Espiritualidad Mariana

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Espiritualida d Mariana    

ESPIRITUALIDAD MARIANA El cristiano que busca las fuentes de su fe se encontrará en cualquier momento con la figura de María.  Este curso de espiritualidad mariana quiere propiciar un encuentro maduro con nuestra Madre y Hermana. Para que descubriendo la aventura del Espíritu de Dios en esta gran Mujer, su itinerario,

 2 experiencia e intercesión, ilumine, enriquezca el nuestro y nos conduzca a la cima del Monte Carmelo de la Perfección que es Cristo. Una de las notas características de la espiritualidad del Carmelo es la presencia de la Virgen María en nuestra vida. María en el Carmelo es modelo de oración y abnegación para el camino de la fe; modelo de entrega a la escucha y contemplación de la Palabra de Dios, siempre dócil a los impulsos del Espíritu y asociada al misterio pascual de Cristo por el amor, el dolor y el gozo. Estos rasgos evangélicos de María la convierten en el modelo acabado del espíritu de nuestra la Orden. Nuestra reflexión la desarrollaremos de la siguiente manera según podrás observan en el programa: Tras recordar los elementos de la Espiritualidad Cristiana y el lugar que ocupa en ella la presencia de María, nos introduciremos en examinar cómo la Virgen Madre vivió el Misterio de Cristo y como se convierte ella en prototipo de vida espiritual para todo seguidor de Jesucristo. Dados estos fundamentos teológicos de la mariología actual, nos adentraremos a disfrutar de la riqueza de la presencia de María en nuestro patrimonio carismático, a fin de asumir en nuestra identidad carmelitana el ejemplo, la hondura de vida, el amor coloquial, admiración y devoción a nuestra Madre y Hermana Mayor, “la Reina y Hermosura del Carmelo Teresiano”.

Unidades de Estudio: INTRODUCCION: Espiritualidad Cristiana y Espiritualidad Mariana PRIMERA UNIDAD: LA ESPIRITUALIDAD

DE

MARÍA

TEMA 1: La Persona de María en la Sagrada Escritura TEMA 2: La Persona de María en la Tradición de la Iglesia 2.1. La Vida Espiritual de la Inmaculada Virgen María 2.2. La Vida Espiritual de la Madre de Dios 2.3. La Vida Espiritual de la Siempre Virgen 2.4. La Vida Espiritual de la Creyente Asunta al Cielo SEGUNDA UNIDAD: LA PRESENCIA Y LA FUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN EN LA VIDA ESPIRITUAL DE TODO CRISTIANO

TEMA 3: La Virgen María cooperó a hacer posible nuestra vida espiritual 3.1. La Encarnación del Verbo 3.2. La Pasión, muerte, Resurrección y Ascensión de Cristo 3.3. El envío del Espíritu Santo en Pentecostés 3.4. La misión de la Iglesia TEMA 4: Nuestra respuesta a la presencia y la acción de La Virgen María en nuestra vida espiritual 5.1. El deber de dar una respuesta 5.2. El Culto y devoción a María TEMA 5: La Espiritualidad en las apariciones Marianas

 3 4.1. Criterios de discernimiento y orientaciones pastorales 4.2. Guadalupe, Fátima, Lourdes. TERCERA UNIDAD: LA ESPIRITUALIDAD MARIANA EN EL CARMELO TERESIANO TEMA 5: La Espiritualidad Marian en la Orden del Carmen 5.1 Los orígenes de nuestra devoción mariana 5.2. Herederos de una tradición espiritual viva TEMA 6: La espiritualidad mariana en la vida del Carmelo Teresiano 6.1 María es Madre 6.2 Es Nuestra Patrona “La Reina y Hermosura del Carmelo” 6.3 Es Nuestra Hermana 6.4 Es Modelo acabado de todo Carmelita Descalzo a) Virgen Purísima, modelo de Vida Consagrada en el Carmelo Teresiano b) Modelo de la Vida interior del Carmelita c) Modelo de Trabajo y apostolado TEMA 7: La espiritualidad mariana en Nuestro Santos Padres 7.1 Santa Teresa de Jesús y la Virgen María a) Devoción mariana y experiencia mística mariana b) María, modelo y madre de la vida espiritual. c) La Virgen María y el Carmelo 7.2 San Juan de la Cruz y la Virgen María TEMA 8: EL ESCAPULARIO DEL CARMEN 8.1 Orígenes del Escapulario 8.2 Un sacramental de la Iglesia y un signo sagrado 8.3 El hábito de María 8.4 El escapulario y el ofrecimiento 8.5 Un tesoro familiar TEMA 9: Liturgia Eucarística del 16 de Julio (Lecturas y Eucología)

TEMA 10: La V. del Carmen, inspiración en el arte y música sacra 10.1 Iconografía carmelitana 10.2 Los Himnos Latinos de la Tradición Cultural Carmelitana 10.3 La Virgen, fuente de inspiración hoy

INTRODUCCIÓN ¿Qué es la vida espiritual? ¿Qué se entiende por Espiritualidad Mariana? son estas dos preguntas!

¡Cuán vitales

 4 Dios, en Su infinito amor, ha llamado a todo ser humano a una altísima, inefable vocación: participar y gozar por toda la eternidad de en la intimidad de la vida de la Santísima Trinidad (visión veatífica). Nos ha creado a Su imagen y semejanza (Gn 1, 26-27) para hacernos hijos Suyos y compartir para siempre con nosotros Su eterna bienaventuranza en el cielo. San Pablo nos lo expresa maravillosamente en su Carta a los Efesios (cf. 1, 3-14) cuando nos recuerda que Dios: "nos escogió en Jesucristo antes de la fundación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia, a impulsos del amor, predestinándonos a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos agració en el Amado …". Hemos sido creados para glorificar a Dios en la tierra y gozar de la felicidad de glorificarlo eternamente en el cielo como hijos Suyos santos y bien amados. Y sin embargo, ¿cuántas personas están enteradas de la grandeza de la dignidad personal y de la vocación que Dios en Su infinita misericordia les ha concedido? "¡Oh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!", exclama San Juan de la Cruz, "¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas, y vuestras posesiones miserias. ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma, pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos, no viendo que, en tanto que buscáis grandezas y glorias, os quedáis miserables y bajos, de tantos bienes hechos ignorantes e indignos!". Muchísimos seres humanos pasan por esta vida entre angustias y dolores, apegados a miles de cosas de poca importancia, sin haber sabido nunca a qué grandeza habían sido llamados, o, si lo supieron, apenas despegando del suelo, sin remontarse a las alturas, ya sea porque no sabían cómo hacerlo, ya porque no se esforzaron lo suficiente. He aquí por qué es tan fundamental saber en qué consiste la vida espiritual y qué hemos de hacer concretamente para cultivarla, lo mismo que conocer la función esencial que la Virgen María ocupa en la vida espiritual de toda persona y cómo debemos responderle a ella, sin lo cual es imposible que esta vida se desarrolle y alcance sus cumbres más altas. Nos lo demuestra la experiencia de todos los Santos. Nuestra verdadera realización depende de conocer y practicar en serio el consejo de San Pablo: "Así, pues, si resucitasteis con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios; aspirad a las cosas de arriba, no a las que están sobre la tierra. Porque moristeis y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo se manifestare, que es vuestra vida, entonces también vosotros seréis con él manifestados en gloria" (Col.3, 1-4). I.

QUÉ ES

ESPIRITUALIDAD CRISTIANA:

La vida espiritual es en primer lugar vida en el Espíritu Santo. Como bien enseña el gran místico mexicano, el Siervo de Dios Mons. Luis María Martínez (+ 1956): "Si el hombre no tuviera que realizar mas que una obra de perfeccionamiento moral, adecuado a su naturaleza, bastaría la razón humana, destello de la luz de Dios, para dirigir la vida del espíritu; pero la obra que ha de realizarse en el hombre es divina... es la reproducción de Jesús, obra maestra de Dios, y para empresa tan alta es menester la dirección del Espíritu Santo. Sin esa dirección la santidad es imposible...". La vida espiritual es una vida sobrenatural, que trasciende la vida puramente natural. La podemos vivir solamente gracias a Dios, que en Su infinita misericordia, como un favor totalmente gratuito de Su amor, nos ha querido elevar a esta vida por medio de la gracia santificante que infunde

 5 en nuestra alma en el Bautismo. Así como Dios nos dotó de un organismo natural, que nos permite realizar acciones naturales, así también nos dotó de un organismo sobrenatural, que nos permite realizar acciones sobrenaturales y cuya existencia y funcionamiento es muy importante que conozcamos. Para poder comprender de qué se trata esta vida, debemos estudiar con atención todo lo que nos enseñan al respecto la Sagrada Escritura, los grandes maestros de la espiritualidad cristiana y la vida de los Santos. En efecto, para conocer la capacidad de una cosa, es necesario conocer el máximo desarrollo que ésta puede alcanzar. Las habilidades extraordinarias con que Dios dotó al cuerpo humano se demuestran en las proezas de los deportistas olímpicos. Los grandes artistas, literatos y científicos de la historia universal nos enseñan las maravillosas capacidades naturales del alma humana. La capacidad sobrenatural del alma nos la revelan los Santos. Ellos nos confirman que, efectivamente, existe una vida sobrenatural que todos estamos llamados a desarrollar, ¡y hasta que punto se puede desarrollar! Si somos flojos, nuestro cuerpo nunca será fuerte y ágil. Si somos perezosos, desconoceremos y desperdiciaremos todos los talentos naturales que Dios nos regaló. Si somos tibios, una vida que pudo haber sido preludio del cielo, la viviremos a ras del suelo, sin producir fruto para los demás, y arriesgando seriamente perder la corona de gloria que Dios nos tiene prometida. La vida espiritual se llama también vida de la gracia, porque sólo puede ser vivida merced a la gracia: en efecto, presupone el estado de gracia, y puede desarrollarse y alcanzar su plenitud solamente por medio de la gracia que actúa en nosotros, unida a nuestra respuesta humana. La gracia santificante, que recibimos en el Bautismo, es una participación en la vida íntima de Dios, que nos hace capaces de realizar operaciones divinas aquí en la tierra, y nos permitirá contemplar a Dios como Él se ve y amarlo como se ama Él en el cielo. Esta gracia es como una semilla, que debe crecer y desarrollarse a lo largo de toda nuestra vida. No basta estar en gracia como un niño recién bautizado. La vida espiritual supone una lucha diaria contra el pecado, y una constante aspiración a unirnos a Dios cada vez más íntimamente. Cuando la gracia es consumada e inamisible, se llama gloria. Por eso a la gracia se la llama "semilla de la gloria", porque no es solamente el principio y fundamento de esta vida, sino que es ya el germen de la vida eterna. La vida de la gracia es la vida eterna ya comenzada en la tierra (cf. Jn.3, 36; 5, 24.39; 6, 40.47.55). Es la misma vida divina y la misma caridad infusa, que está en germen en el niño bautizado, que va creciendo en el cristiano que toma en serio su vocación, y que se encuentra plenamente desarrollada en el Santo que está en el cielo. Sólo hay dos diferencias: a) que aquí conocemos a Dios, no con la claridad de la visión, sino en la oscuridad de la fe infusa, y que lo amamos, pero todavía podríamos perderlo por nuestros pecados. b) En el cielo, en cambio, lo contemplaremos tal cual es (cf. 1Jn.3, 2), y lo poseeremos de manera inamisible y eterna. El valor de la gracia es inapreciable. Santa Rosa de Lima (+ 1617) exclamaba con ardor: "¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar penas y aflicciones... en vez de aventuras, por conseguir el tesoro inestimable de la gracia". La vida espiritual es una vida interior, que sólo se puede vivir si cultivamos el silencio, el recogimiento y la oración. Si todo el tiempo estamos distraídos y afanados con mil preocupaciones mundanas, nunca podremos desarrollar nuestra relación íntima con Dios. Por otro lado, en la

 6 proporción en que desarrollemos nuestra vida interior, nuestros mismos actos exteriores serán mejores, más conformados a la Voluntad Divina y más eficaces para nuestros hermanos. Hoy más que nunca tenemos necesidad de reafirmar la importancia de la vida interior, pues vivimos en un mundo que se esfuerza como nunca antes en la historia por eliminar a Dios totalmente de todos los ámbitos de la vida. Pero Dios es nuestro Creador y nuestro último Fin, y prescindir de Él es una locura irracional que nos lleva al abismo. La raíz de todos los problemas se encuentra en el interior mismo de cada individuo, en su relación con Dios. Sin exagerar, podemos decir que de la vida interior de cada persona depende la paz personal, familiar, social, nacional y mundial. Todos los conflictos y guerras se inician en el corazón de cada hombre que en mayor o menor grado, por ignorancia, debilidad o rebeldía, rechaza a Dios, Su amor y Su Santa Voluntad, y pretende encontrar su felicidad en sí mismo y a su modo, a espaldas de Dios y del prójimo. Los problemas tan serios que agobian al mundo sólo se pueden resolver trayendo a Cristo al corazón de cada individuo, como bien lo han intuido a lo largo de la historia grandes figuras como San Ignacio de Loyola (+ 1556) y el Siervo de Dios Frank Duff, (+ 1980), por mencionar sólo dos. Se trata de conquistar el mundo palmo a palmo, alma a alma, para Cristo. Porque una persona bien evangelizada, puede llevar a muchas otras al Señor; en cambio, multitudes superficialmente entusiastas y pobremente instruidas en la fe, con poco o ningún conocimiento de lo que es la vida espiritual, sin llevarla a la práctica, pronto se volverán a perder. Como recuerda la Beata nicaragüense María Romero Meneses (+ 1977): "el que quiere aprender abogacía, tiene que estudiar leyes ... así nosotros, si queremos aprender a amar a Dios, debemos estudiar la Religión. No es el caso de decir: a mí me parece que esto es así; que aquello es asá ... La Religión es la ciencia de las creencias, la ciencia divina que nos lleva al conocimiento y al amor de Dios, y como cristianos tenemos la obligación de estudiarla para conservar encendida la vela de la fe, como hemos prometido en el santo Bautismo". La vida espiritual es una vida ascético-mística. O sea, es una vida que exige la lucha contra el pecado y la práctica de las virtudes (ascética), y que lleva a una docilidad cada vez más perfecta al Espíritu Santo, la contemplación infusa de los misterios de la fe, la unión con Dios que a ésta se sigue, y es a veces acompañada por gracias extraordinarias (mística). Se desarrolla a través de un proceso que la Tradición ha dividido en tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva. Al contrario de lo que a veces se piensa, la vida mística o vida de íntima unión con Dios y de gran perfección en la caridad no es una cosa propiamente extraordinaria, como las gracias “gratis dadas” (visiones, revelaciones, etc.), sino una cosa eminente dentro de la vía normal de la santidad. No está restringida a unos pocos privilegiados, sino que es parte del normal desarrollo de la vida espiritual de las personas que de verdad aspiran generosamente a la perfección y a la unión con Dios, y ponen todo de su parte para alcanzarlo. Recuerdo aquí un principio fundamental de la vida teologal que pone San Juan de la Cruz: nunca se empieza por la renuncia, sino por el amor (Cfr. 1 Subida 13,3 y 14,2). La vida espiritual es una vida de Camino de Perfección o santidad, que toma en serio el mandato de Jesús: "Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt.5, 48). Es una vida que pone como prioridad absoluta el amor: a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Jesús nos ha amado (cf. Mt.22, 37-40; Jn.13, 34; 15, 12). Atendiendo al llamado de la V Conferencia del CELAM al discipulado y la misión; podemos afirmar que la unión entre “la vida espiritual” y este llamado está muy clara en la vida y doctrina de los Santos. Citamos sólo dos ejemplos: San Maximiliano Kolbe (+ 1941), cuya vida entera fue una cadena

 7 maravillosa de actos heroicos de caridad para con el prójimo, coronados por el acto supremo de dar la vida por un desconocido, escribía en su reglamento personal de vida: "Debo ser santo, en el mayor grado posible... Dedícate por entero a ti mismo y así podrás darte por entero a los demás". Y el Beato Santiago Alberione (+ 1971), fundador de la Familia Paulina, enseñaba: "El apóstol debe ser santo para santificar; sabio para instruir; celoso para superar los obstáculos que se le presenten. El primer campo que el apóstol debe cultivar es su propia alma; su principal trabajo es su vida interior; la primera alma que debe salvar es la propia. El apóstol debe santificar su mente con una fe que sea cada vez más sabia y viva; debe santificar su voluntad con una docilidad cada vez más conformada a la voluntad de Dios; debe santificar su corazón unificando sus deseos, disposiciones y vida con el Corazón de Jesús; debe santificar su cuerpo para que todas sus energías se dediquen sólo a Dios. Y para lograr todo esto, el apóstol necesita a María”. “El que se santifica a sí mismo contribuye al bien de toda la Iglesia, inyectando sangre pura e inmaculada a su cuerpo... Es necesario, indispensable y obligatorio para todos; el que trabaja para su propia purificación y santificación trabaja para todos; cada deuda o defecto quitado hace a la Iglesia más perfecta y gloriosa; cada virtud adquirida le da un nuevo esplendor ante el Padre ....” II. EN QUÉ CONSISTE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA ¿En qué consiste esa vida espiritual a la cual hemos sido llamados todos por Dios? Podemos sintetizarlo en tres afirmaciones fundamentales: La vida espiritual es vida en el Espíritu Santo que habita en nosotros (Rom.8, 9); es caminar "no según la carne sino según el Espíritu" (Rom.8, 4; cf. 8, 5-10; Gal.5, 25; 6, 7-8). Por medio del Bautismo nos convertimos en templos vivos del Espíritu Santo (cf. 1Cor.3, 16-17; 6, 19; 2Cor.6, 16; Jn.14, 17; Ef.2, 21-22). ¡No contristemos al Espíritu de Dios! (cf. Ef.4, 30). Dejémonos iluminar y guiar a cada paso por este "dulce huésped de nuestras almas" con docilidad cada vez mayor (cf. Jn.16, 13-15; 1Cor.2, 6-16; 12, 8.10; Ef.1, 17; 1Jn.2, 27). El Espíritu Santo "derrama en nuestros corazones el amor de Dios" (cf. Rom.5, 5; Gal.5, 22); aboga por nosotros (Rom.8, 26-27); nos fortalece (He.1, 8; Ef.3, 16; 2Tim.1, 7); nos santifica (Rom.8, 4-13; 1Cor.6, 11; Gal.5, 16-25; 2Tes.2, 13); nos transforma en Cristo (2Cor.3, 18); Él "vivificará nuestros cuerpos mortales" (Rom.8, 11), en la vida y en la muerte conformándonos perfectamente a Cristo (cf. Gal.2, 20) (19). La vida espiritual a la cual hemos sido llamados es vida en Cristo (cf. Gal.2, 20; Fil.1, 21). Es vivir por Cristo, con Él, en Él y para Él. Es participar, por medio de la gracia, en lo que Cristo es por naturaleza: Dios, Hijo de Dios, Mediador, Redentor, Sumo Sacerdote, Profeta, Rey, Intercesor, Evangelizador, Luz del mundo. Es hacer lo que Él hace, haciendo nuestros Sus sentimientos (cf. Fil.2, 5; Mt.11, 29; Ef.4, 20-24; 5, 1; 1Pe.2, 21). Es adherirnos totalmente al Señor "para ser un espíritu con Él" (cf. 1Cor.6, 17; Rom.8, 9). Por medio del Bautismo nos volvemos miembros del Cuerpo de Cristo (Ef.1, 22-23), hijos en el Hijo, y coherederos con Él del reino de los cielos. Él quiere que seamos uno con Él (cf. Jn.17, 21-23; Jn.15, 1-6). ¡Vivamos de manera digna de nuestra Cabeza Divina! (cf. Col.1, 10; Ef.4, 15). Nuestra vocación consiste en conformarnos cada día más a Cristo, hasta alcanzar la plenitud de Su vida en la tierra (Ef.4, 13). Escondidos en Él (cf. Col.3, 3), ¡abracemos Su Cruz, suframos y muramos con Él, para poder resucitar con Él a la vida eterna!

 8 La vida espiritual es la vida que corresponde a los hijos del Padre celestial. En el Bautismo recibimos el don inefable de la gracia santificante, que nos hace verdaderos hijos de Dios, y las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo, que nos hacen capaces de vivir esta vida divina. Como hijos del Padre y con Su gracia, nuestra vida debe estar totalmente orientada hacia Él, tal como nos lo enseñó Jesucristo con Su ejemplo y Su palabra, amorosa y prontamente obedeciendo Su Divina Voluntad en todo, confiando plenamente en Su Divina Providencia, humildemente sirviendo Su eterno Plan de Salvación, amándolo a Él con todo nuestro ser y al prójimo como a nosotros mismos. En síntesis, todos estamos llamados a ser hijos de Dios, conformándonos totalmente a Jesucristo, por medio de una docilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo en nuestras almas. San Juan de la Cruz nos recuerda que la Virgen María “siempre se movió por el Espíritu de Santo”(3 S 2,10). III. QUE ES Y

EN QUÉ CONSISTE LA

ESPIRITUALIDAD MARIANA:

La Espiritualidad Cristiana es una sola. Es una vida sobrenatural vivida por todos en la Iglesia merced a la misma gracia divina, alimentada por la misma Sagrada Escritura y los mismos Sacramentos, con la misma finalidad: la gloria de Dios y la salvación propia y del prójimo. Sin embargo, es posible y legítimo hablar de diferentes "espiritualidades" dentro de esta única Espiritualidad Cristiana, las cuales han ido surgiendo a lo largo de la historia de la Iglesia como consecuencia de la extraordinaria riqueza de la vida que Cristo nos da y la multiplicidad de las gracias que el Espíritu Santo derrama sobre la Iglesia. La vida espiritual consiste en la "reproducción" de Cristo en nuestras almas. Pero al hacerlo, es posible acentuar más un aspecto u otro de Su vida, lo cual imprimirá un carácter especial y distintivo y dará lugar a lo que llamamos una "espiritualidad" determinada. Cada persona es libre de escoger aquella "espiritualidad" que esté más de acuerdo con su vocación en la vida. ¿Dónde colocamos la Espiritualidad Mariana? ¿Es una más entre estas "espiritualidades", como la benedictina o carmelitana? De ninguna manera. La Espiritualidad Mariana no está al mismo nivel que estas espiritualidades; no es sólo para algunas personas o para una escuela de espiritualidad en particular; no se trata de algo subjetivo: "me ayuda tener devoción a María", como me pueden ayudar la práctica de la Lectio divina o los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola (+1556). La Espiritualidad Mariana es parte integrante e indispensable de todas las diferentes "espiritualidades" cristianas, todas deben incluirla, porque "es un aspecto esencial de la Espiritualidad Cristiana". Al igual que la gracia es un aspecto fundamental de la vida espiritual, y no puede existir una espiritualidad que la enfatice más o se sirva más de ella, pues todos la necesitan por igual, así la Santísima Virgen es necesaria en la vida espiritual de todo cristiano. La Espiritualidad Mariana y la Espiritualidad Cristiana son inseparables, como María es inseparable de Cristo. La Espiritualidad Mariana no está en paralelo o en competencia con la Espiritualidad Cristiana, sino que es un elemento intrínseco, indispensable, de la misma. Es garantía de toda auténtica espiritualidad cristiana. Pertenece a toda la Iglesia, y siempre ha sido una constante de su historia. La relación con la Madre, que el Hijo de Dios se escogió para sí mismo y para nosotros, es parte integrante del ser cristiano. No hay vida espiritual en cuyo desarrollo no intervenga la Madre de Cristo y Madre nuestra.

 9 El motivo es muy claro: el lugar único que la Virgen María ocupa en la Economía Divina de la Salvación, lo cual a su vez hace que le corresponda un lugar indispensable y prominente en la Liturgia, que celebra y conmemora el Evento Cristo, y en la vida de la Iglesia y de todo cristiano. Pero ¿Qué comprendemos por Espiritualidad Mariana? Podemos verlo desde dos puntos de vista: el de la Virgen María como persona, y el de la Santísima Virgen en su relación con nosotros. a) Desde el punto de vista de la Santísima Virgen como persona: Espiritualidad Mariana es la forma concreta como María de Nazaret vivió la Espiritualidad Cristiana; es la espiritualidad de María. María es la primera cristiana: en ella se cumplen de primero, y de forma totalmente perfecta, todas las características de la Espiritualidad Cristiana. La Espiritualidad Cristiana es vida en el Espíritu Santo, y María es la obra maestra, el Santuario viviente y permanente, la dulce y fecunda Esposa del Espíritu Santo. Es vida en Cristo, y María es la criatura más perfectamente transformada en Él, aquélla que como ninguna otra puede exclamar: "No soy yo quien vivo, ¡es Cristo quien vive en mí!" (Gal.2, 20). Es vida de hijos de Dios, y María es la hija predilecta del Padre, totalmente consagrada a Su Divina Economía, en constante y amorosa obediencia a Su Divina Voluntad hasta en los más mínimos detalles. Por eso es nuestro mejor modelo después de su Hijo Jesucristo. Ahora bien, los rasgos característicos de la vida espiritual de todos los Santos están relacionados con la misión particular que Dios les ha encomendado. En el caso de la Virgen María, a su perfecta vida espiritual corresponde una misión única, de alcance universal, en favor de todos los seres humanos en general y de los cristianos en particular. Ella tiene un papel indispensable, querido por Dios, en la vida espiritual de todos los redimidos por Cristo. b) Este segundo punto, a saber, la Santísima Virgen en su relación con nosotros, se puede subdividir en tres aspectos: 1. La Virgen María cooperó a hacer posible nuestra vida espiritual por medio de su Maternidad Divina y su Cooperación en la Obra de la Redención. 2. La Virgen María colabora en la vida espiritual de cada persona por medio de su Maternidad Espiritual y su Mediación universal para que crezca hasta la perfección a la que está llamada, cooperando con el Espíritu Santo en la formación de Cristo en nosotros. 3. Nuestra respuesta a la acción de María en nuestra vida espiritual. La acción o "influjo salvífico" de la Virgen María no es unilateral; también hay una parte que nos toca a nosotros, una respuesta personal que debemos dar a su acción en favor nuestro. Jesucristo nos la dio por Madre, con todo lo que esto implica (cf. Jn.19, 25-27). Nosotros debemos recibirla en la casa de nuestra vida personal, de nuestro corazón, entre las cosas propias de un verdadero seguidor de Cristo. En este curso intentaremos hondar en la importancia de la Espiritualidad Mariana para el crecimiento de la Vida Espiritual de todo cristiano. Todos estos temas los estudiaremos desde las raíces y fundamentos de la Sagrada Escritura y su desarrollo en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Abordaremos nuestra reflexión en dos etapas. Primero contemplaremos la Figura de la Virgen María; tanto en la Sagrada Escritura como en la Reflexión de la Iglesia, con la finalidad de conocer un poquito más quién es esta Mujer creyente, su vivencia espiritual. Luego reflexionar como ella enriquece la nuestra, no solo con su ejemplo perfecto a imitar sino también por su cooperación e intercesión en nuestra vida espiritual.

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PRIMERA UNIDAD: “LA ESPIRITUALIDAD

DE

MARÍA”

TEMA 1: La Persona de María en la Sagrada Escritura Nuestro conocimiento sobre María debe partir y fundarse en lo que dice la Sagrada Escritura. Los textos que nos hablan sobre María corresponden al Nuevo Testamento. Con frecuencia, sin embargo, nos encontramos con citas del Antiguo Testamento que los Santos Padres, la liturgia y algunos teólogos aplican a María, aduciendo que algunos evangelistas han recurrido a ellos. En tal caso, se hace una lectura cristiana del Antiguo Testamento, que reinterpreta, en las nuevas situaciones del siglo I, algunos hechos o acontecimientos de siglos anteriores. Nos proponemos hacer breves anotaciones sobre los versículos más significativos del NT desde el punto de vista mariano. Queremos al mismo tiempo recoger, de forma sintética, las afirmaciones más relevantes sobre María en dichos escritos. A partir de ellas, la vida eclesial y el magisterio fue elaborando los dogmas marianos, que exponen los puntos vinculantes de la fe para el católico, pero que en sí no nos dicen todo sobre María.

TEXTOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO APLICADOS

A

MARÍA:

En los escritos marianos y en la liturgia es frecuente encontrar algunos textos del AT que se aplican a María. Considerarnos que en estos casos se está haciendo una lectura cristiana del AT; pero los textos en sus propios contextos y momentos históricos estaban privados de semejante interpretación (Dei Verbum 12). Sin embargo, desde el acontecimiento Pascual de Jesucristo hoy sabemos que los libros del A.T. narran la historia de la salvación, en la que paso a paso se prepara la venida de Cristo al mundo. 

Génesis 3, 15 "Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón”. La Vulgata latina tradujo el texto griego de los LXX “ella te aplastará la cabeza” en vez de “él te aplastará la cabeza". La traducción probablemente correcta es la que tiene el pronombre masculino: “él te aplastará la cabeza”, y según esta traducción el significado primario es mesiánico, no mariano. La victoria será de un descendiente de la mujer. Ahora bien, haciendo esta aclaración, si bien el texto en si mismo se refiere a un descendiente de Eva (sentido mesiánico), esta identificación no excluye una cierta presencia de María. En la victoria sobre el mal por medio de Cristo, María está a su lado desempeñando un papel importante en esa victoria de Cristo. 

Is 7, 14 "Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: -Mirad: la joven está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios con-nosotros". El contexto es la guerra sirio-efrainita durante el reinado de Ajaz (s. VIII). El texto se refiere a que la esposa de Ajaz dará a luz a Ezequías, que será el salvador de Jerusalén. El significado, por tanto, es que la salvación viene de Dios y el rey debe tener confianza en un Dios que es fiel a la promesa. Mateo (1, 23), citando este texto de Isaías, quiere manifestar que nuevamente se hace presente la salvación de Dios con el nacimiento del Emmanuel. El énfasis está puesto, tanto en Isaías cuanto en Mateo, en la llegada de la salvación. Isaías expresó en su contexto una esperanza que luego alcanzará la plena realización con Cristo.

 11 El vocablo “alamah” (mujer joven en edad de casarse: doncella), que en sí no indica que sea virgen, la biblia de los LXX traduce por “parzenos” (Virgen) y la Vulgata por “virgo”. La aplicación mateana de la profecía al nacimiento virginal de Cristo no es, propiamente hablando una interpretación del texto, sino la aplicación del mismo a un acontecimiento posterior, lo cual es muy frecuente en las referencias del N.T. a hechos, figuras y expresiones del Antiguo. Nos basta recordar aquí la interpretación del Concilio Vaticano II cuando dice “a la luz de una revelación ulterior y plena” …”ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo, que se llamará Emanuel”. 

Miq 5, 1-3 "Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti sacaré el que ha de ser el jefe de Israel: su origen es antiguo, de tiempo inmemorial. Pues los entrega sólo hasta que la madre dé a luz y el resto de los hermanos vuelva a los israelitas. En pie pastoreará con el poder del Señor, en nombre de la majestad del Señor, su Dios; y habitarán tranquilos, cuando su grandeza se extienda hasta los confines de la tierra".

El texto alude al nacimiento del Mesías en la pequeña ciudad de David. En este contexto se habla de la madre del Mesías. La lectura cristiana ve la realización del Mesías en Jesucristo y por ello toma estos versículos como marianos.

PINCIPALES TEXTOS MARIANOS DEL NUEVO TESTAMENTO Sabemos que los escritos del Nuevo Testamento no son biografías sobre Jesús ni mucho menos sobre María. Son textos elaborados después de la resurrección de Jesús, con finalidades kerigmáticas y catequísticas. Los escritores sagrados, particularmente en los evangelios, nos presentan su visión sobre Jesús, tomando en cuenta la vida de las comunidades cristianas a las que se dirigen y utilizando materiales preexistentes de palabras y dichos de Jesús. No nos debe extrañar que las breves anotaciones del Nuevo Testamento sobre María tengan una relación estrecha con Jesús, su hijo, pues María no es la protagonista del Nuevo Testamento, sino Jesús. Un criterio muy utilizado para analizar los textos marianos del NT es el cronológico, para poder darnos cuenta del desarrollo de la conciencia sobre la persona y figura deMaría, de parte de las comunidades cristianas primitivas, a través del tiempo. Por ello citamos primeramente un texto de Pablo de la carta a los Gálatas, siguen Marcos, Mateo, Lucas-Hechos y Juan.  La primera alusión a María (Carta a los Gálatas) "cuando se cumplió el plazo envió Dios a su hijo, nacido de mujer, sometido a la Ley, para rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que recibiéramos la condición de hijos" ( 4, 4-5). María no es mencionada por su nombre en ninguno de los escritos de Pablo. Sin embargo hay un texto que tiene especial importancia en la carta a los Gálatas de los años 50. El centro de estos versículos es la encarnación de Jesús, que entró en la historia humana y de la salvación, naciendo de una mujer. La alusión a esta Mujer es para mostrar que Jesús asumió la condición humana. La primera referencia a María en el Nuevo Testamento, sin nombrarla, es precisamente para mostrar su participación en la conformación de la humanidad de Jesús. María es madre de Jesús, Hijo de Dios, que vino al mundo para liberarnos del sometimiento a la ley judía y hacernos hijos adoptivos de Dios. La mujer ahí mencionada, María, aparece vinculada a la encarnación de Jesús y a su obra salvadora.

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Jesús y su familia (Evangelio de Marcos)

El primer evangelio en ser escrito fue el de Marcos (inicios de los años 60). Hay dos escenas que tratan de aclarar las relaciones de Jesús con su familia física y con la nueva familia, que se ha creado por quienes han aceptado la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios. “Llegaron su madre y sus hermanos, y desde fuera lo mandaban llamar. Tenía gente sentada alrededor, y le dijeron: - Oye, tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera. El les contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y paseando la mirada por los que estaban sentados en el corro, dije: - Aquí tenéis a mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios ése es hermano mío y hermana y madre” (Mc 3, 31-35). Algunos especialistas han hecho conjeturas sobre estos versículos, suponiendo que en la primitiva comunidad cristiana debió haber algunas fricciones entre los parientes de Jesús y los miembros de la comunidad cristiana. El texto menciona a la madre de Jesús, a hermanos y hermanas. No nos detenemos ahora en examinar quiénes son éstos últimos. Lo haremos más adelante. El dicho de Jesús, sobre el que posiblemente está reconstruido el episodio, afirma con fuerza que la verdadera familia de Jesús la componen quienes cumplen la voluntad de Dios. El parentesco físico no se niega, pero se subordina al que se crea en torno a la propuesta del Reino de Dios. La comunidad cristiana se forma sobre vínculos de discipulado de Jesús, de aceptación de la voluntad de Dios. María aparece aquí más bien como la madre que quiere encontrarse con el Hijo, durante la vida pública. Si a sus oídos había llegado que los herodianos y fariseos habían decidido darle muerte, después del milagro de la mano curada en sábado en la sinagoga, como cuenta el mismo evangelio (3,6), nada tiene de extraño que la madre venga para llevárselo a casa por miedo a que le den muerte. Aprovechando esta visita Jesús habla de la nueva familia que Él viene a instaurar en el mundo, por tanto, alabar la fe los segundos no es un reproche para María y los familiares de Jesús. "Se marchó de allí y fue a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado empezó a enseñar en la sinagoga, la mayoría de la gente, al oírlo, se preguntaba asombrada: ¿De dónde saca éste eso? ¿Qué saber le han enseñado a éste, para que tales milagros le salgan de las manos? ¡Si es el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas Y Simón! ¡Si sus hermanas viven con nosotros aquí! Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: Sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa, desprecian a un profeta. No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a unos pocos enfermos aplicándoles la mano. Y se extrañó de aquella falta de fe” (Mc 6, 1-6). Jesús, de oficio carpintero, según Marcos, es hijo de María. Lo normal entre los judíos hubiera sido que se dijera que era hijo del padre, no de la madre. Los especialistas no ven en este versículo ninguna alusión a la concepción especial de Jesús, sino más bien que José había fallecido hacía tiempo y que Jesús era relacionado con su madre. Aquí se mencionan 4 hermanos de Jesús y algunas hermanas. No son hermanos de sangre sino con el término hermano(a) se designa a los parientes.

LOS EVANGELIOS DE LA INFANCIA: Tanto en la reflexión teológica acerca de María como en la liturgia y en el rezo del rosario las narraciones de los evangelios de la infancia tienen una gran importancia. Un ejemplo claro es ciclo del Adviento y la Navidad. Al entrar en el comentario de todas estas escenas tenemos que tener presente una problemática: En estos textos abundan las apariciones de ángeles, inspiraciones carismáticas, himnos litúrgicos puestos en bocas de los personajes, incluso hasta ciertas

 13 contradicciones cronológicas. ¿Cómo compaginar estos datos? Esta problemática ha llevado a los exegetas a preguntarse si se tratan de ¿hechos históricos o leyendas? ¿Cuál es la intención del autor? El prólogo de Lucas indica por parte del autor su intención de querer trasmitir una historia, para que vea Teófilo cuáles son los fundamentos de su fe. Por tanto, si bien hay una intención e interpretación teológica de lo acontecido, los personajes (incluso lugares) que se mueven en estas narraciones pertenecen realmente a la historia en que están situados. Por otra parte son muchos los que señalan los recuerdos de María como fuentes de estas narraciones. Ahora bien, no en el sentido que Lucas los conociera personalmente, sino que María vertió en la comunidad primitiva los datos que ella conocía de la infancia de Jesús y en esa corriente eclesial pudieron conocer los evangelistas los datos que luego ellos, cada uno con su estilo particular, cuenta en sus relatos. Todo esto nos permite concluir que las narraciones de Lucas y Mateo en sus dos primeros capítulos no son fruto de la imaginación de sus autores, sino que trasmiten historia. Pero una historia interpretada, una enseñanza teológica de lo acontecido. Pues la intención de los autores no es trasmitir la descripción de hechos sino dar a conocer como Dios se ha revelado en esos acontecimientos. De aquí una mezcla de historia y teología. Al emprender este camino lo hacemos con mucha cautela. Pues a miles de años de distancia del ambiente en que se escribieron estos evangelios es difícil captar todo su significado. El comentarista actual tiene que intentar captar esas alusiones culturales y religiosas, de lo contrario se quedará sin entender la profundidad del texto o falsificar su pensamiento. 

María en el evangelio de Mateo

El evangelio de Mateo, escrito en los años 80, está dirigido a una comunidad predominantemente de judíos conversos al cristianismo. El evangelista presenta a Jesús como descendiente de David y realizador de las expectativas mesiánicas (Mt 1,1). A María se le menciona, especialmente en Mt 1-2 y en algunas escenas en la vida pública (Mt 12, 46-50; Mt 13, 53-58), que con pequeñas variantes redaccionales reportadas por los otros evangelios sinópticos, con los mismos problemas y soluciones ya comentados en el Marcos. Capítulo Primero “La genealogía y anuncio a san José”. La Genealogía es una pieza literaria muy construida por Mateo que vincula la genealogía de Jesús con lo insólito de su concepción: "Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matan, Matan engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado el Mesías” (Mt 1, 15-16). 35 veces ha repetido Mateo: A engendró a B, de B se engendró C y aquí se rompe. Siguiendo ese esquema lo normal hubiera sido "José engendró a Jesús". Esto no ocurre y lo explica Mateo en los versículos siguientes: "Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. Su esposo, José, que era hombre recto y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo: -José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María tu mujer, porque la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvara a su pueblo de los pecados. Esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: Mirad:

 14 la virgen concebirá y dará a luz un hijo v le pondrán de nombre Emanuel (Is 7, 14) (que significa “Dios con nosotros”). Cuando se despertó José, hizo lo que te había dicho el ángel del Señor y se llevó a su mujer a su casa; sin haber tenido relación con él, María dio a luz un hijo, y él le puso de nombre Jesús " (Mt 1, 18-25). El centro del texto es el nacimiento de Jesús, el salvador. La cita de Is 7, 14 tiene el mismo significado, pues rememora la esperanza de la salvación de Jerusalén en un tiempo de asedio. El término "virgen" aquí empleado es sinónimo de doncella, de muchacha sin casarse. El pasaje bíblico, sin embargo, apunta a la concepción insólita de Jesús, por obra del Espíritu Santo, sin la intervención de José. María es virgen y al mismo tiempo es madre. Muchos especialistas dicen que la virginidad de María, afirmada por los evangelios, tiene la función de indicar que Jesús es Hijo de Dios y que ha de verse en relación a esta verdad cristológica. Aun en este caso se ha de mantener que la virginidad física de María fue real y no un simple recurso literario utilizado para manifestar una aseveración teológica. El v. 25 "sin haber tenido relación con él, María dio a luz un hijo". En sí mismo este versículo no afirma que María tuvo más hijos, después de Jesús. Simplemente dice que María concibió a Jesús sin haber tenido relaciones sexuales con José. En el capítulo Segundo se nos presenta la venida de los magos y la huida a Egipto. Ambos sucesos constatan la unión íntima del Hijo y de la madre. El aspecto materno y el de sumisión, como fiel esposa a su marido, quedan patentes en estas descripciones. María vive la marginación de la mujer en su tiempo. Por su parte, San José es el interlocutor de Dios y María vive una vida de obediencia total. Esa va ser su característica en toda su vida oculta. Aquí podemos aludir ya a unos elementos la vivencia espiritual de esta Mujer. María vivió la inmigración en un pueblo, en el que no era bien vistos los israelitas. Padeció las molestias de todo inmigrante, en la búsqueda de trabajo y sustento, en el desconcierto de la lengua y tantas otras incomodidades inevitables en quien, a la fuerza y sin recursos, tiene que emigrar de su país. 

María en el evangelio de Lucas:

Es sabido por todos que Lucas es el evangelista que más datos nos suministra al conocimiento de María en sus dos primeros capítulos. De él depende en gran parte la contemplación de los misterios de la infancia de Cristo, es también, la fuente principal para el conocimiento de María. Acá ya no comentaremos los textos por separado como lo veníamos haciendo, sino que los agrupamos en unos cuantos temas que nos brinde una mejor semblanza de la persona de María. Una nota a considerar: Lucas no cita tan explícitamente el A.T. como hizo Mateo en su evangelio, pero sí alude a él y hace ver el cumplimientos de las promesas mesiánicas. Lo que era solo figura ahora es una realidad. Por ejemplo Lucas nunca va ha decir que María es la Hija de Sión ni el arca de la Alianza pero si alude a ello. Sin embargo a veinte siglos distancia nos es difícil captar estas alusiones, pero es necesario intentarlo, si queremos entender lo que el autor quiso expresar. El proceso para lograrlo es el siguiente: a) consideremos quién es en el A.T. por ejemplo la hija de Sión, b) pasemos luego a ver si hay indicios en Lucas de que está describiendo a María con alusiones a la Hija de Sión, y c) preguntémonos qué significado teológico encierra esta comparación. 1. María la Hija de Sión: En el A.T. un oráculo del Profeta invita a la Hija de Sión (Sofonías 3, 14-17) a que se alegre fuertemente como en los días de fiesta, porque Yahvé, poderoso salvador, ha retirado las sentencias

 15 contra ella y alejado a sus enemigos. Fuera temor y alegría desbordante porque el Señor la renueva con su amor. La Hija de Sion es ese “Resto formado por un pueblo humilde y pobres de Yahvé”, son los que se mantienen fieles al Dios de Israel y esperan en él. En Lc el saludo a María no es el Pascual “la Paz contigo”, que era el habitual, sino “Alégrate” (1, 28-29). Lc utiliza el saludo que invita a la Hija de Sión a la alegría por la presencia liberadora de Dios en ella (1, 30-33). Es por eso que el Concilio Vat. II presenta a María como la Hija de Sión, porque en ella se cumplen las profecías liberadoras, en ella se hace presente la liberación. Dios se hace presente de una forma única en María a su pueblo que necesita ser liberado del pecado. María es presentada como síntesis del A.T. y cumbre de la esperanza de Israel. En María se termina el tiempo de las promesas y comienza a estar presentes las realidades. 2. Sobra del Altísimo: Al final del éxodo describe el autor la consagración de “la Tienda de Reunión” en estos términos: “Entonces la Nube cubrió la Tienda de reunión, y la gloria de Yahvé llenó el tabernáculo. Moisés no pudo entrar ya en la Tienda de reunión, porque la Nube moraba sobre ella, y la gloria de Dios llenaba el Tabernáculo” (Exodo 40,35). La nube es una imagen para describir la doble presencia de Dios: una presencia que consagra con su sombra y una presencia en el sentido que Dios se queda en la Tienda Consagrada. Lucas sin citar este texto alude a él al describir el misterio de la Encarnación en el relato de la anunciación. “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cobijará bajo su sombra; por eso también lo que nacerá se llamará santo, Hijo de Dios” (v. 35). Lc presenta a María como la Tienda de la nueva y definitiva presencia de Dios entre los hombres, consagrada por la presencia del Espíritu que la ha cubierto con su sombra. Si la Tienda del encuentro fue lugar privilegiado del A.T. por Dios para encontrarse con su pueblo, ahora lo es María para el nuevo Pueblo, que es la Iglesia. En ella los creyentes han de encontrar a Cristo, porque ella con su maternidad, es la garantía del misterio de la Encarnación. 3. Arca de la Alianza: Si en la anunciación se alude a la escena de la consagración de la Tienda, en la visitación Lucas toma como trasfondo el relato del Traslado del Arca de la Alianza (Cf. 2Samuel 6,1-16 Cr 15,25ss). Es fácil descubrir en una lectura comparativa entre las dos narraciones varias coincidencias. a) La acción se sitúa en el mismo camino, subiendo a Jerusalén. b) “Ante el Arca” se realizan muestras de alegría, cantos, bailes, etc., porque Dios va en ella. =“Ante María” Juan da saltos de gozo en el seño de su madre e Isabel prorrumpe en aclamaciones, expresadas por Lucas con aquellas palabras que se usaban en las ceremonias litúrgicas, centras en el Arca, para manifestar la alegría ante Dios liberador. c) David no quiere, por respeto, introducir el Arca de Señor en su casa: “¿Cómo voy a llevar a mi casa el Arca de Yahvé”. = Isabel expresa su indignidad anta la visita de María casi con las mismas palabras de David: “¿De dónde a mi que la Madre de mi Señor venga a mí?”. d) El Arca llena de bendiciones la casa y la familia de Obededón. = La presencia de María llena de bendiciones a Isabel y al niño. e) El Arca estuvo en la casa de Obededón tres mese. = También María queda en casa de su prima unos tres meses. Isabel ha proclamado a María como “Madre de mi Señor”. Con el término “Señor” designaron las comunidades primitivas la divinidad de Jesús. Es por eso que el evangelista presenta a María como Arca de la Nueva Alianza, porque realmente es “la portadora de Dios”.

 16 Algunos autores han llamado a este pasaje un “Pre-pentecostés”, pues en él se producen efectos similares al Pentecostés Pascual. En efecto, también aquí hay una efusión del Espíritu Santo, que santifica a Juan el Bautista en el seno de su madre y convierte a Isabel y a María en verdaderas profetizas. En esta inauguración de la era mesiánica el actor principal es el Verbo encarnado. Pero hay que reconocer también un papel, secundario y subordinado a Cristo a María. Cristo es el santificador y de Él, escondido en el seno de su madre, brota el Espíritu Santo, a través de la palabra y de los gestos de saludo de María. Esta unidad de la madre y el Hijo subraya fuertemente la realidad de la encarnación; verdaderamente Dios se ha encarnado de la Virgen María, es hijo de María, María es Madre de Dios. 4. La pobre de Yahvé: Autopresentación de María En dos ocasiones María hace una presentación de sí misma. 1) Cierra el diálogo con el ángel con aquellas palabras: "He aquí la esclava del Señor". 2) Y comienza el Magníficat con el reconocimiento de que Dios "miró la pequeñez de su esclava". En los dos momentos usa una expresión propia de los pobres de Yahvé. Normalmente hay expresiones que te sitúan dentro de un grupo determinado de la sociedad. Por ejemplo: "Alabado sea Jesucristo” es una marca de la espiritualidad carmelitana, como "paz y bien" es marca de la espiritualidad franciscana. Basta que una persona las use para que sepamos a qué espiritualidad pertenece. La expresión de María "la eclava del Señor" es típica de los salmos que pertenecen al grupo de los judíos fieles que forman el grupo conocido como los pobres de Yahvé. Creo que con todo fundamento podemos afirmar que María vivía esa espiritualidad. Lo confirma el hecho de que el Magníficat, en el que María se retrata a sí misma, es un cosido de textos de los salmos nacidos en ese grupo. Los pobres de Yahvé Fue un concepto que evolucionó mucho a lo largo del Antiguo Testamento. Si bien al principio tuvo un marcado sentido social, a medida que el pueblo judío depuraba su espiritualidad los pobres de Yahvé terminaron por identificarse con los humildes, los piadosos. Los que se fían totalmente de Dios, frente a los orgullosos que viven anclados en su soberbia fiándose de sus propias fuerzas. Juan Pablo II hablando de los pobres del Antiguo Testamento escribió: "No se trataba sencillamente de aquellos que se encontraban en un estado de indigencia, sino más bien de los humildes que buscaban a Dios y se ponían con confianza bajo su protección" (Catequesis. 30-12-94). Mucho se ha escrito y se escribe hoy sobre la identificación de los pobres de Yahvé. Un dato que puede ayudar a reconocerles es el hecho de que los pobres de Yahvé son los que forman el resto de Israel. Ahora bien el resto no es un grupo caracterizado por su situación social de pobreza o riqueza, sino por aquellos que en la tribulación han sido purificados y siguen confiando en Dios. Dos son las notas fundamentales de esta espiritualidad: vacío de sí mismos y confianza sin límites en Dios. a) El vacío de sí mismos no es una incapacidad de pensar por sí mismo, ni la carencia de tomar decisiones personales. Es un vacío de cara a Dios. El Pobre de Yahvé, cuando el horizonte se oscurece y parece que Dios se ha olvidado del pueblo recuerda las promesas de la Alianza y no se rinde. En el fondo de la personalidad de este hombre hay una madurez y una reciedumbre que le permite doblar la razón ante la voz de Dios. b) La segunda nota es la confianza en Dios. Las persecuciones, carestías y en general las calamidades empujaban a muchos israelitas a apartarse de la ley de Dios y buscarse dioses extraños. Los pobres se cercioraban bien de las promesas de Dios, hechas a los Padres, y llegaban hasta dar la vida en aras de su fe. Un ejemplo precioso de esta espiritualidad es el himno del profeta Habacuc (3. 16ss). El horizonte es descorazonador, pero él confía en el Señor, que nunca falla.

 17 Lucas presenta en su evangelio de la infancia una galería de pobres, que son los que reconocen la venida del Señor: los pastores que de tal manera se fían de las palabras de los án geles que admiten que el salvador ha venido, que está en una cueva, y que sus signos son el pesebre y unos pañales, ante los grandes signos que esperaban los judíos y no reconocieron. Son pobres Simeón y Ana, los que en su pobreza reconocen a Jesús en su entrada en el templo, ante el silencio ignorante de los sacerdotes. La pobreza de María a) El vacío de sí misma En el momento de la anunciación ese vacío de sí misma ante la palabra de Dios podemos entenderlo como total disponibilidad a la llamada. El diálogo con el ángel es el momento en el que María hace el discernimiento de su propia vocación. No acepta a la primera. Extrañada por el saludo del ángel, se turba. No entiende aquel mensaje. A Zacarías le turbó la presencia del ángel. A María las palabras del saludo. Por eso se quedó ya pensando qué podría significar aquello. Ante esto el ángel le repite exactamente lo mismo para serenarla: "Has hallado gracia delante de Dios". Continúa el mensajero exponiendo el contenido de su misión y le manifiesta que ella va a ser la madre del Mesías-Rey. María expone la dificultad que siente ante aquella petición. "¿Cómo sucederá esto, puesto que no conozco varón?". Cuando Moisés oyó en el desierto la voz del Señor que le anunciaba su elección para ser el caudillo libertador, que condujese al pueblo de Israel, esclavo en Egipto, a la tierra de promisión, se sintió impotente para aquella empresa y propuso sus objeciones. (cf Ex. 3,1 ss). También Gedeón reaccionó de la misma manera. (Jue 6, 15). María, antes de aceptar, siente la dificultad de la llamada y lo piensa. La respuesta del ángel más que aclaratoria del "cómo" es una invitación a poner toda su confianza en Dios. para quien nada hay imposible. Y prueba, cercana a ella, es el embarazo de su prima Isabel, a la que todos tenían por definitivamente estéril. María acepta la invitación y se abre de par en par ante la voluntad de Dios. Se acabaron las reticencias. Ante las alabanzas de Isabel el vacío de María tiene matices distintos. Isabel ha ensalzado a María hasta considerarse indigna de tenerla en su casa, porque ella es la madre del Señor. La reacción de María ante las alabanzas de su prima, no es rechazarlas o negarlas. Las reconoce. Pero no se las atribuye a sí misma. Ella no es más que el escenario, en el que Dios ha hecho las cosas grandes. Con este reconocimiento devuelve a Dios lo que de Dios es, y ella se queda en la misma pequeñez de antes. Cuanto más reconoce la actuación maravillosa de Dios, más insignificante se considera ella a sí misma. María se sitúa en la verdad, la de Dios: grandeza, y la suya propia: pequeñez. Es auténticamente pobre-humilde, como dijo teresa de Jesús, “humildad es andar en Verdad”. b) Audacia Si "he aquí la esclava del Señor", indica la apertura total del corazón a la voluntad de Dios, "hágase en mí según tu palabra" señala el apoyo espiritual de aquella actitud de apertura. María se ha visto impotente para realizar la vocación a la que es llamada, pero se ha cerciorado en el diálogo con el ángel de que, ciertamente, es Dios el que la llama y eso le basta para confiar en su palabra. Son expresivas en este sentido las últimas palabras de la anunciación. Por un lado son una oración, que descubren la impotencia de la orante ante la llamada de Dios, pero por otro revelan también en qué se apoya su respuesta audaz. Para una israelita piadosa la palabra de Dios tenía una doble dimensión: omnipotente, porque con ella Dios creó el mundo, cuando quiso y como quiso, y fiel, porque con la palabra fue el autor de la alianza con el pueblo. La audacia de María no se funda en su nada, sino en el Dios que la llama.

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5. Retrato espiritual de María: (El Magníficat) Lucas pone el Magnificat en labios de María, y aunque no sea un canto original de ella sino un himno litúrgico, cuando lo hace supone una clara identificación de la Virgen con este canto. Canto que basta para ver reproducida la vida espiritual de María, y por ende, la auténtica espiritualidad mariana. El Magnificat es un modelo de oración cristiana : La Iglesia se identifica con este canto que todos los días lo repite en la Liturgia de las Horas. Es un himno que reconoce la acción de Dios en ella por lo que éste es un cántico de alabanza y acción de Gracias. La alegría que entusiasma a María es doble: es la alegría mesiánica y la alegría espiritual profundamente humana de sentirse, como Mujer, Madre. Esta alegría la vive María en conexión con su pueblo (Lc 1,54-55). Pues del pueblo recibió la fe y la alegría en la promesa, ahora ella se las devuelve hechas realidad en sí misma, en el Fruto vendito de su vientre. Se ha dicho también que el Magnificat es un “Credo poético” y es verdad. La comprobación del signo (el embarazo de su prima Isabel) es para María como una revelación, en el sentido de que le ayuda a confirmase en la palabra misteriosa del ángel. Ante esta nueva revelación María responde con una profesión de fe, que es el Magnificat. El Magnificat es como una radiografía del corazón de María. Es un corazón lleno de la alabanza de Dios a quien refiere todas las cosas. Vive la espiritualidad de los pobres, entre los cuales siente el poder del Dios fiel, que cumple siempre lo prometido. Es un corazón lleno de la confianza en Dios, por eso su esperanza no tiene límites. La grandeza de lo que Dios ha hecho en ella, no es motivo de orgullo, sino de humildad y reconocimiento del amor de Dios. Ella no se antepone a nadie, sino que sigue siendo la "pequeña esclava del Señor". María enseña el verdadero sentido de la humildad cristiana que es conocer lo bueno y agradecérselo a Dios, sin despreciar a nadie. La humildad es la verdad. La composición de este canto revela a una persona conocedora de la historia de Dios con el pueblo de Israel y un conocimiento amplio de los salmos de los pobres, fruto de una meditación callada y recogida que le cae bien a María, a la que Lucas presenta como una mujer reflexiva, que lo archiva todo en el corazón para meditarlo en la soledad a la luz de la fe. 

María en el evangelio de Juan

Este evangelio ha sido fruto de varias redacciones. La última la sitúan los especialistas a finales del siglo I. Es un evangelio distinto al de los sinópticos y mucho más elaborado teológicamente. La comunidad cristiana por él representada, se remite al discípulo amado corno garante de su vida y de su manera de entender a Jesús. Este evangelio tiene dos escenas en que aparece María: Caná y el Calvario, además de otro texto en que se hace mención de la incredulidad de los hermanos de Jesús (Jn 7, 1-10). Nos ocupamos de los pasajes de Caná y el Calvario. Los versículos de los hermanos incrédulos concuerdan con lo que hemos dicho en otros lugares de los evangelios sinópticos. La boda de Caná de Galilea " hubo una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; invitaron también a la boda a Jesús y a sus discípulos. Faltó el vino y le dijo su madre: No les queda vino. Jesús le contestó: -¿Quién te mete a ti en esto, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes: - Haced lo que él os diga. Había seis tinajas de piedra de unas cien litros cada una, como lo pedían los ritos de purificación de los judíos. Jesús les dijo: - Llenad las tinajas de agua. Las llenaron hasta arriba. Luego les mandó: Ahora sacad y llevádselo al maestresala. Le llevaron al maestresala. Este probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues la habían sacado ellos); entonces llamó al novio y le dijo: Todo el mundo sirve primero el vino bueno, y cuando la gente está bebida, el peor; tú, en cambio, te has guardado el bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea, comenzó Jesús sus señales, manifestó su gloria y sus discípulos

 19 creyeron más en él. Después de esto bajó a Cafarnaún con su madre, sus parientes y sus discípulos, y se queda ron allí unos cuantos días” (Jn 2, 1-12). Este texto ha servido a muchos para hablar del papel intercesor de María. La exégesis actual se distancia de dicha interpretación. El centro de la narración es Jesús que realiza el primer signo, manifestó su poder y sus discípulos creyeron en él. No se descarta tampoco que se esté hablando del banquete escatológico, propio de los tiempos mesiánicos, y que haya alusiones eucarísticas. María, madre del discípulo amado: “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y a su lado al discípulo preferido, dijo Jesús: Mujer, ése es tu hijo. Y luego al discípulo: Esa es tu madre. Desde entonces el discípulo la tuvo en su casa” (Jn 19, 25-27). El texto tiene un significado teológico. María es vista como madre del discípulo amado y de la comunidad que él representa. Y esta comunidad acoge a María dentro de ella. El sentido fundamental es eclesiológico, en el que se establece la relación: María comunidad del discípulo amado. 

Apocalipsis 12, 1-17

El libro del Apocalipsis, escrito entre los años 90-100 d. C., es un libro de esperanza para los cristianos que son perseguidos por judíos y romanos. Se les invita a estos cristianos a ser fieles y a confiar en la victoria final. La mayoría de los intérpretes del Apocalipsis en la actualidad opinan que la mujer ahí presentada es el pueblo de Israel o/y la Iglesia. Este es el sentido principal del texto. La interpretación mariana más antigua data del siglo IV. Por lo que es posible una referencia secundaria a María:      Sentido literal directo: En    Ap  12    hay  evidentes   alusiones   y  contactos   con  Gén   3,15.   “yo  pongo  enemistad  entre   ti  y  la mujer…”  La versión griega traduce “Él te aplastará la cabeza”; para los judíos contemporáneos de los setenta el Mesías era un individuo, una persona singular, y no un pueblo en general.   La versión aramea del “Tárgum” palestino interpreta el linaje de la mujer en sentido colectivo y personal al mismo tiempo. La mujer del Gn con su descendencia llegan a identificarse con la comunidad de Israel.   Sin más, nos encontramos en Ap con una “Mujer”, es la mujer de la alianza; revestida de luz, que es el manto de Dios que se concentra en la mujer; y con la “luna bajo sus pies”, significando que la mujer ejerce un dominio  sobre el tiempo, la mujer­pueblo de Dios es superior en cierto modo a las vicisitudes de este tiempo; con una “corona” subrayando la connotación gloriosa de la mujer; con por una diadema de “doce estrellas”  a saber, la mujer es figura del nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia de Cristo. Ella es gloriosa, sin embargo perseguida.   El parto de la “Mujer, es figura del Misterio Pascual (pasión­muerte­resurrección). Aquel parto sería índice de la profunda angustia que invadió a la comunidad de los discípulos cuando su Maestro les fue arrebatado violentamente por el poder de las tinieblas.  U. Vanni explica que la mujer es figura de la tensión fatigosa que siente la comunidad eclesial al engendrar a Cristo en su propio seno. Al darlo a luz se siente hoy a salvo cuando, fatigosamente pero de manera victoriosa, llega a profesar su fe plena en Cristo J. Salvador. Sin embargo, es una Iglesia todavía perseguida, el desierto es el lugar de prueba donde tienen que dar testimonio y luchar.   Es período fuerte de tribulaciones pero  ésta tiene un límite, son parciales,   éste es  el  significado  de  “tres  años  y  medio”,  mitad  del  número de  perfección.       Es  una  Iglesia victoriosa, pues los cristianos podrán derrotar a su vez al dragón en virtud de la sangre del Cordero. La corona sobre su cabeza es prenda de lo que ya ha conseguido, la victoria de la resurrección de  Cristo.  El Resucitado asiste a la Iglesia.  Su meta, su vocación es convertirse en la “mujer­esposa del Cordero”.      Sentido Indirecto: Ha ido creciendo el número de los exegetas que no vacila en hablar de una extensión mariológica. La “Mujer” simboliza en primer lugar y directamente a la Iglesia del pueblo de Dios de ambos Testamentos; pero indirectamente se incluye allí también a María.     El dolor de parto es una escena dramatizada del misterio pascual, que se podría extender a María en la hora de la pasión junto a la cruz, como lo describe Jn 19, 25­27. Pues en ese momento del paso de Cristo al Padre, la comunidad mesiánica estaba representada principalmente  a

 20 través de la presencia de la Madre.  Por tanto, el Ap. confirmaría el significado eclesiológico de María al piel de la cruz y viceversa. María, la “llena de gracia”, sería en la mujer vestida de sol.   Que engendra a Cristo sobre todo en el orden de la fe = María, la mujer de fe atormentada del Ap.   Que es partícipe del misterio de la muerte y resurrección que vivió la iglesia apostólica; María, miembro de la Iglesia perseguida.   Por lo que la tradición eclesial ha encontrado abundantes motivos para celebrar en el gran signo de la “mujer” la asunción de Maria al lado de su Hijo.   Pues es ella, redimida en la integridad de su persona, en quien la iglesia se goza e saludar la primacía y la prenda de la gloria perfecta.   U. Vanni afirma en términos muy claros que la “mujer” del Ap. no es María. Pero añade que también es posible dar un paso legítimo en la dirección mariológica. Con  ello subraya la riqueza pluriforme, supraconceptual, del símbolo, que raras veces llega a explotarse colmadamente.     Conclusión:  Después de considerar el sentido literal­directo del gran signo, es decir, el del importante mensaje que allí se encierra.  Consideramos el sentido indirecto, como si se tratara de un reflejo, y vemos que en la mujer está incluida también María.  Es decir: La descendencia de la Mujer­Eva (Gn 3,15) logra triunfar sobre la serpiente mediante la Mujer­pueblo de Dios (Ap 12.); pero en este pueblo es preciso incorporar, de manera eminente, a Jesús y a su Madre.  Con esta lectura retrospectiva del AT, el Gn y el Ap. se vinculan idealmente entre sí como el primero y el último eslabón de una misma cadena, es decir, la cadena de los libros sagrados, en los que el Espíritu Santo   dice a la iglesia todo lo que Dios ha hecho por nosotros los hombres y por nuestra salvación.

TEMA 2: La Persona de María en la Tradición de la Iglesia En el segundo siglo hay tres autores en los que ya aparecen ideas maestras de la Mariología. Estas reflexiones tienen un valor especial por su proximidad a la fuente de la revelación, la cual garantiza una autenticidad a la doctrina que en ellas se manifiesta. Su preocupación es Cristo, al que hay que defender de las falsificaciones que hacen de él las primeras herejías. Es en este ambiente cristológico desde donde los autores de este primer período de la teología hablan de María. Lo cual me parece importante, porque el Misterio de Cristo, por así decirlo, incluye el Misterio de María. De aquí que los dogmas marianos brotan de la reflexión cristológica. Ignacio de Antioquia (+107) frente a los docetas que enseñan, que Cristo no tuvo un cuerpo real sino aparente, es decir, que pasó por María sin tomar nada de ella, defiende la verdadera maternidad de la Virgen. Y con valentía defendió además la maternidad virginal de María, a pesar que esto daba pie para la teoría de los docetas de que Cristo no había tenido un cuerpo real. Justino (+hacia el año 202) en sus escritos que también son un testimonio de su fe en Cristo como verdadero Dios y verdadero Hombre, defiende a capa y espada la maternidad virginal de María, como punto fundamental de la fe en Cristo. Es el primero que hace el paralelismo “Eva-María” que aun lo vemos retomado por el Concilio Vaticano II. Eva al lado de Adán, María al lado de Cristo. La primera mujer por su desobediencia causa la muerte, María por su obediencia causa la vida (Dial 110, 4-5). Ireneo de Lyón (+ 202) Es uno de los grandes teólogos de la Iglesia. Defiende enérgicamente con toda verdad la concepción virginal de Cristo contra las teorías erróneas de los Docetas. Explica que en el seno de María comienza la nueva era, porque en él es engendrado virginal Cristo que es ya el hombre nuevo. Cristo como hombre tiene un madre verdadera: por esto “el signo de la Virgen es el signo de la salvación humana ya cumplida…” Así para Ireneo la profesión de la maternidad verdadera y virginal de María es artículo de fe y condición indispensable para participar en la salvación. Nuestro interés en este segundo tema estará puesto en esas verdades fundamentales de fe que a lo largo de la experiencia cristiana hemos idos descubriendo y redescubriendo en la Persona de la

 21 Virgen y su vivencia espiritual. Antes de adentrarnos en estas verdades, presentamos un síntesis apretada sobre lo que ha representado la figura de María, en estos ya XXI siglos de la vida de los cristianos:  María en la vida de la Iglesia primitiva Podemos distinguir en este período dos momentos o etapas: 1) En el período inmediatamente posterior a la muerte de Jesús, el libro de los Hechos asevera que María se encontraba con el grupo de los 11 apóstoles: "Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" (Hch 1, 14). 2) La etapa posterior refleja unos años más tarde, en los que María es vista como miembro ejemplar y representativo para la comunidad cristiana. Esto es particularmente manifiesto en el evangelio de Lucas. María es la joven que ha escuchado la voz de Dios y que, a pesar de las dificultades, quiere seguir la vocación de ser madre de Jesús, que el ángel le anuncia (Lc 1, 38). María es para la comunidad cristiana la mujer creyente, "dichosa tú que has creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor" (Lc 1, 45). Es la joven que ha confiado en Dios y por eso se "alegra en Dios su salvador", que se ha fijado en su persona sencilla y humilde, verdadera "pobre de Yahvéh" (Lc 1, 47).  María en la vida de la Iglesia y de los cristianos Durante la historia de la Iglesia (s. II-XXI) se han ido desarrollando el culto y devoción a María, que tienen sus gérmenes, como hemos apuntado, en la vida de las comunidades cristianas del primer siglo, según nos confirman algunos escritos neotestamentarios. Reseñamos algunos momentos significativos del desenvolvimiento de la piedad y devoción a María.  Siglos II-IV: Ya desde el II siglo se desarrolló el culto litúrgico a María, según se puede apreciar en algunas fórmulas bautismales antiguas y también en las menciones de María en plegarias eucarísticas de este tiempo. San Ireneo llama a María “abogada de Eva". Durante este período comenzaron a aparecer algunos escritos "apócrifos", textos que no fueron incorporados a los libros canónicos de la Escritura, pero que tuvieron mucha influencia en el arte sacro, en las predicaciones y devociones populares. Algunos de estos documentos son de contenido mariano. La oración "Bajo tu amparo" se remonta a finales del siglo III o comienzos del IV. En ella ya encontramos los títulos de "Madre de Dios" y “Virgen” para llamar a María, a la que se le pide su protección e intercesión. El Concilio Constantinopolitano I (381) ya hace mención de María, relacionándola con la encarnación de Jesús.  Siglos V-X: El culto y devoción a María se difunden primero en oriente y después en occidente. Contribuyó a ello, sin duda, el Concilio de Efeso (43l); en el que María es proclamada "Madre de Dios". Algunos Padres de la Iglesia reaccionan ante quienes niegan la virginidad perpetua de María o los que pretenden ofrecer sacrificios a María, no distinguiendo correctamente entre el culto de adoración a Dios y el honor que se le tributa a María. También se encuentran algunas exageraciones de los poderes de María en los llamados "Apocalipsis de la Virgen" (s. V), que atribuían funciones de intervención de María a favor de los condenados. Durante este período María es propuesta como ejemplo y modelo de virginidad para quienes se consagran a Dios. Las fiestas litúrgicas dedicadas a María se van multiplicando. En Jerusalén se celebra, a partir del 431, la fiesta de María “Theotócos” el 15 de agosto. Un siglo después este día se celebrará la fiesta de la "Dormición". Durante el siglo VI se introdujo la fiesta de la "Natividad de María" el 8 de septiembre y también la "Anunciación" como fiesta independiente, pues antes estaba unida a la Navidad.

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 Siglos X-XV: En esta época se resalta la grandeza, la santidad y el poder de María. En el siglo XII se difunde la meditación de María al pie de la cruz, atribuyéndole un valor sacrificial. María es vista menos como Madre del redentor y más como cooperadora de la redención. El arte representa a María vestida y adornada con la moda de la época o como virgen dolorosa al pie de la cruz. María, en el sentir de muchos de los fieles, ocupa un lugar intermedio entre Cristo y la Iglesia, por eso María es considerada como madre espiritual de los creyentes, madre de misericordia, socorro de los cristianos. También se difundieron durante estos siglos varias oraciones a María: el "Angelus", el "rosario", las "letanías". Oraciones muy sencillas, muy bíblicas y con las cuales el pueblo cristiano colmaba sus anhelos de oración, que no llenaba la liturgia, toda ella en latín e incomprensible para los miembros laicos de la Iglesia.  Edad Moderna: En los últimos siglos de la Edad Media se nota un deterioro de la piedad mariana. Incluso se difunden algunas expresiones y modalidades religiosas, que por exceso de devoción, resultan aberrantes. Llegan incluso a atribuirle a María el título de diosa, en cierto sentido. Se le indica como una cuarta persona de la Santísima Trinidad. En algunos lugares se extiende el "voto de sangre" por defender la Inmaculada Concepción de María. Se constituyen "Asociaciones de esclavos de María", etc.  Epoca contemporánea: Durante la primera mitad del siglo XIX se nota una recuperación de la piedad mariana en todo el mundo. Contribuyeron a esto: 1) las apariciones de la Virgen a Catalina Labouré (1830): 2) las apariciones de María en La Salette; 3) la definición del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854; 4) las apariciones de la Virgen en Lourdes a Bernardita. Los temas marianos que tienen mayor relevancia en este período son la inmaculada concepción, la asunción y la mediación de María. En 1950 Pío XII proclama el dogma de la Asunción de María. Con la encíclica Fulgens corona y proclama el mismo Papa el año mariano de 1954. Pío XII instituye la fiesta de María Reina con la encíclica Ad coeli Reginam de ese mismo año. En el período inmediatamente anterior al Vaticano II y en el mismo Concilio se dieron ciertas presiones para definir los dogmas de la mediación de María y María corredentora. Por el contrario, otros grupos deseaban colocar a María dentro de la Iglesia y venerarla como un miembro excelente y eminente de ella. Estos debates tuvieron lugar en el Concilio Vaticano II y ésta última posición prevaleció. Ante la crisis de la devoción mariana, que se observó a finales de los años 60 del siglo XX, Pablo VI publicó el documento Marialis Cultus (1974) para reavivar el culto y piedad marianas. Juan Pablo II, con la encíclica Redemptoris Mater anuncia el año mariano (1987-1988) durante el cual se publican la colección de Misas en honor de María. El mismo Papa el 16 de octubre del 2002, con la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, introduce los misterios luminosos del rosario, que se han de añadir a los ya tradicionales gozosos, dolorosos y glorioso. Teniendo como trasfondo este desarrollo del culto a María en la experiencia espiritual de la vida de la Iglesia en estos XXI siglos, pasamos a reflexionar las verdades fundamentales de fe y vivencia espiritual de la Virgen:

2.1. La Vida Espiritual de la Inmaculada Virgen María La vida espiritual de la Inmaculada Madre de Dios ... ¿Quién puede describirla? ¡Qué inadecuadas son nuestras palabras para tratar un tema tan sublime! Pero es muy importante hacerlo por tres motivos: 1) Para glorificar a Dios por las grandes cosas que ha hecho en Su esclava (Lc.1, 49), 2) Para honrar a la Virgen María, y

 23 3) Para aprender de su ejemplo sublime cómo vivir la Espiritualidad Cristiana. En la Inmaculada Virgen contemplamos toda la belleza original de la primera pareja humana creada por Dios, que en Ella ha vuelto a brillar con fulgor aún mayor; el maravilloso Designio Divino para con el ser humano que solamente en Ella se cumple en plenitud; es la hija según el Corazón de Dios; la única persona que se ha entregado perfectamente a Dios desde el primer instante de su Inmaculada Concepción, sin cesar ni por un momento de pertenecerle. La Sagrada Escritura es la fuente principal que tenemos para conocer el misterio de la vida espiritual de la Virgen María. Ahí están ya todos los puntos fundamentales, y ahí debemos continuamente regresar. a) Lc.1, 28: La Virgen María, completa y permanentemente transformada por la gracia El primer paso para hablar de la vida espiritual de la Virgen María es preguntar sobre su gracia. La Sagrada Escritura nos ofrece una respuesta contundente: la Virgen María no sólo estaba "llena de gracia" (πλήρης χάριτος) (cf. He.6, 8), sino "perfecta y permanentemente transformada por la gracia" (κεχαριτωμένη) (Lc.1, 28; cf. Lc.1, 30). Lc.1, 28 es la primera gran luz que poseemos para que nos ilumine el misterio inefable de la vida espiritual de la Madre de Dios, y nos asegura que la altura que le asignamos no es fruto de una exageración piadosa, sino una realidad concreta. 

La exégesis de Lc.1, 28

La segunda palabra del saludo del ángel Gabriel a María, κεχαριτωμένη, es un participio perfecto pasivo, femenino singular, del verbo χαριτόω, cuyo significado en el original griego no es solamente "estar lleno de gracia" o "considerar con gracia o benevolencia", sino "transformar completa y permanentemente por medio de la gracia". Las razones que justifican esta traducción son las siguientes: El verbo χαριτόω es un verbo causativo. Esto significa que describe el cambio o transformación que tiene lugar en la persona que recibe la acción del verbo. En este texto, se trata del efecto que la gracia (χάρις) produce en María, como ella es "transformada por la gracia", y el hecho de que este efecto es permanente. El tiempo perfecto en griego denota una acción que fue completada en el pasado, pero cuyos efectos persisten en el presente. En el caso de Lc.1, 28, indica que María ya había sido perfectamente transformada por la gracia y que va a continuar a estarlo permanentemente. La voz pasiva indica que María es la que recibe la acción. Su transformación por la gracia es el resultado de la intervención infinitamente misericordiosa y poderosa de Dios en Ella. El Participio conserva aquí su carácter verbal, pues es precedido por el imperativo de un verbo de emoción, y en griego los verbos que indican un estado de ánimo o sentimiento (verba affectum), para expresar la causa de la emoción, a menudo toman un participio con valor predicativo. Por tanto, la traducción correcta sería: "Alégrate, tú que has sido perfecta y permanentemente transformada por la gracia de Dios". El verbo χαριτόω aparece sólo otras dos veces en la Sagrada Escritura: en Eclo.18, 17 y Ef.1, 6. San Juan Crisóstomo (+ 407), gran experto en San Pablo y en el idioma griego, nos ofrece una interesante puntualización que confirma nuestra traducción. En su Comentario a la Carta a los Efesios hace notar que San Pablo no utilizó en Ef.1, 6 el verbo χαρίζομαι (que sale doce veces en el Antiguo Testamento y veinte en el Nuevo), que significa "considerar con benevolencia", sino que usó el verbo χαριτόω, que significa, subraya San Juan Crisóstomo, "transformar por medio de la gracia". El Padre no sólo "nos miró con benevolencia" o "nos otorgó su gracia", sino que "nos transformó con su gracia en el Amado". En el caso, de Ef.1, 6, el verbo χαριτόω está en tiempo aoristo: nos transformó por la gracia, pero podríamos perderla más adelante. En el caso de María está en tiempo perfecto: cuando tuvo lugar la Anunciación, ya había sido transformada por la gracia, y así permanecería. Ya

 24 estaba lista para la misión que Dios le iba a confiar. ¿Cuándo tuvo lugar esa transformación? En el instante de su Inmaculada Concepción. ¡Lo que esto significa para su vida espiritual apenas lo podemos intuir!  Lc 1, 28 en la Tradición de la Iglesia La importancia del saludo del ángel a María ha atraído la atención de toda la Tradición de la Iglesia. El gran exégeta Orígenes (+ 253) fue el primero en darse cuenta que María había sido saludada por el ángel con un saludo nuevo, que no se encontraba en la Escritura ni había sido dirigido a nadie, pues había sido reservado sólo para ella. Los tres aspectos de la traducción que indicábamos se encuentran también en la Tradición: La Virgen María fue completamente llena de gracia. Ya lo decía San Ambrosio (+ 397): "¿A quién concedió Dios más gracias que a Su Madre?". Desde San Pedro Crisólogo (+ c.450), es común afirmar que la gracia que otros han recibido en parte, María la recibió en plenitud. Autores tan importantes como San Buenaventura (+ 1274), Corrado de Sajonia (+ 1279) y Santo Tomás de Aquino (+ 1274) ofrecen comentarios sobre Lc.1, 28 y el Ave María que son una verdadera mina de enseñanzas sobre su vida espiritual. San Luis de Montfort (+ 1716) lo explica muy bien: "El torrente impetuoso de la bondad de Dios, estancado violentamente por los pecados humanos desde el comienzo del mundo, se explaya con toda su fuerza y plenitud en el corazón de María. La Sabiduría le comunica todas las gracias que hubieran recibido de su liberalidad Adán y sus descendientes si hubieran conservado la justicia original ... toda la plenitud de la divinidad se derrama en María, en cuanto una pura creatura es capaz de recibirla ... solamente su Creador puede comprender la altura, anchura y profundidad de las gracias que le comunicó". Todos los autores coinciden en que la plenitud de gracia de María no fue temporal sino permanente desde el momento en que Dios se la concedió. Referencias al hecho de que María fue transformada por la gracia se encuentran desde el período patrístico, por ejemplo en San Sofronio de Jerusalén (+ 638). La Tradición no sólo subraya las gracias que María recibió de parte de Dios, sino también su fiel correspondencia a las mismas. Dos Pontífices recientes hablan de ello. El Papa Pablo VI decía: "Es bueno ... tener presente que la eminente santidad de María no fue sólo un don singular de la liberalidad divina: esa fue también el fruto de la continua y generosa correspondencia de su libre voluntad a las mociones interiores del Espíritu Santo. Es por motivo de la perfecta armonía entre la gracia divina y la actividad de la naturaleza humana que la Virgen rindió gloria suma a la Santísima Trinidad y se convirtió en modelo insigne de la Iglesia”. Y el Papa Juan Pablo II lo expresa así: "[María] ha respondido, por tanto, con todo su 'yo' humano, femenino, y en esta respuesta de fe estaban contenidas una cooperación perfecta con 'la gracia de Dios que previene y socorre' y una disponibilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo, 'que perfecciona constantemente la fe por medio de su dones' (DV 5; LG 56)". 

La vida de la gracia en la Virgen María

La plenitud de gracia que la Virgen María gozó desde el inicio de su vida tuvo efectos concretos en su vida espiritual, que la teología espiritual nos ayuda a comprender. La gracia santificante, que recibimos en el Bautismo, es esencialmente una participación en la Naturaleza Divina (cf. 2Pedro 1, 4). La Virgen María la recibió desde el primer instante de su existencia, y nunca la perdió por culpa del pecado, porque nunca pecó. Su participación en la Naturaleza Divina es, por tanto, la más perfecta que

 25 una persona humana haya tenido jamás. Todos los otros efectos de la gracia santificante también se encuentran en ella en plenitud: María es la hija más amada por el Padre Eterno, que ya goza en el cielo perfectamente de la herencia eterna, en compañía de Jesucristo, quien es no sólo su hermano y coheredero sino su propio Hijo, a cuya derecha ella está sentada, reinando con Él en gloria. ¿Quién puede describir su íntima unión con Dios? ¿Quién puede alabar a este incomparable templo viviente de la Santísima Trinidad, que llevó al Hijo de Dios por nueve meses en su propio vientre virginal, y se convirtió en "morada permanente del Espíritu de Dios"? Junto con la gracia santificante, Dios infunde en nuestra alma las virtudes infusas y los siete dones del Espíritu Santo. ¿Quién puede dudar que en María estas virtudes infusas estuvieron presentes de la manera más perfecta? El mismo Nuevo Testamento nos testimonia su incomparable fe, esperanza, caridad, templanza, prudencia, justicia y fortaleza. Asimismo, ¿quién puede describir la perfección con que el Espíritu Santo la movió siempre por medio de Sus dones desde su Inmaculada Concepción? De la inefable plenitud de gracia que gozó María durante toda su vida terrena, podemos inferir no sólo la perfección de su vida espiritual, sino también la plenitud de gloria que ahora goza en el cielo. Lc 1, 28 es también fundamento de su Asunción gloriosa. La obra del Espíritu Santo en nosotros, la gracia santificante, las virtudes infusas, los dones y frutos del Espíritu Santo, las gracias actuales ... no son simples definiciones abstractas para el ejercicio intelectual de los teólogos. Son verdades muy reales, que nos tocan directamente, y es una verdadera tragedia cuando las ignoramos o las consideramos pasadas de moda. Todas ellas están presentes, de la manera más sublime, en el alma inmaculada de la Virgen María. Si queremos penetrar un poco las maravillas de la vida interior de María, y deseamos desarrollar nuestra propia vida espiritual, es indispensable conocerlas. b. El Dogma de la Inmaculada Concepción 

El Misterio de la Inmaculada

La segunda gran luz que nos alumbra la vida espiritual de la Virgen María es el dogma de la Inmaculada Concepción. Es una luz que está íntimamente unida con la que nos ofrece Lc.1, 28: Si María es la criatura "perfecta y permanentemente transformada por la gracia de Dios", podemos comprender por qué el pecado original y los pecados personales no son compatibles con tal plenitud de gracia. Si María fue preservada de contraer el pecado original y llena de gracia santificante desde el primer instante de su vida, en previsión de los méritos de Cristo, es claro por qué ha sido "perfecta y permanentemente transformada por la gracia de Dios". "κεχαριτωμένη" e "Inmaculada Concepción" son los dos nombres de María. El primero se lo dio el ángel Gabriel por encargo de Dios (cf. Lc 1, 26-28); el segundo lo reveló ella misma a Santa Bernardita Soubirous (+ 1879) en Lourdes (1858). Sabemos que en la Sagrada Escritura, cuando Dios llama a una persona, suele cambiarle el nombre. El nombre que Dios le da a María cuando la llama a colaborar en la Economía de la Salvación es: "κεχαριτωμένη" Su nuevo nombre sintetiza admirablemente quién es María y cuál es su misión: Ella es la criatura "toda gracia" por excelencia, que recibió la gracia más grande de todas: convertirse en la Madre del Hijo de Dios, y cuya función será dar al mundo al Autor de la gracia e interceder para que nos conceda todas las gracias que necesitamos para alcanzar la salvación. San Maximiliano Kolbe (+ 1941) es uno de los autores que más ha profundizado el significado del otro nombre: "Inmaculada Concepción". Haciendo un paralelo con Ex.3, 14, la revelación de Dios

 26 de Su nombre a Moisés, explica que la Madre de Dios, a la pregunta de Santa Bernardita sobre su identidad, contestó que ella era la Inmaculada Concepción. No simplemente que había sido concebida inmaculada, sino que Ella era la Inmaculada Concepción. ¡Qué gran misterio! En su Encíclica Redemptoris Mater, el Papa Juan Pablo II une Lc.1, 28, la Inmaculada Concepción y Ef.1, 3-14 en un texto magistral: "En virtud de la riqueza de la gracia del Amado, en razón de los méritos redentores del que sería su Hijo, María ha sido preservada de la herencia del pecado original. De esta manera, desde el primer instante de su existencia, es de Cristo, participa de la gracia salvífica y santificante y de aquel amor que tiene su inicio en el Amado, el Hijo del eterno Padre, que mediante la Encarnación se ha convertido en su propio Hijo. Por eso, por obra del Espíritu Santo, en el orden de la gracia, o sea de la participación en la naturaleza divina, María recibe la vida de aquel al que ella misma dio la vida como madre, en el orden de la generación terrena ... Y dado que esta nueva vida María la recibe con una plenitud que corresponde al amor del Hijo a la Madre y, por consiguiente, a la dignidad de la maternidad divina, en la anunciación el ángel la llama 'llena de gracia' "... Tratar de captar con nuestra mente la plenitud de gracia que Dios le concedió a la Inmaculada Virgen es muy difícil; pero todavía más lo es comprender lo que esta plenitud significaría para su persona, cómo marcó profunda y decisivamente su vida espiritual, qué consecuencias concretas tuvo para su vida diaria. Incomparablemente sencilla fue la vida de la Virgen de Nazaret: pobre, silenciosa, ritmada por las labores cuotidianas que debía cumplir, primero como hija, luego como esposa virginal y Madre. Exteriormente consistía en cumplir a la perfección sus responsabilidades de cada día, pero interiormente cada una de esas obras valía su peso en oro, pues provenía de un alma completamente pura y santa, de un Corazón Inmaculado que latía al unísono con el Corazón Sacratísimo del que se convirtió en su Hijo. ¡La sencillez en María va unida a la altura más inefable! ¡Qué gran enseñanza nos da a todos! A veces nos puede parecer que al afirmar la sublimidad de la vida espiritual de la Virgen María, la estamos alejando de nosotros, y la imposibilitamos de realizar las acciones cuotidianas que deben cumplir todos los mortales. ¡Nada más lejos de la verdad! La santidad consiste precisamente en cumplir perfecta y heroicamente la voluntad de Dios en las obligaciones de cada día. La verdadera vida mística es perfectamente compatible con barrer la casa. La diferencia se encuentra en la intensidad del amor a Dios y al prójimo con que el místico ejecutará esta labor tan simple. En la vida de la Virgen María encontramos una conjunción perfecta entre contemplación y acción; entre la oración más sublime que haya tenido persona alguna, y el servicio más activo a Dios y al prójimo. No en vano muchos autores consideran que en ella se cumple plenamente la figura de Marta y María. En su vida se unen también los gozos más inefables con el dolor más profundo. No debemos pensar que la sublimidad de la vida espiritual de María la dispensó de sufrir: ¡todo lo contrario! Nadie como ella ha sabido tomar la cruz y seguir a Cristo; nadie se ha unido tan perfectamente a Sus sufrimientos; ninguna persona humana ha sufrido tanto como ella. Por eso, nadie mejor que ella nos puede enseñar a abrazar la cruz y a entender su importancia y su poder redentor. 

La Toda Santa

De la mano de la Inmaculada Concepción va el privilegio especial que Dios le concedió solamente a la Virgen María de no cometer nunca ningún pecado, ni mortal, ni venial. Toda la Tradición

 27 proclama admirada a "la Toda Santa" (Παναγία). Santo Tomás de Aquino (+1274) nos explica las razones teológicas de este privilegio: "Aquellos sujetos elegidos por Dios para una misión son preparados y dispuestos por Él de modo que sean idóneos para desempeñarla, conforme a lo que se lee en 2Cor.3, 6 ... Y la Virgen Santísima fue divinamente elegida para ser Madre de Dios. De ahí que no quepa dudar de que Dios, por medio de su gracia, la hizo idónea para tal misión ... (cf. Lc.1, 30). Ahora bien, no hubiera sido idónea Madre de Dios en caso de que hubiera pecado alguna vez. Ya porque el honor de los padres redunda en los hijos ... (cf. Prov.17, 6). De donde también, por el contrario, la ignominia de la madre redundaría en el Hijo. Ya porque tuvo una afinidad singular con Cristo, que en ella se encarnó ... (cf. 2Cor.6, 15). Ya, finalmente, porque el Hijo de Dios, que es la Sabiduría divina (1Cor.1, 24), habitó en ella de una manera especial, y no sólo en su alma, sino también en su seno. En Sab.1, 4 se dice: 'La Sabiduría no entrará en alma que obra el mal, ni habitará en un cuerpo sometido al pecado'. Y, por tanto, es necesario decir de forma absoluta que la Santísima Virgen no cometió ningún pecado actual, ni mortal ni venial, para que, de este modo, se cumpla en ella lo que se lee en Cant.4, 7: 'Toda hermosa eres, amiga mía, y no hay mancha en ti' ". El Magisterio de la Iglesia también insiste sobre este punto: "Ella ha sido la que, la primera y de una manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original, y durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado". Decir que la Virgen María nunca pecó es decir que ella siempre dijo "Sí" a la Voluntad de Dios; que ella se consagró por completo al servicio del Designio Salvífico de Dios, porque "no tenía el entorpecimiento de pecado alguno" ; que ella vivió en plenitud la libertad de los hijos de Dios, porque no fue esclava del pecado ni por un instante; que ella siempre amó a Dios intensamente, cada instante de su vida, "con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente y con todas sus fuerzas" (Mc.12, 30); que ella siempre amó al prójimo, y su corazón se fue dilatando cada vez más, hasta que el Espíritu Santo la hizo capaz de acoger en el Calvario a toda la humanidad que el Hijo le entregaba para que fuera su Madre; que fue la más perfecta discípula de Jesucristo, porque practicó a la perfección todas las virtudes cristianas; que es la persona humana que más plenamente se ha realizado, pues nuestra verdadera realización consiste en alcanzar la santidad; que toda su vida estuvo caracterizada por la paz y el gozo que reinaban en su corazón, aun en medio de sus terribles sufrimientos, pues la felicidad y la paz que todo ser humano anhela se encuentran sólo en hacer en todo la Voluntad de Dios y sufrir por Cristo.

c) En las cumbres desde el inicio de su vida La reflexión profunda de Lc.1, 28 y del Dogma de la Inmaculada Concepción nos conducen a otra gran verdad: la Virgen María inició su vida espiritual desde las cumbres. Ella no tuvo que pasar por la vía purgativa ni la iluminativa, sino que inició su peregrinación de la fe ya en la vía unitiva. Este hecho ciertamente hace de su vida espiritual un misterio incomparable. Se basa en fundamentos de por sí únicos: su Maternidad Divina, su Inmaculada Concepción, su plenitud de gracia, su misión de cooperar en la Obra de la Redención. Entre los autores de la Tradición que se refieren a esta gran verdad, mencionamos sólo uno: San Juan de la Cruz (+ 1591), uno de los más grandes maestros de la vida espiritual. En un texto que se encuentra en su Subida al Monte Carmelo, afirma:

 28 "Dios sólo mueve las potencias destas almas para aquellas que conviene según la voluntad y ordenación de Dios, y no se pueden mover a otras; y así las obras y ruego de estas almas siempre tienen efecto. Tales eran las de la gloriosísima Virgen nuestra Señora, la cual, estando desde el principio levantada a este (tan) alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo " (3 S. 2,10). Expliquémoslo brevemente. El propósito de la Subida al Monte Carmelo es mostrar cómo puede el alma disponerse para llegar en breve a la divina unión, indicando cómo los principiantes y los aprovechados "deben desembarazarse de todo lo temporal y no embarazarse con lo espiritual y quedar en la suma desnudez y libertad de espíritu, cual se requiere para la divina unión". Para logarlo, el alma ordinariamente debe pasar dos purificaciones, que San Juan de la Cruz llama "noches", porque en ellas el alma camina "como de noche, a oscuras". La primera noche, que pertenece a los principiantes, consiste en la purificación activa de la parte sensitiva del alma. La segunda, más oscura, es la de los aprovechados, y consiste en la purificación activa de la parte espiritual del alma. En efecto, Dios se comunica sobrenaturalmente a nosotros por amor y gracia. "De donde a aquella alma se comunica Dios más que está más aventajada en el amor, lo cual es tener más conforme su voluntad con la de Dios, y la que totalmente la tiene conforme y semejante" -que es el caso de la Virgen María-, "totalmente está unida y transformada en Dios sobrenaturalmente"... Es por eso que, "cuanto un alma más vestida está de criaturas y habilidades della según el afecto y el hábito, tanto menos disposición tiene para la tal unión, porque no da total lugar a Dios para que la transforme en lo sobrenatural"… “Pero entre más se vacía y trata de conformarse a la Voluntad de Dios en todo por amor, más Dios la une a Sí y la transforma en Él”. “Ahora bien, una vez que se ha alcanzado el estado de unión con Dios, las potencias del alma desfallecen en sus naturales operaciones, y pasan de su término natural al de Dios, que es sobrenatural”... “El intelecto se vuelve divino, porque, uniéndose a Dios, ya no entiende con la luz natural sino con la Sabiduría Divina; la voluntad se vuelve divina, porque, uniéndose al Divino Amor, ya no ama con su poder natural, sino con el Espíritu Santo; y la memoria se concentra en las cosas eternas”. Por esta transformación sobrenatural, Dios posee las potencias "como ya entero señor de ellas por la transformación de ellas en sí, (y) Él mismo es el que las mueve y manda divinamente según su divino espíritu y voluntad ..." ... Es por eso que "las obras de tales almas sólo son las que convienen y son razonables, y no las que no convienen ... porque Dios solo mueve las potencias destas almas para aquellas que conviene según la voluntad y ordenación de Dios, y no se pueden mover a otras; y así las obras y ruego de estas almas siempre tienen efecto. Tales eran las de la gloriosísima Virgen nuestra Señora ...". En esta extraordinaria explicación de los efectos del estado de unión transformante en una persona, San Juan de la Cruz introduce a la Virgen María como ejemplo supremo de esta perfecta unión con Dios. Tal era la unión que la Virgen María tenía con Dios. Ahora bien, si la persona que ha alcanzado el estado de unión "parece el mismo Dios y tiene lo que tiene el mismo Dios ... y aun es Dios por participación, aunque es verdad que su ser naturalmente tan distinto se le tiene del de Dios como antes"…, ¡cuánto más lo podemos afirmar de la Madre de Dios! Si "las obras y ruego de estas almas" son tan eficaces, entonces la Tradición no se equivoca cuando habla del gran poder de intercesión de la Virgen María, algo que se entiende muy bien dentro del contexto de los que han llegado a la cumbre de la vida espiritual.

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San Juan de la Cruz especifica que María "estaba desde el principio levantada a este tan alto estado", el más alto posible en la vida espiritual. No se trata, por tanto, del hecho de que la Virgen María, en algún momento de su vida, haya alcanzado el estado de unión transformante, por perfectamente que lo hubiera hecho en comparación con todos los demás. Lo que San Juan de la Cruz afirma claramente es que desde el inicio de su vida María fue elevada por Dios al estado que los demás santos alcanzan como su meta en algún momento de su vida. Ella no tuvo que pasar por el proceso de purificación, por las noches. Fue toda pura desde el inicio. San Juan de la Cruz enseña que el estado de unión transformante se alcanza cuando el amor es perfecto. Si María estuvo en este estado desde el inicio, esto significa que el amor de su Corazón Inmaculado fue perfecto desde el principio. Y dado que el amor puede continuar creciendo, ¡qué intensidad tendría su amor al final de su vida, cuando su Hijo la asumió en cuerpo y alma al cielo! La inhabitación de la Santísima Trinidad obtiene su máxima perfección posible en la tierra cuando el alma llega a la unión transformante, y María siempre estuvo en este estado. ¡Cómo será la unión entre la Santísima Trinidad y la Virgen es algo imposible de expresar! La perfección de la vida espiritual de la Virgen María y su Inmaculada Concepción están indisolublemente unidas. Si ella es la Inmaculada, entonces está lista para la unión transformante desde el primer instante de su vida, porque es toda pura, totalmente abierta al amor de Dios. Y si ella fue elevada desde el inicio a este estado tan alto, es porque era Inmaculada, y por tanto no tenía necesidad de pasar primero por el proceso de purificación. El κεχαριτωμένη bíblico y el dogma de la Inmaculada Concepción, por tanto, son los sólidos fundamentos que explican la absoluta singularidad de la vida espiritual de María que San Juan de la Cruz afirma.  Ella fue siempre toda de Dios, en pensamientos, palabras y obras: María, sigue afirmando San Juan de la Cruz, "nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió". En efecto, según nuestro autor, el estado de unión transformante consiste en "una transformación de la voluntad humana en la Voluntad Divina", una unión perfecta y una total identificación de nuestra voluntad con la de Dios. Y para obtener esta unión, dos condiciones son indispensables: que en la voluntad humana no haya nada que sea contrario a la Voluntad de Dios, y que sea siempre y en todo movida sólo por la Voluntad Divina. Esto explica la necesidad de vaciar el alma de todo lo que no sea Dios, y ponerse totalmente a la disposición de Dios, dejándolo hacer con nosotros lo que Él guste. Tal fue el caso de la voluntad de la Virgen Inmaculada, en la cual no hubo nunca nada contrario a la Voluntad de Dios, y la cual nunca fue movida por nada que no fuera Dios.. ¿Cómo puede ser esto posible? La respuesta es muy sencilla: porque "siempre su moción fue por el Espíritu Santo". Con la excepción del alma humana de Jesucristo, María es la única persona humana que siempre fue movida por el Espíritu Santo, desde el inicio de su vida. El principio tan exacto de San Juan de la Cruz: "desde el principio levantada a este tan alto estado... siempre su moción fue por el Espíritu Santo" no sólo ilumina admirablemente la vida espiritual de la Virgen María, sino que es el principio que debemos tomar en cuenta cuando hacemos exégesis. En cada una de las acciones de su vida, la Virgen fue siempre guiada y movida por el Espíritu Santo. Nada en su vida es por casualidad. Todo es digno de Aquél que la mueve, el Espíritu Santo. Todas sus acciones son divinas. ¡Cuánto ilumina esta verdad su vida entera, su misión y su grandeza!

 30 San Juan de la Cruz nos da un argumento muy bueno en su prólogo a la Llama de amor viva para comprender todo esto: "Y no hay que maravillar que haga Dios tan altas y extrañas mercedes a las almas que El da en regalar, porque si consideramos que es Dios y que se las hace como Dios y con infinito amor y bondad, no nos parecerá fuera de razón; pues El dijo que en el que le amase vendrían el Padre, Hijo y Espíritu Santo, y harían morada en él (Jn.14, 23), lo cual había de ser haciéndole a el vivir y morar en el Padre, Hijo y Espíritu Santo en vida de Dios ...". María, Inmaculada, Siempre Virgen, Madre de Dios, Toda Santa, nos muestra mejor que nadie el poder del amor de Dios, y las alturas a las que Él se complace en elevar a los que humildemente creen en Él y lo obedecen en todo por amor. Nota aclaratoria: Podrían surgirnos tres preguntas: 1) Si la Virgen María inició su vida espiritual desde las cumbres, ya perfectamente transformada por la gracia, ¿quiere esto decir que nunca creció en gracia? De ninguna manera. Aunque la Virgen comenzó su vida con una plenitud de gracia tal que supera la de todos los Santos al final de su carrera, ella nunca cesó de crecer en gracia y caridad, de forma que al momento de su Asunción poseía el grado máximo de gracia que ninguna persona humana será capaz de alcanzar. 2) ¿se puede hablar de progreso espiritual en María? Ciertamente; ella progresó constantemente, pues la gracia y la caridad siempre pueden aumentar, pero fue un progreso de perfección en perfección. 3) ¿fue entonces la vida más fácil para María que para nosotros, que no hemos recibido tal plenitud de gracia? Baste esta respuesta: Si es cierto que entre más da Dios, más pide (cf. Mt.25, 14-30), a la persona que Dios más le ha dado, ¿podemos siquiera imaginar cuánto le pidió a cambio? En sus propias, particulares circunstancias, la bienaventurada Virgen también tuvo que responder diariamente a la Voluntad de Dios para con ella. d) Obra Maestra e íntima colaboradora del Espíritu Santo La Inmaculada Concepción de María, su plenitud de gracia y la perfección de su vida espiritual sólo se pueden comprender en referencia al Espíritu Santo; o mejor dicho, es acción de toda la Santísima Trinidad, pero apropiada al Espíritu Santo. Después de la humanidad de Jesucristo, María es la obra maestra del Espíritu Divino, que "la ha plasmado y hecho nueva criatura", "enriqueciéndola con el resplandor de una santidad enteramente singular", como primicia de la nueva creación que Cristo ha venido a realizar. En María se pueden contemplar, como en un cuadro bellísimo y perfecto, por un lado, todas las maravillas que el Espíritu Santo quiere y puede realizar en una criatura, y por otro, la más perfecta docilidad y correspondencia total que una persona humana haya sido capaz de dar a la acción del Espíritu Santo en su alma. Muchos autores de la Tradición hablan de esto. San Luis de Montfort (+ 1716), por ejemplo, afirma que María "no se condujo jamás por su propio espíritu, sino por el Espíritu de Dios, que se posesionó en tal forma de Ella que llego a ser su propio espíritu". Para expresar esta íntima unión entre el Espíritu Santo y la Virgen María, la Tradición la ha llamado "Esposa del Espíritu Santo", un título muy bello que, bien entendido, nos dice muchísimo sobre la vida espiritual de María. Entre los primeros autores en utilizarlo se encuentra el poeta latino Prudencio (+ 405).

 31 San Francisco de Asís (+ 1226) tiene un texto de corte trinitario y profundas enseñanzas mariológicas, en el cual se dirige a María como "hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo". San Maximiliano Kolbe (+ 1941) profundizó admirablemente este tema. El título "esposa" subraya también la colaboración que la Virgen María fue llamada a prestar al Espíritu Santo en la formación de Cristo en cuanto hombre y en la de todos los cristianos. f) VALORES TEOLOGICOS Y ECLESIALES DEL DOGMA de la IMACULADA  Gracia del Padre. El texto de la definición dice expresamente que la inmaculada concepción de María es "gracia y privilegio de Dios". Es Dios Padre quien actuó en María, antes de cualquier respuesta de parte de ella, para preservarla inmune de toda mancha de pecado original. La inmaculada manifiesta, pues, la acción de Dios gratuita, libre y bondadosa de Dios que quiso preparar la madre de su Hijo como digna morada del sin pecado.  La radicalmente redimida. La inmaculada concepción de María es sobre todo una muestra de la redención de Jesucristo. Él es el centro del universo, él es el único redentor y, por su acción salvadora, María ha sido anticipadamente redimida en sus raíces, en su total profundidad. Por eso algunos teólogos la llaman "la radicalmente redimida". La inmaculada concepción tiene más en su centro la acción redentora de Jesucristo que el pecado original. El texto de la definición dice que María fue preservada del pecado original "en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano".  María "la bella". La Iglesia y la humanidad pueden mirar a María, una mujer, que refulge de manera excepcional por su total santidad, desde su origen hasta su consumación. María es, como decía Teilhard de Chardin "la perla preciosa del universo", el modelo humano más completo de la obra salvadora de Jesucristo. Su belleza es por su total santidad, por ser el ejemplo único de una persona humana que se presenta "sin mancha" de pecado, sobre abundantemente bendecida por Dios, cubierta por el Espíritu, madre del redentor y ejemplo de vida en fe, obediencia y seguimiento a la voluntad de Dios.

g) LA ESPIRITUALIDAD LITURGICA: DE LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCION DE MARIA 

La solemnidad de la Inmaculada Concepción de María se celebra el 8 de diciembre, como se hacía desde hace siglos. Además se añadió el motivo de que el dogma fue definido en ese día.



Las oraciones de la eucaristía evocan la preservación de María de todo pecado, en previsión de los méritos de Cristo, e imploran así mismo la limpieza de nuestros pecados.



El prefacio relaciona la inmaculada concepción con la maternidad divina y los inicios de la Iglesia. María, la Purísima, se presenta a la Iglesia como modelo de "gracia y santidad".



Las lecturas bíblicas (Gen 3, 9-15.20; Ef 1, 3-6.11-12; Lc 1, 26-38) presentan a María en el conjunto de la Historia de la salvación. María es colocada como partícipe de este plan redentor, recibiendo la elección para ser santa e irreprochable ante Dios, y al mismo tiempo disponible y obediente ante la voluntad divina.



El salmo responsorial (Sal 97, 1.2-3ab.3c-4) es un cántico de alabanza a la acción de Dios, que se aplica en la celebración a María: "Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas".

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Conviene recordar que la reforma litúrgica sugiere que esta fiesta se relacione con el tiempo de adviento donde se encuentra ubicada.

2.2. La Vida Espiritual de la Madre de Dios El pueblo cristiano venera a María, ya desde muy antiguo, bajo la advocación “Madre de Dios". Esta expresión no se encuentra en la Sagrada Escritura. En ella María es llamada "Madre de Jesús" (Mt 2, 11.21; 13, 55; Lc 2, 48.51; Jn 2,1; 6, 42; 19, 25-26) y también "madre de mi Señor" (Lc 1, 43). ¿Por qué estos cambios al referirse a María? ¿No es mucho atrevimiento llamar "Madre de Dios” a la humilde aldeana de Nazaret? La Iglesia, a través de los siglos, ha ido reflexionando, profundizando y aclarando el significado de la persona de Jesús, su vida, su mensaje, su muerte y resurrección, y la trascendencia de todo ello para la humanidad. En este contexto general, cristológico y salvífico, se ha de colocar el desarrollo de la doctrina trinitaria. Durante los siglos II-V algunos negaban la humanidad de Jesús (gnósticos y docetas) y otros establecían diferencias entre la naturaleza humana y divina de Jesús. Los Padres de la Iglesia y teólogos respondieron haciendo notar que Jesús, Hijo de Dios, se encarnó y tomó la carne de una mujer, María. Por eso, María es madre de Jesús, según su humanidad. LAS DISPUTAS SOBRE JESÚS Y LAS REFERENCIAS A MARIA EN LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA IGLESIA  Los evangelios y los escritos del Nuevo Testamento tienen datos sobre Jesús. No son una biografía ni tampoco un tratado de teología. Los evangelios son escritos encaminados, fundamentalmente, a la predicación y, por eso, la preocupación mayor es presentar los hechos y mensaje de Jesús en vista de la salvación. Los demás textos del Nuevo Testamento ofrecen respuestas a cuestiones particulares de las primeras comunidades cristianas.  Poco a poco fueron surgiendo preguntas e inquietudes de cristianos que inquirían mayores explicaciones sobre Jesús: ¿Qué relación tiene el Padre con Jesús, llamado Hijo de Dios? ¿Es Jesús hombre verdadero? ¿Es al mismo tiempo, Dios, como el Padre? ¿Cómo se relacionan la naturaleza humana y divina? ¿Es el Espíritu Santo, Dios, como el Padre y el Hijo? Los primeros concilios de la Iglesia abordaron estos temas y trataron de exponer la fe auténtica, ortodoxa, frente a los que afirmaban cosas distintas.  Dentro de la discusión y debate sobre la persona de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, se recurrió a la persona de María para indicar su participación en la concepción y nacimiento de Jesús. Muy importante fue también aclarar la cuestión de “intercambio de atributos”, en Jesús, según el cuales posible afirmar que el Hijo de Dios padeció y murió en la cruz y no sólo decir que Jesús padeció y murió. Veamos algunos datos de los primeros concilios ecuménicos:  María en el Concilio Constantinopolitano I (381): la formula que encontramos en este concilio está muy apegada al texto bíblico, sin ulteriores explicaciones: “Por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen” (DH 150). El centro del texto es Jesús, que se encarna por acción del Espíritu Santo y de María, sin explicar la forma de participación de ambos. Lo importante es que recoge la participación de María en la obra encarnatoria de Jesús.  María en el Concilio de Efeso (431): es este concilio se discutió que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. En el debate se enfrentaron Nestorio, patriarca de Constantinopla y Cirilo patriarca de Alejandría. El primero afirma que María, lo más podría ser llamada “la que ha dado luz a Cristo” (cristótocos). El segundo sostenía la unidad de una única persona de Jesús, con sus dos naturalezas, humana y divina, y decía que se podía afirmar de María que era “la que ha dado a luz a Dios" (Theotocos), pues Jesús es una única persona, Dios como el Padre. El documento más importante del

 33 concilio de Efeso es la 2da. Carta de Cirilo a Nestorio (DH 250ss), donde se condena como contraria a la fe de Nicea la respuesta de Nestorio a esta carta. El texto dice lo siguiente: Los santos Padres “no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen, no ciertamente por que la naturaleza del Verbo o su divinidad hubiera tenido origen de la santa Virgen, sino que, porque nació de ella el santo cuerpo dotado de alma racional, a la cual el Verbo se unió sustancialmente, se dice que el Verbo nació según la carne”(DH 25 1). Jesús es hijo de María, según la carne, es decir, aportándole la naturaleza humana, pues la divina no tiene su origen en María. Decir que María es Madre de Dios se debe a la unión que tienen las dos naturalezas en una sola persona. María es madre de la única persona de Jesús Dios. 

El Concilio de Calcedonia (451): En el Concilio de Calcedonia se completa la interpretación de las dos naturalezas de Jesús en la unidad de la única persona divina de Jesús. Se puede constatar que la afirmación sobre María Theotócos es un corolario de la doctrina cristológica: “Siguiendo, pues, a los santos Padres, enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios, Y verdaderamente hombre de alma racional y cuerpo; consustancial al Padre según la divinidad, y consustancial con nosotros según la humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado (J. Heb 4, 51; engendrado del Padre antes de los siglos según la divinidad, Y en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, la madre de Dios, según la humanidad” (DH 301).



El Concilio Vaticano II: trata el tema de la maternidad divina de María de una forma mucho más amplia que la tradición eclesial anterior y lo hace relacionando a María con el misterio de Cristo y con el misterio de la Iglesia.  La maternidad de María y el Misterio de Cristo: la maternidad de María no es vista únicamente en relación a la concepción o al parto sino que comprende toda la vida de María y su relación con el Hijo Salvador (LG 56-59 y 61). El Vaticano II pone de relieve la actitud espiritual con la que vivió María su maternidad divina. El consentimiento de María se dio con plena libertad y conciencia. María vive su maternidad divina bajo el impulso del Espíritu desde el principio al fin de su vida terrena, en un progresivo camino de fe, de obediencia y de caridad. La dimensión de servicio es otra perspectiva con la que se enriquece la reflexión sobre la maternidad divina de María. La Madre de Dios es la sierva del Señor que considera su vida como un servicio al género humano.  La maternidad de María y el misterio de la Iglesia: el Vaticano II abre pistas sobre la relación entre María, Madre de Dios, y la Iglesia. Compara a María con la Iglesia, y citando a San Ambrosio, dice que María es figura de la Iglesia en su maternidad virginal (LG 63-64).

SIGNIFICADO DE LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA PARA EL CONJUNTO DE LA FE CRISTIANA El pueblo cristiano, con mucha frecuencia, ha resaltado el privilegio de María de ser Madre de Dios, descuidando otros aspectos que la teología ha analizado a través de los siglos. Mencionemos algunos de los aspectos fundamentales de esta reflexión:  María y la concepción virginal de Jesús: la concepción virginal de Jesús, en el sentido bíblico, tiene como principal objetivo, sin menoscabar la virginidad física de María, patentizar que Jesús es Hijo de Dios. María fue elegida por Dios para esa misión especialísima de ser Madre del Hijo de Dios, de Jesús Dios, por eso es llamada “Madre de Dios”.

 34  María y la encarnación de Jesús: en las discusiones cristológicas de los primeros siglos se aclaró la forma como debía entenderse la encarnación de Jesús. Jesús fue verdadero Dios y verdadero hombre, existiendo en él una única persona, la divina, en dos naturalezas. En tales disputas se recurrió a María, mujer, para indicar que Jesús había tomado su humanidad de ella. Jesús es hijo de María según la carne. El título de María Madre de Dios, no debe nunca dejar de lado este aspecto tan importante que es la humanidad de Jesús, el Verbo de Dios encarnado.  María, madre de Jesús Dios, en toda su existencia terrena: el Concilio Vaticano II ha aportado nuevos elementos y ampliado la perspectiva del significado de María como Madre de Dios. Ella acompañó a su hijo en toda su existencia terrenal y fue haciendo un camino de crecimiento en la fe, la obediencia y caridad. A la invitación de Dios a ser Madre de su Hijo, respondió libremente y poseída por el Espíritu, fue un ejemplo de auténtica creyente, pobre de Yahvéh.  María, virgen y madre, tipo de la Iglesia: el Vaticano II, un concilio centrado en la Iglesia, no podía menos que reflexionar sobre la unión entre María y la Iglesia. Ambas son instrumentos de salvación para la humanidad y ambas son un ejemplo de entrega total a la misión que Dios les ha confiado. CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE MARÍA, MADRE DE DIOS:  El documento Marialis cultus de Pablo VI afirma que “el tiempo de Navidad constituye una prolongada memoria de la maternidad divina, virginal, salvífica de aquella cuya virginidad intacta dio a este mundo un Salvador ( ... ) En la nueva ordenación del período natalicio, nos parece que la atención común se debe dirigir a la renovada solemnidad de la maternidad de María; ésta, fijada en el Iro. de enero, según una antigua sugerencia de la liturgia de Roma, está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la madre santa por la cual merecimos recibir al Autor de la vida” (MC 5).  El lro. de enero es rico en conmemoraciones: a) octava de navidad; b) día en que fue circuncidado Jesús, a eso se refiere el evangelio del día; c) es también el día en que al recién nacido se le impuso el nombre de “Jesús”, salvador; d) es el primer día del año civil; e) es la jornada por la paz. Por encima de este cúmulo de motivos la celebración debe destacar el tema de la maternidad divina y virginal de María, si se quiere ser fieles al mensaje litúrgico del día y evitar la dispersión espiritual.  La antífona de entrada abre la celebración con la exclamación: “Salve, Santa Virgen, madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos”. La colecta indica que con la “maternidad virginal de María hemos recibido ... al autor de la vida”. El resto de la eucología, antífona sobre las ofrendas y la de después de la comunión, recuerdan nuevamente la celebración de la “madre de Dios”.  Las lecturas bíblicas de la misa son las siguientes: Num 6, 22-27: El texto bíblico reporta la fórmula israelita de bendición: “Yahvéh te bendiga y te guarde; ilumine Yahvéh su rostro y te sea propicio; Yahvén te muestre su rostro y te conceda la paz”. El texto tiene pluralidad de sentidos: bendición al inicio del año, el don de la paz, su aplicación a María, que recibe la bendición de Dios. Gal 4,4-7. El texto expone que Dios envió a su Hijo, nacido de mujer. La perícopa recuerda, por tanto, que María es madre de Jesús, Hijo de Dios, enviado al mundo. Lc 2, 16-21. El evangelio de la festividad reporta la circuncisión de Jesús. CRITERIOS  Convendría acrecentar la formación de los fieles cristianos para que la advocación “Madre de Dios”, con que se dirige a María, pudiera ser evocada con toda su riqueza teológica y de forma correcta.  Es importante mencionar que en María es más importante su respuesta personal a Dios, que la concepción y generación física de Jesús, pues la comunidad cristiana se construye sobre los lazos de la fe y adhesión a Jesús. No es necesario contraponer estos aspectos, pero sí otorgarles el lugar que les corresponde. Ya San Agustín destacaba la respuesta de María a la voluntad de Dios, que tiene más valor que ser la madre de Cristo:

 35 “¿No hizo tal vez la Virgen María la voluntad del Padre, la cual por la fe creyó, por la fe concibió, fue elegida para que por ella la salvación naciese para nosotros entre los hombres Y fue creada por Cristo antes que Cristo fuese creada en su seno? Santa María hizo la voluntad del Padre y la hizo enteramente; y por ello vale más Para María ser considerada discípula de Cristo que Madre de Cristo” (Agustín, Discurso 72 A, 7).

2.3. La Vida Espiritual de la Siempre Virgen En una sociedad como la nuestra en que se valora enormemente la sexualidad pareciera anacrónico y carente de sentido hablar de la Virgen, la siempre virgen María. La fe de la Iglesia no se ha de cambiar ni acomodar a las modas del tiempo sino que se ha de exponer en su totalidad, sin recortes ni reduccionismos. Muchos católicos se dirigen a María simplemente como la Virgen. Este nombre se ha convertido en el mismo nombre de María. 

Significado de la virginidad:  Algunas interpretaciones sobre la virginidad de María: a) Negación de la virginidad: algunos estudiosos creen que la virginidad de María es simplemente un recurso literario para expresar que Jesús es Hijo de Dios. Otros opinan que la concepción de Jesús, sin la intervención de José, va en contra de la encarnación de Jesús, que no sería hombre como los demás. b) Influjo de las religiones orientales: otros teólogos han sostenido la idea de que la concepción virginal de Jesús está influenciada por mitologías paganas.  Concepción católica sobre la virginidad de María: La Iglesia Católica entiende la virginidad de María en sentido corporal, físico y comprende:  La concepción de Jesús por obra del Espíritu, sin intervención de varón.  El nacimiento de Jesús sin producir en María los efectos del parto.  La ausencia de nuevos hijos de María después del nacimiento de Jesús.



La virginidad de María en la Sagrada Escritura  La virginidad de María en la concepción de Jesús:  Los llamados evangelios de la infancia (Mt 1-2 y Lc 1-2) tienen su objeto central en Jesucristo. Las afirmaciones sobre la virginidad en la concepción de Jesús se han de colocar en ese contexto cristológico.  Mateo y Lucas, de forma independiente, relatan la concepción de Jesús de forma extraordinaria, por obra del Espíritu, y sin participación de José.  No vemos motivos suficientes para dudar de que Mt 1-2 y Le 1-2 no reporten el hecho real de la virginidad física de María.  La virginidad de María en el parto El Nuevo Testamento no dice nada al respecto.  La virginidad de María después del parto:  María permaneció virgen después del parto si no tuvo otros hijos después de Jesús. Esto parece estar en contradicción con los pasajes del Nuevo Testamento que mencionan “hermanos y hermanas” de Jesús.  La interpretación que se hace de los versículos de los evangelios, que hablan de los “hermanos y hermanas” de Jesús, parece estar influenciada por la propia confesionalidad.  La Iglesia Católica, siguiendo a San Jerónimo, sostiene que los llamados -hermanos y hermanas" de Jesús, son parientes próximos, primos y primas.

 36  Otros versículos problemáticos (Mt 1, 25; Lc 2, 7) se han de interpretar por lo que afirman en sí mismos sin deducir cosas que no se hallan en el texto.  El problema de la virginidad de María no se lo pusieron los escritores del Nuevo Testamento. Surgió después. 

La tradición eclesial sobre la virginidad de María  Críticas a la virginidad de María  Los judeo-cristianos ebionitas niegan que Cristo haya nacido de una virgen.  Los paganos, Celso por ejemplo, se oponen a la concepción virginal, pues Dios no se pudo encanar en una mujer.  Algunos gnósticos opinan que el cuerpo de Jesús pasó por María como “el agua por un canal”.  Pensamiento de los Padres Apostólicos  Ignacio de Antioquia considera la virginidad de María y su parto corno dos de los tres misterios más sobresalientes, unido al otro de la muerte de Jesús.  Justino defiende la divinidad de Jesús aludiendo para ello a su concepción de una virgen.  Ireneo de Lyon se opone a los gnósticos y ebionitas diciendo que Jesús, si hubiera nacido de semen humano, como los demás hombres, hubiera sido solamente un hombre y no hubiera podido darnos la salvación.  Tertuliano, Clemente de Alejandria y Orígenes también piensan que Cristo es de Madre virgen.  Los evangelios apócrifos  La virginidad de María es defendida en varios evangelios apócrifos: Evangelio del Pseudo Mateo, Evangelio de Felipe y Protoevangetio de Santiago.  El Protoevangelio de Santiago es una apología de la virginidad de María antes, en y después del Parto.  Los primeros símbolos de la fe  Lo Traditio Apostolica de Hipólito dice que Jesús “nació por obra del Espíritu Santo de María Virgen”.  El Concilio Constantinopolitano I confiesa que “por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la virgen”.  Profundización sobre la virginidad de María (s. IV-V)  Algunos escritores hablan del parto natural de María y otros del parto extraordinario.  Agustín dice que María “concibió virgen, dio a ¡ti/ virgen y permaneció virgen”.

Partimos aclarando el significado de la virginidad de María, según el pensamiento católico. A continuación hacemos un recorrido por los textos de la Sagrada Escritura y de la tradición eclesial, analizando lo que han dicho sobre la virginidad de María. Llegamos, finalmente, a la declaración dogmática de la virginidad de María en el Concilio de Letrán del año 649. Concluimos con unas anotaciones sobre la significación de la virginidad de María para la Iglesia.

Otro dato fundamental para comprender la vida espiritual de María es su virginidad perpetua. El Siervo de Dios Luis María Martínez (+ 1956) lo explica con la siguiente comparación: "Así como pudiera decirse que un cristal es una capacidad de luz, la pureza de las almas es una capacidad de Dios. El cristal, por ser diáfano, se deja penetrar de la luz; la pureza, por no contener nada de la tierra, se deja impregnar de Dios que es luz. Cuanto más pura es el alma mejor puede contener lo divino. Dice la Escritura: la pureza nos acerca a Dios. Por eso la virginidad, que es una pureza sublime, da a las almas que la poseen el derecho de seguir al Cordero adonde quiera que vaya y les inspira un cántico nuevo que sólo ellas conocen" .

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Los Padres de la Iglesia desarrollaron de forma admirable el tema tan importante de la virginidad. Para ellos, los fundamentos de la vida virginal no se encuentran aquí en la tierra, sino en la Santísima Trinidad misma. Sin embargo, aunque la virginidad es "un atributo propio y privilegio de la naturaleza incorpórea", Dios, "llevado de su amor al hombre", ha "generosamente concedido este don Divino también a los nacidos de carne y sangre (Jn.1, 13)", para que la naturaleza humana, "agarrándose a la mano que Dios le tiende por esta participación en la pureza", "de nuevo se levante y tienda su mirada hacia lo alto". Jesús mismo es "la fuente de la incorruptibilidad" . Fue Él el que trajo este don del cielo y lo comenzó en la persona de su Madre Virgen. Como bien decía Orígenes (+ 253), "la primicia de la virginidad masculina es Cristo, y de la femenina es María". La virginidad nos enseña cosas muy importantes: En primer lugar, nos muestra el amor infinito de Dios, que respeta siempre nuestra libertad, que nos prepara de antemano para lo que nos va a pedir, que nos da Su gracia para que lo podamos realizar, que no gusta de imponer Su autoridad Divina, sino que nos atrae "con lazos de amor" (cf. Os.11, 4). En segundo lugar, nos muestra la grandeza y perfección del amor de María de Dios, un amor a la altura del don que el Hijo de Dios le haría de Sí mismo. Junto con la Inmaculada Concepción, el voto de virginidad es parte de la preparación radical que María necesitaba para cumplir la vocación única a la que Dios la llamaba. ¡Cuánto amor, pureza y dedicación total eran necesarias para recibir al Hijo de Dios en tal intimidad y para ser Su Socia en toda la Obra de la Redención!. En tercer lugar, enseña a apreciar la virginidad y la hace imitable. Al respecto, nos dice Santa Teresa Benedicta de la Cruz (+ 1942): "Las primeras palabras que oímos de la boca de María, en el diálogo de la Anunciación, '¿cómo podrá ser esto pues no conozco varón?' (Lc.1, 34), son la sencilla declaración de su pureza virginal. María hizo una entrega total de sí, de su corazón, de su cuerpo, de su alma y de su espíritu al servicio de Dios. Por eso ella agradó al Todopoderoso, que aceptó su entrega y la premió con la admirable fecundidad de la maternidad divina. Ella penetró profundamente en el misterio de la virginidad, sobre la cual su Hijo más tarde dijo: 'El que pueda entender, que entienda' (Mt.11, 15). Su corazón saltó de gozó cuando experimentó lo que Dios tenía preparado para los que lo aman (1Cor.2, 9). María no puede hacer mejor regalo a sus preferidas, que llamarlas a que la sigan por este camino en el que ella también llegó a una admirable fecundidad y a una felicidad que supera todo lo pensable ...". LA VIRGINIDAD DE MARÍA EN LOS CONCILIOS DE CONSTANTINOPLA II (533) Y DE LETRÁN (649) 

El Concilio de Constantinopla II recoge ya la fe de la Iglesia sobre la virginidad de María, declarando a María siempre virgen: Jesucristo “se encarnó de la sarta gloriosa madre de Dios y siempre Virgen María, y nació de ella” (DH 422).



El Concilio de Letrán del siglo VII propuso la virginidad de María antes, en y después del parto como doctrina de fe que debe ser creída por la totalidad de los fieles, es decir, dogma de fe: “Si alguno no confiesa, de acuerdo con los santos Padres, propiamente -Y según verdad por madre de Dios a la santa Y siempre Virgen intacta María, como quiera que concibió en los últimos tiempos sin semen por obra del Espíritu Santo al mismo Dios propia y verdaderamente, que antes de los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente lo engendró, permaneciendo inviolada, aún después del parto, su virginidad, sea condenado" (DH 503).

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VALORES DE LA VIRGINIDAD DE MARÍA PARA LA IGLESIA  Significado cristológico: La virginidad de María es una afirmación que está ligada entrañablemente al nacimiento del Hijo de Dios. Su integridad física total patentiza la originalidad de Jesús, Hijo de Dios, Dios como el Padre y el Espíritu. La virginidad está, ante todo, al servicio de la filiación divina de Jesús. Para que ésta sea real, se ha de mantener la virginidad física de María y no considerarla únicamente como mero recurso literario.  Significado eclesiológico: El Vaticano II ha puesto de manifiesto el valor tipológico que representa María en cuanto madre y virgen: “La Santísima Virgen, por el don Y oficio de la maternidad divina con que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias Y dones está unida también íntimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es tipo de la Iglesia, como ya enseñaba San Ambrosio a saber: en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo. Porque en el misterio de la Iglesia, que con razón es también llamada madre y virgen, la Bienaventurada Virgen María la precedió, mostrando en fama eminente y singular el modelo de la virgen Y de la madre; pues creyendo y obedeciendo engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer varón, por obra del Espíritu Santo, como una nueva Eva, prestando fe sin sombra de duda, no a la antigua serpiente, sino al mensaje de Dios. Dio a luz al Hijo, a quien constituyó como primogénito entre muchos hermanos (Rom 8, 29); esto es: los fieles a cuya generación y educación coopera con amor materno” (LG 63).  significado antropológico: La virginidad de María es siempre un signo y símbolo de integridad, de entrega absoluta. María se ha dado totalmente a Dios, aceptando una misión en la que Dios, Jesús y el Espíritu son los grandes protagonistas, La respuesta de María ha sido incondicional, de todo su ser. En una sociedad hipersexualizada María es siempre un reclamo al valor de la virginidad, de la no absolutización de la sexualidad, CRITERIOS  La reflexión sobre la virginidad de María, como hemos podido observar a través de esta presentación, ha seguido un camino de sucesivos debates, aclaraciones y precisiones. De la virginidad antes de¡ parto y después del Parto, se pasó a la inclusión de la virginidad en el parto. Negaciones, dudas, defensas forman parte de la vida de la Iglesia hasta la formulación magisterial definitiva, que en este caso se dio en el Concilio de Letrán del 649.  La reformadores clásicos (Lutero, Calvino, Zwinglio) defendieron la perpetua virginidad de María. Otros reformadores de la primera hora no mantuvieron la misma posición. Actualmente los grupos evangélicos, en el mejor de los casos, mantienen la virginidad antes del parto, no así en el parto y después del parto.

2.4. La Vida Espiritual de la Creyente Asunta al Cielo La Iglesia desde muy antiguo celebró el 15 de agosto una fiesta con tres nombres distintos, que hacía énfasis en el destino final de María. Inicialmente esa festividad recibió el nombre de Dormición, que recordaba la muerte de María. Posteriormente se le llamó Tránsito, que expresaba el paso de María de la vida terrena a la vida celestial. Y finalmente, se le puso el nombre de Asunción, que subrayaba ya la glorificación de María en el cielo. En la asunción de María han sido primero, como también en los dogmas marianos de la perpetua virginidad y de la inmaculada concepción, la convicción del pueblo de Dios y la celebración de la fiesta litúrgica. Algunos teólogos han ido a la zaga y a veces se han opuesto a estas interpretaciones sobre la vida de

 39 María. La definición del dogma de la asunción, más que mencionar unos textos explícitos sobre la asunción, afirma que dicha verdad se funda en las Sagradas Escrituras y relaciona varios elementos, que en su interrelación conducen a la definición. Exponemos en a continuación el camino que condujo a la definición del dogma de la asunción, el contenido y el significado de ese dogma para la humanidad y la Iglesia. Concluimos con algunas anotaciones sobre la liturgia de la asunción.

EL CAMINO HACIA LA DEFINICIÓN DEL DOGMA DE LA ASUNCIÓN  Silencio asuncionista durante los primeros siglos : En los tres primeros siglos de la Iglesia no encontramos testimonios sobre la Asunción de María.  Los Evangelios Apócrifos Asuncionistas:  Algunos evangelios apócrifos, difundidos en la Iglesia, sobre todo durante los siglos IV al VI se ocuparon de la muerte, sepultura y asunción de María. Estos evangelios reciben el nombre de "Apócrifos asuncionistas".  Los evangelios apócrifos asuncionistas más conocidos son los siguientes: "Libro de San Juan Evangelista", "Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica " "Narración del Pseudo-José de Arimatea ". De estos escritos hablamos más extensamente en el Folleto Nro. 14 de esta colección, que trata sobre los Evangelios Apócrifos Marianos. Estos textos repiten, con algunas variantes, estos elementos:  María recibe el anuncio de su muerte y la ayuda para superar el temor hacia ella.  Se reúnen todos los apóstoles alrededor de su lecho.  La Virgen muere de muerte natural.  Hay una intervención judía hostil durante el entierro. Una vez que es sepultado el cadáver, resucita o es llevado al Paraíso.  Testimonios antiguos sobre la Asunción de María: El testimonio más antiguo sobre la asunción de María lo hallamos en el Patriarca Modesto de Jerusalén (+634).  Teocteno, obispo de Livia, afirma en un sermón, fechado entre los años 550-650, la asunción de María en cuerpo y alma al cielo.  Germán de Constantinopla (+ 733) tiene un texto en el que habla de incorruptibilidad del cuerpo de María, su supervivencia, glorificación e inmortalidad: "Tú eres bella (Cant 2, 13) y tu cuerpo virginal es totalmente santo, casto, morada de Dios. Por este motivo está exento de la disolución en polvo. Como cuerpo humano fue transformado hasta la vida excelsa de la incorruptibilidad. Está vivo; es superglorioso, lleno de vida inmortal" (PG 98, 345).  Andrés de Creta (+740) reconoce que no hay ninguna tradición atestiguada, pero rechaza que el cuerpo de María pudiera desintegrarse en el sepulcro, puesto que esto no es taría acorde ni con su maternidad, ni su santidad, ni su virginidad perpetua..  Juan Damasceno (+749). Contamos con tres homilías que predicó en Jerusalén en el lugar de la dormición (PG 96, 699-721.721-753.753761). E1 motivo para la asunción es, para este autor, la pureza inmaculada de María.  Elementos de la tradición dogmática sobre la asunción : Los teólogos, en el transcurso de los siglos, han reflexionado sobre la asunción y la han visto bajo estos aspectos: unos como consecuencia de su divina maternidad; otros como derivada de su virginidad; hay quienes han presentado el principio de la unión de la Madre con el Hijo por la encarnación; algunos otros han hecho ver que la asunción era debida a la honra que todo hijo debe a su madre; y finalmente, ha habido quienes han resaltado la

 40 vinculación de María a la obra redentora, razonando que de la misma manera que Jesús venció a la muerte, también María estuvo asociada a esa victoria.  La celebración de la fiesta de la Dormición: Tránsito, Asunción La fiesta de la dormición comenzó a celebrarse en las Iglesias del oriente europeo desde el siglo VI y dicha festividad se realizaba el 15 de agosto. Algunas homilías de la época hablan de esta celebración como que fuera conmemoración de la muerte de María y otras se refieren más bien a su asunción a los cielos. A partir del siglo VII la fiesta se extiende a las Iglesias occidentales europeas y desde el siglo IX recibe el nombre de asunción, aludiendo claramente a este acontecimiento.

DEFINICIÓN DEL DOGMA DE LA ASUNCIÓN  Peticiones a la Santa Sede: La definición del dogma de la asunción es el resultado convergente de muchos factores que se dieron en la historia de la Iglesia: la fe de la comunidad eclesial en esta verdad, la celebración litúrgica de la fiesta, las reflexiones de los teólogos. La primera petición a la Santa Sede para definir este dogma se dio ya en el siglo XVIII y fue presentada por el P. Cesáreo Shguanin (1692-1769). En el siglo XIX fueron los cardenales Steckx y Sánchez quienes solicitaron a Pío IX que definiera la asunción. También la reina Isabel II de España se dirigió al mismo Pontífice para pedirle la definición de la asunción de María. Durante el siglo XX se añadieron centenares de cartas en el mismo sentido. El Papa Pío XII, con la encíclica Deiparae Virginis de 1946, consultó a todo el episcopado del mundo para que externara su opinión sobre si podía ser definido el dogma de la asunción y si deseaba, unidos a sus fieles, esta definición. Pío XII, el 1ro. de noviembre de 1950, con la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, proclama el dogma de la asunción de María.  Texto de la definición dogmática "Para gloria de Dios omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor de su Hijo, Rc>y inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de la misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial” 1 (DH 3903).  Contenido del dogma 1 ro. E1 texto define la asunción como dogma. No se trata ya de una simple opinión piadosa o teológica. Con esto se quiere decir que la comunidad eclesial ha de tomar esta verdad como vinculante para todos sus miembros. 2do. El documento pontificio afirma que el dogma de la asunción está divinamente revelado. Con ello manifiesta que las reflexiones de los Santos Padres y de los teólogos se fundan en sentido último en la Sagrada Escritura. Los textos que se han citado como fundamento bíblico de la asunción son los siguientes: Sal 44, 10.14-16 y 131, 8; Cant 3, 6; 4, 8; 6, 9; Ap 12, lss; Le l, 28; Rom 5 y 6; 1 Cor 15, 20-27.53-56.

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DENZINGER H.-HÜNERMANN P., El Magisterio de la Iglesia.. Enchirídiorr Svmbolorum definitiornam et desclaratiormm de rebus fidei et morwrr, Herder, 1999, 10?3.

 41 3ro. El contenido esencial y central del dogma de la asunción es afirmar que María, una vez concluida su existencia terrena, ha sido glorificada y su persona goza ya en la totalidad de alma y cuerpo la condición que los justos tendrán al final de los tiempos. 4to. Los motivos teológicos aducidos por la constitución del P. Pío XII para la definición dogmática son los que la tradición teológica había aportado durante muchos siglos: la unión de Jesús con María, su madre, durante sus trayectorias totales; la honra del hijo a la madre; María nueva Eva, cuyo destino ha de terminar con la victoria sobre el pecado y la muerte; la resurrección de Jesucristo y la glorificación del cuerpo virginal de María. 5to . E1 texto de la definición no pretende entrar en otros detalles como la muerte de María y la forma de la asunción. 6to . La definición del dogma atañe únicamente a la asunción de María. No forma parte del contenido dogmático la filosofía tomista en que se ha formulado, ni la concepción espacial en que se expresa. VALORES DEL DOGMA DE LA ASUNCION PARA LA HUMANIDAD Y LA IGLESIA  Valor antropológico: El dogma de la asunción tiene un gran valor antropológico en cuanto afirma el destino final glorificado de una persona, María mujer. La humanidad entera ha de ver en María el ejemplo de una humanidad realizada en plenitud, victoriosa incluso ante la muerte.  Valor eclesiológico: El camino de fe de María y su consumación se constituye en un ejemplo para toda la comunidad cristiana. La Iglesia ve en María a la madre, creyente y discípula de Jesús, que ha respondido a la vocación de seguimiento de Jesús y que Dios ha reconocido su trayectoria haciendo patente la victoria sobre la muerte.  Valor escatológico personal y eclesial : "La madre de Jesús, de la misma manera que ya glorificada en los cíelos en cuerpo y alma, es imagen y principio de la Iglesia, que ha de ser consumada en el futuro siglo, así en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor (Cfr. 2 Pe, 3, 10), brilla ante el Pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo" (LG 68). LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA ASUNCIÓN • En la actual reforma litúrgica la solemnidad de la Asunción ha quedado, siguiendo una tradición muy antigua, en el día 15 de agosto. Las oraciones de la celebración, al mismo tiempo que recuerdan y exaltan la asunción de María, invitan y exhortan a los cristianos a participar de la misma gloria del cielo. • El prefacio resalta el valor eclesiológico de la asunción, siguiendo al Vaticano II. María es figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada. Ella es consuelo y esperanza del pueblo peregrino. • Las lecturas son textos que la tradición teológica ha asociado con María y la asunción: Ap 11,19a;12,1-3-6a.l0ab;1 Cor 15, 20-27; Lc l, 39-56. Dígase lo mismo del salmo responsorial (Sal 44, l Obc.11-12ab.16) que presenta, en una lectura cristiana, a María colocada a la derecha de Dios: "Hijas de reyes salen a tu encuentro, de píe a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir". CRITERIOS  El 1ro. de noviembre de 1950, conmemoración de todos los santos, fue proclamado el dogma de la asunción. Esto no significa que se trate de una canonización de María semejante a la de los santos. La asunción pone de manifiesto que la condición de María, tras la conclusión de su vida terrena, es de glorificación plena, cuerpo y alma, algo que todos los santos y justos tendrán al final de los tiempos.

 42  La definición del dogma encontró algunas objeciones en teólogos renombrados, tales como I. Dóllinger, J. Ernst y B. Altaner. Estos consideraban que las pruebas de la Escritura que se aducían no eran adecuadas, además de que la tradición sobre este acontecimiento era tardía, a partir del siglo IV, con la aparición de los primeros apócrifos asuncionistas.  Tampoco vieron bien la definición los protestantes y ortodoxos. Los primeros porque estimaban que no era un dogma fundado en la Sagrada Escritura y los segundos porque los dogmas deben ser definidos por un concilio ecuménico y no por el Papa.  La fórmula de la definición dogmática de la asunción trata de no pronunciarse sobre la "muerte de María". Históricamente ha habido quienes han defendido su muerte (C. Balic) y quienes negaban dicho acontecimiento (G. M. Roschini). Nosotros creemos que no hay razones para negar que María haya muerto.

Conclusión de este importante capítulo: Hay tres cosas que enseña la Tradición: la grandeza impar de la Virgen María, su cercanía a nosotros, y nuestro deber de imitarla. Por las gracias que recibió de Dios y la fidelidad con que correspondió a las mismas, la vida espiritual de la Virgen María no tiene parangón. Sin embargo, con igual fuerza se debe afirmar que lo que la hace única, es también lo que más la acerca a nosotros, y lo que nosotros mismos, por misterioso designio de Dios, estamos llamados a imitar, cada uno según su estado.  María es la Inmaculada. Su pureza impar es para bien nuestro, para que pudiera dar a luz al Santo de Dios, y la hace la criatura más cercana a nosotros, sus hermanos pecadores, pues arde en su Corazón un amor que se desborda en misericordia. Aunque nunca alcanzaremos su perfección, todos estamos llamados y podemos alcanzar una gran santidad con la ayuda de la gracia: los Santos nos lo demuestran.  María es la Virgen Madre de Dios. Como tal ha sido elevada por Dios por encima de todos los ángeles y hombres. Ella "ocupa en la santa Iglesia el lugar más alto y a la vez el más próximo a nosotros" (86), porque precisamente por ser Madre del Verbo encarnado, se ha convertido en la Madre amantísima de toda la humanidad. A imitación de María, la Iglesia y cada uno de nosotros estamos llamados a ser madres espirituales de Cristo, concibiéndolo en nuestro corazón por la escucha de la Palabra y el Bautismo, y dándolo a luz en nosotros mismos y en los demás por las buenas obras. Asimismo, todos estamos llamados a la virginidad espiritual, que consiste en ser vírgenes de Cristo en la fe, la esperanza y la caridad.  María es la Colaboradora de Cristo en toda la Obra de la Redención. Por eso se preocupa tanto por mostrarnos el amor infinito de su Hijo y la gravedad del pecado, por llamarnos a la conversión, por alentarnos a seguir el camino recto, por ayudarnos a alcanzar la salvación. Todos nosotros también estamos llamados a cooperar en la salvación personal y del mayor número posible de hermanos nuestros.  María es la primera y más perfecta discípula de Cristo. Por eso es nuestra mejor maestra, señalándonos todo el tiempo el Camino que debemos tomar, la Verdad que debemos creer, la Vida que debemos abrazar, como fieles discípulos y misioneros de su Hijo Divino.  María es la primera evangelizada y la primera evangelizadora. Ella dio al mundo entero a Cristo mismo, y nos lo sigue dando cada día. Como ella y con ella, debemos llevar a Cristo a todos los rincones del orbe.

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 María fue asunta en cuerpo y alma al cielo, desde donde no cesa de "obtenernos los dones de la salvación eterna" y de "cuidar a los hermanos de su Hijo" hasta que lleguen a la patria del cielo (88), a gozar eternamente de la visión beatífica de la Santísima Trinidad. Su Asunción es garantía de esa glorificación corporal a la que todos estamos llamados cuando Cristo venga por segunda vez. En síntesis, "María no tiene quien la iguale, pero sí puede y debe tener quien la imite en muchísimas formas". Ella no es una criatura aparte del resto de la humanidad. Todo lo que Dios quiso que fuera e hiciera, todos estamos llamados a serlo y hacerlo también, aunque nunca quizás en forma tan perfecta como Ella. ¡Incomparable es la grandeza de la Madre de Dios! ¡Admirable es la grandeza a la que Dios ha querido elevar a todo ser humano!

SEGUNDA UNIDAD: LA PRESENCIA Y LA FUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN EN LA VIDA ESPIRITUAL DE TODO CRISTIANO TEMA 3: La Virgen María cooperó a hacer posible nuestra vida espiritual La Virgen María no es solamente la persona que más perfectamente ha vivido la Espiritualidad Cristiana, al punto de ser nuestro mejor modelo después de Jesucristo. Ella no colabora en nuestra vida espiritual simplemente con su ejemplo, por sublime que éste sea. En Su infinita misericordia, Dios quiso desde toda la eternidad que la Virgen María cooperara de forma activa y concreta a hacer posible la vida espiritual de todos los seres humanos por medio de su consentimiento en la Anunciación, su Maternidad Divina, su cooperación a lo largo de toda la vida de Cristo, sobre todo en el Calvario, y su presencia orante en Pentecostés. He aquí el principal motivo por el cual la Espiritualidad Mariana es parte fundamental e irrenunciable de la Espiritualidad Cristiana: no podría haber Espiritualidad Cristiana del todo sin la colaboración que prestó la Virgen María en el Evento Cristo. Si el Verbo eterno del Padre no se hubiera encarnado de María Virgen, y no hubiera muerto y resucitado, nosotros nunca podríamos convertirnos en hijos de Dios, miembros del Cuerpo Místico de Cristo y templos del Espíritu Santo. La Encarnación del Verbo, Su Pasión, muerte, Resurrección y Ascensión al cielo, y el envío del Espíritu Santo a la Iglesia fundada por Él mismo, son los tres momentos centrales de la gran Obra Redentora del Hijo de Dios, los tres pilares fundamentales sobre los cuales se apoya el Misterio Cristiano. Y en esos tres momentos cumbre estuvo presente la Virgen María, cooperando de forma única e indispensable, por voluntad de Dios, para que se pudieran llevar a cabo. 3.1 LA ENCARNACIÓN DEL VERBO La Encarnación del Verbo es el evento central y fundamental del Cristianismo. Es el Misterio más grande de nuestra fe después del Misterio de la Santísima Trinidad. Y la En-carnación, como la palabra misma lo dice, necesariamente remite a Aquélla que le dio la carne al Verbo. Desde toda la eternidad, la Santísima Trinidad había dispuesto este Misterio inefable de amor para salvación de la humanidad, y había pensado en la Virgen de la cual se encarnaría el Hijo de Dios. Cuando llegó la plenitud del tiempo (Gal.4, 4), Dios envió al ángel Gabriel a pedir el consentimiento de esta criatura Suya, que Él había escogido y se había preparado para que colaborara de forma totalmente impar en Su Designio Salvífico. Como bien enseña el Papa Juan Pablo II con toda la Tradición, "nunca

 44 en la historia del hombre tanto dependió, como entonces, del consentimiento de una criatura humana" (90), porque "el Padre de la misericordia quiso que precediera a la Encarnación la aceptación de la Madre predestinada" (91). La primera cooperación que la Virgen María brinda a la Obra de la Salvación, por tanto, es su consentimiento libre, consciente y responsable en la Anunciación. La segunda y fundamental cooperación es su Maternidad Divina: por obra del Espíritu Santo, María le da al Verbo el Cuerpo que Él asume y une hipostáticamente a Su Persona Divina en su vientre virginal. La Encarnación es el primer fundamento de la Espiritualidad Cristiana. Así como María cooperó de forma muy concreta a hacerla posible, necesaria y consecuentemente cooperó también a hacer posible nuestra vida espiritual. La Espiritualidad Cristiana es una participación cada vez más íntima e intensa de la vida divina de Dios. Esto sería imposible si el Hijo de Dios no se hubiera encarnado, pues el camino que escogió Dios para participarnos Su Naturaleza Divina fue la Encarnación: el Hijo de Dios asume nuestra naturaleza humana de la Virgen María, toma de María, nuestra hermana, lo que nosotros somos, para darnos lo que Él es. El Verbo carga con nuestra pobreza, miseria, enfermedad, pecado y muerte, para darnos a cambio Su riqueza, grandeza, fuerza, salvación y Vida Divina. La Espiritualidad Cristiana consiste en vivir la vida de hijos de Dios de forma cada vez más consciente y plena. Se trata de una maravillosa vocación que no se compara con nada que la tierra pueda ofrecer. Pero el hombre no podría hacerse hijo de Dios si el Hijo de Dios no se hubiera hecho hijo del Hombre en el vientre de la Virgen María y de María. ¿Cómo hubiéramos conocido a nuestro Padre celestial, si Su Hijo Unigénito no hubiera venido al mundo por María a revelárnoslo? ¿Cómo sabríamos cuál es la Voluntad del Padre, y qué debemos hacer para cumplirla, si Su Hijo no nos lo hubiera enseñado con Su vida y Su palabra? ¿Cómo sabríamos hasta que punto nos ama el Padre, si Su Hijo no nos lo hubiera asegurado, diciendo que el Padre lo envió por amor a nosotros, y que nos ama como lo ama a Él? (Jn.16, 27). ¿Cómo sabríamos cuál es el camino para ir al Padre, si el Hijo no se hubiera convertido Él mismo en Camino y fiel Compañero de viaje, gracias a María, que colaboró con el Espíritu Santo para hacérnoslo visible, audible, palpable, tan íntimamente cercano (cf. 1Jn.1, 1)? La Espiritualidad Cristiana es vida en Cristo, es ser verdaderamente Uno con Cristo y en Cristo. ¿Pero cómo podríamos unirnos a Cristo, como miembros de Su propio Cuerpo, si Él no hubiera querido primero convertirse en nuestra Cabeza, y unirnos a Sí indisolublemente como miembros Suyos en el vientre Virginal de María, al asumir de ella nuestra naturaleza humana? ¿Cómo podríamos recibir todas Sus gracias, como las ramas del árbol reciben la sabia de la raíz y el tronco, si Él no nos hubiera injertado a Sí? ¿Cómo podría ahora el agua lavarnos todos los pecados, si Él no "hubiera purificado el agua con Su divina Pasión" (92)? Podemos imitarlo porque se hizo nuestro Maestro y Modelo, haciéndose verdadero Hombre de María Virgen, sin dejar ni por un instante de ser Dios, asumiendo al ser humano completo, en cuerpo y alma. Podemos renacer a una vida nueva, y sufrir con Él, morir con Él, resucitar con Él, subir al cielo con Él y reinar con Él, porque primero Él asumió nuestra vida pasible, y murió, resucitó y ascendió al cielo glorioso.

 45 Fuente y cumbre de la vida espiritual es la Eucaristía, la cual no es solamente un don maravilloso que Cristo nos da, sino que es Cristo mismo en Persona el que se nos da, con Su Cuerpo, Su Sangre, Su alma y Su Divinidad, como fuente de vida divina y prenda de la Resurrección futura (Jn.6, 50-58), como Alimento, Medicina, Fortaleza y Consuelo, para irnos uniendo y transformando cada vez más en Él. "¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros? Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor 'hasta el extremo' (Jn.13, 1), un amor que no conoce medida" (93). La Virgen María está y estará siempre indisolublemente unida a la Eucaristía, porque el Cuerpo de Cristo que recibimos es el Cuerpo que María le dio, y la Sangre de Cristo que bebemos es la Sangre que María le dio. El mismo Espíritu Santo que descendió sobre Ella para llevar a cabo el milagro de la Encarnación, desciende ahora sobre los dones del pan y el vino para obrar la transubstanciación. En la celebración de cada Eucaristía, la Virgen María está presente junto con toda la Iglesia triunfante (94), y ella misma es el mejor modelo de cómo vivir la Liturgia (95). 3.2 LA PASIÓN, MUERTE, RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN DE CRISTO El Hijo de Dios se encarnó de María Virgen para morir por nosotros en la Cruz y resucitar glorioso al tercer día. Nos lo expresa la Carta a los Hebreos 10, 5-7: "No quisiste sacrificios ni oblaciones, pero me has preparado un cuerpo ...". Ese cuerpo se lo preparó el Padre al Hijo, por obra del Espíritu Santo, precisamente en el vientre de la Virgen María, para que Él pudiera ofrecerse en sacrificio sobre el altar de la Cruz. La naturaleza humana del Hijo de Dios es el instrumento unido a Su Persona Divina con que nos salva. Y María fue la que se la dio (96). La Virgen María cooperó también con su compasión: "manteniéndose erguida al pie de la Cruz, sufriendo profundamente con su Unigénito, asociándose con entrañas de madre a Su sacrificio y consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que ella misma había engendrado" (97). Resucitando victorioso, con el mismo cuerpo que María le dio, Cristo ha vencido la muerte. Gracias a Su Resurrección la vida tiene sentido, hay esperanza, y todos los sufrimientos que padecemos no son nada en comparación con la gloria que se nos tiene prometida (Rom.8, 18). Ascendiendo en gloria, con el cuerpo que tomó de la Virgen María, Cristo nos ha abierto de nuevo las puertas del cielo, cerradas por el pecado original. Él mismo ha ido a prepararnos un lugar (Jn.14, 2), que gracias a estos Misterios podemos anhelar con firme esperanza. 3.3

EL ENVÍO DEL

ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS

El tercer gran momento de la Obra Redentora de Cristo es Pentecostés: el envío del Espíritu Santo por parte del Padre y del Hijo como Don Pascual. Su venida tuvo lugar en el Cenáculo, donde se encontraban reunidos los Once Apóstoles junto con otros discípulos, perseverando unánimes en la oración "con María, la Madre de Jesús" (He.1,14), la cual ya lo había recibido en la Anunciación (98). Jesús prometió que el Padre ciertamente concedería el Paráclito a aquellos que se lo pidieran (Lc.11, 13). ¿Quién podía hacerlo con mayor humildad y amor que la Madre de la Iglesia para sus hijos? ¡Qué peso habrá tenido la oración de María en ese momento! (99). La cooperación de la Virgen María en la Obra de la Redención de Cristo la relaciona indisolublemente y para siempre con la Persona del Espíritu Santo, pues María concibió a Cristo precisamente por obra del Divino Espíritu. Ella fue llamada a colaborar con Él "en la Obra de los siglos: la Encarnación del Hijo de Dios" (100), y continúa colaborando con Él en la prolongación de este misterio en nuestras almas.

 46 3.4 LA MISIÓN DE LA IGLESIA Una característica fundamental de la Espiritualidad Cristiana es que es vivida como miembros de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. No existe verdadera Espiritualidad Cristiana divorciada de la Iglesia. No podemos separar a Cristo de Su Iglesia, fundada por Él sobre la roca de Pedro. La Iglesia es Su Cuerpo Místico, Su esposa, que Él tanto amó, que bajó del cielo para unirse a ella indisolublemente en el tálamo virginal de María, para salvarla, y presentársela a Sí toda bella (Ef.5, 25-27), y hacerla Su Sacramento universal de salvación (101). Ahora bien, así como no podemos separar a Cristo de Su Iglesia, tampoco podemos separar a la Virgen María de la Iglesia. María es Madre de la Iglesia. Ella dio a luz a la Cabeza, y da a luz a los miembros. Ella cuida de la Iglesia con el mismo amor y solicitud maternal con que cuidó a Jesús. María es miembro de la Iglesia. El miembro más importante después de Cristo, porque ella es la Madre del Fundador de la Iglesia y de todos los demás miembros. Ella precede a la Iglesia en el tiempo y en santidad. Ella cooperó a su nacimiento y coopera constantemente a su crecimiento. María es tipo de la Iglesia. "En María todo: los privilegios, la misión, el destino, se pueden atribuir también intrínsecamente al misterio de la Iglesia. De ello deriva que en la medida en que se profundiza el misterio de la Iglesia, resplandece más nítidamente el misterio de María. Y a su vez, la Iglesia, contemplando a María, conoce sus propios orígenes, su íntima naturaleza, su misión de gracia, su destino de gloria, el camino de fe que debe recorrer". María y la Iglesia son inseparables porque María no es sólo su modelo por excelencia en su relación con Cristo y en su misión para con la humanidad, sino que es su tipo, su imagen escatológica. En María ya se ha cumplido a la perfección todo lo que la Iglesia está llamada a ser y hacer. La Iglesia debe prolongar a María, debe prolongar su misión en el tiempo y el espacio, debe ser María. Asimismo, cada miembro de la Iglesia está llamado a "ser Iglesia" y a "ser María". La Tradición habla, por tanto, de un Trío inseparable: la Virgen María, la Iglesia y el fiel cristiano. Todo lo que María es de manera especial, lo debe ser la Iglesia de manera general y cada cristiano de manera individual.

TEMA 4:

Nuestra respuesta a la presencia y la acción de La Virgen María en nuestra vida espiritual 4.1 El deber de dar una respuesta El cuarto aspecto de la Espiritualidad Mariana es nuestra respuesta personal a la presencia y acción de la Virgen María en nuestra vida espiritual. Es una consecuencia directa de los otros tres puntos que hemos tratado. Si en Su infinita misericordia y sabiduría quiso Dios desde toda la eternidad pedirle a esta hermana nuestra, María de Nazaret, una cooperación única e indispensable en la Economía de la Salvación, de parte nuestra necesariamente debe darse el reconocimiento y aceptación de esta Voluntad

 47 Divina, así como una profunda veneración y agradecimiento "a la que más le debemos, después de Dios, por nuestra Redención". Practicar y promover el culto de hiperdulía a la Madre de Dios es deber de todo cristiano. Unida a la veneración debe ir el amor. Bien decía la Beata María Romero Meneses (+ 1977): "No nos consideremos satisfechos honrando solamente a María. Lleguemos a algo más: ¡amémosla!". Este amor crece en proporción a nuestro conocimiento y amor de Jesucristo, y al conocimiento que tenemos de Ella misma: a un conocimiento superficial, corresponde un amor superficial; a menudo se quieren más los favores que la Virgen concede que a Ella misma. En cambio, entre más profundo sea el conocimiento de María, más sólido y sincero será el amor hacia Ella. La veneración y el amor van unidos a la invocación constante y confiada. La poderosa intercesión de la Virgen María está claramente fundada en la Escritura: lo que hizo en Caná, es lo que continúa haciendo ahora. Toda la Tradición lo afirma. Baste recordar la conocida oración del siglo III, Bajo tu amparo, por medio de la cual millones de cristianos de Oriente y Occidente se han dirigido a lo largo de los siglos a la Theotokos con plena seguridad de ser socorridos por ella. Si Dios ha querido que la Virgen María ejerza un influjo constante en el desarrollo de la vida divina de todos los redimidos por Cristo, de forma que ella coopera con el Espíritu Santo en la gran obra de nuestra santificación, nosotros debemos responder de forma concreta a su acción materna. Es más, en la medida en que recurramos y nos encomendemos constantemente a Ella, que nos sirvamos para todo de su mediación, y nos abramos a esta acción suya, dejándola actuar cada vez más en nosotros y cooperando activamente con Ella, más aumentará su eficacia. La verdadera devoción a María es interior, pues procede de la gran estima y amor que se le tiene; es tierna, llena de confianza en la Santísima Virgen, recurriendo a su ayuda en todas las necesidades, sin temor de importunarla ni desagradar a Jesucristo; es santa, porque lleva a evitar el pecado e imitar sus virtudes; es constante, pues consolida en el bien, elimina la veleidad, melancolía, escrúpulos y cobardía, y hace vivir sólo de fe y no de gustos sensibles; y es desinteresada, sirviendo a María no por interés, sino únicamente porque Ella merece ser servida y sólo Dios en Ella; amándola no por los favores que concede, sino porque Ella es amable: por eso se la ama con la misma fidelidad en el Calvario que en Caná. Finalmente, si la Virgen María es la criatura que, por gracia de Dios y fiel respuesta suya, más perfectamente ha vivido la Espiritualidad Cristiana, necesariamente es nuestro mejor modelo después de Cristo, y debemos imitarla. De hecho, la imitación es prueba de que realmente la veneramos y la amamos. El Papa Pablo VI se refiere varias veces en su Carta Apostólica Marialis Cultus a los motivos por los cuales debemos imitar a María. Recordamos sólo uno: María es "maestra de vida espiritual", y los fieles deben fijarse en ella "para hacer de su propia vida un culto y una ofrenda a Dios". El sí de María (Lc.1, 38) "es para todos los cristianos una lección y un ejemplo para convertir la obediencia a la voluntad del Padre en camino y medio de santificación propia". Pero María no es un modelo estático: es nuestra Maestra. Ella conoce perfectamente el camino y es feliz de guiarnos por él. Como hija predilecta del Padre, nos enseña y ayuda a ser verdaderos hijos de Dios. Como Madre amorosa, fiel Colaboradora y perfecta discípula del Hijo, nos enseña a amarlo, seguirlo, y servirlo de verdad. Como fiel esposa del Espíritu Santo, nos ayuda a ser cada día más dóciles a su acción en nosotros. Una forma segura de conocer los efectos concretos que produce la verdadera devoción a la Virgen María es estudiar la vida y obra de los Santos. En ellos se puede comprobar con gran claridad

 48 como un tierno amor, una invocación constante y confiada, una entrega total y sincera a la Santísima Virgen siempre conduce a un desarrollo de la vida espiritual hasta las cumbres más elevadas, a una gran fidelidad a la Iglesia, y a una acción pastoral de incomparable fruto. Los Santos nos enseñan cuán sencilla es esta respuesta a María. Decía, por ejemplo, Santa Teresa de los Andes (+ 1920): "Desde los siete años, más o menos, nació en mi alma una devoción muy grande a mi Madre, la Sma. Virgen. Le contaba todo lo que me pasaba, y Ella me hablaba. Sentía su voz dentro de mí misma clara y distintamente. Ella me aconsejaba y me decía lo que debía hacer para agradar a Nuestro Señor. Yo creía que esto era lo más natural, y jamás se me ocurrió decir lo que la Sma Virgen me decía". 4.2 El Culto y devoción a María Naturaleza y fundamento del culto a María María es honrada en la Iglesia con un culto especial por encima de los ángeles y santos. Es un culto diferente al culto de adoración que sólo se le tributa a Dios. Hiperdulia (veneración especial). El culto a María en la Iglesia tuvo un gran desarrollo a partir del Concilio de Efeso, haciendo eco de las palabras “Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque hizo en mí cosas grandes el Poderoso”. Y se ha manifestado, sobre todo: en veneración, amor, invocación e imitación. El Concilio Vaticano II exhorta a todos los fieles a que se cultive generosamente el culto a María, especialmente el litúrgico, y se valoren positivamente las prácticas de piedad dirigidas a María (LG Cáp. VIII). Indica también que los teólogos y predicadores han de ser equilibrados en el tratamiento de María. La doctrina sobre ella se ha de fundar en la Sagrada Escritura, en los doctores de la Iglesia y en el Magisterio. La auténtica devoción a María ha de conducir a la imitación de sus virtudes. a) María en el año litúrgico El tiempo mariano por excelencia es el adviento. Durante el período cuaresmal y pascual la presencia de María es escasa ' aunque se hallan elementos en la Liturgia de las Horas y en algunos cánticos. Durante el tiempo ordinario la memoria cotidiana de María se tiene en la Plegaria Eucarística de la misa, en la Liturgia de las Horas con el Magnificat y en la memoria del sábado. 

María en el santoral: La presencia de María en el santoral es muy abundante: solemnidades y fiestas del Señor con contenido mariano, solemnidades para celebrar dogmas marianos, fiestas de María, memorias, memoria de santa María en sábado y misas votivas.



La devoción a María en la Iglesia: María ocupa un lugar destacado en la vida cristiana y en las manifestaciones religiosas. La devoción a María surge desde los primeros momentos de la vida de Iglesia.

María es una persona humana. El culto de adoración se tributa únicamente a Dios. A María y a los santos se los venera. b) Insistencias actuales en la devoción a María

 49 

María la perla preciosa del universo, especialmente bendecida por Dios por su función de Madre-virgen de nuestro salvador.



María creyente y discípula de Jesús, vivió su propia peregrinacion en el camino de fe. Miembro de la comunidad eclesial, viviendo su especial vocación como mujer, madre-virgen, inmaculada, toda santa, ejemplo y modelo para la Iglesia. María mujer sencilla y humilde.

c) Características de la devoción a María 

Bíblica: Se ha de fundar en la Sagrada Escritura.



Litúrgica: Las formas de expresión religiosa mariana han de estar relacionadas con la liturgia.



Ecuménica: El culto y devoción mariana no han de dañar el espíritu ecuménico.



Antropológica: María ha de ser presentada como significativa para nuestros contemporáneos.

d) Manifestaciones marianas fundamentales: 

Amor. El cristiano ama a María por ser la madre de Jesús y por la respuesta que dio a Dios.



Veneración. La Iglesia honra a María con un culto de veneración especial, que es diferente del culto de adoración a Dios.



Intercesión. El pueblo cristiano desde muy antiguo se ha dirigido a María para que fuera su amparo, su protectora e intercesora ante Dios.



Imitación: El objetivo principal de la devoción mariana es la imitación, es reconocer en María un modelo y ejemplo del seguimiento a Jesús y a la voluntad de Dios. La devoción mariana no se ha de quedar en un sentimentalismo estéril, que no conduce a la verdadera imitación de ella.

e) Las oraciones a María La oración mariana se dirige, por María, a Dios. Por ser mujer, la vemos muy cercana a la humanidad y al mismo tiempo muy próxima a Dios, por su respuesta personal en la carne y en el espíritu. Por ello la invocamos, veneramos, pedimos su intercesión e imitamos. Los Papas y Obispos han recomendado constantemente la oración a María Oraciones marianas más importantes



Bajo tu amparo: La plegaria mariana más antigua (s. IV). María es llamada: santa, madre de Dios y virgen. Se implora la protección de María.



El Ave María: Las dos primeras partes son bíblicas. La tercera parte es un añadido medieval. El Ave María actual fue fijada por Pío V en 1568. El Ave María es una expresión de alabanza a Dios por lo actuado en ella. Al mismo tiempo es súplica a María para que nos socorra en nuestra condición de pecadores.



El ángelus: Esta oración nace como oración de la puesta del sol y posteriormente se reza también al amanecer y al mediodía. La forma actual de tres versículos y tres avemarías data de

 50 1600. E1 contenido teológico del ángelus es el acontecimiento de la encarnación. María es modelo de respuesta a la voluntad de Dios en este misterio. 

El rosario: Los rosarios de avemarías se derivan de los rosarios de padrenuestros, que los monjes iletrados rezaban en vez del rezo de los salmos, que se hacían en latín. Hacia el siglo XII comienzan a aparecer los rosarios de avemarías. En el siglo XIV se dividen las 150 unidades de avemarías en 15 decenas, intercalando en cada decena un padrenuestro. El Papa Pío V, a partir de la victoria de Lepanto, afianzó el rosario tradicional por varios siglos, fijando tres bloques de misterios: gozosos, dolorosos y gloriosos. El Papa Juan Pablo II añadió en el 2002 los misterios luminosos. El rosario armoniza y combina la contemplación de los misterios de Cristo y de María, con la súplica y alabanza a María. Los Papas han exhortado a orar por la paz y las familias en el rezo del rosario.



Las letanías: Las letanías marianas tienen su modelo en las letanías de los santos, que se difundieron en la Iglesia a partir del siglo V. Las letanías marianas tuvieron su origen en el siglo XIII. A partir del siglo XVII se imponen las letanías lauretanas a toda la Iglesia. Las letanías contienen una serie de títulos e invocaciones a María, que se repiten una tras otra, intercaladas únicamente con la súplica "ruega por nosotros".



Salve Regina: El origen de esta plegaria es medieval (siglos XI-XII). María es vista como reina, madre, virgen, abogada e intercesora a quien implora el pueblo atribulado.



Regina coeli. Oración que sustituye al ángelus en el tiempo pascual. El centro es siempre la encarnación.



E 1 M a g n i f i c a t . Actualmente se encuentra al final de vísperas. El texto está inspirado en el cántico de Ana del Antiguo Testamento y en los salmos. María es ejemplo y modelo de mujer piadosa judía.

TEMA 5: La Espiritualidad de las apariciones Marianas ¿Que es una aparición? Es la manifestación sobrenatural de un ser cuya presencia real y sensible es inexplicable, sea en forma verbal, sea sin palabras y mediante imágenes históricas o proféticas. Estas apariciones son revelaciones privadas es decir, que no estamos obligados a creer en ellas, pues se diferencian de la Revelación oficial de la Iglesia (la Palabra y la Tradición). Nada puede añadirse a la Revelación que el Padre nos ha dado en su Hijo Jesucristo. Pero la Iglesia reconoce la posibilidad de que Dios hable todavía directamente a algunas almas, y las instruya o para recordar algo un tanto olvidado o no explícitamente deducido. Los reconoce únicamente como hechos históricos. La aprobación únicamente quiere decir que ese hecho sobrenatural no contiene nada en contra de la doctrina y la moral de la Iglesia. El magisterio, actúa con mucha cautela ante estos sucesos y los somete a una profunda investigación, pues teme que se dé una impostura por parte del demonio y los fieles corren el peligro de caer en una vana credulidad y superstición, que pueden estropear la verdadera fe. Por eso utiliza ciertos criterios como que estos mensajes vallan en conformidad con la Revelación, que el mensaje sea relativo a los comportamientos cristianos y un examen profundo del vidente.

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5. 1 Criterios de discernimiento y orientaciones pastorales     

 

Apertura a las manifestaciones y revelaciones de Dios y de María. Las principales manifestaciones de Dios se han dado en la creación, en la historia del Pueblo de Dios y en la persona de Jesucristo. Esta revelación está recogida en la Sagrada Escritura, María y los santos se pueden manifestar a algunas personas. Las mismas son privadas y no tienen el mismo valor e importancia que la revelación pública y oficial de la Iglesia. Se ha de tomar en cuenta para juzgar las apariciones:  la salud física y mental de los videntes,  su vida honesta y recta,  la correspondencia de la fe con los mensajes recibidos,  las buenas obras que se producen a su alrededor,  desdiciendo de ellas el afán de lucro o de otro tipo de intereses pseudoreligiosos. Los cristianos no están obligados a creer en las revelaciones privadas de María. La fe que debe ser creída es la fe de la Iglesia. Obediencia al magisterio, experiencia de una auténtica oración y conversión. Más amor a Dios y a la Iglesia

 “Dios ha quedado como mudo y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en él todo, dándonos al Todo que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad.” (San Juan de la Cruz 2S 22,4)

5. 2 Apariciones reconocidas por el Vaticano: Guadalupe, Fátima, Lourdes a) Guadalupe (1531): este suceso hay que entenderlo en su contexto cultural. Se dio en plena conquista española, donde nuestros pueblos indígenas eran oprimidos y se les quería imponer el cristianismo. EL vidente es Juan Diego, a quien se le aparece cinco veces en medio de una música celestial. Ella se presenta como la Madre del verdadero Dios por quien se vive, creador del cielo y la tierra, y le manifiesta el deseo de que se le erija un templo donde lo dará a conocer (a Dios) a todas las gentes y les promete su protección y amor exigiendo como respuesta la fe. Le da como prueba unas rosas de Castilla. Desde el punto de vista cultural la parición de Guadalupe ha sido un segundo renacer para esta civilización, en medio de su insignificante vida caótica de los años que siguieron a la conquista se llenaron de esperanza y alegría ( esto representado en las rosas y el canto, pues para la filosofía náhuatl lo único verdadero sobre la tierra son las flores y el canto, son medíos de comunicación con la divinidad). Esta aparición ayudó a la evangelización, se cuentan más de 15,000 bautizos por día, poco a poco fue extendiéndose esta devoción a toda Latinoamérica, convirtiéndose en estrella de la nueva evangelización. El evento guadalupano, continua siendo presencia viva y compromiso evangélico, fuerza de los débiles, esperanza de los pobres y exaltación de los humildes.

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b) Lourdes (1858): la vidente es Bernardeth Soubirous, hija de la familia mas pobre del pueblo. Tiene catorce años cuando se da la primera de las apariciones que en total son quince, del 11 de febrero al 16 de julio. La virgen se presenta como la Inmaculada concepción. En este mensaje podemos ver una marcada referencia al evangelio , que podemos expresar en cuatro palabras:  pobreza: no se menciona explícitamente pero está fuertemente significada, en la pobreza de Bernardita, menospreciada, analfabeta, perteneciente a una familia marginada. Justamente ella es la elegida por la Virgen. “Lo que hay de más débil en el mundo”(lCor. 1,27)  oración: Es la consigna de la Virgen, escuchada ya desde el principio, Es esta la característica que hace de Lourdes la capital de la oración, con una dimensión cada vez más eclesial, el mensaje del dos de marzo - procesión y capilla - significa precisamente iglesia en marcha y eucaristía. 

Penitencia: es decir conversión.

 Gracia: la última palabra del mensaje es la identidad de la Enviada que se identifica por el don gratuito de Dios. c) Fátima (1917): los únicos videntes son Lucía de Jesús, Francisco Marto, y su hermana Jacinta. Las apariciones se dan en Cova da Iría. Fueron seis apariciones, de mayo a octubre. Uno de los menajes dice “Soy la Virgen del rosario, quiero que se construya aquí una capilla en mi honor. Que se siga rezando todos los días el rosario ... no ofendan más a nuestro Señor que ya es demasiado ofendido” .El mensaje de Fátima es un llamado urgente a la oración como invitación a poner la confianza en Dios para encuadrar nuestros planes en los de él . También la práctica de la comunión reparadora, para promover la conciencia de la solidaridad un llamado apremiante para que los cristianos sintamos en vínculo esencial como miembros de el Cuerpo místico de Cristo. También aparece el tema de la consagración al corazón de María como actualización de la consagración a Cristo en el bautismo y vivir nuestra vocación de cristianos. TERCERA UNIDAD: LA ESPIRITUALIDAD MARIANA EN EL CARMELO TERESIANO

TEMA 6: La Espiritualidad Marian en la Orden del Carmen    6. 1 la virgen del Carmen Una de las notas características de la espiritualidad del Carmelo es la presencia de la Virgen María en nuestra vida. María en el Carmelo es modelo de oración y abnegación para el camino de la fe; modelo de entrega a la escucha y contemplación de la Palabra de Dios, siempre dócil a los impulsos del Espíritu y asociada al misterio pascual de Cristo por el amor, el dolor y el gozo. Estos rasgos evangélicos de María la convierten en el modelo acabado del espíritu de la Orden. Ya desde los orígenes de la orden, en el S. XII, hay testimonios que los primeros ermitaños del Monte Carmelo tenían dedicada una capilla a "nuestra Señora" y a la cual dedicaban sus servicio. Ello indica que los ermitaños querían dedicarse por entero a vivir en obsequio de Jesucristo bajo la mirada

 53 amorosa de la Virgen Madre; o sea que ella presidió desde sus orígenes de la Orden por lo que se le considera como su patrona. Cuando la Orden pasó a Europa en 1252 se les dio el nombre de "Hermanos de la Orden de Santa María del monte Carmelo". Este nombre indica el sentido de familia e intimidad de la con la Virgen. La consagración religiosa y la vida cristiana vivida en el Carmelo tienen como meta, según la espiritualidad de la Orden, la perfección de la caridad, del amor de Dios y del prójimo, la tensión hacia la santidad que caracteriza nuestra vida tiene en la Virgen María no sólo el modelo más alto sino también la compañía más eficaz; nuestra vida consagrada al servicio de Cristo y de la Iglesia tiene en el amor de la Virgen su ejemplo más aleccionador; además, la doctrina y la experiencia espiritual de nuestros Santos, indican que María es la Madre que acompaña nuestro camino de vida espiritual para que lleguemos, de su mano, "hasta la cima el Monte de la perfección que es Cristo". 6. 2 Santa Teresa y la Virgen María: Nacida en una familia en que se valora especialmente la fe y moral cristiana, la Santa tiene una gran devoción a María inculcada por su madre como nos cuenta en el libro de la Vida (V. 1, 1-7). La atribuye de manera especial la gracia de su conversión "me ha tornado a sí" La santa habla también de su devoción al rosario en los momentos cuando no podía concentrarse en la oración mental (V: 29,7; 3 8, l). Su devoción va a ir madurando hasta llegar a profundizar en los misterios de la vida de la Virgen, Contempla con estupor el misterio de la Encarnación y de la presencia del Señor dentro de nosotros a imagen de la Virgen que lleva dentro de sí al Salvador: "Quiso (el Señor) caber en el vientre de su Sacratísima Madre. Como es Señor, consigo trae la libertad, y como nos ama hácese a nuestra medida" (C. 48,1 l). Tiene una especial intuición de la presencia de María en el misterio pascual de su Hijo; participa con ella en la pena de su desolación y en la alegría de la Resurrección del Señor. A Teresa le gusta contemplar la fortaleza de María y su comunión con el misterio de Cristo al pie de la Cruz (C. 26,8). En los Conceptos de Amor de Dios (3,11) describe la actitud de la Virgen: "Estaba de pie y no dormida, sino padeciendo su santísima anima y muriendo dura muerte". La virgen también es su maestra espiritual, podemos afirmar que entre las virtudes características de la Virgen que Santa Teresa propone a la imitación, hay una que las resume todas. María es a primera cristiana, la discípula del Señor, la seguidora de Cristo hasta el pie de la Cruz (C. 26,8). La humildad que trajo a Dios del cielo "en las entrañas de la Virgen" (C. 1692) y por eso es una de las virtudes principales que hay que imitar: “parezcámonos en algo a la gran humildad de la Virgen Santísima " (C. 13,3). En resumen ella se convierte en modelo de contemplación de los misterios de Cristo. 6. 3 La virgen María en San Juan de la Cruz: Las alusiones marianas que el Santo Padre tiene en sus escritos son muy sobrias, pero están dotadas de ese toque de genialidad propio del Santo, para introducimos en los aspectos más sublimes del misterio de María, hasta llegar a decir: “1a Madre de Dios es mía" (Oración del alma enamorada). Su pensamiento sobre la Virgen lo podemos sintetizar así: María es llamada como todo hombre a la comunión con la Trinidad, en su misión particular de ser Madre del Verbo Encarnado, en la aceptación y consentimiento de la obra de la redención. “Es 'Madre graciosa” que trae en sus brazos a Dios, Esposa-Iglesia y Humanidad en la que se han consumado los desposorios de Dios con el hombre: "abrazado con su esposa, que en sus brazos la traía ". El vértice de esta comunión se alcanza en la cruz, cuando la Virgen participa en el dolor redentor de Cristo, (Cántico B, 20, 10; Cántico A 29,7).

 54 Es la mujer siempre guiada por el Espíritu identificándose totalmente con su voluntad. “tales eran las de la gloriosísima Virgen nuestra Señora, la cual, estando desde el principio levantada a este alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo " (3 S. 2 5, 10). María es también para el Santo, modelo de contemplación y de intercesión. Modelo de confianza, discreción y atención en las bodas de Caná, la Virgen hace valer su poderosa intercesión ante su Hijo: “El que discretamente ama no cura de pedir lo que le falta y desea sino a representar su necesidad para que el Amado haga lo que fuere servido, como cuando la bendita Virgen dijo al amado Hijo en las bodas de Caná de Galilea, no pidiéndole derechamente el vino, sino diciéndole: no tienen vino (Jn 2,3)” (Cántico B 2,8). La presencia de la Virgen está implícita en este pensamiento del Santo: "Una palabra habló el Padre, que es su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma” (Dichos de luz y amor 104; cf. Subida II, 2.3-6). María es el silencio contemplativo que ha acogido la palabra 6. 4 El Escapulario, un signo de fe y de compromiso cristiano vivimos en un mundo con cantidad de realidades tomadas como símbolos: el rayo de luz, la llama de fuego, el agua que brota. En la vida de cada día existe también gestos que expresan y simbolizan valores más profundos como el compartir la comida (signo de amistad), el ponerse en fila para una manifestación (signo de solidaridad), el estar todos en pie (respeto). Como hombres tenemos necesidad de signos o símbolos que nos ayuden a entender y vivir. Además nuestra liturgia está cargada de signos. y existen en la Iglesia otros signos, ligados a un acontecimiento, a una tradición, a una persona. Uno de estos es el escapulario del Carmen. Así llevar el escapulario implica:  El Escapulario nos introduce en la fraternidad del Carmelo, es decir en una gran comunidad de religiosos y religiosas y laicos. Comprometiéndonos a vivir el ideal de esta familia religiosa, que es ser “comunidades fraternas, orantes al ser vicio del reino”.  Pone delante el ejemplo de los santos y santas del Carmelo con quienes se establece una relación familiar de hermanos y hermanas.  Expresa la fe en el encuentro con Dios en la vida eterna por la intercesión de María y su protección. En síntesis y en concreto el Escapulario

NO ES  Ni un objeto para una protección mágica (un amuleto)  

SÍ ES

 Un signo “fuerte” ya que representa nuestro compromiso de seguir a Jesús como María: abiertos a Dios y a su voluntad, guiados por la fe, por la esperanza y por el amor , Ni una garantía automática de salvación cercanos al prójimo necesitado, orando Ni una dispensa para no vivir las constantemente y descubriendo a Dios presente en todas las circunstancias.

 55 exigencias de la vida cristiana. Todo lo  Un signo que alimenta la esperanza del contrario. encuentro con Dios en la vida eterna bajo la protección de María Santísima.  Un signo que introduce en la familia del Carmelo

INTRODUCCIÓN Una de las notas características de la espiritualidad del Carmelo es la presencia de la Virgen María en nuestra vida, la comunión con su persona, la imitación de sus virtudes, el culto de especial veneración. El Carmelo, según una expresión medieval, es "todo de María". No se trata pues de una nota marginal del carisma, sino de una de las expresiones más íntimas y más queridas de nuestra tradición. En el título de la Orden con su explícita alusión a la Virgen se encuentra el sentido pleno de nuestra identidad en la Iglesia como Orden vinculada a María. "El Carmelo es totalmente mariano" (León XIII), como reconoce la Iglesia. La presencia de la Virgen en nuestras comunidades acrecienta el sentido de "familia", por la constante y común referencia a la Virgen como presencia materna en medio de sus hijos e hijas; la dedicación a su amor y a su culto, como especial consagración, determina la intensidad del culto mariano, dentro de la más pura tradición litúrgica y espiritual de la Iglesia, renovada actualmente por las orientaciones del Concilio Vaticano II. La consagración religiosa y la vida cristiana vivida en el Carmelo tienen como meta, según la espiritualidad de la Orden, la perfección de la caridad, del amor de Dios y del prójimo; la tensión hacia la santidad que caracteriza nuestra vida tiene en la Virgen María no sólo el modelo más alto sino también la compañía más eficaz; nuestra vida consagrada al servicio de Cristo y de la Iglesia tiene en el amor de la Virgen su ejemplo más aleccionador; además, la doctrina y la experiencia espiritual de nuestros Santos, indican que María es la Madre que acompaña nuestro camino de vida espiritual para que lleguemos, de su mano, "hasta la cima el Monte de la perfección que es Cristo". El sello mariano, connatural a nuestra historia y a nuestra espiritualidad, debe manifestarse en una vida que refleje en los hijos e hijas la presencia viva de la Madre, que imprima carácter de hondura espiritual, de sencillez personal y comunitaria, de armonía y caridad al ambiente de nuestras comunidades, por un deseo de imitar las actitudes más características de la vida de la Virgen que Pablo VI, en una bella página ha resumido en la Marialis Cultus n. 57. 5. 1 Los orígenes de nuestra devoción mariana Hay tres palabras claves que sintetizan los orígenes de nuestra relación carismática con la Virgen María: a. El lugar: una capilla en honor de la Virgen María en el Monte Carmelo. Un anónimo peregrino de principios del siglo XIII nos ofrece, en un documento sobre los caminos y peregrinaciones de la Tierra Santa, el primer testimonio histórico mariano acerca de la Orden. Nos habla de una muy bella y pequeña iglesia de nuestra Señora que los ermitaños latinos,

 56 llamados "Hermanos del Carmelo" tenían en el Wadi 'ain es-Siah. Otra redacción del mismo manuscrito habla de una iglesia de nuestra Señora. Posteriormente el título de la Virgen María se le dará a todo el monasterio, cuando se amplíe notablemente la primitiva capilla, como consta en varios documentos antiguos (cfr. Bullarium Carmelitanum, I, pp. 4 y 28). Este dato primordial de la capilla del Monte Carmelo dedicada a la Madre de Dios es significativo y prácticamente es el hecho del que se desprende la más antigua devoción de los Carmelitas a la Virgen. Desde el principio de su fundación los Carmelitas han erigido una pequeña capilla dedicada a la Virgen Madre de Dios en su misma tierra de Israel. Suponemos que esta capilla estaba presidida por una imagen de la Madre de Dios. La tradición antigua de la orden nos ha transmitido algunas imágenes antiguas, de inspiración oriental. Entre ellas algunas del tipo de la Virgen de la ternura o de la Virgen sentada en un trono con su Hijo. Todo ello indica que los ermitaños del Monte Carmelo querían dedicarse por entero al vivir en obsequio de Jesucristo bajo la mirada amorosa de la Virgen Madre, y que ella presidió desde su misma cuna el nacimiento de una nueva experiencia eclesial. De aquí el hecho que se la reconozca como Patrona, según las palabras del General Pedro de Millaud al Rey de Inglaterra Eduardo I a propósito de la Virgen María "en cuya alabanza y gloria esta misma Orden fue fundada especialmente" (Cfr. Ibidem, 606-607). Una afirmación que la tradición posterior confirmará constantemente. b. El nombre: "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo". Así aparece el título de la Orden en algunos documentos pontificios, con una referencia explícita a la Virgen María, como consta por la Bulla de Inocencio IV, Ex parte dilectorum (13-1-1252): "De parte de los amados hijos, los ermitaños hermanos de la Orden de Santa María del Monte Carmelo" (Analecta Ordinis Carmelitarum 2 (1911-1913) p.128). En un documento posterior (20-2-1233) Urbano IV (en la Bula Quoniam, ut ait) hace referencia al "Prior Provincial de la Orden de la Bienaventurada María del Monte Carmelo en Tierra Santa" y añade que en el Monte Carmelo está el lugar de origen de esta Orden donde se va a edificar un nuevo monasterio en honor de Dios y "de la dicha Gloriosa Virgen su Patrona" (Bullarium Carmelitanum I, p.28). Este nombre, "Hermanos" que es signo de familiaridad e intimidad con la Virgen, ha sido reconocido por la Iglesia, y será en adelante fuente de espiritualidad cuando los autores carmelitas posteriores hablen del "patronazgo de la Virgen" y de su cualidad de "Hermana" de los Carmelitas. c. La consagración a la Virgen: El Carmelo profesa con su dedicación total al servicio de Jesucristo como Señor de la Tierra Santa, según el sentido de seguimiento y de servicio que tiene el texto inicial de la Regla en su contexto histórico y geográfico, su total consagración a la Virgen María. Así lo reconoce un antiguo texto legislativo del Capítulo de Montpellier, celebrado en 1287: "Imploramos la intercesión de la gloriosa Virgen María, Madre de Jesús, en cuyo obsequio y honor fue fundada nuestra religión del Monte Carmelo" (Cfr. Actas del Capítulo General de Montpellier, Acta Cap.Gen., Ed. Wessels-Zimmermann, Roma 1912, p.7). Esta especial consagración que se une al recuerdo del seguimiento de Cristo tendrá una lógica consecuencia en la fórmula de la profesión que incluirá la mención explícita de la entrega a Dios y a la Bienaventurada Virgen María.

 57 5. 2. Herederos de una tradición espiritual viva Tras los datos históricos reseñados que pertenecen a los albores de la experiencia mariana del Carmelo, las Constituciones señalan los elementos más significativos de la espiritualidad mariana de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Sin embargo podemos condensar en algunas orientaciones la riqueza doctrinal del espíritu mariano de la Orden, tal como ha sido vivido a partir de los orígenes, enriquecido por la devoción y los escritos espirituales de algunos carmelitas insignes. a. Los títulos de amor y de veneración. Se puede afirmar que la antigua tradición carmelitana ha expresado los vínculos de amor con la Virgen a través de una serie de títulos relativos al misterio de María pero percibidos con un sabor especial desde la experiencia de la vida del Carmelo. Así, en los orígenes, predomina la denominación de Patrona de la Orden, pero también se va haciendo camino la expresión más dulce de Madre, como aparece en fórmulas antiguas de Capítulos y Constituciones, como estas: "En honor de nuestro Señor Jesucristo y de la gloriosa Virgen María, Madre de nuestra Orden del Carmelo"; "Para alabanza de Dios y de la bienaventurada Virgen María Madre de Dios y Madre nuestra", como dicen las Constituciones de 1369. En la antífona "Flos Carmeli" se invoca a la Virgen como "Madre dulce" (Mater mitis) y Juan de Chimineto habla de María como "fuente de las misericordias y Madre nuestra". Los dos apelativos están en relación con el misterio de la Virgen Madre de Dios en la expansión de su maternidad hacia los hombres. A estos títulos hay que añadir el de Hermana, asumido por los Carmelitas del siglo XIV en la literatura devocional que narra los orígenes de la Orden, a partir del profeta Elías que contempla proféticamente en la nubecilla la futura Madre del Mesías, y se complace en ilustrar las relaciones de la Virgen con los ermitaños del Monte Carmelo. Desde otro punto de vista doctrinal, los Carmelitas, en la contemplación el misterio de la Virgen, han puesto de relieve su Virginidad, admirando en ella el modelo de la opción por una vida virginal en el Carmelo y su relación con la contemplación. Por las mismas razones los Carmelitas siempre estuvieron entre los defensores del privilegio de la Inmaculada Concepción de la Virgen, en las controversias de la edad media, sea a nivel de teología, sea a favor de la introducción de la fiesta en el Calendario de la Orden que la celebraba con particular devoción. De aquí también la insistencia de los autores carmelitas en la filial contemplación de la Virgen Purísima y del compromiso de imitar en la Virgen esta actitud espiritual, simbólicamente reflejada en la capa blanca del hábito de la Orden. b. Privilegios para la Orden La historia y la espiritualidad mariana de la Orden, sobre todo durante los siglos XIV-XVI, se enriquecen de motivos devocionales que van aumentando la tradición histórica primitiva. La Virgen María aparece como una auténtica Protectora de la Orden en momentos difíciles de su evolución y su expansión en Occidente. EL Catálogo de los Santos Carmelitas ha recogido la visión que el General de la Orden Simón Stock tuvo hacia el año 1251, cuando la Virgen se le aparece y le hace entrega del hábito de la Orden asegurándole la salvación eterna para todos los que lo lleven con devoción. Al Papa Juan XXII se le atribuye un documento, llamado comúnmente Bula Sabatina, que lleva la fecha del 3 de marzo de 1322, en el cual refiere la visión que el mismo Papa tiene de la Virgen que le promete una protección personal a cambio de la ayuda que él mismo preste a los Carmelitas; en la Bula se alude al privilegio de una liberación de las penas del Purgatorio para todos aquellos que hayan llevado dignamente el Santo Escapulario, mediante la acción maternal de la Virgen que irá a liberar a sus devotos el sábado siguiente a su muerte.

 58 Estos dos hechos han polarizado la atención popular hacia la devoción mariana propuesta por los Carmelitas y han monopolizado, en cierto sentido, la visión espiritual que la Orden ha tenido del misterio de María, que es sin duda mucho más rica, más evangélica, más espiritual.

La Orden desde el siglo XIV quiso celebrar con una fiesta especial, la Conmemoración de la Virgen María del Monte Carmelo, los beneficios recibidos por intercesión de nuestra Señora. Esta fiesta tenía a la vez el sentido de recordar la protección de María y de realizar la acción de gracias por parte de la Orden. En la elección de la fecha, como se sabe, influye la parcial aprobación de la Orden obtenida en el Concilio II de Lyon, el 17 de julio de 1274, cuando había estado en peligro la extinción de la Orden. Posteriormente, la fecha del 16 de julio fue considerada como el día tradicional de la aparición de la Virgen a San Simón Stock; de esta forma el recuerdo de la protección de la Virgen se concentró en el agradecimiento particular por lo que constituía la suma y compendio del amor de la Virgen para los Carmelitas: el don del Santo Escapulario y sus privilegios. c. Espiritualidad mariana de la Orden: María, modelo y Madre Una nota distintiva de la actitud de los Carmelitas hacia la Virgen María es el deseo de imitar sus virtudes dentro de la propia profesión religiosa. Ya el conocido teólogo carmelita Juan Baconthorp (1294-1348) había intentado hacer en su comentario a la Regla un paralelismo entre la vida del Carmelita y la vida de la Virgen María; se trata de un principio exegético de gran importancia porque centra la devoción en la imitación. Otro gran teólogo, Arnoldo Bostio (1445-1499), ha cantado en su obra acerca del Patronazgo mariano sobre la Orden, el sentido de intimidad con la Virgen, la especial filiación del carmelita, la comunión de bienes con la Madre, el sentido de la "hermandad" con Ella. El Beato Bautista Mantuano (1447-1516) es un cantor eximio de la Virgen en su producción poética. Como fieles intérpretes de la tradición carmelitana llevan a su esplendor el sentido de la intimidad con la Virgen y su conformación interior al misterio de María el P. Miguel de San Agustín (1621-1684) y su dirigida María de Santa Teresa (1623-1677). Aunque no es éste el lugar para desarrollar la doctrina de todos estos autores, hemos querido dejar constancia de una rica tradición doctrinal y espiritual del Carmelo que encontrará en los representantes del Carmelo Teresiano una digna continuidad y profundización de la espiritualidad mariana. d. Liturgia y devoción popular. Los Carmelitas han expresado su devoción y consagración a la Virgen especialmente por medio de la liturgia. Han erigido templos en su memoria y venerado su imagen. Los antiguos Rituales de la Orden, a partir del siglo XIII, muestran el fervor litúrgico del Carmelo en la celebración de las fiestas marianas de la Iglesia, con la aceptación de nuevas celebraciones; se trata de fiestas que en otros lugares y en otras Ordenes, no son acogidas con tanto fervor, como la fiesta de la Inmaculada Concepción. La fiesta de la Conmemoración Solemne de la Virgen del Monte Carmelo se convierte en la fiesta principal. El antiguo rito jerosolimitano, seguido por la Orden, reserva a María múltiples invocaciones en las horas canónicas, con antífonas marianas a final de cada hora y con una solemnización especial de la Salve Regina de Completas. En honor de la Virgen se celebran sus misas votivas y el nombre de María se introduce con frecuencia en los textos litúrgicos de la toma de hábito y de la profesión. Se puede decir que la liturgia carmelitana ha dejado una profunda huella de espíritu mariano en la tradición espiritual y ha plasmado interiormente la dedicación que la Orden profesaba a la Virgen Nuestra Señora. Junto a la liturgia

 59 florecen características prácticas de devoción popular de la Iglesia, como el Angelus y el Rosario, y otras propias de la Orden, unidas a la devoción del Escapulario. TEMA 6: La espiritualidad mariana en la vida del Carmelo Teresiano Nuestras Constituciones nos recuerdan que en La Virgen María encontramos no solo “el modelo acabado del espíritu de la Orden” sino su compañía y estímulo necesario para que como ella, de “corazón configuremos nuestra vida en la continua meditación de la Palabra divina desde la fe… y de su mano nos adentremos en el misterio de Cristo y de la Iglesia”. (Cf. Const. OCD No. 49). Es por eso que el Carmelo ve a María como Madre, Patrona, Hermana y Modelo. Estos nombre no son meros títulos o temas piadosos de devoción aboba, sino más bien, de alguna manera, reflejan la experiencia de las Ordenes Carmelitas a lo largo de muchos siglos. Es aquí entonces donde las nuevas generaciones debemos volver a considerar el testimonio de quienes nos ha precedido en el Carmelo. Y así retomar en nuestra Provincia de Centro América esta riqueza espiritual mariana tanto a nivel personal como comunitario. La Iglesia espera mucho de nosotros, del nuestro patrimonio espiritual que se nos ha confiado. La Virgen María, nuestra Madre, Patrona y Hermana, es, sin lugar a duda, uno de los mayores dones que hemos recibido de Dios y que compartimos con la Iglesia. Ella es parte esencial de nuestra herencia. Hay una preocupación generalizada en todas las ramas de nuestra familia carmelitana de renovar la teología y la espiritualidad, la devoción y el amor hacia María. Durante muchos siglos, nuestra devoción y el amor para con ella se ha centrado en el Escapulario marrón del Carmelo. Juan Pablo segundo nos decía: "Las distintas generaciones del Carmelo, desde los orígenes hasta hoy, han tratado de plasmar la propia vida sobre el ejemplo de María" (Carta del 25 Marzo 2001, No. 2). Por ellos nos recordaban los Generales de la Orden con ocasión del los 750 años del escapulario que: “Cada generación tiene la responsabilidad no sólo de vivir la herencia del Carmelo, sino también de enriquecerla y comunicarla, pues una herencia es algo vivo que ha de exponerse al mundo real y presentarse en la verdadera experiencia de la Iglesia”. Reflexionemos a continuación acerca de los dones de María al Carmelo y examinemos lo que hoy significan para nosotros y para la Iglesia. 6. 1 María es Madre Cuando los carmelitas llegaron por primera vez a Europa, la idea de María como Madre Espiritual había sido generalmente aceptada (según los sermones cirtercienses Guerric dÌgny +1157). Los carmelitas tomaron inmediatamente este tema invocándola como “su Madre y como la Virge”, como nos lo atestigua el antiquísimo Flos Carmeli: “Madre tierna”, “Virgo Puerpera”, (que no conoció varón). Ya en la palabra "Madre" hay una idea esencial en nuestra herencia, es decir, la relación con María en este caso como sus hijos e hijas. El título de Madre fue muy favorecido en la Orden, con el título Madre y hermosura del Carmelo, haciendo eco a Isaías 35:2, empleándose en la liturgia del período medieval tardío. Todos los santos carmelitas han tomado este tema de María como madre. Sta. Teresa de Lisieux declaró memorablemente: "Ella es más Madre que Reina." Durante muchos siglos, la liturgia carmelitana ha demostrado especial afecto por la escena evangélica al pie de la cruz (Jn 19:25-27),

 60 donde María, se convierte en la Madre asociada a su ofrecimiento, donándose a todos los hombres en la entrega que el mismo Jesús hace de Ella a su discípulo predilecto. Viendo a María como Madre, nos sentimos animados a reflexionar acerca de nuestra relación con ella: nos cuida como Madre, la amamos y respetamos como hijos e hijas. Además, si vemos a María como Madre, estamos encaminados hacia su Divino Hijo y vivimos en obsequio de Él. Desde los primeros tiempos, los Padres de la Iglesia han comprobado que una Mariología correcta sirve para garantizar una Cristología correcta. Nuestra visión de María como Madre y Hermosura del Carmelo puede ser un don importante a toda la Iglesia. Hace más de un cuarto de siglo, el Papa Pablo VI invitó a los teólogos a ver el camino de belleza como un auténtico enfoque de María. En un mundo donde hay tanta aflicción y fealdad estamos invitados a mirar hacia arriba y reposar en la contemplación de la belleza de María, pues ella es el "signo de Dios en favor de la Iglesia en sus comienzos, y la promesa de su perfección como esposa de Cristo, radiante de belleza. 6.2 Es Nuestra Patrona “La Reina y Hermosura del Carmelo” El título de Patrona del Carmelo tiene una larga historia en la Orden. La dedicación a María de la primera capilla en el Monte Carmelo, en el medio de las celdas, es ciertamente una indicación de su patronazgo, que en la época feudal señalaba relaciones y servicios recíprocos. Desde su llegada a Europa, que comenzó aproximadamente en 1230 y durante los siguientes 150 años, el Carmelo tuvo un existencia un tanto precaria. En ese período, los frailes aprendieron a confiar en el auxilio y protección de María. Se encomendó a Ella la supervivencia misma de la Orden, y los hermanos tenían confianza en su protección y cuidado. En los últimos decenios del siglo XIII, hallamos la idea de que la Orden carmelita fue especialmente fundada para la honra y gloria de María. Aunque el lenguaje del patronazgo no halle ecos inmediatos en algunas de las culturas donde está ahora implantado el Carmelo, la realidad forma parte de nuestra rica vida mariana. El patronazgo implica una relación recíproca. Sabemos de la premura de María para con la Iglesia, con el Carmelo y con nosotros. Tales verdades son para nosotros fuente de confianza y de esperanza. Pero el patronazgo nos recuerda nuestra respuesta: estamos para venerar, servir y amar a nuestra Madre y Patrona. Las Constituciones primitivas de las cuales existen copias y los ordinales son muy específicos en mostrar maneras para venerar a María mediante gestos, oraciones y celebraciones. Desde el siglo XIII tenemos la recitación frecuente de las antífonas Salve Regina y Ave Maris Stella. Pronto, la Estación del sábado ocuparía un lugar preeminente entre las devociones marianas de la Orden. En la época medieval, también existía la práctica de celebrar muchas misas votivas en su honor. Todo ello son indicaciones de las maneras en que los Carmelitas veneraban a su Patrona. Es un reto para nuestras comunidades en Centroamérica dar y compartir con los fieles, con expresiones apropiadas nuestra relación con María, ese sentido de pertenencia y protección. 6.3 Es Nuestra Hermana Cuando los hermanos ermitaños llegaron a Europa del Monte Carmelo, fueron llamados por el pueblo y los papas se refirieron a ellos como los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Aunque ello, en el comienzo, habría significado su origen, y otras órdenes de esa época también se consideraban hermanos de María, los Carmelitas de entonces trataron de sacar del título la conclusión de que si ellos son hermanos de María, ella es con seguridad su Hermana. Arnoldo Bostio (+ 1499), que sintetizó nuestra tradición temprana escribió: El humilde hermano del

 61 Carmelo puede exultar y cantar con gozo: Ved! La Reina de los cielos es mi hermana; Puedo actuar con confianza y sin miedo. Aunque el título de Hermana nunca se usó tan ampliamente como los títulos de Madre y Patrona, es importante observar que el Papa Pablo VI lo empleó cuando habló de todos nosotros como hijos de Adán que teníamos a María como Hermana. (cf. Pablo VI, Exhortación, Marialis cultus n.37). A primera vista, el título parecería tener tres grandes ventajas para la reflexión carmelitana contemporánea. Asume la idea, que también existe en Patrona, del tierno cuidado de María y de las fáciles e íntimas relaciones entabladas entre los Carmelitas y la Madre de Dios. Presenta a María como nuestra hermana mayor, que nos precede en el viaje hacia la madurez en la fe. Además, en algunas culturas, la idea de María como Madre espiritual es difícil para algunos pueblos; el título de María como Hermana puede ser más atractivo para ellos. La condición de hermana de María es una idea que se puede compartir con una gran parte de la Iglesia. 6.4 Es Modelo acabado de todo Carmelita Descalzo La noción de María como modelo en su condición de discípulo es muy antigua en la Iglesia. Se encuentra en todas las épocas de la historia del Carmelo. Nuestros autores antiguos y modernos procuran demostrar que María es modelo precisamente para nuestra vida de carmelitas. Así pues, John Baconthorpe (+ ca. 1348) escribió un comentario sobre la Regla carmelitana, de la que sacó la similitud entre la vida de María y la del carmelita. En una época, esta conciencia del lazo entre María y el Carmelo se desarrolló en representaciones artísticas, por lo que se representa a María vestida con un hábito carmelita. a) Virgen Purísima, modelo de Vida Consagrada en el Carmelo Teresiano Constituciones OCD NO. 15:  ” Teniendo en cuenta los orígenes de nuestra voca­ ción   y   el   carisma   teresiano,   cabe   enumerar   aquí   los   siguientes   elementos primordiales de nuestra profesión: a) Abrazamos   la  vida  religiosa  «en  obsequio  de  Jesucristo»,  apoyándonos en   el   común   destino,   la   imitación   y   el   patrocinio   de   la   santísima   Virgen, cuya   forma   de   vivir   constituye   para   nosotros   un   modelo   de   configuraci ón con Cristo. Formula de Profesión Religiosa: “Yo, fray N. N., con el deseo de vivir fielmente en obsequio de Jesucristo imitando a la Virgen María….” María es el ejemplo para el Carmelita, especialmente como Virgen Purísima: Virgo Purissima. Disponemos de abundante reflexión sobre este título. La capa blanca es un signo de nuestra imitación de María. La bien conocida dedicación de los Carmelitas a la Inmaculada Concepción y la defensa de esta verdad integran también el amor del Carmelo hacia la Virgen. Pero su pureza no se limita estrechamente a la castidad o al celibato. María es la pura, de un corazón indiviso, total apertura a Dios (el modelo supremo de vacare Deo). De hecho, la doble meta del Carmelo, como se expresa en el antiguo documento de El Instituto de los Primeros Monjes, puede hallar en María su más completa

 62 realización. Para el B. Tito Brandsma: María es el dechado de todas las virtudes y, por lo tanto, dos veces nuestra Madre. Su vida es un espejo en el que podemos ver cómo debemos estar unidos con Dios. Desde los tiempos del Vaticano II se nos ha incentivado para buscar una devoción a María que esté sólidamente basada en la Sagrada Escritura. Si, en el pasado, escritores y predicadores carmelitas tendían a centrarse en lo milagroso y lo extraordinario, nosotros también tenemos en nuestra tradición viva una sobriedad mediante la cual podemos dar a nuestros contemporáneos una imagen vital y, sobre todo, bíblica de María. A Sta. Teresa de Lisieux no le atraían en modo alguno pensamientos de María que no se basaran en la verdad. Afirma que si hubiese podido predicar un sermón sobre María, Ante todo, hubiera hecho ver qué poco se conoce su vida (Ultimas Conversaciones 21.8.3.) Poco antes de ello, había entregado sus profundos pensamientos sobre María en su poema Por qué te amo, María, en el que considera con amor su vida como nos la describen las Escrituras. Hay innumerables textos carmelitanos en los que se muestra a María como el espejo perfecto de su ideal contemplativo y como modelo de docilidad al Espíritu Santo. Nos basta recordar aquí lo que afirman nuestras constituciones en el No. 48; que María es para todo Carmelita: Modelo de “oración” Modelo de “abnegación evangélica”... Modelo de “entrega en alma y cuerpo a la escucha de la Palabra del Señor”… Modelo de “docilidad a los impulsos del Espíritu Santo”… Modelo de “asociación al misterio Pascual de Cristo por el amor, el dolor y el gozo”... b) Modelo de la Vida interior del Carmelita María es la Mujer orante por excelencia. De aquí se sigue que ella se nos presenta como la perfecta realización del ideal del Carmelita, que ha de vivir en obsequio de Jesucristo, meditando su Palabra de día y de noche. Ellas es modelo de recogimiento y soledad. Como consideraron los Padres de la Iglesia, por ejemplo San Ambrosio escribe: “Sola estaba María cuando habló con el Ángel. Sola estaba cuando bajó a ella el Espíritu Santo y la virtud del Altísimo la cubrió con su sombra. Sola cuando con su Sí cooperó en la salvación del mundo y concibió la redención de todos” (Epístola No. 49,2). Por consiguiente, por esta experiencia de Dios de la Virgen, ella se convierte también en modelo de vida interior; pues, María es la llena de gracia, que aprendió a elevar su mente a Dios. Desde la Encarnación del Verbo en sus entrañas aprendió a dirigir su mirada interior al Misterio que llevaba dentro, no solo en su Vientre sino en su alma. Aprendiendo a recogerse en adoración por el Fruto Bendito del cual es la nueva tienda del encuentro. María en el Misterio de la Encarnación nos descubre el gran misterio en el cual es envuelta la humanidad, el Misterio de la inhabitación de la Trinidad, pues ella se convirtió en morada de Dios que la quiso habitar de una manera singular y única. Todos debemos encarnar a Cristo en nuestras vidas como María. A este propósito nos recuerda san Agustín que “María concibió primero a Jesús en su mente y en su corazón antes que en su seno” (Cf. Sermón 215,4). De aquí que ella nos enseña que la vida interior consiste en encarnar a Jesucristo en nuestro ser vital. Teniendo como ella una actitud contemplativa de los misterios de Cristo, como bien nos lo retrata San Lucas en su evangelio: “María conservaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2, 19. 51). María nos enseña a ver y vivir todos los acontecimientos de la vida ordinaria desde la

 63 dimensión de la fe, la esperanza y la caridad, desde el silencio para que callando podamos escuchar a Dios para hacer su voluntad. Sor Isabel de la Trinidad en una carta a su hermana le comunica alborozada su gran descubrimiento: “Me parece a mí que esa actitud de la Santísima Virgen, durante los meses que transcurrieron entre la Anunciación y la Navidad, es el modelo de las almas interiores, de esos seres privilegiados que el Señor ha escogido para vivir en el fondo sin fondo del abismo interior” (Cta. Nov. de 1903). Y en su pequeña obrita “¿cómo se puede hallar el cielo en la tierra?” se hunde en la contemplación de la Virgen, como su modelo: “En aquella paz, en aquel recogimiento, María se rendía y se entregaba a todas las cosas. ¡Ah, y cómo hasta las cosas más vulgares quedaban divinizadas por ella, puesto que a través de todo la Virgen era adoradora del don de Dios” (Obras, Edit. de Espiritualidad, Madrid, 1958, pág. 413). c) Modelo de Trabajo y apostolado Ella es también modelo de laboriosidad. Todo trabajo manual, intelectual, pastoral, debe hacerse con y como María, con ese espíritu de los pobres de Yahvé; como todo anawin, ella trabajó buscando agradar y servir confiadamente al Señor, tomando el trabajo como medio de santificación. Y esto porque en el trabajo se ejercita el cuerpo, pero equilibra el alma, ya que propiamente es ejercicio de un dominio de las fuerzas del cuerpo para la consecución de un fin honesto. El trabajo hecho desde la perspectiva de la fe, no solo contribuye a nuestra realización humana (dimensión antropológica) sino que contribuye a la edificación del Reino en bien de los hermanos y toda la humanidad (dimensión teológica). Conclusión: Finalmente podemos sintetizar de estos títulos o dimensiones de la espiritualidad mariana en el Carmelo las siguientes sentencias:    

que si llamamos a María como Madre, ella debe ser honrada y amada como hijos suyos que somos; Si es nuestra Patrona y Señora, debe de ser servida con un culto de agradecimiento, amor y alabanza por su patrocinio; Si es Nuestra Hermana Mayor, debe de ser obedecida y “hacer lo que él (Jesucristo) nos dice en su Palabra; Si es el Modelo acabado de todo Carmelita, debe de ser imitada y vestirnos con el hábito de sus virtudes teologales.

TEMA 7: La espiritualidad mariana en Nuestro Santos Padres y demás hermanos en el Carmelo teresiano

 64 La experiencia mariana en Santa Teresa y en San Juan de la Cruz han reafirmado y renovado la piedad mariana del Carmelo. A continuación presentamos una breve y jugosa síntesis del pensamiento mariano de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, así como de otros testigos eximios del Carmelo Teresiano. 7.1 Santa Teresa de Jesús y la Virgen María Toda la experiencia mariana de Santa Teresa que se encuentra diseminada en sus escritos, se puede componer en un mosaico que ofrece una hermosa imagen de María; nos servimos de tres líneas importantes de esta doctrina teresiana. a) Devoción mariana y experiencia mística mariana Desde la primera página de los escritos teresianos aparece la Virgen entre los recuerdos más importantes de la niñez de Teresa; es el recuerdo de la devoción que su madre Doña Beatriz le inculcaba y que ejercitaba con el rezo del Santo Rosario (Vida 1,1.6); es conmovedor el episodio de su oración a la Virgen cuando pierde su madre Doña Beatriz, a la edad de 13 años: "Afligida fuíme a una imagen de nuestra Señora y suplicaba fuese mi madre con muchas lágrimas. Parecíame que aunque se hizo con simpleza me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella, y, en fin, me ha tornado a sí" (Vida 1,7). La Santa atribuye, pues, a la Virgen, la gracia de una protección constante y de manera especial la gracia de su conversión: "me ha tornado a sí". Otros textos de la autobiografía nos revelan la permanencia de esta devoción mariana: cuando acude a la Virgen en sus penas (Vida 19,ss), cuando recuerda sus fiestas de la Asunción y de la Inmaculada Concepción (Ib. 5,9; 5,6), o la Sagrada Familia (Ib. 6,8), o su devoción al Rosario (Ib. 29,7; 38,1). Muy pronto la devoción a la Virgen pasa a ser, como en otros aspectos de la vida de la Santa, una experiencia de sus misterios cuando Dios hace entrar a Teresa en contacto con el misterio de Cristo y de todo lo que a él le pertenece. En la experiencia mística teresiana del misterio de la Virgen hay como una progresiva contemplación y experiencia de los momentos más importantes de la vida de la Virgen, según la narración evangélica. Así por ejemplo, tenemos una intuición del misterio de la obumbración de la Virgen y de su actitud humilde y sabia en la Anunciación (Conceptos de Amor de Dios 5,2; 6,7). Por dos veces la Santa Madre ha tenido una experiencia mística de las primeras palabras del Cántico de María, el "Magnificat" (Relación 29,1; 61), que según el testimonio de María de San José con mucha frecuencia "repetía en voz baja y en lenguaje castellano"' (Cfr. B.M.C. 18, p. 491). Contempla con estupor el misterio de la Encarnación y de la presencia del Señor dentro de nosotros a imagen de la Virgen que lleva dentro de sí al Salvador: "Quiso (el Señor) caber en el vientre de su Sacratísima Madre. Como es Señor, consigo trae la libertad, y como nos ama hácese a nuestra medida" (Camino Escorial 48,11). Contempla la Presentación de Jesús en el templo y se le revela el sentido de las palabras de Simeón a la Virgen (Relación 35,1): "No pienses cuando ves a mi Madre que me tiene en los brazos, que gozaba de aquellos contentos sin graves tormentos. Desde que le dijo Simeón aquellas palabras, la dio mi Padre clara luz para que viese lo que yo había de padecer" (Cfr. también sobre el nacimiento de Jesús la Poesía 14 y sobre la presentación Camino 31,2). Tiene presente la huída a Egipto y la vida oculta de la Sagrada Familia (Carta a Doña Luisa de la Cerda, 27 de mayo de 1563, y Vida 6,8). Tiene una especial intuición de la presencia de María en el misterio pascual de su Hijo; participa con ella en la pena de su desolación y en la alegría de la Resurrección del Señor. A Teresa le

 65 gusta contemplar la fortaleza de María y su comunión con el misterio de Cristo al pie de la Cruz (Camino 26,8). En los Conceptos de Amor de Dios (3,11) describe la actitud de la Virgen: "Estaba de pie y no dormida, sino padeciendo su santísima anima y muriendo dura muerte". Ha entrado místicamente en el dolor de la Virgen cuando se le pone el Señor en sus brazos "a manera de como se pinta la quinta angustia" (Relación 58); ha experimentado en la Pascua de 1571 en Salamanca la desolación y el traspasamiento del alma (que es como una noche oscura del espíritu); todo ello le hace hacen recordar la soledad de la Virgen al pie de la Cruz (Relación 15, 1.6). En esta misma ocasión le dice el Señor que: "En resucitando había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad ... y que había estado mucho con ella- porque había sido menester hasta consolarla" (Ib.). En varias ocasiones ha podido contemplar el misterio de la glorificación de la Virgen en la fiesta de su Asunción gloriosa (Vida 33,15 y 39,26). Tiene conciencia de que la Virgen acompaña con su intercesión constante la comunidad en oración, como le acaece en San José de Avila (Vida 36,24) y en la Encarnación (Relación 25,13). Cuando en una altísima experiencia mística de le da a conocer el misterio de la Trinidad percibe la cercanía de la Virgen en este misterio y el hecho de que la Virgen, con Cristo y el Espíritu Santo son un don inefable del Padre: "Yo te di a mi Hijo y al Espíritu Santo y a esa Virgen. ¿Qué me puedes dar tu a mi? (Ib.) Se puede afirmar que la Santa ha tenido una profunda experiencia mística mariana, ha gozado de la presencia de María y ella misma, la Madre, le ha hecho revivir sus misterios. Por eso es una profunda convicción de la doctrina teresiana que los misterios de la Humanidad de Cristo y los misterios de la Virgen Madre forman parte de la experiencia mística de los perfectos (Cfr. Moradas VI,7,13 y título del cap.; 8,6). b) María, modelo y madre de la vida espiritual. Santa Teresa ha expresado en algunas líneas doctrinales su experiencia y su contemplación del misterioso de la Virgen María. Hubiera, sin duda alguna, trazado una hermosa síntesis de espiritualidad mariana si, como fue su intención, hubiese comentado el "Ave María" como hizo con el Padre Nuestro en la primera redacción del Camino de Perfección. Podemos afirmar que entre las virtudes características de la Virgen que Santa Teresa propone a la imitación, hay una que las resume todas. María es la primera cristiana, la discípula del Señor, la seguidora de Cristo hasta el pie de la Cruz (Camino 26,8). Es el modelo de una adhesión total a la Humanidad de Cristo y a la comunión con El en sus misterios, de manera que Ella es el modelo de una contemplación centrada en la Sacratísima Humanidad (Cfr. Vida 22,1; Moradas VI,7,14). Entre las virtudes que son también las de la vida religiosa carmelitana podemos citar: la pobreza que hace María pobre con Cristo (cfr. Camino 31,2); la humildad que trajo a Dios del cielo "en las entrañas de la Virgen" (Camino 16,2) y por eso es una de las virtudes principales que hay que imitar: "Parezcámonos en algo a la gran humildad de la Virgen Santísima" (Camino 13,3); la actitud de humilde contemplación y de estupor ante las maravillas de Dios (Conceptos de Amor de Dios, 6,7) y el total asentimiento a su voluntad (Ib.). Su presencia acompaña todo nuestro camino de vida espiritual, como si cada gracia y cada momento crucial de madurez en la vida cristiana y religiosa tuvieran que ver con la presencia activa de la Madre en el camino de sus hijas. Así la Virgen aparece activamente presente en toda la descripción

 66 que la Santa hace del itinerario de la vida espiritual en el Castillo Interior. Es la Virgen que intercede por los pecadores cuando a ella se encomiendan (Moradas I, 2,12). Es ejemplo y modelo de todas las virtudes, para que con sus méritos y con sus virtudes pueda servir de aliento su memoria en la hora de la conversión definitiva (Moradas III 1,3). Es la Esposa de los Cantares (Conceptos de Amor de Dios, 6,7), modelo de las almas perfectas. Y es la Madre en la que todas las gracias se resumen en su comunión con Cristo en el "mucho padecer": "Siempre hemos visto que los que más cercanos anduvieron a Cristo nuestro Señor fueron los de mayores trabajos: miremos los que pasó su gloriosa Madre y sus gloriosos apóstoles" (Moradas VII 4,5). Por eso la memoria de Cristo y de la Virgen, en la celebración litúrgica de sus misterios, nos acompaña y fortalece (Cfr. Moradas VI,7,11.13). c) La Virgen María y el Carmelo Teresa de Jesús con su vocación de Carmelita ha entrado profundamente en toda la antigua tradición espiritual del Carmelo. En el monasterio de la Encarnación de Avila ha podido impregnarse de toda la rica espiritualidad mariana de la Orden, tal como en el siglo XVI la expresaban la tradición histórica, las leyendas espirituales, la liturgia carmelitana, la devoción popular, la iconografía carmelitana. En sus escritos el nombre de la Orden esta siempre unido al de la Virgen que es Señora, Patrona, Madre de la Orden y de cada uno de sus miembros. Todo es mariano en la Orden, según Santa Teresa: el hábito, la Regla, las casas. Cuando es nombrada Priora de la Encarnación, en 1571, coloca en el lugar primero del coro a la Virgen, porque comprende que en María hay una convergencia de devoción, de amor y respeto por parte de todas las religiosas. El gesto tiene un hermoso epílogo mariano, con la aparición de la Virgen (Relación 25). En una Carta a María de Mendoza (7 de marzo de 1572) dice afectuosamente: "Mi 'Priora' (la Virgen María) hace estas maravillas". Acoge con gozo al P. Gracián, tan devoto de la Virgen, como ella recuerda con frecuencia en sus Cartas, y se entusiasma con el conocimiento que él tiene y le comunica de los orígenes de la Orden, tal como eran narrados en los libros de entonces (cfr. Fundaciones, c.23) Tiene plena conciencia de los privilegios del Santo Escapulario, como parece aludir en esta frase a propósito de la muerte de un carmelita: "Entendí que por haber sido fraile que había guardado bien su profesión le habían aprovechado las Bulas de la Orden para no entrar en el Purgatorio (Vida 38,31). Con idéntico espíritu mariano, como un servicio de renovación de la Orden de nuestra Señora y por impulsos de la Virgen, emprende la tarea de la fundación de San José. Ya en las primeras gracias que Cristo le hace, encontramos la alusión de la presencia de la Virgen en el Carmelo (Vida 32,11). Después es la misma Virgen la que activa la fundación de San José con idénticas palabras y promesas y con una gracia especial concedida a Teresa de pureza interior, una especie de investidura mariana para ser Fundadora (Vida 33,14). Al concluir felizmente la fundación de San José la Madre Teresa confiesa sus sentimientos marianos: "Fue para mí como estar en una gloria ver poner el Santísimo Sacramento... y hecha una obra que tenía entendido era para servicio del Señor y honra del hábito de su gloriosa Madre" (Vida 36,6). Y añade: "Guardamos la Regla de nuestra Señora del Carmen... Plega al Señor sea todo para gloria y alabanza suya, y de la gloriosa Virgen María, cuyo hábito traemos" (Ib. 36, 26.28) Como respuesta a este servicio mariano, ve a Cristo que le agradece "lo que había hecho por su Madre" y ve a la Virgen "con grandísima gloria, con manto blanco y debajo de él parecía ampararnos a todas" (Ib. 36, 24). En la narración de los progresos de la Reforma, Teresa tiene siempre el cuidado de subrayar la continuidad con la Orden, el servicio hecho a nuestra Señora, la especial protección que Ella le dispensa en todas las ocasiones. Así, por ejemplo, el encuentro con el Padre Rubeo y el permiso

 67 obtenido para extender los monasterios teresianos: "Escribí a nuestro Padre General una carta... poniéndole delante el servicio que haría a nuestra Señora, de quien era muy devoto. Ella debía ser la que lo negoció" (Fundaciones, 2,5). Todo el libro de las Fundaciones parece estar escrito en clave mariana, pues son continuas las alusiones de Teresa a la Virgen y a su servicio, como cuando escribe: "Comenzando a poblarse estos palomarcitos de la Virgen nuestra Señora ..." (Ib. 4,5); o cuando subraya: "Son estos principios para renovar la Regla de la Virgen su Madre y Señora y Patrona Nuestra" (Ib. 14,5), como dice a propósito de la fundación de Duruelo. Cuando vuelve la vista atrás, al final del libro de las Fundaciones, contempla todo como un servicio de la Virgen y una obra en la que ha colaborado la misma Reina del Carmelo: "Nosotras nos alegramos de poder en algo servir a nuestra Madre y Señora y Patrona... Poco a poco se van haciendo cosas en honra y gloria de esta gloriosa Virgen y su Hijo..." (Ib. 29,23.28). La misma separación de calzados y descalzos hecha en el Capítulo de Alcalá, en 1581, es contemplada por Teresa con una referencia pacificadora a la Madre de la Orden: "Acabó nuestro Señor cosa tan importante... a la honra y gloria de su gloriosa Madre, pues es de su Orden, como Señora y Patrona que es nuestra ..." (Ib. 29,31). El recuerdo de la Virgen sugiere a Teresa en diversas ocasiones el sentido de la vocación carmelitana inspirada en María. Así por ejemplo con una alusión implícita a la Virgen escribe: "Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación (porque este fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que hablamos" (Moradas V 1,2). En el contexto anterior y posterior la Santa habla de la vocación a la oración, tesoro escondido y perla preciosa - dos alusiones evangélicas - que están dentro de nosotros, pero que exigen el don total de nuestra vida para comprar el campo donde está el tesoro y adquirir la perla preciosa. María aparece como la Madre de esta "casta de contemplativos", por su interioridad en la meditación y la entrega total del Señor. En otra ocasión Teresa llama la atención sobre la necesidad de la imitación de la Virgen para poder llamarnos de veras hijas suyos: "Plega a nuestro Señor, hermanas, que nosotras hagamos la vida como verdaderas hijas de la Virgen y guardemos nuestra profesión, para que nuestro Señor nos haga la merced que nos ha prometido" (Fundaciones 16,7). En el amor a la Virgen y en la adhesión a la misma familia se encuentra para la fraternidad teresiana el fundamento del amor recíproco y de la comunión de bienes, como sugieren estos dos textos: "Así que, mis hijas, todas lo son de la Virgen y hermanas, procuren amarse mucho unas a otras" (Carta a las monjas de Sevilla, 13 de enero de 1580, 6). "Por eso traemos todas un hábito, porque nos ayudemos unos (monasterios) a otros, pues lo que es de uno es de todos" (Carta a la M. Priora y Hermanas de Valladolid, 31 de mayo de 1579,4). Estas páginas muestran como la Santa Madre ha vivido intensamente la tradición mariana del Carmelo y la ha enriquecido con su experiencia mística, su devoción y la orientación doctrinal de sus escritos. Para la carmelita descalza la Virgen es, en la perspectiva teresiana, modelo de adhesión a Cristo, de vivencia contemplativa de su misterio y de servicio eclesial; para cada monasterio, la Virgen es la Madre que con su presencia acrecienta el sentido de intimidad y de familia, alienta en el camino de la vida espiritual, preside la oración como ferviente intercesora ante su Hijo. 7.2 San Juan de la Cruz y la Virgen María La presencia de María en la vida de Fray Juan de la Cruz es constante y vivida con intensidad y contento. En su infancia; en su juventud; en su vocación a la Vida Consagrada, en su sacerdocio; en su decisión definitiva de seguir en la Orden del Carmen, después de pasar por la prueba de irse a la

 68 Cartuja, de la que Teresa de Jesús consiguió desviarle y conquistarle de nuevo para el Carmelo; en las responsabilidad religiosa del gobierno; en las pruebas vividas entre los Hermanos Calzados y también en su propios hermanos descalzos; y finalmente, en el lecho de su muerte. El santo Padre quiso entregarse a Dios por medio de María. Por eso eligió su Orden.

Síntesis del pensamiento mariano de San Juan de la Cruz Las alusiones marianas que el Santo Padre tiene en sus escritos son muy sobrias, pero están dotadas de ese toque de genialidad propio del Doctor Místico, para introducirnos en los aspectos más sublimes del misterio de María.  En comunión con el misterio de Cristo: En los Romances sobre el Evangelio de San Juan (nn.89), clave bíblica de toda la doctrina de San Juan de la Cruz en la perspectiva de la historia de la salvación, la Virgen aparece en el esplendor de su comunión con la Trinidad, en su privilegio y misión de ser Madre del Verbo Encarnado, en la aceptación y consentimiento de la obra de la redención; la Virgen María es testigo del misterio, "Madre graciosa" que trae en sus brazos a Dios, Esposa-Iglesia y Humanidad en la que se han consumado los desposorios de Dios con el hombre: "abrazado con su esposa, que en sus brazos la traía". El vértice de esta comunión se alcanza en la cruz, cuando la Virgen participa en el dolor redentor de Cristo, aunque esté exenta de pecado, y no sufra porque tiene que ser purificada, sino porque Cristo la asocia a su acción salvadora (Cántico B, 20,10; Cántico A 29,7).  Bajo la moción del Espíritu Santo: En un contexto significativo, hablando de las almas que se han identificado totalmente con la voluntad de Dios, de modo que todas sus operaciones, obras y ruegos, vienen de la moción divina, el Santo Padre ha escrito: "Tales eran las de la gloriosísima Virgen nuestra Señora, la cual, estando desde el principio levantada a este alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo" ( Subida III, 2,10). En esta afirmación se encuentra el principio de una acción constante y total del Espíritu en María, elevada desde el principio a este altísimo estado de comunión con Dios, en un dinamismo de creciente fidelidad y cooperación con las mociones del Espíritu Santo.  Modelo de contemplación y de intercesión. Modelo de confianza, discreción y atención en las Bodas de Caná, la Virgen hace valer su poderosa intercesión ante su Hijo: "El que discretamente ama no cura de pedir lo que le falta y desea sino a representar su necesidad para que el Amado haga lo que fuere servido, como cuando la bendita Virgen dijo al amado Hijo en las bodas de Caná de Galilea, no pidiéndole derechamente el vino, sino diciéndole: "No tienen vino (Jn 2,3)" (Cántico A y B 2,8). La presencia de la Virgen está implícita en este pensamiento del Santo: "Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma" (Dichos de luz y amor 104; cfr. Subida II, 22,3-6). María es el silencio contemplativo que ha acogido la Palabra. Por eso Juan de la Cruz, uniendo siempre María y Cristo, puede exclamar: "la Madre de Dios es mía" (Oración del alma enamorada).

TEMA 8: EL ESCAPULARIO DEL CARMEN

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Toda revitalización del Escapulario carmelitano exige que lo consideremos en el contexto más extenso de la relación del Carmelo con María. Según nuestros santos, es importante una intimidad personal con la Madre de Dios y un compromiso de tomarla como modelo del discipulado cristiano. Los temas principales de Madre, Patrona, Hermana y Ejemplar nos pueden llevar a un conocimiento más profundo de María y a una relación más entrañable con ella. Sólo desde esta perspectiva se puede considerar el Escapulario como un signo que favorece el crecimiento espiritual en la vida cristiana. 8. 1 Orígenes del Escapulario En el recorrido histórico de nuestras Órdenes el Escapulario siempre ha tenido un valor especial. Este antiguo símbolo de amor maternal, protección y compromiso de vida se basa en una tradición venerable. Origen del Escapulario: dice la historia que el año 1251, la Virgen le entregó, en una visión, a San Simón Stock el habito de la Orden. En la Edad Media muchos cristianos querían unirse a las ordenes religiosas, así fue como cada una dio a los laicos un signo de afiliación y de participación en su espíritu y apostolado. Este signo estaba constituido por una parte significativa del hábito. Entre los Carmelitas se estableció el Escapulario, en forma reducida, como expresión de pertenencia a la Orden y de compartir su devoción mariana. Actualmente el Escapulario de la Virgen del Carmen es un signo aprobado por la Iglesia y propuesto por la Orden Carmelitana donde representa el compromiso de seguir a Cristo como María, modelo perfecto de todos los discípulos de Cristo. Este compromiso tiene su origen lógico en el bautismo que nos transforma en hijos de Dios. A la familia Carmelitana nos corresponde hoy buscar la manera de presentar el Escapulario, tanto para quienes están convencidos de la historicidad de la visión como para quienes no consideran que haya una prueba histórica irrefutable, la verdad central de la historia de la visión es la experiencia vivida del Carmelo: María, su Patrona, la ha protegido y garantizado su perseverancia; la oración de María es poderosa para asegurar la vida eterna. 8. 2 Un sacramental de la Iglesia y un signo sagrado El acto principal de la Iglesia institucional con respecto al Escapulario es su aprobación a lo largo de los siglos, incluido el más reciente Rito de la Bendición e imposición del Escapulario de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Con el significado espiritual de las gracias anexas al Escapulario existen también las obligaciones asumidas a través de este signo de devoción a la santa Virgen. "La devoción a nuestra Señora no puede limitarse a oraciones y obsequios en su honor en algunas circunstancias, sino que debe constituir un 'hábito', es decir, una orientación permanente de la propia conducta cristiana, entretejida de oración y vida interior, mediante la frecuente práctica de los Sacramentos y el concreto ejercicio de las obras de misericordia espirituales y corporales" (Carta del Papa Juan Pablo II, 25 Marzo 2001, No. 5.). Se describen los sacramentales como signos sacros; por lo tanto, pertenecen al mundo del símbolo y del significado. En nuestra sociedad contemporánea se suele decir que hay una crisis del simbolismo religioso; al mismo tiempo, nuestras sociedades pueden ser movidas por un simbolismo secular. Las banderas nacionales, por ejemplo, tienen un profundo sentido para muchas personas. Los

 70 símbolos son cosas materiales o imágenes que nos indican un significado que los trasciende. Muy a menudo, su significado o lo que nos sugiere residen en su poder de interpelarnos a varios niveles: no sólo comunican alguna información, sino que nos tocan a nivel de los sentimientos. En los símbolos podemos hallar tanto el crecimiento como el declive. Los símbolos religiosos pueden degenerar en lo mágico, si ya no se transmite su significado espiritual o teológico; así pues, se reducen a algo como un amuleto que puede traer buena suerte. Los símbolos vivos necesitan una continua revitalización. Para nosotros hay cuatro etapas en la vida de un símbolo:  Hay una experiencia causal, que da lugar al símbolo. Para nosotros esto implicaba el sentido de la protección de María para los Carmelitas y el poder de su intercesión para nuestra salvación.  En segundo lugar, hay una fase de dogma o reflexión sobre el símbolo. El Carmelo consideró mayormente el Escapulario en términos de su entendimiento de María como Patrona, la que cuidaba de sus Hermanos, que, a su vez, la servían. En este período de reflexión, se consideró que la premura de María iba más allá de la muerte y que tenía que verse especialmente en su solicitud por nuestra salvación y por nuestra rápida liberación del Purgatorio.  Una tercera etapa en la vida de los símbolos se encuentra cuando se pierde el contacto con la experiencia original.  En este tiempo, o se ignora el símbolo, o se ve con escepticismo, mientras otras personas se aferran ciegamente al símbolo con una suerte de fideismo, que no tiene en cuenta su origen o significado. Esta última etapa puede ser muy cercana a la magia. Así pues, en tiempo de escepticismo es menester una reconstrucción reflexiva del símbolo. Esta cuarta etapa es una tarea para toda generación. Necesitamos ver el Escapulario dentro de toda la espiritualidad carmelitana, y especialmente en relación con los principales temas marianos. En particular, tal reflexión y reconstrucción del símbolo del Escapulario supone que reflexionemos y hagamos nuestro el hecho de que María es nuestra Patrona, que cuida de nosotros como Madre y Hermana. Nuestra Madre nutre la vida divina en nosotros y nos enseña el camino hacia Dios. Nuestra Hermana camina con nosotros en el viaje de transformación, invitándonos a hacer nuestra su propia respuesta Hágase en mí según tu palabra (Lucas 1:38). Sin embargo, el Patronazgo es una relación en dos sentidos. Recibimos el cuidado de María; en respuesta estamos llamados a imitarla y a venerarla mediante nuestra fidelidad a su Hijo. 8. 3 El hábito de María El Escapulario es esencialmente un "hábito". Los que lo reciben están agregados o asociados en varios grados respecto al Carmelo que está dedicado al servicio de nuestra Señora para el bien de toda la Iglesia. Podemos profundizar nuestra apreciación de este don mediante la reflexión acerca del significado de las prendas y ropa en la Biblia. Necesitamos ropa para protegernos contra los elementos (véase Eclo. 29:28); es una bendición de Dios (véase Deut. 10:18; Mat. 6:28-30); simboliza todas las promesas divinas de restauración (véase Bar. 5:1-4). Por último, hemos de estar revestidos de inmortalidad (véase 2 Cor 5:3-4). Pero, entre tanto, hemos de estar revestidos de lo nuevo (véase Col. 3:10); de hecho, hemos de estar vestidos de Cristo (véase Rom. 13:14). Por nuestra Regla recordamos que hemos de estar revestidos de la armadura de Dios ( Regla No. 18 y 19). Esta armadura es casi totalmente defensiva, la única arma ofensiva es la espada de la Palabra de Dios (véase Ef. 6:17). Así pues, el Escapulario visto como prenda nos recuerda nuestra vestimenta bautismal en Cristo,

 71 nuestra dignidad como miembros del Carmelo de María y nuestra invulnerabilidad cuando llevamos la armadura de Dios. A fin de apreciar el Escapulario, es menester volver la mirada hacia nuestra tradición y mirar alrededor de nosotros y considerar las sensibilidades contemporáneas y componentes culturales. La prenda de María es un tema rico en la espiritualidad de las Iglesias tanto oriental como occidental. En Oriente, el velo o manto de María es un signo de su protección; en Occidente, el hábito de María es un signo de pertenencia a ella. Ambos aspectos se combinan en la reflexión de Sta. Teresa Benedicta de la Cruz: Edith Stein. Ella habla del santo hábito de la Madre de Dios, el escapulario marrón y dice que el 16 de julio damos gracias a nuestra querida Señora por habernos vestido con la prenda de salvación, un signo visible de su protección maternal. S. Teresa de Jesús se refiere varias veces al "hábito de María." Se deleita relatando la trampa que la Virgen le tendió al P. Gracián para darle su hábito, y observa “Es su costumbre favorecer a los que de ella se quieren amparar." (Fundaciones 23:4). De su profundo conocimiento de que el hábito del Carmelo es el de María, Sta. Teresa de Jesús deduce las implicaciones concretas para la vida de sus miembros, “Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación, y a la humildad” (Moradas 5:1,2). Resultaría fácil multiplicar tales referencias de los santos y escritores espirituales del Carmelo en cuanto al hábito carmelitano. Nuestra tradición demuestra la más firme convicción de que el hábito y el Escapulario no tienen efecto salvífico a no ser que veamos su significado como el hábito de María que nos afilia a la Familia carmelitana, y vivamos en conformidad con su ejemplo. Las verdades centrales que han de ponderarse incluyen la protección de María, su intercesión a la hora de nuestra muerte y después de ésta. De nuestra parte se requiere una relación filial, o una que exprese que somos sus hermanos y hermanas y que estemos entregados a su servicio para la gloria de su Hijo. El Escapulario es un signo que nos lleva hacia tales relaciones. En el contexto moderno, María nos muestra cómo escuchar la Palabra de Dios en las Escrituras y en la vida misma, cómo estar abiertos a Dios y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas en un mundo donde la pobreza en sus muchas formas les arrebata su dignidad. María también nos muestra el sendero de la mujer hacia Dios y nos acompaña como mujer que es el icono de la ternura de Dios, una mujer que tuvo que afrontar muchas pruebas, a fin de cumplir la vocación que Dios le dio. Es el signo de libertad y de liberación para cuantos en su opresión claman a Dios. De nuestra parte, el Escapulario es una expresión de nuestra confianza en el cuidado de María. Muestra nuestra voluntad de ser testigos de nuestra adopción bautismal y de ser sus hijos e hijas, hermanos y hermanas, así como nuestro deseo de estar revestidos de sus virtudes, de su espíritu contemplativo y de su pureza de corazón. Así, revestidos por ella, nosotros, como ella, reflexionamos la Palabra y demostramos que somos discípulos de su Hijo en nuestra dedicación a las obras del Reino de Dios: verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz. 8. 4 El escapulario y el ofrecimiento Cuando renovó la consagración del mundo a María, en la fiesta de la Anunciación, el año 1984, el Papa Juan Pablo II empleó la palabra ofrecimiento. En otras oportunidades, habló de pertenecer a María, entrega, recomendación, servicio y ponerse en sus manos. En el Carmelo de María, podemos ver que esta entrega confiada es algo muy particular y que hay una llamada a la contemplación y la oración. Aunque la consagración o entrega a María puede ser muy útil cuando se presenta el Escapulario, se han hallado muchas otras maneras en todo el Carmelo. Muchos hablan del

 72 Escapulario en el contexto de la evangelización. La aceptación del Escapulario puede ser un punto crucial en la historia de la conversión de individuos y de comunidades. El Escapulario también puede verse en el rico contexto de piedad popular, que aprobó el Papa Paulo VI en su exhortación apostólica sobre la evangelización, Evangelii nuntiandi, y que recomendó la Conferencia Latinoamericana de Obispos (CELAM) en Puebla (1979). Quienes llevan el Escapulario expresan que no son autosuficientes, y que necesitan la ayuda divina, que, en este caso, la buscan mediante la intercesión de María. Mediante el Escapulario llegan a ella, que ocupa en la santa Iglesia el lugar más alto, después de Cristo, y a la vez el más próximo a nosotros. 8. 5 Un tesoro familiar Por lo que hemos considerado, es obvio que el Escapulario es uno de los tesoros de la Familia Carmelitana. Cuando hablamos del Escapulario debemos poner de relieve la pertenencia a la gran Familia del Carmelo. No sería apropiado enrolar gente con el Escapulario sin una explicación detallada de lo que están recibiendo. Habida cuenta de que el Escapulario es un símbolo, su significado ha de señalarse cuidadosamente. En particular se debe destacar que quien lo lleva debe tener una relación con María, además de esperar favores de ella. Si estamos revestidos del hábito de María, hemos de esforzarnos también para estar revestidos de sus virtudes. El Escapulario es uno de nuestros medios para dirigir a las personas hacia María y, por lo tanto, a su Hijo. CONCLUSIÓN Que María, nuestra Patrona, Madre y Hermana, nos cubra con el manto de su especial protección , a fin de que, vestidos con su hábito, seamos llevados a la montaña sagrada, Cristo nuestros Señor, en cuyo obsequio vivimos. TEMA 9. Liturgia Eucarística del 16 de Julio (Lecturas y Eucología) BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA DEL MONTE CARMELO La fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo es una de las celebraciones marianas más populares y más queridas en el pueblo de Dios. 9. 1 Eucología Ver: Leccionario propio de la Orden. (Comentario por el profesor). 9. 1 Comentario a las lecturas bíblicas de la Misa 1 Re 18, 42-45 Gal 4, 4-7 Jn 19, 25-27 La primera lectura (1 Re 18,42-45) pertenece al llamado "ciclo de Elías", antigua colección de historias de este profeta que dejó una impronta imborrable en la memoria del pueblo de Dios. Elías (en hebreo: "Eliyaju = "Yahvéh es mi Dios") es el gran profeta de la fe y del celo por la gloria de Dios. En la época de Elías el pueblo vivía en una situación extrema de confusión religiosa, a tal punto que había llegado a seguir a Baal, un dios extranjero de la fecundidad, al que consideraban la verdadera fuente de los bienes de la naturaleza, que enviaba la lluvia y el rocío para fertilizar a la madre tierra. El profeta Elías, para probar que sólo Yahvéh controla la naturaleza, había jurado que no habría lluvia ni rocío si no cuando él lo ordenara con su palabra profética (1 Re 17,1). Después de algunos años de sequía y gracias al ministerio de Elías el pueblo había vuelto a reconocer al verdadero Dios (1 Re 18,20-40).

 73 Cuando el pueblo se convierte, Dios está dispuesto a dar la lluvia de nuevo. Elías entonces invita al rey Ajab a "comer y beber" (1 Re 18,41), es decir, lo invita a hacer fiesta porque el pueblo ha vuelto a su Dios y el Señor mandará otra vez el agua sobre la tierra: "Sube, come y bebe porque ya se oye el ruido de una lluvia torrencial" (1 Re 19,41). Probablemente Ajab había estado ayunando por largo tiempo, a causa de la sequía, como signo de luto y penitencia, según la costumbre que se seguía en tiempo de calamidades (cf. Joel 1,14). Por su parte, el profeta sube a la cima del Carmelo. Las siete veces que manda a su criado a observar el mar para ver algún signo de lluvia, indican la seguridad que tiene en la palabra que Dios había pronunciado: "Yo voy a hacer llover sobre la tierra" (1Re 18,1). Mientras el criado va a mirar, Elías ora "postrado rostro en tierra con el rostro entre las rodillas" (1 Re 18,42). A la séptima vez, el criado le dijo: "Sube del mar una nube pequeña como la palma de una mano" (1 Re 18,44). Finalmente llega el signo que el profeta esperaba. Le basta una pequeña nubecilla para intuir que Dios enviará la lluvia sobre la tierra y así se lo hace saber al rey diciéndole: "vete, antes que la lluvia te lo impida" (1 Re 18,44). En aquel momento, "el cielo se oscureció con nubes, sopló el viento y cayó agua en abundancia" (1 Re 18,45). Elías entonces corre delante de Ajab, como hacían los caballeros delante del rey para anunciar la victoria; solamente que aquí la victoria no ha sido del rey, sino de Dios, de Elías y del pueblo. El final de la sequía había dejado en claro que Yahvéh era el único Dios, fuente de la fecundidad y de la bendición, y cuyo poder alcanza a toda la naturaleza. "Sube del mar una pequeña nube" (1 Re 18, 44) Desde los orígenes del Carmelo esta lectura ha sido interpretada en clave mariana. Se trata de una interpretación que, aunque no responde al sentido literal del texto, se sirve alegóricamente de aquel acontecimiento para contemplar la vocación y el misterio de la Madre del Señor. Aquella pequeña nube, contemplada por Elías como presagio de la bendición de la lluvia, ha sido vista como un signo de María. Ella, la pequeña "sierva del Señor" (Lc 1,38), pequeña y fecunda como la nubecilla del Carmelo, con su fe y su disponibilidad al proyecto salvador de Dios ha representado para la humanidad un nuevo inicio en la historia de la salvación. En ella, "pequeña nube" elegida desde siempre por Dios, se ha escondido el Verbo eterno para dar la vida al mundo. En la tierra de la Biblia, además, la lluvia era una expresión privilegiada de la bendición divina y aparecía íntimamente ligada al don de la tierra. Por eso la lluvia del Carmelo también evoca la figura de María: ella es, en efecto, la "llena de gracia" (kejaritoméne) (Lc 1,28), la "bendita entre las mujeres" (Lc 1,42). María es, en efecto, un sacramento de la bendición divina y un pequeño signo de Dios, que en ella "ha hecho grandes cosas" (Lc 1,49). Dios ha mostrado en ella su amor benevolente, haciéndola digna morada del Mesías, Hijo de Dios, "fruto bendito de su vientre". La segunda lectura (Gal 4,4-7) hace referencia a la Madre de Jesús sólo en forma indirecta. Pablo afirma: "Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley…" (Gal 4,4). "Nacido de una mujer..." (Gal 4,4) El texto en primer lugar evoca la larga historia de las intervenciones salvadoras de Dios en "el tiempo" de la humanidad. Cuando el Padre envía a su Hijo al mundo, llega "la plenitud del tiempo", el punto culminante de la historia salvífica. Es en este momento decisivo y pleno de la redención cuando Pablo menciona el nacimiento de Cristo en la carne ("nacido de una mujer"). Esta mujer es María, colocada en el mismo centro del proyecto salvador de Dios. En ella, el Mesías—Hijo de Dios llega a ser verdadero "hermano" nuestro (Heb 2,11), compartiendo nuestra propia carne y sangre (Heb 2,14). En el evangelio (Jn 19,25-27), junto a la cruz de Jesús aparece congregada simbólicamente la Iglesia, representada por "su Madre" y por "el discípulo a quien amaba" (19,25-27). María es figura de Sión, que reúne y engendra a sus hijos. De Sión—Jerusalén, que después del exilio recibía a sus hijos dentro de sus muros y en torno al templo, había dicho antiguamente el profeta: "¿Sin estar de parto ha dado a luz, ha tenido un hijo sin sentir dolor. ¿Quién oyó jamás cosa igual? ¿Quién vio nada semejante? ¿Nace

 74 un país en un solo día? ¿Se da a luz un pueblo de una sola vez? Pues apenas sintió los dolores, Sión dio a luz a sus hijos" (Is 66,8). Al pie de la cruz, en lugar de Jerusalén, aparece ahora María, madre de los hijos de Dios dispersos, reunidos ahora por Jesús (Jn 11,52), verdadero "templo" de la nueva alianza (Jn 2,21). María es la nueva Jerusalén—madre, la Hija de Sión a la que el profeta decía: "Levanta la vista y mira a tu alrededor, todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos" (Is 60,4). Ahora es Jesús, quien dirigiéndose a su madre, le dice: "He allí a tu hijo". A imagen de Jerusalén—madre, María es la madre universal de los hijos de Dios, congregados en Cristo, principio de la nueva humanidad. "Ahí tienes a tu madre..." (Jn 19,27) Jesús luego se dirige al discípulo y le dice: "He allí a tu madre". El discípulo "a quien Jesús tanto amaba" (Jn 19,26) es imagen del creyente de todos los tiempos. Por eso las palabras de Jesús hacen que la maternidad de María alcance una dimensión eclesial que se extiende a todos aquellos que siguen con fidelidad hasta la cruz. El discípulo acoge a la Madre de Jesús como algo suyo. "Desde aquella hora, el discípulo la acogió entre sus cosas propias" (literalmente en griego: eis ta idia, que no es simplemente "en su casa", como leemos en tantas traducciones). Cada vez que Juan utiliza la expresión eis ta idia le da a la frase un valor existencial y personal. Se trata de las cosas propias de alguien, de personas o cosas de inmenso valor para él (cf. Jn 8,44; 10,4; 16,32; etc.). Las "cosas propias" del discípulo son sus bienes espirituales, sus valores más profundos en la fe, entre los cuales hay que incluir la palabra de Jesús (Jn 17,8), la paz que el mundo no puede dar (Jn 14,27), el don del Espíritu (Jn 20,22); etc. Entre esos bienes propios del discípulo ahora aparece también María. La Madre del Señor pasa a ser parte del tesoro más preciado del discípulo creyente. Cuando ha llegado la Hora, al pie de la cruz nace la nueva familia de Jesús, símbolo de la iglesia de todos los tiempos: "su Madre y sus hermanos", (cf. Mc 3,31-35). María es... María es la nueva tierra que Dios fecunda con su Espíritu (Lc 1,35a; Gen 1,2; Ez 37,14; Sal 104,30), es el nuevo tabernáculo de la alianza, cubierto con la sombra del Omnipotente (Lc 1,35b; Ex 40,34; Sal 91,1; 121,5); el nuevo Israel que dialoga con Dios y cumple su alianza para siempre (Lc 1,34.38; Ex 19,8; Jos 24,24). María es mujer de nuestra historia, abierta a Dios y a los hombres, que ha realizado plenamente su vida en actitud de gratuidad, en honda entrega por los otros. Dios se ha expresado a sí mismo en la vida de María, en la que descubrimos su misterio de amor, su comunión perfecta. En ella, "pequeña nube del Carmelo", "lluvia fecunda de bendición" para la humanidad entera, descubrimos que Dios es Padre porque engendra a Jesucristo, su Hijo, en sus entrañas santísimas. Sabemos que es Hijo porque nace como hijo de mujer en medio de la historia. Y sabemos que es Espíritu de vida, comunión de amor que actúa, que se vuelve cercanía entre nosotros. Acojamos también nosotros a María, madre del Señor y madre nuestra. Ella es nuestro modelo en el seguimiento de Cristo, nuestro auxilio y protección en las adversidades de la vida. Verdadera madre de la Iglesia y de cada uno de los discípulos de Jesús.

TEMA 10: La Virgen del Carmen, inspiración en el arte y música sacra 6.1 Iconografía carmelitana “EL Icono de nuestra Señora de la Contemplación”

 75 Refleja la devoción del Carmelo hacia la Virgen María, con claras referencias : al Profeta Elias y a San Juan de la Cruz. Está inspirado en la "Virgen del Signo", así llamada por la promesa del profeta Isaías "El Señor os dará un signo; la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quién pondrá por nombre Enmanuel" (Is 7, 14) También es llamada "La que contiene al que los cielos no pueden contener" porque lleva en su seno al Hijo de Dios hecho hombre, al Creador hecho criatura. Otra referencia al profeta Elías, que después de tres años de sequía y tras rezar en el Monte Carmelo con insistencia (7 veces) a Dios para conseguir la lluvia, vio subir del cielo, "Una nubecilla como la palma de una mano" 1 Reyes 18, 41-45 En esa pequeña nube vemos a Maria En esa pequeña nube, él supo ver la lluvia abundante, que traía la fecundidad al país. Los antiguos Padres de la Iglesia vieron aquí una prefiguración de María: Ella también es pequeña, aparentemente insignificante, pero nos trae la fecundidad y la vida no sólo para Israel, sino para todos los pueblos. María se eleva en la nube, sobre el mar, a los pies del monte. Por último, nuestro icono intenta recoger los episodios narrados por San Lucas al inicio de su Evangelio: La Anunciación, la Visitación de María a su prima Isabel y el canto del Magníficat (Lc 1, 26-55). A) LOS COLORES DEL ICONO Todo el fondo es dorado. El oro y el blanco hacen siempre referencia a la luz, a la gloria, a Dios. Sobre el pan de oro, que crea una sensación de trascendente solemnidad, se dibujan la Virgen y los otros elementos. * El color marrón del vestido de la Virgen, así como los ocres y verdes indican la pertenencia a la tierra, al mundo de las criaturas; mientras que el azul celeste hace referencia al mundo del cielo. * El rojo del manto que recubre al niño Jesús nos habla de la sangre, del cuerpo mortal que asume en las entreñas de su madre y que un día se entregará para nuestra salvación. * El azul marino tiene un significado especial en los iconos: Israel no fue nunca un pueblo marinero. De hecho, por el mar llegaban los enemigos filisteos, que quemaban las cosechas, saqueaban las casas, asesinaban... por lo que el mar fue identificado con el peligro, el pecado, el mal; lugar peligroso, habitado por monstruos terribles. Igual referencia al mundo de la muerte y del pecado hace el negro. B) DESCRIPCION DE LOS ELEMENTOS La figura central es la gloriosa Madre de Dios, que ocupa casi todo el espacio. Su hábito marrón carmelitano indica que es una de las nuestras: criatura, barro de nuestro barro, frágil. * Recubriendo la cabeza y el cuerpo se extiende la capa blanca, porque ha sido revestida de la gracia de Dios, de la sombra del Espíritu Santo. * Los anchos pliegues del manto, que desciende desde los brazos, nos sugieren el recuerdo de la tienda del encuentro: "La Palabra de Dios se hizo carne, y plantó su tienda entre nosotros". * María es ahora la casa de Dios, el lugar santo de reunión, donde todos sus hijos e hijas podemos encontrar refugio. * Recuerda la famosa visión de Santa Teresa de los frailes y monjas amparados bajo el manto de la Señora. * Su pelo y su misma ropa son un reflejo del cielo (color azul celeste), porque en ella el Cielo ha venido a habitar en la Tierra. C) MIRA EL ICONO Y DEJA QUE TE HABLE - María está sobre una nube con siete lóbulos: la nubecilla de Elías, perfecta en su pequeñez (el número 7 es símbolo de perfección y de los dones del Espíritu). - Sus zapatillas son de color púrpura, con bordados dorados. A diferencia de Moisés, no tiene que descalzarse ante la presencia de Dios, que se ha hecho cercano, amable, en sus entrañas. - Como la reina Ester intercedía por su pueblo, intercede María por nosotros y obtiene de Dios un signo de protección (el escapulario, que lleva en su mano derecha), invitándonos a revestirnos de su hábito, de sus virtudes ("pues tenéis tan buena madre, imitadla", nos dirá Sta. Teresa). María es la casa de Dios * La Anunciación: María ha sido pintada en

 76 actitud orante, receptiva, como en su respuesta al Ángel Gabriel: "Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla en mí según tu palabra". San Agustín insiste en que, debido a que se fió de Dios desde el principio y se dispuso a colaborar con él acogiendo su mensaje, concibió antes en su corazón que en su vientre; es decir, se llenó del que es la Palabra de Dios, se hizo su discípula antes de convertirse en su madre. Jesús aparece en un círculo sobre el seno de María como entrando en ella, tomando acomodo, realizándose el admirable misterio de la Encarnación. * La Visitación: En seguida que el Ángel la dejó, ya convertida en sagrario de Jesús, se puso en camino desde Nazaret a casa de Zacarías, en la montaña de Judá. Hizo prácticamente el mismo camino que había realizado 1.000 años antes el Arca de la Alianza (una caja de madera recubierta de oro que contenía las tablas de la Ley, un poco del Maná del desierto y algunos objetos más, como signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo). María es ahora la nueva Arca de la Nueva Alianza, el templo donde habita Dios-con-nosotros. Hay un claro paralelismo entre el relato de Lucas y el relato del traslado del arca (2 Sam 6). David preguntó: "¿cómo es posible que el Arca del Señor venga a mi casa?" Isabel: "¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a mi casa?". David saltaba de alegría, lleno del Espíritu Santo, delante del arca e Isabel dice, llena del Espíritu Santo: "apenas tu saludo llegó a mi oído, el niño saltó de gozo en mis entrañas "... * El Magníficat: María entonó un canto de alabanza a Dios en respuesta al saludo del Ángel "Alégrate, llena de gracia" y al saludo de su prima "Dichosa tú que has creído". En él explica cómo el motivo de su alegría y de su bienaventuranza es únicamente Dios, que ha hecho en ella cosas grandes. D) DEJA QUE EL ICONO HABITE TU VIDA Y LA VIDA DEL MUNDO El icono representa a María con los brazos extendidos ante Dios, como en actitud de entonar su canto, dándole gracias por haberla llenado de su gracia y por el don de su maternidad divina. - El rostro de la Virgen refleja serenidad y dulzura: la boca y los oídos casi han desaparecido, la nariz es un sencillo trazo; sólo los ojos profundamente abiertos centran nuestra atención y nos indican que, ante el Icono han de cesar los sentidos y el entendimiento. - Sólo hay que abrir los ojos a la contemplación amorosa del misterio. Sobre los hombros y en la frente hay tres estrellas; antiguo símbolo de la virginidad de María antes, durante y después del parto. - En el pecho de María, se encuentra Nuestro Señor encerrado en un círculo. - La circunferencia ha sido desde siempre, en todas las culturas, símbolo de la perfección, de la divinidad, porque no tiene ni principio ni fin y la distancia desde su centro a cualquiera de sus puntos es siempre la misma. Jesús, sin embargo, rompe el círculo dorado, sale de su perfección, deja de lado su condición divina, para hacerse uno de nosotros en el vientre de María. - Su túnica es blanca (el color de la luz, de Dios), para indicar su origen divino, pero se ciñe una capa de color sangre (la naturaleza humana que toma de las entrañas de su madre). Aunque su cuerpo es pequeño, de niño, su cara es de adulto, con la frente despejada, porque él es la eterna Sabiduría de Dios, que existe desde siempre. - En su aureola, las palabras griegas "ó hó é" (el que es), en referencia al antiguo nombre de YHWH (el que tiene la existencia), porque él es el rostro visible de Dios invisible. - Tiene en su mano izquierda el rollo de la Ley,para indicar que viene a cumplir las promesas del Antiguo Testamento y a juzgar al mundo. Su mano derecha realiza el signo de la bendición, para indicarnos que su juicio es de misericordia. - La Madre y el Hijo se elevan como un signo de salvación sobre el mar. Ya hemos indicado que el mar es imagen del peligro, del pecado, de la muerte. - La superficie marina se encuentra surcada por corrientes de aguas vivas (señaladas en color azul celeste sobre un fondo oscuro), porque Dios sabe sacar de los males, bienes y donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. - Encarnándose en el seno de María, el Hijo de Dios ha asumido nuestra pobreza, nuestro dolor y nuestra muerte, para darnos su riqueza, su alegría y su vida. - El paisaje del fondo también tiene su significado. En primer lugar, hace referencia al Monte Carmelo, promontorio junto al mar Mediterráneo, en cuya cima se conserva la gruta de Elías y el monasterio "Stella Maris". También nos evoca el Desierto de las Palmas, donde se conserva el icono, que es también un promontorio junto al Mediterráneo, en las costas levantinas, con una gruta junto a la cima, la del

 77 hermano Bartolo y coronado por una cruz (la cruz del Bartolo). Las mismas plantas junto a la gruta son los típicos palmitos del desierto. Por último, tiene una significación mística, que hace referencia a la vida de los Carmelitas, llamados a subir a la cima del monte de la perfección, que es Cristo, ayudados por la doctrina de San Juan de la Cruz.

E) CANTA UN HIMO A CRISTO - A nuestra izquierda, en la ladera del monte, hay una pequeña gruta y un arbolillo. - La cueva es un desgarrón en el suelo, oscura como la noche. Nos habla de la purificación del sentido, que se encuentran al inicio de nuestro camino espiritual: Hemos de reconocer nuestros pecados, nuestra incapacidad para alcanzar la cumbre por nuestras solas fuerzas. Esto supone descubrir la oscuridad que llevamos dentro y dejar que la luz de Dios nos penetre. -Sólo entonces surge de nuestro dolor, de nuestra oscuridad, el árbol de la vida, que es -al mismo tiempo- el árbol de la cruz. - Agarrados a este cayado, y dejándonos guiar por el soplo del Espíritu, que nos empuja, podemos echar a andar. La cueva es un desgarrón en el suelo - A medida que ascendemos, el desierto se transforma en vergel (con sus palmitos con florecillas) y nuestra vida refleja la de Dios (toda la cima está inundada de luz, casi pintada de blanco). - Pero aún nos queda la prueba más difícil, la definitiva: - La purificación del espíritu. Descubrimos que Dios es más grande que nuestras ideas sobre él, que no terminamos de entenderle, que se escapa continuamente de nuestras manos, que no le podemos atrapar... Esto es más doloroso que la primera purificación: una gruta enorme y oscura, que abre sus fauces, como para tragarse a todos los que quieren escalar la cima. Sólo hay una posibilidad de avanzar: la práctica de las virtudes teologales. - La fe y la esperanza están representadas por dos estrellas de plata, porque San Juan de la Cruz insiste en que, aunque su contenido es Dios mismo, no lo podemos comprender totalmente, por eso, su posesión nos parece de algo menor valía (plata) que la que en sí mismo tiene (oro). La caridad está representada por la estrella dorada del centro. - El amor es la misma esencia de Dios, nuestro amor es un reflejo del suyo, por eso está pintada en color oro, el color de Dios. Amando, nos hacemos una cosa con él, aún en medio de la noche, y podemos alcanzar la meta: la cumbre, donde sólo mora la honra y gloria de Dios, representada en la cruz gloriosa de Nuestro Señor Jesucrito, a quien sean la gloria y el honor y la alabanza y la acción de gracias por los siglos de los siglos. Amén.

Flor del Carmelo, Viña florida, Esplendor del Cielo, Virgen singular. Oh, Madre amable Mujer sin mancilla, Protege siempre A los Carmelitas, Estrella del mar. S. Simón Stock (s. XIII)

10.2 Los Himnos Latinos de la Tradición Cultural Carmelitana Escuchar las primeras piezas musicales en Cd adjunto a este folleto. (Comentario por el profesor)

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10.3. La Virgen, fuente de aspiración hoy Escuchar las primeras piezas musicales en Cd adjunto a este folleto. (Comentario por el profesor)

ANEXOS: Anexo No. 1 El Escapulario, un signo de amor Por el Padre Eusebio Gómez Navarro Unos años antes de morir, Mons. Oscar Arnulfo Romero presidió la fiesta del Carmen en una parroquia salvadoreña. Al día siguiente, declaraba: “¡Qué fiesta tan hermosa! Todos rodeando la imagen de la Virgen en la procesión, rezando y cantando. Era gente sencilla, muy alejada de esas preocupaciones políticas y revolucionarias que a tantos preocupan. Yo me decía: ¡Éste es el verdadero Pueblo de Dios!” Y el Pueblo de Dios canta: “Es la Virgen del Carmelo la que más altares tiene; / su sagrado Escapulario no hay pecho que no lo lleve”. Es cierto lo que dice la canción. La advocación del Carmen es una de las devociones más populares de la Virgen. En cada capilla, en cada hogar católico hay alguna imagen o estampa de la Virgen del Carmen. Muchos cristianos se han sentido protegidos por María con el Escapulario. El escapulario es un signo especial de la protección de María, madre y hermana nuestra. El Escapulario del Carmen nos compromete a vivir como María, a ser personas orantes, a estar abiertos a Dios y a las necesidades de los hermanos. La advocación del Carmen viene del Monte Carmelo. El Carmelo ha sido siempre un monte sagrado. En el siglo IX antes de Cristo, Elías lo convirtió en el refugio de la fidelidad al Dios único y en el lugar de los encuentros entre el Señor y su pueblo (1R 18,39). Por eso, la Orden del Carmen se ha puesto bajo el patrocinio de la Virgen del Carmen. San Juan de la Cruz convertirá el Monte Carmelo en el signo del camino hacia Dios. En 1Reyes 41-47 se nos habla del fin de la sequía. El cielo estaba cerrado hacía más de tres años, no llovía ni una gota. Fue entonces cuando Elías mandó a su criado para que se asomara a ver si veía signos de lluvia. Fue a la séptima vez cuando el criado dijo: “Hay una nube como la palma de un hombre, que sube del mar”. Y la lluvia fue abundante. En esta historia bíblica, el pueblo cristiano ve a la Virgen. Los Carmelitas han difundido esta devoción de la Virgen del Carmen. Los monjes que habitaban el Monte Carmelo se lanzaron por Europa a principios del siglo trece. En medio de las persecuciones de que fueron objeto, san Simón Stock pidió la protección de María. En respuesta a su oración, el 16 de julio de 1251 se le apareció la Virgen y le dio el escapulario para la Orden, con la siguiente promesa: “Éste debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera con el escapulario no sufrirá el fuego eterno”. Desde entonces, el escapulario del Carmen, sustituido también con la medalla supletoria, se lleva en millones de pechos cristianos. Ese escapulario

 79 bendito es signo de protección de la Virgen María para todos los que lo llevan y lo besan con amor. Es signo de nuestra entrega al amor de la Virgen, a la que nos confiamos con amor de hijos. Es signo de nuestra consagración al Corazón de nuestra Madre celestial. Es signo de la vida cristiana que queremos llevar para ser dignos hijos de la Virgen. En 1950 el Papa Pío XII escribió “que el escapulario sea tu signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente necesitando en estos tiempos tan peligrosos”. Quien usa el escapulario debe ser consciente de su consagración a la Virgen y debe comportarse como ella, fiel discípulo de Jesús, a la escucha de la palabra, atento a Dios y a las necesidades de los humanos. El buen hijo de María, perseverará en el camino de Jesús hasta el final. Quien lleva el escapulario ha de comportarse como hijo de María. El escapulario no es un amuleto, algo mágico. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden, dice: “No lleguemos a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos… Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la Madre de la Misericordia”. El primer escapulario debe ser bendecido e impuesto por un sacerdote con estas palabras: “Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal y te lleve a la vida eterna”. En 1910, a petición de los misioneros en los países del trópico, donde los escapularios de tela se deterioran pronto, el Papa Pío X declaró que una persona que ha recibido el escapulario de tela puede llevar la medallaescapulario en su lugar, si tiene razones legítimas para sustituirlo. La Virgen del Escapulario es María, la favorecida de Dios, la “llena de gracia”. Estaba arropada por la fuerza de Dios. No podía temer a nada ni a nadie. María conocía el corazón de Dios, sabía de su infinita misericordia. María fue una mujer sencilla. Todos los necesitados tenían cabida en su corazón. Sin demora ni tardanza se puso en camino para atender a su pariente Isabel, para llevarle al Dios de la vida, para asistirla y ayudarla. El escapulario es un signo de amor que ha de ser llevado con dignidad, como un fiel discípulo de Jesús e hijo de María. Anexo No. 2 María del Carmen, Tienda del Ecuentro (Revista ORAR, nº 158 pág. 39) Textos: Marcelino Iragui Adaptación: Gabriel Castro, publicado en Cipecar.

La tienda era y aún es la habitación normal de los nómadas, de la gente que por necesidad del clima, tenía que andar con sus ganados de un lado para otro a fin de proveer para su sustento. Cuando los judíos salieron de Egipto, la tienda se convirtió en su casa habitual. Esta tienda podía ser de dos formas: redonda con un apoyo en el centro, o también cuadradas. Pero hubo también una tienda muy especial: la Tienda del Encuentro, que, según el libro del Éxodo, Dios le ordenó construir a Moisés. Esta tienda era para el pueblo el lugar donde residía la Shekinah de Dios, es decir, la gloria de Dios, el poder del Altísimo. Estaba dividida en tres partes principalmente: un atrio o espacio al aire libre, el Santo y el Santo de los Santos, (o Santísimo) que es donde estaba guardada el Arca de la Alianza y al cual sólo podía entrar Moisés y Aarón. En este sitio Dios hablaba, manifestaba su voluntad, se hacía presente, se mostraba a su pueblo en forma de señales o signos sensibles y le hacía patentes sus designios. Era el máximo lugar de culto, de respeto, de veneración, de adoración para el pueblo. El lugar más sacrosanto en el AT era la tienda del encuentro o tabernáculo, que contenía el arca de la alianza. A su gran amigo y ministro, Moisés, dijo Dios: “Aquí vendré yo a encontrarme contigo, y te comunicaré todo lo que te ordene respecto a los israelitas” (Ex 25,22).

 80 En la nueva y definitiva alianza Cristo Jesús es la verdadera tienda del encuentro de todo hombre con Dios, “porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad” (Col 2,9). Solo él puede decir: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí... El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14,6.9). Y en Cristo Dios nos comunica su proyecto de salvación. Como Cristo Jesús vino por María, y María está tan identificada con Jesús y su misión, la Virgen María es también tienda del encuentro. Escribe acertadamente la beata Isabel de la Trinidad: “Se amaban tanto Jesús y María, que el corazón de uno pasaba íntegro al otro” (Carta 164). Como madre y mujer, en cierto modo, María puede resultar una tienda de encuentro más cercana, accesible y acogedora para muchos mortales. ¡Dichoso el que acude a esa preciosa tienda de encuentro con Jesús y con el Dios Trino! ¡Más dichoso el que habita dentro de ella, el que vive día noche en el alma de María! Esto es vivir en el alma de María: acogerse a su amparo, entrar en su casa, recibirla en nuestra casa. El que vive en su tienda, vive en su alma: Desde ella y con ella va penetrando el misterio de Dios Trino, el Dios de salvación; en ella y con ella adora al Dios oculto, pero muy presente; con ella va viviendo en pura fe y con toda sencillez los misterios de la vida cuotidiana, de su vida y de la tuya, tanto los misterios gozosos, como los misterios de luz y los dolorosos, mientras espera los gloriosos. ¡Qué bien se vive en el alma de María, tienda del encuentro, la llena de gracia! Allí se aprende a ser libre, verdaderamente libre, aceptando por amor la única esclavitud que libera. Haceos esclavos unos de otros por amor. He aquí la esclava del Señor. ¡Bendita esclavitud que nos hace libres, hijos, herederos del reino! En el alma de María se aprender a ser pobre, pequeño, insignificante..., sabiendo que Dios elige a los pobres y pequeños: a ellos los enriquece sobre manera; en ellos hace grandes cosas. También se aprende el en alma de María a hablar de los ricos y poderosos del mundo sin rencor, pero poniéndolos en su sitio: en el vacío. A los ricos despide vacíos... ¡Que bien se vive en el alma de María! Allí te encuentras con el fruto bendito de sus entrañas benditas, el divino Salvador. Allí le cantas con los ángeles; le adoras y danzas ante él, con los pastorcitos de Belén. Allí escuchas su mensaje de salvación, lo compartes y ponderas con la Madre, y de ella aprendes a meditarlo en el corazón y a llevarlo a la vida. En el alma de María aprendes a guardar silencio, a quedarte en la sombra, a caminar por la vida sin ruido, como de puntillas... por no atraer la atención de los hombres, y distraerla de Jesús. Nunca verás a Jesús tan atractivo, tan cautivador, tan maravilloso, tan divino... como cuando le contemplas desde el alma de María. Nunca conocerás un amor tan verdadero, tan grande, tan sacrificado y tan rico en frutos, como cuando le acompañas con María al pie de la cruz. ¡Cuantas sorpresas te esperan si vives en el alma de María! * Más de una vez verás el agua convertida en vino, como en Caná, y ¡qué vino! Tu tristeza convertida en alegría de Dios; tu oscuridad convertida en luz divina; tu flaqueza convertida en fuerza de lo alto; tu indigencia convertida en riquezas del cielo... Más de una vez podrás allí llorar tus pecados -y los de los tuyos-, como la mujer pecadora en casa de Simón (Lc 7,36ss). Y mientras la Madre de la divina gracia los lava en la sangre de su Hijo, tú podrás lavar los pies del divino Maestro con tus lágrimas de arrepentimiento y de amor grande; y podrás besarlos con gratitud inmensa, y recibir de sus divinos labios el beso de la paz y amistad. Desde el alma de María podrás hacer el Vía crucis con una nueva luz y profundidad: acompañarás a Jesús en su condena por nuestros pecados, en su camino al calvario, en su muerte en la cruz. De María aprenderás a recoger la sangre divina, y a derramarla sobre las almas. De ella aprenderás a besar sus heridas todavía abiertas y, en atención a ellas, podrás obtener la curación de tantas heridas en tantos seres humanos...

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Es posible que a veces sientas una espada atravesándote el alma. Pero es la misma que atravesó el alma de María y que atraviesa el corazón de Dios. Por eso, nada como el dolor fusionará tu alma con la de María y te unirá a Dios. En la tienda del encuentro que es María contemplarás a Jesús resucitado y glorioso, y lo proclamarás Señor y dueño de todo corazón humano, Señor incluso de los que se empeñan en rechazarle o en vivir de espaldas a él. Alaba y adora al Señor de su parte, convencido de que, al fin, su amor triunfará sobre todo obstáculo. En el alma de María, mejor incluso que en el cenáculo, podrás vivir tu Pentecostés. Verás cómo el Espíritu desciende y te enciende como encendió a María y a los primeros discípulos. Con María podrás alabar a Dios, regocijarte en él, saborear el silencio, sabiendo que, cuando tengas que hablar, será el Espíritu de Dios quien hable en y por ti. Fuego divino, ven, te llamo desde el alma limpia y santa de María Virgen: reduce a cenizas al hombre viejo en mí, y revísteme de Jesús, realiza en mi pobre ser como una nueva encarnación del Hijo de Dios. Espíritu Santo, ven, te invoco desde el alma encendida de María santísima: ven y enciende mi alma como la suya, enséñame a amar a Dios y al prójimo, como ama mi Madre; ven y enséñame a adorar a Dios en espíritu y verdad, enséñame a orar como ora María; ayúdame a interceder con María... San Juan de la Cruz, hablando de las almas cuya voluntad está fusionada con la de Dios, escribe: “Dios sólo mueve las potencias de estas almas para aquellas obras que conviene según la voluntad y ordenación de Dios, y no se pueden mover a otras; y así, las obras y ruego de estas almas siempre tienen efecto. Tales eran las de la gloriosísima Virgen Nuestra Señora, la cual, estando desde el principio elevada a este alto estado, siempre su moción fue por el Espíritu Santo” (Subida del Monte Carmelo 3, 2, 10). ¡Qué bien se vive en el alma de María! ¡No hay mejor tienda de campaña para pasar por este desierto y acampar juntoa Dios! Allí, mejor que en ningún otro lugar, se escucha aquella Palabra, plenitud de sabiduría, que Dios habla en eterno silencio, y en silencio es acogida. Allí uno entiende sin entender; siente sin sentir; ve sin abrir los ojos; habla sin palabras; escucha sin sonidos; sobre todo, uno ama sin cortapisas, porque se siente infinitamente amado o amada. Algo o mucho de esa bendita mujer se nos va pegando, como la suavidad de su alma impregnada en Dios, la sencillez de su alma absorta en Dios, la libertad de su alma enamorada de Dios, la seguridad de su alma abandonada en Dios y poseída de Dios.... El beato Hno. Rafael Arnáiz escribe: “Qué agradable es amar a María, nada cuesta con ella... Todo sale bien, todo es fácil, hasta el ser santo. Yo creo que si nosotros nos lo proponemos, y se lo decimos a Ella, Ella nos hará tales” (Carta 108, 51). El alma de María es un excelente lugar para vivir la comunión de los santos. Allí nunca estas solo, ensancha el espacio de tu tienda, allí te encuentras con tantas personas queridas, todas quieren a María, ella es lugar de encuentro con los amigos y hermanos de ideales, allí saludas a cada una, oras y cantas con todas, repartes y recibes abrazos de amistad y besos de fraternidad... Maravilloso cuando el alma de María proclama las grandezas del Señor, y su espíritu se alegra en Dios nuestro Salvador, hasta el punto de convertirse el alma de María en sala de fiesta, para gloria y alegría del corazón de Dios y de sus hijos. En fin, mejor que me calle. ¿Qué puede decir un pobre novicio que no ha hecho más que asomarse al misterio: a ese mundo maravilloso del alma de María, hija predilecta de Dios Padre, Madre bendita de Dios Hijo, esposa agraciada y enamorada de Dios Espíritu Santo....? Uno sólo sabe que no sabe nada de ese mundo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, pero que Dios preparó con infinito amor desde toda la eternidad. Santa Teresita escribe a su hermana Celina: “A propósito de la Santísima Virgen he de confiarte una de mis simplezas. A veces me sorprendo diciéndole: “Pero, mi buena Virgen Santísima, me parece que soy más feliz que vos, porque os tengo por Madre y vos no tenéis a una Virgen Santísima a quien amar. Es verdad que sois la Madre

 82 de Jesús, pero ése me lo habéis dado todo entero a mí; y él, desde la cruz, os dio a nosotros por madre. Por eso, nosotros somos más ricos que vos, pues poseemos a Jesús y vos sois también nuestra” (Carta 137). Oremos Virgen María, madre de mi alma, haz de mi vida una historia de amor, como la tuya; y haz de mi amar amor divino, como el tuyo. Llévame dentro, muy dentro de tu alma, y méteme dentro, muy dentro de Dios. Refugio de los afligidos, Señora de los que lloran; hemos extraviado tu manto que se extendía en la noche, ¿dónde está esa túnica preciosa sin costuras, despojada a tu hijo, sorteada entre soldados, dónde está el escudo que tuvimos de niños oliendo a los veranos?, dónde está que pueda protegernos de la intemperie, del mal inexplicable, de los años a solas; que pueda protegernos a todos, a los hijos de Eva de la muerte de ahora, de la hora pensada de la muerte.

Anexo 3 SANTUARIOS E IMAGENES EN COSTA RICA VARGAS UGARTE R., Historia del culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más celebrados, Talleres Gráficos Jura, Tomo I, 3ra. ed., Madrid 1956, 305-308. 1. Cartago, metrópoli de Costa Rica hasta la primera mitad del siglo pasado y una de las más importantes ciudades de aquella República, posee uno de los más célebres santuarios de Centro América, en el cual es venerada Ntra. Sra. de los Angeles. La imagen, que es de piedra y de menor tamaño, es de singular atractivo; sostiene al niño Jesús en sus brazos y suele estar vestida a la usanza española. Su origen nos lo ha conservado tradición popular. Habiendo salido el 2 de agosto de 1635 una india anciana a recoger leña seca en el vecino monte, vio sobre una tosca peña una graciosa imagen de María con el Niño Jesús en los brazos. Sorprendida la anciana ante aquel hallazgo inesperado, tomóla con cuidado y, recelando que alguno la despojase de aquel tesoro, la escondió dentro de una petaca de cuero que tenía en su casa. Volvió al día siguiente al monte, como tenía por costumbre, y grande fue su asombro al contemplar a la imagen en el mismo sitio en que la había hallado el día anterior. En un principio creyó que se trataba de una burla, pero no obstante su desconfianza, se decidió a tomarla de nuevo y conducirla a su casa. Al llegar a ella y abrir la petaca la encontró vacía; guardó la imagen y, a los pocos días, se encaminaba de nuevo al monte a emprender su faena acostumbrada. De nuevo se le presentó ante los ojos la efigie de la Virgen y, entonces, llena de temor y sin saber qué partido tomar, optó por dirigirse al cura del pueblo y referirle cuanto le había acontecido. Oyó el sacerdote a la anciana y la exhortó a volver al monte y traerle en secreto la imagen. Hízolo así y, una vez en posesión de ella, encargó el cura a la buena india que guardase silencio sobre lo ocurrido. Sucedió empero que la imagen desapareció asimismo de la casa cural y volvió a ser hallada en el monte, hecho que obligó al doctrinero a consultar el caso con el Gobernador y los Franciscanos de Cartago. Bien pronto cundió la noticia del maravilloso suceso y se resolvió trasladar la imagen a la parroquia en solemne procesión. Lleváronla en triunfo los fieles alborozados y no se cansaban de contemplarla y aclamarla, saludándola con el título de Ntra. Sra. de los Angeles, por haberse aparecido el día en que la Iglesia celebra a la Virgen de este nombre. A los pocos días, sin embargo, la imagen desapareció del lugar en que la habían colocado y fue de nuevo hallada sobre la roca, en donde se había realizado la primera aparición. Comprendieron entonces todos que era deseo de la Virgen que se le erigiese un templo en aquel sitio y, , con santa emulación y devoto ardimiento, improvisaron los españoles y naturales una enramada a fin de proteger la efigie, y empezaron a cavar los cimientos del futuro santuario. Elevóse éste rápidamente, ya que en su construcción emplearon la piedra, que por allí

 83 abundaba, y pronto pudieron entronizar en él a su amada Virgencita. Ya en 1653 existía una Cofradía en su honor, cuyas constituciones fueron aprobadas por el Ilmo. Fray Alonso Briceño, Obispo de Nicaragua. El santuario, que aún subsiste y ha sido posteriormente restaurado, habiéndosele añadido las capillas y puesto término a la portada y a las torres, es de estilo colonial y de bastante buen gusto. En el altar mayor tiene su trono la devota imagen, rodeándola un grupo de ángeles. Ricas joyas la adornan, entre las cuales merecen citarse el pectoral de esmeraldas del Ilmo. Sr. D. Agustín de Santa Cruz, Obispo de Nicaragua, y la rica corona de oro ofrecida por Mons. Thiel, Obispo de Costa Rica. La devoción de los costarricenses a Ntra. Sra. de los Angeles no se ha desmentido jamás. Su templo se ve constantemente visitado por los fieles, que en todas sus necesidades acuden a implorar su auxilio, y son sin cuento las gracias que reconocen haber recibido de sus manos. En 1736, el Ilmo. Sr. Domingo Santarín, Obispo de la diócesis, declaró festivo el día 2 de agosto, en que se la celebra principalmente, y en 1824, el primer congreso de la República, por decreto de 24 de septiembre, declaró a Ntra. Sra. de los Angeles, Patrona de toda ella. He aquí el texto del citado decreto: "El Congreso Constituyente del Estado de Costa Rica ha tenido a bien decretar y decreta: La Virgen de los Angeles, Madre de Dios y Señora Nuestra es y será en lo sucesivo Patrona del Estado de Costa Rica.- Comuníquese al Jefe Supremo del Estado para su ejecución, publicación y circulación. Dios, Unión, Libertad.- San José, Setiembre 23 de 1824.- Agustín Gutiérrez. Diputado presidente: Manuel Aguilar, Manuel Alvarado". Los favores generales otorgados por Ntra. Sra. son muchos, dentro de los cuales sólo citaremos el que prestó a la ciudad en el terremoto del 2 de septiembre de 1841, salvando la vida a los numerosos fieles que acudieron a refugiarse bajo las bóvedas de su santuario, y el dispensado el año 1856, durante la epidemia del cólera que tantas víctimas causó en el país. Entre las gloriosas efemérides del santuario, no puede pasarse por alto la grandiosa peregrinación que tuvo lugar el 7 de enero de 1901. Acudieron de San José y de otros pueblos muchos romeros, que unidos a los de Cartago, se dirigieron ordenadamente y en medio del mayor entusiasmo al templo de Nuestra Señora. Allí, ante la puerta principal, levantóse un estrado, y en el altar colocado sobre él, celebró el Santo Sacrificio el Rector del Seminario, oyéndolo religiosamente más de 14.000 peregrinos. La imagen fue solemnemente coronada el 26 de abril de 1926, ante una multitud que elevan algunos a 25.000, y puso de relieve el afecto que le profesan sus hijos. El Santuario se halla modernamente a cargo de los Padres Salesianos, a quienes lo encomendara el Ilmo. Juan Gaspar Stork, Obispo de Costa Rica. 2. En la villa de Paraíso, situada al sudeste de Cartago, es venerada todavía la Virgen de Ujarraz, famosa en los tiempos de la colonia. A juzgar por lo que de ella nos han trasmitido algunos historiadores, esta imagen fue obsequiada por el Rey Felipe II al misionero franciscano, Fray Lorenzo de Bienvenida, a quien el año 1565 mandó dar de su real caja 500 ducados para la compra de cálices, campanas, ornamentos y demás objetos del culto, con destino a las iglesias que se fundasen en Costa Rica. Fray Lorenzo debió hacer merced de la imagen a la Iglesia de Ujarraz, construida en el siglo XVII por el Gobernador D. MIguel Gómez de Lara. Allí recibió culto la devota efigie hasta la destrucción de la villa, de la cual sólo existen hoy las vetustas ruinas. La imagen que representa a María en el misterio de su Concepción Inmaculada, fue muy celebrada antiguamente y objeto del fervoroso culto de los vecinos de Ujarraz. Cuando, el año 1665, los piratas Mansfield y Morgan efectuaron un desembarco en la proximidad de Limón, en la costa del Atlántico, el Gobernador D. Juan López de la Flor se dispuso a resistirles con los escasos elementos de defensa que

 84 tenía a su alcance, pero no fue necesario venir a las manos, porque noticiosos los filibusteros de la decisión del Gobernador, no pasaron más allá de Turrialba y luego volvieron a embarcarse, atribuyendo todos a una protección manifiesta de la Virgen de Ujarraz el haberse visto libres de sus ataques. Por esta razón parece que en adelante se la llamó Ntra. Sra. del Rescate31.

 También merece citarse Ntra. Sra. de Esparza, cuya antiguedad corre pareja con la de Ujarraz.

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