Ensayo Final Descartes

Universidad del Claustro de Sor Juana Colegio de Humanidades Filosofía Casillas Badillo Karla Fabiola Descartes. Antropo

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Universidad del Claustro de Sor Juana Colegio de Humanidades Filosofía Casillas Badillo Karla Fabiola Descartes. Antropología cartesiana.

“Hay un niño y un mapa y una bola del mundo que lleva años enteros girando en un cajón oscuro.” Juan José Velez Otero

René Descartes, fue el primer filósofo de la modernidad. Conocido como el padre del racionalismo moderno, sentó las bases para toda la reflexión filosófica posterior. Fue tanta su influencia que todo el pensamiento moderno se concibe como sistemático y no sintético como en la Grecia y Edad Media1 .

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En la filosofía sistemática se rompe de tajo con la filosofía tradicional que recibe la herencia del pasado y ve la realidad como fundamento del conocimiento. La filosofía sistemática cree explicar la realidad desde un constructo racional y desde éste cree encontrar una explicación completa de la realidad.

Para el racionalismo el conocimiento no procede de la realidad externa captada por nuestros sentidos, realidad que percibe engañosa y de existencia dudosa; sino de la razón que se encuentra dentro de cada individuo y ofrece ideas que se nos presentan clara y distintamente. Esta postura inmanentista imposibilita la relación directa con el mundo percibido por los sentidos y solo busca el mundo real en la conciencia. Tratando el inmanentismo de despojar al hombre de la trascendencia encerrándolo en sí mismo. Primeramente vemos necesario describir, a grandes rasgos, las bases bajo las que está cimentada la antropología cartesiana para ubicarnos posteriormente en el terreno que nos atañe. La filosofía Cartesiana es un sistema matemático que parte de un axioma general del que deduce toda una interpretación del mundo. Mediante la duda metódica, Descartes ensaya un escepticismo simulado para encontrar su axioma (que se presenta al espíritu como la idea más clara y distinta) cogito ergo sum 2 del que deduce la primera sustancia de su sistema; la cosa que piensa o res cogitans3 cuyo atributo principal es el pensamiento. Inmediatamente deduce que debido a que existe una sustancia pensante e inextensa debe de existir su contraparte; una substancia no pensante y extensa “res extensa” o substancia

“Advertí que, mientras deseaba pensar de este modo que todo era falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dándome cuenta de que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y segura que todas las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacerla tambalear, juzgué que podía admitirla sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que yo indagaba”. Descartes, René. Discurso del método, dióptrica, meteoros y geometría Alfaguara, Madrid 1981, p. 25. 2

“No soy más que una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un entendimiento, una razón”. Descartes, René. Meditaciones metafísicas. Sexta meditación. Porrúa, México 2000 p.60 3

corpórea con propiedades cuantitativas. Materia pasiva e inerte, desprovista de movimiento interno y de tendencias. Descartes deduce una tercera substancia; la res infinita que, en relación a la res cogitans, fundamenta toda certeza4 y que pone en el hombre la idea de perfección e infinito. Esbozada la base del sistema cartesiano pasemos a definir su antropología desde la comunicación que existe entre estas substancias. En el momento en que Descartes hace una distinción de naturaleza entre la res cogitans (alma) y la res extensa (cuerpo). No solo expresa un paralelismo psico-físico en la actividad, sino también una unión accidental de alma y cuerpo. La unión accidental es aquella donde dos substancias componentes permanecen completas y se unen sólo en las operaciones con influjo o sin influjo recíproco. Ésta unión es de composición y no de naturaleza ya que cada substancia es una naturaleza. Este filósofo ha entendido por substancia aquello que no necesita de ninguna otra cosa, “lo que existe de tal forma que no tiene necesidad sino de sí mismo para existir” . Como tal, el cuerpo y el alma pueden existir separados. El cuerpo como maquina, el alma como espíritu pensante. Concepción que trae como consecuencia un mecanicismo corporal y un ultraespiritualismo. Su mecanicismo corporal considera al cuerpo como una “maquina compuesta de hueso y carne”5, instrumento con tubos huecos y filamentos diminutos que contienen aires sutiles

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Ente actual al cual conviene ser en sí.. Descartes, René. Discurso del método. Quinta parte. Porrúa México (2000) p.30

que son calentados y presurizados por el corazón; a estos aires les llama espíritus animados en las meditaciones, espíritus animales en las pasiones del alma. Éstos son “partículas extraordinariamente pequeñas y sutiles que pasan información desde el cerebro a los músculos a través de la sangre y los nervios”6. Aires que, supuestamente, salvan la interacción entre res extensa y res cogitans. En el centro del cerebro existe una glándula, que recibe y facilita la información captada por los sentidos y en la que “el alma ejerce inmediatamente sus funciones”7. Ya que el cuerpo no puede ser movido por propio impulso, como tampoco pensar ni sentir. Explicado brevemente el mecanicismo y ubicada el alma en el cuerpo pasemos ahora a explicar en qué consiste su ultraespiritualismo. Para Descartes el alma es toda la esencia del hombre, substancia que no necesita ningún lugar para ser ni depende de ninguna cosa material. Al considerar el yo como cosa que piensa logró distinguirla como autónoma e independiente de la materia. Una especie de espíritu encerrado en una parte hueca de la maquinaria; desde la cual opera mediante movimientos

menores

que

alteran

el

curso

de

los

espíritus

animales.

La propuesta antropológica del racionalismo cartesiano, en cuanto consideró al hombre como espíritu puro, es un atentado a cierta definición esencial del hombre, éste como animal racional, concepción que expresa su naturaleza. El alma no es toda la esencia del hombre, dice Santo Tomás8. Si así fuera el hombre sería puro espíritu; substancia completa que utilizaría al cuerpo como mero utensilio. Sin 6

Ibídem. Cuarta parte. Porrúa (2000). p.21. “Una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere, imagina, siente”. Descartes, René. Meditaciones Metafísicas, segunda meditación. Porrúa, México 2000 p.60 7

embargo, el hombre, al ser un animal racional, está compuesto sustancialmente de un alma racional y un cuerpo material. Ser viviente y sensible con actividad cognoscitiva, capaz de realizar una apropiación selectiva de los objetos exteriores a él para abstraerlos mediante el intelecto y obtener, de lo real externo, la forma de los seres. El intelecto es una facultad inmaterial y espiritual en el hombre. En cuanto inmaterial, existe en la materia pero no se reduce a ella. En cuanto espiritual, es independiente intrínsecamente pero dependiente extrínsecamente a ella. Debido a que, gracias a la imagen, otorgada por los sentidos y representada por la imaginación, es capaz de captar los objetos externos y despojarlos de sus propiedades materiales para conocerlos en su esencia. El intelecto es una facultad humana que tiene por objeto propio el inteligible en el sensible y por el sensible. Descartes consideraba que nuestros sentidos nos engañan y por tanto no somos capaces de conocer las cosas exteriores a nosotros mismos. Como el hombre es sólo alma que opera desde la glándula pineal, lugar en donde recibe todas las sensaciones que son captadas por la maquinaria y trasportadas a la imaginación por los espíritus animales, solo podemos reflexionar acerca de la sensación como tal e inspeccionarla sin referencia al objeto externo. Sin duda esto es inmanentismo . Contra la ubicación del alma en el cuerpo desarrollada por Descartes. Hemos dicho que el hombre, al ser corpóreo, está compuesto de materia (cuerpo) y forma substancial (alma).

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Como viviente comparte las operaciones comunes a todos los seres vivos, vegetales( Crecimiento, nutrición y reproducción) y animales (conocimiento sensible, apetitos) pero se diferencia de ellos en cuanto especie

La forma existe en todo el organismo como principio de su ser y su acción, en un solo acto de existencia y operación con el cuerpo. El alma es la forma que, al estar en el cuerpo, le confiere una organización propia, le da unidad y lo mantiene incorruptible en su totalidad. Como principio de operación, explica todos los actos vitales: vegetativos, sensitivos e intelectuales. Decíamos que para Descartes el hombre un espíritu puro, cuya esencia es pensar, espíritu que no tiene ningún tipo de dependencia a la materia, que se une al cuerpo accidentalmente y no substancialmente, ya que el alma y el cuerpo son dos substancias completas y actualizadas que pueden existir independientes una de otra. En la unión substancial se entiende a la materia como potencia y a la forma como acto, así el hombre puede existir como compuesto de alma y cuerpo, siendo el alma la forma del cuerpo. Forma que actualiza lo que está en potencia para ser informado. El alma es el principio de ser y acción del cuerpo. La materia y la forma en cuanto exitencializadas constituyen una esencia particular concreta y singular. El hombre es un animal especificado como racional ya que su forma substancial es el alma racional simple y espiritual, poseedor de intelecto y voluntad. Como cuerpo el hombre tiene las facultades del animal pero en grado superlativo y con estos posibilita su inserción en el mundo.

Bibliografía Descartes, René. Meditaciones Metafísicas, segunda meditación. Porrúa, México 2000 Descartes, René. Discurso del método, dióptrica, meteoros y geometría Alfaguara, Madrid 1981 Descartes, René. Discurso del método. Quinta parte. Porrúa (2000) Descartes, René. Las pasiones del alma. Ediciones Coyoacán.