El Reino de Los Hititas

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Trevor Bryce

El reino de los hititas

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CATEDRA HISTORJA/ SERlE MENOR

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Tilulo original Je la obra: The Kingdom of the Hittites

Ilustraci6n de cubierta: Charles Texier, Ruinas de Yenicekale Traducci6n de Jose Luis Rozas L6pez

. ReseIVados todos los derechos. Ei contenido de esta obra esta protegido por la Ley, que establece penas de prisi6n yi o multas, ademas de las correspondientes indemnizaciones por danos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren 0 comunicaren publicamente, en todo 0 en parte, una obra literaria, artfstica o cientifica, 0 su transformaci6n, interpretaci6n 0 ejecuci6n

artistica fijada en cualquier tipo de soporte

0

comunicada

a traves de cualquier media, sin la preceptiva autorizaci6n.

© Trevor Bryce 1998

This translation of The Kingdom of the Hittites originally published in English in 1998 is published by arrangement with Oxford University Press © Ediciones Citedra CGrupo Anaya, S. A.), 2001 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Dep6sito legal: M. 26.555-2001 IS.B.N: 84-376-1918-1 Printed in Spain Impreso en Lavel, S. A.

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fndice ABREVIATURAS .... ....... ......... ..... ........ ..... .............. ..... ... .... ...... ................. .... .

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LISTA DE LOS REYES HmTAS ... ... ..... .... ... ....... .. .. ...... .. ... ..... ......... .... .. .. ....... .

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MArAS ......................................................................................................... .

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INfRODUCCION .... .. .. ...... ............. .. .. ............. ........... ......... ... ..• ..••........ ........

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CAPITULO 1. Los origenes de los hititas ....................... ....................... .....

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Anatolia en el Bronce Temprano ........................... :......................... .. Los reinos del Bronce Temprano ...................................................... . La presencia indoeuropea en Anatolia .............................................. . Los hattianos ................... ..... ............................................................... .. Etnias en el Bronce Medio ................................................................ .. 'r. . . ,

(CTH 486 r. 1-10).

Hasta donde podemos determinar par la expresi6n «mi boca se torci6», parece que el rey sufi-i6 una apoplejia menor que causo una paralisis parcial en el habla. No sabemos cuando ocurrio este mal. Es posible que estuviera indueido por el estres acumu1ado, asoeiado a otros faetores -no solamente el estres par los aDOS de guerra constante, a veees en varios fi-entes simultaneamente, sino ademas, la desesperaei6n y la ttustraei6n por la epidemia que diezmaba la poblaei6n hitita y, quizas, encima de todo eso, la tension emoeional causada por la crisis en su propia familia. Todo eso, muy bien pudo haber tenido graves

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Yease AM 40·4l. EI texto que recoge esta afecci6n,

em 486, fue editado por Goetze y Pedersen

(1934). 109

Sobre este nombre, vease Goetze y Pedersen (1934).

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consecuencias sobre su salud, llevandole a una situaci6n clinica que el, como de costumbre, Jtribub. a un origen divino 11O .

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A fin de apaciguar al dios identificado como la causa de la aflicci6n, el fey busc6 el cansejo de los oraculos y fue instruido sobre.el ritual apropiado que debia realizar. El ritual implicaba el envio de un «buey sustituto» junto a otra p arafemalia (como la ropa que llevaba el dia en que por primera aparecieron los sintomas de la enfermedad) al templo del dios Tormenta de Kummanni. Alii, el buey y la parafemalia deberian ser quem ados en ofrenda al dios. No sabemos si al ritual Ie sigui6 alguna mejoria en la situaci6n del rey. Pero cualquiera que fuese la causa real del mal, el tratamiento prescrito, que estaba en consonancia con la creencia del rey en el origen divino de tales males y la eficacia del adecuado apaciguador divino, pudo llevarle, al menos, a una cura parcial Ninglin otrq. texto que nos haya que dado hace referencia al mal. Todo el episodi91es curio so, y la ' afecci6n no parece haber danado, al menos 'de alguna manera reconocida, la capacidad del rey para proporcionar una segura jefatura militar y politica en los anos siguientes al primer sintoma de la enfermedad. Pero made otra interesante dimension personal al registro del reinado de Mursili. Hacia el final de su reinado, Mursili habia respondido con efectividad a los criticos que, cuando accedi6 al trono, tan desdenosamente Ie habian rechazado como un simple muchacho sin ninguna de las cualidades de su ilustre padre. Pero los anos en el trono se cobraron su deuda personal, tanto fisica como emocionalmente. En el campo de batalla no fue menos despiadado que 10 habia sido su padre. Pero hay muchos textos que Ie senalan como un hombre herido - 0 afligido- con un fuerte sentido de la conciencia. Los «pecados de su padre» pesaban gravemente sobre el y el intentaba hacer cuanto podia por obtener la absoluci6n por ellos, cuando vio que la epidemia que, indudablemente se debia a la ira divina, cobraba a sus subditos un precio cada vez mas alto. Y debi6 de luchar durante mucho tiempo con el problema de 10 que debia hacer can su madrastra, antes de tomar finalmente una determinaci6n. A pesar de sus delitos, ella era la legitima reina. Sin duda continu6 sufi-iendo pOT la decisi6n que tom6 de despojarla de todo poder. Los registros militares Ie muestran como a un decidido y a veces despiadado senor de la guerra, seglill el tradicional molde del

Cfr. la explicaci6n de Oppenheim (195 6, 230·231). Para una traducci6n del texto, vease Kiimmel (198 7, 289-292). 110

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guerrero real. Pero sus oraciones y requerimientos a los dioses Ie presentm como una persona h'Jmana y sensible, que tratab:; siempre de actuar de acuerdo con los dictadosde su conciencia y de 10 que eJ percibia que era la voluntad divina. A traves de los traumas de su vida personal y de los intimos atisbos que se nos proporcionan de sus sentimientos y emociones, podemos comprender y relacionarnos mas facilmente con este.rey que con cualquiera de sus predecesores 0 sucesores que tuvieron poder en eI mundo de los hititas.

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CAPfTULO

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Enfrentamiento con Egipto: el reinado de Muwatalli II (c. 1295-1272) EL RESURGIR DE EGIPTO

A su muerte, Mursili dej6 a su hijo y sucesor Muwatalli un reino relativamente estable_ En el oeste, la red de vasallos que Mursili habia establecido parece haber permanecido sometida al seiiorlo hitita durante la ultima mitad de su reinado_ En el norte, las repetidas campaiias en la regi6n de los kaskas habian proporcionado un respiro temporal a la constante amenaza de sus incursiones, y los vas alIos rebeldes habian sido firmemente devueltos a la lealtad hitita_ En el sudeste, el control sobre los reinos vasallos establecido por Suppiluliuma se habia mantenido, a pesar de la creciente amenaza de Asiria_ Y despues de la crisis del noveno ano de Mursili, precipitada por la muerte de los virreyes Telepinu y Sarri-Kusuh, los virreinatos de Carkemish y de Alepo permanecian seguros bajo el dominio hitita. Pero mas hacia el sur una nueva y grave amenaza se estaba formando en el pais del Nilo. Como corolario del periodo de Amarna y el final de la dinastia XVIII, no habia habido serios retos egipcios respecto al seiiorio hitita en Siria. Aunque todavia poseia algunos territorios en Palestina (por ejemplo, Beth-Shan), Egipto s6lo podia reivindicar una influencia simb6lica en la regi6n como conjunto. Pero las tensiones entre Egipto y Hatti se mantenian. Habia lIegado ahara el momento de 10 peor. Tras unos cuatro aiios en el trono, el sucesor de

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Tutanj-Amon, Ay, murio y fue sustituido pOI HOIemhebI, cuyo reinado preparo el camino para d comicnzo de la dinastla XIX. Una poderosa era estaba amaneciendo en la historia egipcia. Bajo Horemheb, la actividad militar egipcia habia comenzado nuevamente al enviar una fuerza expedicionaria a la region, en apoyo de la rebelion contra el gobiemo hitita en los paises de Nuhasse, durante el noveno ano de Mursili. En esta ocasion, la fuerza invasora fue rechazada. Pero el mismo hecho de la invasion egipcia sobre territorio reivindicado pOI los hititas dejaba claro que Egipto en absoluto habia abandonado sus intereses politicos y militares en Siria. Era solo cuestion de tiempo el que otra vez se persiguieran esos intereses con deterrnina., , CIon y energIa. Contrariamente a la opinion popular, el propio Horemheb parece haber dejado escasa huella en la escena intemaciona17. Mas bien se dedico a su programa de reunificacion y·reconstruccion dentro de su propio reino, al proceso de erradicacion de la corrupcion administrativa y del abuso del poder burocratico que, aparentemente, habia llegado a ser muy comtin durante el reinado de Ajenaton 3. AI obrar as!, preparaba el terreno para los prim eros gobemantes de la dinastia XIX, cuando Egipto emergio como el ffi tuvo intenciones de abandonarla por completo. A su salida de la ciudad la puso bajo el inmediato mando de un hombre llamado Mittannamuwa34 • Este habia sido un distinguido funcionario durante el reinado de Mursili II, ascendido al rango de «Gran Escriba» (GAL DUB.SAR), un cargo entonces conferido a su hijo Purandamuwa. Pero en tanto que Mittannamuwa se convirti6 en el administrador de la propia Hattusa, la ciudad, probablemente, se incluy6 en la region que Muwatalli asigIJo para su gobierno a su hermano Hattusili35 y, de este. modo, caia d~ntro de la total jurisdicci6n de Hattusili. . Desde muy pronto, dentro del reinado de Muwatalli, Hattusili ejerci6 un considerable poder en el reino. Poco despues de su entronizaci6n Muwatalli confiri6 a su hermano la muy prestigiosa posici6n de GAL MESEDI, Jefe de la Guardia Real. Tambien Ie asign6 una gran cantidad de jefaturas militares y Ie nombro gobemador de las Tierras Altas. Su designacion supuso el desplazamiento del actual gobemador ArmaTarhunda, quien protesto vivamente por su remocion en el cargo (vease el cap. 10). Pero se constato de crucial importancia para el mantenimiento de la autoridad hitita en el norte, mientras que Muwatalli se preparaba para su encuentro con Egipto. Se necesitaban otras medidas para garantizar que la region permaneda segura. Muchos de los antiguos asentamientos hititas situ ados en ella solamente tenian ahora una poblacion diseminada, 0 estaban habitados pOI pobladores kaskas, 0 eran abandonadas ciudades fantasrna. Muwatalli asigno toda la regi6n a Hattusili con el particular encargo de repoblar los asentamientos abandonados 0 escasamente poblados y establecer una poblacion hitita en zonas donde hubiera ya una sustancial presencia kaska. Hattusili se convirtio, efectivamente, en el gobemante de un reino amortiguador que comprendia las comarcas de Ishupitta, Marista, Hissashapa, Katepa, Hanhana, Darahna, Hattena,

KEo N 12 (Cm 87), v. 17. Como 10 sugieren dos oraciones reales del reinado del propio Hattusili (CTH 383 y 384). Cfr. Houwink ten Cate (1994, 233·234). 34

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Durmitta, Pala, Tummanna, Gassiya, Salpa y el Pais del Rio Hulana36 . A grandes rasgos, la region que incorporaba a esos paises debio de extenderse a traves de la mitad septentrional de la cuenca del Marrasantiya, posiblemente desde la actual region de Merzifon, en el noroeste, . , hasta Sivas 0 mas alla, en el sudeste. Muwatalli tambien confirio a su herrnano el estatuto de rey (WGAL) end Pais de Hakpissa (Hakmissa)37. La ubicacion de la ciudad de Hakpissa era estrategicamente importante, ya que esta sobre la ruta de Hattusa a la ciudad santa de Nerik, y desde alIi, al territorio kaska. Tambien servia como un importante centro administrativo, en realidad, una capital real, desde donde Hattusili gobernaba el conjunto de la region septentrionaps. Considerarernos mas adelante alguna de las medidas ~doptadas por Hattusili para repoblar los «paises vados» (KUR.KURMES dannatta) en el norte y reafirrnar el dominio hitita por toda esta region. . / Lo que esta claro es que la decision de Muwatalli d'e cambiar su capital a Tarhuntassa tenia el efecto de partir, virtualmente, el reino hitita, con su parte septentrional, incluyendo gran parte del viejo nucleo, gobernada ahora directamente por Hattusili. Esto habia de tener algunas repercusiones politicas notables, que no se hicieron patentes por completo hasta despues de la muerte de Muwatalli. De momento, permitia a Muwatalli concentrar sus esfuerzos en una inminente confrontaci6n con Egipto. Despues de la muerte de su viejo adversario, Seti I, un ambicioso y emprendedor nuevo fara6n habia ascendido al trono -el hijo de Seti, Ramesses II. PREPARAcr6N PARA EL CONFUCTO

Desde sus primeros arros Ramesses habia sido preparado por su padre para la sucesi6n, y, probablemente en plena adolescencia, fue designado oficialmente principe regente. A la muerte de Seti en 127939, 36

ApoZ. § 8, II 56-60.

37 Generalmente localizado en Amasya; vease Del Monte y Tischler (1978, 66). Sin embargo, Kempiski y Kosak (1982,109) sugieren que la ciudad cae en la zona de la moderna