Ensayo teologia de la liberacion..docx

Descripción completa

Views 112 Downloads 2 File size 271KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

TEOLOGIA DE LA LIBERACION Para evitar posibles malentendidos en cuanto a la interpretación del título de el escrito resalto que mi objetivo no es dar una profunda explicación sobre lo que es y el desarrollo que ha tenido con el tiempo la teología de la liberación en general, sino que más bien hago un pequeño énfasis en lo que es esta para Gustavo Gutiérrez Merino y el gran aporte que este ha hecho para el desarrollo de la misma, tomando como referencia especial su obra literaria Teología De La Liberación-Perspectivas. Hoy en día existen personas con mucho dinero, otras con una vida más o menos cómoda, otras con pobreza y otras con pobreza extrema; esta no es una situación que llega a ser un problema ahora, puesto que desde hace mucho tiempo se vive, como consecuencia de esta cruda realidad, hace mucho tiempo hubieron personas que se accionaron a meditar sobre quienes fueron los causantes de dicha desigualdad a través de la historia, y a la vez dar solución para dar “liberación” a aquellas personas que son víctimas de la injusta repartición material como espiritual. Por tal motivo surge la teología de la liberación que es un movimiento que anuncia la necesidad de la participación cristiana en los procesos sociales en la liberación de las clases bajas oprimidas económicamente y políticamente; aunque cabe resaltar que la teología de la liberación no debe ser considerada como un mero llamado a los cristianos para ser más activos en la lucha en contra de la injusticia. Se parte radicalmente del punto de vista cristiano tradicional sobre la teología, la historia, el hombre, e incluso sobre Dios mismo. La idea fundamental de esta teología es que Dios libera al hombre en todos los planos, inclusive el social. La teología de la liberación nace en el marco de una serie de cambios muy significativos de la Iglesia Latinoamericana, sobre todo luego del Concilio de Medellín (1968), que harían hincapié en la necesidad de lograr un mayor compromiso de los cristianos con el cambio social. En ese marco, numerosos teólogos entre quienes el más representativo es Gustavo Gutiérrez Merino, comienzan a buscar cierta secularización de la esperanza cristiana intentando quebrar una tendencia muy manifiesta en ciertos cortes conservadores de la Iglesia, en el sentido de historiar el cristianismo. En 1968 escribía el sacerdote peruano: “Una teología de la liberación tendrá que responder en primer lugar, a esta pregunta: ¿hay alguna relación entre construir el mundo y salvarlo?... se trata de un proceso de liberación humana, de emancipación del hombre en la perspectiva de la fe...”. Estas ideas, luego recogidas por numerosos teólogos fundamentalmente latinoamericanos, terminarían por generar una verdadera corriente teológica encarnada en la realidad social del continente más desigual del mundo. La teología en América Latina y el Caribe se caracterizaba por repetir o sintetizar pensamientos foráneos. Gutiérrez crea a finales de los años sesenta un método teológico desde y para la América Latina pobre y oprimida. Dio a esta reflexión de la fe desde el reverso de la historia el nombre de teología de la liberación. Generalmente el padre de la teología Gustavo Gutiérrez asumió como punto de partida de la teología, la realidad de la violencia y la pobreza en Latinoamérica y el caribe; lo cual era resultado de lo que este

mismo había notado puesto que se veía una alianza tradicional de la iglesia católica con las clases ricas gobernantes. Gutiérrez denuncia eso como la “mentalidad de la cristiandad”, la cual según él es causada por percibir la realidad como dos planes separados de existencia: lo espiritual arriba, y lo material abajo. Esto es para Gutiérrez lo que para ha provocado una cierta separación de las preocupaciones del mundo presente en favor del cielo después de la muerte. Estos dos factores principales, la ligadura con las clases altas, más una mentalidad malsana es la base de la opresión y de la pobreza en América latina. Los teólogos de la liberación rechazan este dualismo teológico e insisten en que las dos dimensiones, tanto la espiritual como la terrenal con inseparables. El padre de la teología se acerca mucho a la teología de la reforma protestante; los teólogos protestantes han rechazado siempre esta separación de las dos dimensiones como la mentalidad anti-bíblica. No piensan de la realidad como dos planos distintos con su planta baja terrenal y la planta espiritual. Aunque reconocen la existencia de las dos dimensiones, piensan en ella como dos engranajes entrelazados. Ambas dimensiones son lógicas e importantes y aunque diferentes, no se contradicen. El sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez publicó el libro Teología de la liberaciónPerspectivas en 1971. El texto se acerca a los desafíos enfrentados por la Iglesia con un estudio no sólo desde un punto de vista teológico, sino también desde una perspectiva histórica, política y socio-económica. Actualmente este escrito sigue siendo un texto esencial en el estudio del movimiento de la teología de la liberación, y viene siendo uno de los mayores aportes de Gutiérrez al desarrollo de este tipo de teología. En este libro el autor escribe que su reflexión teológica viene desde una perspectiva latinoamericana, “subcontinente de opresión y despojo”, de igual forma este define la teología como “el fruto del encuentro de la fe y la razón” uniendo lo espiritual con el saber racional, y dice que para una verdadera reflexión teológica de la situación latinoamericana hay que presentar una carácter racional y desinteresado; en su texto Gutiérrez también Gutiérrez reafirma las ideas de Juan XXIII de una “Iglesia de servicio y no de poder”, y que la renovada presencia de ella en el mundo contemporáneo sirve como “punto de partida de una reflexión teológica”. La función de los teólogos sería, entonces, contribuir con una mayor lucidez a tal compromiso. Citando al filósofo francés Maurice Blondel y recogiendo las ideas del pedagogo brasileño Paulo Freire, Gutiérrez dice que esa reflexión debe intentar “capturar la lógica interna de una acción a través de la cual el hombre busca realizarse, trascendiéndose continuamente”. Él contrasta este concepto de transformación del hombre y, por consiguiente, del mundo, con la historia de una Iglesia que se había preocupado durante siglos en “formar verdades mientras tanto no hacía nada por conseguir un mundo mejor”. Mientras la Iglesia se enfocaba en sí misma, la praxis había caído en las manos de los “no creyentes”. Gutiérrez sugiere que la teología “debe ser una crítica de la sociedad y de la Iglesia”, añadiendo que su compromiso de servicio tiene prioridad y que la teología es “acto segundo”. En vez de usarla como táctica para justificar una posición cómoda de la Iglesia dentro de la sociedad hispanoamericana, la teología debe ser “un pensamiento crítico de sí mismo, de sus propios fundamentos”. Para ser más breve citare algunas de las ideas desarrolladas, y o percepciones de lo que es y no es, lo que significa para él y su postura por

parte del Gutiérrez Merino en su libro, entre las cuales están las siguientes (algunas de los párrafos citados en esta parte son extraídos del escrito de Steven Casadont “Gustavo Gutiérrez: Teología De La Liberación- Perspectivas”; pero que de igual manera son citas pertenecientes a la obra original de Gutiérrez):   







 

“Liberación y Desarrollo” (Gutiérrez advierte del peligro de intentar copiar el modelo económico y social de los países ricos porque en ellos nace “el fruto de la injusticia”). La senda capitalista del desarrollo “lleva simultáneamente a la creación de mayor riqueza para los menos y de mayor pobreza para los más”. El desarrollo auténtico exige un enfrentamiento de las causas de la situación hispanoamericana y considera que las más profundas son “la dependencia económica, social, política y cultural de unos pueblos con relación a otros, expresión de la dominación de unas clases sociales sobre otras” Gutiérrez considera al hombre “agente de su propio destino” y que más que conquistar las fuerzas externas, el hombre debe liberarse a sí mismo con “una liberación psicológica” Al definir el término “liberación” desde una perspectiva social, Gutiérrez propone en un principio tres niveles de significación: Expresa “las aspiraciones de las clases sociales y pueblos oprimidos, y subraya el aspecto conflictual del proceso económico, social y político que los opones a las clases opresoras y pueblos opulentos”. Concebir la historia como un proceso de liberación del hombre, en el que este va asumiendo conscientemente su propio destino. Nos conduce a las fuentes bíblicas que inspiran la presencia y el actuar del hombre en la historia. Gutiérrez halla falta en el nivel de la reflexión teológica con relación a las nuevas experiencias pastorales de la Iglesia. “El mundo se va afirmando en su secularidad” observa él, pero la teología ha reaccionado en una manera “tímida”. “Ante la afirmación de un mundo cada vez más autónomo, -no religioso- o, positivamente, un mundo mayor”, Gutiérrez hace la llamada por una renovación teológica que responda a los cambios enfrentados por la Iglesia. Merino propone que el único modo de superar a la situación en que se encuentran los países hispanoamericanos es a través de una revolución social. En cuanto a los sacerdotes y religiosos, más y más de ellos, escribe Gutiérrez, “buscan participar más activamente en las decisiones pastorales de la Iglesia. Grupos como “Sacerdotes para el Tercer Mundo” encuentran resistencia de la jerarquía por sus llamadas a “cambios radicales tanto en las actuales estructuras internas de la Iglesia latinoamericana, como en las formas de su presencia y actuar en un subcontinente en situación revolucionaria”. Gutiérrez señala que algunos sacerdotes, en su decisión de atacar las raíces del despojo y la opresión, han sentido la necesidad de tomar una posición personal acerca de la política, como el colombiano Camilo Torres. Gutiérrez pinta un retrato de una “crisis de identidad” en la vida sacerdotal.









según el autor. La Conferencia episcopal de Medellín (1968) representa un reconocimiento “de la solidaridad de la Iglesia con la realidad latinoamericana, la de la violencia institucionalizada. En los ojos de Gutiérrez, la “educación liberadora” propugnada por Medellín ofrece una esperanza para superar la situación de dependencia y formar una sociedad más justa donde pueda florecer el desarrollo de un hombre nuevo. Medellín insiste en la necesidad para los pueblos oprimidos de “tomar las riendas de su propio destino”. En la parte del libro, “Perspectivas”, Gutiérrez conecta el concepto de la salvación con los hechos terrenales. “La salvación no es algo ultramundano”, escribe el autor, sino la “comunión de los hombres con Dios y comunión de los hombres entre ellos”. Después de enfatizar la importancia en los acontecimientos de “este mundo”, él reexamina los hechos bíblicos para mostrar la naturaleza política de ellos. Él concluye que “trabajar en transformar este mundo es hacerse hombre y forjar la comunidad humana, es también, ya salvar, y que: La salvación comprende a todos los hombres y a todo el hombre: la acción liberadora de Cristo –hecho hombre en esta historia una y no en una historia marginal a la vida real de los hombres– está en el corazón del fluir histórico de la humanidad, la lucha por una sociedad justa se inscribe plenamente y por derecho propio en la historia salvífica. El último capítulo del texto, “Pobreza: Solidaridad y Protesta”, resuena con los sentimientos de Medellín: que la Iglesia se solidarice con los oprimidos latinoamericanos. Gutiérrez indica que el término pertenece a la pobreza material, “es decir, la carencia de bienes económicos necesarios para una vida humana digna de ese nombre”.

Ahora ¿De qué nos sirve la teología de liberación o la ideología de Gustavo Gutiérrez Merino? En resumidas cuentas en la obra mencionada anteriormente podemos ver o interpretar la ideología de Gutiérrez y de allí determinar si estamos en desacuerdo o no con lo que este mismo plantea, en cuanto a nuestra creencia o postura ante el tema. Yo personalmente pienso que el aporte de este reconocido teólogo es muy importante pues nos hace ver la teología de la liberación como necesaria para el análisis de los problemas sociales, y la revolución del pueblo como alternativa para impulsar nuestro desarrollo. Además este mismo nos plantea situaciones reales y que todos estamos conscientes de que necesitan a gritos una solución, pues muchos sabemos que no es justo el desequilibrio que se presenta en la comunidad, la desigualdad socio-económica es un tema que nos afecta a la mayoría como pobres ya que sabemos que es más la comunidad necesitada que la “rica” por decirlo así, lo cual según él debe ser combatido pero sin dejar a un lado la palabra de Dios. Pienso que de este modo podemos enfrentar esta crisis de una manera ética, en mi concepto la teología de liberación es un tema que aunque muchos apenas estamos conociendo vale la pena estudiar, puesto que es un movimiento que nos sirve como herramienta para pelear nuestros derechos de una manera digna y que de cierta forma no afecta nuestras creencias en cuanto

a nuestra religión, obviamente viéndolo desde la el punto de vista y postura que cada uno le quiera dar. Finalmente ¿Crees tú que vale la pena estudiar el tema de la teología de la liberación? O bien ¿El movimiento de la teología de la liberación hace un buen aporte para nuestra comunidad en torno a la situación socio-económica que tenemos y que esta desde hace mucho tiempo entre nosotros? Quiero dejar citadas estas dos cuestiones para la auto reflexión de quien lea este escrito. Fuentes citadas 1. Gutiérrez, Gustavo. Teología de la liberación-perspectivas. Lima: Centro de Estudios y Publicaciones, 1971. 2. Steven Casadont. Teoría, critica e historia, “Gustavo Gutiérrez: Teología De La Liberación- Perspectivas”.

Yancy Mayerly Viafara Ramos

Código: 1024316