Ensayo Sufrimiento

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA ASAMBLEAS DE DIOS DE VENEZUELA SEMINARIO EVANGÉLICO PENTECOSTAL SEPAD BARQUISIMETO, E

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA ASAMBLEAS DE DIOS DE VENEZUELA SEMINARIO EVANGÉLICO PENTECOSTAL SEPAD BARQUISIMETO, EDO LARA

“El Cristiano y El Sufrimiento según la Epístola de 1 de Pedro”

Estudiante: Nelvis Cordero Prof. Willian Mendoza Materia: Epístolas 3 Integrantes:

Dilcia Albornos Curso: 1 Ministerial

Barquisimeto, Edo. Lara

Luis Marín Omar Salas Guillermo Laguna Martha Sira Aura Acosta Maribel Rodríguez Tirce Histol Lolimar De La Rosa Nelvis Cordero Diana Linárez Prof. Ángel Palencia Materia: Daniel y Apocalipsis Curso: 4 Ministerial

Los creyentes constantemente están expuestos a vivir situaciones que no les agradan, que suelen ser difíciles y en ocasiones se suele pensar que injustas, durante estas vivencias se llega hasta especular que no merecen lo que les está ocurriendo y que Dios no aprueba lo sucedido, que son llamados a vivir felices, pero obviamos un pequeño detalle que para vencer implica haber luchado y en ocasiones hasta sufrido, es por ello que en la Primera Epístola del Apóstol Pedro, se hace referencia de diversas situaciones difíciles y que a pesar de ellas los cristianos deben de permanecer firmes. Cabe destacar que en esta epístola, el Apóstol Pedro es más bien efusivo al recitar dos categorías de verdad. La primera categoría es positiva e incluye una larga lista de bendiciones otorgadas a los cristianos. Conforme habla de la identidad de los cristianos y

lo que quiere decir conocer a Cristo, Pedro

menciona un privilegio y bendición, uno tras otro. Tejido en esta lista de privilegios está el catálogo del sufrimiento. Los cristianos, aunque extremadamente privilegiados, también deben saber que el mundo los tratará injustamente. Su ciudadanía está en el cielo y son extranjeros en un mundo hostil. De esta manera la vida cristiana puede ser resumida como un llamado a la victoria y gloria

a través del camino del sufrimiento. Entonces, la

pregunta básica que Pedro responde en esta epístola es: ¿Cómo deben los cristianos lidiar con el sufrimiento? La respuesta incluye verdades prácticas y se enfoca en Jesucristo como el modelo de uno que mantuvo una actitud triunfal en medio de la hostilidad. El creyente está llamado a seguir el ejemplo de Jesucristo: de hacer el bien y soportar el sufrimiento. (2:21-25) La obra de Cristo por nosotros es un estímulo para que el creyente obedezca las exhortaciones. Su muerte por nosotros también resulta en que seamos muertos para el pecado y nos hace posible vivir para la justicia. Así, su muerte no sólo es un ejemplo y un estímulo sino hace posible que evitemos pecar contra Dios. Finalmente, la presencia y el apoyo de Cristo

como Pastor animan y fortalecen al creyente cuando le toca enfrentar la tentación de hacer el mal o cuando le toca sufrir. Este es uno de varios pasajes cristológicos en la carta que Pedro usa para enseñar, animar y exhortar a los lectores (cp. 1:18-21; 2:4-8; 3:18-22; 4:1-2; 4:13; 5:4). Es evidente que este pasaje no es sólo para orientar a los esclavos cristianos, sino a todos los creyentes en circunstancias de injusticia y de tentación. 2:21 para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas Así mismo el cristiano debe alegrarse porque participa de los sufrimientos de Cristo. 4:12, cuando les habla sobre el fuego de prueba. Esta figura expresa la primera razón por la cual las pruebas no son cosas extrañas: tienen un propósito, gozaos, sois participantes. Para considerar nuestra participación en el sufrimiento y en la gloria Cristo, el cual entró en su gloria por medio del sufrimiento, y por eso, para participar en su gloria y su gozo, debemos nosotros participar en su sufrimiento ahora con gran alegría También en el pasaje 4: 14 se refleja otro motivo de gozo en medio de las pruebas es que experimentamos ahora una muestra de la gloria en la presencia del Espíritu Santo. y otros pasajes nos enseñan que cada creyente tiene el Espíritu Santo, pero este versículo, sin duda se refiere a una bendición o conciencia especial de su presencia en la experiencia de sufrir por el nombre de Cristo. Toda la Epístola en sí, es un tratado a animar a los cristianos a seguir fieles y a no desmayar por causa de la prueba de persecución que estaban padeciendo a causa de ser cristianos y por hacer el bien. Generalmente por “hacer el bien”, no se padece, pero cuando se presenta la ocasión por este motivo, tomarlo no para sorprendernos, sino como un medio que Dios va a usar para bendecirnos. Cuando tenemos a Dios a nuestro favor, los esfuerzos vanos del hombre por dañarnos, se convertirán en nuestra bendición.

El cristiano no está libre de que le calumnien, le maldigan, le critiquen y hasta le ridiculicen, pero si su conducta es de “mansedumbre”, con “buena conciencia” y una vida de acuerdo con los vs.14,15 del capítulo 4, no tengo la menor duda de que él será vindicado por Dios Resumiendo: Si el cristiano vive delante de Dios y delante de los hombres, una vida que santifica a Dios, con “limpia conciencia” delante de los hombres, con un testimonio de su “defensa de la fe” ante los adversarios, al final, éstos serán avergonzados y confundidos Del mismo modo en el capítulo 4: 17 el apóstol explica “Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo requiere, que haciendo el mal” ¡Esto es una buena lección de ética! Para todos los cristianos, que dentro de la voluntad de Dios, entra el “sufrir por hacer bien”. Pues todas las cosas acontecen por su propia voluntad, aún los sufrimientos y las aflicciones de su pueblo, están ordenados por Dios (Is.14:27; Dan.4:35 y Job). Si tomamos como ejemplo la vida del personaje Job, aprenderemos que Dios no es la “fuerza directa de causa” del dolor y el sufrimiento, sino Satanás. Y veremos también, que el dolor, el sufrimiento, vienen al hijo de Dios por la voluntad permisiva de Dios (Job 1:8-12; 2:3-8). Esto nos sirve de disciplina en nuestra vida espiritual. Pero si padecemos por “hacer el mal”, entonces ya no resulta en beneficio nuestro, sino en castigo propio y merecido. En conclusión, Dios puede querer alguna vez en nuestra vida, que padezcamos por “hacer el bien”; pero nunca caigamos en el mal.