Ensayo Sobre Identidad

Fundamentos antropológicos en la Lingüística Ensayo sobre Identidad, identidad y diversidad cultural. Escrito por: Seb

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Fundamentos antropológicos en la Lingüística

Ensayo sobre Identidad, identidad y diversidad cultural.

Escrito por: Sebastián Rodríguez S.

26 de febrero del 2014

Los tres días del foro estudiantil fueron una experiencia extraña. Diversos grupos de personas se distinguían claramente de otros. De los locales se podía ver el optimismo por hacer todo lo mejor posible. La mayoría de las personas conversaban alrededor del café y las galletas, pues era necesario estar alertas al horario de las ponencias –por errores de administración los horarios escritos en el programa no concordaban con la realidad-. Los grupos se quedaban con ellos mismos. Los que parecían venir del sur del país se juntaban con los que parecían ser del sur del país. Usaban ropa más colorida –al menos en mi percepción- y la mayoría era de estatura menor. Además estaban los pedantes argentinos con su mate en mano –parecían estar contribuyendo al estereotipo que se tiene de ellos- y durante toda la jornada se les veía bebiendo y volviendo a beber cantidades grandes. Por otra parte, los aficionados a la música y músicos se juntaban para tocar –casi siempre al final del día, alrededor de las diecisiete horas-. Se les oía cantar y reír. Sólo pude notar a una sola jovencita con acento chiapaneco, aunque si ella no hubiera dicho que venía de Chiapas, quizás jamás lo hubiera considerado como distinto al del centro del país. Escuché después a un grupo de jóvenes que creí que eran tapatíos – y la primordial razón de haberlos notado es que un integrante de ese grupo me pareció que tenía semblanza con el personaje de “Bob, el hermano de Ritchie Valens” de la película La Bamba-, y para mi sorpresa resultaron ser Chihuahuenses. Usaban la palabra “chido”, y yo pensaba que ésta nomás se usaba en Jalisco y los estados cercanos. Ellos se refirieron a las mujeres de Hermosillo como hermosas. Fueron agradables y vestían similar a los sonorenses. También presencié una disputa enérgica de un estudiante local con una espectadora del sur del país – o al menos su acento me pareció ser de esa región-. Volviendo con el detalle de los estereotipos, fue gracioso ver a los argentinos con su mate, escuchar a los chihuahuenses decir que las sonorenses son hermosas –y estoy seguro que muchos hombres más pensaron lo mismo-. En los videoclips vistos en clase se aludía a esta última mención, contando también a los hombres sonorense entre los más guapos del país –incluso nuestra compañera de intercambio, proveniente de San Luis Potosí, asintió en este supuesto hecho-. Además se vieron las idiosincrasias sureñas, como sus vestimentas coloridas –insisto en el hecho de que son más pintorescos sus atuendos que los del resto del país-, sus expresiones poco comunes, fiestas, entre otras cosas.

Es increíble pensar que la república mexicana tiene tantas diferencias de estado a estado, quizás por la distancia que existe entre ellos. En Sonora –especialmente en la capital- se vive un estilo de vida semejante al de los Estados Unidos de América. Los jóvenes siguen más a las tendencias norteamericanas: como artistas musicales, moda, expresiones, comportamientos, palabras, nombramiento de recién nacidos, etc. En mi caso, yo crecí viendo a este tipo de personas, siendo yo una de ellas –el constante marketing en las escuelas y comerciales televisivos ocasionaron este pensar en mi persona-. La cultura norteamericana me es mucho más familiar que la cultura mexicana. Hay muchas cosas que no conozco del país mexicano, y pienso que se debe no sólo a la lejanía del centro cultural, sino a la fuerte influencia de los norteamericanos a los estados fronterizos. La diversidad cultural es tan grande en México que no pienso que exista una Identidad mexicana. Las identidades regionales existen evidentemente, pero las pequeñas similitudes son imposiciones, quizás incluso por parte de los extranjeros, de qué es lo que debe hacernos sentir mexicanos. Hay un rechazo a las tradiciones mexicanas por parte de la juventud debido a que no concuerdan con las ideas imperiales de occidente. Se prefiere ir a tomar café en el Starbucks –donde los pretenciosos prefieren sus bebidas sobrevaloradas- porque te venden la experiencia de estar en un ambiente norteamericano. Hay una tendencia norteamericana de trabajar en cafeterías, en especial para los pseudoartistas. Entonces, como el hermano fuerte de América va y saca su macbook pro para trabajar en su novela, así el hermano menor –de mente- México sigue sus pasos. La juventud quiere sentirse importante como los jóvenes emprendedores que revolucionaron al mundo. Se preocupan más por la muerte de Steve Jobs que por la de Carlos Fuentes. Y cuando se trata de recordar a artistas famosos mexicanos, sólo se recuerdan a los muralistas Rivera y Siqueiros, y a la infanda Kahlo. Los denomino de esta manera por la sobreestimación que se tiene por ellos. Si el mundo dice que ellos son los representantes de la “identidad mexicana”, ¿sólo debe la juventud pensar en ellos? Dejan a un lado a escritores, poetas, demás pintores, que realmente expresan lo que es ser mexicano –como el excelente ensayo de Paz-. Rechazan el conocer la cultura mexicana pensando, quizás, que no es digna de ser traída a la vida diaria. Con esta clase de desdén, ¿cómo podrá sentirse uno realmente mexicano? Lo que estos tiempos nos dicen es: para conocer y ser parte de la Identidad mexicana, es necesario ser indígena o intelectual. Siempre existen elementos con que uno puede sentirse mexicano –aunque insisto en que es mera imposición del extranjero hacia como debemos de vernos nosotros mismos-, pero muchas veces se

prefieren los rasgos culturales que otros países han dejado en México, tal como la fuerte influencia de Maximiliano de Habsburgo que trajo rasgos franceses, así como otros notables personajes que viajaban a Francia por ver el avance cultural producto de la revolución –Porfirio Díaz, por mencionar a uno-. Realmente la sociedad no es amante de la verdadera cultura mexicana, o dicho de una manera más apropiada, prehispánica. Múltiples veces se tilda como “nacas” a las tradiciones indígenas. Muchas personas menosprecian a los indígenas pensando que son ignorantes e incapaces de adaptarse al mundo moderno, o que sus lenguas son inferiores. La identidad mexicana se tiene como a la monarquía en el Reino Unido, como mero adorno. Está como una atracción en un museo, empolvándose y de vez en cuando limpiándose para mostrarla a extranjeros. La Identidad mexicana está lejana a la identidad personal –tomándose como el ejemplo de Cultura y cultura- dentro de la vasta diversidad cultural. La introducción de tantas culturas distintas desde la conquista ha convertido a México en un país multicultural. La postura que se tomó –principalmente por Vasconcelos y su armada de artistas y académicos- es que nuestra cultura se define como la experiencia del país con respecto a las ideas europeas. Citando a Octavio Paz: “siempre, excepto en el momento de la Revolución, hemos vivido nuestra historia como un episodio de la del mundo entero. Nuestras Ideas, asimismo, nunca han sido nuestras del todo, sino herencia o conquista de las engendradas por Europa. Una filosofía de la historia de México no sería, pues, sino una reflexión sobre las actitudes que hemos asumido frente a los temas que nos ha propuesto la Historia universal: contrarreforma, racionalismo, positivismo, socialismo. En suma, la meditación histórica nos llevaría a responder esta pregunta: ¿cómo han vivido los mexicanos las ideas universales?” Yéndonos a un extremo se podría decir que la sociedad actual obliga a los grupos indígenas –que deberían ser los verdaderos integrantes de la Identidad mexicana- a quedarse estancados en sus tradiciones, sin darles la oportunidad de innovar, de evolucionar culturalmente. Para que cuando lleguen los extranjeros y pregunten por la cultura mexicana se pueda decir: “ahí están, haciendo lo mismo que hacían hace años”. Y cuando se vayan los extranjeros, las comunidades puedan seguir con sus comodidades que según los extranjeros no deberían de tener, porque rompe la tradición mexicana. Una vez un gringo me preguntó que si tenía agua potable en mi casa…