Ensayo Familiar

Alienaci ón parental Derecho Familiar Lic. Miguel Ángel Morales Sandoval Grupo 9912 Carla Francesca Mendoza Schuster Váz

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Alienaci ón parental Derecho Familiar Lic. Miguel Ángel Morales Sandoval Grupo 9912 Carla Francesca Mendoza Schuster Vázquez

ALIENACIÓN PARENTAL Las separaciones de pareja resultan un proceso doloroso, confuso y determinante en la vida de un niño. Cuando además de las consecuencias normales, uno de los padres decide alienar por completo al otro, alejándolo de sus hijos, las consecuencias son irreparables. Los padres son el modelo natural del que tomar las referencias básicas. El padre alienador como sujeto obsesivo, exige al hijo que establezca con él una alianza. La alienación parental 1 tiene diferentes efectos en cada miembro de la familia pero es necesario enfatizar la importancia que tiene su consecuencia final: el trastorno psicológico que genera en la vida de un niño y en su desarrollo emocional como adulto. En la alienación parental se produce la traslación del maltrato a los hijos cuando en realidad se desea dañar al otro cónyuge. El padre alienador, al no poder producir un daño moral directo al otro progenitor, lo realiza a través de su descendencia, con lo cual, ambos sujetos resultan dañados: el padre rechazado y los hijos. En el caso de la alienación parental el niño es inducido a pensar y sentir que uno de sus padres le ha traicionado (“se ha ido de casa”, “te ha abandonado porque ya no te quiere”), cuando en realidad es el padre alienador quien traiciona a su propio hijo al pretender separarlo del otro progenitor. En lo que respecta a las relaciones en los cuadros típicos de alienación parental podemos establecer una especie de triángulo formado por:  



El agresor, que desempeña un rol de víctima (“mira qué nos ha hecho”, “no me merezco esto”), al que llamamos padre alienador. El primer agredido, al que llamamos hijo alienado, que desempeña un rol de salvador (“defenderé a mamá/papá”, “haré que dejes de sufrir”) para el padre alienador. El segundo agredido, al que llamamos padre excluido, al que se atribuye la imagen de agresor (“hay que ver lo que nos ha hecho”, “fíjate cómo es”).

Nos hallamos aquí ante un fenómeno cada vez más frecuente. El día a día genera cada vez más experiencias y datos alrededor de las desagradables consecuencias que a menudo tienen para los hijos las desavenencias entre sus padres después de la ruptura conyugal, unas consecuencias que en la mayor parte de los casos son verdaderas fuentes de infelicidad y, sobre todo, un atentado contra el desarrollo evolutivo de los niños.

1 Alienación parental: un proceso de programación psicológica (perverso e interesado) que los padres realizan sobre los hijos, para que rechacen al otro progenitor y lo excluyan de su campo afectivo, sacándolo por completo de su vida. Procesos de conflicto continuo entre dos ex cónyuges que trasladan su particular guerra a un terreno que deberían considerar intocable: sus hijos.

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Existe toda una trama psicológicamente perversa y judicialmente ilícita por parte de uno de los padres, que incluye una serie de pensamientos, actitudes, conductas, expresiones que son traspasadas a los hijos y que acaban usurpando su manera de pensar, sentir y relacionarse. Para llevar a cabo esta programación, el padre o madre alienador se aprovecha de su habitual custodia, así como de una mente infantil que todavía es incapaz, pues aún es inmadura, de tener una visión realista y objetiva de las circunstancias y situaciones, y que no puede aún asumir de manera autónoma posiciones personales justas y realistas. Se limita la evolución de los pequeños, dado que dejan de gozar de la influencia positiva de alguien (el padre excluido) que les ha querido de manera incondicional y lo sigue haciendo. Las intenciones de quien aliena perjudican no sólo al hijo influido, sino también al padre en proceso de exclusión o ya excluido, pues se atenta contra su derecho irrenunciable de ejercer una paternidad. Cada vez son más las voces que piden que se realice una investigación psicológica de los procesos de alienación y sus consecuencias. Sin embargo, son los derechos del menor los que verdaderamente deberían preservarse por encima de todo. En la actualidad, ya no es posible mantener la postura tradicional de otorgar ciegamente la custodia de los hijos a la madre; en todo caso, cabría un estudio mucho más profundo de las rupturas familiares que se basara sobre todo en la madurez de los padres como premisa básica para la crianza y educación de los hijos. La alienación parental introduce al menor en una disputa que no le corresponde, y que, sobre todo, le llena de incertidumbre, confusión y dolor emocional. Nos hallamos ante un hecho del todo trascendente para el desarrollo de los hijos, por tanto, ante la necesidad de una toma de conciencia social de este problema a la vez que ante la urgencia de fijar los mecanismos que permitan su detección rigurosa y rápida. El campo judicial es el más indicado para ser marco y motor de las intervenciones y alternativas que hay que llevar a cabo. El análisis de las situaciones de alienación debe tener siempre como objetivo la consecución del mayor bienestar posible tanto presente como futuro del menor; por lo tanto, debe tener como meta inexcusable una protección y reequilibrio situacional tan cualificados que permitan el buen desarrollo. Cualquier exploración, careo, entrevista o valoración debe realizarse con el fin de encontrar soluciones eficaces cuanto antes que permitan que vuelva a ser posible el desarrollo psíquico, moral y judicial idóneo. Página 2

Finalmente, es necesario admitir que el discurso o la manifestación de los hijos no pueden tomarse en cuenta en estos casos, ya que las palabras suelen ser “prestadas” y no resisten la menor indagación. Hay que considerar también que la percepción del menor acerca de la posibilidad de “no portarse bien” (dada su programación y vínculo directo con la persona alienadora, de quien depende) le invade en las entrevistas de una manera constante y le aporte una dosis suplementaria de temor que bloquea sus expresiones. Tras las palabras del menor se esconden siempre sentimientos, pero también grandes errores de apreciación y constantes autoevaluaciones que suelen hacer de la exploración algo incluso cruel. Es el apartado judicial el que debe tomar cartas profesionales y urgentes en el asunto, pues en caso contrario se estaría aceptando sin más la existencia de un proceso grave en el que tiene lugar una flagrante lesión de los derechos básicos. Queda, pues, mucho camino por recorrer, pero comienzan a percibirse voces en el panorama internacional que proponen avances progresivos en el análisis y la toma de decisiones acerca de la alienación.

Bibliografía: Hijos manipulados tras la separación, Doménec Luengo, Arantxa Coca, editorial Paidos.

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