Ensayo Sobre La Realidad

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ENSAYO SOBRE LA REALIDAD La sabiduría presocrática dio el puntapié inicial a los problemas transversales del hombre y por ende, de la filosofía. Esta nace en el seno de las colonias jónicas durante el siglo VI, anterior a la era cristiana, a través de pensadores que distinguieron por primera vez entre el estudio de los mitos y el de la naturaleza. Así, La filosofía presocrática marca y desencadena el proceso de escisión de la cosmovisión mitológica de la realidad y el cuestionamiento racional de éste (paso del mito al logos) a través de la búsqueda de una sustancia permanente y una ley del devenir -y de los procesos que ésta implica-.Durante este período -el período metafísico- se enfrenta y se busca la resolución a los problemas fundamentales del hombre; entre ellos, el origen de la naturaleza y sus causas, denominado en la época por el concepto arjé. Distintas escuelas de pensamiento durante este período intentan abordar dichos cuestionamientos desde variadas perspectivas. Cada una de éstas es producto de una síntesis de los postulados de distintos filósofos propios de cada escuela. Así, cada escuela posee un máximo exponente de la corriente. Las escuelas se especializaron en ciertos cuestionamientos metafísicos, aunque algunos de ellos –de mayor relevancia- fueron abordados por todas en común. El propósito de este ensayo es demostrar por qué creemos que la escuela jónica responde de mejor manera a las preguntas: ¿Qué es y de qué está compuesta “la realidad”? y ¿Qué es el movimiento?, considerando que ellas tienen relación entre sí. La escuela jónica sin duda se destaca por sus aportes a las concepciones posteriores sobre estas materias. La mayoría de los aportes se desprenden de la filosofía de Heráclito, mayor exponente y crisol de los pensamientos de esta escuela presocrática, que, a nuestro juicio y a la luz del análisis de las escuelas y sus respectivos filósofos, es la que aborda de mejor manera los conceptos anteriormente mencionados. En términos formales, el nacimiento del pensar como algo en movimiento nace en la escuela jónica.Este pensar pareciese muy simple para nuestra conciencia actual, pero provoca una revolución en la forma de pensar decisiva para la cultura occidental. En su libro “Sobre la Naturaleza”, Heráclito presenta, a diferencia de las otras escuelas, el pensar como algo que muta, se traslada, la realidad jamás es la misma en ningún instante, sino un constante devenir, como en el famoso fragmento XCI: ”En el mismo río no es posible bañarse dos veces”. Esta es la imagen más adecuada de la realidad para Heráclito. Lo que sostiene aquí es que nada puede repetírsenos en cuanto a seres

humanos, puesto que la naturaleza más íntima de la realidad es estar en constante mutación y cambio. Dicha concepción de lo real es la que destaca por sobre las demás escuelas; Parménides –exponente a la escuela Eleática-, al circunscribirse al conocimiento netamente intelectual, no fue capaz de explicar los fenómenos del cosmos en su concepción exclusivamente racional, y por lo tanto, no empírica. Los atomistas basaron parte de sus postulados en la existencia del vacío, algo completamente imperceptible, ajeno a todo lo fenomenológico -y por lo tanto, imposible de comprobar y concebir-. Pitágoras no fue capaz de explicar el arjé –considerándolo como el origen y las causas de la naturaleza- a través de su concepción numérica del cosmos. Todo, para Heráclito, está sometido a estas leyes de mutabilidad y nada tiene una duración eterna, salvo el “logos” quien es el que permite este constante cambio. Para el filósofo de Éfeso todo se produce mediante una lucha y de manera necesaria. El elemento fundamental es el fuego, origen del mundo material, que al fuego regresa eternamente para consumirse y transformarse: “el mundo es uno y no ha sido causado por ningún Dios, ni por ningún hombre, sino que ha sido, es y será un fuego eternamente vivo, que arde según una ley y se conserva según una ley”, dice. Esa ley es el “logos”, al mismo tiempo energía creadora y conocimiento al alcance de todos los hombres (aunque pocos de ellos aprendan a reconocerlo). A través de sucesivas transformaciones, el fuego da origen al resto de los elementos naturales: el agua, el aire, la tierra y los seres vivos. Heráclito afirma que ese proceso de creación se repite, pero de manera inversa, por lo que todos los elementos engendrados por el fuego terminarán por consumirse (y por alcanzar su consumación) en él. En efecto, para la dialécticade Heráclito la ley fundamental del universo es un constante fluir, mediante el cual cada elemento llega a convertirse en su contrario: el frío en calor, la noche en día, lo pequeño en grande, y ala inversa. Este devenir, para el cual no existe más que una dificultad lógica aparente en aceptar que una cosa es lo mismo y al mismo tiempo no es, resulta radicalmente opuesto a la de Parménides, que sostiene la inmutabilidad del ser. Es así como en Heráclito la lucha de los contrarios no es más que la expresión de una unidad fundamental del ser, que también es aceptada por Parménides. Así, para Heráclito, lo otro, lo múltiple y diverso, no es más que un momento del ser y están contenidos en él, mientras que para Parménides el movimiento es una apariencia engañosa, una ilusión, no es real. Dicha concepción transmutable y contradictoria

conlleva a la relatividad de las percepciones sensoriales del ser, explicando de esta manera muchos de los fenómenos de ese ayer y de hoy –y que miles de años después Einstein y Heisenberg llegan a concluir-, cuestionamientos puntuales –sean éstos metafísicos o sensoriales- que ninguna de las otras tres escuelas presocráticas restantes, en su hambre empírica, fue capaz de abordarlos con tanta brillantez. Es esta noción del movimiento y del eterno devenir la que creemos, da cuenta de mejor manera lo que sería la realidad, ya que las otras escuelas no la introducen, sino que responden a la realidad como algo que no muta y que está compuesta por un principio también de esta característica. A pesar de ello, cabe mencionar la deficiente concepción naturalista de la escuela jónica. Actualmente sabemos que cualquiera de los principios naturales utilizados por los filósofos jónicos -como Tales, Anaximandro, o Heráclito-, está compuesto íntimamente por partículas elementales, o átomos. Lo anterior no quita valor ni sentido a las concepciones de mutabilidad, dialéctica y el eterno movimiento, principios trazados sólidamente hasta nuestros días. La física moderna –donde recae el peso de los cuestionamientos metafísicos de los primeros filósofos y la tarea de resolverlos- vuelve a recoger algunos de los postulados y conclusiones de la escuela jónica. La teoría de la relatividad propuesta por Einstein revela que el espacio y el tiempo se reducen a percepciones, coincidiendo con lo propuesto por Heráclito respecto a este ámbito. También, como esta misma teoría establece que no hay ningún punto de referencia estático respecto de otro1, podemos concluir que el movimiento perenne propuesto por Anaximandro hace 2500 años parece tener vigencia hasta nuestros días. Aunque actualmente hay –como era de esperar- algunas discrepancias. Pauli –uno de los padres de la mecánica cuántica- menciona en una carta a su amigo y colega Fierz“(…) Cuando se habla de realidad, el lego suele presuponer que habla de algo en sí obvio y conocido. Pero para mí la construcción de una nueva idea de la realidad es una importante y muy difícil tarea de nuestra época(…)”2. La física moderna –según lo expresado por Pauli- no es capaz de responder en la actualidad a un modelo de realidad, 1

Wikipedia, Teoría de la Relatividad.http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_la_relatividad. (Véase Conceptos Generales). 2 Wolfgang Pauli, carta a MarkusFierz, 18 de Agosto de 1948, en C.A. Maier (comp.), EinBriefwechsel 19321958, Berlín, Springer, 1962.

derribando así el sistema de realidad propuesto por los filósofos jónicos. Otro punto de inflexión que cabe destacar es el intento jónico por explicar los fenómenos a través de elementos esenciales, como el agua, o el fuego. Como se mencionó anteriormente, se sabe en la actualidad a través de los conocimientos otorgados por la física y la química, la composición atómica y común de todos estos elementos naturales, derribando esta concepción. Para concluir, es importante es destacar el aporte transversal griego al conocimiento y a la compleja situación del hombre y su relación con el mundo. Pero más importante es recalcar que cuando estos cuestionamientos parecen cerrarse, se abren muchas más preguntas. Así,la realidad pareciera ser una incógnita que se abre más a medida que el hombre cree concebirla correctamente, porque los límites tangibles y variables de la realidad representan y revelan la complejidad del ser humano en sí, y por consiguiente, definir la realidad será

también definir al hombre y a sus múltiples y complejas

dimensiones -otro de los problemas radicales en la filosofía-. El camino queda inconcluso todavía, y lo peor de todo, a tientas. ¿Qué nos queda?: volver a rumiar lo digerido, volver a pensar una y otra vez lo ya pensado. Es el recurso primero, último y más preciado que nos queda.