Ensayo Humano demasiado humano

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Recoge Manuel Barrios Casares una calificación que el mismo Nietzsche le otorgo en Ecce Hommo a su obra: “monumento de una crisis”. Humano demasiado humano: Un libro para pensadores libres (en alemán: Menschliches, Allzumenschliches. Ein Buch für freie Geister) 1 aparecido el primer volumen en mayo de 1878, atestigua profundas rupturas en el pensamiento y en la vida de Friedrich Nietzsche, desde aquella con su gran maestro Schopenhauer, y amigo Richard Wagner, hasta aquella que efectúa consigo mismo y sus viejas concepciones. Una ruptura de tipo estética también es necesario remarcar, ya que es aquí donde ensaya por vez primera y a conciencia el uso de aforismos, cortos y penetrantes, como instrumento de escritura y comunicación de su pensamiento profundo, incisivo y a veces hasta contradictorio. Resumen. Segunda Parte: “Para la historia de los sentimientos morales” Nietzsche inicia el primer aforismo de la segunda parte del texto en cuestión describiendo lo que llama por “observación psicológica”. Además de definirla por la acción de observar, también la caracteriza como un tipo de reflexión, que tiene por objeto “lo humano”. Más adelante la caracteriza como un “arte” y también como una “ciencia”. Esta, se encargará específicamente de hacer la “pregunta por el origen y la historia de los llamados sentimientos morales”2 resolviendo a medida que avanza y planteando a su vez nuevos problemas. Si bien, plantea Nietzsche, en tiempos pretéritos sus ventajas fueron apreciadas, el estado en el que se encuentra hacia el siglo XIX, actualidad del autor, es principalmente de olvido y menosprecio3. Para explicar esta situación, el filósofo arriesga la hipótesis de que en realidad, en contra de las ventajas que se le podrían atribuir 4, el desconocimiento de este arte podría contribuir más a la felicidad y al bienestar y por ende hacer avanzar a la humanidad más de lo que podría hacerlo su práctica. Lo cierto es que si bien el filósofo aparenta problematizar la cuestión de sus posibles ventajas o desventajas, al mencionar las consecuencias que trae su falta de consideración

1 NIETZSCHE, F. Humano, demasiado humano. Primer volumen. Trad. Alfredo Botons Muñoz. Madrid, Akal, 2007. 2 Ibid. p. 66. 3 Cfr. p. 64. 4 [La reflexión psicológica] ”forma parte de los medios por los que se puede aliviar la carga de la vida; (...) procura presencia de ánimo en situaciones difíciles y entretenimiento en ambientes aburridos (...) de los trances más espinosos y desagradables de la propia vida uno puede extraer sentencias y con ello sentirse un poco mejor”. Ibíd. p. 64.

en la historia de la humanidad 5 el lector puede observar que Nietzsche toma una firme posición y cifra sus esperanzas en la práctica de este arte. Atravesando estos primeros aforismos introductorios, se observa que existe un tema vertebral sobre el cual será aplicada esta reflexión psicológica y que a su vez Nietzsche la extendera hacia otros subtemas que se desprenden del principal. Este mismo, es la libertad de albedrío y en consecuencia por derivación, la responsabilidad ética del hombre. Adelantando el final de la trama, Nietzsche llega a la conclusión de que los actos humanos no son ni libres (no tenemos la posibilidad de decidir si ser de una manera u otra y menos de actuar de una manera u otra) ni por ende, capaces de ser considerados responsables de éstos ya que somos el producto de grandes elementos condicionantes. Además, en el caso de que fuéramos libres y responsables, no existe ni ha existido un criterio universal común sobre lo que es bueno o malo como para juzgar desde aquí las acciones, habrá que reconocer, en fin, en palabras del autor, que “el ámbito de las ideas éticas está en constante fluctuación”6. Nietzsche comienza describiendo en el aforismo 39 el recorrido histórico de los sentimientos morales. En la primera de las cinco fases en las que divide el desarrollo de este sentimiento moral, sostiene que la valoración de bueno o malo se aplicaba sobre las acciones, teniendo como criterio sus consecuencias útiles o perjudiciales. En una segunda fase y tras experimentar el olvido total del origen utilitario del criterio valorativo sobre lo bueno o lo malo, se comienza a considerar a estos como inherentes a las acciones es decir portadoras “en sí” de ellos; se comienza a tomar como causa lo que es en realidad efecto. Ya en una tercera fase serán los motivos los susceptibles de juzgarse como buenos o malos y los actos como “moralmente ambivalentes”. Finalmente, en el cuarto estadio, dice Nietzsche “se hace así sucesivamente al hombre responsable de sus efectos, luego de sus actos, luego de sus motivos y, por último, de su ser” 7 es decir que, no contentos con haber responsabilizado al hombre de lo que hace o no y seguidamente de los motivos que mueven a estos actos se establece que este, es también responsable de ser de una manera u otra. Por último avecina Nietzsche una quinta y última fase en la cual se descubre el error de estas conclusiones, el hombre no es responsable ni de su ser, ni de sus actos, ni de sus motivos ni de sus efectos ya que es “una consecuencia entera y absolutamente necesaria, y 5 “(...) los errores de los más grandes filósofos tienen habitualmente su punto de partida en una explicación falsa de determinados actos y sentimientos humanos (...) cimentada sobre un análisis erróneo, por ejemplo, de los llamados actos altruistas, se erige una ética falsa, y luego se recurre a su vez con gusto a la religión y a los disparates mitológicos, hasta que finalmente las sombras de estos lúgubres espíritus acaban por proyectarse también sobre la física y toda la concepción del mundo”. Ibíd. p. 66.

6 Ibíd. p. 76. 7 Ibíd. p. 68.

derivar de elementos e influjos de cosas pasadas y presentes”8. Dirá el filósofo que la historia de los sentimientos morales, es enteramente “la historia de un error” y este, es el error de la libertad de albedrío de la cual deriva el de la idea de responsabilidad. Para graficar una forma de incurrir en el error sobre esta cuestión, Nietzsche introduce el pensamiento de Schopenhauer, el cual estructura su pensamiento a partir de un razonamiento viciado: si como consecuencia de un cierto acto lo que se encuentra es “desazón” o un sentimiento de culpa, se puede concluir que en la raíz del acto hubo una posibilidad de actuar de una manera u otra, hubo deliberación consciente y controlada y por ende responsabilidad (se observa que el error consiste en tomar el efecto por la causa). Schopenhauer va a creer que la esfera del “ser” del hombre es la única en la que se presenta la libertad y la responsabilidad: lo único que el hombre puede hacer libremente es determinarse un carácter. Pero esta afirmación le habilita a Schopenhauer a sostener que de alguna rebuscada manera también somos libres de actuar de una forma u otra, ya que el hombre puede discernir entre motivos, aunque estos estén previamente influidos por el carácter. Nietzsche negara esta tesis de entero. Se considera que el aforismo en cuestión sirve para afirmar la tesis sobre la relatividad de las valoraciones de bueno y de malo ya que el hecho de que en sus origenes se hayan relacionado con razones utilitarias se supone que rechaza la idea de su procedencia universal, trascendente. También resulta esclarecedor con respecto a la tesis de Nietzsche sobre la irresponsabilidad y la libertad, ya que si bien no es aquí en donde expone sus argumentos, formula su idea de manera clara y concisa. Por otro lado, en el aforismo 42

Nietzsche nos revela el hecho de que cada cultura

establece una determinada “jerarquía de bienes según un egoísmo inferior, superior o supremo”9. En base a esta y no a un criterio universal y trascendente se juzga y se actúa. “Preferir un fin inferior (por ejemplo, el goce sensual) a uno estimado superior (por ejemplo, la salud) pasa por inmoral”10 en cambio, preferir el fin que se ha establecido como superior será lo moralmente bueno y estimable. La particularidad que Nietzsche introduce en esta categoría es su carácter mudable, la cual se encuentra en constante modificación ya que es determinada por el “grado de inteligencia” del que dispone una comunidad o individuos. Nietzsche nos presenta esta categoría, con sus particularidades, con el fin de desestabilizar la idea del mal y el bien “metafísico-trascendental”. Ni el bien ni el mal universal existen, ya que como se vio tienen un origen impuro, terrenal, ligado a las necesidades mundanas del hombre, y además son establecidos y cambiados sucesivamente en cada época y lugar, pero, lo más importante aquí es el hecho de que no existe un individuo libre que pueda ser 8 Ibídem. 9 Ibíd. 69. 10 Ibídem.

juzgado según estos parámetros. Los hombres son necesariedad pura. A continuación se verá por qué. Dos son los elementos que en este fragmento de la obra nietzscheana nos darían la pauta de que el obrar humano no está movilizado principalmente, en contra de lo que se vino pensando de manera obstinada, por la supuesta facultad distintiva del hombre, la razón, sino por fuerzas mucho más ligadas a nuestra animalidad: la búsqueda del placer o su correlato, la evitación del displacer y el instinto de autoconservación. El aforismo 107 reza: “El único anhelo del hombre de gozar de sí mismo (amén del temor a verse privado de ello) se satisface en todas las circunstancias, obre el hombre como pueda, es decir, como deba: sea mediante actos de vanidad, de venganza, de placer, de utilidad, de maldad, de astucia, sea mediante actos de sacrificio, de compasión, de conocimiento”11. Nietzsche observa que en la sed de compasión también hay oculta una sed de goce de sí mismo, aunque, es esta a expensas de un otro. En la exhibición de su desgracia, el enfermo y el afligido espiritual experimenta un cierto tipo de regocijo, un goce, al percibir que con sus lamentos ha podido causar dolor en otra persona, es decir, reconoce que pese a su estado, todavía conserva un poder: el poder de causar dolor 12. También percibe Nietzsche otro componente esencial en la compasión, la exaltación de la vanidad. El enfermo y afligido se identifica todavía importante, en tanto que logra causar un efecto significativo en el otro. La vanidad, en el aforismo 89 es presentada también como una fuente de placer, que al igual que la compasión, es alimentada a expensas de otras personas13. Una de las maneras que observa Nietzsche tiene el hombre provocarse este placer es a partir de una previa sobreestimación de sí mismo, la cual generaría una falsa aunque alta opinión en los otros. Nietzsche se pregunta también en el aforismo 54 si optar por decir la verdad, lo que de hecho pasa usualmente en la vida cotidiana de los hombres, no se relacionaría también con una evitación del displacer representado en el trabajo que implica mantener una mentira, aquí se observa que no hay una valoración trascendental de la verdad14. Lo que Nietzsche hace aquí es vincular ideales de acción del cristianismo como la compasión, y la sinceridad, elementos que este se ha encargado de llenar de un valor en sí mismo, con con elementos claramente egoístas, mundanos, terrenales. Todos tienen una 11 Ibíd. p. 95. 12 “Extrae el desdichado una especie de placer de este sentimiento de superioridad de que le hace consciente el testimonio de la compasión” Ibíd. p. 73. 13 “(...) el hombre quiere complacerse a sí mismo, pero a expensas de sus semejantes, bien introduciéndoles una falsa opinión sobre si, o bien alcanzando un grado de “buena opinión” que inevitablemente fastidie a todos los demás (suscitando envidia)” Ibíd. p. 84. 14 “¿Por qué en la vida cotidiana los hombres dicen la verdad la mayoría de las veces? No por cierto porque un dios haya prohibido la mentira. Sino, en primer lugar, porque es más cómodo; pues la mentira requiere invención,disimulo y memoria. Ibíd. p.75.

misma raíz, tanto lo bueno como lo malo nacen de lo mismo, la búsqueda del placer, la evitación del displacer y el instinto de autoconservación, y, en tanto que estos motivos se encuentran más emparentados con un polo “animal”, primitivo, irracional, azaroso, no cabe responsabilizar al hombre por ello. Las consecuencias que se desprenden de esta idea, son resumidas por Nietzsche en el último aforismo del capítulo: “no le cabe ya elogiar ni censurar, pues es absurdo elogiar y censurar la naturaleza y la necesidad. Así como la obra de arte buena le encanta, pero no la elogia, pues ella no puede nada por sí misma, así como ante la planta, así debe proceder ante las acciones de los hombres, ante las suyas propias”. 15 En la necesidad no hay mérito ni hay culpa, ya que no hay multiples posibilidades de acción y una decisión posterior sobre una de estas, por ende, no cabe elogiar ni castigar. De esta raíz inocente, necesaria, brotan las acciones. "(...) todos estos motivos, por altisonantes que sean los nombres que les demos han brotado de las mismas raíces en que creemos que residen los venenos malignos; entre las buenas y las malas acciones, no hay una diferencia de género, sino a lo sumo de grado”16 Quinto Capítulo: “Indicios de cultura superior e inferior” Se podría arriesgar sin miedo a equivocarnos que el tema fundamental sobre el cual estructura su reflexión el filósofo en este quinto capítulo, es la cultura. Como productos o manifestaciones de esta misma se encuentran el arte y la ciencia, diferenciados en dos polos. Sus determinaciones particulares responden a especificidades en sus modalidades de pensamiento o “conducción del espíritu”; una intervendrá directamente sobre la realidad natural valiéndose de métodos rigurosos, la otra trabajará a partir de la sensibilidad y sin tener una guia metodica relevante. Debido a esto, las energías que generarán en el hombre tras su práctica serán diferentes, antagónicas. Nietzsche tendrá en el análisis un punto de comparación ideal, una “cultura superior” la cual, como su nombre lo indica, representaría la superación del estado de antagonismo previo, promoviendo en el hombre la formación de un “doble cerebro” que lo habilite a sentir por separado y diferenciadas tanto la ciencia, de un lado, como el arte, del otro. En el aforismo 278 plantea la nueva condición de esta cultura asimilada con la “danza” una actividad de vinculación y sincronización que implicaría esta vez a la ciencia de un lado y a la religión y metafísica del otro. En suma, Nietzsche plantea la necesidad de una armonía lograda entre lo que por su relación con lo aparente, con las pasiones, ilusiones y fantasías, inflama, excita, y brinda al hombre un goce directo, y entre lo que nos salvaría de ser sofocados por estos, la práctica de la ciencia, que si bien produce un cierto tipo de placer, a la vez también 15 Ibíd. p. 94. 16 Ibíd. p. 95.

enfría y endurece el ánimo. La verdad no siempre será una fuente de placer y por esta razón estarán presente siempre elementos pertenecientes al arte, la poesía, la metafísica y hasta la religión17. Por otra parte, aunque siempre ligado al tema principal antes mencionado, se observa que Nietzsche comienza a realizar en paralelo un análisis de ciertos factores comunes de comportamiento y determinación de los individuos. El “gregarismo de las opiniones” es definido por Nietzsche como un tipo de disposición, que se caracteriza por asumir posiciones no porque existan razones válidas y convincentes para ello, sino por “habituación” es decir, optar por lo corriente, por lo usual, en este caso, un conjunto de principios valorativos, ideales de acción, que constituyen la tendencia hegemónica de ese tiempo y lugar. La permanencia en el gregarismo de las opiniones conduce en el hombre al fortalecimiento del carácter, el cual se plasma en una conducta basada en “pocos motivos, accion energica, y buena conciencia”18(derivada esta última de la aceptación de nuestras acciones por parte de los espíritus gregarios al interior de una comunidad). Justamente el robusto de carácter lo es porque los pocos motivos que le brinda su limitado intelecto y entre los que decide su acción, le permiten agilizar el proceso de elección y volcar toda la energía a la ejecución de la acción. El objetivo de la educación en este sentido, será formar hombres de carácter fuerte, serviles, con un horizonte acotado de posibilidades19. De la combinación de la conducta gregaria y su efecto de consolidación de una identidad común, homogénea, y de la fortaleza de carácter, y su característica firmeza de acción, resultará aquel modo de ser que Nietzsche identifica, mantendrá, unirá y fortificara la cultura en cada época. Y en este punto se pregunta ¿qué es, entonces, aquello que permite su progreso? Esta tarea estará a cargo de las naturalezas débiles, pero de espíritu fuerte. Diría el filósofo que estos tienen la particularidad de estar menos integrados a la comunidad, tal vez a causa de una deficiencia moral y una de tipo física (Nietzsche plantea que la ventaja de esto también reside en que los enfermos o aquellos privados de una capacidad tienen más tiempo para dedicarse a sí mismos y pueden ser más prudentes) lo que le permite intentar cosas nuevas

17 Cfr. p. 164 18 Ibíd. 154. 19 En dos aforismos se presenta la tarea de la educación con claridad: “El entorno educativo quiere hacer servil a todo hombre, poniéndole ante los ojos siempre el mínimo número de posibilidades” Ibídem.(...) la tarea de la educación reza así: imbuirle tal firmeza y seguridad, que como conjunto no pueda ser nunca desviado de su meta. Ibíd. p.152.

y diversas20En su búsqueda de lo nuevo, le generan una herida los componentes solidificados de la costumbre. El progreso en la cultura consiste en la capacidad de asimilar estas heridas e incorporarlas al bagaje previo21. Nietzsche avanza en el estudio de las características psicológicas y proporciona una categoría conceptual para entender estas, esta es la de “tipo”. Los tipos, cabrían entenderse como órdenes genéricos de rasgos psicológicos, que brotan de una cultura determinada con condiciones específicas, y que prevalecen en la cultura en la que emergen. Por ejemplo, en en un tipo de cultura pretérita a la suya, caracterizada por la poderosa excitación del sentimiento religioso emergió el tipo “santo”. Para la supervivencia de la comunidad es necesario que algún tipo prevalezca y perdure con algunos rasgos comunes, pero para su desarrollo y progreso es necesario tambien la aparicion un tipo degenerativo. El tipo “genio” compartirá las características de aquella naturaleza débil que sin embargo dispone de un espíritu fuerte por contar con energías más poderosas. También habilitará Nietzsche a semejar el origen del genio con el del libre pensador. De esta semejanza, extraemos la característica principal del genio: la originalidad que le permite transitar nuevos caminos que los marcados por la tradición22 y no solo por esta, sino también que los caminos marcados por su origen, estamento o profesión. Aquí reside su “inmoralidad” y disruptividad. El sentido histórico como una actividad: ”consiste en poder reconstruir rápidamente (...) sistemas de pensamientos y de sentimientos a partir de motivos dados (...) Su primer resultado es que entendemos a nuestros semejantes como tales sistemas enteramente determinados y representantes de culturas diversas, es decir, como necesarios pero mudables. Y, a la inversa, que sabemos separar porciones de nuestra propia evolución y presentarlas autónomamente.” 23

20 “Es de los individuos disolutos, más inseguros y moralmente más débiles ele quienes en tales comunidades depende el progreso espiritual: son los hombres que intentan cosas nuevas y, en general,múltiples” Ibíd. p. 151

21 Un pueblo que en algún punto se gangrena y debilita, pero que en conjunto está todavía fuerte y sano, es capaz de absorber y de incorporar con ventaja la inoculación de lo nuevo”. Ibíd. p. 152. 22 “Alguien que ha extraviado por completo su camino en el bosque, pero que con descomunal energía se afana en cualquier dirección hacia la salida, descubre a veces un nuevo camino que nadie conoce: así nacen los genios cuya originalidad se celebra” Ibíd. 155. 23 Ibíd. 176.

Lo que dice NIetzsche aquí es que su práctica resulta importante ya que introduce la idea de “determinación”: somos el producto de la influencia de nuestro medio, entiéndase este por aquel configurado espacial y temporalmente. La cultura, como suelo del cual brotamos adquiere una relevancia nueva. También nos brinda la capacidad, al aislarnos de epocas preteritas, de mirar con distancia y conciencia los errores que hemos cometido. Dice Nietzsche que su ejercicio constituye uno de los indicios de una cultura superior. El estudio histórico de los tipos resulta de gran importancia también ya que prevendría del error de sacralizar un tipo determinado, olvidando la temporalidad y espacialidad que caracteriza a su producción.