ANÁLISI FÍLMICA I 3º ESCAC BREAKING BAD Por Néstor Hernández Parte 1 El
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ANÁLISI FÍLMICA I 3º ESCAC
BREAKING BAD Por Néstor Hernández
Parte 1 El montaje en BREAKING BAD
Breaking Bad es una serie estadounidense estrenada el 20 de enero de 2008
en la AMC y ha recibido seis de los dieciséis Emmy a los que ha sido nominada durante varias de sus ediciones. Esto, sin lugar a duda, la convierte en una gran serie de la que seguro se puede analizar minuciosamente el trabajo de cada uno de sus respectivos departamentos. En este caso nos centraremos en el montaje, que corre a la cuenta de la gran montajista Kelly Dixon, la cual se ha hecho cargo de 19 episodios entre 2008 y 2011, el montador Skip MacDonald, con 18 episodios entre 2008 y 2011 y Lynne Willingham, con 9 episodios entre 2008 y 2009, entre otros.
Podemos decir, con total seguridad, que Breaking Bad es una serie con sello
propio, y eso es perfectamente aplicable al montaje. Desde sus primeros episodios se han establecido unas claras y firmes ideas de montaje que se han mantenido a flote a lo largo de toda la serie. Nos encontramos ante un montaje no convencional que se ha atrevido a innovar mediante el uso de diversos recursos no propios de este formato.
En primer lugar, hay que resaltar como en Breaking Bad se han apropiado
del concepto de videoclip como herramienta narrativa que consigue dar un estilo visual único a la serie. Podemos encontrar diversas secuencias a lo largo de la serie que hacen uso de este peculiar recurso. En la mayoría de casos, además, es usado como elemento de transición o elípsis, consiguiendo dar gran cantidad de información en un espacio de tiempo muy reducido o con el fin de causar la sensación de paso de tiempo.
En estas secuencias de carácter videoclipero podemos observar que el
ritmo de montaje y el musical están en perfecta harmonía. Consiguen respetar el tempo musical a través del corte. Esto concede una libertad a los montadores que, en muchos casos, acababa por alejar considerablemente el resultado final de lo establecido previamente por el guión.
Este recurso es usado diversas veces a lo largo de la serie con el fin de
enriquecer las secuencias de cocinado de metanfetaminas. Ante las cuales los montadores debían ser muy fieles al orden de los pasos establecidos en el guión, un orden que no podía verse alterado bajo ninguna consecuencia. Podríamos decir
que orden de los factores sí altera el producto, o al menos la calidad de la metanfetamina.
En la misma línea podemos encontrar otro elemento utilizado en multitud
de ocasiones a lo largo de la serie. Se trata de largos planos de transición a los cuales se les ha alterado la velocidad, dejando como resultado las conocidas cámaras rápidas. Nuevamente con el fin transmitir al espectador la sensación de paso de tiempo y siendo, además, un claro elemento de transición. No hay que olvidar que el uso repetitivo de este recurso repercute directamente en el estilo visual de la serie, dándole un valor estético en la misma línea videoclipera que hemos comentado antes. Resulta sencillo deducir que esto ha sido una decisión del departamento de dirección, ya que suele tratarse de un plano fijo, un plano general sin corte alguno, en el que podemos observar las acciones de los personajes durante un largo plazo de tiempo. También suelen utilizar grandes planos generales de paisajes en los cuales se aprecia el paso del día. A parte de la evidencia de que esto supondría un trabajo extra que no sería lógico realizar sin la previa decisión de utilizarlo como cámara rápida, hay que tener en cuenta la repercusión económica que debe tener rodar este tipo de planos. Podemos deducir con total seguridad que esta es una decisión tomada previamente al rodaje, pero ejecutada en la sala de montaje. Las elecciones musicales de muchas secuencias, incluyendo las que no carecen de estilo videoclipero, son realizadas previamente al montaje. Esto permite a los montadores captar el estilo musical y jugarlo en el montaje. Es evidente que cuando no se trabaja con una banda sonora original es la imagen la que tiene que ponerse en concordancia con la música, y no viceversa. La evidente concordancia de muchas escenas con la música escogida para las mismas evidencia un trabajo por parte de los montadores para que todo esté en cohesión.
No podemos olvidar los valores narrativos de la serie y como el montaje repercute sobre ellos. No obstante, nos encontramos ante un terreno pantanoso, ya que la línea que separa lo que ha sido una decisión de guión y lo que ha sido una decisión de montaje es siempre difusa. Dado que esta serie siempre juega a anticipar, mediante “flashforwards”, información a principio de capítulo sobre el final del mismo o sobre un futuro relativamente cercano, podemos deducir con total seguridad que es algo establecido por el departamento de guión. Estas pequeñas dosis de información suelen dar información puramente visual, sin presencia apenas de diálogos. Esto nos puede llevar a deducir que es el montador el que selecciona minuciosamente el material que mejor juega en esa línea. Y lo que es más importante, donde empieza y donde acaba. Ya que no deja de ser material que pertenece a alguna secuencia del futuro cuya auténtica extensión es considerablemente mayor a lo que de un principio podemos apreciar. Estos desconcertantes inicios de capítulo tienen siempre un crescendo muy marcado, materializado en el ritmo establecido por el montaje, que alcanza su clímax narrativo, visual y sonoro con la entrada de la “intro”. Se trata de un recurso que deja al espectador en un estado de tensión en el cual se le despiertan unas incógnitas y expectativas que necesita que se vean resueltas. Si hablamos de lo inicios de capítulo es imposible no hacer referencia a sus impactantes finales. Unos finales cuyo mérito recae principalmente sobre los guionistas, pero que sin un buen criterio de montaje nunca serían tan “perturbadoramente sabrosos”. En una serie es casi tan importante el como construyes el final de capítulo que el preciso instante en que decides cerrarlo. La elección de ese momento tan clave no es ninguna tontería y se necesita de mucha precisión para acertar. Elegir el plano más cargado dramáticamente y el tiempo necesario que ha de estar en pantalla para que su potencia se vea incrementada. Ese instante en que se decide establecer el corte es decisivo. Jamás se conseguirán la mismas sensaciones sobre el espectador si cortamos un segundo antes o un segundo después.
A pesar de tratarse de una serie muy innovadora y atrevida no deja de respetar los valores narrativos y montajísticos clásicos. Cada cosa pasa en su momento y se toma su tiempo. Cada capítulo está construido y se desarrolla con una estructura convencional de tres actos. El montaje respeta siempre de forma rigurosa esta pauta. El tratamiento del tempo narrativo por parte de los montadores es también impecable. De esta manera las emociones latentes en cada momento se ven acentuadas. Todo coge una mayor dimensión. Todos los personajes gozan de momentos emocionalmente potentes que requieren su debido tiempo, un tiempo que muchas veces ha de ser marcado por el montador. La brillante interpretación de los actores, no obstante, hace del montaje un placer que seguro facilita las cosas en gran medida. En la serie encontramos secuencias de acción que se ven claramente agilizadas a través de montajes picados. Por otro lado, también encontramos momentos muy pausados y claramente dilatados que consiguen dejarnos al borde del sillón con la boca abierta. Hay que remarcar también el sabio criterio dramático de los montadores a la hora de escoger sobre que personaje sostener el plano. Walter White, el personaje protagonista, ha sufrido una clara evolución a lo largo de toda la serie. Toma decisiones nuevas constantemente que van en contra de lo que su persona haría corrientemente y eso se remarca con mayor claridad en las escenas en que su indecisión o su firmeza se ven retratadas posteriormente a sus decisiones. Los montadores se encargan de que esto no se pierda en el corte, y en muchas ocasiones prescinden de las reacciones de otros personajes para que esto pueda apreciarse con mayor claridad. El eterno problema al que se enfrentan los montadores profesionales es la presión a la que se ven sometidos por parte del departamento de producción. No
solo en aspectos de tiempo sino también en aspectos criterios de montaje. En Breaking Bad es evidente que esto no es tan latente. Kelly Dixon, montadora de la serie, explica que, a diferencia de la mayoría de “shows” televisivos, los montadores de Breaking Bad gozan de una gran libertad y confianza por parte de los productores. Esa es una falta de presión que se ve directamente materializada en mayores dosis de creatividad. Sin lugar a dudas Breaking Bad dispone de un equipo de montadores de gran competencia. Algo que no hace de extrañar que en 2008 Lynne Willigham ganase el Premio Emmy al “mejor montaje en una serie dramática monocámara”.
Parte 2
BREAKING BAD – Temporada 2, Capítulo 10 -‐ Over Del minuto 42:40 al 46:00 (Final de capítulo)
- Stay out of my territory.
Esta secuencia de Breaking Bad sea tal vez mi favorita de toda la serie, a la
que suelo recordar por su mítica frase “Stay out of my territory”.
Se trata de una secuencia dramáticamente muy potente en la que Walter
White, el protagonista de la serie, abandona por primera vez sus principios reservados de mantenerse callado y en el anonimato para plantarse firmemente y marcar cual es su posición y su territorio. Una nueva faceta florece en él y el montaje es en parte el gran protagonista.
Al el inicio de la secuencia Walter descubre a un chico en el supermercado
en cuyo carro hay gran cantidad de artículos necesarios para el cocinado de metanfetaminas. Aquí Walter actúa interactuando directamente con el chico y diciéndole que está cometiendo errores de procedimiento. El chico huye de la incómoda situación.
Walter se pone en la cola de caja pensativo, dándose cuenta de algo: hay
gente intentando traficar drogas en su territorio. A través de un curioso montaje que tras cada corte nos aproxima un poco más al rostro de Walter, yendo además en concordancia con los pitidos realizados por la cajera, se marca su decisión de romper con propios principios que había respetado hasta el momento y saltar a la acción.
En este preciso momento entra una canción que ayuda a remarcar el
cambio del personaje. Walter abandona el supermercado para ir al parking a la busca de las personas que están pisando terreno equivocado. Allí encuentra al chico acompañado de otro hombre de mayor corpulencia. Walter, tras un instante de duda, se dirige hacia ellos.
Callado y firme Walter se planta frente al hombre corpulento, quién le mira
de manera desafiante. Este momento está claramente dilatado a través del montaje para intensificar la tensión del momento. Desde un plano medio abierto, Walter le devuelve la mirada desafiante. Y es en este preciso momento cuando llega el gran clímax del episodio: cortan un primer plano de Walter y dice la gran frase “Stay out of my territory”. Lo increíble de este momento es como aguantan el plano sobre Walter los siguientes ocho segundos tras decir la frase para remarcar la firmeza del personaje. Es gracias a estos ocho segundos que podemos entender la reacción
de huir por parte de un hombre de mayor corpulencia que se ve en clara inferioridad.
Un “travelling in” a la cara de Walter acompañará este momento para
reiterarnos algo diferente en él está saliendo.
La secuencia y el capítulo cierran con un seco corte a negro con el plano
medio de Walter observando como la furgoneta y parte de él se van para siempre.