Ensayo Del Discurso Sobre Las Ciencias y Las Artes

Ensayo del Discurso sobre las ciencias y las artes En el presente ensayo iremos a analizar la obra de Rousseau titulada

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Ensayo del Discurso sobre las ciencias y las artes En el presente ensayo iremos a analizar la obra de Rousseau titulada “Discurso sobre las ciencias y las arte” escrita en 1750. Está dividida en dos partes, iniciaremos realizando un breve resumen de lo expuesto en el primer capítulo, ya que a este lo consideramos como una introducción a la segunda parte, pues en él se exponen aspecto generales que luego el autor desarrollara; posterior a esto, se expondrán las principales tesis que Rousseau plantea en la segunda parte y además de esto se analizaran, para así poder ver nuestro pensamiento acerca de ellas; finalizaremos por medio de un balance general de los temas tratados en esta obra, así como también expondremos nuestra perspectiva acerca de la misma. En esta obra Rousseau inicia alabando la capacidad que tiene el ser humano de poder sobreponerse a la ignorancia por medio del uso de la razón, y dice que esto ha sucedido en las últimas generaciones; indica que Europa hace unos siglo vivía en una barbarie, en una ignorancia, y que para cambiar esto se necesitaba una revolución para que el ser humano volviera andar por el sendero del conocimiento; y según él, este cambio vino gracias al musulmán, por medio de las letras, y que estas luego dieron el paso a las ciencias.(1980;47-48) Luego plantea que el cuerpo tiene necesidades, y que estas necesidades constituyen los fundamentos de la sociedad (el gobierno, las leyes, etc.); y las necesidades del espíritu constituyen el recreo de la sociedad (las letras y las artes). Las potencias mundiales y especialmente los pueblos civilizados deben amar a los talentos y proteger a aquellos que los cultivan; y da el ejemplo de Roma y Atenas que, según él, se caracterizaron por hacer esto. (Rousseau, 1980; 48) Expone que lo idóneo seria que en la sociedad, la decencia fuera la virtud; pero que no es así, y hace una crítica a la riqueza de la vestimenta, ya que van de la mano del lujo, y estas al fin y al cabo no tienen nada que ver con la virtud, pues esta última es “la fuerza y el vigor del alma”. (Rousseau, 1980; 50) El autor dice que las artes han moldeado nuestras maneras y nos ha enseñado un lenguaje cercano a nuestra pasiones, antes de esto, nuestras costumbres eran rusticas, pero nos ahorraba bastantes vicios. Como los vicios de que la educación exija continuamente y que el decoro ordene, el hecho de que continuamente nos apegamos al uso, dejando a un lado el ingenio de cada uno. (Rousseau, 1980; 49-50)

También el autor nos menciona como han ido cambiando las generaciones. “Ya no se profanara con juramentos el nombre del amo del universo, pero se le insultara con blasfemias y nuestros oídos escrupulosos no se ofenderán”. (Rousseau, 1980; 51) El amo del universo como lo dice el autor inferimos que es Dios. “Tal es la pureza que han adquirido nuestras costumbres. De esta manera hemos llegado a ser hombres de bien. Corresponde a las letras a las ciencias y a las artes el reivindicar lo que les pertenece de tan saludable obra”. (Rousseau, 1980; 52). A la vez dice el autor “Se han corrompido nuestras almas a medida de que nuestras ciencias y nuestras artes han avanzado hacia la perfección”. (Rousseau, 1980; 53). Sabemos que las artes y las ciencias han traído muchos beneficios a nuestra humanidad pero a la vez también han traído desgracias. A medida de que la tecnología avanza día a día somos cada vez menos humanos. No podemos dejar por fuera los beneficios que se nos son dados por ella, la tecnología, pero el fin no justifica los medios. El autor continúa exponiendo sus argumentos para lo que destaca la importancia de la virtud dentro de los hombres en la sociedad. Contrasta, por ejemplo, las naciones de Asia con los persas quienes se distinguen de los primeros por fomentar la virtud, la sencillez y la inocencia en la integración de sus habitantes lo que les ha llevado a grandes triunfos, caso contrario de los primeros. Propone como un ideal a seguir la tendencia de estas naciones quienes prefieren la virtud a las ciencias y el arte que corrompen el alma humana y las buenas costumbres. Es importante destacar la mención que hace de Sócrates como un filósofo que no parte de los vicios ni se cree superior a los demás, a diferencia de los demás sabios admira la ignorancia ya que motiva al hombre a seguir alcanzando metas y continuar superándose, mientras que la sabiduría en cierto modo corrompe las buenas costumbres y le da otorga un sentimiento de prepotencia, dañino para el alma humana. Resalta su manera de la cual un hombre debe ser recordado, un hombre que defiende las virtudes ante las ciencias. Puntos de vista del autor “La astronomía nació de la superstición; la elocuencia de la ambición, del odio, de la adulación, de la mentira; la geometría, de la avaricia; de la física, de una vana curiosidad; todas,

incluso la moral, del orgullo humano. Por lo tanto, las ciencias y las artes deben su nacimiento a nuestros vicios. (Rousseau, 1980; 69) Como primer punto queremos definir lo que es el vicio y la virtud para así poder comprender de mejor manera lo que el autor nos está diciendo. El vicio puede decirse que es el hábito de obrar mal, es la falta de rectitud o de defecto moral en las cosas y es a la vez lo opuesto a la virtud. Una virtud es u habito bueno que hace al hombre capaz de cumplir el bien de un modo más fácil y más eficaz. Es el patrimonio moral del hombre, le ayudan a comportarse bien en toda circunstancia. Nadie nace bueno o malo, sino que se llega a serlo. Como segundo punto nos cuestionamos si ¿las ciencias y las artes, nos traen algún beneficio? Sabemos que nos traen peligros, cuentos caminos falsos se han dado en la investigación de las ciencias y cuantos errores hemos cometido nosotros los humanos, “lo falso es susceptible de tener una infinidad de combinaciones pero la verdad solo tiene una manera de ser. (Rousseau, 1980). Pero si, la verdad es que si nos traen beneficios y los vivimos día a día en nuestro arduo vivir. La tecnología, la medicina, el avance de la física entre otros, todos ellos son beneficios que nos da la ciencia y en cuanto al arte, que mas que la manera de expresarnos. El arte es un componente de la cultura y como tal está íntimamente relacionado con el humano. Como tercer punto que queremos resaltar es el planteamiento que hace el autor de que conforme a la comodidades de la vida aumentan, conforme aumenta el desarrollo de las ciencias y el arte, y el lujo se hace mayor, las virtudes militares se desvanecen (Rousseau, 1980;78) Nosotros vemos esto como una relación causal, primeramente la calidad de vida del ser humano mejora, esto genera que sus preocupaciones cambien, esto es fácil de ver, no van a ser las mismas preocupaciones que tienen los humanos , que por ejemplo, vivan en la selva que las preocupaciones que tienen los humanos que viven en la ciudad1, esto es claro; y a causa de esto tampoco ven a ser las mismas habilidades que cada uno desarrolla, ya que dependiendo los necesidades se desarrollaran distintas habilidades, podríamos imaginarnos que los 1

Por obvias razones no descartamos similitudes, pues hay necesidades básicas que todos por igual debemos satisfacer, pero se irán a satisfacer de distinta manera, así por ejemplo la necesidad de comer para los que vivan en la selva deberán ir a cazar animales o a recolectar los cultivos, mientras que los que vivan en la ciudad les bastara con ir al supermercado más cercano.

humanos que llevan una vida, por así decirlo, “más cómoda” podrán ocuparse de desarrollar las ciencias y las artes, ósea de las habilidades mentales, mientras que los que deben vivir día a día en contacto con la naturaleza, desarrollaran mejores habilidades físicas, como por ejemplo la resistencia física; precisamente lo que Rousseau critica es que cuando el ser humano se ocupa de desarrollar las ciencias y las artes deja a un lado el aspecto físico, esto repercute en el empobrecimiento de las aptitudes militares; y así lo hace ver Rousseau “…el estudio de las ciencias se adecua mas a debilitar y a afeminar el valor que ha reforzarlo y fomentarlo.” (1980:76) Para argumentar esto último, el autor da varios ejemplos, entre ellos, el de los romanos que confesaron que la virtud militar que poseían se había ido atenuando conforme empezaron a cultivar las bellas artes; también menciona a Grecia porque en esta sociedad se había prohibido para sus ciudadanos todos aquellos oficios que fomentaran la ociosidad y el sedentarismo, pues el cuerpo al ser sometido a esto se le enervan el vigor de su alma (Rousseau, 1980; 76-77). Vemos, entonces, un gran interés del autor por alabar el desarrollo de la fuerza, del vigor de la resistencia y de las aptitudes militares, esto puede ser que responda al contexto social de la época o que sea nada más que un rasgo de su personalidad o su manera de ver el mundo; nosotros creemos que actualmente no es tan necesario desarrollar estas habilidades mencionadas, pues no vivimos en una especie de guerra perpetua para la que todos debamos prepararnos, y si las guerras son algo inevitables para eso cada nación conforma sus ejércitos y los prepara, el autor critica también a estos ejércitos pues, según él no están preparados para soportar las intemperies del tiempo ni el exceso de trabajo (Rousseau, 1980;77), pero estas características, en nuestro días no son necesarias para el desarrollo de la humanidad, matar y hacer la guerra no son ninguna virtud del el ser humano, ni tan si quiera un vicio, si no que es su lado negativo, oscuro y perverso y no es objeto de alabanza, y en cierta manera la ciencia ha contribuido a esto, no lo vemos con los mismo ojos que el autor lo plantea: “…la cultura de las ciencias es perjudicial para las cualidades guerreras”, no creemos que la ciencia ha contribuido a que el aspecto militar se deje a un lado, al contrario la ciencia por medio de sus avances le ha dado al ser humano nuevas armas con las que hacer la guerra; ¿Qué habría sido de la segunda guerra mundial si los Estados Unidos no hubieran tenido la bomba atómica para

prácticamente vencer a Japón? No es como el autor lo hace ver, pues es claro y fácil de ver que la ciencia ha contribuido a la guerra. Como cuarto punto el libro nos expone como las ciencias y las artes siempre van acompañadas por el lujo el cual es nacido de la ociosidad y vanidad del hombre. Según el diccionario de la Real Academia Española ociosidad es definida como: “Vicio de no trabajar, perder el tiempo o gastarlo inútilmente” Esto lo cuestiona mucho el autor, sobre todo al sostener este es un gran mal, pero que aún otros peores están asociados a las ciencias y las artes. El lujo es visto como el lado opuesto de las buenas costumbres y también como una señal de riqueza, sin embrago este conlleva al fracaso ya que se nos expone que para tener un imperio duradero son necesarias las buenas costumbres. Las ciencias y las artes, el lujo son capaces de cambiar la forma de pensar de las personas y se nos muestra de la siguiente manera en el texto: “¿Y qué será de la virtud cuando sea necesario enriquecerse a cualquier precio? Los antiguos políticos hablaban continuamente de buenas costumbres y de virtud, los nuestros no hablan sino de comercio y dinero” (Rousseau, 1980; 71) Llevando a nuestro contexto lo anterior, lo podemos ejemplificar con el excesivo capitalismo en el que vivimos, y como las empresas tratan de sobrevivir aún sea a costa de otras. Retomando el tema de los políticos, cada día se vuelven más manipuladores y mentirosos buscando solo su bienestar y no el de la sociedad y muchas veces hasta vendiendo a su propio país, con tal de “hacer” más dinero como es el caso de los llamados Tratados de Libre Comercio que no son más que un mecanismo utilizado para aprovecharse de los países menos desarrollados para “hacer comercio y dinero”, donde los únicos beneficiados son las grandes empresas y no las personas que más lo necesitan. Olvidándonos así de las buenas costumbres y con la idea errónea de que con el dinero podemos obtener todo lo que deseamos. Todo lo anteriormente dicho nos lleva a una consecuencia producida por el lujo y las ansias de tener más y más, la corrupción, la cual lleva a los hombres a la perdición y a

cometer acciones que nunca creyeron llegarían hacer, todo por el vicio y el deseo de querer ser los mejores, el más importante, el más sobresaliente y reconocido, movido por las ciencias y las artes. El ultimo punto importante que expone el autor es la manera en que algunos modelos y tipos de educación no cumplen con su verdadero objetivo de formar y educar a las personas. Del tipo de educación que habla el autor es de la educación insensata. “Una educación insensata adorna nuestro espíritu y corrompe nuestro juicio” (Rousseau, 1980; 98). Tal y como lo expone el autor, cuando la educación se preocupa por adornar, es decir, por aparentar virtudes y conocimientos que no se poseen, se corrompe el juicio y la verdadera meta de la educación ya que persigue un ideal de apariencia representada en el mal del lujo anteriormente expuesto. Se puede enseñar a leer grandes obras, por ejemplo, pero qué hay de ganancia si no se comprenden. Esta idea se refuerza mediante la siguiente cita: “Acerca de un hombre ya no se pregunta si es honrado sino si tiene talento; ni acerca de un libro si es útil, sino si está bien escrito.” (Rousseau, 1980,79) Además de una educación de lujo o de apariencias que corrompen la virtud humana, se destaca, de igual manera, cómo existen modelos que se establecen en la educación y sobre los cuáles las personas a las que se educa deben seguir. Dichos modelos se implantan en la formación de las personas para orientar su educación, pero se tornan peligrosos cuando representan una limitación al genio de la persona ya que muchas veces los modelos no le permiten ver más allá de él. Como ejemplo el autor plantea a Isaac Newton cuyo ingenio fue más delante de su época y no hubiese sido así si éste hubiera tenido un maestro o un modelo implantado que limitara su conocimiento. Para el autor, la educación debe enseñar lo que deben hacer cuando sean hombres. Esto se debe al contexto en el que el autor vivía ya que se daba gran importancia a la formación militar y a la defensa de cada nación. Debe ser una formación en función de la virtud, una formación sana que corrompa las buenas costumbres. Además, el autor expone su inconformidad con el surgimiento de los sectores laborales porque ya no había ciudadanos sino arquitectos, artesanos, químicos, etc. La sociedad no tenía ya ciudadanos

que le beneficiaran sino personas especializadas en una educación que muchas veces dañaba la virtud que era necesaria para convivencia de la sociedad. En síntesis, este libro “el discurso sobre las ciencias y las artes”, aborda ampliamente como es que las ciencias y las artes corrompen las virtudes del ser humano, y asimismo están van acompañadas por el lujo, el ocio y la vanidad. Dejando de lado la virtud, siendo esta el elemento fundamental en la formación de cada ser humano. A nuestro parecer el libro deja planteada una interrogante: “¿aunque nunca nos hubierais enseñado estas cosas (ciencias y las artes), seriamos por ello menos numerosos, estaríamos peor gobernados, seriamos menos temibles, menos florecientes o más perversos?”. Si bien es cierto la virtud es un elemento esencial para la convivencia en la sociedad, ya que impulsa a los seres humanos a hacer el bien; las ciencias y las artes no tienen por todo un lado negativo y a pesar de que estamos de acuerdo que haya nacido del ocio, los vicios y la avaricia, sin ellas no se hubieran dado grandes avances en distintas áreas como la medicina, la física, la química, que han permitido, entre otras cosas, el mejoramiento de la calidad de vida del ser humano. Siempre y cuando estas estén orientadas por la ética y la moral. Pero a su vez estos vicios como la ambición, la avaricia, el egoísmo, que han llevado al surgimiento de las ciencias también han permitido que dichos avances sean percibidos solo por un sector y no por toda la humanidad. Si la ciencia fuera dirigida por las virtudes del ser humano estos avances mencionados serian más exitosos y todos podríamos gozar de ellos. Por lo planteado anteriormente creemos que sin las ciencias no se hubiera alcanzado el grado de desarrollo que actualmente poseemos y también creemos que la población humana se vería reducida. Además creemos que la educación, no cualquiera, una que sea buena y de calidad, y que además inculque virtudes en las personas, ayuda a que no seamos mal gobernados; porque un pueblo ignorante es más fácil de dominar que uno educado; a partir de esto es que resaltamos

la importancia que tiene la educación en la sociedad, tiene que formar buenos ciudadanos preocupados por el porvenir de su nación, no solo que se ocupen de su profesión o que vivan su vida como si lo que pasara a su alrededor no les importase; deben involucrarse en la tarea de hacer lo mejor por su país y la humanidad en su totalidad. Si actualmente en nuestro país se educa a la mayoría de las personas y aun así estamos mal gobernados, podemos hacernos la idea de cómo estaríamos si ni tan si quiera recibiéramos esta educación, que no está exenta de críticas, pero que por lo menos nos dota de cierto grado de comprensión del mundo. Ciertamente, podemos coincidir con el autor en el siguiente punto: la sociedad está perdiendo sus ciudadanos. Es tal la preparación y educación a las personas que se les enseña a ser arquitectos, médicos, físicos, pero muchas veces no se les enseña a ser ciudadanos. Las personas están limitadas a hacer lo que encaja en su ámbito laboral y no amplían sus acciones más allá de esos límites. Si una sociedad pierde a sus ciudadanos no será sociedad sino pequeños grupos de sectores laborales que se preocupan únicamente por lo que deben hacer, lo que conlleva a acciones muy individuales por lo que perjudica a la sociedad entera por ser un ente social que necesita de la participación íntegra de todos sus habitantes. Se debe de potenciar una educación que fomente la formación no solo en el área especial de su profesión sino también en su virtud y valores humanos.

Bibliografía Rousseau, Jean-Jacques (1980). “Discurso sobre las ciencias y las artes”. Pag.47-93 Editorial Aguilar Argentina S.A.