Ensayo de La Hojarasca

Presentado por: Jhon Sebastián Marín Ortegón ASIGNATURA: DUELO, MUERTE Y VENGANZA Ensayo de: La Hojarasca Es miércoles

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Presentado por: Jhon Sebastián Marín Ortegón ASIGNATURA: DUELO, MUERTE Y VENGANZA Ensayo de: La Hojarasca

Es miércoles en Macondo, pero, para la familia del coronel Buendía tendría mas pinceladas de domingo que para los demás residentes de aquel pueblo ficticio, ya que por fin yacía colgado, con una soga estrangulando su cuello, el ser mas despreciado que pudo haber llegado, “el doctor”. Sus actividades se vieron frenadas por el deseo que recaía sobre el doctor de la mayoría de personas, el morboso momento de ver el cadáver pudrirse en la calle, dejando que su cegado sentir culturizado por retazos del pasado que marcan como un metrónomo la negligencia de no haber ayudado a aquellos heridos que tocaban su puerta; deseo que por fin sucedió. ¿Pero que llevo a este personaje a realizar tal hazaña en su propia contra? Quizás fueron los años en que vivió bajo el techo del coronel, donde se fue convirtiendo en un huérfano de la sociedad, donde sus servicios se fueron desplazando y donde la hamaca lo dejaba en la inopia cuando se recostaba en ella. Hasta que llegaba la noche junto a la guajira, que al quedar en cinta por él, esta decidió tener el hijo del cual nunca se supo, dejando de afrontar el tabú que tenia al momento de pensar en descendencia; situación que lo libero o fue el inicio del nudo de aquella soga que lo vio fallecer. La muerte fue seduciéndolo ( y aunque tal vez años atrás el doctor juro combatirla con su oficio), para convertirse en el pináculo de su miserable, solitaria y desconocida vida, al perder a Meme entre los visos del sol que entraban por la puerta, casi obligándolo a decidir ahorcarse para encontrar en sus ultimas gotas de vida el goce absoluto que por fin lo liberaría por completo del estimulo subyugante que tanto tiempo lo azoto, la fatiga de ser un ignorado, que a ninguna persona le importaba y que solo esperaban, mas temprano que tarde, su lánguida muerte en aquella casa esquinera excluido de la realidad del pueblo, excluido de cualquier significado, excluido de cualquier rastro de humanidad; siendo nada mas que un objeto vil y maldito por la gente. Tal vez este mismo sentimiento embargo a Isabel, pero desde otra perspectiva, donde el significado del hombre desconocido con el que se caso se llenaba de palabras imaginarias, ilusiones e ideas vagas de lo que podría representar Martin con su saco y su bigote, pero este humo imaginario se disipo con la ausencia, y al igual que el doctor con su vida, perdió el significado dejando a estos personajes frente a “La cosa”, como denomina Hegel a aquello abstracto, sin nombre, ni palabra a la cual hacerse referencia y sin representación. Así la hojarasca que siempre llegaba al pueblo sin dirección, esta vez no solo dejaría virutas de hojas secas por sus calles, sino el hedor de un enemigo muerto, protegido por el “Cachorro” y que al romperse esta protección, al romperse el tabú impuesto por el sacerdote liberaría al pueblo con un gozo descomunal de la maléfica presencia del doctor.