El Shock Del Futuro

Alvin Toffler: “EL SHOCK DEL FUTURO” Primera parte: Muerte de la permanencia Capítulo l Durante los últimos 300 años, la

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Alvin Toffler: “EL SHOCK DEL FUTURO” Primera parte: Muerte de la permanencia Capítulo l Durante los últimos 300 años, la sociedad occidental se ha visto azotada por el cambio, y parece estar adquiriendo nueva fuerza. La aceleración del cambio no afecta sólo a las industrias o naciones, sino al hombre, enfrentándolo al “shock del futuro”. El “shock cultural” es el experimentado por el visitante no preparado al verse inmerso en una cultura extraña. Es lo que ocurre cuando los conocidos procedimientos psicológicos que ayudan al individuo a comportarse en sociedad son retirados de pronto y sustituidos por otros nuevos, extraños e incomprensibles. El “shock del futuro” es la desorientación producida por la llegada prematura del futuro. Es un fenómeno de tiempo, un producto del ritmo enormemente acelerado del cambio en la sociedad. Nace de la superposición de una nueva cultura sobre la cultura antigua. Es un “shock cultural” dentro de uno mismo. Lo que está ocurriendo ahora es más grande y profundo que la revolución industrial. El momento actual es el segundo hito crucial de la historia humana sólo comparable con el paso de la barbarie a la civilización. Ya no son los recursos los que limitan las decisiones. Es la decisión la que hace los recursos. Éste es el cambio revolucionario fundamental, y se ha producido en ésta, la “800º generación”. En nuestro lapso actual, las fronteras han saltado en pedazos; la red de lazos sociales es tan tupida que las consecuencias de los sucesos contemporáneos son instantáneamente conocidas en todo el mundo. También los efectos de sucesos pasados asumen otro grado de importancia; nos vemos atrapados en el “rebote del tiempo”: todo lo que en el pasado les ocurrió a algunos hombres, afecta virtualmente a todos los hombres de hoy. Toda la historia se hecha sobre nosotros y paradójicamente, esta misma diferencia subraya nuestra ruptura con el pasado. Así se altera fundamentalmente el alcance del cambio. A través del espacio y del tiempo, el cambio tiene en ésta 800º generación, una fuerza y un alcance como nunca tuvo.

Al cambiar nuestra relación con los recursos que nos rodean, ampliando violentamente el alcance del cambio y acelerando su ritmo, hemos roto irreparablemente con el pasado. Capítulo ll Las sociedades de alta tecnología experimentan el cambio con una velocidad mucho mayor que la normal. No existe un modo absoluto de medir el cambio, ya que se producen simultáneamente un número infinito de corrientes de cambio. Todos estos son procesos, no hay un punto estático para poder medir el cambio. Por lo tanto, el cambio es necesariamente relativo. También es desigual. Si todos los procesos se desarrollaran a la misma velocidad, o incluso si se acelerasen y frenasen el mismo tiempo, sería imposible observar el cambio. Pero el futuro invade el presente a distintas velocidades, y así se hace posible comparar la rapidez de los distintos procesos a medida que se desarrollan: el patrón para esta comparación es, entonces, el tiempo. La tecnología es una de las fuerzas más importantes que promueven el impulso acelerador. Las nuevas ideas se ponen en práctica mucho mas rápido que en tiempos pasados. El lapso entre la concepción original y su empleo práctico, se ha reducido de un modo radical. También se requiere menos tiempo para difundirla en la sociedad. Asimismo, cada nueva máquina o técnica es una nueva fuente de ideas: se generan combinaciones con máquinas y técnicas preexistentes, formando nuevas “supermáquinas”. Pero lo realmente importante de los desarrollos tecnológicos pasa por la posibilidad de resolver problemas con un método diferente; sugieren nuevas soluciones a problemas sociales, filosóficos e incluso personales. Alteran todo el medio intelectual del hombre, su manera de pensar y de ver el mundo. La tecnología es el motor, un acelerador, y el conocimiento es el “carburante”. El almacenamiento de conocimientos del hombre ha aumentado a través de la historia, desde antes de la escritura, pasando por la imprenta hasta llegar a la computadora. El conocimiento es poder, pero también es cambio, y la adquisición acelerada de conocimientos, que alimenta al gran motor de la tecnología, implica la aceleración del cambio.

Hay una reacción en cadena del cambio: descubrimiento - aplicación impacto - descubrimiento...en definitiva es la aceleración del desarrollo social humano. La aceleración del cambio es también una fuerza psicológica. La aceleración externa produce una aceleración interna, perturbando nuestro equilibrio interior. También abrevia la duración de muchas situaciones. Altera radicalmente el equilibrio entre las situaciones nuevas y las conocidas. Así, los grados crecientes de cambio nos obligan a enfrentarnos con un número creciente y acelerado de situaciones a las que no puede aplicarse la experiencia personal anterior. Para enfrentarse al cambio y evitar el “shock del futuro”, el individuo debe convertirse en un ser infinitamente más adaptable y sagaz que en cualquier tiempo anterior. Capítulo lll Los hombres no sólo se dividen por raza, religión etc., también lo hacen por su posición en el tiempo. Así, algunos siguen viviendo como miles de años atrás; son gente del pasado (tal vez un 70% de los seres humanos actuales). Otros, un 25%, constituyen las sociedades industrializadas; son gente del presente. El resto de las personas vive ya la vida del futuro: son más ricos, mejor educados y se mueven más que el resto de las personas. Ya se adaptaron al acelerado ritmo de la vida. Algunos se adaptan y otros rechazan el cambio. Esto es más notorio en personas mayores, quienes rechazan la acumulación de más situaciones generadoras de experiencias. Muchos conflictos de otro modo incomprensibles, pueden derivarse de reacciones diferentes a la aceleración del cambio. Lo dicho es aplicable tanto a individuos como sociedades enteras (choques entre culturas). La percepción del tiempo por parte del hombre está relacionada con sus ritmos internos, pero sus reacciones al tiempo están culturalmente condicionadas. Desde chicos se nos infunde cierta perspectiva en cuanto a la duración de acontecimientos, procesos o relaciones. En el comportamiento adulto todo lo que hacemos se funda en presunciones de duración.

Todas estas presunciones de duración se ven trastornadas cuando se acelera el ritmo de vida. El fracaso en captar este principio se debe a la incompetencia educativa y psicológica en preparar a la gente para representar papeles fructíferos en una sociedad superindustrial. La transitoriedad es la nueva “temporalidad” de la vida cotidiana. Siempre ha sido parte de la vida, pero hoy, el sentimiento de impermanencia es más agudo. Las cosas, los lugares, la gente, las organizaciones y las ideas son componentes básicos de todas las situaciones. La relación del individuo con todos estos factores es lo que estructura la situación. Precisamente estas relaciones se acortan y se abrevian al producirse una aceleración en la sociedad. Esto a su vez, origina el sentimiento de desarraigo y vacilación, al vivir en un mundo cambiante. La vida de las personas puede calificarse en términos de velocidad: algunos se caracterizan por una rapidez de giro mayor a la de otros. La gente del futuro vive en una condición de transitoriedad alta, donde la duración de las relaciones se abrevia, y su cambio es sumamente rápido. Es esta rápida sustitución, combinada con la creciente novedad y complejidad del medio lo que violenta la capacidad de adaptación y crea el peligro del “shock del futuro”. Segunda parte: Transitoriedad Capítulo lV Las cosas son altamente significativas no sólo por su utilidad funcional, sino por su impacto psicológico. Nosotros establecemos relaciones con las cosas. Las cosas afectan nuestro sentido de continuidad o discontinuidad. Desempeñan un papel en la estructura de las situaciones, y la abreviación de nuestras relaciones con las cosas aceleran el ritmo de la vida. Además, nuestras actitudes con respecto a las cosas reflejan nuestros criterios sobre valores fundamentales. La cultura del desecho o “use y tire”, el hecho de usar el producto una sola vez, contraría las raíces profundas de sociedades o individuos imbuidos en una cultura de pobreza, a la vez que tiene importantes consecuencias psicológicas: origina una escala de valores radicalmente distinta en lo concerniente a la propiedad. Pero también implica una reducción en la duración de las relaciones hombre-cosa. En vez de estar ligados a un único objeto por un largo tiempo, nos hallamos ligados , durante breves períodos, a una sucesión de objetos que sustituyen aquél.

En el pasado la permanencia era lo ideal; el hombre construía cosas para que durasen. Las sociedades eran casi inmutables, y cada objeto tenía una función definida. Era lógica una economía de permanencia. Pero al acelerarse el ritmo general de cambio en una sociedad se cambia a la economía de permanencia por la economía de transitoriedad. Existen varios motivos: 

la tecnología progresiva tiende a rebajar el costo de fabricación mucho más rápido que el de reparación; es más barato sustituir que reparar.



los avances tecnológicos permiten mejorar el objeto con el paso del tiempo; resulta económicamente lógico construir para un plazo más breve que para uno más largo.



al acelerarse el cambio, surge la incertidumbre acerca de las necesidades futuras; vacilamos en gastar grandes sumas en objetos destinados a cumplir objetivos inmutables.

También hay variantes al principio de disponibilidad: 

los objetos que no pueden desecharse una vez usados (por caros, grandes, etc.), están construidos de modo tal de poder ser readaptados en caso de necesitarse.



modularismo: se le da permanencia a las estructuras de conjunto, a costa de hacer menos permanentes las subestructuras (se mantiene fijo un “esqueleto”, y variable todo el resto). El resultado es una nueva configuración, por lo tanto, desde el punto de vista de la duración de las relaciones, es como si se hubiera tirado la anterior. Bajo ésta perspectiva, disponibilidad y modularismo son lo mismo.

Estas realidades culturales tienden al mismo fin psicológico: la efimerización de los lazos del hombre con las cosas que lo rodean. Con el alquiler pasa lo mismo: el hombre consigue un menor compromiso. El miedo a la obsolescencia obliga al empresario a innovar, y al consumidor a buscar productos alquilables, cambiables o temporales. La rápida caída en desuso es parte integrante de todo el proceso acelerador. Se produce con y sin planeamiento previo. En cuanto a las cosas, ocurre por tres motivos: 

deterioro del producto al punto de no poder seguir cumpliendo su función. Es la caída en desuso por falla funcional.



nuevo producto realiza con mayor eficacia las funciones del producto antiguo. Es la caída en desuso por avances tecnológicos sustanciales.



cambio en las necesidades del consumidor, no sólo funcionales sino también psicológicas.

Cuanto más rápidamente cambia una sociedad, más temporales son las necesidades. La continua oscilación, influida pero no controlada independientemente por la publicidad, introduce a corto plazo en la vida del individuo un vertiginoso dinamismo. Aumenta aún más la impresión de velocidad y de impermanencia en la sociedad. El ciclo de vida del producto también se ve alterado. Al acelerarse el ritmo del cambio, las empresas suelen crear nuevos productos, a sabiendas de que sólo permanecerán unas pocas semanas en el mercado. La “industria del capricho” prepara anticipadamente los productos para ciclos vitales cada vez más breves. Son productos temporales, hechos con métodos temporales para satisfacer necesidades temporales. Capítulo V Hoy en día, las distancias geográficas tienen cada vez menos importancia. En todas las sociedades avanzadas, y en particular la “gente del futuro”, los traslados, los viajes y cambio de domicilio han llegado a ser cosa natural. El movimiento de personas de un lado a otro es característico de la sociedad superindustrial, contraponiéndose con las naciones preindustriales, con sus pobladores arraigados en un solo lugar. El movimiento de mayor importancia psicológica, es el traslado geográfico del hogar, principalmente por el desarraigo y la adaptación a un nuevo ámbito. Estos movimientos no se deben sólo a problemas de pobreza, desempleo o ignorancia. La realidad indica que son las personas más preparadas las que configuran la mayoría dentro de ésta tendencia. Se produce simultáneamente la llamada “fuga de cerebros”, así como el movimiento de los hombres del management. Esto no sólo se debe a los cambios geográficos de las empresas en sí, sino porque se considera que los frecuentes traslados sirven como una clase de entrenamiento para los directivos. A otro nivel, también es importante el cambio de lugar de estudiantes, que concurren a instituciones lejos de su ciudad natal. Para la “gente del futuro”, el hogar está donde cada cual lo encuentra.

El movimiento se transforma en una manifestación de libertad, un estilo de vida. El hombre en movimiento tiene poco tiempo para echar raíces en alguna parte. Si bien el cambio de lugar puede generar cierta angustia (especialmente en el hombre tradicional), hoy se reconoce que las principales diferencias entre las personas no guardan una relación tan íntima con el ámbito geográfico; poco tienen que ver con el lugar. El compromiso está en concordancia con la duración de la relación. Por lo tanto, la decadencia del compromiso depende, más que de la movilidad en sí, de una consecuencia de esta movilidad: la menor duración de las relaciones de lugar.