, las políticas que se dieron a partir de la década de 1930 en Brasil y de 1940 en Argentina se construyeron sobre los principios del seguro social bismarckiano, con derechos y obligaciones normados sobre la categoría de trabajador y no sobre la de ciudadano. Esto junto a la inexistencia de un seguro de desempleo, clave en la construcción del EB de los países centrales, impide hablar de un EB desarrollado en AL y nos limita a la idea de Estado Social (ES). Ello fue alimentado por la idea de que la economía se encontraba en un círculo virtuoso de crecimiento autosostenido, sin problemas de absorción de empleo y con aumento de salario, que suponía la universalización de la cobertura mediante la agregación de cuerpos autónomos de seguros sociales identificados con sindicatos o corporaciones profesionales específicas. Por otro lado, la ideología corporativista permeó la construcción del ES al menos de dos formas: (1) el traspaso del los fondos públicos a las organizaciones intermedias y (2) el privilegio en las políticas asistenciales hacia prácticas aisladas y focalizadas. El ES no se articuló sobre las políticas económicas keynesianas, ni por la competencia de partidos políticos, ni por las fuerzas de grupos sociales organizados a través de reivindicaciones de clase, sino sobre la base de un conjunto de políticas que fueron surgiendo de manera anárquica a partir de negociaciones entre los gobiernos de turno y los diferentes grupos corporativos. En las últimas décadas, y fuertemente influenciado de la doctrina neoliberal de los ‘80, el Estado fue abandonando las prestaciones básicas públicas y, rápidamente, ello se tradujo en un funcionamiento ineficiente de los servicios. En este sentido, el problema de AL no ha sido tanto la disminución del gasto social sino una paulatina desjerarquización del personal que presta los servicios y una carencia crónica de políticas públicas de largo plazo. En paralelo, los malos desempeños macroeconómicos de la región en las últimas dos décadas tuvieron como consecuencia un aumento sostenido del desempleo y de la pobreza. Ello produjo un desfasaje entre el aumento de las necesidades sociales y las bases del ES. La reestructuración económica y la flexibilización laboral se realizaron en el marco de una política social deficiente, desmantelada antes de que las ideas contra el EB llegaran a AL. Las reformas estructurales implementadas durante los ochenta y noventa modificaron los criterios y las prioridades de la política económica en general y de la política social en particular. Específicamente en el ámbito social las transformaciones se orientaron a la concentración por parte del Estado de las funciones de financiamiento, regulación y diseño de las políticas sociales, dejando al sector privado la función de la provisión. Asimismo, progresivamente, fueron adquiriendo mayor importancia los criterios de focalización y “eficiencia” en el uso de los recursos. Mientras que en los países desarrollados la crisis económica de mediados de los '70 y el cuestionamiento al EB se dieron con niveles de vida altos, con una redistribución de la riqueza más equitativa y con seguros de desempleos;

en AL el discurso noeliberal llegó antes de la instauración de un EB, sin que los efectos redistributivos hayan alcanzados niveles significativos y con indicadores sociales en niveles críticos. Lo que están en crisis en AL en la actualidad, no son los valores del ES sino los instrumentos del ES construido sobre las líneas generales de la política económica de la demanda efectiva y los postulados de los derechos sociales universales.

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