Ensayo sobre Historia Regional

¿QUÉ ES LA HISTORIA REGIONAL? David Francisco Aguilar Carlos Introducción. La historia regional despierta controversias,

Views 135 Downloads 28 File size 247KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

¿QUÉ ES LA HISTORIA REGIONAL? David Francisco Aguilar Carlos Introducción. La historia regional despierta controversias, la pluralidad del término región y los diferentes usos que se le conceden son temas debatibles. Sin embargo la historia regional ha estado presente en muchos estudios, se ha establecido como un género historiográfico viable a pesar de algunas limitantes metodológicas señaladas por distintos autores. La discusión que despierta la historia regional es provocada por la imprecisión del concepto “región”. Se abonará a la clarificación de este concepto. Este ensayo se compone de cuatro partes específicas: 1. Analizar las definiciones del concepto “región”. 2. Describir las diferencias entre historia local, historia regional y microhistoria 3. Delimitar la historia regional y su metodología 4. Responder la pregunta central: ¿qué es la historia regional? La primer parte hará un recuento de las definiciones que usan el concepto “región”, principalmente en la geografía, la economía, la antropología y finalmente, la historia. La segunda definirá las corrientes mencionadas, diferenciándolas y comprendiendo cada una con la finalidad de percibir el sentido de la historia regional. Posteriormente se precisará la metodología y las técnicas de la historia regional, usando ejemplos del tratamiento utilizado por los investigadores de distintas disciplinas. Finalmente se contestará, con base en las partes previas, la pregunta central. Exponiendo sus alcances y pertinencia en los estudios historiográficos. Definiciones de “región”. En geografía existen distintas definiciones para región, Brigitte Bohem puntualiza el origen de ellas a través de las descripciones de la nueva tierra, realizadas por los conquistadores, registradas con fines logísticos y con utilidad informativa para la Corona española, de ahí que: La división de los espacios por sus características fisiográficas y biológicas quedó supeditada al criterio de la factibilidad del poblamiento europeo y, a grandes rasgos, se consideraron categorías clasificatorias positivas y negativas: las zonas templadas y frías cayeron en las primeras, las calientes y costeras en las segundas. Las excepciones no sólo confirmaron la regla, pusieron en evidencia a la larga la limitación del criterio, que, sin embargo, fue también el adoptado por los viajeros extranjeros que previnieron el fin del monopolio español en América, entre ellos Gemelli Carreri y Humboldt. 1

Esta selección, aunque arbitraria, serviría para conformar y delimitar los territorios de la Nueva España. La autora menciona dos importantes geógrafos que han delimitado la región: Batallion y Bassols Batalla. Ambos con posiciones contrastantes. El primero usa un proceso de análisis que comienza determinando las regiones naturales y sus características. Después se basa en la antigüedad, tanto de la población como de la práctica agrícola, para delimitar la densidad demográfica de las regiones. Sin embargo el uso de estadísticas priva el análisis de distintas variables que deben tomarse en cuenta para un estudio más completo2. 1 Bohem, Brigitte, “El enfoque regional…” p. 21 1

Bassols concibe y defiende la región como un escenario de la lucha de clases, en donde ocurre un proceso de fabricación del paisaje respecto a la transición del: “comunismo primitivo y el feudalismo hasta el del capitalismo. En éste, las manos del proletariado construyen el paisaje del proyecto burgués, el cual será sustituido por el del pueblo trabajador moldeado por sus necesidades3”. Con ello es posible distinguir entre las ciudades más desarrolladas y las rurales. En otras palabras, Batallion adjudica la polarización a factores naturales y limitantes del territorio mientras que Batalla otorga importancia a la diferenciación del desarrollo clasista de las regiones. Estas dos visiones permiten darse cuenta de las aproximaciones que se realizan a través de la geografía, sin embargo abarcan un amplio territorio ya que no delimitan con puntualidad lo que puede referirse como región. Económicamente existen distintos estudios que refieren a la región, entre ellos están los de Carol Smith, Pérez Herrero y, en menor medida, Van Young. Todos ellos hacen uso de esquemas o modelos explicativos para exponer la conformación regional con respecto a la economía. Smith plantea que la región se define como: “sistemas de intercambio, lugares centrales, niveles sistémicos y relaciones de ubicación. Las regiones pueden definirse formal o funcionalmente; la primera pone el énfasis en la homogeneidad de un elemento en un territorio dado, la segunda lo hace en los sistemas de relaciones funcionales dentro de un sistema territorial integrado4. Cuatro elementos son los que conforman la región: 1. Sistemas de intercambio entendidos como interacciones que forman relaciones económicas. 2. El lugar central es un asentamiento o un conjunto de funciones económicas que guía a los habitantes y las mercancías. Todo ello fluye entre el lugar central y su hinterland5. 3. Niveles sistémicos son las partes que conforman los sistemas económicos en una región. 4. Las relaciones de ubicación son aquellos vínculos entre los lugares centrales y sus hinterlands. Carol Smith trabaja sobre teorías anteriormente enunciadas para sostener su esquema de región: a) El modelo de Thünen del uso de la tierra en la que establecía que los precios y costos son elementos conformadores de la región. b) La teoría del lugar central la cual se basa en que la ubicación del mercado central se establece en el centro de una región para cubrir la demanda de producto 2 ibídem, p. 23 3 Ídem. 4 Smith, Carol, “Sistemas económicos regionales…” p. 41 5 Zonas aledañas con influencia del lugar central. 2

uniformemente. Se pueden presentar variantes como centro cíclicos (periódicos) y comerciantes ambulantes que le otorgan dinamismo al lugar central. c) Otra variante es el sistema de ciudad central el cual se caracteriza por la poca atención a distintas partes de la región, otorgando prioridad comercial a determinadas zonas. d) Igualmente se menciona el sistema reticular de distribución el cual se basa en una forma de red. No se conforma una economía ya que el mercado opera en un determinado sitio. En conclusión las regiones son establecidas por la economía y los sistemas de intercambio así como la conformación de mercados, son los que cohesionan lugares centrales con sus hinterlands para articular regiones. Pérez Herrero hace hincapié en la formación de las regiones y su poca atención a los aspectos históricos por parte de los geógrafos y economistas. Para fundamentar su planteamiento el autor analiza dos esquemas (dendrítico y solar) de sistemas económicos, tales esquemas conforman las regiones de manera particular. El dendrítico: “Se trata de un esquema explicativo que relaciona la compresión de la articulación interna fundamentalmente con variables .”6 Para ejemplificar este esquema pone el caso de Yucatán y su negocio del henequén a finales del siglo XIX, se trata de un comercio puramente de exportación. El esquema solar es la: “constitución de un espacio polarizado, con una relativa complejidad en la jerarquización urbana y en la estructura social y con la presencia de flujos comerciales internos. Los factores de regionalización responderían así a variables internas.”7 Aunado a esta definición se mencionan dos elementos que soportan la conformación regional como los son la minería y la concentración y crecimiento demográfico. En su artículo Haciendo historia regional: consideraciones metodológicas y teóricas, Van Young igualmente analiza los esquemas solar y dendrítico, sin embargo los define como olla de presión y de embudo, respectivamente. Esto con el afán de hacer una analogía mientras que los sistemas de olla de presión tienden a concentrarse endógenamente, los sistemas de embudo semejan la apertura hacia afuera. Para comprender mejor estos esquemas haremos referencia a una tabla realizada por Gladys Lizama8: Olla de presión Embudo Definición funcional Definición formal Lugar central tipo solar Lugar central tipo dendrítico Lugar central dentro del sistema; mercado Lugar central fuera: mercado interno. externo Existencia de una jerarquía Agrupamientos o ramilletes de urbana más o menos unidades productivas o de 6 Pérez Herrero, “Los factores de la conformación regional…” p. 210 7 Ídem. 8 Lizama, Gladys, “Región e historia en el centro occidente de México” , p. 19 3

estructurada

empresas vinculadas al mercado externo División del trabajo concomitante Similitud fenomenológica Complementariedad económica Bajo grado de polarización interna Espacio interno relativamente complejo y Simplificación y homogeneidad de las polarizado jerárquicamente relaciones económicas y sociales internas Complejificación paulatina de las Diferenciación más aguda entre las clases estructuras internas a través del tiempo sociales La antropología también ha definido la región, por ejemplo, Guillermo de la Peña realiza puntualizaciones pertinentes. En primer lugar menciona: No se trata de una categoría trans-histórica, no expresa una definición real, no es un concepto unívoco (monotético) en tomo al cual pueda construirse un tipo ideal o una teoría general de las regiones. Por el contrario: es un concepto histórico, politético, cuyo significado se modifica por circunstancias de tiempo y lugar.9

Entonces, la región ¿se trata de una construcción teórica arbitraria? ¿Es un concepto maleable según el contexto del investigador? ¿El sentido de la región es otorgado por el estudio? Estas preguntas serán contestadas en el último apartado. Igualmente menciona como el espacio y, por ende, la región son percibidos y transformados por los habitantes, por lo tanto, no es un concepto estable ni determinado. Es por ello que la región se define antropológicamente como: …se presenta como un espacio medio, menos extendido que la nación o el gran espacio de civilización, más vasto que el espacio social de un grupo y a fortiori que un lugar.7 Integra lugares vividos y espacios sociales con un mínimo de coherencia y especificidad, que hacen de la región un conjunto que posee una estructura propia (la combinación regional), distinguible por ciertas representaciones en la percepción de los habitantes y los extraños (las imágenes regionales).

Tal definición es bastante contundente, clarifica lo expuesto por la geografía y la economía, que se basan en conocimiento técnico y usan variables físicas y de mercado. Sin embargo queda manifiesto que con la antropología se usan otro tipo de ejes para guiar la definición y delimitación de región, por ejemplo el caso de Manuel Gamio quien trató de realizar “un estudio exhaustivo de las poblaciones indígenas, en sus aspectos ecológicos, biomédicos, arqueológicos; etnohistóricos, lingüísticos, sociales, económicos y culturales, con el fin de promover sus tendencias naturales a la evolución social y el progreso.” 10 Distinguió diez regiones que conformaban todas las zonas del país. Solo pudo llevar a cabo la primera en la cual daba cuenta de la grandeza del pasado del valle de Teotihuacán así como proponiendo distintas posturas para una sana incorporación a la civilización moderna. 9 De la Peña, Guillermo, “Los estudios regionales y la antropología social en México”, p. 45 10 ibídem, p. 50 4

Otro ejemplo proporcionado por el autor es el de Robert Redfield quien estudió la región de Yucatán para ilustrar un gradiente heterogéneo en un determinado espacio, de ahí que para formar la región se establecieron distintas características: a) Uniformidad ecológica b) Aislamiento c) Tradición cultural d) Innovación cultural Tomando como referencia estas cuatro características Redfiled formuló lo que sería la región yucateca: La zona ecológicamente más “salvaje” -la jungla tropical del sureste- era también la que presentaba mayor aislamiento, menor exposición a innovaciones, predominio de lo maya sobre lo español, conciencia localista más acusada. La zona noroeste era la más domesticada agrícolamente -predominaba la plantación henequenera-; su economía, vinculada al mercado mundial vía Mérida y Progreso -situadas en esta zona- combinaba la agroindustria con el comercio y los servicios urbanos; las innovaciones culturales ocurrían continuamente y producían una conciencia cosmopolita. Entre ambas existía una zona intermedia (geográfica, ecológica y culturalmente): la franja maicero-ganadera, la más poblada de todas.

La descripción de Redfield daba cuenta de una región plagada de diferencias pero con ello también había relaciones entre los habitantes de las zonas, sin embargo el modelo respondía a factores como el aislamiento de la colectividad y la homogeneidad o heterogeneidad de la comunidad, con ello se planeaba interpretar el cambio social y cultural de las zonas. De esta manera, Redfield buscaba sacar deducciones del cambio social y cultural de acuerdo con la intensidad de contactos con el exterior de cada uno de los grupos estudiados. Posteriormente Aguirre Beltrán retroalimentaría la definición antropológica de región con aportaciones a la metodología: la necesidad de entender el contexto histórico de áreas eco- culturales y sus relaciones así como la interacción entre distintos niveles de organización. En palabras de Guillermo de la Peña: “a los indígenas no se les puede entender, sin entender a los no indígenas (mestizos, ladinos, blancos) y viceversa; más aún, muchos componentes de "lo indígena” existen como resultado de la articulación intercultural.”11. En contraposición a la geografía y economía que usaban variables demográficas, naturales y de mercado, la antropología no ignora las variables previas sino que agrega el contexto histórico de los habitantes, así como sus relaciones entre grupos, entonces las relaciones culturales serían un elemento más para conformar la región. A esto se le añade las aportaciones de Eric Wolf quien además agregó consideraciones como: …los campesinos, lejos de ser transicionales o residuales, han cumplido un papel específico en la sociedad regional y nacional; señaló en particular su funcionalidad complementaria a los sistemas de hacienda y plantación. (…) destacó que la diversidad cultural del país no podía desligarse de la diversidad de situaciones jurídico-políticas existentes para las diferentes categorías sociales, y que a su vez 11 ibídem, p. 62 5

tales variables no eran independientes de los sistemas de producción agraria donde la persistencia de la comunidad campesina resultaba necesaria o al menos conveniente.12 Con ello se ampliaba el espectro de análisis para la región, no solamente tomando en cuenta factores físicos o económicos sino las relaciones culturales e incluso jurídicas y políticas que afectaban a las distintas categorías sociales en una región. La región se conforma por aspectos físicos del espacio habitado por individuos que transforman y crean, según sus relaciones, el área estudiada. En historia existen concepciones de región que se complementan con la geografía: “La dimensión temporal comparte con la espacial las preocupaciones por describir, definir, fijar límites, comparar e interrelacionar, que, también al encontrarse en la región, intentan puentear entre la generalidad de lo infinito y la particularidad de lo finito” 13. Según Bohem, la dimensión espacial es propia de la geografía y la temporal de la historia, sin embargo es bien sabido que en ambas disciplinas, tanto espacio como tiempo es fundamental para comprender el objeto de análisis. Existe la tendencia a un concepto de región estandarizada por estudios que se establecen por tradición o preferencias personales. No es extraño encontrar “regiones” establecidas en el mapa nacional: El Bajío, La Huasteca, Los Altos y Sur de Jalisco. 14 Inclusive se encuentran las regiones que obedecen a divisiones administrativas como un modo de delimitación funcional para la estadística y organización del territorio. Sin embargo la autora menciona que las regiones y sus límites son cambiantes de acuerdo a distintos fenómenos, ya sean las redes sociales, políticas, los flujos económicos y los aspectos culturales. Para el historiador es necesario comprender que el concepto de región se adapta según el lente con el que se mire. Sea desde el ámbito cultural, económico o político la región cambiará su extensión y amplitud. Por su parte Eric Van Young: …parte de la premisa de que "las regiones son hipótesis por comprobar, más que hechos asumidos", nos percatamos de que la mayoría de los historiadores desarrolla la hipótesis, más no la comprueba, es decir, no cartografían los hechos, vínculos y relaciones y sus cambios en el tiempo y comparan o contrastan su mapa con el prefigurado subjetivamente o con el resultante de otro enfoque. A algunos, que desprejuiciadamente hacen hablar a los datos, la región se les desdibuja y deja de existir.

Entonces si las regiones son hipótesis por comprobar la observación de Bohem es atinada, suponiendo que se realiza un estudio en una región no estudiada previamente, es necesario justificarla y compararla con otras similares. Si solo se trata de alguna decisión arbitraria quedaría como una hipótesis sin más alcance que una respuesta provisional. 12 ibídem, p. 66 13 Bohem, Brigitte, op. Cit. p. 24 14 ibídem, p. 25 6

Pedro Pérez Herrero (previamente esbozado en este ensayo) identifica la ciencia regional a través de dos modelos del lugar central: los sistemas solar y dendrítico. Por ello: La región aparece en su propuesta de análisis económico y poblacional en el tiempo, cuando se desarrolla un mercado nacional o cuando las exportaciones aglutinan a la población alrededor de lugares de producción localizados y se genera la demanda articuladora del espacio en cuestión. Se define la región, en otras palabras, cuando la articulación de los subsistemas se hace densa en un lugar central -una ciudad-… 15

Este enfoque histórico y económico toma en cuenta solo variantes de mercado, completamente válido pero deshecha particularidades que pueden complementar el estudio como las de geografía o de la antropología. En recientes años se ha pasado “de la visión unilateral de las formas de dominio del Estado, del capital o del mercado hacia las resistencias, ya sea que se manifiesten violentas, armadas y de corta duración, ya silenciosas, en apariencia pacíficas y de larga duración.”16 Esto es, se tratan temas alternativos, en el que se trata la cuestión local la cual puede otorgar luces acerca de particularidades que escapan a las regiones de mayor amplitud. Sin embargo la autora hace énfasis en los peligros que esto supone. La atomización, división de lo regional hacia lo local. La fragmentación como un proceso de desvinculación de los procesos de mayor amplitud. Por lo tanto, no se trata de enfrascarse en una visión localista de la región sino de comprender que lo local, regional y nacional forman parte de un conglomerado que puede explicarse desde distintos ángulos. Habiendo hecho un recuento de las definiciones de región en distintas disciplinas se da cuenta de que todas las concepciones son válidas y todos los estudios esclarecen los alcances del tratamiento de región en cada una de las investigaciones. Sin embargo es necesario recalcar que se debe tomar en cuenta las variadas definiciones para formar un criterio más completo. Cabe hacer mención que en biología también se trata la región y “se asocia estrechamente a los de nicho ecológico y ecosistema. Su interés son los procesos y los acoplamientos por los cuales agregados más o menos heterogéneos de seres vivos coexisten y se adaptan a un territorio y sus recursos naturales”17. La concepción biológica, aunque define claramente la heterogeneidad de los seres en un espacio determinado, solo queda como mera descripción de un ecosistema, no menciona las relaciones, positivas o negativas, que llevan a cabo los seres o si las mismas relaciones determinan el espacio. Se concluye que tanto la geografía, economía, antropología y la historia son complementarias en el sentido de que aspectos de cada una de ellas puede retroalimentar el estudio. Ubicar el espacio tomando en cuenta sus características físicas y naturales, determinar todo tipo de relaciones tanto de mercado, intercambio y comerciales como 15 ibídem, p. 28 16 ibídem, p. 29 17 Lameiras, José, “El ritmo de la historia y la región”, p. 113 7

culturales y políticas; sin dejar de lado el proceso que forma parte de la historia, el carácter temporal y la historicidad de la región. Gladys Lizama menciona “…una región no se define tanto por las características del paisaje o del mercado, sino, por las relaciones (de parentesco, sociales, económicas, culturales, religiosas, políticas) que los actores sociales entretejen con los hilos de sus actividades, y mediante las cuales dan forma, sentido y cohesión a un espacio territorial.”18 Con esta interacción multidisciplinaria se puede llevar a cabo una investigación que no caiga en un carácter tautológico sino que explique y comprenda las implicaciones de una región en, mínimo, tres niveles: local, regional y nacional. Microhistoria, historia local, historia regional. Entender la diferencia entre estas corrientes es importante para descifrar el sentido de la historia regional. La microhistoria puede ser rastreada en el artículo de Carlo Ginzburg Microhistoria: dos o tres cosas que se de ella, en ese texto el historiador italiano puntualiza los tratamientos que se le han dado al concepto microhistoria. Comienza con lo que se considera el primer uso y fue un investigador americano quien lo llevó a cabo: George R. Stewart, en 1959. En ese año escribió Pickett´s Charge. A Microhistory of the final charge at Gettysburg, July 3, 1863, donde analiza microscópicamente una batalla de la Guerra de Secesión americana. A través del uso corto del tiempo y de la concentración del espacio Stewart analiza con precisión aquello que define el clímax de la batalla y que se considera un momento culminante de la guerra. Por lo tanto: Si la carga fallida de George Edward Pickett hubiese culminado con éxito, afirma Stewart, la batalla de Gettysburg hubiese podido tener otra conclusión: y "la existencia de dos repúblicas rivales hubiese impedido probablemente la intervención decisiva en las dos guerras mundiales, que han transformado a los Estados Unidos en una potencia mundial. La microhistoria de Stewart desemboca en una reflexión sobre la nariz de Cleopatra. 19

La importancia de este libro recae en que se enfoca en un fragmento de la Guerra Civil, magnificando las consecuencias de dicha batalla se observa lo que acaeció y pudo haber ocurrido. Ginzburg después menciona el ejemplo de la microhistoria en México enarbolada por Luis González y González: En la obra se investigan las transformaciones producidas a lo largo de cuatro siglos en un pueblo minúsculo, "ignorado". Las pequeñas dimensiones son derivadas de la tipicidad: éste es (al margen de que González y González haya nacido y vivido allí) el elemento que justifica la elección de San José de Gracia de entre millares de pueblos de características análogas. Aquí microhistoria es sinónimo de historia local, escrita, como señalaba González y González, citando a Paul Leuilliot, desde una óptica cualitativa y no cuantitativa.20 18 Lizama, Gladys, op. Cit. p. 34 19 Ginzburg, Carlo, “Microhistoria dos o tres cosas…” p. 15 20 Ídem 8

También hace referencia a Fernand Braudel quien trata a la microhistoria como histoire evenementielle la cual es traducida “… as the history of events. It might perhaps better capture the spirit of the term to translate it as episodic history.”21 Según Braudel este tipo de historia era repetitiva y por lo tanto carecía de sentido examinarla. Lo que Ginzburg trata de discernir es a cuál de las tres acepciones es compatible la microhistoria italiana. Justo Serna y Anaclet Pons puntualizan: “Por tanto, se trata de tres versiones totalmente heterogéneas cuya única relación podría situarse en la atención por lo pequeño. El término italiano (microstoria) no guarda una relación directa con los anteriores. En todo caso, nos dice Ginzburg, podría proceder del francés (microhístoire), pera no a través de su uso braudeliano…”.22 Esta definición se queda corta con lo que se esperaría del artículo de Ginzburg en el que rastrea el origen filológico de la microhistoria más que definirla. Para poder definir la microhistoria se remitirá a la discusión llevada a cabo en una mesa redonda organizada por el Colegio de Michoacán en el año 2002. En ella se puntualizaron algunos aspectos sobre microhistoria entre los que destacan las diferencias de cada tipo: la italiana y la mexicana. Se ilustra con el siguiente esquema23:

Un mejor acercamiento a la metodología de Ginzburg se aprecia en su artículo Huellas. Raíces de un paradigma indiciario. En este trabajo muestra los orígenes de un modelo epistemológico que se basará en los detalles para explicar algún fenómeno de mayor amplitud. Para ellos ejemplifica con tres casos: el de Morelli quien se fijaba en detalles 21 “.. como la historia de los eventos. Quizás capture mejor el espíritu del término traducido como la historia episódica.” Wallerstein, Immanuel, Unthinking Social Science: The limits of the nineteen-century paradigms, p. 136 22 Serna, Justo, Anaclet Pons, Cómo se escribe la microhistoria. Ensayo sobre Carlo Ginzburg, p. 235 23 Elaboración personal con base en lo discutido en el texto González, Luis, Carlos Martínez Assad y Carlos Aguirre Rojas, “Mesa redonda: microhistoria mexicana, microhistoria italiana e historia regional” en Relaciones, núm. 101, invierno, 2005, pp. 193-224. 9

pictóricos para discernir el autor de alguna pintura, el de Sherlock Holmes y su método detallista para descubrir pistas en los crímenes que investigaba y el caso de los médicos y su preocupación por los síntomas y lo que significaban al momento de establecer un diagnóstico. En otras palabras: “En los tres casos, huellas tal vez infinitesimales permiten captar una realidad más profunda, de otro modo intangible. Huellas: más precisamente, síntomas (en el caso de Freud), indicios (en el caso de Sherlock Holmes), signos pictóricos (en el caso de Morelli).”24 Se podría decir que “terruño” en el caso de Luis González e “individuo” en el caso de Ginzburg. Un ejemplo que ayuda a muchos a comprender la microhistoria en cualquiera de sus modelos es el mencionado por Ginzburg, quien hace referencia a la analogía de Sigfried Kracauer, profesional del estudio del cine: Pero la comparación entre "microhistoria" y el primer plano cinematográfico (close-up) (obvio por parte del autor de From Caligari to Hitler y de Theory of Film) introduce nuevos elementos. […]Según Kracauer, la mejor solución es la seguida por Marc Bloch en Société féodale: un continuo ir y venir entre micro y macrohistoria, entre close-ups y tomas largas o larguísimas (extreme long shots), capaces de poner continuamente en cuestión la visión de conjunto del proceso histórico mediante excepciones aparentes y causas de corta duración.25

Para comprender la analogía presentada por Ginzburg se debe tener en cuenta que el cine tiene a magnificar elementos que comúnmente son insignificantes, no tienen alguna relevancia. Por tanto la microhistoria es un primer plano, un acercamiento detallado de algún elemento, dentro de una toma larguísima, la cual podría ser una secuencia, la película es un conjunto de secuencias. Por ende, el estudio de un close up ayuda a explicar las secuencias y por lo tanto, la película en su totalidad. Giovanni Levi hace una observación que encaja como una revisión a la microhistoria. Cualquier individuo que quiera realizar un estudio sobre la matria o de algún detalle debe tener en cuenta que: A menudo se da por supuesto, por ejemplo, que las comunidades locales se pueden estudiar adecuadamente como objetos pertenecientes a sistemas de pequeña escala, pero que para revelar nexos entre comunidades dentro de una región, entre regiones en el seno de un país, etc., deberían utilizarse escalas mayores. En realidad es obvio, por supuesto, que hasta la acción más nimia -el que alguien compre una rebanada de pan-implica de hecho al sistema mucho más amplio del conjunto de los mercados mundiales de cereales. Sólo por una contradictoria e importante deformación de perspectiva se podría proponer que la vida comercial de un pueblo carece de interés más allá de su sentido en la escala local.

Por lo tanto no se debe olvidar (para ambos casos, italiano y mexicano) que todo fragmento pertenece a una unidad de mayor magnitud y por lo tanto no se debe olvidar el contexto en el cual se circunscribe ese fragmento. 24 Ginzburg, Carlo, “Huellas…”, p. 106 25 Ginzburg, Carlo “Microhistoria: dos o tres..” cit. p. 33 10

Para ampliar el conocimiento de la microhistoria mexicana se hará referencia a lo que González teorizaría sobre el sentido de la microhistoria y sus alcances en distintas publicaciones. Con ello planeaba justificar y a la vez comprender el sentido del subtítulo que colocó a su libro Pueblo en vilo. Un par de ejemplos se encuentran repartidos en sus variadas publicaciones; con ello hace un desarrollo del análisis microhistórico y la formación del historiador, en estos ejemplos da cuenta de una parte de la metodología de la microhistoria: El investigador, con la red de su cuestionario preliminar, reúne testimonios sobre el trozo del pasado que desea revivir. . Su objeto no está ante los ojos; se ve al través de la mirada ajena y de las reliquias. […] La microhistoria, por regla general, no suele contar con tantas pruebas como la macrohistoria. Tratándose de comunidades rústicas, son muy raros los testimonios directos y las fuentes literarias. La micro, además de documentos, emplea como testimonios marcas terrestres, aerofotos, construcciones y ajuares, onomásticos, supervivencias y tradición oral.26

Por lo tanto el historiador debe conocer a fondo su objeto de estudio, no solo recopilar documentos y testimonios orales sino todo tipo de textos, leer construcciones, fotografías e incluso la tierra misma. Un artículo, Itinerario del historiador, plantea las tareas y vicios del profesional de la historia, estos vicios deben ser superados para realizar trabajos satisfactorios. a) Conservadurismo b) Diletantismo c) Pobreza de información d) Desmesura enciclopédica e) Inacción f) Soledad Estos vicios constituyen una traba para el historiador puesto que se tratan de un freno para el ejercicio efectivo de la microhistoria. Según estos lineamentos aquí esbozados podemos darnos cuenta de la tarea microhistórica mexicana. En resumen, existen similitudes que conectan a ambos tipos de microhistoria, a pesar de las diferencias entre modelos: …la microhistoria sería una práctica basada en la reducción de la escala de observación con el fin de reconstruir lo vivido, esto es, con el fin de reconstruir esas vidas individuales que han quedado registradas y que pueden ser exhumadas mediante el nombre de los sujetos que las protagonizan. Esto además, viene acompañado de una admonición final: la microhistoria no es, no puede ser, una mera verificación de reglas macrohistóricas, de modo que tampoco puede proporcionar exempla de lo ya sabido a nivel general.27

La historia local es “…la corriente historiográfica que se ocupa de la indagación de procesos sociales a escala local. Así considerada, la Historia local sería el estudio de la 26 González, Luis, Invitación a la microhistoria, p. 35 27 Serna, Justo y Anaclet Pons, Op. Cit, p. 329 11

realidad local, o de algún aspecto de la misma, a lo largo del tiempo, o en un momento dado, atendiendo bien a lo general, bien a un determinado componente concreto”28. ¿Qué diferencia existe entre la historia local y la microhistoria? Ambas tratan procesos a escala reducida, ambas se establecen en un plano micro. Para poder diferenciar ambas corrientes Ginzburg otorga puntualizaciones pertinentes: …la microhistoria no es, ni necesaria, ni predominantemente, la historia de lo privado o la historia de lo vivido: lo que no impide que lo privado y lo vivido existan, y que pueden igualmente ser analizados históricamente (aunque no como entidades aisladas) […] El prefijo “micro” alude al carácter analítico del modo de ubicarse frente al problema (al microscopio, si se quiere) y no necesariamente a la pequeñez o marginalidad del objeto.

La microhistoria italiana, con una base analítica determinada es diferente de la historia local por el hecho de analizar procesos con microscopio. La historia local se encuentra establecida y delimitada por el aspecto espacial, la historia de una ciudad que bien puede ser total o estableciendo un eje que guíe la narración. ¿Cuál sería entonces la diferencia entre historia local y microhistoria a la mexicana? La historia local es la de los procesos y hechos ocurrido en las ciudades, sea cual sea su amplitud, delimitadas geográficamente con una frontera. La microhistoria mexicana es aquella de carácter rural, la del terruño definido como: …un espacio corto, abarcable de una sola mirada hecha desde las torres del templo parroquial o desde una loma. Por término medio, un terruño mide de 500 a 1000 kilómetros cuadrados. Por regla general, un terruño en México equivale a un municipio o una parroquia. Es por lo menos diez veces más pequeño que una región y 50 veces menor que el promedio de los estados de la república mexicana, donde caben cosa de 3,000 terruños, distinguibles entre sí pese a contener todos ellos muchos rasgos comunes. 29

Sin embargo el tema seguirá despertando controversias por su ilimitada similitud, se requiere mucho tacto al utilizar determinados conceptos al encasillar alguna investigación. La historia regional, por su parte, se encuentra en un estado intermedio, entre la microhistoria, historia local y la historia nacional. Si se le hace caso a la interpretación de terruño de Luis González la matria es mucho más pequeña que una región. Pablo Serrano Álvarez detalla lo que se puede entender como historia regional: Precisar el concepto región “no importa porque los resultados de la investigación son la pauta para definirlo, pero a la luz de la realidad que se analiza”. O en otras palabras: “Lo que menos importa es la teoría y la definición de conceptos para iniciar una investigación de historia regional. Lo que se impone es el conocimiento, recreación e interpretación de procesos regionales que den cuenta de la evolución de la sociedad mexicana y su pluralidad”. 30

28 Lacomba, Juan, “La historia local y su importancia” en Leis, Vicente, (coord.) Actas I Congreso de Historia de Linares, España, Centro de Estudios Linarenses, p. 457 29 González, Luis, Invitación a la microhistoria, p. 119 12

Tal opinión no deja de ser controversial, las regiones se construyen según el contexto y los procesos a estudiar, sin embargo no se debe dejar a la deriva la construcción o delimitación de una región. A pesar de todo se debe tener en cuenta que la región es un concepto que se ha utilizado en muchos estudios, es innegable su presencia: “De hecho, la cuestión regional no ha dejado de estar presente en la historiografía mexicana y continental… […] Hace ya algunos años, Mario Cerruti señalaba que, al final de cuentas, toda nuestra historia nacional decimonónica 31 Para ilustra mejor las diferencias entre microhistoria, historia local e historia regional elaboraremos un esquema:

1) Local (micro)

• Municipal, parroquia, comunida d, ciudad.

2) Región (medio)

• Conjuntos municipal es, zonas o localidade s.

3) Nación (macro )



Conglomera do de regiones, localidades, zonas o municipios.

Este modelo no precisa definir los conceptos enteramente, se trata de una aproximación preliminar a lo que se interpreta como lo local, región, y nación. No se trata de un proceso sino de una jerarquización para ejemplificar la interpretación. La historia local se encasilla en el primer nivel, la microhistoria mexicana también ocuparía un espacio en dicho nivel. Sin olvidar que ambas forman parte de una unidad total, si bien existen particularidades entre terruños y comunidades no es deseable estudiarlos de forma aislada. Se forma parte de un proceso regional o incluso, nacional.32 La región (entendida como un conjunto de zonas no precisamente delimitadas administrativamente, sino como un concepto flexible) ocupa el segundo nivel ya que engloba localidades etc. En el nivel tres se encuentra la nación o lo macro, entendido como una unidad que abarca todo un territorio. El esquema presentado responde a un acercamiento del plano nacional, sin embargo se pueden reemplazar los niveles para entenderlo como un escalonamiento de conceptos, esto es: cualquier micro elemento forma parte de un elemento medio, este a su vez forma parte de uno macro; de ahí que un país puede ser parte del nivel uno, un conjunto de países o zonas sean del nivel dos y el mundo sea la unidad macro en el que se engloban los dos conceptos previos. Por último, es necesario enfatizar que usando la metodología de la microhistoria italiana se puede analizar algún detalle en cualquier nivel ya sea para explicar algún proceso de lo general a lo particular o viceversa. 30 Taracena, Arturo, Op. Cit., p. 182 31 ibídem, p. 182 32 González, Luis, Invitación a la microhistoria, p. 122 13

Con esta presentación de las diferencias entre microhistoria, historia local e historia regional se espera clarificar la tarea de cada una de las corrientes presentadas. Todas se encuentran relacionadas entre sí, empero, lo hacen con alcances diferentes. Los objetos de análisis son diferentes en cuanto a extensión pero lo hacen en un mismo conjunto de localidades y zonas que conforman una nación. Historia regional y metodología. Como se ha dilucidado en apartados anteriores la región se ha utilizado de diferentes maneras para realizar estudios profesionales que ayuden a explicar procesos ubicados en regiones. Arístides Medina Rubio se plantea una pregunta crucial ¿puede existir una historia regional? La historia es la historia de los hombres, y estos concretados históricamente en las sociedades -planetaria o mundial, continental, supranacional, nacional, regional y localestablecen vínculos imperecederos con el espacio donde se desarrollan sus actividades. Son estos vínculos, con expresiones coherentes y particulares en cada una de las escalas en que las quisiera observar el historiador, los que producen la identidad local, regional, nacional o más, de los hombres objeto de la historia. 33

Como punto de partida nos damos cuenta que la historia puede ser de gran magnitud o de una escala muy pequeña, esto depende del investigador, delimitar y ubicar el espacio y tiempo que quiere explicar. Dentro de la decisión que puede tomar se encuentran: explicar la localidad, la región, lo nacional e incluso la mundial. Se requiere de una preparación y disposición para lograr un cualquiera de los ejemplos planteados. Si se elige la historia regional es necesario definirla con conceptos que ayuden a comprender la región como un espacio historiable. En primer lugar, historia regional no puede confundirse con historia local, aun cuando ambas mantengan una estrecha relación. Mientras esta última se agola en las localidades y quizá en las parroquias -de ahí que también se hable de historia parroquial- la primera aspira a superar los límites y criterios de una comarca, llegando incluso a veces a rebasar los propios límites ele un país. Desde el punto de vista del espacio, la región suele asociarse a criterios muy disímiles, pues por igual se contrae a un pequeño valle fluvial, que bien se podría atrapar en una carta a escala de 1:50, o a una extensa llanura que configuraría lo que Dollfus denomina una provincia geográfica, y aun a dominios espaciales y humanos mayores.34

Arístides da cuenta de la flexibilidad de la región, sin embargo no se debe caer en la noción de que todas las regiones son historiables, habrá que tener en cuenta la extensión y que sea viable y posible a las capacidades del historiador. Un estudiante no tendrá las mismas capacidades económicas de investigar la región de Latinoamérica como un investigador de renombre que percibe un sueldo.

33 Medina, Arístides, “Teoría, fuentes y método en la historia regional”, p. 89 34 Ibídem, p. 89-90 14

Siguiendo con el ejemplo de Latinoamérica es cuestión del investigador que localidades o países elegir y que conformaran la región. Arbitrariamente se hará una selección de lugares para llevar a cabo el estudio. De manera general las regiones abarcan límites viables y temporalidades posibles que responden a las fuentes potenciales, las cuales están: Circunscritas a cortas temporalidades y, mejor aún, al reseñar sucesos, fenómenos y procesos que no exceden los límites espaciales de una localidad, una comarca o una región, son el soporte indispensable de una comprensión y una explicación que no quiere llevar sus vuelos más allá de aquellos límites. De manera que las fuentes circunscritas a la historia regional, no son sólo un motivo que conduce a esa novedosa práctica sino que también se constituyen en una alternativa provechosa para la práctica profesional del historiador.

Las fuentes pueden abarcar desde documentos localizados en archivos civiles como parroquiales, así como la prensa y sus repositorios: la hemeroteca. Igualmente bibliografía especializada puede ayudar a delimitar la región a estudiar. Incluso se puede acudir a la literatura, la plástica, la fotografía, y los testimonios orales.35 Un añadido a las fuentes mencionadas por la autora se puede acudir al material fílmico, aunque controversial, puede ayudar a comprender distintos procesos por analizar de manera diferente o complementaria. En cuanto a la metodología, la autora menciona: Fue así como los estudios históricos regionales, cuyas raíces más remotas pudieran encontrarse en los trabajos de Vidal de la Blache. Tomaron nuevos bríos, hasta alcanzar con Braudel y Labrousse los mejores horizontes, integrando en un todo abigarrado los estudios de territorio, con los grupos humanos y sus actividades y consecuencias, es decir, la interrelación de las estructuras geográficas, económicas, sociales, políticas y hasta mentales, en un conjunto combinado y cuyo carácter debe describir el historiador regional.36

Entonces no se trata de un simple estudio del espacio ni de territorio sino también de la interrelación de todas las estructuras que conforman una región, por lo tanto es una aproximación casi totalizadora más no exhaustiva ya que solo se estudiarán aspectos definidos por el investigador. La autora explica cómo la región es un producto: “…y, a diferencia de lo que ocurre con cualquier otra posibilidad de conocimiento regional, en ese producto puede haber coherencia junto con homogeneidad, rasgos que son precisamente parte de lo que debe descubrir el investigador.”37 La región como producto es igualmente comprendida por Gladys Lizama: “Para regionalizar, habría que tener en cuenta el sistema de relaciones sociales, religiosas, 35 Ibídem, p. 94-100 36 Ibídem, p. 103 37 Ibídem, p. 103 15

políticas y económicas tejidas en un espacio, las cuales, en última instancia, son las que dan unidad y cohesión a un espacio territorial.”38 A través de esta definición la autora formula su investigación, la cual tiene por objeto de estudio el proceso de construcción histórica de fortunas en Zamora, Michoacán, no la formación y desarrollo de una región. Es el objeto de estudio el que ayuda a conformar una región. Con esto se puede explicar que las regiones no se conforman por medios geográficos ni de mercado o comercio, sino por las relaciones y redes que los actores realizan, promueven y mantiene. Con ello se le da sentido al espacio: “una región no se define tanto por las características del paisaje o del mercado, sino, por las relaciones (de parentesco, sociales, económicas, culturales, religiosas, políticas) que los actores sociales entretejen con los hilos de sus actividades, y mediante las cuales dan forma, sentido y cohesión a un espacio territorial.”39 Juan Pedro Viqueira identifica tres senderos y un mal camino los cuales no son más que distintas aproximaciones para trabajar con la historia regional: 1. Historia regional como historia total. 2. De lo particular a lo general. 3. Intrahistoria El primero es bastante evidente, la historia regional entendida no como un vehículo para explicar un fenómeno general sino la historia total, dando cuenta de los distintos aspectos que conforman el objeto de estudio, es decir: Un marco espacial reducido como un pueblo, una ciudad, una región, se prestan especialmente para estudiar a la sociedad como un todo, poniendo en evidencia las múltiples relaciones familiares, lingüísticas, geográficas, económicas, políticas, afectivas, rituales, simbólicas y mentales que conforman el tejido social en que los hombres se forman y sobre el que actúan. No se trata en este tipo de historia de querer arbitrariamente abarcarlo todo, de empezar estudiando las condiciones geográficas, seguir con la demografía y así sucesivamente hasta culminar con las mentalidades, clasificando los fenómenos en categorías y capítulos estancos.

No pretende ser exhaustiva pero si abarcar distintos rubros de la vida cotidiana del espacio preseleccionado. El segundo responde a la necesidad de ubicar un fenómeno a una escala menor para poder maniobrar y comprender mejor dicho fenómeno. Lo anterior con el afán de no caer en generalizaciones, no sin antes conocer las particularidades de cada región o espacio escogido, sin dejar de tomar en cuenta que la región forma parte de un marco más general y amplio. En palabras del autor: Busca acercarse a lo general a partir de lo particular, se esfuerza por arrojar una nueva luz sobre lo nacional a partir de lo local. Así, ante ciertos problemas históricos cuya resoluci6n a nivel nacional ha resultado poco satisfactoria, se propone replantearlos a un nivel regional, esperando que ahí las relaciones entre ámbitos diversos, la secuencia

38 Lizama, Gladys, Op. Cit, p. 24 39 Ibídem, p. 34 16

precisa de los hechos, las intenciones de los actores sociales y sus motivaciones aparezcan con mayor claridad.40

El autor menciona un ejemplo, el del ascenso del nazismo en Alemania para ilustrar el segundo sendero. Otro ejemplo sería la tenencia de automóviles en Europa durante los años treinta, antes de la Segunda Guerra Mundial, precisamente en Austria, con lo cual la historiadora explica que la adquisición de coches era predominantemente de la élite. En dicho estudio explica las características de los poseedores de un carro, el monto de su mantenimiento y el tipo de auto que utilizaban. Para la realización del estudio la autora se basa en directorios donde se especifica el nombre, domicilio y la profesión de los dueños, así como el número de registro y la marca del vehículo. Estos directorios impresos representaban una oportunidad para los comerciantes ya que los requerían para formar una lista de posibles clientes: “Vehicle owners were perceived as an interesting buying class with a certain purchasing power - also for products other tan cars.”41 Por lo tanto se infiere que los dueños de automóviles tenían el poder adquisitivo para comprar no solamente autos sino demás mercancía. Los dueños de automóviles eran considerados por los negocios como un grupo distintivo con características en común. Para poder comprender distintos fenómenos de carácter más amplio es posible analizar casos específicos, no para generalizar sino para marcar pautas de comprensión que ayuden a explicar fenómenos. Es quizás la metodología de análisis de Morelli, aquél escritor que analizaba las pinturas minuciosamente. No se analizan los rasgos evidentes sino las particularidades y detalles que realzan el sentido del fenómeno. Por último, la intrahistoria, aquella aproximación que toma en cuenta todas las historias posibles, las alternativas y no solo las de carácter importante: Un marco de análisis local o regional permite captar mejor las ricas y complejas relaciones humanas que constituyen el tejido de la intrahistoria. Los archivos locales y regionales civiles, judiciales y eclesiásticos abundan en huellas de estos hombres anónimos que, por debajo de las locas y peligrosas aventuras de grandes hombres y cohortes de ambiciosos seguidores, son los que garantizan no solo el trabajo indispensable a la supervivencia de la sociedad en su conjunto, sino también su continuidad cultural. 42

Estos tres senderos suponen una manera de aproximarse a la historia regional, simplemente pueden ser considerados como meros introductorios para comenzar a realizar historia regional, sin embargo el autor menciona el mal camino por el cual se puede transitar y es una especie de chovinismo: considerar alguna región como un elemento aislado, ese camino al que se refiere lo define como:

40 Viqueira, Juan, “Historia regional: tres senderos y un mal camino” p. 129 41 Pawlowsky, Verena, “Luxury item or urgent commercial need?” p. 180. 42 Viqueira, Juan, Op cit, p. 134 17

El destino al que conduce es enteramente previsible, aunque se pretenda que los pasos del investigador se dirigen al otro lado. Esta ruta es, claro está, aquella que toman las que, con pretexto de estudiar la historia regional –pero no cualquier historia regional, sino tan solo "la nuestra", la que es patrimonio exclusivo de "nosotros", la que defiende "nuestros auténticos valores" en contra de la invasión de los de afuera-, promueven la intolerancia y el odio.43

La elección de tomar ese camino es puramente del historiador, sin embargo en los círculos académicos de renombre no basta mencionar la fijación por una región para estudiarla, por lo tanto se debe tener cuidado por cual camino transitar al estudiar la región. Otro tipo de metodología es el de Sergio Ortega quien menciona una par de pasos para estudiar y delimitar la región: 1. Identificar las sociedades regionales y delimitar los espacios que abarcan. 2. Definir las dinámicas que integran la sociedad nacional o general. Para el primer paso se cubren siete sugerencias para identificar y delimitar la región: a) Amplitud espacial, no es la de la monografía o la de la microhistoria mexicana aunque es de relativa pequeñez. b) Identificar factores naturales y físicos, situación previa a la Conquista y modalidad de penetración española. Esto es: determinar las condiciones geográficas de la región, la interacción antes y después de la Conquista y la manera en que los españoles se relacionaron con los pueblos. c) Estudiar la organización administrativa impuesta por la Corona española. d) La retroalimentación con la regionalización contemporánea realizada por geógrafos y economistas. e) Identificar la heterogeneidad de las relaciones dentro de la región. f) Tomar en cuenta que la región pude cambiar, extenderse o desaparecer dependiendo de las condiciones socio-económicas. g) Estudiar los fenómenos externos que afectan a la región. Vinculado a estos pasos el autor indica que los estudios regionales no deben ser aislados sino que conforman una sociedad general, por lo que: “Tampoco se trata de estudiar fenómenos que inducen sociedades particulares y fenómenos que integran una sociedad general, sino fenómenos generales cuyo impacto se traduce regionalmente y tienen, de manera simultánea, efectos particularizantes e integradores”44 José Lameiras propone otro tipo de acercamiento a la historia regional: … lo regional y lo histórico pueden ser observados en los confines de la armonía, en el sentido de la lógica que exhiben la simultaneidad de los hechos atendiendo a los acordes (léase características y modos de integración intrarregional) de sus intervalos y a su relación con "notas extrañas" a tales acordes (léase hechos ajenos, extrarregionales), los cuales, sin pertenecer a los modos de integración regional, sustituyen a algunos de los originados en su ámbito. 43 Ibídem, p. 133 44 Sergio Ortega, “Hacia la regionalización de la historia de México”, p. 18 18

Usando la metáfora musical el autor describe su concepción de región, por lo tanto se refiere a que la región y la historia forman una composición musical en donde la región es una parte que forma la melodía. Tanto historia como región se adaptan con armonía. La metáfora es óptima ya que refleja en ella las distintas características de una región. …en la composición regional, uno puede hablar de "monofonía", "polifonía" y "homofonía" (apoyo de la constitución armónica regional en otras armonías). En cuanto a los "tempos" regionales puede uno pensar en las "andantes", "maestosos", "cantábiles” y "allegros", ello también es adecuado, convencionalmente, para asociar a un espacio territorial, un compás temporal de integración o disolución, el ritmo con el que discurre, a manera de una obra teatral, la vida de una colectividad en un espacio y en una temporalidad acotada internamente y condicionada externamente. 45

Diseccionando la cita anterior nos damos cuenta de que la región puede adquirir diferentes tonos, ello no significa que no pueda armonizar (relacionarse) con otras regiones. Los tiempos en las regiones pueden variados, los procesos que se desarrollan en la región pueden efectuarse de manera rápida o lenta. Lameiras, igualmente, abona al conjunto de fuentes que puede consultar el historiador regional: Las historias regionales, por cierto, también pueden enriquecerse con historietas, con narraciones cortas, con los anecdotarios, que se recogen de los informantes o de la documentación escrita, que no son nada despreciables cuando uno los reúne, los selecciona como mediante la crítica, para la elaboración de un tejido en el que desaparecen las incongruencias y los mitos para desembocar en la significación que en los individuos han tenido los hechos sociales.

Las fuentes para el historiador regional constituyen el soporte básico de la estructura por definir, la región. Sin un buen compendio de fuentes es imposible delimitar un espacio a estudiar, por lo tanto al momento de estructurar una región se debe hacer un balance de las fuentes disponibles que sirvan como columna vertebral que sostenga, si se quiere: la hipótesis a comprobar, en palabras de Van Young. Una última consideración, recolectada por Arturo Taracena pero aseverada por Aguirre Rojas, la cual es una advertencia dirigida a todos aquellos que pretendan estudiar a través de la historia regional: En su texto, Aguirre Rojas indica cómo, una vez delineada la ruta de investigación hacia una historia regional, debemos estar alerta frente a la tentación de caer en “la fragmentación, la dispersión […] y [el] estudio de casos”, y nos invita a recorrer dialécticamente el tránsito de la historia general a la regional y local, y viceversa. De esa forma, la historiografía latinoamericana debe distinguir claramente entre lo que es: a) un problema cualquiera y de su específica dimensión espacial (él pone el ejemplo del villismo y de su espacio de implantación); b) el estudio histórico de una región definida por criterios ya sean geográficos, económicos, políticos u otros (por ejemplo, el análisis de la región del Bajío), y c) la investigación de “una verdadera región histórica”; es decir, la 45 Lameiras, José, “El ritmo de la historia y la región”, p. 112 19

que puede definirse ella misma en términos históricos como una “individualidad histórica” (por ejemplo, la región de la ciudad de México en el siglo XVI).

Tal advertencia resume lo que se debe tomar en cuenta antes de adentrarse a la historia regional, ya que sin una especificación precisa se puede caer en estudios de casos sin una particular característica de región. La metodología de la historia regional despierta polémicas ya que se alimenta de distintos elementos para poder llevar a cabo estudios regionales. Sin embargo la controversia recae en que no se conocen precisión las técnicas para estudiar la región. Igualmente la poca precisión de los métodos y herramientas de la historia regional son catalizadores para el debate que a continuación discutiremos. ¿Qué es la historia regional? Es momento de dar cuenta a la pregunta central de este ensayo. Definir la historia regional. Previamente se han expuesto distintas concepciones de región, la diferencia entre historia regional, historia local y microhistoria así como un repaso por la metodología las técnicas que usa la historia regional. Con todo lo anterior se prepara un contexto para definir la historia regional. La mejor manera de comenzar este apartado es a través del conocido y polémico ensayo de Manule Miño ¿Existe la historia regional? En este ensayo se hace un examen de que debe considerarse como historia regional y el por qué el autor la considera una “disciplina fantasma”. El autor afirma: En principio porque no tiene una unidad conceptual y metodológica y porque, vista como parte de lo regional, los historiadores la han concebido más con los contenidos geográficos y naturales que con los procesos sociales o simplemente, se da por supuesto, que cualquier estudio, al referirse a una sociedad provincial ya, de por sí, es historia regional. Padece de varias confusiones conceptuales particularmente patentes en una falta de formalización que demuestra de manera clara la ambigüedad e indefinición que la caracteriza.46

La aseveración es válida pero presuntuosa ya que busca generar debate ante una cuestión bastante discutida, para el año en que fue escrito el texto ya se conocían bastantes trabajos que trataban el tema regional y se habían realizado distintas aproximaciones a clarificar el tema. ¿Por qué digo que la afirmación del autor es válida? Quizás no haya leído suficientes textos para formar un criterio, sin embargo el título de su trabajo presupone su respuesta. Una de las características principales de la historia es que se basa en propuestas y la crítica de los historiadores hace posible que se examinen procesos con diferentes visiones o posturas. Por lo tanto el artículo de Miño no solo es válido sino necesario para repensar la historia regional. El autor continúa: Por otra parte, prima la confusión entre regional y microhistoria y, lo que es más lamentable, se ha identificado el centralismo como un contrasentido del régimen federal, y a éste como parte de la formula estado-región, dotándole de criterios y connotaciones geográficas cuando en realidad corresponden a criterios políticos y administrativos distintos de la formulación regional.47 46 Miño Grijalva, Manuel, “¿Existe la historia regional?”, p. 867 20

Al parecer la confusión entre lo regional y microhistoria siempre ha estado presente, previamente hemos examinado las características de ambas corrientes y hemos concluido que tal confusión es común pero no determinante. Sería más bien un problema de tratamiento por parte de los investigadores al incurrir en esas confusiones y dotar de un sentido unívoco a ambos términos. Otra discusión que alimenta Miño es la falta de metodología por parte de la historia regional: No hay duda de que como enfoque ha resultado muy útil, pero el problema no es ése, el problema es descubrir, si lo hay, este cuerpo metodológico propio y sus instrumentos de análisis capaz de mostrar sus atributos más allá de este cambio de enfoque que resulta simplemente instrumental, es decir, semejante al cambio mencionado por Burke del telescopio por el microscopio. Pero esto de por sí no garantiza la "cientificidad" del mundo cuyo pasado se quiere explicar.

Esto remite también a un debate, no precisamente superado, de la historia cultural y sus métodos. Peter Burke menciona como el concepto de cultura puede ser ambiguo y repleto de confusiones: “Los historiadores de la cultura se enfrentan a un problema similar al alejarse de la definición estrecha, pero precisa, de cultura en cuanto arte, literatura, música, etc, y acceder a una definición de su campo más antropológica.”48 La cultura puede ser definida de variadas maneras, mientras unos prefieren estudiar la cultura de manera clásica, esto es: “...an implicit emphasis on «the» history of «culture» (usually identified with western high culture)” 49 otros prefieren no restar importancia a la cultura popular. Sin embargo ambos conceptos contienen la palabra cultura, quizás puedan complementarse y definirse como “un vasto repertorio de objetos (imágenes, herramientas, casas, etc.) y prácticas (conversación, lectura, juego)”50. Un aspecto importante a considerar es que tanto la historia regional como la historia cultural se pueden trabajar de la misma manera. Ambas se complementan con el uso y conocimiento e otras ciencias, dependiendo del interés y objeto a estudiar. La cultura abarca distintos aspectos (económicos, históricos, sociales, artísticos y cotidianos) la historia regional, igualmente, comprende distintos elementos (geográficos, económicos, antropológicos e históricos). Se tratan de una amalgama de componentes que son susceptibles de ser historiados. Quizás sea que la ambición de abarcar variados aspectos sea el origen de los debates en torno a estas corrientes. 47 Ibídem, p. 867-868 48 Burke, Peter, Formas de hacer historia, p. 12 49“…un énfasis implícito en la historia de la cultura (identificada regularmente con la cultura erudita occidental)”. Burke, Peter, “From Cultural History to Histories of Culture” en Memoria y civilización, núm. 1, España, Universidad de Navarra, 1998 p. 9 50 Burke, Peter, ¿Qué es la historia cultural?, Barcelona, Paidós, 2006, p. 45. 21

En repetidas ocasiones se define la región como una construcción del historiador, al delimitar y especificar el sentido que encierra determinado espacio, por ello Miño indica: “…en principio se trata de un espacio que es discriminado por los investigadores de acuerdo con su objetivo o interés, pero que también ha sido construido por quienes habitan ese espacio. Se supone que entendemos lo que significan las "relaciones y prácticas sociales" y que está bien definido o es identificable el .”51 Cualquier tema y su delimitación espacial y temporal es una elección arbitraria del investigador. Sin embargo también es una construcción de quienes habitan, o habitaron, ese espacio. Por lo tanto, ¿se trata de una simbiosis? Puede ser. Ambos sujetos, historiador y habitantes, se ven afectados por la relación entre estudiosos y estudiado. Miño hace un recuento de los elementos que ayudan a conformar una región: Han servido como criterios básicos y suficientes de la construcción de la historia regional, más o menos los siguientes: a) la delimitación mediana -entre la nación y la localidad- de las dimensiones del espacio donde se desenvolvió el tema estudiado, b) la determinación de características fisiográficas homogéneas del marco geográfico asignado al objeto de estudio y c) las crónicas y/o monografías cuyo objeto es la descripción general parcial de los "hechos memorables" acaecidos en una entidad federativa un [os] (como límites político-administrativos), o en su localidad y las interpretaciones de la historia nacional exaltadas por el fervor de un enfoque regionalista.

Las características han sido abordadas en los apartados anteriores sin embargo las que menciona Miño se trata de un resumen sesgado que pretende servir para un manual, es decir, las características enunciadas serían las más básicas al momento de explorar la historia regional. Otra crítica que formula Miño son los objetivos y sus alcances: …es claro que la historiografía regional permite al investigador identificar las peculiaridades del proceso histórico regional, que pueden resultar contrastantes de una región a otra. En términos enunciativos es evidente también que el conocimiento de las particularidades es imprescindible para poder comprender el comportamiento de las sociedades regionales y, a mi parecer, también debe serlo para explicar el proceso histórico de la sociedad colonial o nacional en su conjunto, y moderar así las imprecisas o inexactas generalizaciones que se suelen hacer de manera frecuente. Tampoco hay duda de la importancia de la comparación de dos o más procesos regionales de sociedades que vivieron procesos históricos semejantes, en medios sociales diferentes. 52

Obviamente el autor otorga importancia a los estudios regionales, reconoce su valor y sus alcances, sin embargo su principal crítica es que se trata de la condición geográfica que determina a la historia regional. Si el objetivo de la historia regional es “conservar adecuadamente la correspondencia que debe existir entre el proceso histórico estudiado, la sociedad que lo vivió y el espacio y el tiempo en que ocurrió” 53 es evidente que debe haber una delimitación precisa, no solamente de espacio sino de tiempo y región. Por lo tanto la 51 Miño, Manuel, Op. Cit. p. 871-872 52Ibídem, p. 878-879 22

historia regional es la especificación del espacio en término medio, no enfocándose en una localidad sino en un conjunto que sirva como puente para establecer un dialogo entre lugares y el territorio macro. Aguirre Rojas aporta a lo anterior con una observación pertinente: Porque todo historiador debe considerar esa dimensión espacial de los fenómenos que estudia. Todo acontece en unas determinadas coordenadas geográficas. Pero considerar a esa dimensión geográfica o espacial como parte de los elementos del análisis, no significa que dicha dimensión sea el objeto mismo de nuestra investigación. Porque si no fuera así, todos seriamos historiadores locales, o todos seriamos historiadores regionales, si por sólo atender dicha dimensión espacial se considerara que estamos haciendo historia local o regional. En cambio, la historia local quiere dar cuenta de lo local, y la historia regional intenta explicar a la región, mientras que cualquier historiador serio toma en cuenta a esa referida dimensión espacial.

Recordemos el esquema de elaboración propia presentado más atrás, en dicho esquema, a pesar de estar expuesto en manera escalonada se trata de un proceso en un mismo plano. Ninguno de los niveles es independiente de otro, el conjunto tripartito se complementa con todas sus diferencias y variadas formas. Otro problema que menciona Miño es la característica totalizante de la historia regional, que según el autor, es un problema que acarrea una ambición desmedida. “Sólo investigar y explicar la formación de la estructura social regional puede llevar muchos años, lo que es irrelevante si el historiador no está armado de los métodos más actualizados de la demografía histórica.”54 De ahí la importancia de la especificidad que tanto caracteriza la historia regional, si bien la ambición a la que hace referencia Miño es evidente es tarea del historiador regional establecer límites metodológicos al establecer y exponer la región como objeto de estudio. Arturo Taracena ofrece una respuesta al planteamiento de Miño: La primera respuesta es señalar que ese alegato en torno a una “histoire totale” es una meta ideal de investigación, que seguramente no se logrará, pero que marca la aspiración de ver a la historia regional como un campo de investigación global. La segunda es que las regiones históricas en Hispanoamérica sirven para comprender la dimensión de las rupturas y las transformaciones del Estado colonial y del Estado nacional, pues éstas se muestran en ellas de forma más concentrada. Pero, además, pienso que una respuesta concreta a la duda de Miño Grijalva la da Eric Van Young cuando parte de considerar que, una vez que nos hemos propuesto hacer historia regional y hemos definido un objeto de estudio, resulta sano partir de la siguiente sentencia: “una región es una hipótesis a comprobar”55

53 Ibídem, p. 878 54 Ibídem, p. 884 55 Taracena, Arturo, Op. Cit. p. 189-190 23

Agregado a eso Miño confunde el término regional con el de provincia: “En este sentido sería equivocado pensar que sólo porque existen historias o crónicas municipales o estatales, éstas de por sí son historia regional. ¿Qué son entonces? Son historia y crónica simplemente, que vienen a ser lo sustancial de una unidad político-administrativa determinada.”56 Puede existir estudios de regiones establecidas en la capital del país, la magnitud de la Ciudad de México podría ser un elemento susceptible de ser dividido en regiones, por lo tanto la región es una construcción teórica del historiador y como tal no se limita a municipios, estados o ciudades, el sentido de la región es el conjunto medio de lugares conformadores. Martínez Assad define: Con esto quiero decir que en la historia regional concibo sobre todo una perspectiva de análisis, donde uno se sitúa en un lugar de un país, de una nación, en este caso México, con el propósito de captar el conjunto, desde luego llevando a ese conjunto una gran cantidad de elementos que el conjunto había desechado, que no había aprovechado o simplemente había dejado de lado. En ese sentido, la historia regional se construye y se reconstruye a sí misma todos los días, porque no estudia regiones determinadas sino que va generando el espacio estudiado a lo largo de la propia investigación, porque al final cada región tiene que ver con el tiempo histórico que le ha tocado vivir y, por lo tanto, es el tiempo histórico que el investigador decide intervenir, donde las condiciones de cada región cambian de manera notable.57

Tal definición nos demuestra que la historia regional, región y demás conceptos relacionados no son estáticos, se construyen y reconstruyen en cada caso particular a estudiar. Por ello definimos región como: una construcción teórica del historiador, depende de él construir una región y delimitarla, por ello se explica la controversia en la metodología de la historia regional. Al ser un producto creado por el historiador no se tiene una definición estable ni una metodología o técnicas convencionales. Martínez Assad concluye: “A veces se vuelve más complejo acercarse a la realidad de las regiones a través de la historia regional porque tenemos que ser multidisciplinarios, es decir, incidir en esa realidad a través de diferentes técnicas de investigación que al final nos van a permitir la definición de ese nuevo espacio que el investigador ha construido.”58 La complejidad a la que se refiere Assad es quizás la dificultad que señala Miño en su artículo. Eric Van Young aporta a la definición de historia regional, sin embargo se enfrasca en términos económicos: El concepto de región en su forma más útil es, según creo, la "espacialización" de una relación económica. Una definición funcional muy simple sería la de un espacio geográfico con una frontera que lo delimita, la cual estaría determinada por el alcance efectivo de algún sistema cuyas partes interactúan más entre sí que con los sistemas 56 Miño, Manuel, Op Cit. p. 890 57 González, Luis, Carlos Martínez Assad y Carlos Aguirre Rojas, “Mesa redonda…”, p. 203 58 Ibídem, p. 201 24

externos. Por un lado, la frontera no necesita ser impermeable y, por otro, no es necesariamente congruente con las divisiones políticas o administrativas más familiares y fácilmente identificables, o aun con los rasgos topográficos. 59

A pesar de que simplifica la definición se le pueden agregar varios elementos como son: relaciones sociales, políticas y culturales y no solo económicas. El objeto de estudio de la historia regional son estas relaciones, son las interacciones las que determinan la región. Una vez más Taracena abona a la definición de historia regional: En definitiva, la historia regional implica analizar la construcción de un territorio a través de sus actores sociales y de las dinámicas políticas, económicas y sociales que éstos producen en él. El territorio de una región es un espacio de fronteras -internas y externasno necesariamente homogéneo en lo geográfico y supeditado a un fenómeno de expansión-contracción, según la fuerza y la intensidad de la experiencia regionalista y su consecuente planteamiento de autonomía en el tiempo largo. El origen de una región normalmente suele anteceder al Estado nacional, de ahí que sus características primigenias no estén necesariamente supeditadas al comportamiento de éste. Sin embargo, a nadie escapa que las regiones inciden en el desarrollo histórico del mismo, el que a su vez, en su proceso de consolidación, tiende a desestructurarlas y/o reestructurarlas. 60

Tal concepción da respuesta a las preguntas y dudas que plantea Miño. Amplia bastante las concepciones previas de región como las de Eric Van Young. Podemos concluir que la historia regional es una corriente en constante cambio y esos cambios responden a las necesidades del historiador quien le otorga sentido a la región y a su historia. Varios críticos han tratado de desacreditar la historia regional, sin embargo los estudios regionales siguen en boga, es indiscutible la funcionalidad de estos trabajos. Su función principal recae en la capacidad explicativa de determinados procesos que no pueden ser analizados de manera local ni nacionalmente. Por lo tanto se trata de una historia que se suscribe en el promedio, es decir, en un término medio que forma parte de un conglomerado funcional. Aunque distintos autores se cuestionen la existencia de la historia regional el simple hecho de abordar el tema la hace posible. Se ha hablado y discutido durante largo tiempo la presencia, la pertinencia, la metodología de la historia regional. El hecho es que se lleva hablando de esto durante mucho tiempo, las discusiones alimentan la historia regional como cualquier debate entre seguidores de paradigmas. Quizás la “crisis” permanente en la que se encuentra la historia regional la mantiene con vigencia, es decir, cuando hacemos referencia a la crisis de la historia regional no nos referimos a una crisis en su metodología o de su existencia, sino al debate que alimenta y retroalimenta. Esas discusiones son de vital importancia para comprender, no solo la historia regional, sino los mismos procesos historiográficos que encierra el debatir los alcances y sentidos de las distintas corrientes, las cuales forman parte de todo el aparato historiográfico. Por su 59 Van Young, Eric, “Haciendo historia regional…” 101-102 60 Taracena, Arturo, Op. Cit p. 203-204 25

mismo carácter regional es quizás que la historia regional sirva de puente entre distintas disciplinas y la historia así como elemento conformante de un conjunto de saberes históricos. La historia regional se encuentra así en un término medio, entre el debate y la práctica historiográfica.

26

Bibliografía 1. Bohem, Brigitte, “El enfoque regional y los estudios regionales en México: geografía, historia y antropología”, en Relaciones, núm 72, otoño 1997, pp. 16-46. 2. Burke, Peter (ed.) Formas de hacer historia, Madrid, Alianza Editorial, 1993, 313 p. 3. -----------, ¿Qué es la historia cultural?, Barcelona, Paidós, 2006, 169 p. 4. -----------, “From Cultural History to Histories of Culture” en Memoria y civilización, núm. 1, España, Universidad de Navarra, 1998, pp. 7-24. 5. De la Peña, Guillermo, “Los estudios regionales y la antropología social en México” en Relaciones, núm. 8, otoño 1981, pp. 43-93. 6. Ginzburg, Carlo, “Huellas. Raíces de un paradigma indiciario” en Tentativas, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2003, pp. 93-155. 7. ------------ “Acerca de la historia local y la microhistoria” en Tentativas, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2003, pp. 253-267. 8. ------------ “Microhistoria: dos o tres cosas de sé de ella” en Manuscrits: Revista d'història moderna, España, Universitat Autónoma de Barcelona, núm. 12, 1994, pp. 13-42. 9. González Luis, Invitación a la microhistoria, México, SEP, 1986. 145 p. 10. ------------ “Terruño, microhistoria y ciencias sociales” en Pedro Pérez Herrero (comp.), Región e historia en México (1700-1850), México, Instituto Mora, 1991, pp.23-36. 11. ------------ “Itinerario del microhistoriador” en Todo es historia, México, Cal y Arena, 1989, pp. 237-250. 12. ------------, Carlos Martínez Assad y Carlos Aguirre Rojas, “Mesa redonda: microhistoria mexicana, microhistoria italiana e historia regional” en Relaciones, núm. 101, invierno, 2005, pp. 193-224. 13. Lacomba, Juan, “La historia local y su importancia” en Leis, Vicente, (coord.) Actas I Congreso de Historia de Linares, España, Centro de Estudios Linarenses, 2012, 470 p. 14. Lameiras, José, “El ritmo de la historia y la región” en Secuencia, núm. 25, eneroabril, 1993, pp. 111-122. 15. Levi, Giovanni, “Sobre microhistoria” en Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia, Madrid, Alianza Editorial, 2003, pp. 119-143. 16. Lizama Silva, Gladis, “Región e historia en el centro occidente de México” en Relaciones, núm. 60, otoño, 1994, pp. 13-39. 17. Medina Rubio, Arístides, “Teoría, fuentes y método en la historia regional” en Relaciones, núm. 15, verano, 1983, pp. 88-108. 18. Miño Grijalva, Manuel, “¿Existe la historia regional?” en Historia mexicana, núm. 204, abril-junio, 2002, pp. 867-897. 19. Ortega Noriega, Sergio, “Hacia la regionalización de la historia de México” en Estudios de historia moderna y contemporánea, núm. 8, UNAM, pp. 9-21. 20. Pawlwsky, Verena, “Luxury item or urgent commercial need? Occupational position and automobile ownership in 1930s Austria” en The Journal of Transport History, núm. 2, EUA, SAGE Publications, 2013, pp. 177-195. 21. Pérez Herrero, Pedro (comp.) Región e historia en México (1700-1850), México, Instituto Mora, 1991. 263 p. 22. Serna Justo y Anaclet Pons, Cómo se escribe la microhistoria. Ensayo sobre Carlo Ginzburg, Madrid, Frónesis-Cátedra-Universitat de Valencia, 2000, 286 p. 27

23. Smith, Carol, “Sistemas económicos regionales: modelos geográficos y problemas socioeconómicos combinados” en Pedro Pérez Herrero (comp.), Región e historia en México (1700-1850), México, Instituto Mora, 1991, pp.37-98. 24. Taracena, Arturo, “Propuesta de definición histórica para región” en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 35, enero-junio 2008, p. 181-204 25. Van Young, Eric, “Haciendo historia regional: consideraciones metodológicas y teóricas” en Pedro Pérez Herrero (comp.), Región e historia en México (1700-1850), México, Instituto Mora, 1991, pp. 99-122. 26. Viqueira, Juan Pedro, “Historia regional: tres senderos y un mal camino” en Secuencia, núm. 25, enero-abril 1993, pp. 123-137. 27. Wallerstein, Immanuel, Unthinking Social Science: The Limits of Nineteenthcentury Paradigms, EUA, Temple University Press, 2001, 304 p.

28