EL PROBLEMA DEL VALOR

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EL PROBLEMA DEL VALOR La rama de la filosofía que estudia los valores se llama AXIOLOGÍA. El problema de los valores consiste en dar respuesta a las siguientes cuestiones principales: ¿qué son los valores? ¿cuáles son los fundamentos de los valores? ¿cuáles son las características de los valores? ¿cómo se clasifican los valores? LA EXPERIENCIA VALORATIVA Tenemos vivencia de los valores. Sentimos la justicia, rechazamos la injusticia; preferimos lo honesto a la deshonra; sentimos y admiramos la belleza. La dignidad se presenta ante mi vivencia obligándome a ser hombre digno; yo no tengo fuerza para contradecirla, es el valor de lo digno de una imperatividad que obliga a cumplirlo. En todas estas circunstancias, yo tengo una experiencia valorativa, por lo siguiente:  Tengo vivencia de los valores; se dan en mi vida, yo los capto y los siento.  Los valores están en relación con mi persona. Me convierto en “portador de valores”.  Los valores elevan mi conducta. Para hacer el bien y rechazar el mal, me siento un ser con libertad. A un objeto bello, agradable o sublime, lo admiro, siento la grandiosidad de la obra de arte, de la magnificencia de la inspiración del artista.  Yo no soy indiferente frente a los valores. Me comprometen a vivirlos, a sentirlos, a realizarlos. Puede ser difícil y hasta imposible para mí definir lógicamente a los valores, como, por ejemplo, la justicia o la dignidad, pero en mi experiencia valorativa, me inclino por la justicia y la dignidad; rechazo la in justicia, la padezco y me mortifica. Asimismo, rechazamos la mentira y la falsía y aceptamos lo verdadero; condenamos a la cobardía, lo infame, lo villano, lo desleal, lo pérfido.  Mi experiencia valorativa se manifiesta en juicios de valor porque somos seres que juzgamos. EL ACTO VALORATIVO. Las cosas que están en el mundo no son indiferentes para nosotros porque frente a ellas adoptamos una posición positiva o negativa, una posición de “estimativa o preferencia”. En efecto, para nosotros no hay cosa alguna que no tenga valor. Unas serán buenas, otras,

malas; unas útiles, otras perjudiciales; una agradables y otras desagradables. Sin embargo, frente a las cosas no solamente pronunciamos juicios de valor, sino que pronunciamos juicios de existencia, cuando enunciamos las características o propiedades de las cosas; por ejemplo, son juicios de existencia: la rosa es vegetal, el río es caudaloso, el árbol es grande, la montaña es elevada. Cuando enunciamos estos juicios de existencia nuestra conciencia es neutral, porque ni acepta ni rechaza a estos objetos, pero en cambio, cuando nuestra conciencia es valorativa, enuncia juicios de valor a cerca de las cosas, por ejemplo: la rosa es bellísima; que bonito el río con sus cascadas; el árbol es hermoso; la montaña es magnífica, estupenda, admirable, colosal. Los juicios de valor no modifican las características reales de las cosas. Indican cómo son mostradas las cosas a nosotros. “Si yo digo que el cuadro es bello o feo, de esto se discute; y se discute lo mismo que se discute acerca de una tesis científica; y los hombres pueden llegar a convencerse unos a otros que el cuadro es bello o feo, no ciertamente por razones o argumentos, como en las tesis científicas sino por mostración de valores. No se le puede demostrar a nadie que el cuadro es bello como se demuestra que la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos; pero se le puede mostrar la belleza; se le puede hacer ver la belleza que él no ha visto; señalándosela, diciéndole: vea usted, mire usted – que es la única manera de hacer cuando se trata de estos objetos” (Manuel García Morientes; Lecciones preliminares de filosofía) EL PROBLEMA FUNDAMENTAL DE LA FILOSOFÍA: ¿SON LOS VALORES OBJETIVOS O SUBJETIVOS ¿Tienen valor las cosas porque las deseamos, o las deseamos porque tienen valor? El valor será objetivo si existe independientemente de un sujeto o de una conciencia valorativa y será subjetivo, si debe su existencia, su sentido o su validez a reacciones ya sean fisiológicas o psicológicas del sujeto que las valora. Éstas son las argumentaciones de los filósofos que consideran el valor objetivo:

a) El valor existe antes de la valoración. Si no hubiera valores, no podríamos valorar. Confundir la valoración con el valor es como confundir la percepción con el objeto percibido. La percepción no crea al objeto, sino que lo capta. Lo subjetivo es la captación del valor. b) Los valores son tan objetivos, ante ellos debemos rendirnos, tienen una fuerza impositiva por encima de nuestras preferencias y doblegan nuestra voluntad. c) Los valores tienen un “ser en sí”, independientes de las opiniones del sujeto y constituyen auténticos objetos, que, si bien no son reales como los objetos de las ciencias naturales, tienen un modo de ser inmutables y absolutos. Éstas son las argumentaciones de los filósofos que consideran el valor subjetivo: a) Es el deseo, el agrado, el interés el que confiere valor a las cosas. b) Los valores no tendrían sentido si escaparan a toda posibilidad de ser apreciados por el hombre. c) Si los valores fuesen objetivos, los hombres se habrían puesto de acuerdo sobre tales valores, pero la historia nos demuestra un desacuerdo permanente, porque cada uno tiene sus gustos y preferencias. Hay numerosas discusiones sobre el valor de un poema, la justicia de sentencia, la honradez de una conducta; que delatan las discrepancias profundas sobre lo que debe entenderse por belleza, justicia u honestidad. d) Es el interés el que da valor a las cosas. Si los filatélicos no tuvieran el interés de coleccionar las estampillas, ellas no tendrían ningún valor, Si se pierde el interés, el valor que se le ha conferido desaparece ipso facto . La concepción subjetivista se llama también concepción relativista de los valores. La historia misma – decía Dilthey – es la fuerza productiva que engendra las determinaciones de los valores, los ideales, los fines con los que se mide el significado de hombres y de acontecimientos. En suma, para el subjetivismo el valor queda reducido a un puro fenómeno subjetivo, pasajero, cambiable.

CARACTERÍSTICAS DE LOS VALORES. a) La Polaridad. Los valores se presentan desdoblados: el valor positivo y su correspondiente valor negativo. Ejemplos: a la belleza se opone la fealdad; a la lealtad, la deslealtad; a la justicia, la injusticia; a la honestidad, la deshonestidad; a lo santo, lo profano; a lo digno, lo indigno. b) La Jerarquía. Los valores están ordenados jerárquicamente. Hay valores superiores y valores inferiores. Para cada persona hay distinta ordenación jerárquica de valores o una tabla de valores. Para santo Tomás de Aquino el valor supremo fue la divinidad; para Miguel Ángel, la belleza; para Cristo, la caridad o el amor al prójimo como a ti mismo; para Sócrates, la verdad. c) Relacionalidad con el Hombre. Los valores, exclusivamente, están relacionados con el ser humano. El filósofo Max Scheler decía: “El hombre es portador y realizador de valores”. d) Los Valores para ser captados por el hombre necesitan de un Depositario o Sostén, que son objetos reales. La belleza no existe por sí sola flotando el aire, sino que está incorporada a algún objeto físico: una tela, una piedra, un cuerpo humano, etc. Conviene distinguir entonces entre Valores y Bienes. Los bienes equivalen a las cosas valiosas, esto es, a las cosas más el valor que se ha incorporado. “Así, un trozo de mármol es una mera cosa; la mano del escultor le agrega belleza al quitarle todo lo que sobre, según la irónica imagen del escultor, y el mármol-cosa, se transformará en una estatua, en un Bien. La estatua continua conservando todas las características del mármol común, su peso, su constitución química, su dureza, etc.; se ha agregado algo, sin embargo, que se ha convertido en una estatua. Lo que se ha agregado es un valor estético. Los valores no son por consiguiente ni cosas, ni vivencias ni esencias, son Valores. (Rizzieri Fondizi ¿Qué son los valores?). e) Los valores tienen valor en sí y por sí. Por más que la humanidad no quisiera realizar por varios siglos los valores, como por ejemplo los valores de justicia, dignidad, verdad, no por eso dejarían los valores de tener vigencia, de tener significación, aunque nadie los practicara, siempre tendrían

valor. No caducan jamás. No caen en desuso como las leyes, ni hay medio de derogarlos. f) Los valores son perfectos, absolutos. Hay una aproximación constante del hombre para captarlos y realizarlos, plenamente. Por más que la humanidad se esfuerce por realizar totalmente el valor, siempre se realizarán sectores o partes de dicho valor. Así la justicia perfecta o absoluta es inalcanzable. Cuando realizamos más justicia, se incrementará nuestra preferencia por dicho valor, pero nunca podremos agotar o realizar cabalmente la justicia. Ningún artista, por genial que sea, ha realizado la belleza en su plenitud. Siempre la belleza absoluta será inalcanzable, pero esta aspiración a realizarla totalmente será la búsqueda o apetencia sin límite del hombre. g) La concepción de los valores varía de lugar a lugar y de época a época. Así, en la antigüedad clásica, para el pueblo griego la preferencia estaba dirigida a los valores de verdad, belleza; en el medioevo, predominó el valor de la santidad y de la divinidad ; en el renacimiento, la verdad, belleza y honestidad, herencia de la época caballeresca; en los tiempos modernos, lo útil, la verdad, la justicia; y en nuestros días de crisis, de incertidumbre, prevalecen los valores de lo vital, la verdad, justicia, utilidad y el rechazo a los antivalores de mentira, hipocresía, deslealtad e injusticia social. CLASIFICACIÓN DE LOS VALORES. Los valores se dividen desde dos puntos de vistas: Uno formal y el otro material. 1 Los valores desde el punto de vista formal son: a) Valores Positivos y Negativos. Frente al valor positivo se halla el valor negativo o “disvalor”. b) Valores de Persona y Valores de Cosa. Los valores de persona son aquellos que sólo pueden ser propios del hombre como los valores éticos. Los valores de cosa son aquellos que son inherentes a objetos impersonales. Son valores de cosas valiosas, como las que representan los Bienes.

c) Valores Propios y Valores Derivados. El valor propio se basa en sí mismo. Posee su carácter axiológico independientemente de los otros valores. No depende de ningún otro valor. En cambio, el valor derivado o deducido se encuentra en una relación relativamente externa con respecto al valor propio. 2. Los valores desde el punto de vista material son: a) Valores inferiores o sensibles. · Los valores de agrado o del placer, llamados también hedónicos, como lo agradable, lo desagradable; lo sabroso, lo insípido; lo placentero y lo doloroso. · Los valores de vida o valores vitales. Son aquellos valores cuyo portador es la vida en sentido natural; a ellos pertenece la vitalidad, la salud, lo fuerte, lo débil, etc. · Los valores de utilidad o valores económicos. Abarcan todo lo que sirve para satisfacer nuestras necesidades económicas (comidas, bebidas, habitaciones, etc.), es así como las herramientas y medios que sirven para la producción de tales bienes. Ejemplos: lo útil, lo provechoso, lo eficaz. b) Los valores espirituales que constituyen el tema propio de la axiología. · Los valores lógicos o valores cognoscitivos. Ejemplos: lo verdadero, lo evidente, lo claro, lo preciso. Disvalores lógicos son la ignorancia, el error, la falta de interés por la verdad, la falacia; el sofisma. · Los valores éticos o los valores del Bien moral. Son valores cuyos portadores no pueden ser nunca cosas sino personas. Sólo el hombre puede realizar los valores morales. Los valores éticos tienen el carácter de una exigencia absoluta. De ellos surge un Deber sin atenuantes; imperiosamente exigen al hombre su realización. Todas las personas están obligadas a realizar los valores morales. La exigencia de los valores éticos es ilimitada. Se nos presentan como criterio de nuestra conducta. Toda la vida halla bajo

su exigencia de validez. Ejemplos: la bondad, la honestidad, la dignidad, la probidad. · Los valores estéticos o valores de lo bello. Como lo bello, lo sublime, lo trágico, lo agradable, lo cómico, lo irónico, lo esbelto, etc., El valor estético no es inherente sólo a las personas sino a objetos en general. Todo objeto, muerto o animado, espiritual o material, real o ideal, puede convertirse en portador de valor estético. Por su esencia el valor estético descansa en la apariencia. La realidad estética es una realidad de apariencia. El valor estético es un Valor de Expresión, en oposición al valor que es un Valor de Acción. Cuando algo que no es sensible, cuando un contenido anímico, una idea espiritual, se expresa intuitivamente, estamos en presencia de un fenómeno estético. Captamos este valor por la Intuición Estética. · Los Valores Religiosos o Valores de lo Santo. Como la divinidad, la beatitud, lo piadoso y como sus antivalores, lo sacrílego y lo profano. Todo valor auténtico culmina en su relación con Dios; síntesis de todos los valores.

EL PROBLEMA DE LA ESENCIA DEL VALOR a. El subjetivismo axiológico: Afirma que los valores son el resultado de las reacciones, individuales y colectivas. El subjetivista se pregunta: ¿Puedo algo tener valor si nadie lo ha percibido ni puedo percibirlo?, evidentemente que no; el valor no tiene sentido ni existencia propiamente sin que exista el sujeto. La valoración real o potencial parece ser un elemento indispensable del valor. En última instancia, el valor es para el hombre o los seres vivos. Resulta impensable algo que tuviera valor sin referencia a ninguna clase de sujeto. Según el subjetivismo, los valores no existen en sí y por sí, sino que son meras creaciones de la mente, existen solamente para mí; lo que hace a una cosa valiosa es el deseo o el interés individual. El subjetivista piensa: El valor de un exquisito manjar, no está en él, sino en mi paladar, que lo saborea y le confiere un valor determinado. Los subjetivistas defienden su posición apoyándose en argumentos de este tipo:  Discrepancia. Es obvio que no puede uno ponerse de acuerdo en problemas éticos, estéticos, religiosos, políticos, donde a menudo se producen conflictos o desacuerdos de valores. Las personas frecuentemente discrepan sobre la belleza de un cuadro, una novela, una película; sobre la eficiencia de un equipo de fútbol; sobre un acto moral (por ejemplo, acerca de la guerra de Vietnam, unos sostienen que es una guerra justa y moralmente justificada; y otros, lo contrario).  Constitución biológica. Los valores están supeditados a la constitución peculiar y subjetiva. Así, surgen argumentos de este tipo: ¿Qué valor estético tendría la pintura si los hombres no tuvieran ojos? ¿y qué sentido tendría hablar del valor estético de la música si estuviéramos condenados a una sordera eterna?  Interés. Otro argumento que mencionan frecuentemente los subjetivistas es que una cosa adquiere valor en la medida en que se le confiere un interés. Por ejemplo: ¿Dónde radica el valor de los sellos de correo? ¿hay algo en la calidad del papel o en la belleza del dibujo o en la impresión que explique el valor que se les da?... Es obvio que sin el interés de los filatélicos los sellos no tendrían ningún valor. El deseo e interés de coleccionarlos es lo que les ha conferido su valor. Otro ejemplo: si la gente perdiera interés en la pintura de Rembrandt, sus cuadros carecerían de valor.  Historicidad de los valores. La relatividad de los valores se debe a su carácter concreto e histórico; gracias a éste, los valores están condenados a quedar encerrados en la prisión del sujeto; ya en la antigüedad decía el sofista Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”. La situación real y la conducta real del hombre demuestran que no es posible una valoración universal. En cada grupo humano y en cada individuo varía la estimativa hasta lo infinito. En resumen para el subjetivismo no hay objeto valioso sin sujeto.

Cuestionamientos a la Teoría Subjetivista: Aunque el Subjetivismo acierta en señalar de que no hay objetos valiosos de por si al margen del sujeto, sin embargo se equivoca al no considerar las propiedades del objeto que pueden provocar la actitud valorativa del sujeto. De otro modo, ¿Cómo podría explicarse que distintos objetos susciten diversas actitudes valorativas en un mismo sujeto? Es evidente que la existencia de propiedades objetivas distintas contribuyen a despertar reacciones diversas en un mismo sujeto. Por otro lado la valoración del sujeto no es un acto exclusivamente individual y síquico ya que el individuo está inmerso en una determinada sociedad en cuya cultura se nota espiritualmente y por lo tanto su estimativa va a estar marcada por las pautas o valores morales que tiene una significación social. b.El objetivismo axiológico: Esta corriente se opone determinantemente al subjetivismo; sostiene que los valores son objetivos, dependen del objeto y no del sujeto; lo único que hace el sujeto es captar el valor. El objetivismo reconoce que la valoración es subjetiva, pero ello no implica que el valor lo sea. Del mismo modo como la percepción es subjetiva, pero no el objeto percibido, que mantiene intactas sus cualidades primarias cuando nadie lo perciba, así ocurre con el valor. No puede confundirse el objeto con su captación, defiende el objetivismo. Se ha visto que uno de los argumentos que citan los subjetivistas se cifra en lo que se denomina argumento de las discrepancias. Ahora bien, frente a este argumento, los objetivistas sostendrían, en primer lugar, que la discrepancia no se refiere a los valores, sino a los bienes. La discrepancia se refiere a la belleza de un cuadro o a la justicia de un acto, esto es, a bienes; no a la belleza o a la justicia, que son valores independientes de todo bien. A diferencia de los valores, los bienes son imperfectos; muchas veces no logran encarnar plenamente los valores, debido a una ceguera estimativa de los hombres concretos. Esto explicaría, por ejemplo, que los griegos hayan aceptado la esclavitud; una torpeza de conciencia moral les impidió aprehender el eterno y universal valor de la justicia. Así el objetivismo descansa en dos tesis fundamentales:  Incurrir en la separación radical entre valor y realidad, o independencia de los valores respecto de los bienes en que éstos se plasman.  Afirmar que los valores son absolutos, que existen en sí y no para mí (independencia de los valores respecto de todo sujeto). Los valores son supra temporales, son extra territoriales y extra históricos; valen aquí y allá; ayer, hoy y siempre. Según Max Scheler, los valores son esencias, cualidades a priori, que no dependen en nada del sujeto que los capta ni de los bienes en que se hallan incorporados. El conocimiento se produce por intuición de esencias. El filósofo germano compara los valores a los colores; sostiene que, del mismo modo como el color azul, por ejemplo, no se torna rojo cuando se pinta de rojo un objeto azul, tampoco los valores

resultan afectados por lo que ocurre a sus depositarios. La independencia implica inmutabilidad. Los valores son, además, absolutos; sólo nuestro conocimiento de los valores es relativo. Según Nicolai Hartmann, los valores son objetos ideales, a la manera de las ideas platónicas. Los valores son esencias independientes de los bienes; tienen carácter a priori; son absolutos, a pesar de que presentan cierta forma de relatividad; tienen un “ser-en-sí-ideal”, y finalmente revisten el carácter de principios. Cuestionamiento a la teoría objetivista: El objetivismo procede a separar el valor de los bienes de tal manera que supedita la existencia del bien al valor. Lo que hay de valioso en una cosa tiene su fuente en el valor que existe con independencia de ella. Pero esta existencia de un valor no encarnado, o que no necesita plasmarse en algo real, suscita problemas que, al no ser resueltos, conducen a consecuencias absurdas. Por ejemplo, ¿Qué sentido tendría la solidaridad, la lealtad o la amistad como valores si no existieran los sujetos humanos que pueden ser solidarios, leales o amigos? ¿Qué solidaridad podría existir- aunque fuera idealmente- si no existieran los sujetos que han de practicarla y sus actos solidarios? Algo semejante pudiéramos decir de la separación radical entre la utilidad y las cosas útiles, la justicia y los hombres justos, etc. Todos los valores que conocemos tienen- o han tenido- sentido en relación con el hombre, y solamente en esta relación. c. El naturalismo axiológico: Esta corriente filosófica sostiene que el fundamento de lo bueno establecido por los modelos de valoración es algún tipo de propiedad que no se encuentra en nuestra conciencia sino en el mundo real o natural, vale decir, los valores son una propiedad constitutiva de los hechos mismos y nosotros nos limitamos a captarla. Un ejemplo de axiología naturalista lo proporciona la tesis de los nazis que afirmaban que lo bueno consiste en la mayor aptitud natural para subsistir de donde deducían que lo moralmente bueno era la supervivencia del más apto y lo moralmente malo era que los menos aptos intenten supervivir. d. El estructuralismo axiológico: Es intermedia entre el objetivismo y el subjetivismo. El filósofo argentino Risieri Frondizi piensa que tanto el objetivismo como el subjetivismo son unilaterales. Piensa que el valor surge de la relación entre el sujeto y el objeto y que esa relación axiológica origina una cualidad estructural (Gestalqualitat) empírica; esta cualidad no se da en el vacío, sino en una situación humana, concreta, y la jerarquía axiológica es también situacional y compleja, no lineal. Según Frondizi, los valores sirven de fundamento a las normas éticas y éstas, lo mismo que las normas jurídicas, son situacionales. El filósofo argentino considera que su interpretación estructural del valor abre la posibilidad de superar el tradicional abismo entre el ser y el deber ser. Ni el objetivismo ni el subjetivismo logran explicar satisfactoriamente el modo de ser de los valores. Estos no se reducen a las vivencias del sujeto que valora ni existen en si, como un mundo de objetos

independientes cuyo valor se determine exclusivamente por sus propiedades naturales objetivas. Los valores existen para un sujeto, entendido este no en un sentido puramente individual, sino como ser social; exigen, asimismo, un sustrato material, sensible, separado del cual carece de sentido. Es el hombre—como ser histórico-social, y con su actividad práctica—el que crea los valores y los bienes en que se encarnan, y al margen de los cuales solo existen como proyectos u objetos ideales. Los valores son, pues, creaciones humanas, y solo existen y se realizan en el hombre y por el hombre. Las cosas no creadas por el hombre (los seres naturales) solo adquieren un valor al entrar en una relación peculiar con el, al integrarse en su mundo como cosas humanas o humanizadas. Sus propiedades naturales, objetivas, solo se vuelven valiosas cuando sirven a fines o necesidades de los hombres, y cuando adquieren, por lo tanto, el modo de ser peculiar de un objeto natural humano. Así, pues, los valores poseen una objetividad peculiar que se distingue de la objetividad meramente natural o física de los objetos que existen o pueden existir al margen del hombre, con anterioridad a- o al margen dela sociedad. La objetividad de los valores no es, pues, ni de las ideas platónicas (seres ideales) ni la de los objetos físicos (seres reales, sensibles). Es una objetividad peculiar-humana, social-, que no puede reducirse al acto psíquico de un sujeto individual ni tampoco a las propiedades naturales de un objeto real. Se trata de una objetividad que trasciende al marco de un individuo o de un grupo social determinado, pero que no rebasa el ámbito del hombre como ser histórico-social. Los valores, en suma, no existen en sí y por si al margen de los objetos reales- Cuyas propiedades objetivas se dan entonces como propiedades valiosas (es decir, humanas, sociales)-, ni tampoco al margen de la relación con un sujeto (el hombre social). Existen, pues, objetivamente, es decir, con una objetividad social. Los valores, por ende, únicamente se dan en un mundo social; es decir por y para el hombre.

FILOSOFÍA Lección: El Problema de los Valores Esta es una lección de 0 puntos. Usted ha obtenido 0 punto(s) sobre 0 hasta ahora. EL PROBLEMA DE LOS VALORES CONTEXTO El problema de los valores ha sido causa de preocupación en todas las épocas de la historia y en diferentes medios culturales.

La razón fundamental de esta preocupación se debe a que, situarse ante el problema de los valores, es situarse igualmente ante el problema del sentido ultimo del hombre. CRISIS DE VALORES En la actualidad se viene insistiendo de manera especial sobre los valores, sobre su sistematización, clasificación o jerarquización. El tema se concreta afirmando que nuestra sociedad padece una gran crisis de valores. Sin embargo, el problema de esta crisis no es exclusivo de nuestro tiempo. Ortega y Gasset afirmaba a comienzos de siglo: la crisis de valores no es un hecho reciente y caracteriza siempre nuestra evolución histórica, porque no existe progreso lineal dentro de la historia. La historia es discontinua. En todo caso, se habla de crisis de valores como si los valores, o alguno de ellos, hubieran dejado de existir y dependieran sólo de la subjetividad de los hombres. Muchos llegan a pensar que no existen valores permanentes, que todos varían o se jerarquizan de modo diferente según la moda. Los valores rígidos y absolutos heredados del pasado parecen anacrónicos para el mundo de hoy, que posee una cultura cada vez más científica y relativista. Sin embargo, el individuo moderno está asediado por una gran cantidad de valores divergentes y contradictorios. Hoy no es posible adoptar el sistema de valores de nuestros antepasados y vivir sin cuestionar o analizar la índole de sus supuestos. Esto produce incertidumbre y confusión, al mismo tiempo que un aumento de interés en la búsqueda de un enfoque significativo de los valores que puedan funcionar en nuestro mundo actual, que respondan a las inquietudes del hombre de hoy e iluminen un sentido de la vida que incida en el bien común. CRISIS DE LAS VALORACIONES Lo que hemos constatado hasta ahora permite afirmar que la crisis de valores no es sino la crisis de las valoraciones. La crisis es nuestra, no de los valores, pues éstos no existen sin el hombre. El centro o lugar de los valores es el hombre concreto que existe con los demás en el mundo, para realizar su propia existencia. Y a este hombre no le es posible hoy hacer una acomodación tranquila de los sistemas de valores considerados en otras circunstancias y épocas. El hombre debe preguntar, examinar este mundo de los valores y el sistema de valoraciones, lo cual no es otra cosa que preguntarse el significado y sentido de las propias aficiones, creencias y conductas. De este modo tal vez pueda encontrar valores que le permitan llevar su vida más allá de los obstáculos de nuestra época.