Ensayo Del Terrorismo

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SINALOA FACULTAD DE TRABAJO SOCIAL GRUPO: 2-8 PROBLEMAS SOCIALES CONTEMPORANEO DE MEXICO PROF.

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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SINALOA FACULTAD DE TRABAJO SOCIAL

GRUPO: 2-8 PROBLEMAS SOCIALES CONTEMPORANEO DE MEXICO PROF. VERDUGO RAFAEL ENSAYO DEL TERRORISMO MACHUCA ZAMORA ERICK FRANCISCO

NOVIEMBRE 2015

INTRODUCCIÓN El fenómeno del terrorismo como expresión violenta se ha convertido en el principal problema de seguridad de nuestro tiempo. En términos generales el terrorismo ocasiona profundas heridas no sólo en las víctimas concretas del hecho, sino en el colectivo que lo ha padecido. El terrorismo tiene un sentido evidentemente instrumental, en la mayoría de los casos su objetivo es extender el miedo, la inquietud y la incertidumbre a una escala más amplia con el fin de alcanzar una política que satisfaga su perspectiva ideológica. Sin embargo, el terrorismo no necesariamente se da en términos de la pura acción política, ya que es un instrumento de gran impacto que puede ser utilizado por grupos de naturaleza no necesariamente política como las organizaciones mafiosas y organizadas del crimen. En Colombia la organización criminal del narco tráfico liderada por Pablo Escobar, ejecuto un conjunto de acciones terroristas tales como: atentados con bombas, asesinatos de policías, jueces, políticos autoridades gubernamentales, afectando profundamente a la población civil en general, en su propósito por lograr que el Gobierno nacional prohíba que se impidiera la extradición de los traficantes de drogas ilícitas. De esta manera la distinción entre organización terrorista pura y cualquier otro tipo de organización esta atravesada por la idea política de aquel que la define; es por ello que uno de los problemas que surgen cuando se trata de abordar el problema del terrorismo es el no aprobar su definición, ya que este tiene un vínculo político que hace difícil lograr un acuerdo sobre su naturaleza. Pero, no cabe duda que el terrorismo sea una herramienta psicológica poderosa. Anderson nos recuerda, que los grupos terroristas no viven atemorizados por sus gobiernos, sino que son los ciudadanos los que viven atemorizados por los terroristas.

Desde la perspectiva psicológica sabemos que el terror describe un estado de temor constante, asociado a un nivel anormalmente alto de inquietud psicofisiológica, que desempeña un papel clave dentro de los objetivos de los terroristas. La generación de pánico y terror mediante el uso de la violencia crea las condiciones que puedan dar lugar a plantear cambios políticos o alteración social. Los grupos terroristas tratan de extender la sensación de miedo, ansiedad, incertidumbre, tanto en el contexto de incidentes específicos como explosiones, secuestros, toma de rehenes, como en el de campañas prolongadas. Es importante anotar que en primer lugar, la violencia cometida por los grupos terroristas se diferencia de la violencia normal u ordinaria, por el contexto político de las actividades y la ideología de quienes la realizan y, a menudo por quienes son sus víctimas y cómo llegan a serlo. En segundad instancia, están los objetivos inmediatos concretos, como son el causar pánico. En tercer lugar, muchas víctimas del terrorismo político son civiles que no intervienen activamente en el conflicto ni tienen responsabilidad en el, lo que demuestra el menosprecio de los terroristas por los acuerdos establecidos en situaciones de guerra. En última instancia, desde una postura lógica es evidente cuestionarse sobre la posibilidad de distinguir entre el terrorismo y las formas comunes de violencia que se dan en la guerra, cuando son evidentes las atrocidades cometidas por ambas formas de violencia. Schmid, plantea las diversas dificultades de la idea del terrorismo

y los

aspectos necesarios a considerar desde la perspectiva del discurso, señalando que es necesario considerar el contexto académico, en el que es de suponer que se pueda debatir con libertad este tema. Otro aspecto de importancia que señala es el relacionado con la postura gubernamental, que tienden a considerar al terrorismo desde

su perspectiva de conveniencia y para poder dar un manejo ventajoso desde el poder. (2006), Finalmente, el discurso sobre el terrorismo que se observa en la escena pública, es en gran parte un reflejo diluido y dividido de la cobertura que los medios de comunicación dan a los atentados. Sin embargo, como lo afirma Chomsky (2006), las definiciones oficiales de terrorismo, son idénticas a las de contraterrorismo. Los Estados suelen llamar contraterrorismo al conjunto de acciones de terror que ellos mismos ejecutan. De ahí que los nazis sostenían que su lucha contra los partisanos invasores de Europa era legítima. Sin ir más allá en la presentación de datos históricos sobre este tema abundan, la acción de los Estados Unidos, en Afganistán e Irak, son considerados por este Estado como acciones legítimas para prevenir actos terroristas. En algunas ocasiones se ha dicho que el terrorismo es el arma de los débiles, pero esto tampoco es cierto, ya que como se sabe es un arma y como tal es sin duda un arma de los poderosos. Muchos movimientos de liberación se han preocupado por distinguirse de los terroristas, en su lucha por lograr el apoyo internacional y la lealtad doméstica. Conseguir el reconocimiento de combate bajo las reglas de la Convención de Ginebra, es un primer paso para obtener el reconocimiento internacional para la propia causa; además la regulación ética de la violencia según Ignatieff6, es fundamental para el mantenimiento de la legitimidad de la guerra del pueblo entre la gente por la cual se hace la guerra. Lo que sin duda si es cierto es que independientemente de la definición del terrorismo, este es un acto que produce un “impacto al tejido social básico de la vida social, que daña los vínculos y los lazos de unión de la comunidad, deteriorando las creencias vigentes en ella”. Sin duda que el terrorismo como expresión violenta interroga a toda la humanidad sobre el rumbo que se ha trazado, y sobre si estamos en

el camino correcto cuando hemos construido un discurso aparentemente coherente de afianzamiento de la dignidad humana, que no se ha materializado en el transcurrir de la existencia en este planeta. Para cerrar podemos traer a comparación el concepto de Habermas sobre el terrorismo, para él, el terrorismo es una acción que se dirige contra un enemigo que no puede ser derrotado de acuerdo con los conceptos de acción orientada al gobierno y a la población, ofreciendo condiciones ideales para una interrupción puntual de sus cursos normales, y que con muy poco esfuerzo puede traer consecuencias destructivas considerables; para Habermas, el terrorismo global ejerce al extremo una falla de metas realistas y la utilización cínica de la vulnerabilidad a la que estamos expuestos. CONTENIDO El terrorismo es la dominación por medio del terror, el control que se busca a partir de actos violentos cuyo fin es infundir miedo. El terrorismo, por lo tanto, busca presionar a los gobiernos y a la sociedad en general para imponer sus reclamos. El terrorismo es ejercido por distintos tipos de organizaciones sociales o políticas, este tipo de acciones pueden ser llevadas a cabo por grupos poco estructurados. La violencia política del terrorismo ocupa un plano diferente al contexto de una guerra. Por esa razón, combatir el terrorismo y juzgar a los terroristas son tareas muy difíciles para un gobierno. La definición del concepto no es precisa y puede variar de acuerdo a los intereses de quien lo pronuncia. Es común que un político acuse a un enemigo de terrorista por el simple hecho de no coincidir con sus ideas. El terrorista, por otra parte, suele negar su condición, sosteniendo que el uso de la violencia es su única defensa. En Argentina, la dictadura militar que tomó el poder en 1976 acusó de terrorismo a todo aquel

que “difundiera ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana”. Dicha postura tan rígida y confusa al mismo tiempo puso del lado de los terroristas a cualquier persona que se opusiera al gobierno, incluyendo a numerosas organizaciones pacíficas.

Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el gobierno estadounidense extendió su definición de terrorismo para incluir a numerosos opositores. En el caso de su invasión a Irak, por ejemplo, la resistencia es acusada de terrorismo por algunos sectores y legalizada por otros. Además, ha aumentado la atención a los ataques terroristas, dado que el miedo sembrado en la población norteamericana se expandió rápidamente

al

resto

del

Planeta.

Desde entonces, el número de atentados de impacto considerable que tuvieron lugar en diferentes partes del mundo ha superado el medio centenar, dejando fuera del recuento los coches bomba en España, Irak, México, Israel y Afganistán. En su mayoría, dichos actos de terrorismo han sido atribuidos a grupos yihadistas (dentro del islám político, los más agresivos y radicales) o a Al-Qaeda, y han tenido por objetivo diversas ciudades de varios países. No se debe pasar por alto el enfrentamiento terrorista checheno, una lucha que busca recuperar su territorio de la invasión por parte de los rusos. Si bien no son pocos los conflictos de naturaleza política, la religión siempre parece ocupar un lugar protagónico en estos lamentables eventos, y eso alimenta los fundamentos de los terroristas para ejercer la violencia.

El terrorismo no puede ser comprendido; se da cuando el ser humano atraviesa la línea de la razón, de la compasión por los demás, cuando cree que su causa es más valiosa que la vida ajena. Pueblos enteros son azotados por formas de violencia que desafía la imaginación de las mentes más perversas y ni siquiera reciben una explicación para tal abuso de sus derechos y libertades, para que su existencia se vea perdidamente desgarrado ante la pérdida de sus seres queridos, de sus casas, de su esperanza. A continuación se describen dos de los actos más horribles de los últimos años: El 11 de marzo de 2004, Al-Qaeda atacó 4 trenes de Madrid con mochilas bomba, en un intento de cambiar de gobierno y de conseguir que las tropas españolas se retiraran de los países de su interés. Murieron 191 personas y 1.858 fueron gravemente heridos. El 7 de julio de 2005, un autobús y varias líneas de metro de Londres sufrieron un atentado con mochilas bomba por parte de una célula local de Al-Qaeda, que buscaba cobrarse por la participación de Gran Bretaña en la invasión del territorio iraquí en el año 2003. Las consecuencias directas: 56 muertos y más de 90 heridos. El terrorismo es un acto ilegal de violencia que resulta muy particular cuando se compara con todos los demás, pues no produce un daño objetivo, sino que busca sembrar un temor excesivo en las probables víctimas (Waldmann, 2007). Es así como grupos extremistas como el Estado Islámico (antes ISIS), el más rico y poderoso del mundo, infunden terror alrededor del globo, y recientemente han sido los responsables de grandes atentados en Oriente Medio. El Estado Islámico, en los últimos años, se ha tomado grandes territorios medioorientales a través de su gran poder militar y, sobre todo recientemente, ha actuado en ciudades que tienen alguna importancia histórica o cultural, en donde destruyen el

patrimonio arqueológico y material. Esto lo logra gracias a sus múltiples y efectivas fuentes de financiación que le permite pagar grandes sumas de dinero a sus combatientes, provenientes no solo de países orientales, sino también de otros lugares del mundo. Por otra parte, la estrategia de propaganda es otra de sus armas fundamentales, ya que con todo tipo de contenido, como imágenes y vídeos muy violentos de decapitaciones, ahorcamientos y tortura, logran una comunicación eficaz en el mundo entero. En suma de lo anterior, todas sus producciones son subtituladas en inglés y difundidas a través de su página web y redes sociales, lo que aumenta su alcance (L’Hôte & Ait Mhamed, 2015). La mente humana razona a partir de los sentimientos que tiene disponible, es decir, el éxito del terrorismo no está propiamente en el daño que causa, sino en nuestra propia mente. La evaluación que hacemos frente al peligro que siembran los terroristas se ve influenciada por tres situaciones principalmente: primero, por nuestra historia ancestral, es decir, por todo aquello que hemos aprendido a temer desde la evolución, como la muerte, la soledad o la oscuridad. Segundo, por lo que podemos controlar: generalmente pensamos que todo aquello sobre lo que tenemos control no nos hará daño, y como el terrorismo se fundamenta en sacarnos de la zona de confort, logra originar el pánico. Y tercero, por aquello de lo que disponemos inmediatamente: todas las imágenes que nos muestran los medios de comunicación sobre los actos terroristas, existen en redes sociales sobre decapitaciones y las amenazas que envían constantemente a los gobiernos, entre otros. Es por todo lo anterior que, a pesar de existir más muertes anuales por accidentes de tránsito, homicidios, ahogamientos e incluso por intoxicación por frutos secos aún el terrorismo sigue siendo un arma efectiva para desatar el miedo colectivo. En definitiva, la manera más eficaz de acabar con el

terrorismo es no temerle. El terrorismo sirve para muy poco, y acabarlo es tan fácil como prestarle mucha menos atención (Myers & Sigaloff, 2006). La experiencia colectiva de la guerra esta centrada en el sufrimiento que se instala en el centro del orden social, ya que forma parte de la memoria social. Lo que esta en juego cuando surge la violencia son las formas culturales y sociales a través de las cuales una sociedad especifica define el mundo conocido y sus valores. Sin embargo, debemos recordar lo que nos precisa Derek Summerfield en el sentido de que no hay formas socialmente definidas para elaborar el duelo de un estilo de vida que se muere, debido a que cuando el conflicto se da de manera sistemática e involucra la intimidación mediante el terrorismo o la destrucción de comunidades enteras, los sobrevivientes de los actos brutales registran sus heridas como algo social y no tanto como algo psicológico. En el caso de Sudan, la suspensión del ciclo tradicional del pastoreo y la cría de animales causó la desintegración social de los pastores, ya que para ellos los animales representaban un componente económico, ritual y esencial en la solución de las disputas. Los adolescentes sudaneses desplazados por la guerra civil mostraron la presencia de un enajenamiento cultural y la perdida de identidad social, ya que ninguno podía contar o escribir la historia de su asociación ya que muchos habían olvidado los nombres de sus abuelos y de sus pueblos o caminos; tampoco eran capaces de mencionar y recordar las ceremonias culturales tradicionales. Muchas comunidades deben enfrentarse a una guerra basada en el terror, que les impide llevar a cabo el duelo y honrar como es debido a los desaparecidos y asesinados, debido a que deben de mantener el silencio como una forma esencial de supervivencia, donde contar lo que paso, nombrar a las victimas, o el hecho de ser parientes de ellos significa ser como adversos a ellos.

CONCLUSIÓN Sin duda que el panorama de los efectos colectivos de la guerra, de los desastres naturales y de todos aquellos actos de destrucción intencional o no generan en el ser humano una profunda herida socio-cultural que en ocasiones afecta gravemente los lazos sociales que componen una cultura en particular. Es por ello, importante considerar que los seres humanos simpaticemos, antes que en cualquier otra condición, en la de seres heridos y rotos por el dolor, el sufrimiento y la muerte. Nos unifica el sufrimiento y la angustia de la muerte, porque en el fondo, ansiamos la paz y la felicidad y experimentamos el sufrimiento como condición de una negación hacia la que vemos. De la felicidad truncada es que nace el sentimiento de solidaridad. Como nos lo recuerda José María Mardones, “no tenemos más que echar una mirada al siglo que hemos terminado. Montañas de cadáveres acompañan el acontecer del siglo XX, casi cien millones de personas han muerto a manos de la guerra, del hambre, de la deportación, del asesinato, de la enfermedad y de los desastres naturales. Estamos vinculados por esta condición de víctimas y culpables con lo que la civilización y la barbarie nos unen”. Mardones nos señala que: “Hay aspectos de la realidad que únicamente se perciben si hay un cambio de actitud en los ojos que miran, como lo nos muestra el refrán africano cuando dice que: “hay cosas que sólo se ven tras haber llorado”, el sufrimiento compartido es por tanto, el lugar que devela los verdaderos problemas de la sociedad. La contradicción social se manifiesta en forma de dolor, miseria, injusticia que pudiera ser evitable. Hay que sospechar, con fundamento, que mucha de la ceguera social de la política y de los políticos procede del alejamiento de los lugares del sufrimiento.

Estamos asistiendo en los actuales momentos a la imposición del dolor por parte de los ejercicios hegemónicos y totalitarios, que argumentan para ello razones de orden: religioso, ideológico, militar que justifica el crimen y donde la vida se ha comercializado. Si ha existido un momento en el cual la vida haya sido considerada un valor de menor cantidad es justamente el actual. El terrorismo es la máxima expresión de la negación de la vida. Por ello, la tarea urgente de esta época es luchar en defensa del principio material de existencia que es la defensa del vivir con dignidad. Tal vez nunca desaparezca el terrorismo de la faz de la tierra, pero si necesitamos una mejor forma de enfrentar el sufrimiento que este produce; la fortaleza de los lazos sociales comunitarios facilitan una acción más acorde con la dimensión trágica y perversa de esta epidemia mundial. Tal vez, sirva de algo la reflexión de Hanah Arendt (2005), quien señalo que: “Los hombres, aunque han de morir, no han nacido para eso sino para comenzar”.

PROPUESTAS El tipo de terrorismo al que nos enfrentamos globalmente requiere respuestas estructurales en diversos niveles: a) En el nivel político En el ámbito estatal es preciso fortalecer el Estado como eje de seguridad y democracia. Se trata de evitar que los Estados se conviertan en fortalezas en los que los derechos democráticos de los ciudadanos sean sacrificados a favor de la seguridad privada. Existe el peligro de que gobiernos dictatoriales o con un marco restringido de libertades traten de aprovechar la situación para eliminar a los opositores políticos bajo la acusación de terrorismo. El uso de la violencia indiscriminada es una de las realidades con las que nuestras sociedades, abiertas a la vez que de riesgo, deben temporalmente convivir. Si es así, es preferible combatir la violencia desde el marco de la democracia y l imperio de la ley antes que desde Estados de excepción autoritarios. En este momento de cambio, es esencial evitar que en el viejo dilema entre seguridad y libertad se opte por eliminar de un plumazo una amplia gama de libertades ciudadanas que no ha sido fácil conquistar. Uno de los mayores desafíos para el sistema internacional en un futuro inmediato es cómo alcanzar mayores niveles de convivencia pacífica entre comunidades con diferentes identidades. Es preciso regular las relaciones de las personas respetando las particularidades en el marco de los

derechos. Es necesaria la transformación de los Estados nacionales en Estados cosmopolitas y abiertos, protegiendo la dignidad de las culturas y las religiones del mundo. b) A nivel económico Es necesario hacer frente a las dinámicas de globalización promoviendo reformasen las instituciones multilaterales y nuevos marcos reguladores y cambios en las relaciones comerciales y en los mercados financieros. Las cuestiones éticas y de justicia planteadas por la polarización global de la riqueza, la renta y el poder, y con ellas las enormes asimetrías en las opciones vitales, no es algo que pueda dejarse en manos de los mercados. Los más pobres y vulnerables, que están atrapados en situaciones geopolíticas, que se han desentendido de sus reivindicaciones económicas y políticas

durante

generaciones,

siempre serán terreno abonado para los

reclutadores de terroristas. Hacer frente al terrorismo exige un grado muy elevado de cooperación intergubernamental. Los Estados deben aliarse para combatir el terrorismo, pero esto sólo es posible si defienden un mundo más justo. La mejor política de seguridad a escala planetaria sigue siendo hacer prevalecer la justicia frente al uso de la fuerza. Mientras haya injusticia habrá inseguridad. c) A nivel cultural y educativo Las instituciones educativas podrán contribuir incorporando en la enseñanza y en la construcción del conocimiento visiones del mundo globales e integradoras, que muestren las crecientes interrelaciones que existen en la economía, la cultura, la ciencia, la política; ofreciendo, además, claves para interpretar los conflictos en toda su dimensión; y promoviendo valores relacionados con la justicia, el respeto de los

derechos humanos, la participación y la solidaridad. Las sociedades occidentales serán cada vez más multiculturales. La estrategia antiterrorista debe ir acompañada de medidas que eviten el surgimiento de brotes racistas y xenófobos que criminalicen al inmigrante y garanticen los derechos de todos los ciudadanos independientemente de su origen. En el largo plazo es necesario realizar esfuerzos en la construcción de un nuevo orden internacional del siglo XXI, que haga este mundo más gobernable. Necesitamos reformar en profundidad nuestro mundo, superando la exclusión social y la opresión de las identidades. Es necesario unir la globalización económica a una política cosmopolita. En el futuro, la dignidad de las personas, su identidad cultural y la alteridad del prójimo, deben tomarse más en serio. También se debe trabajar en la promoción del desarrollo en aquellas zonas en las que sus habitantes no pueden cubrir sus necesidades básicas y no tienen más futuro que la desesperación. La agenda de la ayuda al desarrollo no debería pasara un lugar secundario, desplazada por un mayor gasto en seguridad y defensa, sino que por el contrario éste debería ser el momento de impulsarla y consolidarla. Ayudar a los excluidos no es sólo una exigencia humanitaria, sino el interés mayor de Occidente, su clave para la seguridad interna. Nada de todo esto nos preservará del terrorismo y las guerras; pero todo ello ayudará a prevenir el horror.

FUENTES CONSULTADAS Revista, Actualidad Psicológica Noviembre (2005), Año xxx, N° 336 Arendt, H., (2005). La Condición Humana, Buenos Aires, Paidós. Chomsky, N. (2003) Hegemonía o supervivencia. Bogotá, Norma. Javier de Lucas., (2003). Globalización e identidades., Icaria, Barcelona.