El Movimiento simbolista

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El Movimiento Simbolista Agradezco profundamente a la Universidad de Nueva York su generosidad al liberarme de mis obligaciones docentes durante un año, sin lo cual nunca hubiera sido posible escribir este libro. La ayuda recibida del fondo para investigaciones de la Escuela de Graduados aceleró notablemente la preparación del manuscrito. Muchas gracias también a Stephanie Hawthorne y a Mary Ann Amdur, del Departamento de Lenguas Románicas, por su ayuda en la comprobación y toma de datos, y a mis numerosos alumnos de Literatura comparada, cuyos estudios sobre las literaturas extranjeras me hicieron considerar bajo una nueva luz la común herencia del simbolismo. Estoy agradecida a las sugerencias editoriales de mi hermana Nona, así como a las infinitas molestias que se tomó y a las precisiones que hizo Nina Blaustein, de Random House, al preparar el manuscrito para su publicación. Mi más hondo agradecimiento a mi marido e hijos por su comprensión y paciencia ante el tiempo que les arrebataba —ya que no cariño— la realización de este trabajo. Finalmente, doy las gracias a mi amigo el profesor Haskell Block, que fue quien me incitó a escribir este libro, producto de un curso sobre simbolismo en la Sección de Literatura Comparada de la Universidad de Nueva York. Salió de un aula y vuelve a un aula para ayudar en lo posible a los demás en el estudio de las formas literarias que superan las fronteras nacionales.

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A. B.

I INTRODUCCION: SIGNIFICADO DE LA PALABRA

Aunque de significación imprecisa, el término «simbolismo» se ha convertido en una cómoda etiqueta que utilizan los historiadores de la literatura para designar la época posromántica. Al mismo tiempo, es el blanco predilecto de los ataques de aquellos críticos literarios que consideran e! simbohsmo como una clasificación artificial de escritores heterogéneos, separados entre sí por nacionalidad, época y género üterario. Para los franceses, «simbohsmo» sigue designando técnicamente el período comprendido entre 1885 y 1895, durante el cual llegó a ser un movimiento literario de ampliafihación,un cenáculo que publicaba manifiestos y patrocinaba periódicos hterarios tales como La Revue Wagnérienne, La Vogue, Revue Indép dante y La Décadence, al tiempo que atraía a París a poetas y personalidades hterarias de todo e! mundo occidental. Como escuela literaria específica, «Simbolismo», en este caso, debería escribirse con una S mayúscula. Por otra parte, los críticos del mundo anglosajón, partiendo de Arthur Symons, contemporáneo de Verlaine y Rimbaud, tienden a considerar el «simbohsmo» francés (esta vez es mejor escribirlo con una «s» minúscula) como algo característico de los «cuatro grandes» de iá poesía francesa de la segunda mitad del siglo XIX: Baudelaire, Rimbaud, Verlaine y Maílafiiié.

El Movimiento Simbolista 14 Utilizando la palabra «simbolismo» en el mismo amplio sentido que Symons, T. S. Eliot añadió a la lista poetas tan apartados de la camarilla como Laforgue y Corbiére. C. M. Bowra, en su introducción a The Heritage of Symbolism, considera a Baudelaire, Verlaine y Mallarmé como^ la _«inguar^diá3ellmóvimiénfo^^ s bolista, basándose en sus grandes innovaciones dentro de las técnicas literarias. De ese modo, Bowra hace entrar en la tradición simbolista a todos aquellos poetas que (d^ntentaron-manifestar una_ experiencia^^ natural en el lenguaje denlas_^cosasjvisibles, y^enlos que casi cada palabra es un símbolo,|ya que está utilizada no según su uso corriente, sino por la asociación que evoca con una realidad más allá de los sentidos b>. Llama a estos poetas «postsimbohstas», igual que hace Kenneth Cornell en su libro The Post-Symbolist Feriad. No obstante, el prefijo «post» implica una separación de la tradición simbohsta mayor que la que realmente existe. Este flexible uso de la palabra abarca a escritores posteriores a la generación simbolista que aceptaron la escuela simbolista, y que, adhiriéndose total o parcialmente a sus principios poéticos o a su orientación mística, mantuvieron la presencia del simbolismo como convención literaria hasta muy avanzado el siglo XX. El hecho es que los herederos del simbolismo son hoy día mucho más importantes en los anales de la historia hteraria que los que fundaron la escuela simbohsta. Obras tan diversas como las de Valéry, Rilke, Hofmannsthal, Yeats, Jiménez, Wallace Stevens, A. A. Blok y hasta un cierto punto las de T. S. Ehot, se han repartido la herencia ^. ' C. M. Bowra, The Heriiage of Symbolism (Londres, 1943), pág. 5. ^ Al enjuiciar la estética simbolista, puede ayudar a aclarar el éxito literario de sus características básicas la distinción en-

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Significado de la palabra 15 Los críticos literarios e historiadores del simbohsmo han sido casi tan numerosos y de nacionalidades tan diversas como los mismos seguidores del movimiento. En algunas ocasiones sus estudios no han sido sino reflejo de la propia knagen espiritual del crítico; otras veces han consistido en informes documentales de los acontecimientos que señalaron las actividades concertadas de los escritores simboUstas. Otros críticos han explorado las más apartadas zonas en el espacio y el tiempo de la que ha sido una de las más estrechas aUanzas intelectuales de la historia europea, distmguida por un cosmopolitismo completamente desprovisto de intenciones conscientes o políticas. Otros, en fin, trataron de encontrar las fuentes del simbohsmo en las tradiciones literarias de la común herencia europea Poca cosa cabe añadir a ninguno de esos trabajos Desde el principio, este movimiento híbrido ha planteado un difícil problema a la investigación: la clasificación de los escritos, profusos y aparentemente dispares en cuanto forma e intención, unidos por una designación que desde el prmcipio tuvo múltiples facetas. Los prmieros estudios, tales como el de André Barre, Le Symbolisme: essai historique, clasificaban a los simbolistas en categorías fijas y genealógicas, sobre la base de las generaciones, sin preocuparse por estable-

tre el «cenáculo», original y la evolución del movimiento durante el final del siglo xix y comienzos del xx. ^ Un reciente libro de Angelo P. Bertocci indaga los antecedentes del simbolismo, en su más amplio sentido, remontán\e hasta Plotino. En esa perspectiva, Baudelaire resulta ser la cumbre del simbolismo en vez de su umbral. De ahí el título From Symbolism lo Baudelaire (Carbondale, 1964). * Para los más recientes estudios, cf. A. Balakian, Studies on Prench Symbolism 1945-55, The Romanic Review, XLVI, 3 (octubre 1955), págs. 223-30.

El Movimiento Simbolista cer distinción alguna entre poetas mayores y menores. De hecho, algunos autores que el tiempo ha relegado a una categoría secundaria, ocuparon durante su vida un lugar de preferencia a juicio de sus contemporáneos, con lo que la estimación crítica queda deformada. En oposición a esta clasificación cronológica, otra tendencia se ha esforzado en demostrar que la relación existente entre muchos de esos poetas consistía en una reacción negativa ante las tradiciones literarias existentes, producto de las convenciones románticas. En su estudio The Symbolist Movement, Kenneth Cornell ° describe esta actitud: «La resolución de^no aceptar un modelo era más fuerte que el deseo de jcrea£ una^fórmula.» Esta actitud, que indica un clima común más que una estética común, demuestra lo artificial de la jerarquía original, basada, más o menos, en la propia valoración de los teorizantes que se incluyen entre los simbolistas. El libro más famoso sobre el simbohsmo considerado como una alianza espiritual es Axel's Castle, de Edmund Wilson. Wilson identifica la imagen simbolista con el héroe recluso del drama poético Axel, de Vilhers de risle-Adam, el cual, a pesar de ser tan poco leído y representado, ha dejado hueUa indeleble como símbolo del habitante de nuestras actuales torres de marfil de la existencia interior. Wilson define el modo de escribir simbolista en relación con este retirarse a los mundos privados del pensamiento y a los estilos crípticos de comunicación, y así puede incluir dentro de la órbita del simbohsmo a escritores tan distintos como T. S. Eliot, Proust, Gertrude Stein y los dadaístas.

Significado de la palabra 17 Los estudios de Paul Valéry, Cuy Michaud y Albert Thibaudet —por citar sólo a unos pocos— sobre el simbolismo se basan en el rechazo del mundo y la rebeldía contra las maneras aceptadas de escribir. Otro tipo de estudios sobre el simbolismo se centra en los traumas psicológicos del culto simbohsta. Una obra de este tipo es Le Symbolisme, de Svend Johansen que da una información detahada de las técnicas de la sinestesia. Otro grupo de críticos estudia el simbolismo desde el punto de vista de las diferencias más que desde el de las afinidades entre los llamados simbohstas. Cuando Léon Guichard valora a Laforgue ' y Jacques Gengoux enjuicia a Mallarmé lo hacen ante todo para demostrar hasta qué punto no eran simbolistas estos simbolistas. De acuerdo con estos estudios podríamos considerar el simbolismo como un i vestido exterior para ocultar el realismo, el clasicismo o cualquier otra fase del ideal parnasiano. Obras de este tipo hacen pensar que la palabra «simbolismo» es tal vez uíia expresión vacía de significado, creada simplemente para suscitar equívocos. Para que una etiqueta literaria sea negociable en el intercambio crítico debe tener o bien significado temporal o bien contenido cualitativo. Desde el momento en que obras fechadas entre 1857 (el año en que aparecieron Les Fleurs du Mal, de Baudelaire) y 1930 pueden ser definidas como «simbohstas», el elemento tiempo no tiene vahlez. El problema que se nos plantea, pues, estriba en saber si las técnicas del simbohsmo constituyen un criterio válido para discernir valores hterarios. A juzgar por los más recientes estudios críticos como los

^ Kenneth Cornell, The Symbolist Movement Qiew Haven,

Víri'^J'Léon Guichard, Jules Laforgue et ses poésies (París, 1950).

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1951).

' Svend Johansen: Le Symbolisme (Copenhague,

1945).

'Jacques Gengoux. Le Symbolis?ne de Mallarmé (París,

1950).

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