Aproximaciones a la teoría del arte sublime. Seminario de Estética, semestre 2017-1 Alma Gabri
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Aproximaciones a la teoría del arte sublime. Seminario de Estética, semestre 2017-1 Alma Gabriela Aguilar Rosales “El arte extrae su concepto de las cambiantes constelaciones históricas. Su concepto no puede definirse.” T. Adorno, Teoría estética.
¿Existe el arte sublime? Y si es posible pensar en esos términos ¿cómo sería? Esas preguntas han sido el propósito de este breve texto. Para intentar responder, haremos un recorrido general por las aportaciones más significativas que ha traído el estudio de lo sublime a la especulación filosófica del arte. Hay que considerar que el estudio de lo sublime se ha construído de una forma periférica y no ha logrado una independencia teórica como tal. El tratado de Longino se remite al estudio de la retórica, en Kant al de la razón y en Edmund Burke se desarrolla como parte de la autoconservación. Comprendemos con ello, por qué lo sublime no ha tenido la debida atención en la especulación filosófica. En el primer apartado se esbozan las características de las primeras indagaciones de lo sublime en el tratado Sobre lo sublime, y cómo éste es la base para el desarrollo de la indagación estética más consolidada de lo sublime en la modernidad. Después se observa cómo el concepto de lo sublime, después de varios siglos de haber sido olvidado, es retomado en la modernidad para comprender la situación del sujeto, su relación con la naturaleza y el arte. A partir de aquí, la sublimidad es un sentimiento y una experiencia, no propiamente una técnica refinada. El tercer y último punto, aborda el problema del arte sublime desde los estudios
del siglo pasado. La llamada
posmodernidad retoma conceptos tanto de los tratados clásicos de lo sublime, como el análisis social y cultural de nuestros tiempos. Por las contradicciones que sufre el arte contemporáneo, no es difícil para los teóricos encontrar similitudes con el sentimiento de lo sublime en su apabullante estado de asombro. En este punto se hace un intento por rescatar lo sublime. Al ser superadas las primeras formas, las de lo retórico-literario y las de la experiencia subjetiva, las formas de lo sublime en la actualidad se pueden ver únicamente a través del acontecimiento de lo social.
i Caracterización del concepto de lo sublime. Ya en el siglo I, se dejaba ver la primer indagación estética de la palabra. El llamado pseudo-Longino en el tratado Sobre lo sublime es considerado como el precursor de la investigación sobre el concepto de lo sublime. Su estudio parte desde el aspecto etimológico de la palabra griega ὕψους que remite a una especie de elevación o altura.1 A partir de su análisis sabemos que lo sublime se asocia con dos campos semánticos -también podríamos llamarlos sentimientos-. Por un lado la sensación de éxtasis, de grandeza, admiración o asombro y por otro el terror, el miedo, lo apabullante. A menudo se ha considerado un tratado sobre las reglas y técnicas para el perfeccionamiento de la retórica. Longino se concentra en detallar la construcción de la literatura sublime. Tanto el arte como lo dado naturalmente (técnica y dotes naturales), son la fuente de la sublimidad en el lenguaje; sin embargo éstas técnicas retóricas son menos importantes que aquello con lo que dota la naturaleza al genio retórico. Así, la grandeza de pensamiento noesis y la llamada “emoción vehemente” pathos contribuyen de forma directa en la construcción sublime de lo literario. El poder de expresión, es significativamente más importante que el resto. Es el talento para conseguir grandes pensamientos, entendido como una disposición innata o natural para producir lo sublime, (Inspiración, idea kantiana de intuición) acompañado de un segundo elemento: la pasión vehemente y entusiasta.2 Lo sublime aquí, es considerado como un estilo. Contrariamente a aquellos dos elementos existen otros, productos del ejercicio retórico, de la techné, del arte. Por ejemplo, las figuras de pensamiento y figuras de dicción, ritmo y capacidad de imaginación. Así como la noble expresión, entendida como las metáforas. Un lenguaje que mantiene sin develar las cosas tal cual, pero las sugiere logrando producir un asombro peculiar. El oyente,como lo nombra el autor de Sobre lo sublime, se ve envuelto Doran, Robert. The Theory of the sublime, from Longinus to Kant. Cambridge University Press, United Kingdom, 2015. p. 4 2 ‘Longino’ Sobre lo sublime. Madrid, España, ed. Gredos, 1979. p.134 1
en ese asombro y su memoria queda impregnada de aquellas palabras que le resuenan como un eco en los pensamientos. Por último una composición digna, capaz de construir fines en sí misma, valores, y sentido. En palabras de Kant, hablamos de la capacidad de la voluntad de operar racionalmente. Esta composición para Longino debía ser “elevada”. El rasgo de elevación se logra al colocar las palabras por fuera de un aparato natural; en otros palabras, de saber utilizar los artificios retóricos. Longino abre la especulación sobre lo sublime preguntando de qué modo podríamos llevar nuestra propia naturaleza a un cierto progreso del sentido por la grandeza.3 Aunque la composición es el elemento que subsume a los demás, es decir a las figuras de pensamiento,dicción y la pasión o entusiasmo, la grandeza de espíritu es condición de posibilidad de lo sublime. Pues es una cosa decidida o dada más que adquirida o aprendida, pero debemos “elevar nuestras almas hacia todo lo que sea grandioso y preñarlas de nobles arrebatos”. La técnica y la naturaleza en sus confrontaciones y uniones son el punto nodal en el pensamiento de Longino. Lo que él llama buena fortuna, no sirve de nada sino son tomadas las decisiones correctas para poder disfrutarla. En lo primero se refiere al genio dado naturalmente, en lo segundo al arte. La importancia de la técnica y la llamada grandeza de pensamiento en la producción de lo sublime, están en constante permutación a lo largo de su discurso. Una segunda observación a tal planteamiento es que a través de sus anhelos de perfección retórica, se asoma la construcción de lo humano. Lo sublime, es la acentuada humanidad respecto a la naturaleza y frente a la divinidad. La preocupación por trascender lo mundano se da en forma de búsqueda de fama y gloria, lograda por medio de una literatura sublime. La palabra es la vía para obtener la inmortalidad, pero no sólo eso, sino para mostrar el desplazamiento del sentimiento de lo divino o el constructo sacro en relación la misma humanidad. Longino propone una serie de versos para denotar lo sublime, desplegado en la retórica de Homero. Cito uno de los pasajes: 3
‘Longino’ Sobre lo sublime. Madrid, España, ed. Gredos, 1979. p. 148
Cuánto espacio puede divisar con sus ojos a tra- vés de la distancia nebulosa un hombre que, sen- tado en una atalaya tiende su mirada hacia la alta mar color vinoso, otro tanto salvan de un brinco relinchando sonoramente los caballos de los dioses.4 El posicionamiento de lo humano frente la inmensidad del océano, de la fuerza de la naturaleza, de lo divino: es la fuente de la sublimidad. Constituye así una belleza extrema, única capaz de llevar al éxtasis, pues va más allá de una racionalidad controlada y medida que raya en el horror. Produce éxtasis más que persuación en el oyente, y así se aleja de la retórica aristotélica. La palabra éxtasis5, del griego έκ στασις fue acuñada por Longino desde su contexto religioso al campo de lo estético.6 Surge de una tensión entre una experiencia mística religiosa y un concepto estético literario. Aquella mirada del hombre frente a la inmensidad del mar evocada por Homero, es para Longino una mirada cósmica: equiparable con los dioses. Lo sublime construye lo humano sin apoyarse en los dioses, pues más bien hace presente su desplazamiento. La figura de lo divino “se intercambia” con la de lo humano. En este desplazamiento de lo sublime, hay una desviación hacia el espíritu humano. 7 Longino habla de lo sublime como el eco de un espíritu noble. La nobleza, es el talento y la naturalidad con la que despliega lo sublime en aquellos que lo poseen. Al decir que lo sublime es un espíritu de tal naturaleza, se asume que lo sublime jamás será la naturaleza misma. Se hace posible en una relación de distancia, de eco.
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‘Longino’ Sobre lo sublime. Madrid, España, ed. Gredos, 1979. Cita de Longino a Homero en la Ilíada p. 161
Podemos pensar en el éxtasis religioso como lo describe Rudolf Otto cuando está hablando sobre el Mysterium tremendum. “Lo numinoso se puede conocer sólo a través del “peculiar reflejo sentimental que provoca en el ánimo”. El tremendo misterio puede ser sentido de varias maneras [...] Puede llevar a la embriaguez, al arrobo, al éxtasis.” Otto, Rudolf, Lo santo lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Alianza, Madrid, 1996. p. 13. 6 Doran, Robert. The Theory of the sublime, from Longinus to Kant. Cambridge University Press, United Kingdom, 2015. p. 6 7 ‘Longino’ Sobre lo sublime. Madrid, España, ed. Gredos, 1979. p. 145 5
Estas primeras indagaciones hacen posibles interpretaciones y consideraciones posteriores impetuosas como las de Kant y Burke. Por un lado la confrontación con lo trascendente que se puede vislumbrar a través de la naturaleza o el arte, proporciona una sensación de sumisión, o una especie de pequeñez ante esa inmensidad. Esta sensación es lo que Kant llama sublime terrorífico, y en lo que Burke como se comentará más adelante es: un deleite horroroso o una especie de de terror placentero. Pero por otro, la experiencia sublime trae consigo el sentimiento de dominio sobre aquello que estás contemplando. Se logra un sentimiento de lo que Kant llamaría nobleza del alma, elevación o superioridad. Para Kant, lo sublime despierta en el sujeto un sentimiento de nuestro propio poder y grandeza. Lo sublime es el triunfo de la razón sobre la naturaleza. El sujeto se convierte en el productor de lo sublime.8 ii La construcción subjetiva de lo sublime moderno. La lectura de Longino en la modernidad, condujo a una adecuación importante del concepto de lo sublime. John Dennis9 señala que el surgimiento de este concepto ayuda a mediar entre un pensamiento secular de finales del siglo XVII y XVIII y el pensamiento religioso. En lo sublime, se conserva la noción de trascendencia frente a la secularización de la cultura moderna. Así, constituye un papel en el desarrollo de la subjetividad de esa época. Lo sublime, no es cualidad de aquello que lo produce, es decir del objeto (naturaleza u obra de arte) más bien es una experiencia del sujeto que la contempla. La experiencia sublime, sigue siendo una experiencia frente a lo grandioso. Pero se abre paso a la especulación sobre lo sublime como un acto del sujeto. Mientras que en Longino se veía que la producción del arte sublime estaba ligada a una forma natural, en la modernidad, se convierte en una lógica de valor o de apreciación y de desvalorización o depreciación. Me parece adecuado señalar, que este movimiento de Kant en la Crítica del juicio, establece la independencia de la estética en relación con la epistemología y la razón práctica. 9 John Denis citado por Doran. Doran, Robert. The Theory of the sublime, from Longinus to Kant. Cambridge University Press, United Kingdom, 2015. p. 7 8
La primera forma, la de apreciación10 puede ser asociada con el nacimiento del concepto del gusto. Profundizado desde Edmund Burke, el gusto se afirma como principio de autoconservación. Lo sublime aquí, toma la forma del dolor y del terror. En Burke el constructo sublime está en relación con la categoría de lo bello, el cual está fundado en un mero placer positivo, en contraste con lo sublime que extrae su poder a partir del llamado terror delicioso. “Todo lo que resulta adecuado para excitar las ideas de dolor y peligro, se relaciona con objetos terribles, o actúa de manera análoga al terror, es una fuente de lo sublime; esto es, produce la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir”.11
Bajo la influencia del pensamiento de Locke y Hume, la
construcción de lo sublime para Burke tendrá una base sensitiva. Sin embargo, el juicio -el buen juicio- es importante dado que las primeras impresiones no suelen ser atinadas y el razonamiento nos ayuda a discernir y a experimentar una forma más refinada de la categoría del gusto y la apreciación. En la segunda forma, en la desvalorización o depreciación se trata un ejercicio de depreciación de la naturaleza. Longino utiliza la figura de la economía política, precio-desprecio. La deconstrucción subjetiva de esta forma -de la naturaleza-, es un artificio de segundo orden. Es por eso que lo podemos identificar con lo barroco, pues destaca la experiencia artificial. Ésta es una deconstrucción que no está situada en lo moral, si no fijada dentro del homo economicus. El movimiento de depreciación puede ser comprendido a través del concepto del ethos barroco en el estudio de Bolívar Echeverría. En la época de lo barroco, encontramos similitudes con las descritas en los efectos de lo sublime. Se trataba de despertar una “pasión que se encuentra dormida”. El movimiento de lo barroco, nació como una transformación social-religiosa, específicamente católica. La iglesia católica y el proyecto barroco estaba dirigida centralmente a una vivificación de la existencia secular y cotidiana de los individuos mediante su organización en torno a una especial experiencia mística colectiva.12 Como hemos analizado anteriormente, lo sublime se confunde en cierto sentido con una
No nos adentraremos mucho en explicar esta forma, sino la de la depreciación. Burke, Edmund. De lo sublime y de lo bello, Madrid España, ed. Alianza, 2014. p. 79 12 Echeverría, Bolívar La modernidad de lo barroco, ed. Era, México, 2000, p. 98 . 10 11
experiencia mística de éxtasis, es por eso que el barroco es ilustrativo en el desarrollo de su concretación. El barroco se pregunta ¿es el mundo terrenal el que asciende a la dimensión de lo divino o es el mundo celestial el que desciende a la dimensión humana? 13
Por otro lado, Kant observa que des-preciar la riqueza tiene un sentido más noble
que poseerlas. También señala que el des-precio produce manías. Estudia los estados de ánimo (la personalidad colérica, flemática y sanguínea) productos de este ejercicio. La persona melancólica, es por por sí misma más cercana a lo sublime dado que está en constante depreciación. La capacidad de despreciar lo grandioso reconstruye la subjetividad: me recuerda lo oscuro e inteligible del mundo y me hace permanecer en mi subjetividad, están en segundo plano. La experiencia de lo sublime, es una experiencia irrepresentable cuando es propia, podemos verla y saber que está, cuando aquello que acontece de manera sublime, acontece en otros. Ahí es visible, pues es una experiencia de sus efectos. Hasta aquí, distinguimos que en un primer momento que lo sublime es considerado dentro de un azar o providencia, una fortuna que se manifiesta en la naturaleza y que necesita un acercamiento estético, techné (una decisión o voluntad) y se convierte en saber como una Φρόνησις , como sabiduría práctica. Presupone una apertura de la forma natural. Ésta forma funciona como un camino, como un método hacia la apertura sublime. Se concibe como una estructura dominada por la Naturaleza y por lo tanto externalizada de la subjetividad. Incluso, hay que aseverar que lo sublime, se debe a que estoy fuera de la naturaleza. La metafísica de lo bello no se muestra como algo externo, en cambio, lo central de lo sublime es la presuposición de que existe una Naturaleza ajena a la subjetividad. Un referente externo -la naturaleza- que le de sentido, que construya el discurso de lo que es sublime. Una especie de Logos, una clase de arquetipo que le da estructura a la experiencia sublime. El segundo momento corresponde a la asunción de lo sublime subsumiendo tal concepto referente de naturaleza a una apertura de la técnica. La sublimidad aparece como naturaleza de segundo orden, como una construcción metafísica que se despliega 13
ibidem, p. 95
por necesidad. Pues ya es pensada a través de una suerte de desgracia. Es decir, una carencia de la gracia, de la divinidad: donde no hay una conexión clara entre la naturaleza y la humanidad. La desgracia es un distanciamiento con la naturaleza, una especie de oscuridad, de no entender la muerte pues se ha difuminado el sentido externo al sujeto que le daba sentido (la idea de Dios, la Naturaleza). La idea de la desgracia se ve conectada con la depreciación de la que se habló en el apartado anterior. Y es aquí en donde el arte contemporáneo se ha mantenidos condición de su realización. Precisamente el designio del término neo-barroco es aquí adecuado para la indagación de la actualidad de lo sublime dentro del “arte sublime”. El arte contemporáneo se mantiene en el ejercicio de depreciación. Es un proceso de sublimación. Despojado del sentido externo, el hombre hace la pregunta por el arte sublime. iii ¿Arte sublime? El último giro de lo sublime. La pregunta por el arte sublime, puede ser respondida si la pensamos en términos de una clasificación historiográfica guiada por los efectos de la definición tanto del arte, como de lo sublime. Omar Calabrese en su estudio sobre el neo-barroco, se enfrenta con un problema similar al tratar de discernir cuál podría ser un común denominador del “gusto” de nuestra época. Para ello, dice, debemos ordenar la relevancia de los fenómenos que sean la característica de un tiempo. La sublimidad actual, si es que podemos hablar de una sublimidad actual y más aún de un arte sublime, no se puede dar con las reglas retóricas de Longino, pues ya están trascendidas. Lo sublime clásico no se puede dar sin presuponer una naturaleza estratificada. Pero en el siglo XX, ésta naturaleza ya no tiene porqué ser estratificada. Por eso lo sublime es una categoría histórica, temporal. Puede ser pensada en las esferas de la religión,del arte ,de la naturaleza y la política.
Lo sublime en contraste con lo bello, debe crear una temporalidad. Lo bello es perenne, no opera en la historia. El desplazamiento de lo bello en la actualidad se debe a que es una categoría ontológica. Y lo sublime es una historia de los efectos, hay que entenderlo en términos de cómo se apodera de la naturaleza a través del entendimiento o de la razón. Siguiendo ésta idea, podríamos conectarla fácilmente con una de las características predominantes de lo sublime a lo largo de sus transformaciones, el llamado entusiasmo o la vehemencia. Siguiendo a Calabrese el carácter de producido en el interior del sistema de la cultura y el interior del público que la disfruta, puede ser precisamente un modo para calificar una época o periodo.14 Y es el entusiasmo o “excitación” pensado así, lo que nos podría ayudar a definir si el arte de nuestra época es sublime o no. ¿Qué “excita” a la sociedad actual? Esa es la pregunta que el productor de un arte que pretende ser sublime hoy, se realiza. En términos kantianos, podríamos decirlo de un modo un poco menos burdo y preguntar ¿qué funciona como un catalizador de nuestras facultades del entendimiento? Lo sublime se comprende aquí, como lo que está en la superficie, -desde su raíz ya no griega, sino latina-, manifestándose en lo cultural, como un ejercicio de sublimación. Si lo sublime es posible hoy, se debe ver desde una estética de superficie, desde una recuperación de la estética del Barroco. O en términos de Calabrese, de lo neobarroco o posmoderno. Esta estética siempre está anhelando equipararse con una estética de profundidad. Si regresamos a la idea de la naturaleza no puede concretarse esta forma de lo sublime. El replanteamiento de lo sublime no es sólo un proceso retórico, sino de socialización. Implica un desdoblamiento dentro del campo social. La pregunta es ¿cómo se logra este desdoblamiento? El arte contemporáneo puede conectarse con una estética del horror en ciertos casos, y en general con una sublimación de lo violento. Subsume la naturaleza, ya no tiene que responder al símbolo o a la norma del arte si no sustituir la naturaleza como tecnología. El arte contemporáneo, parte de una experiencia que se mantiene en el ejercicio de depreciación. Hay un afán por mostrar lo grotesco. Se rige por la violencia
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Calabrese, Omar. La era neo-barroca. España, ed. Cátedra, 2008. pág. 19
absoluta. Opera bajo poéticas en el permanente desprecio. Es un ejercicio de sublimación violento. Tiende hacia una apertura de la naturaleza pero se somete al desprecio de la misma. Creando una ficción total, la naturaleza parece una ficción.15 Se genera en la contradicción entre pathos y talento. Esto es dar forma sin importar los contenidos. Así el cuadro, el espectáculo, la literatura, nos están demostrando que somos parte de la ficción. Una forma de pensar esta contradicción desplegada en lo sublime contemporáneo, es el de la forma artística denominada performance. Aquí hay una apertura a lo natural dado en lo corporal, pues es el nuevo lienzo y materia prima del artista, pero a la vez hay una depreciación, una consideración de que el cuerpo ya es algo obsoleto. La obra de Stelios Arcadiou, conocido como Stelarc, dentro del body-art cibernético16 es la que me parece que denota con más potencia lo anterior. Stelarc, seguidor de Marshall MacLuhan, está convencido de que la intervención de aparatos tecnológicos que distorsionan o “prolongan” nuestros sentidos tiene una repercusión en la forma en cómo pensamos e incluso cómo nos comportamos. Él define que el artista es un alquimista de la evolución, provocador de mutaciones y transformador del paisaje humano.17 Su body-art cibernético consiste en encarnar una especie de hombre-máquina en el que nos estamos convirtiendo todos metafóricamente. 18 Esta es la única forma de hacer frente a la naturaleza oscura que no conocemos, descifrarla , construirla permanentemente: crear una ficción total. La naturaleza misma parece una ficción. Aquí es donde yo veo la existencia de un arte sublime. Pues, el poder de lo sublime debe ser aquel que no nos haga dudar de que
También está en Kant cuando considera que el comportamiento humano está también determinado por un juicio a sí mismo, tal como se presenta a la vista de algún espectador. El hombre asume que el mundo es un teatro. Kant, E. Observaciones sobre lo bello y lo sublime, ed. Tomo,México, 2013. p.37 16 Fotografía “Thrid Hand” (s.f.) aparece en [http://stelarc.org/?catID=20290] 17 Dery, Mark. Velocidad de escape. La cibercultura en el final del siglo. Madrid, España, ed. Siruela, 1998. pág. 166 18 Ibidem. 15
estamos en una segunda naturaleza. Reafirmar el distanciamiento y entender que la naturaleza, es ya un segundo orden. Bibliografía Adorno, Theodor W. Teoría estética, Barcelona, ed. Orbis, 1970. Burke, Edmund. De lo sublime y de lo bello, Madrid España, ed. Alianza, 2014. Calabrese, Omar. La era neo-barroca. España, ed. Cátedra, 2008. Dery, Mark. Velocidad de escape. La cibercultura en el final del siglo. Madrid, España, ed. Siruela, 1998. Doran, Robert. The Theory of the sublime, from Longinus to Kant. Cambridge University Press, United Kingdom, 2015. Echeverría, Bolívar La modernidad de lo barroco, ed. Era, México, 2000 Kant, E. Crítica del Juicio, ed. Losada, Buenos Aires, 2005. Kant, E. Observaciones sobre lo bello y lo sublime, ed. Tomo,México, 2013 ‘Longino’ Sobre lo sublime. Madrid, España, ed. Gredos, 1979. Otto, Rudolf, Lo santo lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Alianza, Madrid, 1996.