Ensayo 2 La Personalidad Madura

Planeación del Aprendizaje LA PERSONALIDAD MADURA Por Mtro. Rubén González González. Lic. en Filosofía y Maestro en Edu

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Planeación del Aprendizaje

LA PERSONALIDAD MADURA Por Mtro. Rubén González González. Lic. en Filosofía y Maestro en Educación por la Universidad La Salle Bajío Docente en el Bachillerato SABES

07 de febrero 2009

No hay en todo el mundo un solo ser humano repetido, por más que nos parezcamos a nuestro padre a nuestra madre o algún familiar somos completamente individuales, y parte de esa individualidad la vamos adquiriendo por nuestras, experiencias, herencia (genética), familia, contexto, estudios, sociedad, amigos etc. Es cierto que podemos agrandar esta lista de influencias que van conformando nuestra personalidad, pero más que todas ellas hay un factor que determina, y ese es la libertad, es decir la toma de decisiones, de no ser así pudiéramos excusarnos en infinidad de ocasiones de que estamos predestinados. En el presente escrito trataré precisamente de argumentar que la personalidad madura es el resultado principal de mi libertad, y no de una libertad “Light”, que elige lo que se le ocurre sin reflexionar, sino de la verdadera libertad que se fundamenta en la elección consciente y de lo mejor para mí y para los demás. Por lo tanto el primer punto que argumenta mi reflexión es que la personalidad se va formando, como mencioné en un principio hay otros factores que van influenciado a la misma, pero quien determina son mis actos; y vaya que tiene mucho sentido pues de no ser así existiría la predestinación; es decir, yo soy lo que mis padres me heredaron; yo tengo el carácter de mi padre; yo soy corajuda como mi tía; tú tienes la intolerancia de tu abuela; ella es tan sumisa como su hermana mayor; él sacó lo estudioso de su abuelo. Si todas las frases anteriores fueran veraces entonces la personalidad madura simplemente no existiría como tal y obviamente no sería un aspecto de nuestro ser que pudiéramos trabajar y por consecuencia este ensayo no tendría razón de ser; entonces aterrizo en tres puntos destacables de mi reflexión:   

La personalidad madura es resultado principalmente de mi libertad. Mis decisiones y acciones van dando forma a mi personalidad. Soy más maduro conforme más consciente sea de mis actos en caminados a un bien común.

Siguiendo estas líneas básicas, distingo dos momentos cruciales del ser humano en su formación de la personalidad, el primero es a temprana edad, entre los 0 y 6 ó tal vez 7 años de vida cuando no somos plenamente conscientes de nuestros actos; es al final de esta etapa (si la educación fue natural) cuando se despierta la conciencia. En este primer momento es obvio que no somos responsables de nuestro actuar y por consecuencia nuestra libertad no genera nuestra personalidad; más bien es cuando somos instrumentos

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para que los que nos rodean (padres, hermanos mayores, familiares adultos etc.) decidan por y sobre nosotros, teniendo la oportunidad de ellos formarse formándonos. En este periodo lo que hagamos o dejemos de hacer no determina nuestra personalidad, aunque algunos psicólogos (muy en especial los psicoanalistas freudianos) argumenten lo contrario. Quiero precisar que lo que sufra en mis primeros años de vida si afecta mi personalidad, pero no la determina, de lo contrario daríamos paso nuevamente a la predestinación y entonces mi personalidad no dependería de lo que hoy yo decidiera sino de lo que los adultos que me rodearon en mi niñez hicieron con migo. El segundo momento y el más importante por que determina mi personalidad comienza a la edad de 7, 8 ó 9 años entra en su periodo de clímax a la edad de la adolescencia y juventud, se consolida en la edad adulta y termina justamente el día en que partimos de este mundo a mejor vida; aunque en ciertos individuos este periodo termina de manera precoz sin haber llegado a su climaterio. En otras palabras mi libertad ejercida correctamente es el mejor alimento que de forma a mi personalidad madura, o bien el libertinaje (uso inconsciente y deshonesto de mi libertad) va degradando mi persona, creando un monstruo del egoísmo y de la imperfección. Del argumento arriba planteado brota un elemento importantísimo que todo padre de familia debe cuidar; la educación y formación de la conciencia, precisamente en esta primera etapa de formación de la personalidad de los hijos; pues recordemos que en este momento los actos del niño no trascienden en la formación de su personalidad, pero sí aquellos que los padres deciden y hacen para con los hijo, entonces todos los que somos padres debemos distinguir este bello momento de cuidado y educación de los hijos. Educación que debe ir fundamentada en el ejemplo y que si reflexionamos profundamente quien se ve beneficiado con ello de manera principal no son los hijos, sino el padre que se va haciendo virtuoso y a su vez dando forma a su personalidad madura, y al hijo de alguna manera le facilita el camino, que forzosamente debe andar conforme va creciendo para lograr por sus propios merito esa personalidad propia. Concluyendo la personalidad madura no se hereda ni se aprende de otro, es ganada a pulso con el constante actuar de manera libre y responsable eligiendo lo mejor para mí y los que me rodean; ahora, si yo soy consciente de mi actuar ético, un actuar basado en el amor al prójimo al estilo San Agustín que no se cansó de repetir sus frases del amor “La medida del amor, es amar sin medida” o “Ama y haz lo que quieras”. Entonces habré llegado a la madurez plena, a la madurez total y como consecuencia seré dueño de una serie de características secundarias como: la autonomía, la responsabilidad, la capacidad de trabajar productivamente, visión amplia de la vida, capacidad de reflexión, armonía sexual, buen sentido del humor, capacidad de entablar amistades profundas, manejo de emociones, criterio personal, flexibilidad, seguridad, manejo de la frustración, espiritualidad, fe, esperanza, caridad en pocas palabras seré un hombre íntegro, y un hombre íntegro es un hombre que a fuerza de actos conscientes ha logrado salir de sí, por medio de actos serviciales y generosos a favor del prójimo, a favor del más necesitado.

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Un hombre con personalidad madura es un ser en peligro de extinción, pues es un hombre que simplemente sabe AMAR.

Bibliografía.  Bolio Ernesto y Arciniega “Personalidad Madura” Médico Psiquiatra, Psicólogo y Profesor en el ICADE.  Frankl Víctor Emil “El Hombre en Busca del Sentido Último” (El análisis existencial y la conciencia espiritual del ser humano) Editorial Paidós 1999.

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