Ensayo Carl Rogers Libertad y Creatividad Educacion

¿Se puede ser humano en clase? En este texto, Rogers nos expone la importancia de cambiar el enfoque de enseñanza por el

Views 72 Downloads 0 File size 48KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

¿Se puede ser humano en clase? En este texto, Rogers nos expone la importancia de cambiar el enfoque de enseñanza por el de facilitación del aprendizaje, en el que el docente debe abandonar su pedestal de bronce, como figura autoritaria y dueña del conocimiento, a un ser humano que aportará a los estudiantes los elementos necesarios para que ellos mismos gestionen lo que quieren aprender. Como argumento principal usa su propia experiencia, algo que se me hace muy interesante porque siempre hay escepticismo acerca de la validez de alguna teoría o perspectiva de trabajo magisterial, sobre todo cuando el que la aporta no se ha parado nunca a dar clase o su trabajo es observar a los profesores en campo como un científico mira a sus animales de laboratorio. El autor expresa cómo para él mismo fue un verdadero reto encontrar la manera de poner en práctica el acercamiento a sus alumnos, acostumbrados a la mecánica tradicional del profesor y desconfiados de cualquier modificación del comportamiento de quien esperan autoritarismo, cerrazón y distanciamiento. Todos estamos acostumbrados a maestros que dominan su clase (enciclopedismo), se hacen respetar a través de la intimidación con gestos iracundos y promesas de reprobación a quienes no se sujeten a sus mandatos, así como una conducta en el salón similar a la de un grupo en el ejército: sumisión total y nulo cuestionamiento. En ese ambiente señalar los errores del profesor es la máxima falla, no se admiten críticas de ningún tipo, ni siquiera un comentario que podría mejorar el desempeño. A todos nos tocó por lo menos un profesor así… y cuánto lo detestábamos. Paradójicamente, cuando nosotros nos encontramos enfrente del alumnado, comenzamos a poner en práctica los mismos vicios que nos causaban enfado, aburrimiento, miedo y frustración. Es la única forma que conocemos para “controlar” al grupo, mantener la disciplina, en resumen, para llevar la fiesta en paz. Haciendo un análisis crítico de los resultados de ese sistema, sabemos que ha contribuido a la gran cantidad de conocimientos que en realidad se han terminado perdiendo en el olvido. Seamos honestos, el principal objetivo de numerosos estudiantes es pasar, el de los docentes, terminar el curso con un índice de reprobados aceptable y un promedio razonable (dependiendo la dificultad asociada a la materia). Por tanto nos enfrentamos a versiones acartonadas, pero bien arraigadas, de lo que un maestro y un estudiante deben ser. Incluso a pesar de reconocer las deficiencias que eso conlleva, nos aferramos al mismo sistema: unos hacen que “enseñan” y otros hacen que “aprenden”. Encontrar la solución es, aparentemente, algo prácticamente imposible. Rogers nos contradice, pero nos advierte que no es tarea sencilla, años nos ha llevado acostumbrarnos a ese modelo, primero como alumnos y ahora como docentes; desarraigarnos puede llevar otro tiempo, afortunadamente no tan prolongado. De 1

nuestro compromiso depende que logremos la transformación de transmisor de conocimiento a facilitador de aprendizaje, cambiando la atmósfera de disciplina autoritaria al de libertad responsable. Demostrar nuestro lado humano no es signo de debilidad o pérdida de autoridad, porque el mismo autor nos indica que genera resistencias que aparentan sugerir esa conclusión simplista y precipitada. Esmero y paciencia contribuyen a mejorar nuestra intención de aumentar la empatía y el acercamiento. Pero nada sería posible si los estudiantes no perciben la honestidad, el respeto y el buen ejemplo. La falta de congruencia inmediatamente es una muestra de hipocresía que regresa a la desconfianza y el desconcierto iniciales. Por ello Rogers nos invita a seguir intentando con entusiasmo y aprender de los errores. Otra parte clave es el involucramiento de los estudiantes, que implica tomar en cuenta sus comentarios, análisis, críticas, cuestionamientos y objeciones. Así ellos se vinculan gradualmente, reducen hasta eliminar sus barreras psicológicas y deciden participar para aprender de verdad, dejando en un papel secundario la calificación que puedan adquirir (porque le dan su verdadero valor en su jerarquía personal de prioridades, sin menospreciar su lugar dentro de la burocracia implícita en el paso por la escuela). El resultado, según nos relata, es precisamente que esas personas son capaces de volver significativa la experiencia y la pueden mantener por el resto de su vida. La meta tan anhelada del aprendizaje continuo y prolongado se vuelve una realidad. Por ello es tan importante retomar la humanidad en nuestra labor docente. Incluso a pesar de la rigidez de los planes de estudio o de la dificultad de adaptar los contenidos a la cotidianidad de los alumnos, debemos ser parte de las herramientas y recursos a su alcance para que surja en ellos una auténtica disposición por seguir adquiriendo saberes que transformarán su mente y los harán más conscientes del papel ético de todas las ciencias y las tecnologías en las búsqueda del bienestar del ser humano, desde su entorno inmediato dentro de la comunidad en que vive, hasta la población mundial. De ese modo apreciará estéticamente sus contribuciones y entenderá que deben ser siempre aplicadas en nuestro beneficio sin deteriorar la naturaleza. Este esfuerzo debe ir acompañado, nos ayuda una vez más el autor, por elementos como el autoconocimiento, la honestidad, el sobreponernos al miedo que provoca salir de nuestra rutina y afrontar el reto de mejorar nuestra labor, el reconocimiento de nuestras debilidades y fortalezas, el apoyo psicoterapéutico, la retroalimentación en el aula y con otros colegas (para la propagación de estas prácticas y obtener comentarios útiles), la paciencia para alcanzar objetivos razonables en tiempos adecuados y el darnos la oportunidad de sentir entusiasmo en cada logro (sin caer en la egolatría o la arrogancia). Invito a todos los compañeros docentes a hacer la prueba y averiguar en propio caso las recomendaciones de Rogers en bien del trabajo en el aula.

2