Cronicas Hititas

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CRONICAS HITITAS Links The Greek Age of Bronze Trojan War El misterio de los Hititas CODIGO DE LEYES HITITAS El nombre de Hatti Las referencias en la Biblia sobre los Hititas las encontramos en Josué (3,10), Génesis (15,19-21), (23,3) Números (13,29) y Libro II de los Reyes (7,6). En el libro 2 de Samuel, (11, 1-21), se hace referencia a un "Urías, el hitita", guerrero de los ejércitos de David, y esposo de Betsabé, madre de Salomón, al que David mandó matar mientras Urías se encontraba en campaña bélica contra los ammonitas. El descubrimiento de los Hititas En el año 1834 Charles Félix Tesier (1802-1871) descubre las ruinas de una antigua ciudad cerca de la aldea turca de Bogazköy (la que después sería identificada como su capital, Hattusas). En 1839, en su libro Description de

l'Asie Mineure afirma que esas ruinas pertenecían a una civilización desconocida. En 1822, en Viajes por Siria y Tierra Santa, Johan Ludwig Burckhar habla del encuentro de una lápida con jeroglíficos desconocidos, algo que pasó en su momento inadvertido. Pero en 1863, los norteamericanos Augustus Johnson y el director Jessup seguirían las huellas de Buckhar en Hammath hasta encontrarla. Entre 1870-80 se investigan diversos restos por parte del misionero irlandés Willian Wright que traslada algunas piedras a Estambul, y H. Skeene y George Smith, que descubren Carquemis, encuentran restos de la "escritura desconocida", la misma escritura que encontraría en el año 1879 Henry Sayce en Esmirna. En 1880, Sayce en una conferencia ante la Society for Biblical Archaeology afirma que todos esos restos pertenecen a los Hititas que menciona la Biblia. Cuatro años más tarde, William Wright aportando nuevas pruebas a la tesis de Sayce publica un polémico y atrevido tratado: El gran Imperio de los Hititas, con el desciframiento de las inscripciones hititas por el profesor A.H. Sayce. Hacia el año 1887 se descubre en Tell-el-Amarna numerosa documentación egipcia de la época de Amenofis IV "el rey hereje", que incluye numerosa correspondencia con las primeras alusiones directas a los hititas. En 1888, Karl Humann y Felix von Luschan dirigen unas excavaciones en Sendjirli, y descubren una fortaleza hitita con numerosos bajorrelieves y toneladas de esculturas y vasijas de barro cocido. Entre 1891-92 William Flinders Petrie descubre tablillas en la misma "lengua desconocida" que se le llamaría primeramente "lengua Arzawa", debido a las alusiones que se hacían a un tal Arzawa. En 1893 el francés E. Chante desubre en Bogazköy fragmentos de tablillas en la misma lengua. Pero el mayor descubrimiento lo hace entre 1905-09 Hugo Winckler, en una expedición a Bogazköy, donde encuentra más de 10.000 tablillas de lo que parecía ser un "archivo nacional" entre las cuales se encuentran textos bilingües, lo que permite descifrar numerosos documentos. Winckler afirma que esas ruinas pertenecen a la capital, la cual acaba denominando Hattusas. A partir de entonces,

entre los años 1911-1952 la investigación se centra en descifrar la lengua hitita, cuyas mayores aportaciones las hace Johannes Friedrich que, en 1946, publica un Manual hitita y en 1952-54 un Diccionario de lengua hitita. El punto culminente del descubrimiento de los hititas se produce durante las excavaciones dirigidas por Kurt Bittel en Bogazöy y las de Helmut Bossert en Karatepe, donde se encuentran nuevos textos bilingües que han ayudado a descifrar definitivamente la escritura hitita y la fijación de fechas. INTRODUCCION AL

PROBLEMA DEL ORIGEN Y DESAPARICION DEL REINO HITITA

Los hititas entaron en la escena histórica al principio del 2.000 antes de Cristo, y se establecieron en la península turca; desde donde abrieron sus fronteras tribales hasta convertirse en un reino, y finalmente en una especie de imperio al estilo y dimensiones de los de su tiempo. Un par de siglos pasaron desde que los Hititas invadieron la península turca hasta el día que tuvieron su propio reino, con su capital propia, que llamaron Hattusas,

al norte de los Zagros y al sur del Mar Negro. Con el tiempo el Reino Hitita adquiriría las proporciones de una superpotencia militar en guerra caliente perpetua con las vecinas Mitanni, Egipto y Asiria. El momento supremo de su poderío lo gozaron en el dulce siglo XIII (siempre antes de Cristo en lo sucesivo), cuando casi toda la península, algo de Chipre, de Siria y Mesopotamia sufrieron el yugo de los reyes hititas. Reyes que desaparecieron como por arte de magia en el año 1200, según unos bajo el empuje de los famosos Pueblos del Mar, y aquí empieza el problema. Veamos si soy capaz de centrar el meollo de la cuestión y poner en la misma parrilla el misterio de los Pueblos del Mar, la Caída de Hattusas y la Guerra de Troya. Comenzemos por el poeta pues que al Principio, antes que la Historia fuese, fue la Poesía. Homero es un cielo cuando da por hecho que durante los diez años de invasión que tuvieron asediada Troya los Griegos vivieron de los dioses, alimentándose de lo que las gaviotas les traían; pero más angelitos son aquellos que inclinan la cabeza y, contra toda la lógica de las civilizaciones antiguas y el conocimiento de los humanos de las Edades del Hierro y del Bronce, repiten: Sí, sí, amén, aleluya. Lo natural que hubo de darse en un caso semejante fue que los ejércitos griegos, mientras estuvieron asediando Troya, se dedicasen a lo que todos los ejércitos de todos los tiempos y lugares han venido haciendo en estos casos, recorrer el pais, destruirlo todo, violar a mansalva, darse al botín y al pillaje. Que le cogiesen gusto y los vencedores de Troya se lanzasen desde el Mar por el que vinieron a la conquista de un Oriente Próximo Antiguo para la fecha desprovisto de la fuerza que en los dos últimos siglos le hicieron frente a las invasiones europeas ¿qué? ¡Por qué no! Que Troya, desde esta perspectiva, formase parte del Imperio Hitita lo implican las fechas asumidas por los historiadores de las cosas antiguas. Eratóstenes fechó la Caída de Troya entre el 1194 y el 1184, y Herodoto en el 1250. Es decir, que unificando la tela del mapa de relaciones entre Troya, (situada en en Helesponto, aquí abajo:)

y la del Imperio Hitita -tal cual se ve arriba- se entiende que aún -caso muy pero que muy superhipotético- habiendo sido el reino de Troya independiente del Imperio de los Hititas, que éste desapareciese justamente en las mismas fechas nos obliga a reconstruir el mapa de la Historia y dedicarnos a los acontecimientos, dejando la poesía para los poetas, sin que por esto dejemos de ver en las aventuras de Ulises, por ejemplo, las correrías de una parte de los ejércitos griegos por la Península de los Hititas. Recorriendo la cual echaron abajo el imperio hasta entonces dominante, y al que estaba sujeto posiblemente Troya, deviniendo para nosotros los destructores de Troya los Pueblos del Mar y para los Hebreos sus bárbaros del momento, los Filisteos de las pesadillas del rey Saúl, por ejemplo. Pero volvamos a la teoría clásica de la desaparición como por arte de magia de un imperio que estaba en la cumbre de su grandeza, siguiendo así el consejo de sus majestades académicas, aunque tan serios siempre tan dados al oscurantismo y las artes mágicas por las que hoy surge un imperio de la nada y mañana ese imperio cae bajo el hachazo de nadie. No olvidemos que los Pueblos del Mar -dado el mapa de la región- sólo podían ser los Griegos, los Cretenses y los Chipriotas, a no ser que en el siglo XIII y XII el Mediterráneo se abriera a un océano ignoto con sus islas desconocidas para nosotros. O sea, que el misterio de los Pueblos del Mar que los catedráticos de las historias para poetas han mantenido en el éxtasis de nuestro asombro, pues que los Pueblos del Mar invaden el Oriente Próximo en esas fechas, la Historia recoge la Guerra de Troya en las mismas, y paralelamente las Crónicas del Mundo ven

desaparecer de sus páginas la Historia de los Hititas, la causa de este triple acontecimiento sólo podía proceder de la Confederación Helénico-Cretense-Chipriota a la conquista de Turquía y la Palestina tras la Destrucción de Troya, origen de la Caída de Hattusas y la Leyenda de los Pueblos del Mar. Traduzcamos palabras de maestros sobre el tema, hablando de la relación entre Troya y los Hititas, al final de las cuales veremos que aún teniendo todas las piezas en la mesa sus majestades no se atreven a identificar a los Pueblos del Mar con los ejércitos Griegos que arrasaron Troya, se desparramaron sobre el Reino de los Hititas, del que dependían el Famoso Príamo y su hijo Héctor, y bajando bajando se convirtieron en los Filisteos, que es la palabra común con la que los Hebreos llamaban a lo que nosotros llamamos en sus tiempos "los Bárbaros". No creo que sea una ofensa el que un día, en otros tiempos, nosotros, los europeos, tan cultos y civilizados hoy, fuésemos ayer los Bárbaros del Oriente Próximo Antiguo. A mí no me molesta; la derrota de Troya fue la puerta abierta hacia la conquista de un reino que no supo defender a sus reyes vasallos, simplemente. Troya fue el caballo que los Griegos introdujeron en el imperio hitita. El Poeta, a su forma pues, tenía razón: hubo Caballo de Troya. Cumplamos la palabra (la traducción es literal pero voy a mi bola. Si alguien quiere traducir punto por punto, esta es la dirección Introduction to the Hittites). Y ahora, sí: Virtualmente no se sabía nada sobre los Hititas (hablando de antes del descubrimiento de la ciudad de Hattusa, que revolucionó el panorama de la Historia del Próximo Oriente Antiguo Occidental, y junto con la resurrección de la ciudad de Troya revolucionó el conocimiento del Mundo Antiguo, aunque esta revolución no se ha consumado aún, como se ve por el miedo de los maestros a acabar de tomar las conclusiones finales). La biblia los colocó -a los Hititas- en Palestina, y por lo tanto los eruditos automáticamente dieron por sentado que los

Hititas fueron un pueblo perteneciente al conglomerado de pueblos propio de las Cuatro Regiones (Mesopotamia Antigua). Existían restos de estatuas labradas en roca, dispersas por aquí y allá en Siria, y por lógica los maestros cerraron el caso; los Hititas formaban parte de la población siria. Y ya está. Y como las primeras tablillas del language hitita pertenecían a los reyes del reino de Arzawa, a la lengua hitita se la llamó al principio "lengua Arzawan". De repente todas las ideas preconcebidas que se habían elaborado sobre la historia hitita fueron barridas del mapa por el descubrimiento de la verdadera capital del Imperio Hitita,Hattussas, cerca de Bogazköy, una ciudad pequeña de Anatolia central. Los fortalezas "ciclópeas" de estilo noClásicos descubiertas en Bogazköy dejaron perfectamente claro que allí tuvo su sede una ciudad importante. Las tablillas de una Biblioteca Perdida, por fin hallada, comenzaron a salir de las profundidades de la tierra. ¡10.000 tablillas más sus correspondientes fragmentos!, un tesoro de valor incalculable a los ojos de todo historiadorarqueólogo-descubridor. Algunas de esas tablillas estaban en Akadio, una lengua bastante conocida por los eruditos, y las que estaban en "Arzawan" venían tituladas en Akadio igualmente, de modo que aunque los eruditos no pudieran leer el texto en sí, podían asegurar que tal tablilla había sido escrita por "Tal-y-Tal, gran rey, rey de Hatti". Tomando como apoyo esta evidencia abrumadora, Bogazköy (Hattussas) fue reconocida como la verdadera capital de los hititas, la lengua de "Arzawan" fue retitulada "hitita", y los hititas finalmente reconocidos como una potencia de primera línea durante la Edad del Bronce del Oriente Próximo Antiguo. Y vaya que si lo fue. Hasta entonces la región no había conocido un imperio de sus dimensiones, y con toda justicia se puede decir que inventaron el método de gobernar mediante Tratados de vasallaje. Y ya puestos -dicen los maestros, cometiendo el

imperdonable lapsus de borrar de la escena a los Hebreos - se les puede hasta declarar los primeros historiadores del mundo, aduciendo que como parte de su justificación de dominación política, sus tratados incluyeron los resúmenes históricos respecto a las relaciones entre los dos estados firmantes. Los asirios parecen haber incorporado esto género a su propia lógica, y finalmente los Griegos elevaron este arte a su nivel científico cual nosotros lo conocemos y entendemos por lo que es Historia. En la guerra los Hititas fueron los Másteres del famoso y legendario carro de hierro de las leyendas homéricas, probablemente la forma más romántica de hacer la guerra desde los tiempos de Caín hasta el Medioevo. De hecho fue gracias a su técnica y dominio de los carros de hierro que los hititas hicieron suya la península turca, y posteriormente dominaron Siria contra y a pesar de la oposición egipcia. Los hititas perfeccionaron el arte de la guerra con carro al punto de hacer de su uso la Edad de Oro de la Carrocería de Hierro. Mientras los carros hititas basaron su poderío en la agilidad, su evolución posterior tendió a la pesantez, restándole brillo a sus maniobras y su importancia en la guerra, deviniendo cosa de museo y de fiestas de circo y paseos de Triunfo en los días de los Césares. Tanto fue el poderío de los carros de hierro hititas que no es pecar de andaluz afirmar que cuando los hititas desearon la guerra, el Cercano Oriente tenía guerra, y cuando los hititas quisieron paz, el Cercano Oriente tuvo paz. La misma Edad de Bronce les perteneció y cuando desaparecieron, desaparecieron con ellos los Aquiles, los Agamenones, los Ulises, los Hércules y demás héroes de la Edad del Bronce. La importancia del mundo hitita no se limitaba al Este. Al Oeste del Edén su importancia tenía un peso fundamental como acrisolador de culturas. Los eruditos se han visto de siempre confusos para determinar si un objeto hitita venía de Siria o de Iona. No es mentira que los prototipos de los mitos

griegos homéricos se han encontrado en archivos hititas. Tampoco deja de ser verdad que el hecho de basarse estos prototipos en la cultura nativa de la Antigua Anatolia, sobre cuyo sustrato humano la capa invasora indoeuropea alzó su civilización, esos prototipos se fueran perdiendo, desplazados por el legado cultural del mundo oriental en el que se habían integrado los reyes de Hattussa. Aún más importante para la ciencia es el valor de los archivos hititas respecto a la legalidad histórica de los mitos homéricos, probando a ciencia cierta que contienen elementos de una historia verdadera. Schliemann (descubridor de la ciudad de Troya) encontró con qué probar las palabras. Los hititas son ellos mismos las palabras: fueron los verdaderos amos de Troya, estuvieron en contacto directo con los Aqueos. Y será, pues, aquí, en los archivos hititas, donde en verdad en verdad comienza la historia de Grecia. Y esta historia está íntimamente ligada a la guerra de Troya. Obviamente, y volviendo al miedo de los profesionales a la hora de reescribir la Historia de Europa a la luz del descubrimiento de Hattusa y de Troya, lo que implicaría una aventura maravillosa y genial para la que ya están viejos, el futuro aguarda con paciencia a sus escribas y por sus manos correrá la tinta de la verdadera Identidad de los Pueblos del Mar, el lugar de la Guerra de Troya fuera de la Ilíada y la Odisea y la relación sanguínea entre los Aqueos forjadores del Mundo Clásico y los Hititas, los últimos Héroes del Mundo Antiguo. (Nota: Estoy construyendo esta página e importando de la Red los docs en Inglés, que iré traduciendo sobre la marcha. Como toda obra que está en la plancha y los materiales dispersos a su alrededor, este espacio está hecho un caos. De mientras os aconsejo el libro de abajo: EL MISTERIO DE LOS HITITAS

(Este libro despeja el origen del pueblo hitita, lo emparenta con los pueblos europeos que en las mismas fechas invadieron Grecia, y supuso la primera ola del tipo que más tarde generaría la Gran Ola de los Godos. Mucho habría que decirse, por tanto, sobre la relación de los Aqueos con los Hititas antes de la destrucción de Troya, discurso que Homero redujo a Poesía y la Poesía a Leyenda. La lectura de este libro despeja mucho camino hacia la resurrección del Mundo al Oeste del Edén durante el Segundo Milenio, que al haber girado alrededor del Pueblo Hebreo y centrado su eje en torno a las naciones vecinas: Babilonia, Egipto y Asiria, la escena occidental no contó en absoluto hasta la entrada en juego de Alejandro Magno, cuando el eje dobló hacia Occidente y el Oeste devino el centro de la Historia del mundo) POSDATA A LA INTRO La Historia Universal es prolija en detalles que, aun en principio inconexos y sin ningún nexo de unión, a la postre acaban revelándose como piezas sueltas de un mismo puzzle. El hecho de que la especialización haya introducido su ego en todos los apartados de la actividad científica se puede ver como causa de la imposibilidad bajo cuya ley el siglo XX se dedicó a lo que los científicos de siempre hicieron desde los primeros días de la Filosofía, es decir, teorizar sobre el todo partiendo de una pieza suelta, obstaculizando la labor de formación del todo mediante el absolutismo inherente a la sacralización de la pieza suelta descubierta. No es crítica, es simplemente la constatación de un hecho. Basta leer un folleto de Historia de la Ciencia para pegarse un cabezazo contra el ego de los sabios de todos los tiempos. Como este no es lugar de hacer filigranas, sigamos. El final del III Milenio de la Segunda Era antes de Cristo y el Principio de la Primera Era antes del mismo Cristo nos descubre un nexo de valor fabuloso a la hora de determinar la existencia de un ciclo geológico con un valor aproximado de dos mil años de duración. No sólo los Hititas se movieron de sus zonas de origen a la península

turca; también lo hicieron los Medos; y otro tanto sufrió la península Griega justo en esas fechas. (Los datos están disponibles en los libros; en nuestro Idioma el Internet adolece aún de un nivel intelectual para estudiantes de primaria, y para constatar la veracidad de lo que digo cada cual debe desplazarse a las bibliotecas y librerías, tratando el tema de la gran emigración de los Indoeuropeos desde sus zonas de origen hacia los bordes del Mediterráneo y del Próximo Oriente Antiguo. Proel, por ejemplo, dice sobre los Aqueos: A comienzos del segundo milenio a. C. las primeras olas de invasores de habla indoeuropea llegaron a la península griega, al Peloponeso y a las islas adyacentes, asentándose en esa región. Homero los denomina Achaioi, distinguiéndolos de los autóctonos pelasgios, sobre los cuales afirma lo siguiente: 'En tiempos antiguos hubo dos razas viviendo en Grecia: los pelasgos, que nunca dejaron su hogar original y los helenos (griegos) que emigraron frecuentemente... Qué lengua hablaban los pelasgos no puedo decir con exactitud. Lo que sí se puede afirmar de ellos, que aun sobreviven, es que su lengua no es griega. Si eso es verdad de la raza pelasga, la nación ática debe haber aprendido el griego al mismo tiempo que fueron helenizados.' Los Hititas hicieron su entrada en las mismas fechas en la península turca. Por lo demás todos coinciden que estos pueblos procedían linguísticamente hablando de un mismo tronco: el Indoeuropeo, e igualmente convienen todos en situar el origen de estos pueblos al norte del hemisferio boreal, tomando como Centro del Mundo Antiguo para las fechas: Mesopotamia. Podríamos detenernos en la investigación a este respecto y ver si durante estos periodos la península itálica sufrió una conmoción. Todo sugiere que así fue, pero no nos detendremos más por ahora. La importancia tendría que ver con la causa de otro desplazamiento masivo de pueblos entre el cruce de las dos Eras a los dos lados de Cristo, que algunos han querido causar en batallitas allá en el mundo de los chinos, y nosotros, a tenor del cambio climático que estamos viviendo justamente dos mil años después, podríamos empezar a relacionar con un ciclo inherente a la propia estructura geofìsica de la Tierra, que

todos los que viven bajo sus efectos suelen relacionar con un fin del mundo. Si se demuestra que los Medos dijeron la verdad y los investigadores multidisciplinarios desbaratasen la teoría de la causa de las Invasiones de los Bárbaros en batallitas al fin del mundo, emparentando este desplazamiento masivo de pueblos asiáticos con un enfriamiento del Norte, que obligó a los pueblos de las estepas y los hielos escandinavos a desplazarse hacia el Sur - en este caso Europa- , estaríamos ante la solución a uno de los misterios del cambio de clima que estamos viviendo actualmente, aunque alterado por la Edad Atómica. (Semejante periodo de enfriamiento y las luchas por el poder en base a la supervivencia contra el hambre no debe darse de lado en el caso de las Invasiones de los Bárbaros de todos los tiempos. Dejemos el ego a los sabios. En más de una ocasión el progreso de la ciencia se ha visto obstaculizado por la incapacidad de los investigadores para relacionar sus propios descubrimientos con los del vecino, asistiendo la historia a batallas entre sordos incapaces de ver más allá de sus orejas de burro, aunque estos asnos fueran de oro como se ve por sus títulos). Esto por lo que se refiere al origen de los Hititas y su conexión con el mundo de su tiempo. Los especialistas suelen fragmentar el movimiento universal, acabando por hacernos irreconocible la imagen histórica general mediante el aislamiento de las partes. Concluyendo, todos fuimos unavez "Bárbaros"

Historia de los Hititas Resumen General Durante los primeros siglos del segundo milenio antes de Cristo, los asirios inundaron Anatolia de pequeños reinos mercantiles alrededor de la ciudad de Kanesh. Poco se sabe sobre estos reinos; parece ser que Nesa (Kanesh) perdió la preeminencia momentáneamente a manos de otra ciudad, Mana, e incluso fue destruida, pero,

recolonizada, tardó poco en recuperar la hegemonía, sólo para perderla de nuevo a manos de Pittkhana (o Pithana) de Kushara y su hijo Annita. Annita edificó un pequeño imperio, conquistando numerosos reinos (entre ellos, la ciudad de Hattusas que destruyó totalmente y sobre la que lanzó un anatema). El imperio de Annita se considera el precursor de los hititas, ya que aún después de su muerte, cuando la ciudad de Hattusas fue reconstruida bajo Hattusil I, los monarcas hititas afirman descender de la casa de Kushara. Aparte de Annita, existen referencias a dos posibles antecesores de los hititas, Tudhalia (1740-1710 a.C) y Pusarrumas (1710-1680 a.C.), pero nada se sabe sobre ellos. Los inicios del reino de Hattusa Poco sabríamos de los primeros reyes de los hititas si uno de ellos, Telebino, no hubiese escrito un edicto encaminado a justificar la necesidad de sus reformas, que incluye una introducción histórica al origen del poder hitita, en la que se menciona a tres monarcas: Labarna I, Hattusil I y Mursil I. Se desprende de este documento que el verdadero fundador del imperio hitita fue Labarna, que agrupó a las diferentes ciudades-estado y los pequeños reinos bajo una autoridad central y ensanchó las fronteras del recién creado reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y Mediterráneo. También es posible que consolidara la institución de la monarquía al dictar disposiciones que garantizaran la sucesión. El nombre de Labarna se usó con posterioridad como sinónimo de "rey", lo que lleva a algunos historiadores a dudar de la existencia real de este monarca. Su hijo, Hattusil I, pudo apoyarse en la base política que Labarna le legó para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, estableció Hattusas como la capital de los hititas, que se iba a mantener hasta el final del imperio. Hattusil, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombre sucesor a Mursil I, su nieto.

Mursil I estrechó los lazos que unían a las ciudadesestado y las incorporó al reino hitita, de tal modo que puede ser considerado como el principal artífice de lo que sería el Imperio Arcaico o Reino Antiguo. Expandió aun más las fronteras, llegando, a modo de venganza, la conquista de Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusil), además de derrotar a los hurritas. Estas victorias convirtieron el reino hitita en una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez conquistada Alepo (1595 a.C), Mursil encabezó una expedición contra la ciudad de Babilonia, que tomó y saqueó, una empresa más sorprendente que efectiva, ya que la distancia impedía cualquier intento de control efectivo por parte hitita. Tras su marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los casitas, posibles aliados de los hititas, lo que provocó la caída de los amorreos. En el año 1590, poco después de su regreso, Mursil I murió asesinado a manos de su cuñado, Hantil, primero de una serie de reyes de los que poco se sabe (Hantil I, Zidanta I, Ammuna y Huzzia I). Durante ésta época el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursil, se mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria donde el creciente poderío de Mitanni amenazaba las posiciones hititas. Además durante esta época, hacen su primera aparición documentada los Gasga o kaskas, un conjunto de tribu bárbaras situadas al norte de Hattusas que se convirtieron durante toda la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que los hititas nunca fueron capaces de destruir totalmente. Estos contratiempos obtuvieron respuesta con la llegada al poder de Telebino (1525-1500 aC), que destaca, entre otras cosas, por la documentación del sistema hereditario, con él que se proponía acabar con la anarquía de sus inmediatos antecesores. Según el Edicto de Telebino, la sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el pankus, o Consejo de Nobles. Junto a este edicto, Telebino hizo la primera gran codificación de las leyes hititas, que destacaban por la benignidad de los castigos y la numerosas innovaciones jurídicas.

La sociedad hitita del reino antiguo Uno de los elementos más importantes de la monarquía hitita era el ya mencionado pankus, al cual Telebino aseguró el derecho a la jurisdicción incluso ante el propio rey, ya que podía condenar a muerte a cualquier rey si se demostraba que éste planeaba el asesinato de algún familiar. A diferencia del resto de dinastías de la zona, los reyes hititas no se atribuían una estirpe divina, de modo que el pankus también tenía una función legitimadora de la monarquía. Gran parte de la población hitita de la época estaba compuesta por personas libres que trabajaban alrededor de aldeas administradas por un consejo de ancianos con una función de carácter jurídico. Estas instituciones, a cambio de gozar de cierta autonomía, estaban obligadas a contribuir con mano de obra al rey. La estructura económica giraba en torno a los templos y palacios, que actuaban como centros coordinadores de la actividad comercial y artesanal. Los artesanos trabajaban a cambio de ser alimentados, motivo por el cual el palacio debía disponer de excedente agrícola, necesario para el funcionamiento de la economía hitita podía funcionar, hasta el punto de que a veces se recurría a colonos militares para garantizarlo. El periodo oscuro (Reino Medio) Durante los años que siguen al reinado de Telebino, se produce una disminución del poderío hitita. El gobierno estuvo en manos de reyes que no pudieron evitar el ascenso y consolidación del poder de Mitanni, que llegó a constituir una seria amenaza para el imperio hitita, arrebatándole diversos territorios en Siria. Junto a esta relativa decadencia, se constata una escasez de documentación que impide conocer casi nada acerca de los reyes de la época (Alluanna, Tahurwaili,

Hantil II, Zidanta II, Huzzia II y Muwatallis I), aunque parece posible constatar que hubo una continua lucha por el trono y numerosos desordenes dinásticos. El Reino Nuevo, 1430 - 1200 Durante esta época, empezó a desarrollarse en Irán y Asia Central la equitación, que, unida al carro ligero de combate, revolucionó el campo de batalla, al proporcionar una nueva movilidad a todos los ejércitos. El carro de combate se convirtió en el arma principal de los hititas durante el Imperio Nuevo, como ocurrió en el resto de reinos de Oriente Próximo. Los carros hititas, de dos ruedas de seis radios, estaban tirados por dos caballos, y eran manejados por lo que hoy conocemos como auriga. Sus ocupantes descargaban flechas antes de la carga, durante la cual usaban lanzas. En las ruinas de Hattusas se han encontrado unas tablillas que contienen el manual de hipología más antiguo de entre todos los conservados. El texto está firmado por un tal "kikkuli", del país de Mitanni, por lo que se considera que algún rey hitita habría tomado el servicio de un hurrita para que le enseñara la técnica de la equitación. Las conquistas de Shubiluliuma I

Tras el asesinato de Muwatallis I, su sucesor, Thalia I (1430-1400 aC) asienta las bases del nuevo imperio. Tras sofocar una serie de rebeliones y frenar la amenaza kaska, comenzó a recuperar terreno frente a Mitanni, alcanzado Alepo. Arnuanda I, intentó proseguir la guerra con Mitanni, pero tuvo que enfrentarse a una invasión kaska que sólo pudo ser derrotada en tiempos de Tudhalia II, quien, a su vez, logró someter gran parte de Anatolia Occidental (a veces llamada Arzawa) al dominio hitita. Esta expansión, permitió, durante el reinado de Shubiluliuma I (1344-1322), una campaña militar decisiva contra Mitanni, en la que se saqueó su capital. Después de algunos años de guerra, los hititas fueron capaces de apoderarse de gran parte de Mitanni y convertir el resto en un estado vasallo. La debilidad de Egipto, Babilonia y una Asiria que comenzaba su renacimiento, permitió a Shubiluliuma convertirse en la mayor potencia de la época, llegando a intentar una alianza matrimonial con Egipto, que fracasó al ser asesinado su hijo. A la muerte de Shubiluliuma en el 1322 le sucedió Arnuanda II, pero éste murió a causa de una epidemia un año más tarde, ocupando el trono su hermano mayor,

Mursil II (1321-1295 aC). Tan pronto como accedió al trono se vio obligado a mantener por las armas el legado de su padre. En una campaña de dos años destruyó el poderío de los estados de Arzawa, incluyendo Ahhiyawas, que algunos historiadores identifican con los Aqueos y Micenas, y luego se volvió contra los kaska, a los que causó daños importantes, alejándolos de Hattusas por un tiempo. Tras la muerte de Mursil heredó el trono su hijo Muwatallis II (1295-1272), que vio como las tensiones acumuladas con Egipto por sus antecesores implicarían con casi toda seguridad una guerra. Como preparación ante las hostilidades, Muwatallis II trasladó la capital a Tarhuntassa, y dejó a su hermano Hattusil III a cargo del norte del reino. Con la subida al trono egipcio del ambicioso faraón Ramsés II, la guerra se hizo inevitable y se produjo la batalla de Kadesh, de resultado incierto pero que frenó los intentos de expansión egipcia. El resurgir de Asiria Urhi-Teshub, hijo y sucesor de Muwatallis II, que llevó la capital de nuevo a Hattusas se encontró con que Asiria había aprovechado la lucha entre Egipto y el imperio hitita para ocupar lo que quedaba de Mitanni. Para frenar esa amenaza, los hititas intentaron reinstaurar a sus vasallo en el trono de Mitanni, pero fracasaron - a partir de este momento, Asiria se convertiría en una amenaza constante para el reino hitita. Hattusil III, hábil militar que destacó por sus grandes éxitos contra los kaskas, logró el trono de su sobrino UrhiTeshub, probablemente debido al desprestigio de éste, pero su usurpación creó una serie de problemas dinásticas que debilitaron todavía más el poderío del reino hitita, especialmente cuando Urhi-Teshub buscó refugio en la corte de Ramsés II, faraón con el que posteriormente Hattusil firmaría una tratado de paz. Estas debilidades, junto a la fortaleza de Asiria, dieron lugar a una expansión de esta última, que culminó, en tiempos de Tudhalia IV,

hijo de Hattusil, en la derrota de Nihriya. Los asirios se apoderaron de ricas regiones mineras cerca del imperio hitita, y de Babilonia. Desaparición del imperio hitita Tudhalia IV fue capaz de recuperarse de la derrota frente a los asirios, reforzando el reino en Asia Menor y en Chipre, alcanzando probablemente la máxima expansión hitita. El trono pasó a sus hijos, primero Arnuanda III y luego, Shubiluliuma II, que tuvieron un comienzo de reinado no muy distinto al resto de reyes hititas, con revueltas en Arzawa, Siria, Chipre, etc. Estas revueltas fueron sofocadas, y nada le hacía presagiar un reinado muy distinto a Shubiluliuma II; sin embargo la aparición por sorpresa de los pueblos del mar (aproximadamente en 1200 aC), causó grandes desordenes en todo el Mediterráneo Oriental. Estos desordenes, a los que se unieron las tradicionales invasiones kaskas, no pudieron ser combatidos eficazmente, y como consecuencia de ello, el reino hitita desapareció de la historia. Algunas ramas colaterales de la familia real siguieron conservando reinos de cultura hitita, destacando el de Carkemish en Siria, que no fue conquistado por los asirios hasta el siglo VIII aC.

Historia de los Hititas Lista de monarcas hititas

Reyes de la casa de Kusara

Reino Antiguo

Pithana

Labarna I (1680-50)

Anitta 1800

Hattusil I Pusarrumas (1710-1680) (1650-20)

(Periodo Reino Nuevo Oscuro 1500-1400) Tudhalia I (1400-?) Alluanna Tudhalia II 1450Tahurwaili 1420

Hantil Arnuwanda I (Pintas de un rey Hitita) Mursil I (1620- II Hantili 1420-1400 1590) III1500-1450 Tudhalia III Hantil I (1590- Zidanta II 1400-1380 60) Huzzia II Shubiluliuma Zidanta I I(1380-1340) Muwatallis I 1560-1550 Arnuanda II Ammuna (1340-1339) 1550-1530 Mursil II (1339Huzzia I 15301306 1525 Muwatallis II Telebino 1306-1282 (1525-1500) UrhiTeshub/Mursili III 1282-1275 Hattusil III (1275-1250) Tudhalia IV 1250-1220 (Segundo reinado) Karunta Arnuanda III (1220-1215 Shubiluliuma II (1215-1200)

Resumen General

Durante los primeros siglos del segundo milenio antes de Cristo, los asirios inundaron Anatolia de pequeños reinos mercantiles alrededor de la ciudad de Kanesh. Poco se sabe sobre estos reinos; parece ser que Nesa (Kanesh) perdió la preeminencia momentáneamente a manos de otra ciudad, Mana, e incluso fue destruida, pero, recolonizada, tardó poco en recuperar la hegemonía, sólo para perderla de nuevo a manos de Pittkhana (o Pithana) de Kushara y su hijo Annita. Annita edificó un pequeño imperio, conquistando numerosos reinos (entre ellos, la ciudad de Hattusas que destruyó totalmente y sobre la que lanzó un anatema). El imperio de Annita se considera el precursor de los hititas, ya que aún después de su muerte, cuando la ciudad de Hattusas fue reconstruida bajo Hattusil I, los monarcas hititas afirman descender de la casa de Kushara. Aparte de Annita, existen referencias a dos posibles antecesores de los hititas, Tudhalia (1740-1710 a.C) y Pusarrumas (1710-1680 a.C.), pero nada se sabe sobre ellos. Los inicios del reino de Hattusa Poco sabríamos de los primeros reyes de los hititas si uno de ellos, Telebino, no hubiese escrito un edicto encaminado a justificar la necesidad de sus reformas, que incluye una introducción histórica al origen del poder hitita, en la que se menciona a tres monarcas: Labarna I, Hattusil I y Mursil I. Se desprende de este documento que el verdadero fundador del imperio hitita fue Labarna, que agrupó a las diferentes ciudades-estado y los pequeños reinos bajo una autoridad central y ensanchó las fronteras del recién creado reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y Mediterráneo. También es posible que consolidara la institución de la monarquía al dictar disposiciones que garantizaran la sucesión. El nombre de Labarna se usó con posterioridad como sinónimo de "rey", lo que lleva a algunos historiadores a dudar de la existencia real de este monarca. Su hijo, Hattusil I, pudo apoyarse en la base

política que Labarna le legó para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, estableció Hattusas como la capital de los hititas, que se iba a mantener hasta el final del imperio. Hattusil, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombre sucesor a Mursil I, su nieto. Mursil I estrechó los lazos que unían a las ciudadesestado y las incorporó al reino hitita, de tal modo que puede ser considerado como el principal artífice de lo que sería el Imperio Arcaico o Reino Antiguo. Expandió aun más las fronteras, llegando, a modo de venganza, la conquista de Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusil), además de derrotar a los hurritas. Estas victorias convirtieron el reino hitita en una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez conquistada Alepo (1595 a.C), Mursil encabezó una expedición contra la ciudad de Babilonia, que tomó y saqueó, una empresa más sorprendente que efectiva, ya que la distancia impedía cualquier intento de control efectivo por parte hitita. Tras su marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los casitas, posibles aliados de los hititas, lo que provocó la caída de los amorreos. En el año 1590, poco después de su regreso, Mursil I murió asesinado a manos de su cuñado, Hantil, primero de una serie de reyes de los que poco se sabe (Hantil I, Zidanta I, Ammuna y Huzzia I). Durante ésta época el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursil, se mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria donde el creciente poderío de Mitanni amenazaba las posiciones hititas. Además durante esta época, hacen su primera aparición documentada los Gasga o kaskas, un conjunto de tribu bárbaras situadas al norte de Hattusas que se convirtieron durante toda la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que los hititas nunca fueron capaces de destruir totalmente. Estos contratiempos obtuvieron respuesta con la llegada al poder de Telebino (1525-1500 aC), que destaca, entre otras cosas, por la documentación del sistema hereditario, con él que se proponía acabar con la anarquía

de sus inmediatos antecesores. Según el Edicto de Telebino, la sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el pankus, o Consejo de Nobles. Junto a este edicto, Telebino hizo la primera gran codificación de las leyes hititas, que destacaban por la benignidad de los castigos y la numerosas innovaciones jurídicas. La sociedad hitita del reino antiguo Uno de los elementos más importantes de la monarquía hitita era el ya mencionado pankus, al cual Telebino aseguró el derecho a la jurisdicción incluso ante el propio rey, ya que podía condenar a muerte a cualquier rey si se demostraba que éste planeaba el asesinato de algún familiar. A diferencia del resto de dinastías de la zona, los reyes hititas no se atribuían una estirpe divina, de modo que el pankus también tenía una función legitimadora de la monarquía. Gran parte de la población hitita de la época estaba compuesta por personas libres que trabajaban alrededor de aldeas administradas por un consejo de ancianos con una función de carácter jurídico. Estas instituciones, a cambio de gozar de cierta autonomía, estaban obligadas a contribuir con mano de obra al rey. La estructura económica giraba en torno a los templos y palacios, que actuaban como centros coordinadores de la actividad comercial y artesanal. Los artesanos trabajaban a cambio de ser alimentados, motivo por el cual el palacio debía disponer de excedente agrícola, necesario para el funcionamiento de la economía hitita podía funcionar, hasta el punto de que a veces se recurría a colonos militares para garantizarlo. El periodo oscuro (Reino Medio)

Durante los años que siguen al reinado de Telebino, se produce una disminución del poderío hitita. El gobierno estuvo en manos de reyes que no pudieron evitar el ascenso y consolidación del poder de Mitanni, que llegó a constituir una seria amenaza para el imperio hitita, arrebatándole diversos territorios en Siria. Junto a esta relativa decadencia, se constata una escasez de documentación que impide conocer casi nada acerca de los reyes de la época (Alluanna, Tahurwaili, Hantil II, Zidanta II, Huzzia II y Muwatallis I), aunque parece posible constatar que hubo una continua lucha por el trono y numerosos desordenes dinásticos. El Reino Nuevo, 1430 - 1200 Durante esta época, empezó a desarrollarse en Irán y Asia Central la equitación, que, unida al carro ligero de combate, revolucionó el campo de batalla, al proporcionar una nueva movilidad a todos los ejércitos. El carro de combate se convirtió en el arma principal de los hititas durante el Imperio Nuevo, como ocurrió en el resto de reinos de Oriente Próximo. Los carros hititas, de dos ruedas de seis radios, estaban tirados por dos caballos, y eran manejados por lo que hoy conocemos como auriga. Sus ocupantes descargaban flechas antes de la carga, durante la cual usaban lanzas. En las ruinas de Hattusas se han encontrado unas tablillas que contienen el manual de hipología más antiguo de entre todos los conservados. El texto está firmado por un tal "kikkuli", del país de Mitanni, por lo que se considera que algún rey hitita habría tomado el servicio de un hurrita para que le enseñara la técnica de la equitación. Las conquistas de Shubiluliuma I

Tras el asesinato de Muwatallis I, su sucesor, Thalia I (1430-1400 aC) asienta las bases del nuevo imperio. Tras sofocar una serie de rebeliones y frenar la amenaza kaska, comenzó a recuperar terreno frente a Mitanni, alcanzado Alepo. Arnuanda I, intentó proseguir la guerra con Mitanni, pero tuvo que enfrentarse a una invasión kaska que sólo pudo ser derrotada en tiempos de Tudhalia II, quien, a su vez, logró someter gran parte de Anatolia Occidental (a veces llamada Arzawa) al dominio hitita. Esta expansión, permitió, durante el reinado de Shubiluliuma I (1344-1322), una campaña militar decisiva contra Mitanni, en la que se saqueó su capital. Después de algunos años de guerra, los hititas fueron capaces de apoderarse de gran parte de Mitanni y convertir el resto en un estado vasallo. La debilidad de Egipto, Babilonia y una Asiria que comenzaba su renacimiento, permitió a Shubiluliuma convertirse en la mayor potencia de la época, llegando a intentar una alianza matrimonial con Egipto, que fracasó al ser asesinado su hijo. A la muerte de Shubiluliuma en el 1322 le sucedió Arnuanda II, pero éste murió a causa de una epidemia un año más tarde, ocupando el trono su hermano mayor,

Mursil II (1321-1295 aC). Tan pronto como accedió al trono se vio obligado a mantener por las armas el legado de su padre. En una campaña de dos años destruyó el poderío de los estados de Arzawa, incluyendo Ahhiyawas, que algunos historiadores identifican con los Aqueos y Micenas, y luego se volvió contra los kaska, a los que causó daños importantes, alejándolos de Hattusas por un tiempo. Tras la muerte de Mursil heredó el trono su hijo Muwatallis II (1295-1272), que vio como las tensiones acumuladas con Egipto por sus antecesores implicarían con casi toda seguridad una guerra. Como preparación ante las hostilidades, Muwatallis II trasladó la capital a Tarhuntassa, y dejó a su hermano Hattusil III a cargo del norte del reino. Con la subida al trono egipcio del ambicioso faraón Ramsés II, la guerra se hizo inevitable y se produjo la batalla de Kadesh, de resultado incierto pero que frenó los intentos de expansión egipcia. El resurgir de Asiria Urhi-Teshub, hijo y sucesor de Muwatallis II, que llevó la capital de nuevo a Hattusas se encontró con que Asiria había aprovechado la lucha entre Egipto y el imperio hitita para ocupar lo que quedaba de Mitanni. Para frenar esa amenaza, los hititas intentaron reinstaurar a sus vasallo en el trono de Mitanni, pero fracasaron - a partir de este momento, Asiria se convertiría en una amenaza constante para el reino hitita. Hattusil III, hábil militar que destacó por sus grandes éxitos contra los kaskas, logró el trono de su sobrino UrhiTeshub, probablemente debido al desprestigio de éste, pero su usurpación creó una serie de problemas dinásticas que debilitaron todavía más el poderío del reino hitita, especialmente cuando Urhi-Teshub buscó refugio en la corte de Ramsés II, faraón con el que posteriormente Hattusil firmaría una tratado de paz. Estas debilidades, junto a la fortaleza de Asiria, dieron lugar a una expansión de esta última, que culminó, en tiempos de Tudhalia IV,

hijo de Hattusil, en la derrota de Nihriya. Los asirios se apoderaron de ricas regiones mineras cerca del imperio hitita, y de Babilonia. Desaparición del imperio hitita Tudhalia IV fue capaz de recuperarse de la derrota frente a los asirios, reforzando el reino en Asia Menor y en Chipre, alcanzando probablemente la máxima expansión hitita. El trono pasó a sus hijos, primero Arnuanda III y luego, Shubiluliuma II, que tuvieron un comienzo de reinado no muy distinto al resto de reyes hititas, con revueltas en Arzawa, Siria, Chipre, etc. Estas revueltas fueron sofocadas, y nada le hacía presagiar un reinado muy distinto a Shubiluliuma II; sin embargo la aparición por sorpresa de los pueblos del mar (aproximadamente en 1200 aC), causó grandes desordenes en todo el Mediterráneo Oriental. Estos desordenes, a los que se unieron las tradicionales invasiones kaskas, no pudieron ser combatidos eficazmente, y como consecuencia de ello, el reino hitita desapareció de la historia. Algunas ramas colaterales de la familia real siguieron conservando reinos de cultura hitita, destacando el de Carkemish en Siria, que no fue conquistado por los asirios hasta el siglo VIII aC.

CRONICAS HITITAS Pithana Todo indica que Pithana, padre de Annita, fue el gran jefe de las tribus que posteriormente pasarían a llamarse la Nación de los Hititas. Al igual que sucede hablando de Medas, Persas y otros pueblos históricos, cuyos orígenes se remontan siempre a un jefe tribal de caráter

legendario, entroncando de alguna forma el principio con los mitos, igualmente sucede con los Hititas. El principio del Mundo Hitita sería, por tanto, el mito, la leyenda; que se concentra en un nombre, Pithana, tipo sobre el que la historia perdida de los orígenes de las tribus invasoras de la península anatólica, y porque vencieron conquistando el núcleo primitivo desde el que se extenderían hasta forjarse su propio imperio, descargaron, de alguna forma, su memoria en forma de leyenda. Y como tal, excepto que fue el padre de Annita, asegurándose así la línea dinástica hitita una legalidad mítica, tan necesaria en aquéllos tiempos, cuando el Mito era el Origen de las Dinastías, como se ve en los Griegos, los Medos, y hasta en los propios Hebreos; mediante esta conexión que Annita ejecuta en la persona de su padre, el Mundo Hitita establece un vínculo intertribal mediante el cual y en el cual recibiría su descendencia forma de Nación, engendrada por un solo pueblo, del que Pithana sería el Gran Jefe Militar, el Patriarca dinástico, el Conquistador, el Líder, y el dios al estilo de los Hércules, Aquiles y demás patriarcas legendarios de las naciones que luego fueron entidades históricas. Puesto que sabemos que la entrada de los pueblos que más tarde serían llamados Hititas irrumpieron en la península turca a principios y antes del 2000 AC, y la existencia de este Pithana es situada en el siglo XIX-XVIII, este lapsus y su anterior ígnota procedencia es la que se transforma en mito y se concentra en el Pithana padre de Annita, en cuya entidad toda la historia del crecimiento de aquél sustrato multicolor, su conquista de un espacio geográfico en el que iniciaron sus comienzos como pueblo invasor, y su fusión en una entidad histórica específica: la Nación Hitita, se

realiza, se consuma e introduce esta Nueva Nación en el escenario de la historia universal. Pithana, digámoslo así, es el Adán de los Hititas, el mojón que marca el punto tras el que no puede verse nada sino un origen legendario, y a partir del cual hay que mirar hacia adelante, y sobre el cual establecer la dinastía reinante su legitimidad nacional. Y como tal punto de arranque su memoria es simbólica y su verdadera humanidad no genera más importancia que la sugerida por esta necesidad de legitimidad y origen de la Nación Hitita en cuanto tal. Cuyo comienzo suele principiarse con la conquista de la ciudad de Nesa. Digamos que este principio marca un fin, cuyo origen, a su vez, nosotros debemos dibujarlo tomando como partida la resistencia de las poblaciones nativas anatólicas a la expansión de los invasores, que duraría los siglos pasados desde la invasión hasta la caída de Nesa a manos de este Pithana. Nadie creerá que los pueblos nativos se dejaron esclavizar por los invasores hititas. Pero sí que la invasión se dio por cerrada, como cuando cayó Granada, aunque aquí no hablemos de Reconquista, sino de conquista, con la Caída de Nesa. Al contrario que la Caída de Troya, que marcó el Fin de los Hititas, la Caída de Nesa fue el principio de su gloria, dejando atrás la Nación, ahora Hitita, los siglos de lucha contra los nativos. Éstos, vencidos definitivamente por la Nación Hitita, pasan a ser Historia, dejando a los Hititas, sus vencedores, su oportunidad para escribir su propia Página. Una Página que, como hemos visto, ha permanecido enterrada, inaccesible a nuestros ojos hasta hace nada. Y porque apenas si hace un rato que los docs comienzan a desfilar públicamente, a la hora de la recreación histórica del Mundo de los Hititas debemos ayudarnos del conocimiento de las naciones y del hombre tal cual se ha desarrollado a lo largo de los milenios por todas las tierras del mundo. Es lo que dije antes sobre la Caída de Troya, ante la cual hasta hoy los historiadores no han querido aplicarle a la Invasión de la Península Anatólica las leyes de la Guerra, dejando en las manos de los Poetas la Invasión de un reino vasallo por una coalición internacional. Es verdad

que de aplicarle a la Guerra de Troya las leyes propias de toda guerra el famoso poema perdería su encanto homérico. Pero no menos verdad es que a estas alturas hay que estar un poco mucho tarado para creer que una coalición militar internacional se queda sentada en la costa durante diez años viviendo de los desperdicios de las gaviotas. El que se negara la existencia de Troya y por tanto se redujera la Ilíada a cosa de Poetas se debió justamente a esta contrariedad por la que ningún militar en el mundo podía creerse que un ejército internacional permaneciera diez años sitiando una ciudad sin devastar toda la región. Como esta idea era una impropiedad que de ser aceptada implicaba una lobotomía voluntaria, cosa inaceptable para la razón humana, lo lógico era negar la existencia de Troya. Cuando el millonario alemán Heinrich Schliemann descubre Troya la revolución que había de llevarnos a Hattusa como capital de los Hititas y a Troya como reino vasallo de Hattusa, comienza. Troya deja de ser un fantasma y el Hitita un Mito. El Mito se llama Pithana y su Historia es la de su pueblo. Un pueblo que deja un Origen en el Pasado, un Pasado de conquista que acaba con la Caída de Nesa y un Futuro que comienza con Annita. Anitta, rey de Kushara (1800 a.C.) Contemporáneo de Samsi-Adad I de Asiria (18131781), Annita, Hijo de Pithana, comenzó su carrera en Kushara, pero tras la conquista de Nesa (posiblemente en tiempos de su padre), trasladó su capital a esta ciudad. Durante el primer año de su reinado Annita debió hacer cara a la rebelión de Pijusti, rey de la ciudad de Hattusas, que amenazaba con quebrar el predominio político de la ciudad de Nesa sobre Anatolia. Anitta emprendió la guerra contra Pijusti, persiguiéndole incluso

hasta las costas del Mar Negro; durante el segundo año de la contienda Pijusti le plantó cara de nuevo a Annita y en los campos de la ciudad de Salampa quedó hecho un lío, corriendo a refugiarse con los restos del ejército en Hattusas. Anitta pasó del asedio en toda regla al estilo homérico y prefirió el método del buitre que revolotea sobre el moribundo hasta verlo muerto para darse el banquete padre. Y así lo hizo; cortó las líneas de abastecimiento de la ciudad y se sentó a esperar a que se murieran de hambre los rebeldes. Una vez hechos polvo, sin fuerzas para empuñar el arco ni arrojarles aceite hirviendo desde las murallas, Annita hizo su entrada triunfal, de noche, en Hattusas, que saqueó "con la furia de la tormenta en su apogeo contra una cabaña en el desierto". Como muestra de su poderío, Anitta llenó la ciudad de maldiciones sagradas, y la sembró con zahheli, una planta espinosa. Las conquistas de Pitana y Annita cambiaron el mapa político de la península anatólica, sembrando, aparte de espinas y abrojos los restos de las ciudades rebeldes, la semilla del poderío del imperio de sus sucesores, que con la conquista de Zalpa y la caída de Hattusas comenzó su marcha triunfal hacia la futura ruina en el origen de este Misterio, el de los Hititas. Las riquezas que Anitta saqueó en Hattusas le sirvieron para construirse un gran palacio en Nesa. Al mismo tiempo, fue el primer monarca hitita en tomar el título de Gran Rey. A su muerte le sucedió su hijo Dujalia. Es el autor de la Proclamación de Anitta, el texto conocido más antiguo de los escritos en el idioma hitita (y de los indoeuropeos), en el que trata de los hechos que condujeron a la fundación del Imperio Hitita. Proclamación de Anitta

Anitta, hijo de Pithana, rey de Kussara, dice: Era la voluntad del Dios de la Tormenta, y porque era la voluntad del Dios de los Cielos el rey de Nesa vino a ser cautivo del rey de Kussara. El rey de Kussara, Pithana, salió de su ciudad con un poderoso ejército y con la fuerza de la tormenta se apoderó de Nesa por la noche. Dio cuenta del rey de Nesa pero no tomó parte en mal alguno contra los habitantes de la ciudad; sino que los trató como si fuesen su padre y su madre. Después de la muerte de mi padre, Pithana, aplasté una rebelión en el mismo año. Y en adelante todo pueblo del Sol Naciente que se alzó contra mí, lo aplasté igualmente, a todos. En días anteriores, Uhna, el rey de Zalpuwas, se llevó nuestro dios de la ciudad de Nesa a la ciudad de Zalpuwas. Pero, yo, Annita, el Gran Rey, traje de vuelta de Zalpuwas, nuestro dios, a Nesa. A Huzziyas, rey de Zalpuwas, lo capturé y lo traje vivo a Nesa. A la ciudad de Hattusas no la toqué. Pero cuando después el hambre se apoderó de ella, mi diosa, Halmasuwiz, me la entregó. Y durante la noche la conquisté, y la eché abajo, sembrando en su lugar semilla de espinos. A cualquiera que sea rey después de mí y reedifique Hattusas, ¡que el Dios de la Tormenta lo maldiga! Me lancé a la conquista de la ciudad de Salatiwara, porque Salatiwara se alzó contra mí. Aplasté la rebelión y regresé triunfante a Nesa. Construí barrios nuevos en Nesa. Un templo al Dios de la Tormenta a la espalda de la ciudad, y un templo para nuestro dios. Y los decoré con el botín que traje de las ciudades que conquisté. Hice un voto. Fui de caza. En el mismo día traje a Nesa, mi ciudad, dos leones, setenta berracos, ciento veinte fieras salvajes, leopardos, ciervos... y los traje a mi ciudad, Nesa. Al año siguiente regresé contra la ciudad de Salatiwara. El rey de Salatiwara, junto con sus hijos, me dio batalla. Se alzó contra mí. Salieron de sus ciudades y tomaron posición en el rio Hulanna.

El ejército de Nesa, mi ejército, corrió tras ellos y le prendió fuego a todos sus pueblos. Escaparon a la ciudad y se reunieron en número de: 1,400 soldados, 40 cuadrillas, y siguieron luchando hasta el fin. Mientras duraba la campaña el rey de Purushanda me trajo como regalo de victoria un trono de hierro. Cuando regresé a Nesa, traje al rey de Purushanda conmigo. Y cuando quiera que esté conmigo, se sentará a mi derecha. La Ciudad perdida de Hattusa

Labarna I (1680-50)

El reino de Labarna I

Pusharruma, hijo de Tudaliya I ( este Tudaliya es un hombre colgado en el vacío; al parecer nadie sabe por qué se le sitúa donde debiera decirse Annita, padre de Pusharruma, pero si creemos al cronista, que dice que "Pusha tuvo que enfrentarse a la rebelión de sus propios hijos" podemos hacernos una imagen de la propia lucha que tal vez superara Pusha contra sus propios hermanos, moda tan antigua como Caín y Abel esta de matarse entre los hermanos por el Poder, y que los Hititas parecen seguir al pie de la letra, siendo tal vez esta sangría azul la que vino a provocar este vacío, si ya de por sí violento éste tanto más sangriento cuanto le sumamos al fratricidio el intento de parricidio. La cuestión se complica ante los ojos de los expertos cuando antes de Tudaliya se encuentran con Uziya, problema que resuelven abriendo una conexión a las dinastías reinantes antes de los Hititas y con las que quisieron enlazarse los conquistadores a fin de legitimar su dominio a los ojos de la población, truco del mandruco bastante probable si pensamos que no fueron los primeros en utilizarlo ni los últimos en servirse de sus secretos. Fuera coo fuese, que tampoco vamos a meter las manos en el fuego por simples recuerdos de unos personajes cuya historia es pura anécdota, el hecho es que:) A causa de la rebelión de sus hijos Pusha eligió como heredero suyo a Labarna, su yerno. Designación que le sentó como una

patada a su hijo Papahdilamah, quien todavía andaba suelto y contaba con el apoyo de muchos de los oficiales de la corte, a que no quedando muy contento de la usurpación, aunque legal ofensiva para sus intereses, se alzó en guerra contra el sucesor de su padre. El conflicto acabó con la victoria de Labarna sobre Papahdilamah y el aplastamiento de todos sus rebeldes, cuya suerte mejor ni contarla. Se le considera a Labarna el fundador de la monarquía hitita. No se ha conservado evidencia directa de Labarna I, pero aparece citado vez en el Rescripto de Telebino, quien gobernó más de un siglo después. En el Rescripto, Labarna aparece como un poderoso monarca que ensanchó el reino hasta "el mar", sentando las bases de los prósperos reinados de sus inmediatos sucesores, Hattusili I y Mursili I. La mayoría de los reyes hititas adoptaron Labarna como título real (de forma análoga al uso del título de César entre los emperadores romanos), lo que lleva a algunos historiadores a plantear que Labarna I no existió realmente y que las referencias del Rescripto de Telebino deberían atribuirse a Hattusil I. (Observa estos curiosos zuecos de los personajes hititas)

Extensión del reino de Hattusil I Hattusil I (1650-20) Hattusil I (también llamado Hattusili I) fue el primer rey del Imperio Hitita atestiguado documentalmente. Nacido como Labarna II, cambió su nombre en el momento de su coronación, que marcó el comienzo de un reinado que se sitúa, según la cronología media, entre 1650 y 1620. No fue el hijo de Labarna I, ni tampoco se sabe exactamente de cuál de los hijos de Pusha le vino la sangre azul. El caso es que se alzó sobre la descendencia natural de Labarna I, algo raro si tenemos en cuenta que la Viuda de Labarna permaneció como Gran Reina, hecho que puede sugerirnos la subida de Hattusil en calidad de Protector-Regente del Heredero. La debilidad de la Reina frente a una Corte Guerrera sería la necesidad impulsora de esta elección para Prtotector de su hijo de un Grande de Sangre Regia, salida que observamos en otras ocasiones, tiempos y lugares y emparenta a todos los miembros de la sangre azul en el ámbito de una especie sui géneris.Tawannana, la Gran Reina, cometió un error con su elección, obligada por otra parte por el código hitita, que imponía la sucesión de padres a hijos y prohibía la sucesión de la hembra, estipulando además su sucesion hereditaria. Siendo el heredero de Labarna y Tawannana menor de edad la Regencia le correspondía a un descendiente de sangre real, puerta por la que Hatusi entró en el Trono y, com es natural, desde el trono acabó por borrar de la sucesión legítima: Pithana, Annita, Pusha, el salto ocasionado con Labarna. Hattusil firmó un decreto por el cual “En el futuro nadie mencione el nombre de

Tawannana. Que nadie meniomnes el nombre de sus hijos e hijas”. El regreso de la casa de Annita al trono se había consumado, y como dice el Decreto de Telepinu “sus hermanos, sus suñados, sus parientes y las tropas, todas las fuerzas del reino se unieron al Protector-Regente”, lo alzaron a la Corona y se entregaron a lo que mejor sabían hacer nuestros antepasados: La Guerra. Reunificadas las fuerzas de la casa de Annita a su alrededor Hattusil la emprendió con las ciudades aliadas a la Gran Reina depuesta, quien, como ha solido suceder siempre y será una constante en todas las crónicas dinásticas, siempre que sube al Trono una Casa la cola de su manto real arrastra una nueva corte, que se hace uña y carne con el destino de sus Padrinos y participa a vida y muerte de su gloria y ruina. Hattusil le dedicó su primer año de reinado a vencer la Corte de la Reina. Si seguimos los Anales de Hattusili I, vemos que su primer acto bélico fue contra la ciudad de Sanawitta; que en principio no partece ofrecernos ningún bosquejo sonbre la lucha entre estas dos Casas. Mas si nosotros consideramos que Sanawitta Ciudad fue donde Pusha levantó a Labarna a la gloria de la Sucesión, a la pintura de la batalla entre Hattusil "el Protector" y la Reina Viuda no le queda más que ponerle ruido. Ptreciusamente el de los famosos carros hititas devastando la región hasta conseguir la total sumisión de sus enemigos. Una vez rota la guerra civil los Hititas, ya entrados en calor, se lanzaron al año segundo del reinado de Hattusili I a la conquista de la Antigua Siria, aunque, la verdad sea dicha, más que de conquista debemos hablar de Campañas de Saqueo y Pillaje al más puro estilo Asirio.

Haciendo suyo el honor de introducir el estilo Asirio en nuestras Crónicas el flamante rey de Hattusas se lanzó contra la ciudad de Alalah, en la frontera TurcoSiria. Ciudad que arrasó, para disgusto de Ammitaqu, su rey, pero que no dio mayores frutos, porque en aquéllos días Mesopotamia estaba bajo el influjo mágico del Gran Hammurabi y su Leyenda. Esta parte ya saqueada hasta donde lo permitían las reglas de buena vecindad, pues desde Aleppo para abajo caía dentro del círculo de influencia de los reinos clásicos antiguos, Akkkad, Ur, Egipto, etcétera. Durante esta Campaña se registra el Documento llamado "el Sitio de Ursu", una correspondencia entre el rey y sus generales sobre el Sitio y las medidas de Ursu ciudad contra la Invasión de Amistad que le proponía Hattusil, cuyos términos nos los podemos imaginar, bajarse los pantalones por las buenas o ser violados por las malas. Los generales tenían nombres como Sanda y Menaniya. Y parece que la impaciencia del rey por terminar el Sitio de Ursu causó entre ellos la célebre correspondencia en la que algunos expertos han visto un toque de humor incluso. De esta correspondencia se ve cómo las ciudades vecinas se prepararon para dar la cara y aunque no pudieron evitar la

caida de Ursu sí lograron frenar la incursión hacia abajo a partir de esa línea. El Caso es que los nombres de los círculos hititas recuerda mucho los de los antiguos Indios. Será casualidad. Pero lo que no es causal es que la Época de Hambruna que se produce durante el Periodo de Ur III se vea confirmada por una Epoca de Sequía en la zona de Harappa y Mohenjo Daro, y coincida con el Fin de la Era Cretense, que, como es natural, no debio escapar a este mismo efecto climatológico. Si nosotros fuéramos tan listos como para relacionar Hambre con Emigración no nos sorprenderíamos que el término del Tercer Milenio y Principios del Segundo AC hubiese sido de movimientos migratorios, y estos movimientos desde las Islas Cretenses y desde el Valle del Indo estuviesen en el desplazamiento que diera curso a la entrada de los Hititas en el escenario del Próximo Oriente Antiguo, si bien considerar la Anatolia Hitita como parte de Mesopotamia sea echarle un valor tremendo al asunto. Ahora, si recordamos que dos mil años más tarde esete mismo escenario registra una Nueva Epoca de Sequía y Hamnbre, y recordamos que dos mil años después, en nuestros días, somos testigos de un Cambio Climatologico de las mismas proporciones, aunque perturbado por la Ead Atómica, no sería iprocedente hablar de un Ciclo Geológico Natural que irrumpe en la Sociedad Humana bajo signo de tragedia debido a la Ignoranbcia denuestra especie sobre su prpopio mundo, que es como si no tuvièsemos ni zora sobre nuestra propia casa. ¿Dónde está el tonto ése? 1Se llama Género Humano! Y volvemos a las cosas de nuestros ancestros. El Sitio de Ursu continuó. Dentro de los muros las cosas de palacio dividieron a los defensores y, como suele suceder en estos casos, entre quienes propusieron la rendición y los que proponían la defensa hasta la muerte se levantó la discusión, tan alta y broncosa que llegó a los oidos de nuestro héroe hitita. Y no pudiendo creerse que sus generales se limitaran a esperar que cayeran las murallas de Ursu al estilo de las de Jericó, dando tiempo a las ciudades reinos de los alrededores a intervenir en los

asutos de Ursu, tuvo que intervenir él mismo en la contienda, acabando el Sitio y dirigiendo una razzia de castigo contra las ciudades vecinas que se atrevieron a ayudar a sus vecinos. Tras lo cual, y por eso de que el invierno se echaba encinma, Hattusil regresó a sus cuarteles palaciegos y se dedicó a la otra tarea menor de un guerrero, hacer el amor. Al año siguiente el Hitita planteó su próxima campaña de Pillaje y Saqueo en dirección a Arzawa, que como vemos en el mapa se hallaba en la Turquía occidental. El fabuloso Hitita se encontró en Arzawa con una oposición inesperada, ¿tal vez de la población emigrada de la región cretense que se había instalado allì?. Y la Campaña de Tercer Año del Reinado de Hattusili debió conformarse y quedarse en una simple retirada. Y pues que a las espaldas molidas todo son palos, ya fuera porque los Hurritas de Ursu y sus vecinos oyeran cómo le había ido al Hitita o ya fuese porque los Hurritas llevaban también sangre de dioses y el placer de la venganza era el néctar más dulce que podían beber sus almas, el hecho es que aprovechando que el Hitita estaba en las antípodas de su recién estrenado reino y deseosos de quitarle la vocación de imperio que mostraba, se lanzaron en tromba contra las desprotegidas fronteras hititas y arrasaron hasta donde pudieron, pagando ojo por ojo y diente por diente. Porque, pienso yo, que los críticos hacen my poco ejercicio de crítica al creer que Moisés legisló una sola palabra que no fuese moneda corriente en su mundo desde los días de Caín y Abel. Más que legislar,

exceptuando el Sacrificio de Cristo, Moisés se limitó a poner en letras lo que estaba escrito en sangre en la conducta de aquéllas gentes. Algunos, por antisemitas, o séase, por antijudíos, quieren hacernos creer que el diente por diente y ojo por ojo lo inventó Moisés. Visto lo cual uno se pregunta, tomando como ejemplo esta revancha de Ursu y los Hurritas, ¿y si no fue ojo por ojo aquélla invasión de los Hurritas, qué cosa fue? Tal vez, dándole crédito a los críticos del Judaísmo, tengamos que reconocer que en verdad Moisés introdujo el ojo por ojo en la Historia del Comportamiento Humano, revolucionando el panorama en el que por un ojo se cobraban los dos ojos, los dos brazos, las dos piernas y hablando en plata" hasta los dos Güevos". ¿Qué hubiéramos hechos nosotros en el caso de los Hurritas? Desde luego quedarnos esperando fumando a que regresase de nuevo el Hitita, ni en sueños. Total, abucheado en el Oeste y tomado por sorpresa por el Este, nuestro héroe tuvo que regresar corriendo a defender su casa, el enemigo a las puertas de Hattusas ya. Gloriosamente, todo sea dicho en honor de su nombre, Hattusil reconquistó lo perdido al Norte y al Sur. El Año Cuarto de su reinado, dicen los Anales, el rey hubo de salir en campaña contra Sanawitta, la ciudad de la Gran Reina sin Trono, que, aprovechando la circunstancia, y como es natural en los mares de la sangre azul, fría como la de las serpientes, que de ahí viene lo de azul, se alzó en rebelión una vez más, sólo que esta vez el rey no perdonó la ciudad y la destruyó. Enseguida le partió la cara a las otras ciufdades rebeldes, Lawazantiya, Parmanna, y bajó hasta la propia Alalah a cobrarse la venganza con más venganza, que si "tú dios, yo más". Al año siguiente, Quinto de su Reinado, Hattusili abrió la guerra contra Zaruna, a la que destruyó. Acto seguido enfilo contra Hasuwa, que le presentó cara apoyado en tropas mercenarias o aliadas de la vecina Halpa (Aleppo). Pasó por encima de esta coalición como tromba de agua que baja de las montañas a la llanura, y como león sediento cruzó el río Puruna, cayendo sobre la ciudad de Hasuwa sin más ley que la de la selva de la que era rey. La carnicería podemos imaginarnosla. La descripción del saqueo y pillaje consecuente nos lo

ahorramos. A lo largo de la Historia de la Humanidad es un episodio que se repite a la manera de un loco que desea conservar una rayo de cordura y repite monótonamente un ritus básico que le permitirá mantener el contacto con la realidad. También asaltó la ciudad de Zipasna, de noche, la pasó a fuego y espada y se llevó sus dioses a su ciudad, donde los depositó a los pies de la diosa de los Hititas, una tal Arinna. Todas estas ciudades las destruyó hasta los cimientos, no se las ha vuelto a ver en el mapa, y en cuanto al río Puruna, sea porque se ha secado, sea porque se le ha cambiado el nombre, sólo Dios saben dónde estaban. Lo único seguro es que al año Sexto de su Reinado Hattusili intentó la conquista de Mesopotamia, que después de la muerte de Hammurabi se hallaba en la anarquía, sin potencia militar unificada y entregada su defensa a coaliciones como las que ya había vendico el Hitita en su camino. Al tanto de la Invasión del Hitita las ciudades del Oeste del Eufrates se alarmaron y se pusieron en marcha para detener al Invasor a los pies de los Montes Tauros. Esta vez la coalición fue liderada por la ciudad de Hasuwa y respaldada, como siempre, por la de Aleppo. La batalla se celebró en las faldas del Monte Atalur (Adalur). Hattusili destrozó la coalición siriaca y siguió su marcha triunfal hacia el Eufrates. Al otro lado destruyó la ciudad de khashu: Se dio la vuelta y destrozó la ciudad de Kahha. Por el camino se entretuvo aplastando al rey de Zipasna. En su favor digamos que la misma misericordia que le mostró a los del otro lado del Eufrates le mostró a los de este lado, demostrando con esta crueldad salvaje que era justo y amaba a todos sus enemigos por igual. Destruyó sus ciudades, masacró a sus inquilinos y se llevó sus tesoros a su casa. Natural. Y como el orgullo se mezcla con el placer para rematar su victoria Hattusili ató los reyes vencidos a las colas de los vagones sin número que con sus tesoros llenara, paseándolos gratis por el mundo antes de ser bienvenidos el paraíso de los guerreros, a la izquierda según se va al infierno. El mismo se come a besos, diciendo: "Yo el Gran Rey he destruido Hasuwa y Kahha a espada y fuego elevando el humo en honor al Dios de la Tormenta. Y a sus reyes los arrasré de la cxola de mis vagones". La Leyenda de Sargón de Akkad aún fresca en

la memoria de aquéllas gentes nuestro héroe de turno se alaba las barbas comparando su gesta con la del Mítico Primer Emperador del Mundo, pero a la inversa. Sargón partió del Este hacia el Oeste y Hattusilii desde el Oeste hacia el Este. Los hititólogos se preguntan qué ganó el Hitita con este Campaña de destrucción masiva de algunas de las ciudades menores clásicas de la antiguedad. Tenemos que ser indulgentes con sus cátedras y no molestarnos por querer comprender un mundo salvaje desde las pautas del hombre civilizado. El método Hitita fue el Método Asirio, y el del Asirio el del Caldeo, el del Caldeo el del Persa, el del Persa el del Griego, y el del Griego fue el del Romano. Cambiaban las tácticas pero los fines eran los mismos. Una nación que se dedica a la guerra, no trabaja, y pues que para comer hay que trabajar, el que no trabaja debe decicarse a vivir del sudor ajeno, siendo la Guerra sólo eso, la ciencia de los vagos. Y como los vagos son los ricos de aqui que la Guerra y las Riquezas sean lo que el alma al cuerpo y lo que el macho a la hembra. Buscar más explicación no tiene sentido. El que vive de la Guerra tiene que lanzarse exactamente contra los puntos estratégicos por los que el Comercio Internacional sigue su curso. La zona de Ursus era clave en el tráfico de la luego llamada Ruta de la Seda. Y si miramos al Oeste, Arzawa contemplaba la región Egea colindante con Chipre y Creta. Más listo el Hitita imposible. Ni más claro podía tenerlo. Aleppo debía caer en sus manos. Y a este objetivo consagraría los últimos tiempos de su existencia efímera y trabajosa. Objetivo que no pudo alcanzar a plena satisfacción y legaría a su sucesor, pensando en el cual nuestro campeón se retiró a la ciudad de la que saliera, Kushará, donde reunió a su tribu y le pasó su Testamento. La elección no era moco de pavo. Como en los destinos de los Carolingios, por ejemplo, Papá Rey solía iniciar a su prole en las cosas del Gobierno dándoles por escuela de práctica una ciudad y sus dependencias, exactamente igual Hattusili hizo con sus vastagos. A Huziyya lo hizo gobernador de Tapasanda y al otro, Hakarpili, lo hizo gobernador de Zalpa. Hubieran debido estar besándole los pies a su padre, pero los celos

por la sucesión criaron monstruos y se rebelaron contra Papá Rey. El padre excusó luego sus actos en la maldad de sus consejeros; pero de la deposición de sus cargos no los libró nadie. Al fin y al cabo esto del parricidio estaba a la orden del día en la Corte Hitita, y hasta se diría que un hijo no era buen Hitita hasta que se rebelaba contra su padre. Vueltos al seno del padre éste se encontró con algo que no le había pasado hasta ahoraa ningún rey hitita, la rebelión de su hija. En descargo de ella digamos que la culpa fue del padre. De haberse rebelado otro cualquera contra el trono de Annita su castigo hubiera sido la muerte. Hattusili no sólo indultó a dos rebeldes sino que además se los metió en palacio a su hija. El veneno de la sangre azul en curso hizo su trabajo y la niña de los ojos de su padre acabó reclamando el trono para su adorable trasero ya que el de sus dos hermanos habían sido alejados de la sucesión. ¿Y a quié le iba a pasar la corona? ¿A otro Labarna? ¿A qué exponía a la carne de su carne, a la matanza a manos de un sucesor electivo no sanguíneo que para afianzar su reinado habría de exterminar a los hijos de quien le eligiera? El temor de los hermanos de la Princesa tenía sus fundamentos. El Rey había puesto sus ojos en un sobrino. La Corte que gira alrededor de una dinastía ya establecida y ve el traspaso de su influencia a las manos de una nueva casa dominante, puso el grito en el cielo y Hattusas entera se convirtió en el rugido de un león que ve amenazada su prole y se la juega a vida o muerte contra la selva entera. Los hititólogos buscan mas explicaciones y hacen cábalas con cartas marcadas. ¿Tan difícil es ver que un guerrero pase su espada a otro guerero aun en preferencia a su propia prole? No sería el primer caso. ¿Y qué dificultad hay en ver la clásica guerra palaciega entre los cambos de dinastía? El punto interesante sobre el que inciden y creo de trascendencia es el carácter de Alta Sacerdotisa que la Reina ostentaba en el mundo Hitita. Para cerrar este seguimiento del Primer Gran Rey Hitita digamos que su propio sobrino, su elegido, acabó saliéndole rana, y en consecuencia Hattusili debió fijar sus ojos en otro, siendo de esta manera que vino a sucederle Mursilis I, su nieto, al que escogió entre todos sus descendientes por ser el único que no estaba implicado en

algunas de las rebeliones nobiliarias contra el rey, según describe el propio Hattusil I en su "Testamento" Testamento de Proclamación de Sucesión de Hattusili I a favor de Mursili I Al final de su reinado Hattusil I cayó mortalmente herido durante su campaña contra Alepo (Siria). Sin embargo no murió durante el camino de vuelta y tuvo la oportunidad de regresar a su ciudad, Kushara, donde proclamó heredero al joven Mursili, su nieto, el único de todos sus familiares que jamás intentó aprovechar la ocasión de sus idas y venidas para proclamarse rey. He aquí la versión española del testamento de Hattusil I: El Gran Rey, el Labarna, a la totalidad de su Estado Mayor, le dice: He caído enfermo de muerte. Previamente declaré Labarna heredero diciendo: "Siéntese en el trono", a aquel que yo, el Rey, llamé mi hijo. Yo le instruí y lo mantuve en el camino de la corona. Pero él se mostró indigno de su herencia: incapaz de derramar una lágrima, nunca mostró misericordia. Es frío y no conoce la piedad! Yo, el Rey, lo adopté y lo introduje en la sabiduría. ¿Para qué?¡De ahora en adelante que nadie adopte por propio el hijo de su hermana! No escuchó la palabra el Rey. Prefirió la de su madre, ¡ésa serpiente! Las frías palabras de sus hermanos y de sus hermanas prefirió a las del Rey. Yo, el Rey, oí y combatí un argumento con otro argumento. ¡Ya basta! ¡No es mi hijo! Su madre comenzó luego a chillar como una vaca, diciendo: "Me roban mi toro. Me lo desheredan, ¿Y por qué?" ¿Pero acaso yo, el Rey, lo traté to de mala manera?¿No lo hice sacerdote? ¿No lo eduqué para su bien? Quien no mostró misericordia con su rey, ¿cómo podrá mostrar kisericordia alguna hacia su pueblo? ¡Su madre es una serpiente! Y siempre será la palabra de su madre, de sus hermanos y hermanas las que escuchará. Y ésas serán palabras de veganza. Mis tropas, mis dignatarios y mis siervos, que aman al Rey, y están dispuestos a morir por el Rey, contra ellos se levantará

para destruirlos, y se entregará a masacrarlos, porque no conoce el miedo. El se alzará a muerte contra mi pueblo. Este es su pensamiento. Despojará de sus carros y de sus ganados a todos mis siervos. Al enemigo sujeté y mi tierra pacifiqué, que él no la revuelva. ¡Que no se haga su voluntad! Le ha dado tierras, y muchos ganados, para que come y beba. Si viene en paz, que se acerque, pero si viene en son de guerra, que no se acerque, que permanezca en sus tierras. ¡Declaro a Mursili mi heredero! ¡Vosotros lo reconocereis Labarna! Lo instalareis en el trono. El valor de los dioses está en él. ¡Los dioses sólo le dan a un león la parte del león! En cualquier momento en que la rebelion se manifieste, vosotros, mis fieles generales, seréis sus aliados y salvador. Al término del tercer año él irá a la guerra. La sanre de los reyes heroicos está en él. Sea él para vosotros la semilla del emperador. Haced heoico su nombre. Cuando salgais en campaña, traedlo sano y salvo de vuelta. Sed todos sus siervos como nacidos de una misma madre.. Sois todos uno, un solo cuerpo. No os rebeleis los unos contra los otros. ¡Que nadie sea hostil! ¡Que nadie rompa su palabra! Lo que hicieron las ciudades de Sinahuwa y Ubariya (luchar la una contra la otra) no lo hagais! ¡La injuria no tendría que existir! Mi hijo hará mi voluntad. Si alguien dijera: "El Rey actua acorde a su deseo, diciendo: Sea verdad o no juzgaré según mi voluntad", eso es injuria. ¡Que nadie la crea! Vosotros que reconoceis mi poder y mi sabiduría, instruid a mi hijo así. Que cesen la traición y la manipulación. Que se calle la voz de los Consejeros. Que nadie llame a mi hijo en su propio provecho. ¡Ni el Hombre de kushara, ni el de Hemmuwa, ni el de Tamalkiya, ni el de Zalpa, ni siquiera tierra alguna te invoque en su propio beneficio! Mira hijo mío a Huzziya, yo le hice señor de Tappassanda. Pero ellos me injuriaron a sus oidos y acabaron por alzarle contra mí, diciéndole: "¡Rebélate

contra tu padre! Y a las Casas de Tapassanda que él no eximió de impuesto, exímilas tú" Pero yo, el Rey, depuse a Huzziya. Por ello los ciudadanos de Hatti, incluso de Hattusa, me fueromn hostiles. Aún más, se apoderaron de mi hija. Y por su hijo me fue hostil cuando le dijeron: “Tu padre no tiene heredero de su carne. ¿Se sentará un siervo en su trono? ¡Reinará un siervo en su lugar! ¡Un siervo devendrá rey!” Por ello mi hija se alzó en Hattusa y con ella los jefes y los hijos del Palacio se levantaron contra mí. Ella patas arriba la tierra. Asesinó a los fieles del Rey en Hattusa, Asesinó a todos los de Hatti que me eran fieles. Robó sus ganados y sus posesiones, sus viñas y sus campos... ....Cuando escuché que habia asesinado a los hijos de Hatti, busqué tus lágrimas. Si no lo hubiera hecho podrías alzar tu lengua contra mí, de los pies a la cabeza. El Rey no tuvo parte. La hija trajo sobre mí y mi nombre la desgracia. daughter disgraced me and my name. Yo, el Rey, acabé con su revuelta y la traje a Hattusa. Devolvi tierra por tierra y ganado por ganado. Y la envié lejos de la ciudad. SI regresara ella pondría mi casa patas abajo. Permanecerá en la propiedad que le dí, que no le falte el pan y el agua. Tú no le hagas daño. Me hizo mal, pero no le devolveré mal por mal. No me llamó padre, no la llamaré hija mía. Hasta ahora nadie de mi familia hizo mi voluntad, sino tú, Mursili. Y tú venerarás la palabra de tu padre. Si lo haces , comerás pan y beberás agua. Mientras la fuerza d ela juventud esté en tu brazo, come dos o tres veces al día. Estáte atento. Y cuando sea viejo bebe y olv+idate de la palabra de tu padre. Vosotros sis mis más fieles servidores. ¡Guardad mi palabra! Comed y bebed, haced grande cuestra ciudad, y que la tierra disfrute de paz. Pero si no recordais mis palabras, no conocereis un futuro. Morireis. Quienquiera que rompa la palabra del Rey, morirá. Que no sea de mis oficiales.Que no llegue a ser alguien entre mis siervos. Que

le corten el gaznate. Esa es la palabra de mi abuelo, Pusarruma. ¿Qué hicieron sus hijos? Mi abuelo designó por Labarna a su hijo. Mas sus siervos se rebelaron contra su orden y coronaron a Papahdilmah. ¿Pero por cuántos años? ¿Cuántos escaparon a su crimen? ¿Dónde están las casas de los rebeldes?¿No han perecido todos? Guardad mi palabra, la palabra del Labarma del Gran Rey. Si la guardáis, Hattusa se levantará hasta las estrellas, y vuesytra tierra gozará de paz. Comed y bebed. Si no la guardáis, vuestra tierra será del extranbjero. Temed la palara de los dioses. Sus libaciones, sus alimentos sagrados y sus ritos, continuadlos. No los abandoneis ni los dejeis para luego. No pequéis. Haced tal como os digo. El Gran Rey, el Labarna, a Mursili, su hijo, le dijo: "Te he dado mi palabra. Sea esta Tabla leido delante tuya todos los meses. Pon mis palabras y mi sabiduría en tu corazón. Gobierna misericordiosamente. Si ves a alguien cometiendo pecado, bien contra los dioses, bien contra la palabra dada, llévalo ante la asamblea y la lengua pecaminosa reciba su merecido ante la asamblea. then afterwards ask the assembly! So may the (evil) tongue be abolished in that very assembly! Hijo mío, lo que esté en tu corazón, hazlo. Colofón La Tabla (Estela) del Labarna, el Gran rey, cuando el Gran Rey, el Labarna, cayó enfermo de muertte en Kushara e instruyó a su heredero, Mursili, en la Corona. Mursil I rey a la muerte de Hattusil I entre los años 1620 a.C. y 1590 a.C. Según sabemos por un documento encontrado denominado las “Lamentaciones de Hatusil”, Hattusil escoge a su nieto Mursil en lugar del “ingrato” de su hijo para sucederle. Estrechó los lazos algo débiles que unían la confedereación de ciudades-estado e incorporó éstos al

primer Imperio Hitita, llegando a ser la tercera potencia de Oriente Medio, junto con Babilonia y Egipto. Continuó la política expansionista derrotando a los hurritas y destruyendo el reino de Alepo, en cuya empresa había fracasado Hattusil. Protagonizó una incursión contra la ciudad de Babilonia en el año 1595 a.C. Pero era evidente que Mursil no podría conservar una ciudad situada a dos mil kilómetros de Hattusas, la capital del Imperio, y mucho menos incorporarla al Imperio. Esta incursión coincidió con el fin de la dinastía de los amorreos; cuyo último rey fue Samsuditana. Se ignora si este hecho fue consecuencia de la expedición de Mursil o una simple coincidencia. Tras finalizar la campaña Mursil regresó A Hattusas. Al poco tiempo, en el 1590 a.C murió víctima de un complot encabezado por su cuñado Hantil I (Hantilish), quien se convirtió en el nuevo rey hitita. Anales de Mursilis (Neo-Hitita) Año 3; Le envié a Uhhaziti I un mensajero, diciéndole: "De mis súbditos que huyeron a tu reino ninguno de has entregado, pues porque yo los quiero y no me los entregas, y me tratas como a un chiquillo tomándome por un niño, ¡adelante!, vamos a la guerra, y el dios de la Tormenta, mi dios, decida entre nosotros". Asi qe me puse en camino, y al llegar al Monte mi dios, el dos de la Tormenta, Lawasa, desplegó el poderde su rayo; mis ejércitos vieron el el rayo de mi dios y lo mismo el pais de Arzawa. Como el rayo de mi dios caí sobre Arzawa y destruí Apasa, la ciudad de Uhhaziti. Año 4; Conquisté Manappa-Datta sobre el río Seha y la sometí a vasallaje. Regresé al país de Mira y lo fortifiqué. Construío las ciudades de Arsanini, Sarawa, e Impa y se las entregué a mis tropas para que las habitasen. También les di la ciudad de Hapanuwa. En Mira, elevé a Mashuiluwas como señor, diciéndole: "Tú, Mashuiluwas, vinistes a mi padre como un fugitivo y mi padre te amó, te dio por mujer su hija, mi hermana Muwatis. Y sin embargo mi padre no pudo luchar tu guerra ni avanzar contra tus

enemigos. Pero yo he luchado por tí, he destruido a tus enemigos. He levantado ciudades nuevas y por este poder te elevo sobre Mira como señor" Año 10; Entonces, cuando las gentes Azzi veron que por mi poder levantaba ciudades y conquistaba paises, bajaron a mí desde sus ciudades en los riscos y desde sus castilllos en las rocas de las montañas descendieron y se arrodillaron ante mí, diciendo: "Señor nuestro, no nos destruyas. Sé nuestro y manda nuestros ejércitos, nosotros te proveeremos con de nfanterís y carros de guerra, y los fugitivos que estén entre nosotros te los enviaremos, oh rey y señor nuestro". Asi pues, en mi Majestad no los destruí y los tomé por súbditos. Y pues que eñ año se acercaba a su fin no dí Azzi a mis tropas, sino que puse a Azzi bajo juramento de vasallaje, y refresé a Hattusas para pasar el invierno". Hantil I alcanzó el trono asesinando con la ayuda de su yerno, Zidanta, a su predecesor y cuñado, Mursil I, probablemente cuando éste volvía de una campaña militar en Siria. Aunque se desconocen muchos detalles de su reinado, éste probablemente abarcó el periodo comprendido entre 1590 y 1560. Comenzó su reinando continuando las campañas sirias que tanto éxito habían tenido en tiempos de Hattusil I y Mursil I, pero pronto sufrió una serie de invasiones hurritas, que saquearon gran parte del reino hitita. Su reinado alcanzó un brusco final cuando fue asesinado, junto a su hijo Pisseni y sus nietos, por Zidanta, su yerno y cómplice en la conjura contra Mursil I. Zidanta I gobernó durante un periodo de tiempo indeterminado, aproximadamente en la década de 1550 a.C. Yerno de su antecesor, Hantil I, participó en el asesinato de Mursil I

que permitió a su suegro alcanzar el poder. Transcurridos treinta años de reinado de Hantil I, asesino a éste y algunos de sus descendientes para alcanzar el trono hitita. No se conoce mucho de su reinado, ya que no han quedado pruebas documentales y fue rápidamente asesinado por su hijo, Ammuna. Ammuna gobernó el país aproximadamente durante 20 años (15501530), tras asesinar a su antecesor y padre, Zidanta I. Estos desäordenes dinásticos, unidos a una grave sequía, debilitaron mucho al reino, y permitieron a sus vecinos, sobre todo en Anatolia occidental, alzarse en armas contra los hititas, lo que provocó la rebelión de algunas de las ciudades conquistadas por sus antecesores, como Tipiya, Hapisna, Parduwata o Hahha, posiblemente privando a los hititas de las rutas a Siria. A su muerte, probablemente debida a causas naturales, Huzzia I, cuyas relación exacta con Ammuna es desconocida, le sucedió. Huzzia I sucedioäo a Ammuna y gobernäo durante un periodo de tiempo que se estima breve pero que no se conoce con exactitud. Las fuentes disponibles acerca de Huzzia no aclaran su relación con Ammuna, pero si el hecho de que tuvo que asesinar a dos hombres, Titti y Hantili. Mientras que algunos expertos postulan que Huzzia es un hijo menor de Ammuna, que mató a dos de sus hermanos para acceder al trono, otros, creen que Huzzia es el hermano de la esposa de Telebino, otro de los hijos de Ammuna. Al poco tiempo de tomar el poder, Huzzia perdió el poder a manos de una rebelión encabezada por su cuñado Telebino, que le desterró y asumió el trono. Telepinu o Telebino

Telepinu sucedió a su cuñado Huzzia I tras dar un golpe de estado, y gobernó durante un periodo estimado de 25 años (1525-1500). Al contrario que sus antecesores, al asumir al trono no ordenó asesinar a su inmediato predecesor, sino que se conformó con su destierro. Telepinu parece haber creido firmemente que una de las razones de la decadencia del reino hitita era el continuo derramiento de sangre dentro de la familia real y se propuso evitarla a toda costa. En cuanto tuvo asegurado el orden interno, Telepinu intentó obligar a las ciudades rebeldes que habían surgido durante los conflictos dinásticos a volver a la obediencia hitita, logrando éxito señalados, entre los que destacan varias campañas militares contra el reino de Kizzuwadna, que se había formado en la frontera con Siria durante los tiempos de Ammuna; estas campañas obligaron a Kizzuwadna a firmar una alianza con Telepinu. Tras estos éxitos en política exterior, y debido al probable asesinato de su mujer y uno de sus hijos, Ammuna (al que no hay que confundir con el rey del mismo nombre), Telepinu se centró en establecer unas normas claras de sucesión que evitaran el derramiento de sangre. Estas normas, contenidas en el documento conocido como Edicto de Telepinu, establecen la primacia de los hijos varones sobre los yernos del rey, aunque deja libertad a éste para escoger cual de todos sus hijos debía sucederle. El edicto es también un documento importante, ya que incluye una 'justificación' con abundante material histórico, que ha ayudado a establecer los hechos de monarcas anteriores. Telepinu murió sin dejar descendientes varones, así que según las normas de su propio edicto, el heredero fue uno de sus yernos, Alluanna El Edicto de Telepino Entonces cuando Huzziyas llegó a ser rey y yo, Telepino, me casó con mi hermana Istapariya, Huzziyas quiso matarnos, pero lo cosa se supo y yo, Telepino, me impuse a mis enemigos. Huzziyas tenía cinco hermanos, pero, yo, Telepino (en lugar de matarlos) le dí casas para

que vivieranr, diciéndo: "Dejadlos que vivan, que coman y beban y nadie les haga daño". Yo, Telepino digo: "Ellos intentaron matarme, pero no yo no los mataré". Cuando Yo, telepino, me senté en el trono de mi padre, guerreé contra la ciudad de Hassuwas y la destruí. Mi mano alcanzó también a Zizzilippas, y hubo batalla. El derramamiento de sangre vio a ser una costumbre en la familia real. Istapariya, la reina, murió. Y al poco el príncipe Ammunas murió también. Los hombres de dios comenzaron a decir: “Mirad, en Hattusas el asesinato real es el pan de cada día”. Asi pues yo, Telepino, reuní el consejo de Hattusas, y dije: “De ahora en adelante que nadie se alce contra un príncipe de la casa real para matarlo. Únicamente un príncipe de sangre real subirá al trono. Si no hay príncipe de línea real directa, que sea coronado un príncipe de segunda línea. Si no hay heredero masculino, que el marido de una princesa de línea real directa sea rey. En el futuro, quienquiera llegue a ser rey despues de mí, deje vivir a sus hermanos, hermanas y sus hijos, y sus ejércitos sean uno solo. Y al frente de sus ejércitos salga en guerra y conquiste. Y no se diga: Los ha perdonado. Que ni el perdón ni el arresto son buenos. Asesinar a los miembros de la familia real, eso no es bueno. Al contrario, sean sus hermanos y hermanas su consejo real. Y si actúa distintamente, diganles con franqueza: 'Estudia los archivos, y verás que los dioses los han preservado para que el rey recuerde que el asesinato de la familia real era una costumbre”. Alluanna yerno y sucesor de Telebino, gobernó durante un lapso de tiempo indeterminado, en los llamados años oscuros de la monarquía hitita (periodo también conocido como reino medio hitita). Los escasos documentos que han sobrevivido parecen indicar que murió asesinado por su sucesor, Tahurwaili Tahurwaili

sucedió a Alluanna. Su reinado forma parte del llamado reino medio hitita o periodo oscuro. (En el Rescripto de Telebino, aparece un Tahurwaili que asesinó a Titi, hijo del rey hitita Ammuna para ayudar a Huzzia I a hacerse con el trono a la muerte de Ammuna; posteriormente, cuando Huzzia perdió el trono a manos de Telebino, este Tahurwaili tuvo que exiliarse. Algunos historiadores identifican al Tahurwaili colaborador de Huzzia con el rey que asesinó a Alluanna, aunque hasta ahora no se ha encontrado prueba alguna). Tahurwaili renovó el tratado de Alianza con Kizzuwadna que firmó Telebino, en el único acto conocido de su reinado. Fue sucecido, en circunstancias no aclaradas, por Hantil II, a quién algunos historiadores consideran hijo de Alluanna Hantil II posible hijo del anterior rey Alluanna, sucedió a Tahurwaili en circunstancias desconocidas. Durante el gobierno de Hantil II, los kaska, bárbaros del Ponto, invadieron por primera vez el imperio hitita, conquistando Tiliura y Nerik, ésta última muy importante desde el punto de vista religioso. Hantil II, al igual que Tahurwaili, renovo la alianza que Telebino firmo con Kizzuwadna. Fue sucedido por Zidanta II, cuya relación familiar con Hantil se desconoce. Zidanta II sucedió a Hantil II, sin que resulte muy clara la relación familiar entre estos dos reyes. Poco se sabe sobre su gobierno, excepto que es probable que hubiera una guerra entre el reino hitita y Kizzuwadna, según se puede deducir del tratado de paz que firmaron posteriormente ambos estados, y del que se han conservado fragmentos que demuestran la relativa debilidad de los hititas durante

el periodo oscuro. Zidanta II fue sucedido por Huzzia II, cuya relación con Zidanta es desconocida. Huzzia II sucedió a Zidanta II. Murió asesinado por su sucesor, Muwatallis I. Muwatallis I sucedió a Huzzia II tras asesinarle. Y a su vez murió asesinado a manos de dos hombres de su séquito, Kantuzzili y Himuili, quienes, según algunos historiadores, podrían ser hijos de Huzia II. Fue sucedido por Tudhalia I, el primer gobernante del reino nuevo hitita. Tudhalia I sucedió a Muwatallis I tras el asesinato de éste ultimo, y gobernó desde el 1430 al 1400. Los hechos de su reinado son difíciles de determinar por dos razones: la primera, es que no se sabe el número exacto de reyes hititas llamados Tudhalia, lo que a veces lleva a dividir este periodo entre Tudhalia I y Tudhalia II, llegándose a veces a hablar de Tudhalia I/II; la segunda es que durante parte de su reinado, su yerno y sucesor, Arnuanda I fue corregente, lo que dificulta separar los hechos que sucedieron durante el reinado de Tudhalia de los que sucedieron al comienzo del reinado de Arnuanda I. No obstante, existe un consenso sobre las gran expansión hitita durante este periodo, que continuará durante gran parte del reino nuevo. Parece bastante claro, sin embargo, que al llegar al trono tras ser asesinado su predecesor, Muwatallis, tuvo que enfrentarse a una guerra civil lanzada por algunos funcionarios y familiares del anterior rey. Este enfrentamiento sin embargo, se resolvió pronto, dejando a Tudhalia con las manos libres para lanzar a los ejércitos hititas contra los

reinos de Anatolia occidental (región conocida por los hititas como Arzawa), donde se formaban, con cierta frecuencia, alianzas anti-hititas. Tras varias campañas exitosas, Tudhalia logró someter la región, de la que obtuvo un rico botín. El siguiente objetivo de Tudhalia fueron las tribus kaskas, que amenazaban continuamente la frontera norte del reino (cerca de la capital, Hattusa), desde los tiempos de Hantil II. Aunque Tudhalia no logró una victoria completa, forzó la retirada de los kaskas de sus puestos más meridionales. Tras lograr estas victorias contra los kaskas, Tudhalia volcó su atención en la frontera oriental de los hititas, donde había tenido problemas con el reino vasallo de Isuwa que se rebeló repetidamente, con el apoyo del reino hurrita de Mitanni. Después de renovar, una vez más, los lazos entre los hititas y Kizzuwadna, Tudhalia atacó Mitanni, cosechando diversos éxitos, entre los que podría contarse la conquista de Alepo. Fue sucedido, como ya se ha mencionado, por Arnuanda I. Arnuanda I sucedió a su suegro Tudhalia I, gobernó en solitario desde 1400 al 1385. Además, durante un periodo no determinado, ejerció la corregencia con Tudhalia I. Aunque parece que contribuyó activamente a las victorias militares de su predecesor, Tudhalia I, su propio reinado se caracterizó por una crisis del poderío hitita, causada principalmente por las invasiones kaskas y de Arzawa de las ciudades norteñas y la alianza entre Mitanni y Egipto, que bloqueó la expansión hitita por el este, y animó a los más díscolos de sus vasallos. Estas invasiones y rebeliones dejaron el reino al borde del caos cuando murió Arnuanda I, dejando en una situación muy complicada a su hijo y futuro heredero, Tudhalia II, aunque existe una controversia sobre un rey hitita no documentado, Hattusil II, que para algunos historiadores sucedió a Arnuanda. Tudhalia II

sucedió a su padre Arnuanda I en el trono de Hattusa, gobernando desde 1385 hasta algun momento anterior al 1360 aC. Heredó una situación muy complicada para el imperio hitita, con las tribus kaskas saqueando el norte del país, una alianza entre Mitanni y Egipto en Siria, y estados de Arzawa en anatolia occidental en plena ebullición (y reforzados por la amistad egipcia). Parece ser que durante los primeros momentos del reinado de Tudhalia II (o al final del reinado de Arnuanda I), la capital, Hattusa, fue capturada por los kaskas e incendiada. Tudhalia, refugiado en la ciudad de Samuha, reunió los restos del ejército real y lanzó sucesivas campañas contra los kaska, debilitándoles y forzándoles a abandonar Hattusa; aun así, los kaskas y sus aliados fueron una molestia continua durante el reinado de Tudhalia, interrumpiendo en no pocas ocasiones exitosas campaña hititas al forzar una nueva defensa de Hattusa. Tras estas victorias, Tudhalia sometió a antiguos estados vasallos de la frontera oriental (por ejemplo, la ciudad de Arawana), y se volvió contra los reinos de Arzawa, obteniendo de nuevo grandes éxitos, pero sin ser capaz de lograr una victoria total. Al final del reinado de Tudhalia, el reino hitita se había recuperado de los desastres anteriores, y controlaba casi la totalidad de Anatolia. Parece que gran parte del éxito de Tudhalia se debió a la habilidad de su hijo, Shubiluliuma I, que se convertiría, posteriormente, en uno de los reyes más famosos de todo el imperio hitita. La sucesión de Tudhalia es un asunto espinoso: aunque está claro que su hijo Tudhalia III acabó gobernando, y que éste fue sucedido por Shubiluliuma I, algunos documentos existentes parecen apuntar a un rey intermedio, Hattusil II. Sin embargo, hay historiadores que consideran que Hattusil II gobernó antes que Tudhalia II. Shubiluliuma I Shubiluliuma I, también conocido como Suppiluliuma, fue uno de los reyes hititas más famosos y

exitosos, que gobernó desde el momento, no determinado con exactitud, en que su hermano Tudhalia III murió a manos de una conspiración de oficiales hititas (probablemente instigada por el propio Shubiluliuma) hasta el año 1322 aC. Shubiluliuma destacó pronto por sus habilidades militares, cobrando importancia ya durante el reinado de su padre, Tudhalia II, en las campañas contra los kaskas que habían capturado la capital, Hattusa, así como en las diversas expediciones de Tudhalia II contra los reinos de Arzawa y las potencias vasallas de la frontera oriental. A pesar de su valía como militar, no fue el heredero de Tudhalia II, lo que probablemente, le llevó a participar en la conspiración antes mencionada contra Tudhalia III, momento a partir del cual comenzó su reinado. Al subir al trono, Shubiluliuma se encontró con invasiones de su frontera oriental por parte de vasallos de Mitanni, como Issuwa; aunque logró rechazar esas invasiones, sus fuerzas no fue capaz de causar daños considerables a Mitanni. Dadas las circunstancias, Shubiluliuma aplicó todas las medidas diplomáticas a su alcance, firmando una alianza con los casitas de Babilonia y fomentando una guerra civil interna entre los distintos pretendientes al trono de Mitanni, para debilitar el reino enemigo. Precisamente, cuando el rey de Mitanni, Tushratta lanzó una expedición contra el reino de Nuhasse, vasallo de los hititas, como castigo contra el apoyo que este reino, junto al imperio hitita, daba a su hermano y rival por el trono, Artatama II, Shubiluliuma declaró la guerra a Mitanni. Esta guerra, llamada la "Primera Guerra Siria" de Shubiluliuma, fue un éxito rotundo, ya que los hititas conquistaron una buena parte del territorio occidental de Mitanni, y establecieron gobernantes vasallos en reinos tan importantes como Nuhasse, Ugarit y Kadesh. Sin embargo, Mitanni no estaba aun completamente derrotado, lo que hizo que Shubiluliuma lanzara la "Segunda Guerra Siria" algunos años después, en la que logro conquistar la importante fortaleza de Carkemish y reducir a Mitanni a la condición de estado tributario bajo el mando de Shattiwaza, hijo de Tushratta.

Para organizar todas las conquistas hititas, Shubiluliuma creó dos virreinatos, en Carkemish para su hijo Piyassili (posteriormente conocido como SarriKusuh), y en Alepo para su hijo Telebino. Estos dos virreinatos se mantuvieron durante los sucesores de Shubiluliuma y se convirtieron en una importante institución hitita que permitia controlar la nueva frontera oriental del imperio. Gracias a ellos, Shubiluliuma pudo dedicar sus energías a mantener a raya a los kaskas y a los reinos de Arzawa. La gran expansión hitita durante el reinado de Shubiluliuma provocó la hostilidad de sus vecinos, Asiria y Egipto. Asiria, en particular, intentó aprovecharse de la desaparición de Mitanni, conquistando a antiguos vasallos orientales de este reino, e intentando apoyar a miembros anti-hititas de la familia real de Mitanni, como Shuttarna III, aunque la fuerza de la presencia hitita en la zona impidió a Asiria hacer grandes avances. Egipto, por otro lado, consideraba el dominio hitita sobre su antiguo aliado Kadesh como una afrenta, y parece que comenzó a preparar esfuerzos militares para su reconquista - sin embargo, la muerte del faraón Tutanjamón provocó que su viuda, Anjesenamón, solicitara a Shubiluliuma que enviara a uno de sus hijos para convertirse en el nuevo gobernante egipcio. Shubiluliuma, viendo una inmensa oportunidad para colocar a su familia al frente de uno de los reinos más importantes de su época, envió a su hijo Zannanza, pero este fue asesinado durante su viaje, y Ay se convirtió en faraón, por lo que Shubiluliuma declaró la guerra a Egipto, capturando varias ciudades y muchos prisioneros. Esta rivalidad con Egipto se convirtió en recurrente durante la historia hitita, dando lugar, entre otros hechos, a la famosa Batalla de Kadesh. Shubiluliuma murió a causa de una epidemia traída por los prisioneros de guerra egipcios, y fue sucedido por su hijo mayor, Arnuanda II, mientras que sus hijos SarriKusuh y Telebino conservaron sus virreinatos en Carkemish y Alepo.

Arnuanda II hijo y sucesor de Shubiluliuma I, gobernó durante aproximadamente año y medio (1322 aC - 1321 aC). Como primogénito de Shubiluliuma, participó en algunas campañas militares de éste, especialmente en la Segunda Guerra Siria contra Mitanni y la guerra con Egipto. Precisamente en esta última guerra se capturaron muchos prisioneros, que llevaron al reino hitita una epidemia que acabó con la vida de Shubiluliuma I, y, algún tiempo después, también con la de Arnuanda II. Fue sucedido por su hermano menor, Mursil II. Mursil II hijo menor de Shubiluliuma I, sucedió a su hermano Arnuanda II, gobernando desde 1321 al 1295 aC. Siendo el menor de los hijos de Shubiluliuma, parece que se tuvo que conformar con un puesto de jefe de la guardia real, al copar sus hermanos los grandes cargos hititas de la época. Sin embargo, al ser asesinado su hermano Zannanza en un viaje a Egipto, y fallecer, posteriormente, tanto Shubiluliuma I como Arunanda II víctimas de una peste traída por cautivos egipcios, se convirtió en rey, con el apoyo de sus hermanos SarriKusuh y Telebino, virreyes de Carkemish y Alepo. La ascensión al trono de un rey tan joven y tan poco experimentado provocó reacciones hostiles entre los kaskas, que ya habían iniciado una invasión en tiempos de Arnuanda II, los reinos vasallos de Siria y los reinos de Arzawa en Anatolia occidental. Los kaskas eran, probablemente, la amenaza más peligrosa, por su cercanía a la capital, Hattusa, por lo que Mursil se volvió primero contra éstos, y, al cabo de dos años, logró rechazarlos. Con los kaskas temporalmente calmados, se volvió contra Arzawa, castigando a los instigadores de la coalición antihitita, los reinos de Arzawa menor y del país del Rio Seha. Tras estas campañas en el Oeste, Mursil tuvo que volver al Norte, ya que los kaskas tenían un nuevo caudillo,

Pihhuniya, de considerable habilidad política. Mursil logró derrotar a Pihhuniya y capturar algunos territorios al nordeste de Hattusa. Calmado el Norte y el Oeste del país, Mursil, en el séptimo año de su reinado, pudo prestar toda la atención necesaria a los levantamientos en Siria, donde, con la ayuda de sus hermanos, los virreyes de Carkemish y Aleppo, Mursil logró sofocar a los vasallos que no se habían mostrado leales y derrotar a una expedición egipcia en apoyo de los rebeldes. No obstante, la muerte del virrey de Carkemish, Sarri-Kusuh, poco tiempo después, provocó más revueltas e incluso una invasión asiria, obligando a Mursil de nuevo a someter a todos los vasallos y expulsar a los asirios de Carkemish. Tras lograr por fin la paz en Siria, Mursil hubo de enfrentarse a los frutos de haber dedicado su atención a la zona oriental del reino: más rebeliones en Arzawa, que sofocó con efectividad, hasta el punto de que probablemente sometió a todos los reinos de Arzawa, y nuevas invasiones kaskas, que también pudo repeler, aunque a un coste mayor. Para evitar nuevas rebeliones y repoblar el núcleo del imperio hitita, gravemente afectado por la enfermedad que comenzó con su padre Shubiluliuma, Mursil instauró la práctica del traslado forzoso de población, que se convirtió en una práctica habitual de sus sucesores. Mursil destacó entre los reyes hititas por su religiosidad - creía que la epidemia que asoló el imperio hitita, era un castigo de los dioses por el asesinato de su tío Tudhalia III a manos de su padre, Shubiluliuma, y pidió perdón en numerosas ocasiones por ello. Además, parece que sufrió un ataque en los últimos años de su reinado, que le afectó al habla y que él también interpretó como una muestra del disgusto de los dioses. El reinado de Mursil es muy importante desde el punto de vista historiográfico, ya que durante su reinado se compusieron tanto los Anales de Shubiluliuma I como dos anales sobre los primeros años de reinado de Mursil. Además, en el décimo año de su gobierno, hubo un eclipse solar (1312 aC) que ayuda considerablemente a datar toda la cronología hitita. Mursil fue sucedido por su hijo Muwatallis II.

Muwatallis II Muwatallis II (1295-1272 aC), famoso por su participación en la Batalla de Kadesh, era hijo de Mursil II y le sucedió sin problemas a su muerte. Al comienzo de su reinado tuvo que enfrentarse con ciertas rebeliones en Arzawa, lideradas por un noble hitita, Piyamaradu; estas revueltas fueron sofocadas tras una serie de campañas exitosas, aunque Piyamaradu buscó refugio en los reinos vecinos, y continuó intentando alzar a los reinos de Anatolia occidental en revuelta. El ascenso en Egipto de la decimonovena dinastía hizo a Muwatallis temer por la seguridad de las posiciones hititas en el Levante y Siria. Para tratar de combatir el renacimiento egipcio, Muwatallis tomó la decisión de trasladar la capital desde Hattusa a Tarhuntassa, situada más al Sur, y por tanto, más cerca de los territorios amenazados por los egipcios y más lejos de los kaskas; Muwatallis encomendó la protección del norte del reino a su hermano Hattusil III, que logró arrebatar bastante territorio a los kaskas. Parece ser que mientras Muwatallis se preparaba para el choque contra Egipto, Asiria capturó el reino de Mitanni, que, por esta época, era sólo una sombra de su antiguo poderío. Con el ascenso al trono del enérgico Ramsés II en Egipto, la guerra se hizo inevitable. En el cuarto año de su gobierno, Ramsés II partió hacia Siria, y en el quinto año de su gobierno (que según el criterio cronológico en uso para los reyes hititas, fue el 1274 aC) tuvo lugar la Batalla de Kadesh; aunque el resultado de esta batalla no está claro, parece que Ramsés II fue incapaz de realizar conquista alguna, mientras que los hititas lograron aumentar su red de vasallos en la zona. Poco después de la batalla de Kadesh, Muwatallis falleció, dejando el trono para su hijo Urhi-Teshub, que gobernó con el nombre de Mursil III. Mursil III

Urhi-Teshub (Mursil III, 1272-1265), fue famoso sobre todo por su tormentosa relación con su sucesor y tío, Hattusil III. Hijo de Muwatallis II a través de una esposa de segundo rango, aunque no le incapacitaba para gobernar, devino una excusa para que algunos vasallos se levantaran contra él cuando ascendió al trono. El decidido apoyo de Hattusil III, al que Urhi-Teshub confirmó como gobernante del norte del reino, le ayudó a salvar la situación. Una vez asegurado en el trono, Urhi-Teshub volvió a llevar a la corte a Hattusa, restaurando la antigua capital a su elevada posición dentro del reino, aunque la capital de Muwatallis II, Tarhuntassa, no quedo abandonada (siguió siendo una importante ciudad hitita, sede del hermano de Urhi-Teshub, Kurunta). En política exterior, Urhi-Teshub heredó una guerra con Egipto en el Levante y Siria y la amenaza de una Asiria que había conquistado los restos de Mitanni en el extremo oriental del reino. Debilitados los egipcios por la Batalla de Kadesh en tiempos de su padre, Urhi-Teshub volcó su atención en Mitanni, donde intentó instaurar a un vasallo hitita, el rebelde Wasashatta, pero su iniciativa fracasó, y Mitanni siguió bajo control asirio. Mientras Urhi-Teshub fracasaba en Mitanni, su tío Hattusil reconquistó Nerik, una de las ciudades santas de los hititas, perdida desde tiempos de Hantil II. Esto llevó a Urhi-Teshub a temer una rebelión de su tío, por lo que intentó despojarle de sus cargos; viéndose en una situación forzada, Hattusil se rebeló contra su sobrino y en poco tiempo le despojó del trono. Urhi-Teshub huyó a la corte de Ramsés II en Egipto, momento a partir del cual no se sabe nada de su vida. Hattusil III rey (1265 -1237) destacó por su habilidad militar durante su juventud y posteriormente, por sus tratados de paz. Hijo de Mursil II y hermano menor de Muwatallis II, cuando éste último ascendió al trono y trasladó la capital a

Tarhuntassa, Hattusil quedó encargado de la defensa de la frontera norte del reino contra las tribus kaskas, cargo en el que demostró habilidad como militar y como líder. Confirmado en el cargo durante el reinado del hijo de Muwatallis Urhi-Teshub, reconquistó la ciudad sagrada de Nerik, lo que le otorgó aún más prestigio. Temeroso de su influencia y liderazgo, Urhi-Teshub intentó despojarle de su cargo, lo que provocó una breve guerra civil que Hattusil ganó. Alcanzó el trono, por tanto, con bastante experiencia de gobierno, y la aplicó en intentar lograr un reinado pacífico, para lo cual, nombró al hermano menor de Urhi-Teshub, su sobrino Kurunta, gobernador de Tarhuntassa, que había dejado de ser la capital en el reinado de Urhi-Teshub. En el exterior cultivó buenas relaciones con Babilonia, con Egipto - firmando un tratado de paz para acabar con las hostilidades mantenidas desde tiempos de Muwatallis - y con Asiria, reino al que reconoció el dominio sobre Mitanni al negarse a apoyar al rebelde mitanno Sattuara II. A pesar de sus intenciones pacíficas, tuvo que lidiar con los kaskas en el norte y con un levantamiento en Arzawa, encabezada por el rebelde Piyamaradu (ya activo en tiempos de Muwatallis), siendo incapaz de obtener éxitos significativos. A su muerte, fue sucedido por su hijo Tudhalia IV, designado heredero en lugar del primogénito Nerikkaili, por razones que no están del todo claras.

The Apology of Hattusilis III (Classical Neo-Hittite) 2 I will tell of Ishtar's divine power; let mankind hear it. And, from henceforth, among the gods of my majesty, of his son, of his grandson, of the descendants of my majesty, let there be reverencetoward Ishtar. 3 My father, Mursilis, begat us four children, Halpasulupis, Muwattallis, Hattusilis and Massanauzzis, a daughter. And of all of them, I was the last (i.e. the youngest) child. And while I was still a child, I was

foolish. Ishtar, My Lady, sent my brother Muwattalis to my father Mursilis in (i.e. by means of) a dream, (saying) "For Hattusilis, the years are short. He will not live long. Give him to me and let him be my priest. Then he will live." And my father offered me, a child, and he gave me to the service of the deity. And serving as a priest to the deity, I made sacrifice. And in the hand of Ishtar, My lady, I saw prosperity(?). And Ishtar, My Lady, took me by the hand, and she showed me divine guidance. 9 When, however, I came back from the land of Egypt, I went to the city of Lawanzantiyas to make libations to the Goddess; and I made sacrifice to the Goddess. And, at the command of the Goddess, I took Puduhepa, the daughter of Pentipsarris, the priest, in marriage; and we married. And the Goddess gave to us the love of husband and wife. And we had (lit. "made") sons and daughters. And the Goddess, my lady, appeared to me in a dream (saying), "Serve me along with your household." And I did service to the Goddess, along with my household. And the Goddess stood among us (in) the household that we established, and our household prospered(?), and it had the favor of My Lady, Ishtar. THE GREAT QUEEN PUDUHEPA and THE GREAT KING HATTUŞILI III Tudhalia IV con él el imperio alcanzó su cenit. Gobernó desde 1237 a 1209, con una breve interrupcion en 1228, cuando su primo Kurunta tomó el poder. Hijo de Hattusil III, fue escogido por delante de sus hermanos para reinar, sin que las razones para ello estén muy claras. A la muerte de su padre, alcanzó el trono sin disputa alguna; es posible, aunque no está muy bien documentado, que fuera corregente durante los últimos años de Hattusil. Los primeros problemas de Tudhalia tuvieron que ver con las rebeliones en Arzawa que Hattusil fue incapaz de apaciguar. Una enérgica intervención permitió a Tudhalia

sofocar las revueltas, e instalar un régimen vasallo en Milawata, uno de los pocos reinos que aún se oponían abiertamente al imperio hitita en Anatolia. La amenaza más seria y duradera para los hititas, era, sin embargo, Asiria. Con el ascenso al trono asirio de Tukulti-Ninurta hubo guerra entre los dos estados, al intenar conquistar Tukulti-Ninurta las tierras Nihriya, muy próximas a la frontera del imperio hitita. Para responder a esta amenaza, Tudhalia llevó a su ejército a Nihriya, donde tuvo lugar la batalla del mismo nombre, que acabó en una rotunda victoria asiria. Sin embargo, aparte del golpe al prestigio de Tudhalia, no hubo excesivas consecuencias, ya que después de apoderarse de Nihriya, Tukulti-Ninurta se centró en la conquista de Babilonia. Probablemente aprovechando las circunstancias de esta derrota hitita, Kurunta dio un golpe de estado en 1228 aC, que fue definitivo, al recuperar Tudhalia el gobierno en el mismo año. Sin embargo, todo lo que rodea a este golpe es un misterio, debido a la escasez de documentación relativa a Kurunta - y es posible que el golpe no llegara a producirse. De cualquier forma, algún hermano de Kurunta (o el propio Kurunta), conservó el poder en Tarhuntassa durante todo el reino de Tudhalia. La segunda parte del reinado de Tudhalia fue más exitosa, ya que logró imponer su domino a Alasiya (un reino de fronteras no determinadas en Chipre), convirtiéndolo en estado vasallo. Alasiya era muy importante, porque controlaba el comercio en el Mediterraneo oriental, incluyendo los indispensables suministros de materias primas que tanto necesitaban los hititas. Al morir Tudhalia, el trono pasó a su hijo, Arnuanda III Arnuanda III 1209 a 1207. Hijo de Tudhalia IV, ascendió al trono a la muerte de éste (aunque para algunos, Kurunta, primo de su padre, intentó dar un golpe de estado). Tuvo una pronta

muerte, y fue rápidamente sucedido por su hermano Shubiluliuma II . Shubiluliuma II Shubiluliuma II fue el último rey hitita, con el que la historia del imperio llega a su fin. Hijo de Tudhalia IV y hermano de Arnuanda III, ascendió al trono con la temprana muerte de este último. Al comienzo de su reinado se enfrentó a los mismos problemas que sus inmediatos antecesores, con algunas revueltas en Arzawa, en Tarhuntassa, en Alasiya y en Siria. Aparentemente, fue capaz de sofocar todas estas rebeliones. Sin embargo, pronto se vio bajo la amenaza de los Pueblos del Mar, que asolaron todo Oriente Próximo. El imperio hitita, probablemente debilitado por las luchas internas y la dependencia excesiva de los refuerzos proporcionados por los vasallos, no fue capaz de resistir la acometida y despareció de la historia, aunque el virreinato de Carkemish y el reino de Tarhuntassa sobrevivieron durante algún tiempo

Código de Leyes Hititas Texto completo (versión de G. Fatás) Notas. La frase parna-sse-a suwaizzi, “y lo retornará a casa”, aparece al final de 50 artículos sobre daños materiales. Algunos proponen traducir “y así apartará la culpa del ámbito de su casa”. Hemos preferido darle el sentido de “y así restituirá” [el derecho del dañado; esto es, habrá ya compensado], aunque no es tampoco seguro. El término “trabajador” alude a alguien que tiene una concesión de tierras (parece que siempre de titularidad regia]. 1. Si alguno mata a un hombre o a una mujer en una disputa, el homicida debe devolver su cuerpo a su

descendiente, o heredero y darle 4 cabezas [probabl. esclavos, en compensación], hombres o mujeres; y así restituirá. 2. Si alguno asesina a un hombre o a una mujer esclavos en una disputa, el homicida debe devolver su cuerpo a su descendiente o heredero y dar 2 cabezas [¿esclavos?] hombres o mujeres, y así restituirá. 3. Si alguno golpea a un hombre o a una mujer libres de forma que ella muere y ello ocurre solamente por error (sin premeditación), el agresor debe devolver el cuerpo a su descendiente o heredero y darle 2 cabezas [¿esclavos?] como compensación. 4. Si alguno golpea a un hombre o a una mujer esclavos de modo que muere y ello ocurre sin premeditación, el agresor debe devolver su cuerpo a su descendiente o heredero y dar una cabeza [¿esclavo?]; y así restituirá. 5. Si alguno asesina a un comerciante hitita, pagará 100 minas de plata; y así restituirá. Si el crimen se comete en el país de Luwiya o en el país de Pala, el asesino pagará 100 minas de plata y hacer compensación por sus bienes. Si el crimen se cometiera en el país de Hatti, debe (además de lo anterior) devolver él mismo el cuerpo del comerciante a su descendiente o heredero. 6. Si una cabeza [persona], hombre o mujer, es encontrada muerta en otra ciudad, aquel en cuya propiedad muera ése, debera separar 100 gipessar de su propia tierra y el descendiente del difunto debe tomarla. 6b. Si un hombre es encontrado muerto en el campo o erial de otro hombre, si el difunto es hombre libre (el dueño del terreno) debe dar el campo y erial, su casa, 1 mina y 20 siclos de plata. Si el difunto es una mujer libre (el dueño) pagará 3 minas de plata. Pero, si el lugar no es un erial o campo de otro, deberán medir 3 míllas en una dirección y 3 millas en la contraria, y cualquier poblado que quede incluido dentro, (el heredero del difunto) tomará estas gentes y tierras. Si no hay ningún poblado dentro de esta area, pierde [no ha lugar a] su reclamación.

7, Si alguno deja ciega a una persona libre o rompe sus dientes, antaño pagaba 1 mina de plata, pero ahora pagará 20 siclos de plata; y así restituirá. 7b. Si alguno deja ciego a un hombre en una pelea, pagará 1 mina de plata. Si ello ocurre sólo por azar, pagará 20 siclos de plata. 8. Si alguno deja ciego a un hombre o mujer esclavos o arranca sus dientes pagará 10 siclos de plata; y así restituirá. 8b. Si alguno deja ciego a un esclavo por una pelea pagará 20 siclos de plata. Si ocurre sin intención pagará 10 siclos de plata. 7&8. Si alguno le arranca 2 ó 3 dientes a un hombre libre: pagará 12 siclos de plata. Si es un esclavo, pagará 6 siclos de plata. 9. Si alguno golpea la cabeza de un hombre antaño pagaba 6 siclos de plata. El hombre herido recibía 3 siclos y 3 siclos recibía el Palacio. Pero ahora el rey ha abolido la parte del Palacio y sólo recibrá 3 siclos el hombre herido. 9b. Si alguno golpea a un hombre en la cabeza, el hombre herido recibirá 3 siclos de plata. 10. Si alguno golpea en la cabeza a una persona y resulta enferma, debe cuidarla. En su lugar debe proveer a un hombre, que trabajará a su costa en la casa hasta que se recupere, deberá pagarle 6 siclos de plata y pagar las servicios del médico. 10b. Si alguno hiere en la cabeza a un hombre libre debe cuidar de él. Debe proveer de un hombre que en lugar del herido dirija la familia hasta que se recupere. Cuando se recupere, el agresor pagará 10 siclos de plata al hombre herido. Y en pago al médico, el agresor dará 3 siclos de plata. Si el agresor es un esclavo pagará 2 siclos de plata. 11. Si alguno rompe la mano o el pie a un hombre libre, le pagará 20 siclos de plata; y así restituirá. 11b. Si alguno rompe la mano o el pie de un hombre libre y si éste queda mutilado para siempre, el agresor le

pagará 20 siclos de plata. Si no queda mutilado para siempre, le pagará 10 siclos de plata. 12. Si alguno rompe el pie o la mano de un esclavo, hombre o mujer, pagará 10 siclos de plata; y así restituirá. 12b. Si alguno rompe la mano o el pie de un esclavo y si él queda para siempre mutilado, el agresor pagarále 10 siclos de plata. Si él no queda mutilado para siempre pagarále 5 siclos de plata. 13. Si alguno arranca (de un mordisco) la nariz de una persona libre, pagará 1 mina de plata y así restituirá. 13b. Si alguno arranca la nariz de un hombre libre pagará 30 siclos de plata. 14. Si alguno arranca la nariz de un esclavo, hombre o mujer, pagará 3 siclos de plata; y así restituirá. 14b. Si alguno arranca la nariz de un esclavo pagará 15 siclos de plata. 15 y 15 b. Si alguno desgarra la oreja de un hombre libre, pagará 12 siclos de plata. 16. Si alguno desgarra la oreja de un esclavo, hombre o mujer, pagará 3 siclos de plata. 17. Si alguno causa aborto a una mujer libre; si estaba en el décimo mes [lunar] de embarazo pagará 10 siclos de plata; si estaba en el quinto mes, pagará 5 siclos de plata ; y así restituirá. 17b. Si alguno causa aborto a una mujer libre pagará 20 siclos de plata. 18. Si alguno causa aborto a una mujer esclava, si es en el décimo mes [lunar] de embarazo pagará 5 siclos de plata. 18b. Si alguno causa aborto a una mujer esclava, pagará 10 siclos de plata. 19. Si un luvita secuestra a una persona libre, hombre o mujer, de Hattusa y la saca a Arzawa, cuando su dueño lo persiga y lo encuentre, el secuestrador debe darle su fortuna

entera. Si aquí en Hattusa un hitita secuestra a un luvita libre y lo saca a Luwiya, antaño daba 12 esclavos, pero ahora dará 6 cabezas [¿esclavos?] y así restituirá. 20. Si cualquier hombre libre hitita roba un esclavo hitita de la tierra de Luwiya y lo trae al país de Hatti y si el dueño lo descubre, el ladrón debe darle 12 siclos de plata; y así restituirá. 21. Si alguno roba un esclavo de un luvita de la tierra de Luwiya y lo trae al país de Hatti, si su dueño lo descubre sólo deberá recuperar su esclavo. No habrá [otra] compensación. 22. Si un esclavo escapa y alguno lo devuelve: si fue hallado en las cercanías, el dueño debe darle un par de zapatos. Si lo halló a este lado del río debe darle 2 siclos de plata; y si lo halló más allá del río, debe darle 3 siclos de plata. 23. Si un esclavo escapa y va a la tierra de Luwiya, el dueño debe dar a quien lo devuelva 6 siclos de plata. Si un esclavo escapa y va a un país enemigo, el que lo recupere tomará el esclavo para sí. 24. Si un esclavo, hombre o mujer, escapa, aquél en cuya casa sea hallado por su dueño pagará la paga normal de un hombre por un año, 2 minas y media de plata, o pagará la paga normal de una mujer por un año, 50 siclos de plata. 25. Si una persona contamina una tinaja de almacén o una cisterna, antaño pagaba 6 siclos de plata. A la persona dañada le pagaba 3 siclos de plata. Pero ahora el rey ha renunciado a la parte del Palacio y el contaminador sólo pagará 3 siclos de plata; y así restituirá. 26. Si una mujer repudia a su marido pagará [...] y a su linaje [...]; el hombre recibirá los niños. Si, de otra manera, el hombre se divorcia de la mujer, él puede venderla. Cualquiera que la compre deberá pagar 12 siclos de plata. 27. Si un hombre libre toma a su esposa y la lleva a su casa, toma su dote con ella. Si la mujer muere allí, él toma

su dote. Pero si ella muere en la casa de su padre, y allí están los niños, el hombre no tomará esa dote. 28. Si una muchacha está prometida a un hombre libre, pero se fuga con otro, tan pronto como se fugue debe compensar al primer hombre por lo que él haya dado por ella. Los padres no necesitan dar compensación. Pero si los padres la dan a otro hombre, los padres deben dar compensación. Y si los padres rehúsan dar compensación, las autoridades deberán separarla de su segundo hombre. 29. Si una muchacha está prometida a un hombre libre y él ya ha solicitado la dote por ella y después los padres rompen el compromiso, los padres pueden separarla del hombre libre, pero deben dar al hombre compensación del doble de la dote. 30. Si el hombre no ha tomado aún a la muchacha, puede rehusar tomarla, pero renuncia a la dote que él ha solicitado. 31. Si un hombre libre y una muchacha esclava llegan a amarse y viven juntos y él la toma como esposa y crean un hogar y tienen hijos; si después riñen o se separan deberán dividir los bienes del hogar por mitad y el hombre puede tomar a los hijos, pero la mujer tomará a un niño. 32. Si un esclavo toma a una mujer libre como su esposa, la ley es la misma para ellos. 33. Si un esclavo toma a una muchacha esclava, la ley es la misma para ellos. 34. Si un esclavo paga la dote por una mujer libre y la toma como su esposa, nadie puede hacerla caer en la esclavitud. 35. Si un guarda o un pastor se fuga con una mujer libre y no paga dote por ella, ella se convierte [a efectos sociales y legales] en esclava durante 3 años. 36. Si un esclavo paga la dote por un joven libre y lo toma como prometido para su hija no puede caer [el joven] en la esclavitud [no tendrá consideración legal de esclavo, aunque vaya a ser yerno y esposo de esclavos].

37. Si alguien se fuga con una mujer y un grupo va tras ellos; si 2 ó 3 hombres mueren en la persecución no habrá compensación. Se le dirá al fugado: te has convertido en un lobo [fórmula ritual que lo convierte en enemigo público]. 38. Si varios hombres están en una pelea y uno va a ellos para ayudar a uno de ellos; si el rival irritado en la pelea golpea al llegado y éste muere, no habrá compensación. 39. Si una persona ocupa el campo de otra [asignado hasta entonces a otra], debe realizar el sahhan servicio - (a su superior). Si rehúsa reclamar el campo, otro puede tomarlo, pero no puede venderlo [es posesor, no propietario]. 40. Si un trabajador falta y un dueño (¿de señorío?) es asignado en su lugar y ese dueño dice: "Éste es mi trabajo y éste mi servicio sahhan, se comprometerá por escritura sellada sobre los campos de ese trabajador; entonces llevará a cabo el trabajo y el servicio sahhan. Si rehúsa realizar el trabajo, se declarará vacante el campo del trabajador y los hombres de la ciudad podrán trabajarlo. Si el rey lo asigna a un desterrado [?], deberán darle los campos y se convertirá en un trabajador. 41. Si el dueño de una tenencia [¿regia?] la deja vacante y un trabajador es asignado en su lugar, y éste dice: "Éste es mi trabajo y éste mi servicio sahhan, se comprometerá en escritura sellada por el campo del dueño de la tenencia; entonces realizará el trabajo y el servicio sahhan. Si rehúsa realizar el servicio sahhan, los campos del dueño de la tenencia se asignarán al Palacio y el servicio sahhan habrá concluido. 42. Si alguno alquila a una persona y ésta va a la guerra y muere, si le ha sido dada su paga, el alquilador no ha de dar compensación; pero si no le había pagado la soldada, debe dar 2 cabezas [¿esclavos?] como sueldo y pagará también 12 siclos de plata; como paga para una mujer deben darse 6 siclos de plata.

43. Si un hombre vadea un río con su buey y otro hombre le hiere con un instrumento afilado y aquél se coge a la cola del buey y cruza el río, pero el río se lo lleva aguas abajo, las autoridades tomarán (preso) al asesino. 44. Si alguno empuja a un hombre a un fuego, y muere, el agresor debe dar al heredero del muerto uno de sus hijos. 44b. Si alguno hace una lustración a un hombre, debe tirar los restos al pozo de incineración. Si los tira fuera y los abandona en otro campo o casa, es sortilegio y el caso irá al tribunal real. 45. Si alguno encuentra herramientas, debe devolverlas a su dueño y éste le recompensará. Si no las devuelve, se hace ladrón. Si alguno encuentra herramientas o un buey, oveja, caballo o asno, debe llevar lo hallado a su amo y devolverlo. Si no puede hallar al dueño y lo acredita con testigos y luego el dueño ve lo hallado en poder del hallador, habrá perdido lo que extravió, de acuerdo con la ley. Pero si el hallador no aseguró con testigos su intento de hallar al dueño y, luego, el dueño lo halla, se hace ladrón y debe hacer compensación de 3 reses. 46. Si en un pueblo alguno posee campos y condición de siervo, como un don; si el campo le ha sido dado enteramente prestará servicios luzzi, si sólo tiene pequeña parte del campo, no necesita realizar el servicio luzzi. Mejor los prestará en casa de su padre. Si a un kule le da una división del campo de la donación del iwaru o se le da un campo a un hombre de la ciudad, debe prestar servicio luzzi. 46b. Si alguno posee tierras como don del rey, no ha de prestar servicio luzzi. El rey tomará un pan de su mesa y se lo dará. Si alguno compra todos los campos de un trabajador, debe prestar servicio luzzi.. Si compra sólo una gran parte de los campos no ha de prestar servicios luzzi. Si un kule divide los campos o un hombre de la ciudad se los da, debe prestar servicios luzzi. 47. Si alguno posee campos y eriales como don del rey, ha de prestar servicios luzzi. Si el rey los exime no ha de prestar servicios luzzi.

47c. Si alguno compra un campo y erial entero de un trabajador y el antiguo dueño del campo y erial lo abandona, el nuevo dueño debe realizar los servicios sahhan que el rey le marque. Si el antiguo dueño del campo y erial vive aún, o si su casa existe aún, sea en esta tierra, sea en otra, el nuevo dueño no ha de hacer servicio sahhan. 47d. Si alguno posee un campo y erial como don del rey, ha de realizar los servicios luzzi por esos campos. Si el rey los exime no ha de prestar servicios luzzi. Si alguno compra todos los campos de un trabajador, preguntarán al rey, y se harán los servicios luzzi que el rey ordene. Si compra además cualesquiera otros campos, no ha de prestar nuevos servicios luzzi . Si el campo y erial está vacante o la gente de la aldea se lo da, debe prestar servicios luzzi. 48. Un hombre hipparas presta los servicios luzzi. Nadie puede tener transacciones comerciales con un hombre hipparas. Nadie puede comprar su hijo y su campo o su vida. Cualquiera que tenga transacciones comerciales con un hombre hipparas será penalizado con el precio de la compra. Lo que el hombre hipparas vendió le será devuelto. 48b. En el caso del hombre hipparas, prestará los servicios luzzi, con un hombre hipparas nadie nuede tener transacciones comerciales; nadie puede comprar a su hijo, su campo o su vida. Quien tenga transacciones comerciales con un hombre hipparas será penalizado con el precio de la compra; el hombre hipparas podrá recuperar lo que vendió. 49. Si un hombre hipparas roba no podrá haber compensación. Si hay una asociación (de hipparas) la asociación hará la compensación. Si fueran acusados de ladrones y se encubrieran todos, podrían todos ser considerados ladrones. Si alguno fuera garante de éste, y otro avalara al anterior, podrían así evadir el reconocimiento de la autoridad del rey. 50. La gente ukke que vive en Nerik y los sacerdotes de Arinna y Ziplanta /.../ sus casas en estas ciudades estarán exentas. Pero sus asociaciones prestarán los servicios luzzi. La casa de un hombre que viva en Arinna durante 11 meses y en cuya puerta se plante un jalón zyan es que está exenta.

51. Antaño cualquiera que se hacía tejedor en Arinna estaba, junto con su casa, exento. Pero ahora sólo estará exenta su propia casa; sus socios y siervos deberán prestar ser vicios sahhan y luzzi. Lo mismo ocurrirá en Ziplanta. 52. El esclavo de una casa de piedra [mausoleo], el esclavo de un príncipe, y el del superintendente de las residencias reales que tienen tierras entre los trabajadores, prestan los servicios luzzi.. 53. Si un trabajador y su socio viven juntos pero riñen y deciden dividir la propiedad de su casa; si hay en su tierra 10 esclavos, el trabajador debe tomar 7 esclavos y su socio tomará 3 esclavos. El ganado y ovejas de su tierra los dividirán en igual proporción. Si alguno posee un don real con escritura, si ellos dividen su antigua hacienda el trabajador tomará dos partes del don y su socio tomará una parte. 54. [Como] antaño, las tropas manda, sala, las de las ciudades de Tamalki, Hatra, Zalpa, Tashiniya, Hamuwa, los arqueros, los carpinteros, los lacayos y sus hombres karubala no prestan los servicios luzzi ni sahhan. 55. Cuando ciudadanos de Hatti que hubieran caído en servidumbre se inclinan ante el padre del rey y dicen: Nadie nos paga un sueldo, se niegan diciendo: Tú eres siervo, el padre del rey se levantará en la Asamblea y los declarará bajo su protección, diciendo: Ve y seas como tus camaradas! [lo declara libre]. [Parece narrar un hecho que la ley sigue considerando doctrina aplicable y ratificada]. 56. Ninguno de los herreros [trabajadores del metal] estará exento de acudir a una campaña del rey contra una fortaleza, para cosechar una viña. Los jardineros prestarán también en todos los aspectos los servicios luzzi. 57. Si alguno roba un toro, si es recién nacido no es un toro; si tiene un año, no es un toro; si tiene 2 años es un toro. Antaño debería dar 30 (cabezas de) ganado. Ahora dará 15 cabezas de ganado: 5 de dos años, 5 de un año y 5 crías; y así restituirá. 58. Si alguno roba un semental, si es recién nacido no es un semental; si tiene un año no es un sernental; si tiene

dos años es un semental. Antaño debería dar 30 caballos. Ahora dará 15 caballos: 5 de dos años, 5 de un año y 5 crías; y así restituirá. 59. Si alguno roba un carnero de calidad, antaño daría 30 ovejas. Ahora dará 15 ovejas: 5 hembras, 5 machos y 5 crías; y así restituirá. 60. Si alguno encuentra un toro y lo castra; si el dueño lo descubre, el ladrón deberá dar 7 reses: 2 de dos años, 3 de un año y 2 crías; y así restituirá. 6l. Si alguno encuentra un semental de caballo y lo castra; si el dueño lo descubre, el ladrón deberá darle 7 caballos: 2 de dos años, 3 de un año y 2 crías; y así restituirá. 62. Si alguno encuentra un carnero y lo castra; si el dueño lo descubre, el ladrón deberá dar 7 ovejas: 2 hembras, 3 machos y 2 crías; y así restituirá. 63. Si alguno roba un buey de labor, antaño debería dar /.../ Ahora debe dar 10 [reses]: 3 de dos años, 3 de un año y 4 crías; y así restituirá. 64. Si alguno roba un caballo de tiro su pena estará en igual proporción. 65. Si alguno roba un gamo domado o un ciervo entrenado, la compensación es la misma que la de un buey de labor robado. 66. Si un buey de labor o un caballo de tiro, o una vaca, o una mula, se pierde en otro corral, o si un gamo domado, o una oveja, o un carnero se pierde en otro aprisco y su dueño lo halla, puede tomar el animal suyo con todo derecho; pero no se tendrá al dueño del corral por ladrón. 67. Si alguno roba una vaca, antaño debía dar 12 reses; ahora debe dar 6: 2 de dos años, 2 de un año y 2 crías; y así restituirá. 68. Si alguno roba una yegua de tiro, su pena estará en igual proporción.

69. Si alguno roba una oveja o un carnero, antaño debía dar 12 ovejas. Ahora debe dar 6 ovejas: 2 ovejas, 2 carneros y 2 crías; y así restituirá. 70. Si alguno roba un buey, un caballo, una mula o un asno, y su dueño lo descubre, el dueño tomará su animal con todo derecho. Además el ladrón debe darle otro animal. 71. Si alguno encuentra un buey o una mula, debe conducirlo a la Puerta del rey. Si se lo encuentra en el campo, los ancianos pueden dejarlo bajo su custodia y él puede uncirlo para trabajar. Cuando el dueño lo encuentre, puede tomar su animal con todo derecho, pero no puede detenerlo por ladrón. Si los ancianos no lo habían dejado bajo su custodia, sí se hace ladrón. 72. Si un buey muere en el campo de alguno, el dueño del campo debe dar 2 bueyes; y así restituirá. 73. Si alguno mata y descuartiza a un buey vivo [extraviado] ese hombre es en justicia un ladrón. 74. Si alguno quiebra el cuerno o las patas de un buey, debe tomar a ese animal y dar al dueño del buey otro en buen estado. Pero si el dueño del buey dice: "Prefiero mi propio buey", podrá tomarlo y el otro hombre pagará al dueño 2 sicios de plata. 75. Si alguno unce a un buey, caballo, mulo o asno [alquilados] para trabajar y éste muere o un lobo lo devora, o lo pierde, deberá dar la compensación marcada por la ley. Pero si él alega: "Se murió por la mano de Dios", deberá ratificar lo que dice con juramento. 76. Si alguno toma un buey, caballo, mulo o asno con garantía (de préstamo) y muere en su posesión, deberá traerlo [el cuerpo] a su dueño y pagar su alquiler. 77a. Si alguno golpea a una vaca preñada y le causa aborto, pagará 2 siclos de plata. Si alguno golpea a una yegua preñada y le causa aborto, pagará 2 siclos de plata. 77b. Si alguno ciega el ojo de un buey o un caballo pagará 6 siclos de plata; y así restituirá.

78. Si alguno alquila un buey y le pega con látigo o lo azota y su dueño lo descubre, el hombre debe dar 1 parisu de grano. 79. Si unos bueyes van por el campo y y el dueño del campo los encuentra, puede uncirlos durante un dia. Pero tan pronto como salgan las estrellas debe llevarlos a su dueño. 80. Si alguno arrebata una oveja a un lobo, su dueño tomará la carne para sí y el pastor tomará la lana. 81. Si alguno roba un cerdo cebado, antaño debía dar 1 mina de plata. Ahora debe dar 12 siclos de plata; y así restituirá. 82. Si alguno roba un cerdo de campo pagará 6 siclos de plata; y así restituirá. 83. Si alguno roba una puerca que vaya a parir pagará 6 siclos de plata. Contarán también los lechones y debe dar 1 parisu de grano por cada 2 lechones; y así restituirá. 84. Si alguno golpea a una cerda que vaya a parir, y ella muere, el veredicto justo será el mismo. 85. Si alguno separa a un lechón de la camada y lo roba, debe dar 2 parisu de grano. 86. Si un cerdo se mete dentro de un montón de grano o en un campo o en un jardín y el dueño del grano o del campo o del jardín lo golpea y muere, debe devolverlo a su dueño. Si no lo devuelve, se hace ladrón. 87. Si alguno golpea al perro de un pastor y muere pagará 20 siclos de plata; y así restituirá. 88. Si alguno golpea al perro de un cazador y muere, pagará 12 siclos de plata; y así restituirá. 89. Si alguno golpea a un cerdo de campo y muere, pagará un siclo de plata. 90. Si un perro devora manteca de cerdo y el dueño de la manteca lo descubre, puede matarlo y recobrar la manteca de su estómago. No habrá otra compensación.

91. Si alguno roba abejas en un enjambre antaño pagaba /.../ siclos de plata. Ahora pagará 5 siclos de plata; y así restituirá. 92. Si alguno roba 2 ó 3 colmenas de abejas, antaño era expuesto a su picadura. Ahora pagará 6 siclos de plata. Si alguno roba una colmena de abejas mientras no están en su interior [vacía] pagará 3 siclos de plata. 93. Si se coge a un hombre libre al inicio (de un escalo), y aún no ha entrado en la casa, pagará 12 siclos de plata. Si se coge a un esclavo al inicio (de un escalo), y aún no ha entrado en la casa, pagará 6 siclos de plata. 94. Si un hombre libre asalta una casa, debe devolver los bienes según la ley. Por el robo antaño pagaba 1 mina de plata; ahora sólo pagará 12 siclos de plata. Si él roba mucho, se lo impondrá pena más cuantiosa, si roba poco se le impondrá pena más ligera; y así restituirá. 95. Si un esclavo asalta una casa, devolverá los bienes según la ley. Por el robo pagará 6 siclos de plata. También se cortarán las orejas y nariz del esclavo y se le devolverá a su dueño. Si él roba mucho, se lo impondrá pena más cuantiosa, si roba poco se le impondrá pena más ligera. Si el dueño dice: 'Yo compensaré por él', puede hacer compensación; si él rehúsa, perderá el esclavo. 96. Si un hombre libre asalta un granero y halla grano en él, debe rellenar el granero con grano y pagar 12 siclos de plata; y así restituirá. 97. Si un esclavo asalta un granero y encuentra grano en él, debe rellenar el granero con grano y pagar 6 siclos de plata; y así restituirá. 98. Si un hombre libre incendia una casa debe reconstruirla. Lo que se haya destruido en ella, hombre, ganado, ovejas, no necesita ser repuesto en su valor total. 99. Si un esclavo incendia una casa, su dueño debe hacer compensación en su nombre. Se le cortarán la nariz y orejas al esclavo y se devolverá a su dueño. Si el dueño no hace compensación, perderá a ese esclavo.

100. Si alguno prende fuego a un henar, alimentará al ganado del dueño y repondrá en la siguiente primavera, debe también reformar el cobertizo. Si no había nada en él sólo debe reconstruirlo. 101. Si alguno roba una cepa de viña, un zarcillo, un árbol karpinas, o cebollas, antaño pagaba por 1 cepa, 1 siclo de plata; por 1 zarcillo, 1 siclo de plata; por un árbol karpinas, 1 siclo de plata; por una cebollera,1 siclo de plata. Además debían golpearlo con las lanzas. Antaño hacían así, pero ahora pagará, si es un hombre libre, 6 siclos de plata; y si es esclavo, pagará 3 siclos de plata. 102. Si alguno roba madera de un embalse, si es por un talento de madera, pagará 3 siclos de plata, si es por 2 talentos de madera, 6 siclos de plata; si es por 3 talentos de madera, es un caso para el tribunal del rey. 103. Si alguno roba plantas en cultivo, si es por valor de 1 gipessar de plantas, las replantará y pagará 1 siclo de plata; si son por 2 gipessar de plantas, las replantará y pagará 2 siclos de plata. 104. Si alguno tala un granado o un níspero pagará /.../ siclos de plata; y así restituirá. 105. Si alguno prende un fuego y se extiende a un huerto de frutales y viñas, manzanos, granados o nísperos se incendian, pagará 6 siclos de plata por árbol, y debe replantarlos; y así restituirá. Si es un esclavo, pagará 3 siclos de plata. 106. Si alguno hace fuego en un campo y deja que pase al campo cultivado de su vecino y se prende fuego ese campo; el que prendió el fuego debe tomar el campo quemado y dar a cambio un campo bueno al dueño dañado y la siguiente cosecha será para éste. 107. Si un hombre mete su rebaño en una viña cultivado y la arruina, si no ha sido cosechada aún, pagará 10 siclos de plata por cada IKU; y así restituirá. Pero si está cosechada sólo tiene que pagar 3 siclos de plata. 108. Si alguno roba zarcillos de una viña vallada, si (hay) 100 cepas, pagará 6 siclos de plata; y así restituirá. Si

la viña no está vallada, y roba zarcillos, pagará 3 siclos de plata. 109. Si alguno desvía el canal de riego de un huerto de frutales, si hay 100 árboles, pagará 6 siclos de plata. 110. Si alguno roba yeso [argamasa] de una fosa, tanto cuanto robe, debe devolver el doble. 111. Si alguno moldea un purut con un muñeco [para clavarle alfileres, etc.: magia simpática], es sortilegio y es un caso para el tribunal del rey. 112. Si se da a un deportado (?) el campo de un trabajador y grano, durante 3 años no ha de hacer servicio sahhan. En el cuarto año debe hacer servicio sahhan con los otros trabajadores. 113. Si alguno tala una viña, ese hombre debe quedarse con la viña talada y dar una viña buena al dueño dañado, y la primera cosecha puede recogerla de ella, hasta que se resarza al hombre de la viña. 114-118: perdidos o fragmentarios. 119. Si alguno roba un ave de laguna entrenada o una perdiz amaestrada [reclamo], antaño pagaba 1 mina de plata; ahora pagará 12 siclos de plata; y así restituirá. 120. Si alguno roba un pájaro joven amaestrado, si [hay] 10 pájaros [¿si el robo es a un criador?], pagará 1 siclo de plata. 121. Si un hombre libre roba un arado, el dueño lo colocará bajo un appalassas y deberá morir por el buey. Antaño hacían así. Ahora pagará 6 siclos de plata; y así restituirá. Si es un esclavo, pagará 3 siclos de plata. 122. Si alguno roba un carro con sus accesorios, antaño pagaba 1 siclo de plata. Ahora pagará /... / siclos de plata; y así restituirá. 123. Si alguno roba un /.../ de madera, antaño /.../ Pero ahora /.../ pagará 3 siclos de plata; y así restituirá. 124. Si alguno roba una sisiyamna pagará 3 siclos de plata; y así restituirá . Si alguno carga un carro y lo deja en

un campo y alguno lo roba, éste pagará 3 siclos de plata; y así restituirá. 125. Si alguno roba una artesa de agua pagará /.../ siclos de plata. Si alguno roba una husas o una tarusha, pagará 1 siclo de plata. 126. Si alguno roba una bandera de guerra de la Puerta del Palacio, pagará 6 siclos de plata. Si alguno roba una lanza de bronce en las puertas del Palacio, será muerto. Si alguno roba un alfiler de cobre, debe dar medio parisu de grano. Si alguno roba el hilo para un traje, debe dar un traje de lana. 127. Si alguno roba durante una pelea una puerta, debe hacer compensación por lo que se pierda en la casa. También pagará una mina de plata; y así restituirá. 128. Si alguno roba ladrillos, tantos robe, tantos deberá devolver doblados. Si alguno roba piedras de cimiento, por cada 2 piedras debe devolver 10 piedras. Si alguno roba una piedra humasi o harmiyalli, pagará 2 siclos de plata. 129. Si alguno roba un cuero annanuzzi, un cuero gazzimusi o un bronce katral (arreos) de un caballo o mulo, antaño pagaba 1 mina de plata. Ahora pagará 12 siclos de plata; y así restituirá. 130. Si alguno roba el /... / yattalas de un buey o un caballo, pagará /.../ siclos de plata; y así restituirá. 131. Si alguno roba un happut-/.../ de cuero, pagará 6 siclos de plata; y así restituirá. 132. Si alguno hombre libre, roba /... /, pagará 6 siclos de plata; y así restituirá. Si es un esclavo, pagará 3 siclos de plata. 133-141. Perdidos o muy fragmentarios. 142. Si alguno conduce un carro /.../ y alguno le roba la rueda, dará medio parisu de grano por una rueda. Si el ladrón es un esclavo, debe dar /.../ de grano por una rueda.

143. Si un hombre libre roba una zinna/... / de cobre o una sankuva]li pagará 6 siclos de plata; y así restituirá. Si es un esclavo, pagará 3 siclos de plata. 144. Si un barbero da una zinna /.../ de cobre a su ayudante y éste la estropea, debe reponerla según la ley. Si alguno corta [rasga] un hermoso [caro] vestido con un hanza de madera, pagará 10 siclos de plata. Si alguno corta /.../ con /.../ pagará 5 siclos de plata. 145. Si alguno hace un establo, su patrón le pagará 6 siclos de plata. Si él abandona [el trabajo], renuncia a su paga. 146. Si alguno compra una casa, villa, jardín o pastizal, y [el] otro hombre [vendedor] va y le amenaza y le pide un precio más alto que el primero que pidió, como pena por la ofensa pagará 1 mina de plata. El vendedor debe cobrar sólo el precio inicial. 147. Si alguno compra a una persona inhábil (¿disminuida?), y otro hombre viene a hacer fuerza para esclavizarlo, pagará como pena por la ofensa 5 siclos de plata. 148. Si alguno compra un buey, un caballo, un mulo o un asno, y otro hombre hace fuerza para estribarlo [¿como si fuera suyo?], pagará como pena por la ofensa 5 siclos de plata. 149. Si alguno vende un /... [¿esclavo?]/ adiestrado y después [de cobrar] dice: ³Ha muerto", pero el nuevo dueño lo descubre [vivo], él mismo puede tomarlo. Además [el defraudador] debe dar 2 personas; y así restituirá. 150. Si un hombre se alquila por un sueldo para un mes, el patrón pagará /.../ siclos de plata; si una mujer se alquila por un sueldo para un mes, el patrón pagará /.../ siclos de plata. 151. Si alguno alquila un buey de labor por un mes pagará un siclo de plata. Si alguno alquíla una vaca un mes, pagará medio siclo de plata.

152. Si alguno alquila un caballo, un mulo o un asno por un mes, pagará un siclo de plata. 153-156. Perdidos o fragmentarios. 157. Si un hacha de bronce pesa una mina, su renta [alquiler] por un mes es 1 siclo de plata. Si un hacha de bronce pesa media mina, su renta por un mes es medio siclo de plata. Si un tapulli de bronce pesa 1 mina, su renta por 1 mes es medio siclo de plata. 158. Si un hombre se alquila para una cosecha en la cual se atará las poleas, tirará de carros, se meterá en el granero y limpiará la trilla, su sueldo por 3 meses será 30 parisu de grano. Si una mujer se alquila para la cosecha, su sueldo por 2 meses será 12 parisu de grano. 159. Si alguno apareja un tiro de bueyes por un día, su alquiler será medio parisu de grano. 160. Si un herrero hace un recipiente PISAN de cobre de media mina, su precio será de parisu y medio de grano. Si hace un hacha de 2 minas de peso, su precio será 1 parisu de zínc. 161. Si hace un hacha de 1 mina de peso, su precio será 1 parisu de grano. 162. Si alguno desvía el agua de un canal de riego y lo saca de su lugar, pagará 1 siclo de plata. Si alguno altera el cauce de un canal de riego y lo pone más alto, es caso difícil de fallar. Si alguno vuelve a bajar ese cauce, está en su derecho. 163a. Si animales de alguno son golpeados [muertos por epizootia] por un dios y su dueño los purifica [mata] y saca fuera, pero deja sus reses en una fosa en el refugio sin advertirlo al vecino, y el vecino no lo sabe y lleva a sus animales a esa fosa y ellos mueren [contagiados], entonces hace falta compensación. 163b. Si los animales de alguno son castigados por un dios y su dueño los purifica y saca fuera, y él da isuwan al hombre isuwapalla, pero no informa a su vecino y su vecino

no está advertido y los lleva [donde están los cadáveres contaminantes], así que ellos mueren, habrá compensación. l64-165. Si alguno va a tomar la prenda [debida por préstamo] y hay una pelea y el acreedor rompe un gran vaso o un vaso de libaciones para vino, debe dar 1 oveja, 10 panes y una vasija de cerveza y purificar su casa de nuevo. Hasta que pase un año, el acreedor estará alejado de la casa del deudor. 166-167. Si alguno siembra semillas sobre semillas, la autoridad podrán poner su cuello bajo el arado. Aparejarán 2 yuntas de bueyes y dirigirán la cara (de una) en una dirección y la de la otra, en otra dirección. El hombre será muerto, los bueyes lo matarán. El que sembró el campo primero lo tomará para él. Antaño hacían así. Ahora tomarán una oveja en lugar del hombre y 2 ovejas en lugar del buey [¿Descuartizamiento simulado con ovejas?]. El ofensor dará 30 panes y 3 vasijas de cerveza y los purificará. El que sembró antes el campo será el que lo recogerá. 168. Si alguno viola los límites de un campo y toma un surco del campo del vecino. el dueño del campo vecino puede separar un gipessar del campo (del ofensor) y quedárselo. El que ha violado los límites debe dar una oveja, 10 panes y una vasija de cerveza y purificar el campo de nuevo. 169. Si alguno compró un campo y viola los límites [¿sin quererlo?, cuando repare en ello], debe tomar un pan y lo partirá en honor del dios Sol, y dirá: "Has plantado mi balanza en el terreno". Él dirá, también luego: "¡0h, dios del Sol! ¡Oh, dios del Sol! ¡Oh, dios de la Tormenta! ¡Que no haya litigio entre tú y yo!". [Expiación profiláctica]. 170. Si una madre rasga el traje de su hijo, (o heredero) y ella repudia por este acto a su hijo. Si su hijo entra de nuevo en su casa, y ella toma la puerta y la abre, toma su iskissana y su hapulli de madera y los aparta, es que ella lo acepta de nuevo. Entonces ella lo hará su hijo de nuevo [ante la comunidad].

171. Si un hombre libre mata a una serpiente mientras dice el nombre de otro hombre, pagará 1 mina de plata. Si el ofensor es un esclavo, será muerto. [Sortilegio]. 172. Si alguno mantiene la vida de un hombre libre en año de hambruna, el hombre libre debe dar [luego] a su sustentador un sustituto por él mismo. Si el hombre sustituto es un esclavo, le dará [además] 10 siclos de plata. 173. Si alguno rechaza el veredicto del tribunal del rey, su casa será arruinada. Si alguno rechaza el veredicto del tribunal de un dignatario le cortarán la cabeza. Si un esclavo se levanta contra su dueño, será puesto [encerrado vivo] dentro de una vasija de barro [hasta que muera]. 174. Si un hombre lucha con otro y uno de ellos es muerto, el homicida debe dar 1 cabeza [¿esclavo? al heredero]. 175. Si un pastor o un guarda toma a una mujer libre en matrimonio, ella será tenida por esclava durante dos o cuatro años [¿mínimo y máximo?]. Ellos venderán los brazos de sus hijos [de ella] pero no serán atados con la correa. 176a. Si alguno abre el corral de un toro [y el animal escapa] es caso para el tribunal del rey. Lo pondrán en venta. Engendra en el tercer año. El buey de labor, la oveja hembra y la cabra engendran en el tercer año. 176b. Si alguno compra [contrata] a un trabajador, un alfarero, un herrero, un carpintero, un trabajador del cuero, un batanero, un tejedor o un fabricante de vestidos kapalli, pagará 10 siclos de plata (al mes?). 177. Si alguno compra una rapaz adiestrada, pagará 25 siclos de plata. Si alguno compra a un hombre o mujer viva pagará 20 siclos de plata. 178. El precio de: - un buey de labor es 12 siclos - un toro es 10 siclos de plata - una vaca bien criada es 7 siclos un buey de labor o una vaca de un año es 5 siclos de plata ternero recién nacido es 4 siclos. Si la vaca está encinta es 8 siclos de plata - un ternero es 2 siclos de plata. Un semental,

una yegua de tiro, un asno o un asno de tiro se tasan en igual proporción. 179. Si es una oveja, su precio es 1 siclo de plata. El precio de 2 cabritos es medio sicio de plata. 180. Si es un caballo de tiro, su precio es 20 siclos de plata. El precio de un mulo es 1 mina de plata. El precio de 1 caballo (en el pasto) es 15 siclos de plata. El precio de un semental de un año es 10 siclos de plata. El precio de una yegua de tiro de un año es 15 siclos de plata. 181. El precio de: - un potro o potra destetada es 4 siclos de plata. - 4 minas de cobre es 1 siclo de plata - un zipaddani de aceite bueno es 2 siclos de plata - un zipaddani de manteca es 1 siclo de plata - un zipaddani de miel es 1 siclo de plata- 2 quesos es 1 siclo de plata - 3 piezas de cuajo es 1 siclo de plata. 182. El precio de: - un traje happusant es 12 siclos un traje fino es 30 siclos de plata - un traje de lana azul es 20 siclos - un traje adupli es 10 siclos de plata - un traje iskallesar es 3 siclos de plata - un traje /.../ es 4 siclos de plata - un traje de tejido basto es 4 siclos - una camisa fina es 1 siclo de plata - una camisa ordinaria es /... / siclos de plata - un vestido de 7 minas de peso es /.../ - un lienzo largo es 5 siclos de plata. 183. El precio de: - 3 parisu de zinc es 1 siclo de plata - 4 parisu de /.../ es /.../- 1 parisu de vino es medio siclo de plata - 1 parisu de /.../ es de /.../ 1 IKU de tierra de pantano es 3 siclos de plata - 1 IKU de tierra HA. LA. NI. es 2 siclos de plata. Si el campo linda con los del dueño que vende, su precio es 1 siclo de plata [más?]. 184. Muy fragmentario. 185. El precio de: un IKU de viñas es 1 mina de plata - el cuero de un buey bien criado es 1 siclo de plata- 5 cueros de res lechal es 1 siclo de plata- 10 cueros de cabra es 1 mina de plata -10 pieles de ovejas jóvenes es 1 siclo de plata - 4 pieles de cabra es 1 siclo de plata - 15 pieles de cabras trasquiladas es 1 siclo de plata - 20 pieles de cordero es 1 siclo - 20 pieles de cabrito es 1 siclo. Quien compre la carne de 2 bueyes bien criados pagará una oveja.

186. Quien compre la carne de 2 reses de un año dará una oveja. Quien compre la carne de 5 reses lechales dará una oveja. Quiencompre la carne de 10 cabras dará una oveja, la carne de 10 ovejas dará 1 oveja, la carne de 20 corderos dará una oveja, la carne de 20 cabritos dará una oveja. 187. Si un hombre se aparea con una res es abominación, el hombre será muerto. Lo llevarán a la Puerta del rey. Bien ordene el rey que sea ejecutado, bien el rey conserve su vida [lo indulte], no podrá presentarse ante el rey [¿apelar?]. 188. Si un hombre se aparea con una oveja, es abominación, el hombre será muerto. Lo traerán a la Puerta del Rey. Bien el rey ordene que sea ejecutado, o bien el rey conserve su vida, él no podrá presentarse ante el rey. 189. Si un hombre yace con su madre, es abominación. Si un hombre yace con su hija, es abominación. Si un hombre yace con su hijo, es abominación. 190. Si se aparecen a los hombres en forma de espíritu, de varón o de hembra, no hay crimen. Si un hombre yace con su madastra, no hay crimen. Pero si el padre vive, es abominación. 191. Si un hombre libre yace con hermanas libres y con la madre de éstas, si unas viven en una ciudad y las otras en otra, no hay crimen. Pero si ello ocurre en el mismo lugar y él [el lugar, la población del lugar] conoce sus relaciones con la otra, es abominación. 192. Muy fragmentario. 193. Si un hombre tiene una esposa, y él muere, su hermano (será el primero para) tomarla como esposa; entonces, si el hermano muere, su padre la tomará. Si entonces muere el padre, el hijo de su hermano la tomará a quien la tenía. 194. Si un hombre libre yace con esclavas que son hermanas y con la madre de éstas, no hay crimen. Si hermanos de sangre duermen con la misma mujer libre, no

hay crimen. Si un padre y un hijo duermen con la misma esclava o una prostituta, no hay crimen. 195. Si un hombre duerme con la esposa de su hermano mientras éste aún vive, es abominación. Si un hombre tiene a una mujer libre como esposa, y entonces tiene relaciones sexuales con su hermana [de la esposa], es abominación. 196. Si un esclavo o esclava de un hombre comete abominación, los trasladarán y establecerán en ciudades distintas; se tomará una oveja en lugar de cada uno de ellos. 197. Si un hombre encuentra y yace con una mujer en las montañas [en despoblado], es crimen y él será muerto. Pero si él la toma en su casa, la culpable es la mujer, la violada será muerta. Si el marido los descubre y mata, no comete crimen. 198. Si un marido trae al adúltero y a la esposa a la Puerta del Palacio y declara: Mi esposa no será muerta, y entonces él preserva la vida de la esposa, debe preservar también la vida del amante y ponerle una señal en la cabeza [signo de que no le debe nada]. Si él declara: Mueran los dos, serán pasados por la rueda. El rey puede ejecutarlos, el rey puede preservar sus vidas. 199. Si alguno se aparea con un cerdo o un perro, será muerto. El hombre que descubra el crimen lo llevará a la Puerta del Palacio. El rey puede ejecutarlos, el rey puede conservar sus vidas. Pero el culpable no podrá presentarse de nuevo ante el rey. - Si un toro salta sobre un hombre para aparearse, el toro será muerto. El hombre no será muerto; se tomará una oveja en lugar del hombre y será muerta.- Si un cerdo salta sobre un hombre para aparearse, no hay crimen. 200. Si un hombre se aparea con un caballo o un mulo, no hay crimen. Pero el hombre no puede presentarse de nuevo ante el rey ni puede ser sacerdote.- Si alguno duerme con una ramera y yace también con la madre de ella, no hay crimen. - Si alguno da a su hijo para que sea entrenado como carpintero, herrero, tejedor, trabajador de cuero o batanero, pagará de tasa por el aprendizaje 6 siclos

de plata. Si el maestro lo hace un experto, el padre dará una cabeza [¿esclavo?].