El violin interior

l!;l violín interior DOMINIÓUE HOPPENOT .......... El violín interior Ttaduccióo y prólogo de Juan Sanabras Para

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l!;l violín interior

DOMINIÓUE HOPPENOT ..........

El violín interior

Ttaduccióo y prólogo

de

Juan Sanabras

Para Guillaume en Lestimonio de mi gratitud

«Un dedo indica la !una, infelices aquellos que miran cl dedo.»

Proverbio budista.

Prólogo del traductor

Conocí a Dom iniquc Hoppcnot en un momento crucial de mi vida de mú· sico. No voy a contar aquí todo e l proceso que me abocó a cmrar en rclación con ella, pero sí quicro precisai· algunos aspectos imponantes que provoca· ron mi dccisión, porque son pumos comunes a muchos violin istas de mi ge· ncración y también a otros más jóvcncs y porque se ascmcjan nota biemente a la historia que con ta nta lucidez desc1·ibe la au tora como propia en el primer capítu lo de su libro. Como ella, salí de las aulas con más incerrogaciones que certezas. También disfruté más tarde el privilegio de una relación con violinistas y maestros eminentes que me aportaron generosamente su ta· lento y su cri rerio. Sin embargo, e l voluminoso bagaic de informacioncs, CO· nocimiencos y experiencias que acumulé con los a1i os, no me bastó para enfocar nítidamen te cl obj e tivo de mi criterio; ai contrario, lo difuminó angustiosan1cn1e . .i\ llis inLLLiciones y n1i ard iente búsqueda desembocaron en un ca· llcjón s in salida. Necesitaba un guía. Por ello ll amé a la puen a de Domini· q u e Hoppenot, medio esperanzado, mcdio cscéptico. Su reputación era creciente, pero su legión de seguidores entusiastas c hocaba con a lg unos de1ractores de prestigio, los rc prcscntan ws de la e nsefianza o ficial. Desde el p1'in1er encuentro comprcnd í por qué. Los conceptos de Dom iniquc HoppcnoL rompían los esquemas de b c n· scôanz1J tradicional dei violín. Su enfoque era totalmen te dis tinto. Para mí fue revelador y, desde ahí, de la mano de la autora, empecé de nucvo a recorrer el largo camino d e la búsqueda de mí m ismo como violinista y como rnúsico.

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MK 16260

Es la historia repetida de cantos violinistas, de tantos instrumenciscas de arco. A todos ellos aconsejo vivameme la leccura de este libro, como también a los más jóvenes, ojalá mejor orientados en sus prirneros pasos; en él encontrarán respuesta, estoy seguro, a muchos cuesLionarios, y les indicará cl cam ino hacia un plan teamienco de sus escudios mucho más lógico, mucho más completo, racional y profundo que el que puede ofrecerles la ense11anza trad icional dei instrumento. Como bien dice su autora, este libm va dirigido a q uien busca ... y se busca. La originalidad en la pcclagogía de Dominique Hoppcnot residia princi.paJmente en su concepto de una unidacl global: e) ronocimiento pcrfccto dei cucrpo y su cqui librio; la importancia dei gesto adecuado, la canalización )' admi1üsrración ele la energía y las scnsacioncs perfectamente integradas. Su relación pedagógica estaba completamente ccmrada cn cl alumno; tenía una w riosidad inagotable y se nrnravillaba ante cualquier cuestionam iento lógico inesperado. Su entrega era total, generosa, sin reservas. Su cncrgía y su capacidad de lrabajo eran asombrosas y siempre me llamaron la acención porque su apariencia era frágil y delicada. Para mí, su logro más importante fue conci l.iar la relación violín-violinista en una simbiosis perfecta que desmentia , por fin, la expresión amarga dei gran Georgcs Encsco cuando se refcría ai violín como su «querido euemigo» (1). Domin ique Hoppenoc cond ujo a una pléyade de j óvencs violin istas a una reaJjzación plena, rápida y brillame. ;Ah í están! Pero también y, sobre todo, acudió en ayuda de los menos jóvenes, violin istas de todos los niveles, prc>fosionales y aficionados provenientes de todas partes, algunos ya consagrados en sus carreras; otros, a 1rútad de camino o sumidos en la penumbra de sus frustracioncs. Y, no solamente violinistas, porque su esrudio, que a veci:s me hacía pensar en el gabinete de un psicoanalista, fue un au téntico centro de pcregrinajc de músicos cn sus más diversas facetas inscrumcntalcs. En él Hoppcnot organ izaba reuniones, audiciones para alumnos en vísperas de roncursos, sesiones de música de câmara donde ella intervenía ron cmusiasmo juvenil. Su ambiente tenía algo de familiar, de camaradería, era distend ido, fiel rell~jo dei talante de su anfitriona, de su personalidad abierta, generosa y de una dimcnsión humana excepcional. Nos dejó muy pronto, en la plenitud de su madurez, cuando tanto y tantos la necesitábamos aún. Pero su enseiianza y su vocación pedagógica sir( J)

Cit(l dei libro