Elmer Bernstein

Elmer Bernstein, compositor "No siento nostalgia por los '50" estadounidense Conocido por la música realizada para los

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Elmer Bernstein, compositor

"No siento nostalgia por los '50" estadounidense

Conocido por la música realizada para los filmes Los Diez Mandamientos (Cecil B. DeMille, 1956) y Los Siete Magníficos (John Sturges, 1960), Elmer Bernstein compuso la notable banda sonora de Lejos del Cielo (2002), de Todd Haynes, uno de los grandes títulos del año. En esta entrevista se explaya sobre esta cinta, sobre su relación con Martin Scorsese -para el que ha trabajado en cuatro películas- y recuerda sus tiempos de víctima de la caza de brujas macarthista. Por Rodrigo González Poco antes del comienzo del verano en Estados Unidos, el compositor Elmer Bernstein se encuentra de vacaciones. Su representante dice que intentará ubicarlo en algún lejano pueblito, dejando también entrever que la posibilidad de entrevistarlo es tan remota como el lugar donde descansa. "Ya sabes, aunque la conversación sea de cinco minutos, son cinco minutos de sus vacaciones. Eso es sagrado en cualquier parte del mundo’’, dice por teléfono una chica que se empeña en pronunciar dos o tres palabras en español, de la misma forma que el entrevistador se esfuerza en hacer inteligible su inglés. Tras una semana de tratativas, el señor Bernstein dice que sí, que le interesa la entrevista y que hay que llamarlo a su estudio, donde su asistente le pasará la llamada telefónica. Lo primero que sorprende en este hombre de 81 años es una voz fresca, sana, jovial, que está lejos de evidenciar el paso del tiempo. Poseedor de una memoria prodigiosa y una capacidad increíble para abordar los más opuestos géneros fílmicos -desde las películas históricas, pasando por las comedias y los westerns, hasta el melodrama-, Bernstein es a estas alturas del partido un lobo estepario. El último de una generación inmediatamente posterior a la de compositores como Bernard Herrmann (1911-1975), pero anterior a la de John Williams (1932) y John Barry (1933). Alguien ubicado entre el viejo Hollywood de Cecil B. De Mille y el renacer patentado por Martin Scorsese a mediados de los '70, dos de los realizadores con que ha trabajado. En Chile se estrenó hace un par de meses el filme Lejos del Cielo (2002), de Todd Haynes (Velvet Goldmine, 1998), que con una sostenida y fiel asistencia de público aún se mantiene en cartelera y para el que el maestro Bernstein compuso la banda sonora original. Una vez más postuló al Oscar por esta música -de las mejores salidas de su prodigiosa pluma- y una vez más perdió, en este caso ante la estereotipado y facilón soundtrack "de raíces latinoamericanas’’ compuesto por Elliot Goldenthal para la insufrible Frida (2002, Julie Taymor). Curiosamente, Elmer Bernstein -que ha sido nominado en catorce ocasiones y lo ganó por la impecable

comedia musical Thoroughly Modern Millie (1967)- no extraña otra estatuilla en su vida. Con la entidad de los grandes, sólo entrega su música para ser degustada sola, sin aditivos de premios ni veneraciones impostadas. Para quienes deseen saber cómo van las cosas en el soundtrack de Lejos del Cielo, basta decir de que se trata de una de las más arrebatadoras bandas sonoras compuestas en el último tiempo para el que es -en esta humilde opinión- el mejor estreno del año 2003 en Chile. ¿Cómo se interesó en hacer la música de esta película? Todd Haynes me envió una copia en video del film para verlo, pues quería que yo compusiera la banda sonora. Apenas terminé de ver la película me encantó. Sabía que en este caso sería capaz de escribir un tipo muy particular de música: precisamente aquellas bandas sonoras que más me gustan. Luego invité a Haynes a mi casa, hablamos sobre que tipo de melodía podría componer y finalmente dije manos a la obra. Fue realmente una de mis mejores experiencias en el campo de hacer música para el cine. La película se ambienta en los años '50 y usted empezó a trabajar en el cine en aquella década ¿Sintió nostalgia por esa época? No. Hay una cosa curiosa al respecto: en los '50, el hombre que hacía el tipo de películas que inspiró a Todd Haynes era Douglas Sirk, quien se encontraba en la vereda del frente de las cintas para las que yo trabajaba. Yo hacía música de jazz para El hombre del brazo de oro (1955) de Otto Preminger o La Mentira Maldita (1957) de Alexander Mackendrick, todo lo opuesto a los melodramas de Lo Que El Cielo Nos Da (1955) y Palabras al Viento (1957) de Douglas Sirk. Es más, nunca ví sus películas en esos años. Por lo tanto, nunca sentí nostalgia al hacer esta partitura, sino que más bien fue una oportunidad para construir un soundtrack en una película donde las emociones son lo esencial. En definitiva, esta música es el correlato de los personajes. Creo que si la acción hubiera estado ambientada hoy y no en los '50, las melodías habrían sido las mismas. No son melodías de otros tiempos, sino que de un grupo de personas.

¿Tal vez Julianne Moore le inspiró algún pasaje en particular? La interpretación de Julianne Moore es muy conmovedora y me encantó. Sin embargo, no creo que mi música se inspire directamente en ella. Nace más bien del dolor de todos los personajes del filme: los tres caracteres principales padecen sufrimiento. En realidad, sólo un segmento de mi partitura es alegre y es el que se refiere a la reunión que tienen Cathy (Julianne Moore) y el jardinero del que se enamora (Dennis Haysbert).

El filme de Haynes es sumamente estilizado, con un gran trabajo por parte del fotógrafo y los diseñadores de producción ¿Le llamó la atención este look? Quedé muy impresionado por la textura de la película, por sus colores y su fotografía, que creo es absolutamente impresionante, de primera línea. Esas cualidades me inspiraron mucho. Me motivaron más.

¿Había visto otros filmes del realizador Todd Haynes? Fue divertido, porque yo no había visto nada de Todd (Haynes) antes de que me llamara para su película. Sus tres cintas anteriores -que son Poison (1991), Safe (1995) y Velvet Goldmine (1998)- son muy interesantes, pero absolutamente diferentes entre sí. Las ví todas en una sola tarde, después de arrendarlas en el videoclub más cercano. Después de esa fuerte experiencia, creo que me convertí en un buen amigo de Todd Haynes.

¿Cuál es su principal motivación para seguir trabajando en la industria del cine, aún después de haber cumplido 80 años? Es muy diferente a la que tenía en 1951, cuando estaba construyendo mi carrera. En ese tiempo tomaba prácticamente todo lo que me llegaba. Ahora sólo trabajo en películas que me gustan y me preocupo de leer los guiones antes de involucrarme. Si me interesan, hago la partitura. Aunque debo decirle que la mayoría no me atraen.

¿Cómo fue trabajar en el mismo año -1955- haciendo la música de Los Diez Mandamientos (1956) y El Hombre del Brazo de Oro (1955)? Estoy muy orgulloso de las bandas sonoras de aquellos filmes, que me llegaron totalmente por accidente. Comencé a trabajar para El Hombre del Brazo de Oro, porque el hermano del director Otto Preminger escuchó una música que yo había compuesto tres años atrás para otra película. La idea de realizar un soundtrack jazzístico era casi obvia: la historia trata sobre un baterista de jazz que tiene problemas con la heroína. Por otro lado, los productores de Los Diez Mandamientos sólo me habían llamado para que compusiera las danzas de la partitura general. Pero cuando el compositor principal se enfermó, el director Cecil B. DeMille me dio la oportunidad de hacer la música para todo el filme. Afortunadamente, yo estaba bastante entrenado en componer obras sinfónicas, porque mi formación es clásica, y pude salir airoso del reto.

¿Fue muy dura la transición entre su trabajo en películas clase B como Cat-Women of the Moon (1953) y superproducciones al estilo de Los Diez Mandamientos (1956)? Mi filosofía siempre fue la de aprender todo tipo de música, la de tratar de hacer de todo: música popular, folclórica o de otros países. Creo que eso me ayudó a tener una buena base para trabajar en todo tipo de películas.

¿Cómo era el trato con Otto Preminger, conocido por sus arranques de furia? Lo interesante y contradictorio de su personalidad es que era un tipo bastante duro y cruel en las situaciones más tontas e insignificantes del mundo. En el trato diario, en definitiva. Pero en la labor creativa, se comportaba en forma muy amable. Por ejemplo, cuando le pregunté que tipo de música quería para su filme, me dijo que yo tenía total libertad, que ese era mi negocio y que sólo yo conocía las reglas de este juego. Un personaje extraño.

Usted ha compuesto la música de cuatro filmes de Martin Scorsese, entre ellos La Edad de la Inocencia (1993) y Vidas al Límite (1999) ¿Cómo es su relación con él?

En primer lugar, creo que nadie en el mundo sabe más de cine que Martin Scorsese. Pocas personas entienden más de la función que la música cumple en las películas. Es un real colaborador, muy inteligente, alguien que sabe mucho de películas y gusta de intercambiar ideas y escuchar a los otros.

¿Porqué finalmente no se usó la música que usted compuso para Pandillas de Nueva York (2002)? Lamentablemente Martin (Scorsese) y yo no tuvimos el tiempo suficiente para conversar sobre esta película. No por lo menos como acostumbrábamos a hacerlo en otros filmes. Como usted sabe, el estreno del filme fue pospuesto después de los ataques terroristas del 11 de septiembre y en todo ese tiempo Scorsese cambió de idea. Decidió que no iba a usar toda mi partitura y que iba a introducir música de las calles o melodías de raíz folclórica o de características celtas. Me pidió que cambiara algo de mi partitura original, pero no pude hacerlo porque ya estaba embarcado en otros proyectos, entre ellos hacer la música de Lejos del Cielo. Finalmente Martin la reemplazó totalmente por canciones de U2, de otros grupos y de trozos compuestos por Howard Shore.

¿Verá la luz esta música alguna vez? Sí. Pretendo grabarla a fin de año y publicarla a principios del 2004.

Quizás uno de sus soundtracks más populares es el del filme Los Siete Magníficos (1960) de John Sturges. Nunca tuve la intención de hacer una música de ese tipo. Es más, antes sólo había trabajado en un solo western y ni siquiera era muy convencional. Es una de mis bandas sonoras favoritas, de las que me ha dado más satisfacciones y la toco comúnmente en los conciertos que suelo dar en público. El problema es que la gente cree aún que se trata de la música del comercial de Marlboro, cuando en realidad se hizo una reutilización de algo compuesto ya varios años atrás.

Con el tiempo también se volcó generosamente en el género de la comedia. La gente suele pasar un buen rato y reírse mucho en las comedias. A mí me sucede algo curioso con ellas: cuando hice la música para Colegio de Animales (1978), el director John Landis me dijo que hiciera una banda sonora en el sentido contrario. Es decir que compusiera una música dramática para las situaciones más cómicas de los protagonistas. Esto se traduciría en una mayor diversión, produciría un efecto humorístico mayor. Yo me la pasé muy bien haciendo este tipo de juegos y lo repetí con Campamento de Verano (1979), Y ¿Dónde Está el Piloto? (1980) y Los Cazafantasmas (1984).

¿Qué piensa de los nuevos compositores en Hollywood? Tengo, en general, una muy buena opinión y respeto por personas como Thomas Newman (Belleza Americana, 1999), un gran compositor, o James Newton Howard (Sexto Sentido, 1999). En otro sentido, una de las cosas que admiro de Hans Zimmer (La Delgada Línea Roja, 1998) es que es uno de los pocos compositores que puede hacer aún una buena línea melódica. El caso de Danny Elfman (Batman, 1989) es más singular, pues durante mucho tiempo se le asoció con cintas fantásticas, así sean de ciencia ficción o de horror. De todas maneras, es un tipo muy talentoso. Debo decir que todos ellos trabajan en filmes en los que yo simplemente no tendría nada que hacer. No es mi medio. De todas maneras, el problema actual en Hollywood no son los compositores, sino que las películas. Hay una gran cantidad de talento para filmes muy malos. Sólo se hacen películas para niños, como si fueran juguetes, totalmente predecibles: me refiero específicamente a cosas como Matrix Recargado (2003) o X-Men 2 (2003).

Usted fue perseguido en la época macarthista y rechazó componer la música del filme Boinas Verdes (1968), que era un panfleto a favor de la Guerra de Vietnam. Sin embargo, Miklós Rózsa (Ben-Hur, 1959; Quo Vadis?, 1951) -uno de sus héroes musicales junto a Bernard Herrmann y Franz Waxman (Sunset Boulevard, 1950) - sí compuso la partitura para tan infame apología. ¿Qué piensa de su actitud? Creo que Miklós Rózsa era un gran compositor, uno de los mejores. Pero no olvidemos que era húngaro de nacimiento y obviamente anti-comunista. Amaba a su patria y los ataques de la Unión Soviética a Hungría en el '56 le afectaron mucho. Es por eso que no creo que le haya sido particularmente difícil componer la música para un filme que defendía la Guerra de Vietnam como Boinas Verdes. Se trataba de una película, que en sus estrechos términos, defendía a Estados Unidos frente al comunismo y eso coincidía con lo que pensaba Rózsa. Obviamente yo nunca hubiera trabajado en esa cinta, pues me opuse tenazmente a esa guerra.

¿Cómo lo afectó la Caza de Brujas macarthista? Fue un período histérico y difícil en la historia de Estados Unidos. En realidad no había que ser comunista para comparecer ante el Comité de Actividades Anti-Americanas. Sólo bastaba con que uno tuviera simpatías izquierdistas, como es mi caso. Afortunadamente se acabó... creo.

¿En qué se encuentra trabajando actualmente? Estoy trabajando en una obra que se llamará Memoir, también en un cuarteto de cuerdas y quizás haga la música para alguna película muda del realizador King Vidor. Publicada el 24/08/2003