Ensayo Sobre El Aborto

Ensayo sobre el abortoDescripción completa

Views 325 Downloads 0 File size 138KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

¿ES EL ABORTO INMORAL? Uno de los debates más controvertidos que se dan hoy en día, es el referente a la despenalización del aborto. Ésta ya fue aprobada en la capital de nuestro país (de manera parcial, o sea, durante el primer trimestre del embarazo), y ha marcado pauta para que se inicien procesos legales de la misma índole en varios estados de la república. Sin embargo, la discusión continúa, y es que no es un asunto que se pueda despachar de un plumazo. El objetivo del presente ensayo será responder a la pregunta "¿es el aborto inmoral?¨ Yo sostengo que no, por lo menos no durante ese primer trimestre, y defenderé una postura liberal moderada. Trataré de que mi argumentación vaya más encaminada a la cuestión de la moralidad o inmoralidad del aborto en sí, que a la moralidad o inmoralidad de la penalización de este, pues aunque a primera vista parezcan la misma cosa porque refieren a una misma problemática, no lo son. De hecho, será necesaria una constante distinción de términos a lo largo de mi exposición, con el fin de ir acotando hacia el que me parece el punto central de la discusión. Veamos, pues. En primer lugar, hay que contextualizar (aunque sea de manera muy breve) el asunto a tratar. Hay posturas y argumentos de toda clase, y para poder tener los propios, es pertinente entender el panorama general. A primera vista, podemos pensar que nos enfrentamos a un debate completamente polarizado, la lucha entre el derecho a la vida contra el derecho de la mujer a decidir libremente sobre su cuerpo (que son básicamente y de manera muy superficial los argumentos sobre los que se suelen sustentar los defensores conservadores y liberales, respectivamente). Pero no es un asunto tan simple, no 1

se trata de decir si estás totalmente a favor o totalmente en contra de la despenalización del aborto. Como señala Gustavo Ortiz: "más que ver el problema como un asunto dicotómico, habría que verlo como una gradación, como un espectro de posiciones que van de la más radical oposición a cualquier tipo de despenalización del aborto, hasta la más férrea de los derechos reproductivos de la mujer por sobre la vida del feto." 1 En medio de las opiniones más radicales (ya sean de carácter liberal o conservador) podemos hablar de posturas moderadas, que tratan de encontrar un equilibrio entre ambos extremos. Sin embargo, ni siquiera ese equilibrio es tan fácil de encontrar, puesto que la moderación siempre tenderá a inclinarse ya sea hacia un lado u otro. A pesar de esto último, pienso que este ejercicio ya constituye de alguna forma un avance en la solución del conflicto. En mi breve experiencia, la mayoría de los casos en los que se establece una dicotomía radical (con polos a los que se les atribuye una estricta exclusividad con respecto a su opuesto), son prácticamente imposibles de resolver debido a su imposibilidad para encontrar consenso (pues es lógico que ninguno quiera ceder, así que los asuntos se vuelven "innegociables"). Aunado a esto, hay argumentación para derrocar ambos extremos, fundamentada no sólo sobre una base jurídica, sino también moral (aunque debería recalcarse que toda ley es dependiente de algún modo u otro de una cierta moralidad). Como dije anteriormente, me pronunciaré a favor de una posición liberal moderada y no una

1 Gustavo Ortiz, "Conservadores, liberales y moderados: un mapa de posiciones" en La moralidad del aborto, p. 17

2

liberal radical (es decir, apoyo la despenalización del aborto, pero sólo durante las primeras 12 semanas del embarazo). Antes de decir si el aborto constituye un acto inmoral o no, podría cuestionarse si efectivamente es un problema de esta índole. Existen partidarios liberales que creen que llevar el debate al campo moral es concederle "ventajas" a los conservadores. Suelen sustentar esta afirmación en dos grandes prejuicios acerca de la moral: que depende de la religión y que enuncia únicamente los criterios particulares de cada individuo sobre lo que está bien y lo que está mal. Este desconocimiento sobre qué es la moral conlleva todavía más al desacuerdo. En palabras de Ortiz: [...] la cuestión moral [...] suele dejarse de lado, en especial por parte de quienes tienen una posición liberal a favor de la despenalización del aborto. Muchos de ellos creen que, si se ve al aborto como un problema moral, entonces le darán argumentos a los conservadores que están en contra de la despenalización -cuya posición tiene en principio un fundamento religioso. Pareciera que si se ve el problema desde un punto de vista moral llevaríamos el debate al terreno religioso 2

Podemos rebatir ambos prejuicios. Por un lado, "es un asunto de moralidad si pensamos que la mayoría de los sistemas morales no admite el asesinato de personas inocentes. No obstante, si pensamos que esta gente sólo expresa sentimientos subjetivos, se terminará por verlos como individuos irracionales sobrecogidos por su ideología y sus prejuicios" 3. En cuanto a la dimensión 2 Gustavo Ortiz, "La moralidad de la ley y la moralidad del aborto", op. cit, p. 38 3 Gustavo Ortiz, "El aborto, la subjetividad de la moralidad y la ley", op. cit, p. 94

3

religiosa de la moral, habría que decir dos cosas: que afirmo que no hay dependencia lógica alguna entre moral y religión, y que aunado a esto, esa independencia ayuda a encarar de manera frontal los argumentos conservadores. Sobre esto, Roland Dworkin escribe: "En una cultura política que insiste en justificaciones laicas de su derecho penal, el argumento de carácter autónomo según el cual el aborto temprano es pecado porque cualquier aborto insulta y frustra el poder creativo de Dios es una razón para criminalizar el aborto que no puede tenerse en cuenta."4 Todo lo dicho hasta ahora me hace llegar a otra puntualización clave. Considero que la defensa de la postura liberal en términos de los derechos de la mujer o las consecuencias sociales, si bien también me parecen sólidos para defender mi posición, carecen de efectos directos contra el principal argumento conservador: el aborto es inmoral puesto que atenta contra la vida de un inocente, y toda vida es sagrada. Esta defensa a ultranza del derecho a la vida es lo que en muchas ocasiones ignora el liberal cuando argumenta a favor de la despenalización invocando las consecuencias en términos de salud pública que tiene el aborto o cuando habla de los derechos de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. En términos de salud pública y de derechos de la mujer no se mina en lo absoluto la fuerza del argumento conservador.5

Éste argumento es muy fuerte porque la sacralidad de la vida no sólo puede defenderse en términos puramente religiosos (los cuales, como ya vimos, son irrelevantes en materia de derecho), sino también desde una perspectiva 4 Ronald Dworkin, "La moralidad del aborto" en El dominio de la vida, p. 63 5 Gustavo Ortiz, op. cit, pp. 18-19

4

enteramente laica: "Sin duda este es el punto medular en la discusión sobre la moralidad del aborto: si éste constituye el asesinato de un ser cuya vida es muy grave terminar, es decir, un ser humano o una persona." 6 Sin embargo, cuestionaré a partir de qué momento podríamos atribuirle al feto el título de persona digna de consideración moral, mostrando que hay elementos para decir que en el momento de la fecundación y las primeras semanas de embarazo todavía no podemos hablar de un sujeto "digno" de dicha consideración. Cuestionaré además la idea de que toda vida humana es igualmente sagrada. Porque no encuentro fundamentos suficientemente convincentes, como para afirmar que por el simple hecho de existir y pertenecer a la raza humana, todas las vidas posean intrínsecamente el mismo valor. Contrario a esto, pienso que hay ciertos criterios para pensar que hay vidas más o menos valiosas (en cierto sentido); y en este caso más aún, cuando toca ponderar entre la vida de una mujer "hecha y derecha" y un "posible ser" cuyo carácter moral es presa de intensa discusión y cuyo futuro es realmente más incierto. Es necesario, desde luego, ahondar detalladamente en las conclusiones que estoy poniendo en juego. Ya de entrada podemos decir que el concepto de persona resulta bastante ambiguo. ¿Qué es exactamente lo que queremos decir con eso? Veamos algunas de las posibles respuestas. ¿Del hecho de que un embrión recién fecundado tenga la información genética perteneciente a la especie humana, podemos sacar

6 Gustavo Ortiz, "El aborto, el homicidio y la hipocresía de la ley", op. cit, p. 58

5

conclusiones morales convincentes? Difícilmente. Estamos hablando sólo de una situación fáctica que no tendría por qué tener repercusiones concretas de valor. Por otra parte, se argumenta que un embrión es una persona en potencia, pero nuevamente nos vemos inmiscuidos en las complicaciones que se derivan de esta reflexión. Ni siquiera para el sentido común es válido acreditarle el mismo valor a un ser en potencia que a un ser real: "nunca pensamos que las entidades potenciales tengan el mismo valor que las entidades reales: no juzgamos igual a quien destruye un costal de semillas que a quien destruye un bosque." 7 Además, esta no es la única línea argumental por la que podemos atacar. Podríamos acudir a la ciencia y los recientes descubrimientos sobre la totipotencialidad de las células madre. Otra consideración pertinente al respecto es que un cigoto tiene la potencialidad de convertirse en persona [...]; un cigoto también tiene lo que se conoce como totipotencialidad; ésta es la capacidad que poseen las células embrionarias no sólo de multiplicarse, sino también de diferenciarse en distintos tipos celulares para lograr la reconstrucción de las partes del organismo que pudieran faltar.8

En realidad no hay un concepto científico de persona como muchos críticos al aborto quieren hacer creer. Como ya vimos, ni el código genético ni la potencialidad bastan: "Tratar de derivar el concepto de persona de una determinada estructura de ADN o de otras propiedades biológicas es cometer una

7 Gustavo Ortiz, op. cit, p. 51 8 Ídem

6

falacia: la falacia naturalista, que consiste en querer derivar valor moral a partir de propiedades puramente naturales."9 Ahora bien, como precisamente no existe dicho concepto para definir lo que es un ser humano, estos argumentos podrían funcionar de modo totalmente opuesto, algo así como: -Dado que no existe un medio contundente (ni siquiera la ciencia) para demostrar a partir de cuándo podemos considerar a una persona como tal, el concepto de humano se vuelve ambiguo y da pie a un sinfín de interpretaciones igualmente "razonables". Por lo tanto, interpretar al cigoto como persona desde el momento de la fecundación es igualmente válido. Éste es un factor crucial a considerar. Lo cierto es que si bien, efectivamente, no tenemos un conocimiento lo suficientemente objetivo de cómo definir el término persona, si podemos darnos una idea basándonos en ciertos criterios bastante razonables como la conciencia. El criterio que muchos pensamos debe emplearse para distinguir a la célula que es el cigoto de un feto de nueve meses, es que se pueda predicar de él la condición de persona, y por lo tanto, atribuir conciencia. Lo que hace que demos un valor especialmente importante a un ser humano es que le podamos atribuir una gama de predicados psicológicos que tienen que ver con la conciencia. Esto sólo se origina después de que ha aparecido el sustrato biológico que posibilita dichas características, es decir, el sistema nervioso central, y en específico la corteza cerebral. 10

Dichos predicados psicológicos no aparecen hasta aproximadamente las semanas 22 a 24 del embarazo. ¿Por qué entonces, defiendo el aborto con límite en la 9 Íbid, p. 52 10 Íbid, p. 80

7

semana 12? Más que nada, para "ir a la segura", y como estrategia de moderación que pueda encontrar más fácilmente un consenso en el intenso debate. Comprendo que con todo y esto, un conservador radical se verá rejego a aceptar que hemos demostrado que el aborto no es un acto inmoral, si decide apelar al principio de que toda vida humana es sagrada intrínsecamente. De cualquier manera, creo que podemos aceptar ese principio del valor intrínseco de la vida y sin embargo mantenernos en la posición que ya hemos delimitado, bien lo dice Dworkin: "aunque casi todo el mundo acepta el principio abstracto de que es intrínsecamente malo que la vida humana [...] se frustre, las personas discrepan acerca de cuál es la mejor respuesta a la cuestión de si la muerte prematura, cuando puede evitarse, supone siempre la más grave frustración de la vida." 11 Hay dos maneras de entender la sacralidad de la vida: por una inversión meramente biológica o por una inversión personal, es decir, el valor intrínseco no se da por el simple hecho de "existir" y ya (como lo mencioné anteriormente, las cualidades biológicas no nos dicen nada sobre el valor moral de este o aquél ser). Por lo tanto, si entendemos el valor intrínseco de la vida humana por la inversión personal que cada humano le da a su existencia, y además, negamos que el óvulo recién fecundado sea una persona y aceptamos que esta "cualidad" sólo surge hasta cierto punto del embarazo, entonces podemos afirmar que el aborto no es inmoral en sí mismo. Concluyo citando nuevamente a Roland Dworkin. Reconocer la santidad de la vida no significa intentar manipular el destino para que en total se vivan las mejores vidas; significa, más bien, no frustrar las inversiones

11 Ronald Dworkin, "¿Qué es lo sagrado?", op. cit, p. 120

8

depositadas en la vida. Por esta razón, la opinión liberal se preocupa más por las vidas que las personas tienen ahora, las vidas de verdad, que por la posibilidad de otras vidas por venir.12

Bibliografía  

Ortiz, Gustavo, La moralidad del aborto. Siglo XXI, México, 2009 Dworkin, Ronald, El dominio de la vida. Trad. de Ricardo Caracciolo y Víctor Ferreres. Ariel, Barcelona, 1998 Elaboró: Miguel Ángel Madrigal Peña No. de palabras: 2305

12 Íbid, p. 133

9