El Puerco de Plata

El puerco de plata Cierto día. Un chacarero, camino a su hogar después de haber vencido las fatigosas tareas del campo,

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El puerco de plata Cierto día. Un chacarero, camino a su hogar después de haber vencido las fatigosas tareas del campo, encuentra en su ruta un par de puercos, uno era blanco y el otro colorado. Se decide apoderarse de uno de ellos en vida que parecía no tenía dueño. Se aproxima a ellos y, de un salto, agarra al chanchito blanco metiéndolo en su costal. Al colocar el costal sobre su espalda, siente un gran peso, porque el chanchito era bien gordo y se dirigió a su casa pensando en los buenos kilos de manteca y en los sabrosos chicharrones que comería al día siguiente. Todo sudoroso y cansado llegó a su choza, y después de haber descargado, decide darle un vistazo al chanchito. Abre su costal y se da cuenta que el animal se había convertido en plata. ¡Un chancho de plata!... Jubiloso llama a su mujer y, después de contarle lo que sucedió, dijo: “¡Qué tal si chapaba al puerco

colorado,

seguramente

se

habría

convertido

en

oro!”

El Banquete En Grocio Prado dicen que había un anciano llamado Nicodemo. Cada año cuando celebraba su cumpleaños mucha gente llegaba a gorrear la comida. El anciano mataba sus chanchos, pollos y a las doce de la noche la banda y gente llegaba en cantidad. Ese año el anciano fue muy astuto. Un día antes se fue a la playa y se trajo como dos sacos de patillos. El día de la fiesta preparó una gran sala y empezó a hacer pasar a sus invitados y también a los gorreros. Dice que comienza a dar a los gorreros el caldo y después el segundo con unas presazas. Y dicen que los gorreros estaban asombrados y felices mientras comían y comían. Como estaban con hambre toditita la comida se la volaron y todavía le hacían cachita a los demás que todavía no les servían. Cada uno con su platazo y gritando “¡Que viva el santo!” y todos los gorreros respondía “¡Que viva!”. Y decían: “Pucha que el viejo se ha portado mejor que otros años”. Y dice que cuando estaban comiendo el anciano decía: “Ya su cachina, denles su cachina, su cachina” porque después tenía miedo de que el platillo les haga daño a sus comensales. La cachina pasaba y todos quedaron forraditos con cachina y todo s brindaban por Nicodemo. Y cuando terminan de comer, porque la gente del viejo estaban todos aparte, don Nicodemo dice: “¡Quieren más!” y algunos volvían a repetir. Y cuando terminaron de comer y algunos estaban ya un poco huasca don Nicodemo les dice “¿Ustedes saben lo que han comido? Algunos dijeron: “Claro Don Nicodemo, gallinita pues Don Nicodemo, gallinita pues y don Nicodemo les dijo: “Yo quiero que ustedes sepan lo que han comido, vamos para la cocina, para que vean lo que han comido”. En la cocina les enseña todas las cabezas de patillo. Pucha que los patas salieron corriendo de la cocina. Unos se metían los dedos a la boca para arrojarlo pero no podían porque ya habían tomado cachina en cantidad. Así fue como todo Grocio Prado se enteró y decían: “Ese viejo es un cochino”. Pero el Viejito repetía: “Y eso les pasó por gorreros”.