El Nacimiento de La Tragedia

El nacimiento de la tragedia, Friedrich Nietzsche (1871) Capítulo uno Nietzsche empieza parlamentando acerca de la >, ha

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El nacimiento de la tragedia, Friedrich Nietzsche (1871) Capítulo uno Nietzsche empieza parlamentando acerca de la >, hay que comprenderla no sólo lógicamente sino también como dos fuerzas artísticas, la de Apolo y Dioniso, que también se presentan como dependencia dual de la vida. Es importante resaltar lo de , pues contradice lo que más tarde expondrá. Apolo y Dioniso son nombres prestados de la mitología griega, y que no son conceptos, sino percepciones del mundo artístico y del mundo real, intuiciones meramente naturales. Aunque los dos son fuerzas contrarias, en cuanto origen y meta, los une el conocimiento general del mundo griego. A Dioniso y Apolo los une la creación para formar la obra de arte de la tragedia Ática, por medio de un . Apolo es dios vaticinador, del sueño, de la apariencia, de la ilusión, del mundo onírico. En el sueño, aquí Nietzsche cita a Hans Sachs, se presenta la ilusión más verdadera del hombre, la apariencia como ilusión, la apariencia como impulso artístico a crear esculturas y poesía, arte figurativo. El sueño nos hace ver otros mundos que en la realidad no alcanzamos a percibir porque estamos demasiado cerca de ellos. Y también el hombre filosófico vive en apariencia: El hombre filosófico tiene incluso el presentimiento de que también por debajo de esta realidad en que nosotros vivimos y somos, yace oculta una realidad de todo distinta, esto es, que también aquella es una apariencia.

La realidad, entonces, también parece mera apariencia, pues no sabemos de dónde venimos y no sabemos a dónde vamos, y quizás la muerte sea la única realidad concreta, pero mientras tanto hay que disfrutar el tiempo y espacio en que vivimos de manera apolínea: ...la capacidad vaticinadora y, en general, de las artes, que son las que hacen posible y digna de vivirse la vida.

Dioniso es dios de la embriaguez, de los instintos, del olvido de sí, dejar de lado el principio de individuación, el ego. El arte dionisíaco nos hace estar juntos, sin mirar el ego, lo consciente, y hace que volteemos a mirar nuestro entorno, nuestro mar embravecido cubierto de montañas de olas. Dioniso vuelve al hombre a la realidad, al ser, al Uno primordial, pues estaba perdido en la apariencia, en su principium individuationis. Eduardo Hidalgo