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¡Apoya al autor comprando sus libros! Este documento fue hecho sin fines de lucro, ni con la intención de perjudicar al Autor (a). Ninguna traductora, correctora o diseñadora del foro recibe a cambio dinero por su participación en cada uno de nuestros trabajos. Todo proyecto realizado por Paradise Books es a fin de complacer al lector y así dar a conocer al autor. Si tienes la posibilidad de adquirir sus libros, hazlo como muestra de tu apoyo. ¡Disfruta de la lectura!

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Staff Moderadora y Traductora RRZOE

Corrección y Revisión Final Bella’

Diseño Tolola

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Contenido Dedicatoria Nota del Autor Sinopsis

Brandt’s Cherry Girl Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6

Sheriff’s Bad Girl Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Epílogo Sobre la Autora

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Dedicatoria A mis Krazies, Si no fuera por todos ustedes animándome, empujándome, y dándome coraje todos los días, esto no valdría la pena. Gracias por estar locos conmigo. Su acosadora favorita, K.

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Una nota para el lector... Brandt`s Cherry Girl y Sheriff Bad Girl fueron creados por un capricho. Lo que comenzó como una discusión sobre temas tabú en mi grupo de lectores se convirtió rápidamente en un dúo sucio. Si mis lectores no me hubieran empujado a escribir esto con su exuberante amor por el tabú, nunca existirían. Les escribí un capítulo a la vez durante un fin de semana y los publiqué tan pronto como estuvieron listos. ¡Todo el mundo estuvo pidiendo más y lo pasamos muy bien con ello! Fue una maravilla y no puedo esperar para hacer algo como esto otra vez. ¡Espero que disfruten de estas lecturas rápidas y calientes! Y si quieren unirse a la locura de mi grupo, ¡únanse a nosotros en Facebook en el grupo Krazy for K Webster's Book! ¡Gracias! K. Webster

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Sinopsis Brandt's Cherry Girl Él tiene edad suficiente para ser su padre. Ella es la hija de su mejor amigo. Su conexión está fuera de juego. Y está muy, muy mal. Esto no puede suceder. Oh, pero ya está...

ADVERTENCIA: Estas novelas son extremadamente calientes y están repletas de amor instantáneo. Son un tabú MAYOR, por lo que si tienes algo contra la edad y los actos desviados, no leas esto. No puedo ser responsable de corromperte. ¡Si te gustan las cosas malas, entonces vas a devorar estas delicias tabú!

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1 —O

ye, Kiddo —me saluda Brandt, el mejor amigo de mi papá, cuando contesto el teléfono de la casa—. ¿Dónde está tu papá?

Su voz siempre es más ronca al teléfono. Puedo o no saltar para contestar cada vez que suena el teléfono con la esperanza de que sea él quien llame. —Aún en el trabajo. Él trabaja hasta tarde los viernes, lo sabes. ¿Quieres que le diga que llamaste? —pregunto, mi voz ligeramente temblorosa. A pesar de conocer a Brandt desde que tengo memoria, sigo sin tener calma a su alrededor. —Dejé un mensaje en su celular, pero no está contestando por alguna razón —se queja, y eso me calienta por todas partes, al igual que cada vez que habla—. ¿Estás en casa? Mi piel pica ante su pregunta y mis mejillas se enrojecen. —Duh. Llamaste al teléfono de la casa. ¿Por qué? —Por favor, di que has estado queriendo follarme en secreto. ¿Ves? Sin calma. —Estoy en la ciudad durante el fin de semana y quería saber si podía quedarme allí. Respondo sin dudar: —Siempre eres bienvenido aquí. Lo sabes. —Y es la verdad. Papá y Brandt más que amigos, son como hermanos. Como mi padre también es soltero, generalmente terminan saltando de barra en barra cada vez que Brandt visita. Una o dos veces, Brandt no ha vuelto a casa y sé que está golpeando un poco de basura del bar. —Gracias, Kelsey. —Sigo asustada de que me haya llamado por mi nombre, y no Kiddo, cuando se ríe—. ¿Me permites entrar? El calor inunda mis mejillas. Por supuesto, él sabía que no diríamos que no y ya está aquí. Cuelgo y casi corro hacia la puerta principal. Una pequeña advertencia hubiera sido agradable. Podría haber retocado mi maquillaje, alisarme el cabello o cambiarme la ropa de porristas. Agh, o ducharme. Gruño, sabiendo que mis pantalones cortos negros y mi sostén deportivo amarillo brillante son cualquier cosa menos sexy. Mi largo y desordenado cabello castaño oscuro ha sido tirado descuidadamente en un

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moño en la parte superior de mi cabeza. Luzco más cerca de los dieciséis en este momento, en lugar de mi actual casi dieciocho. Todos los pensamientos molestos se disipan en el momento en que abro la puerta principal. Parado en la puerta, luciendo lo suficientemente bueno como para comerlo, está el mejor amigo de mi padre. Usa jeans oscuros con agujeros estilizados y una Henley de manga larga, blanca y ajustada. Puedo ver sus tatuajes directamente a través de la tela, nuevos tatuajes que no existían la última vez que lo vimos hace casi un año. Todavía estoy mirando su pecho con mi labio entre mis dientes cuando él se aclara la garganta. Levanto mi mirada para encontrarlo sonriéndome. Se ha ido un poco más hacia el gris desde la última vez que lo vi. Su cabello normalmente negro azabache ahora volviéndose plateado en sus sienes. Una capa de vello cubre su mandíbula cincelada y también tiene algo de gris. Pero lo que es diferente de él es que ahora lleva gafas negras que parecen resaltar sus brillantes ojos verdes. —¿Estás bien, Kiddo? Parpadeo rápidamente y le doy una sonrisa tímida. —Tienes gafas. Resopla y pasa sus dedos por su largo cabello mientras sus ojos parpadean con vergüenza. —Bifocales. Me estoy haciendo viejo. Eso me tiene riendo. —¿Tienes qué, como cuarenta y cinco? —Cuarenta y siete. Treinta años mayor que tú, ¿recuerdas? —Su mirada me sostiene por un momento y me pierdo en ella—. ¿Puedo entrar o me vas a recordar toda la tarde lo viejo que soy? Un hombre solo puede tomar tantos golpes en su ego en un solo día. —Me guiña un ojo y eso enciende mis entrañas en llamas—. ¿El tío Brandt recibe un abrazo? Tío Brandt. Incluso si él fuera mi tío de sangre, creo que me volvería loca cada vez que lo viera. Hay algo acerca de este hombre. Es sexy hasta cierto punto. A los hombres no se les debería permitir lucir tan bien. Y querido Dios, creo que mejora con la edad. Me lanzo hacia él y lo abrazo como siempre lo hago con mis brazos alrededor de su cintura y mi cara enterrada contra su duro pecho. Normalmente, él me da un apretón y luego puedo irme. Hoy, sin embargo, nuestro abrazo es diferente. Parece que casi me acuna y estoy segura de que inhala mi cabello.

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—Seguro que has crecido —murmura, su voz es un gruñido bajo que convierte mi interior en papilla. Sigue sin liberarme—. Tu padre probablemente tiene un gran tiempo para mantener alejados a los chicos. Inclino mi cabeza para mirarlo. Con su cara a pocos centímetros de la mía y mis pechos aplastados contra su pecho, el abrazo de repente se siente muy íntimo. Sus ojos verdes se oscurecen y su mandíbula se aprieta. —No hay chicos para que mantenga alejados —le digo, mis mejillas se enrojecen de vergüenza—. La mayoría de los chicos tienen miedo de salir con la hija del sheriff. Sonríe y mi vientre se agita. —Bien. Todavía nos estamos mirando fijamente y empiezo a preguntarme por qué no me ha dejado ir. No es que me queje. Solo tiendo a leer demasiado en todo. En este momento, estoy lista para correr hacia el atardecer con él y tener a todos sus bebés. —¿Me vas a hacer uno de tus famosos sándwiches de queso a la parrilla? —me pregunta, una ceja oscura levantándose en cuestión—. He estado hambriento desde hace un año, Kiddo. Definitivamente leyendo demasiado en nuestro abrazo. A regañadientes, me alejo. Pero sus manos agarran mi cintura. Su mirada recorre mi horrible atuendo y luego mira fijamente mi ombligo. —¿Cuándo te perforaste? —gruñe, su pulgar barriendo contra el metal allí. Un choque de electricidad se abre paso a través de mi núcleo—. ¿Tu padre lo sabe? Me rio, pero con su pulgar aún frotando el pequeño anillo allí y sus dedos peligrosamente cerca de mi sexo, el sonido es sin aliento. —Me llevó a conseguirlo. Esto no es como en los viejos tiempos — bromeo con una sonrisa maliciosa—. Aunque probablemente estaría enojado si supiera sobre mi tatuaje. Ante esto, las cejas de Brandt se alzan. —Tienes un tatuaje. —Sacude la cabeza, pero una sonrisa tira de sus labios—. Qué mala chica. ¿Dónde? La anciana que está al otro lado de la calle, Velma, comienza a gritarle a su perro y parece que esto saca a Brandt de su aturdimiento. —Vamos, entremos —me dice en tono brusco. Salgo de su agarre y entro con él pisándome los talones. Deja su bolsa en el suelo junto a la puerta. Una vez en la cocina, comienzo a sacar las cosas que necesito para hacer el sándwich de queso a la parrilla. Brandt se lanza a lo que ha estado haciendo últimamente. Aparentemente, ha estado

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viajando con su trabajo, pero están pensando en hacerlo permanente aquí después del verano. La emoción me atraviesa porque no me voy lejos para ir a la universidad. Tenemos una universidad comunitaria aquí en la ciudad a la que papá se puede permitir enviarme. Al principio, me había decepcionado que no saliera del estado con todos mis amigos, pero ahora estoy feliz por este pequeño regalo del universo. —Entonces, nunca me dijiste dónde estaba tu tatuaje —dice cuando le entrego un plato con el sándwich. Está apoyado en el mostrador, se ve mucho mejor que el sándwich en su mano. —Está escondido. Donde papá no verá. Sus ojos viajan sobre mi cuerpo una vez más, deteniéndose en mis pechos. —¿Me vas a decir? Me encojo de hombros y señalo su pecho. —¿Me vas a decir lo que conseguiste? Esos no estaban la última vez que te vi. Deja el plato y da un paso hacia mí. Luego, agarra la parte inferior de su sudadera y la saca de su cuerpo. Estoy tan impresionada por la acción que simplemente lo miro boquiabierta. La sudadera golpea el suelo y estoy estupefacta. Su pecho está más desgarrado de lo que recuerdo. Ciertamente ha estado ejercitando. Y mi Dios, él es hermoso. Tatuajes de colores caminan y hablan, una obra de arte humana. Está cubierto en ellos. Ni siquiera recuerdo cómo se veía sin ellos. No es que quiera recordar. Esto es mucho, mucho mejor. —Guau... —es todo lo que puedo decir—. Guau. Se ríe y coloca sus manos en sus estrechas caderas. Llama mi atención a la musculosa V que lleva directamente a sus jeans. Reprimo un gemido —Te mostré los míos. —Da otro paso adelante que tiene mi ritmo cardíaco corriendo por la puerta principal junto con mi cordura—. Ahora muéstrame el tuyo. Una vez más, sé que estoy leyendo demasiado sobre esto, pero, lo juro por Dios, parece más hambriento por algo más que ese sándwich. Mi piel parece arder con este pensamiento. —Está escondido —murmuro. —¿Quieres que lo encuentre? Mis ojos vuelan a los suyos. Normalmente son juguetones y llenos de diversión. Hoy están oscuros y llenos de lujuria. Seguramente no me estoy imaginando esto.

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—Está bien. —Mentalmente me doy una palmada por no ser más suave. ¿Bueno? ¿Qué tengo? ¿Doce? —Está bien —acepta, con voz grave y grave. Se acerca y no puedo evitar dar un paso atrás. Esto sucede una y otra vez hasta que mi trasero toca el borde del mostrador. Su sonrisa es lobuna cuando sus palmas encuentran mis caderas. Dejo escapar un chillido cuando él me levanta sobre el mostrador. —¿Está debajo de esto? —pregunta mientras su palma se desliza por mi espalda baja. El borde de su dedo pasa por debajo de la banda de mis pantalones cortos. No puedo respirar Estoy completamente atrapada en su voz y tacto. —No. Su mirada se levanta a la mía y luego se fija en mi boca. La forma en que sus fosas nasales se ensanchan como si fuera un toro a punto de arar a través de su objetivo me hace tener dificultades para respirar. Separo mis labios y aspiro más aire para no desmayarme. —¿Qué hay de aquí? —Sus palmas se aplanan sobre la parte superior de mis muslos y luego las pasa por mi carne hasta que las puntas de sus dedos desaparecen bajo el dobladillo de mis pantalones cortos. Esta vez, ni siquiera puedo formar la palabra. Simplemente sacudo mi cabeza en negativa. Se inclina hacia adelante y sus labios rozan mi oreja. —¿Cuándo creciste, Kiddo? El apodo es un asesino del estado de ánimo y no puedo dejar de mirarlo. Gran error. Mi nariz roza su mejilla y nuestras bocas están tan cerca que puedo sentir su aliento caliente en mis labios. —Me gusta cuando me llamas Kelsey —susurro, mi corazón latiendo en mi pecho. —Está bien, Kiddo —desafía, el humor en su voz—. Lo que quieras. Voy a empujar su pecho, pero él me engancha las dos muñecas y luego las sujeta en mi regazo con una mano. Estoy a punto de arder por la forma en que me está tocando. Todas las fantasías que he tenido de él están en la vanguardia de mi mente, como en una película triple X. Mis bragas están húmedas y me avergüenza ese hecho. ¿Y si él las saca y descubre esto? ¿Se reirá de mí? Oh, ¿a quién estoy engañando? Él no va a quitarme las bragas. Casi gruño de frustración, pero luego sus dedos están pasando por mi sujetador deportivo. Mis pezones se endurecen en anticipación.

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—¿Aquí? —Sus ojos, que ahora están ardiendo con fuego, se encuentran con los míos mientras su pulgar roza la parte inferior de mi pecho. —S… sí. Gruñe El mejor amigo de mi papá me gruñe como si fuera un animal. Las imágenes de él que me acosan tienen otro gemido escapando de mis labios. Quiero que me rompa con sus dientes. —¿Me vas a mostrar? —se queja. Su tono indicaría que está enojado conmigo, pero la severidad de su mirada indica lo contrario. El hambre pura está en la cara de este hombre. Hambre por mi. No lo estoy imaginando. —Pensé que querías encontrarlo —pronuncio, un indicio de desafío en mi voz. Sonríe mientras su pulgar se hunde en la parte inferior de mi sujetador. Luego, con un tirón no tan suave, me saca el sujetador. Mis tetas son una pequeña C en el mejor de los casos y salen como dos pequeños castores ansiosos. —Jódeme —susurra. Al principio creo que es una invitación, pero luego me doy cuenta de que solo está admirando mi tatuaje. —¿Te gusta? No puedo evitar arrastrar mi mirada sobre su colorido y duro pecho antes de encontrar su mirada. —Un par de cerezas —murmura—. Apuesto a que saben dulce. Antes de que pueda registrar lo que está pasando, sus suaves labios presionan un beso en mi pequeño tatuaje de cereza en mi seno. Cuando su lengua me roza, suelto un grito de sorpresa. Succiona la carne allí un momento antes de girar la cabeza y lengua hacia mi pezón. Dejo escapar un sonido ahogado, necesitado. Sus dientes se enganchan en mi sensible pezón y lo muerde suavemente. Estoy tan excitada que casi me vengo con un toque tan simple. Él chupa todo el capullo en su boca y yo grito de placer. Mis muñecas hace mucho que se han liberado de su agarre. Con avidez me aferro a su cabello demasiado grande. —Eres dulce —murmura contra mi carne—. Como sabia que serias. Gimo y engancho mis piernas alrededor de su cintura para acercarlo más a mí. —Apuesto a que eres aún más dulce aquí —dice tan bajo que casi no oigo. Su dedo se frota contra mi sexo causándome una sacudida de placer— . ¿Lo eres, Kelsey?

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—No... no lo sé —me ahogo. Su dedo empuja contra la tela. Si él lo mantiene, mojaré a través de mis bragas hasta los pantalones cortos. ¡Qué embarazoso! Pero toda la vergüenza vuela por la ventana cuando comienza a besarme por el estómago hacia pantalones cortos. Su boca encuentra mi sexo palpitante sobre mi ropa y me besa allí. Habla sobre mis pantalones cortos y me hace cosquillas con su cálido aliento. Grito cuando muerde mis labios a través de la ropa. Cuando escucho que la puerta de entrada se cierra de golpe, grito. Nunca había visto a Brandt moverse tan rápido. Se levanta de golpe, tira mi sostén sobre mis tetas y se acerca a su sudadera. Todavía lo estoy mirando en un estado febril cuando él rápidamente se la vuelve a poner. Justo cuando él toma su sándwich, papá entra usando su uniforme completo. —Llegas temprano a casa —grito. Brandt me guiña un ojo antes de abrazar a mi papá. Logro cerrar mis piernas y saltar del mostrador cuando terminan. Papá me abraza y me pregunto si puede decir que su mejor amigo estaba a punto de hacerme venir. —Te ves cansada, princesa —dice papá mientras me inspecciona—. ¿El entrenador Judy te entrenó demasiado duro hoy? Brandt me mira mientras mastica su sándwich detrás de papá. Simplemente asiento y trato de no hacer contacto visual con mi padre. —Me tomé el resto del día libre —nos dice papá a los dos con una sonrisa radiante. Amo a mi papá, pero ahora mismo es un bloqueador de pollas. —Genial —gorjeo. Se vuelve y mira a Brandt. —¿Vamos a salir esta noche? Brandt aprieta la mandíbula y se encoge de hombros. —Esperaba que pudiéramos quedarnos. Mantenlo en secreto. Además, los extrañé, chicos. Papá asiente su aprobación. —Pizza y cerveza será. Voy a ir a cambiarme. Kool-Aid para ti, princesa. —papá se burla de mí mientras se aleja de la habitación. En el momento en que se ha ido, Brandt se acerca a mí. Agarra mi mandíbula con sus dedos y levanta mi cabeza. Nuestros ojos se bloquean por un momento caliente antes de que él lleve sus labios a mi oído. —No he terminado contigo, Kiddo.

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2 —¿T

ienes frío, princesa? —pregunta papá cuando regresa a la habitación con dos cervezas en la mano. Yo reprimo un escalofrío. Mis nervios están en llamas. Definitivamente no hace frío. Pero aquí estoy temblando como una hoja porque estoy abrumada por el deseo del hombre que está sentado en el otro extremo del sofá. —Agarraré una manta del armario —le dice Brandt mientras se levanta y pone la cerveza que papá le dio en la mesa. No puedo evitar dejar que mi mirada vague por su esculpido trasero mientras se estira. Todavía lleva la misma ropa de antes. Por suerte, encontré tiempo para darme una ducha rápida y cambiarme a algo más atractivo. Papá apaga la luz del techo antes de acomodarse en su sillón reclinable y luego gira para mirar el televisor. —Si esta película no comienza a volar mierda, no puedo prometer que llegaré hasta el final. Me rio de mi tonto padre, pero el humor se disipa cuando Brandt regresa con una sonrisa ardiente en su rostro. Retorciéndome sobre el cojín, trato de no dejarle ver cuánto va debajo de mi piel. Sus palabras de más temprano todavía bailan alrededor de mi cabeza. No he terminado contigo, Kiddo. Casi me vine con esa declaración. Es como si mis fantasías hubieran comenzado a respirar y cobrar vida. No estoy segura de qué ha cambiado. Para mí, Brandt es el mismo. Tan guapo como siempre. Los tatuajes y las gafas son un buen toque, pero sigue siendo el mejor amigo de mi padre. Quizás soy yo. Brandt atrapa mi mirada mientras me cubre con la manta. Se sienta en el sofá, pero esta vez se sienta más cerca del centro. Su cercanía parece incendiar mi alma. Cuando empiezo a moverme de nuevo, su mano se desliza debajo de las sábanas y agarra mi tobillo. —Relájate —me dice entre dientes. La película comienza de nuevo, pero Brandt no suelta mi pie. En su lugar, lo arrastra sobre su muslo. Mi talón presiona contra su dura erección y mis ojos se salen de mi cabeza. Estoy tensa como el infierno, pero él comienza a masajearme el pie de una manera suave que me tranquiliza.

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Todavía no puedo envolver mi cabeza alrededor del tamaño de su polla que sobresale en sus jeans. La única acción que he tenido es con el hermano de mi amiga Mandy, Kellan. Pasé la noche un par de veces cuando él estaba en casa de visita de la universidad y dejé que me tocara. Sus dedos eran gruesos, pero nada como lo que Brandt está guardando en sus jeans. —Esta película es estúpida —gruñe papá—. Esas ni siquiera son armas reales. Sin mencionar que no están sosteniendo bien sus armas. Brandt se ríe. —¿No dijimos la última vez que vimos un programa de policías contigo, Rick, que no volveríamos a hacer eso por esta misma razón? Resoplo de acuerdo. —Sí papá. Hablaste a través del último. —Lo que sea —gruñe papá en respuesta—. Saben que tengo razón. A medida que la película continúa, el inocente masaje de pies de Brandt pronto se convierte en un masaje de tobillo y pantorrilla. Ni siquiera lo está ocultando mientras amasa mi suave carne. Papá está demasiado concentrado en la película de “mierda” para darse cuenta. Cuando las yemas de los dedos de Brandt pasan de mi rodilla al muslo, suelto un grito ahogado y sacudo mi mirada para encontrarlo mirándome a mí y no a la película. Estoy fuera de mi alcance y no puedo decir si estoy agradecida o molesta. —Siempre mantienes esta casa como una puta caja de hielo —se queja Brandt de mi padre mientras roba parte de la manta para cubrir su regazo. Papá lo descarta, pero sus ojos están pegados a la televisión. Brandt agarra mis tobillos y me acerca más a él. Mi cabeza cae contra el reposabrazos y la parte inferior de mis pantorrillas descansan en su regazo. Sus ardientes ojos verdes se encuentran con los míos y me da una sonrisa satisfecha. Empiezo a rodar mis ojos hacia él, pero luego su palma está en mi muslo, acariciando suavemente la carne allí. Los pantalones cortos que me puse después de mi ducha son sueltos. Cuando los agarré, no pensé más allá del confort. Ahora estoy pensando que también podrían ser prácticos. Cuando papá se recuesta en su sillón reclinable y saca el reposapiés, sé que ya está aburrido con la película. Estará dormido en cuestión de minutos. Todavía sigo mirando hacia él cuando siento que un dedo roza mi sexo sobre mis pantalones cortos. Se me escapa un sonido confuso y le ruego a Brandt que no vuelva a hacer eso. Simplemente me lanza una sonrisa infantil antes de deslizar un dedo debajo del suave algodón. Mis bragas son de encaje y sin duda están empapadas en este punto. Su dedo prueba la resistencia del material mientras lo desliza hacia arriba y hacia abajo a lo largo de mi grieta. Vuelvo a inquietarme. ¿Qué pasa si papá ve lo que estamos haciendo?

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¿Le golpearía el trasero a Brandt? ¿Me golpearía el trasero? Imagino la cara de papá roja y furiosa, hasta que Brandt empuja el encaje hacia un lado y mete la punta de su dedo dentro de mi abertura. Estoy mojada por él. Lo sé porque su dedo se desliza fácilmente más profundo dentro de mí. Cuando lo miro por casualidad, él me está mirando fijamente. El buen tipo de mirada fija. —Abre las piernas —murmura lo suficientemente bajo como para que lo escuche, pero no lo suficientemente fuerte para oírse sobre la explosión de la película. Dejo escapar un jadeo, pero separo mis muslos. Su dedo se empuja por completo dentro de mí haciendo que mi espalda se levante del sofá. Nunca en un millón de años me hubiera imaginado cuando me desperté esta mañana, que por la noche, tendría el dedo del mejor amigo de mi padre metido dentro de mí. Me estoy adaptando a tenerlo allí cuando su pulgar presiona contra mi clítoris. Dejo escapar un sonido ahogado. Un destello de advertencia parpadea en los ojos verdes de Brandt, una mirada que dice: Cállate, Kiddo. Me muerdo el labio inferior y asiento con la cabeza. Me da masajes con su pulgar de una manera encantadora que tiene todo mi cuerpo en llamas. Cuando Kellan me tocó con los dedos mientras nos besábamos, nunca me hizo venir. Me vine varias veces por mi cuenta, pero nada se compara con la forma en que Brandt me está haciendo sentir. Se siente como si me estuviera empujando más y más cerca del borde del acantilado. —Imágenes generadas por computadora —gruñe papá. Grito de sorpresa. Pensé que estaba dormido. Brandt ralentiza su movimiento pero no se detiene. —Deja de hablar. —Brandt finge quejarse—. Estás arruinando la película. Una vez más, papá se queja. —Es IGC, sin embargo. Eso no es real. Los movimientos de Brandt se aceleran y mis músculos comienzan a tensarse. Desliza otro dedo en mi interior. Me gusta cómo se estira mi cuerpo para acomodarlo. Sus dedos parecen curvarse dentro de mí y tocar un lugar que me hace sacudir de placer. Me quema con una mirada acalorada mientras continúa su asalto a mi sexo con mi papá sentado allí cerca de nosotros. Solo toma unos minutos más antes de que esté sofocando un gemido. Todo mi cuerpo se estremece cuando un delicioso orgasmo explota a través de mí. Sus dedos no dejan de moverse hasta que estoy completamente relajada. Luego, los saca de mí y saca su mano de debajo de la manta.

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Observo con una mezcla de horror y fascinación cuando él lleva sus dedos a su nariz e inhala. —Mmm, me encanta esta parte —dice en voz alta mientras se chupa los dos dedos a la vez. Casi me vengo de nuevo, solo por verlo saborearme de una manera tan erótica. —Esta parte es floja —se queja papá desde su silla. Brandt me guiña un ojo antes de que sus manos vuelvan a vagar bajo la manta. Lo miro en shock cuando él comienza a bajar los pantalones cortos y las bragas por mis muslos. Su ceja negra se levanta en desafío, como si quisiera desafiarme a decir que no. Así que me encuentro con su mirada acalorada y asiento. Esto me gana un gruñido silencioso. Sonrío de satisfacción por haber ganado esa ronda hasta que sus dedos vuelven a molestarme. Esta vez, me siento vulnerable y expuesta a pesar de la manta que me cubre. —¿Quieres traernos otra ronda, princesa? —pregunta papá y agita su botella vacía hacia mí. Me paralizo de horror. Brandt se ríe y le da a mi clítoris un pequeño pellizco. —Lo tengo, Rick. Estaba a punto de ir al baño. Papá asiente, aparentemente sin darse cuenta de que algo está pasando entre Brandt y yo, y vuelve a la película. —Quédate —me dice Brandt antes de salir de debajo de la manta. Desaparece de la sala de estar. —Deberíamos haber visto la película de chicas —gruñe papá. —Entonces cámbiala —ofrezco con una risa. Brandt reaparece con una cerveza para papá y un vaso de agua helada. Cuando me lo da, frunzo el ceño confundida. —Pensé que podrías tener la garganta seca. Lo miro con furia y le echo una mirada furtiva a papá, pero él todavía está en la película, a pesar de quejarse todo el tiempo, para notarlo. Una vez que Brandt se vuelve a colocar debajo de la manta, incluso más cerca que antes, mi culo desnudo está presionado contra el costado de su muslo, me da una sonrisa maliciosa. Se acerca y roba un pedazo de hielo de mi vaso. Dos segundos después, casi grito en el momento en que algo frío toca mi muslo interno. Brandt finge estar viendo la película mientras arrastra la humedad helada a lo largo de mi piel. Nunca toca mi sexo con eso, solo se burla de otras partes de mí, como mis muslos y mi ombligo. Estoy tan caliente que el cubo de hielo se derrite bastante rápido. Cuando no queda

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mucho, se burla de mi clítoris por un breve segundo. Luego, lleva el cubo de hielo casi derretido a sus labios. Lo miro boquiabierta mientras lo chupa. Me guiña un ojo mientras lo mastica. Estoy tan completamente excitada que si papá no estuviera allí, me subiría al regazo de Brandt y le rogaría que me follara. En cambio, observo, con mi corazón latiendo rápidamente, mientras recupera otro cubo de hielo. Esta vez, se burla de mi clítoris con él por un segundo antes de arrastrarlo hasta mi apertura. Gimo cuando él comienza a follarme con el pedazo de hielo. Lento y tortuoso. No lo hace por mucho tiempo antes de que también se ponga este pedazo en la boca. Nuestros ojos se encuentran mientras mastica el hielo. —Tan jodidamente deliciosa —me dice. —Sí —está de acuerdo papá—. Es una nueva importación que tenían en la tienda de licores. A mí también me gusta. Brandt sonríe mientras me sonrojo. Cuando busca más hielo, pongo el vaso sobre la alfombra fuera de su alcance. Me mira fijamente. Solo una mirada y me ha reducido a un montón de deseos sin valor. —Mala chica —me dice entre dientes. Me muerdo el labio inferior mientras espero su próxima forma de placer. Pero todo lo que hace es molestarme durante la siguiente media hora. No más orgasmos. Él ni siquiera mira hacia donde estoy. Estaría decepcionada, excepto que él nunca deja de tocarme. Sus dedos se frotan en mí y exploran cualquier carne accesible. Incluso me folla con los dedos un par de veces, pero no lo suficiente como para hacerme venir. Me estoy volviendo loca de necesidad. Uno de los fuertes ronquidos de papá me saca de mi aturdimiento y frunzo el ceño. Brandt se ríe en voz baja. —Finalmente. Muevo mis ojos para encontrarme con su acalorada mirada. —¿Y ahora qué? —Estoy sin aliento y en llamas. —Ahora te quitas la blusa —me dice, su voz ronca—. Muéstrame tus lindas tetas, Kiddo. Sacudiendo mi cabeza hacia mi papá, estoy agradecida de saber que todavía está roncando. Me incorporo y me quito la blusa como exigió Brandt. No llevo sujetador debajo. Sus ojos caen a mis pechos. El hambre destella en sus brillantes ojos verdes. —Tan jodidamente caliente —elogia—. Ven acá. Sigue completamente vestido y estoy completamente desnuda. Me alegra que tenga cuidado de cubrirme los hombros con la manta mientras

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me tira en su regazo. Me siento a horcajadas sobre sus muslos y lo miro con una mirada inquisitiva. —¿Te gusta esto? Agarra mis caderas y me acerca más para que mi sexo se apoye en su polla tensa. —Así —murmura. Su mirada viaja por mi frente—. Dios, eres tan jodidamente perfecta. No puedo evitar sonreír ante sus palabras. Durante tanto tiempo he fantaseado con algo como esto. Pero esto es mejor que la fantasía. Esto es real. —Esta noche —murmura mientras sus labios encuentran mi cuello y me acerca—. Esta noche voy a hundir mi polla en tu coño apretado, Kiddo. ¿Qué piensas sobre eso? Una vez más, ruedo una mirada para asegurarme de que papá no esté despierto. Gracias a Dios que no lo esta. —Quiero eso —le digo, con mis dedos tentativamente tocando su firme pecho a través de su camisa. —Te voy a follar en la cama. ¿Todavía tienes esa bonita colcha rosa que te compré hace unos años? —Sus dientes tiran de la carne de mi cuello contra mi oreja. Me vuelve loca y me muevo contra su polla endurecida. —Sííí. —Bien —murmura. Su mano cubre mi pecho y su pulgar roza mi pezón—. Voy a venirme por todo tu sexy estómago y esos pezones. ¿Quieres que ensucie todo lo que tienes y a ti? Trago y asiento. —Sí. —Vas a gritar. Mi polla es mucho más grande que mis dedos —me dice con aire de suficiencia. Mis labios se curvan en una sonrisa. —Papá te matará si te encuentra follando a su única hija. Me mira y, por un momento, el miedo destella en sus ojos. Pero entonces su mirada se oscurece. —Solo tendré que atragantarte, Kiddo. —¿Q… qué? Su sonrisa es perversamente positiva cuando se inclina hacia adelante y muerde juguetonamente mi pecho. —Me oíste.

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Aprieto mi nariz hacia él. —No creo que me guste eso. Arquea una ceja hacia mí. —¿Quieres apostar? Cuando frunzo el ceño, él se mete debajo de la manta hasta que saca mis bragas de encaje. Abro la boca para preguntarle qué planea hacer con ellas cuando empieza a meterlas en mi boca. Mis ojos se abren pero él me distrae con sus dedos entre mis piernas. El material amortigua mi gemido. La comprensión me invade y me muevo contra su mano, insistiéndole. —Voy a hacerte venir una vez más, Kelsey —gruñe—. Y luego quiero que te acuestes como una buena chica. —Su mirada se oscurece—. Te quiero desnuda y esperando. —Se inclina hacia delante y tira de mis bragas en mi boca con sus dientes hasta que se deslizan y caen entre nosotros—. Voy a poner mi gorda polla dentro de ti y te haré mía. Me vengo por lo que parece ser la millonésima vez hoy y me pregunto cuánto más placer puede obtener de mí. Algo me dice que solo hemos arañado la superficie.

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an pasado dos horas. Lo sé porque he mirado el reloj de mi mesita de noche durante cada segundo de esas dos horas. ¿Dónde está? No estoy segura de si se quedó dormido o tal vez cambió de opinión. De cualquier manera, estoy decepcionada. Esta noche, iba a perder mi virginidad con el hombre más caliente que he visto en mi vida. Y ahora… Soy la misma Kelsey. Virgen. Frustrada sexualmente. Sola. Empiezo a dejarme llevar, un dolor solitario en la boca de mi barriga, cuando lo escucho. Creaaaaak. Mi habitación está oscura, aparte del brillo rojo de la alarma. Entrecierro los ojos a las sombras, pero no veo a nadie. Pero sí escucho pasos suaves en la alfombra. Cuando una figura está al lado de mi cama, sé que es Brandt. La luz roja ilumina su pecho esculpido decorado con tatuajes y me recuerda a un demonio enviado a corromperme. Una sonrisa desviada tira de mis labios. —Pensé que nunca vendrías —susurro. Se ríe. —Tenía que asegurarme de que Rick se fuera a la cama. Luego, me puse al día con algunos correos electrónicos de trabajo mientras esperaba a que se volviera a dormir. No quería que nos atraparan, Kiddo. Mi carne se calienta con sus palabras. —Está bien. —Dios. No tengo otras palabras en mi vocabulario—. Quiero decir... me alegro de que finalmente estés aquí. —Me estremezco porque no tengo ningún juego en absoluto. Desaparece de nuevo en la oscuridad de mi habitación y me pregunto a dónde se ha ido. Pero luego siento que la cama se hunde a mi lado. Las cubiertas se levantan y luego un cuerpo caliente y duro presiona contra mí. Desnudo. Fuerte.

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Poderoso. Me jala para que yo esté acurrucada con mi espalda contra su pecho perfecto. Su polla, gorda como él dijo, se desliza a lo largo de la grieta de mi trasero enviando escalofríos corriendo por mi columna vertebral. —¿Cuándo creciste para ser un puto knockout, Kiddo? —murmura contra el lóbulo de mi oreja, su cálido aliento me hace cosquillas—. Vine aquí esperando ver a la hija de mi mejor amigo, una niña linda, como siempre. No esto. —Su palma aprieta mi pecho—. No un maldito cuerpo perfecto. No es una broma. Una tentación de proporciones épicas. —Me pellizca el pezón y me retuerzo contra él—. Dios mío, eres tan sensible. Podría pasar horas probando tu dulce y flexible cuerpo. Quiero sacar tanto placer de ti que te desmayes en mi polla, hermosa. Sus palabras me vuelven loca. Quiero que él haga todas esas cosas. Me muero por aprender todo lo que tiene que enseñar. —¿Por qué yo? —cuestiono cuando encuentro mi voz—. ¿Por qué no una chica del bar o alguien de tu edad? Gruñe y me muerde el hombro. —No todos los días me regalan un ángel para profanarlo. Y nena — murmura mientras empuja su polla contra mí—, voy a jodidamente profanarte. Gimo cuando su mano viaja al sur. Me estoy preparando para otra sesión épica de follar con los dedos, pero él se desliza hacia abajo junto con eso, arrastrando las mantas con él. Me empuja de espaldas y se aferra a mis rodillas. —Quiero que extiendas tus piernas para que pueda saborear tu dulce coño, Kelsey —dice entre dientes. Estoy tan excitada por sus palabras que separo mis muslos con un poco de entusiasmo. Su risa es suave, pero de repente me avergüenzo. —Dios, eres tan jodidamente linda —murmura. Empiezo a relajarme hasta que su cálido aliento le hace cosquillas a mi sexo. Todo mi cuerpo se ondula con necesidad. —¿Dolerá? —me ahogo. ¿Dolerá? Oh. Mi. Dios. Mátame ahora. Pero él no se ríe de mí ni se burla de mi inexperiencia. Demonios, ni siquiera me responde. Simplemente arrastra su gruesa lengua caliente a lo largo de mi hendidura húmeda, haciéndome cosquillas con la barba en su cara a lo largo del camino. El cuarto oscuro parece explotar de color cuando el placer intenso me abruma. Su lengua es absolutamente mágica, ya que se mueve hacia arriba y hacia abajo, me prueba con un ritmo que no sabía que una lengua fuera

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capaz de hacer. Pero al igual que cualquier otro músculo en su cuerpo cincelado, me domina con él. Me retuerzo y muevo, pero me las arreglo para mantener mi gemido en silencio. No es hasta que me muerde, el loco me muerde, que salto por encima del borde de la dicha y grito. Succiona mi clítoris dolorido, lo que envía una sacudida de deseo pulsando a través de mí antes de que lentamente empiece a besar su camino por mi cuerpo. Aquí está. Hora de la función. Estoy a punto de perder mi inocencia con alguien a quien he conocido toda mi vida. De alguna manera, eso no parece tan aterrador. Si hubiera sido Kellan o uno de los chicos de la escuela, creo que estaría mucho más nerviosa. Pero este es Brandt. Bueno el tío Brandt. —Estoy lista —murmuro mientras envuelvo mis piernas alrededor de sus caderas—. Hazme el amor. Su nariz acaricia contra la mía y puedo sentir su sonrisa en la oscuridad. —Baja la velocidad, Kiddo. Ni siquiera he besado tus labios de puchero todavía. Seré condenado si me tomo otro minuto sin hacer eso. Y luego sus labios llenos de exigencia se presionan contra los míos. Su beso no es inseguro como mi último novio y ciertamente no es demasiado necesitado, como la forma en que Kellan me besó. El beso de Brandt me consume. Parece devorarme de una manera que me hace sentir deseada, hermosa y digna de un hombre como él. Su gruesa polla se desliza contra mi clítoris enviando escalofríos de intenso placer a través de mí. Dejo escapar un gemido que él apaga con su beso. Su lengua baila con la mía de una manera tan erótica que estoy segura de que estoy empapando mi cama de la forma en que goteo para él. —Te deseo —le ruego, mis dedos enredados en su cabello desordenado—. Te necesito dentro de mí. Quiero que seas mi primero. Su gruñido es fuerte y temo que papá pueda oír. No está nada preocupado mientras se desliza hacia arriba y hacia abajo a lo largo de mi clítoris. —¿Tu primera vez, Kiddo? —No tengo miedo —le digo con valentía. Me besa con fuerza hasta que ambos estamos sin aliento. Luego, se aleja y acuna mi cara con la palma de la mano. Su frente descansa contra la mía y su cálida respiración me hace cosquillas. —Eres un maldito regalo, Kelsey. No sé lo que hice para merecerte.

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Le sonrío en la oscuridad. Ojalá pudiera ver sus brillantes ojos verdes. Quiero ver el borde afilado de su mandíbula y el poco vello facial en su rostro perfecto. —Me alegra que seas tú. Presiona un suave beso en mis labios y luego se aleja. Frunzo el ceño en confusión. —No te preocupes —dice con una risita cuando hago un sonido de molestia—. Solo estoy agarrando el condón que traje conmigo. Condón. Oh. Gracias a Dios, él está aquí para ser el adulto responsable, porque le hubiera dejado que solo me hiciera el amor. El rasgueo de un envoltorio de condón envía una porción de conciencia a través de mi. Me pongo rígida y espero incómodamente. ¿Y si duele? ¿Qué pasa si no soy buena en el sexo? ¿Qué pasa si para él es como golpear un cadáver, en comparación con todas esas chicas calientes? —Deja de pensar tanto, Kiddo —se burla mientras se sube a la cama. Se acomoda entre mis piernas y su boca está de vuelta en la mía. Estoy mareada por su poderoso beso. Todos los pensamientos aprensivos se han ido. Solo queda uno. Necesito a Brandt Williams dentro de mí o moriré. —Por favor —le suplico, con las uñas clavadas en sus hombros—. Por favor… La cabeza de su polla se frota contra mi entrada y dejo escapar un gemido. ¡Me está molestando a propósito! —Kelsey, nena —silba entre dientes—. Por mucho que quiera ir despacio contigo y hacer que esta mierda sea perfecta, no sé si puedo. Creo que tu dulce y pequeño cuerpo está listo para follar. Eres una niña grande y a las niñas grandes se les folla duro. Gimo y asiento. —Sí... fóllame. —Esto va a doler. —Todavía estoy concentrada en la forma lamentable en que dice sus palabras cuando se conduce con fuerza dentro de mí. El dolor me abrasa y las lágrimas ruedan instantáneamente por mis sienes. Abro la boca para soltar un sollozo, pero su palma cubre mi boca—. Shhhh —arrulla, su cuerpo extremadamente quieto—. Lo peor ya pasó. Sollozo pero no me muevo. Él desliza su mano y la reemplaza con su boca. Su lengua se desliza contra la mía de una manera suave, como si

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estuviera tratando de alejar el dolor que me causó. Me distrae del fuego espeso que parece me ha empalado. Y pronto, quiero sentirlo moviéndose dentro de mí. Incluso si duele. Solo quiero sentir todo eso. —Estoy bien —le digo, mi voz temblorosa. —Estás más que bien —dice contra mis labios—. Eres tan malditamente perfecta que me vuelve loco. —Sus caderas se mueven contra mí y me quejo—. Voy a tener que hacer esto, pequeña —murmura, bajando la voz mientras vuelve a cubrirme la boca con la palma de la mano. Y también es algo bueno porque tan pronto como empuja con fuerza, intento gritar. Su mano mantiene mis ruidos apagados. Todo lo que puedo hacer es aferrarme a él mientras él entra y sale de mí. La forma en que me tocó antes no tiene nada que ver con lo que se siente al tener cada centímetro de su grosor extendiéndome hasta mis límites. Duele y arde, pero también me hace sentir conectada y completa. Como si hubiera sido un montón de piezas rotas de mí misma antes, pero luego vino y las fusionó todas juntas. —Quiero hacerte venir, Kelsey, pero voy a necesitar mi mano para hacerlo. ¿Puedes estar callada para mí? —pregunta con esa voz sexy y ronca de él. Asiento y él inmediatamente me libera. Su mano se desliza entre nosotros hasta donde encuentra mi clítoris. Estoy dolorida, herida y sensible. Pero tan pronto como me toca, me estoy retorciendo de nuevo con la necesidad de tener un orgasmo. Brandt me marea y me confunde. Todo esto parece un sueño sexy. Seguramente esto no es la vida real. Me muerde el cuello y el dolor me abrasa por un lado de la garganta. Eso, combinado con el delicioso asalto de sus dedos sobre mi clítoris y la forma en que está enterrado hasta la empuñadura dentro de mí, casi me hace perder el conocimiento. Esto es la vida real. El mejor amigo de mi papá está dentro de mí. Reclamándome como suya. —Joder, estás malditamente apretada —gruñe contra mi oído—. Voy a venirme en cualquier momento, como un adolescente. Tira de mi clítoris y me envía a toda velocidad por el borde. Grito a pesar de mi promesa de no hacerlo. Todo mi cuerpo se convulsiona como si estuviera poseído. Hace que mi sexo se apriete a su alrededor. Deja escapar un largo gruñido y juro que su polla duplica su tamaño dentro de mí. Siento que mi corazón va a martillar fuera de mi pecho. —Gracias —murmura contra mi oído. Su peso me aplasta, pero me ahogaría bajo él si eso significara que mis últimos momentos fueron pasados con él—. No te puedo decir lo que esta mierda significa para mi. Sonrío en la oscuridad —Sobreviví. Se ríe.

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—Se pone mejor cada vez. Lo prometo, Kiddo. Brandt saca su polla suave y luego se baja de la cama. Un escalofrío me ondula por la pérdida de él. Rápidamente, agarro mi edredón y lo arrastro sobre mi cuerpo. La luz de mi baño se vierte en el dormitorio mientras él se ocupa del condón y escucho el inodoro. Estoy mirando la puerta del baño que está abierta cuando la puerta de mi habitación se abre. —¿Princesa? La luz del dormitorio me ciega en el momento en que papá enciende la luz. ¡Mierda! Hemos sido atrapados. Mis ojos comienzan a arder con lágrimas porque sé que mi padre se volverá loco por esto. —Recibí una llamada. Algo grande está pasando y necesitan todas las manos en la cubierta. Uso de drogas por menores de edad y posiblemente prostitución —me dice, con las cejas juntas como si estuviera herido por ese pensamiento—. Solo quería hacerte saber antes de irme. Pensé que te había escuchado en el baño. Asiento y rechino una respuesta. —Está bien, papá. Ten cuidado. Se acerca a la cama y me despeina el cabello. —Sabes que odio tener que dejarte en mitad de la noche. Al menos Brandt está aquí. Despiértalo si necesitas algo. —Sí —digo con voz ronca y trato de no estremecerme por el hecho de que papá está acariciando mi cabello completamente despistado de que estoy desnuda debajo de mi manta. Se inclina hacia delante y besa mi frente. —Buenas noches, princesa. Aguanto la respiración mientras él se dirige a la puerta. Pero antes de que llegue allí, se dirige al baño. —Dejaste la luz encendida ahí adentro —me dice mientras se empuja por la puerta. No puedo dejar de mirar por encima de él. Estoy confundida cuando no veo a Brandt allí. Papá apaga la luz y luego oscurece mi habitación antes de salir. La casa está completamente en silencio hasta que escucho que la puerta principal se cierra de golpe, seguida del ruido de la patrulla de papá antes de que se aleje. Saliendo de la cama, voy a cazar a Brandt y no puedo evitar hacer una mueca de dolor desde donde casi me partió en dos ni diez minutos antes. Me meto en el baño oscuro.

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—¿Brandt? El rasguño de los anillos en la cortina de la ducha a lo largo del poste me hace temblar. Suena casi aterrador, pero pronto un cuerpo duro y caliente se envuelve alrededor del mío desde atrás. —¿Y ahora qué? —cuestiono con una sonrisa, aún deseando poder ver su hermoso rostro. Su palma se desliza alrededor de mi garganta y gruñe. —Ahora puedo hacerte gritar, Kiddo.

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4 R

esulta que gritar realmente significaba dormir. Brandt Williams me agotó como ningún otro entrenamiento ha hecho antes. Soy una atleta. Pero la versión de ejercicio de Brandt es del tipo que también afecta a tu alma. Mi teléfono vibra en mi mesita de noche mientras miro fijamente la ropa que escogió para que me pusiera hoy. Un vestido de color claro y ropa interior de color amarillo pálido. No hemos vuelto a tener relaciones, aunque esta mañana me comió mientras estaba en la ducha. Casi me derrumbé de placer. Está causando estragos en mi cuerpo y en mi mente. ¿Qué pasa después de que vuelva a trabajar el lunes? Ninguno de los dos hemos hablado de ello. Sin embargo, sé que soy más que solo una aventura de una noche, porque gruñó sus promesas de follarme más tarde. Todo sobre mí se siente diferente. Estoy dolorida de una manera deliciosa, pero sobre todo me siento adulta. Adecuada. Suficiente para un hombre como Brandt. Estoy sonriendo mientras me visto. Me tomo mi tiempo para maquillarme y alisar mis mechones oscuros en trenzas sedosas. Quiero que Brandt pase sus dedos por ellas. Se había ido temprano para hacer un pequeño trabajo. Por mucho que disfruto de su toque, necesitaba un momento para ponerme en tierra. Un momento para pensar. Reviso mis mensajes de texto y frunzo el ceño al ver que es Mandy. Mandy: Kellan y su amigo de la universidad están aquí. Sé que te gusta ver a Kellan. Nos han invitado a salir con ellos. ¡Por favor ven! Necesito a mi compañera para apoyo moral. Puedes distraer a mi hermano y yo puedo deshacerme de Mikey. Frunzo el ceño porque lo último que quiero hacer es ser la compañera de Mandy mientras Kellan intenta meterme un dedo en el asiento trasero de su auto. Antes era divertido. ¿Pero ahora? Ahora, sé que mi cuerpo requiere un tipo diferente de manejo. Necesito el toque experto. Un toque experimentado. Yo: Tendré que preguntarle a papá. Ella responde de inmediato. Mandy: Rick me ama. Él dirá que sí.

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En un momento, solía regañarla sobre cómo ella coqueteaba descaradamente con mi papá. Ahora me siento como una hipócrita porque me estoy acostando con su mejor amigo. Yo: Ya veremos. Tenemos compañía. Pero sé que ella tiene razón. Papá me dejara ir. A pesar de ser el sheriff de nuestra ciudad, confía en mí. Y él debería... cuando yo esté fuera de su casa. Debería preocuparse por lo que está pasando bajo su techo. Abandono mi teléfono en mi mesita de noche y salgo de mi habitación en una misión para encontrar a Brandt. Cuando entro a la cocina, salto al ver a papá de pie junto a la cafetera. Sus dos palmas están en el borde del mostrador y su cabeza está inclinada hacia adelante. A veces su trabajo realmente le llega. —¿Estás bien, papá? —pregunto mientras camino detrás de él para abrazarlo. Papá es alto y sólido como Brandt, pero es diferente cuando abrazas a tu padre. Todo lo que siento es seguridad, fortaleza y el amor que me ondea. Su mejor amigo es otra historia. —Sí —me dice, su voz ronca de emoción—. Es difícil ver a los niños de tu edad meterse en malas situaciones. Tengo suerte de que seas tan inocente y no salgas con las personas equivocadas. Lo libero y se vuelve a mirarme con ojos tristes. —Lamento que hayas tenido una mala noche. Me sonríe, pero no llega a sus ojos. —Yo también. —Luego, sus ojos se desvían detrás de mí. Los pelos en la parte posterior de mi cuello parecen levantarse con conciencia. Brandt, anoche, estaba dentro de mi cuerpo. El pensamiento me tiene sofocando una risita nerviosa. Estoy deseando que él me tome en sus brazos y le muestre a papá que somos algo. ¿Pero somos algo? ¿O es un asunto tórrido que terminara mañana? —Oye, Kiddo —dice Brandt en voz baja, su voz llena de sexo—. ¿Cómo estás esta mañana? —Me atrae para un inocente abrazo lateral, pero la forma en que su palma agarra mi culo es todo menos inocente. —Bien. Sin embargo, papá necesita un abrazo —le digo, mi voz sin aliento—. Mala noche. Me libera y se sirve el café que papá comenzó. —¿Estás bien, hombre? Papá asiente y me mira con tristeza. —Sí, pero salgamos esta noche. Necesito una jodida bebida.

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Brandt se tensa, pero esa es su única noticia de que está decepcionado. Mi corazón, por otro lado, está tronando. —Si eso es lo que necesitas, eso es lo que haremos —le dice Brandt. —¿Estarás bien sola esta noche, princesa? —pregunta papá. Asiento y fuerzo una sonrisa. —Mandy me invitó a ver películas —miento—. Estaré bien. La aguda mirada de Brandt encuentra la mía y casi me derrito cuando me examina. No puedo decir si él sabe que estoy mintiendo o si está buscando el dolor en mi voz. Ambos son tan claros como el día, así que estoy bastante segura de que encontrará lo que está buscando. —Está arreglado —dice papá y me despeina el suave cabello—. Te diviertes con tu amiga y saldremos. Cuando Brandt no discute, reprimo las lágrimas estúpidas y luego me disculpo. *** —¿A dónde vamos? —pregunta Mandy, mientras revienta su chicle. Kellan tiene la parte superior hacia abajo en su Mustang y su largo cabello rubio se arremolina en mi cara. Tengo mi propio cabello retorcido en un agarre mortal para no dejar que todo ese trabajo duro se desperdicie. Mandy es tan salvaje como su cabello, por lo que parece feliz con el viento que nos sopla. Kellan me lanza una sonrisa lobuna y acaricia mi muslo. —A algún lugar donde dejen entrar a los niños. Ruedo mis ojos y miro por la ventana, mis pensamientos regresan a antes. Papá se había demorado toda la tarde. Sé que él y Brandt están muy cerca, pero nunca antes había sido molesto. Papá confía en Brandt para animarlo cuando está triste y eso era un dolor en mi trasero cuando todo lo que quería era que papá durmiera la siesta para poder destruir a su mejor amigo. Nunca sucedió. Observé con disgusto que Brandt y papá se vestían y me dejaban. Brandt no hizo promesas. Solo una mirada de anhelo en sus ojos. —Estás callada esta noche —observa Mandy—. ¿Todo bien? Simulo una sonrisa mientras nos detenemos en el concurrido estacionamiento de un club. —De maravilla.

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Mandy no parece convencida, pero no le doy la oportunidad de probar. Salgo corriendo del auto, sacando mi identificación del sujetador. Las identificaciones falsas que utilizamos no son de la mejor calidad, pero generalmente nos llevan a donde necesitamos ir. Especialmente esta noche. Mandy siempre se viste como una estrella porno. Soy la más conservadora. Sin embargo, esta noche tomé una página de su libro y cambié mi suave vestido amarillo por uno negro ceñido que abraza todas mis curvas. Parecemos mucho mayores que nuestros diecisiete años. Kellan trota a mi lado y toma mi mano. —¿A dónde vas corriendo, Kels? Pensé que me extrañabas. Lo miro y trato de ver lo que vi en él antes. Claro, él es caliente. Alto, apilado de jugar al rugby toda su vida, y los ojos azules más brillantes que he visto en mi vida. Su cabello rubio siempre está despeinado y luce una perpetua sonrisa torcida. Es el chico sexy de al lado. Es su juego el que necesita trabajo. Comparado con el hombre con el que estoy obsesionada, Kellan no es más que un chico ansioso. —Por supuesto —miento—. Solo tuve un largo día. Lista para relajarme. Sus ojos azules me perforan mientras mira mis labios un momento demasiado largo. —Te arruinaremos, nena, y luego te ayudaré a relajarte. Como en los viejos tiempos. Pero nos divertiremos más esta vez. —Sonríe—. Quiero decir, eres el cebo de la cárcel y todo eso, pero todavía te follaría. Valdría la pena el problema. Ummmm, ¿gracias? Al menos no tengo que responderle porque pronto mostramos nuestras identificaciones y luego estamos dentro del edificio ruidoso. El club rebota con personas de todas las edades. Como un crisol de mujeres y hombres medio desnudos con ojos perezosos. Todos se mueven al ritmo. El aire apesta a promesa sexual. Solo desearía que mi hombre estuviera aquí. Ojalá fuera la promesa sexual de él conmigo. —Anímate, Kels —me dice Kellan mientras me da una bebida—. Si esta no es tu escena, podemos irnos. No me importa tener un tiempo a solas contigo. Acepto la bebida y bebo el líquido que arde a medida que baja. —Estoy bien —grito por encima de la música. Después de un par de copas, estoy relajada y sonriente. Kellan me hace bailar. Y si cierro los ojos, casi puedo fingir que es Brandt con su polla presionada contra mí por detrás. Pero no estoy lo suficientemente borracha como para darme cuenta de que la polla detrás de mí no es tan gruesa como la que me estaba golpeando la noche anterior.

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Abro los ojos y dejo que mi mirada se desplace a través de la multitud. Se traban en un par de ojos verdes familiares. Furiosos. Molestos. Celosos. No puedo evitar sonreír. Segura que estoy alucinando ahora. Pero esos ojos se estrechan y el cuerpo que los posee avanza hacia adelante. Mi corazón martillea en mi pecho cuanto más se acerca. —¿Sabe tu papá que estás aquí? —se queja cuando sujeta mi bíceps. —¡Oye, hombre! —ladra Kellan—. ¡Quita tu mano de mi chica! La mirada amenazadora de Brandt encuentra a Kellan. —Ella tiene diecisiete años y su padre es el maldito sheriff. Ella no es nada para ti. —Su mandíbula tiembla y todo su cuerpo parece tensarse como si estuviera a punto de romperse. —Colega. —Kellan retrocede—. Solo somos amigos. Ella es la mejor amiga de mi hermanita. —Y mi mejor amigo es el padre de Kelsey —dice Brandt—. Corre y ve a buscar a alguien de tu edad. La ira brota dentro de mí, pero antes de que pueda decirle a Brandt que está siendo un idiota, me arrastra a través de la multitud. Me arrastra fuera de la pista de baile y por el pasillo. Cuando llega al baño de hombres, empuja a algunas personas que permanecen alrededor de la puerta y tropieza adentro. Es más tranquilo en el baño, pero él no habla hasta que nos tiene dentro de un puesto con la puerta cerrada. —¿Por qué me estás maltratando? —exijo. Todo mi cuerpo tiembla ante su proximidad y la verdad sea dicha, el ceño fruncido en su rostro me excita. Pero él luce lejos de estar encendido. Se ve enojado. —Estabas por ahí siendo descuidada, Kelsey. Ese cabrón te estaba toqueteando y se habría aprovechado de ti. Solo eres una chica inocente — responde. Sus palabras me hieren y mis narices se llenaron de ira. —¿Solo una chica inocente? No tuviste ningún problema aprovechándote de esa chica inocente anoche. —Lamo mis labios y mi corazón salta cuando su mirada cae para ver el movimiento—. Y luego te fuiste a buscar tu habitual basura de bar. No soy nada para ti, Brandt. Pensé que era más. Agarra mi mandíbula y me mira fijamente. —Vete a la mierda, Kelsey —gruñe—. Lo eres todo para mí, maldita sea. Sus labios se estrellan contra los míos en un beso de castigo. Dejo que me ataque con su beso porque es la mejor sensación del mundo. Está enojado conmigo y yo estoy enojada con él. El fuego que arde entre nosotros es caliente, muy caliente, y quiero que me abrase.

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—Quiero azotarte tu perfecto trasero por actuar así esta noche. Quiero follar la locura de tu cabeza —murmura contra mi boca. Gimo y asiento. —Quiero que lo hagas. Por favor. Gruñe. —No sabes lo que quieres. Solo te he dado una probada, Kiddo. Me muero por desatarte y devorarte. —Entonces hazlo y deja de amenazar —desafío, mis ojos se entrecierran cuando se encuentran con los suyos ardientes y verdes. Su control parece romperse porque al siguiente instante, me tuerce y me empuja contra la pared de bloques de cemento. No es amable cuando empuja mi vestido sobre mis caderas. Mis bragas son arrancadas. Alguien afuera del puesto empieza a reírse y la conciencia me invade. Pero cuando miro por encima de mi hombro, Brandt no parece alarmado. ¡Palmada! Grito y lo miro. —¡Me has azotado! Me aprieta y frota su polla endurecida a través de sus jeans contra mi trasero desnudo. —Voy a hacerlo de nuevo. Eras una niña mala, Kelsey. Otro grito de sorpresa resuena cuando me golpea de nuevo. Papá me azotó cuando era una niña, pero me dolió. Esto... esto se siente diferente. Estoy excitada. A pesar de la picadura en mi trasero, quiero que lo haga de nuevo. —Me dejaste —me burlo, moviendo mi culo hacia él—. Kellan quería salir conmigo, a diferencia de ti. ¡Palmada! —Eres mía —declara con un gruñido. Un par de muchachos están llamando desde fuera del puesto, pero los dos los ignoramos. —Pero te fuiste —le digo, mi voz más suave. Empuja contra mí desde atrás y su cálido aliento está contra mi oído. —Lo siento. La mierda es complicada con nosotros. Estoy tratando de resolverlo, ¿de acuerdo? Tragando, asiento y parpadeo las lágrimas calientes. —De acuerdo.

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—Necesito follarte, Kiddo. En este momento —murmura contra mi oído—. ¿Me dejarás entrar dentro de ti? Alguien resopla desde fuera del puesto. —¡Sigue, hombre! —Sí —le digo, Brandt, ignorando al perdedor en el otro lado de la puerta—. Fóllame. Gruñe y después de un poco de torpeza, saca su polla y la envuelve con un condón. Sus dedos sondean mi abertura. Debido a su pequeña sesión de azotes, estoy mojada y necesitada para él. —Estás lista para mí —murmura—. Buena niña. Mis palmas están planas contra la pared sucia del baño, pero no me importa en el momento en que Brandt me golpea. Su polla gruesa amenaza con romperme en dos. Lo quiero. Quiero que me destroce. Él es la única persona que prende fuego a mi alma y me vuelve loca de necesidad. Podría hacerme cualquier cosa y lo dejaría. —Joder, estás malditamente apretada —gruñe en mi oído. Gimo cuando sus dedos encuentran mi clítoris. Por detrás, él me folla brutalmente, pero sus dedos están en una misión para hacerme venir. A pesar del fuego de él golpeando en mí sin descanso, estoy empezando a tensarme a medida que se acerca el orgasmo. Me pellizca el clítoris y me muerde el hombro. Es suficiente para enviarme volando desde el borde. Grito su nombre en mis labios. Un momento después, se tensa y drena su propio clímax. —Dios, te amo —murmura en voz baja. Creo en sus palabras porque lo he amado desde que tengo memoria. Este no es un amor normal, lo sé, es mejor. Tenemos un vínculo que otros no tienen. Antes de que pueda responder, escucho una voz familiar. —¿Brandt? Brandt y yo nos congelamos. Papá. Él sale de mí y tira el condón antes de tirarlo al inodoro. Todavía estoy presionada contra la pared, pero Brandt ha reunido su ingenio mientras se endereza la ropa y luego tira de mi vestido en su lugar. —¿Brandt? —Aquí —se queja Brandt—. Nunca vas a creer con quien me encontré. Con su zapato, él tira del inodoro y el condón desaparece. Luego, me despega de la pared y me saca del puesto. Papá tiene una mirada vidriosa en sus ojos hasta que me ve en las garras de Brandt. —¿Qué demonios estás haciendo aquí, princesa? —exige papá, con una mirada furiosa en su rostro.

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Un tipo aúlla en la esquina mientras su amigo resopla. —Batalla de papás. Papá está demasiado furioso como para escucharlos. —¡Respóndeme, maldita sea! Brandt sacude la cabeza. —Algún hijo de puta estaba tratando de aprovecharse de ella. Vamos, vamos a llevarla a casa. Papá asiente y toma mi codo antes de arrastrarme junto a los dos tipos que parecen haber estado disfrutando del espectáculo. —Seré tu papá —dice uno de ellos, balanceándose sobre sus pies. —Como la mierda que lo serás —gruñe Brandt antes de golpear al borracho justo en la mandíbula. Hay lágrimas calientes en mis ojos porque estoy avergonzada y aterrorizada. Mi papá me está arrastrando a través del club, ya no es el tipo genial que está con su amigo, sino el policía que está a punto de arrestar a todos en el maldito edificio. Brandt acecha detrás de nosotros en silencio y me molesta que me haya vendido. Por supuesto, no mencionó que estaba follando con la bebé de su mejor amigo. El alcohol en mis venas me da el coraje líquido que necesito para alejar a Brandt. Todo lo que hace es ganarme un pellizco en mi trasero. Papá ni siquiera se da cuenta porque está camino a la guerra. Cuando ve que la rubia cabeza de Mandy baila como una stripper en medio de la pista de baile, me suelta. —Mírala —le grita a Brandt. Luego, en un modo brutal de sheriff, se acerca a mi amiga y la saca de los brazos de Mikey. Sus ojos azules se abren con horror cuando se da cuenta de quién la está arrastrando fuera de la pista de baile. —Vámonos —chasquea papá. Mandy y yo somos regañadas como dos niñas pequeñas todo el camino hasta el auto de papá. Brandt está callado, pero todavía está molesto, creo, por haber venido al club en primer lugar. Ojalá pudiera rebobinar toda la noche y nunca haber venido. Pero entonces me hubiera perdido el sexo sucio en el baño. Sonrío, pero dejo de hacerlo cuando veo a Brandt mirándome. Llegamos al auto y Brandt casi me empuja en el asiento trasero obligando a Mandy a sentarse delante. —¿Dónde vives? —le grita Papá a Mandy—. Te llevaré a casa con tus padres.

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—No están allí —le responde ella mordaz. Me estremezco ante su tono. A veces es demasiado atrevida para su propio bien. A Papá no le gusta atrevido. —¿Qué quieres decir con que no están allí? ¿Quién te está cuidando? —exige. —¡Tengo diecisiete! —sisea en respuesta—. Me estaba cuidando a mí misma. Además, mi hermano y su amigo... Papá la corta mientras arranca. —Vienes a casa con nosotros hasta que pueda contactar a tus padres. Tienes suerte de no haberte llevado a la estación. Mientras continúan chocando entre sí, Brandt cruza el oscuro asiento trasero y agarra mi muslo. Sus ojos se entornan, todos furiosos y calientes. Me encuentro con su mirada y extiendo mis piernas crudamente. Estoy detrás del asiento de papá para que no pueda ver. Ahora, si Mandy tiene la oportunidad de mirar hacia aquí, verá todo lo que tengo para ofrecer. Afortunadamente, ella está demasiado distraída gritándole a mi padre. Brandt me mira, pero desliza su mano entre mis piernas. Empuja un dedo dentro de mí haciéndome jadear. —¡Tú no eres mi papá! —grita Mandy—. ¡No puedes hacer esto! ¡Es ilegal! Brandt comienza a follarme ahora con dos dedos. Me aturde y me retuerzo contra su mano. Papá le responde a Mandy. —Tu padre, al parecer, es un padre de mierda. Necesitas estar constantemente vigilada porque tomas decisiones estúpidas. Eres una mala influencia para mi hija y después de esta noche, ya no la verás más. —Estoy de acuerdo —interviene Brandt mientras intenta meter un tercer dedo dentro de mí. Lo miro con furia, pero luego me está estirando más y mi cabeza cae hacia atrás contra el asiento. Me folla con tres dedos detrás de donde mi papá se sienta. Pobre papá no es el más sabio. Sigue enojado porque Mandy me haya ido corrompiendo y que usemos identificaciones falsas. —Oh, Dios —grito. Brandt intenta encubrir mis gemidos hablando. —El tipo con el que encontré a Kelsey estaba sobre ella. Si no hubiera intervenido... —Él es mi hermano —se queja Mandy—. Él no iba a hacerle daño. Papá gruñe.

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—Tal vez no, pero había muchos monstruos en ese club que podrían haberse aprovechado de ella o de ti. Mandy se empieza a reír. Ella bebió mucho más que yo y por eso es mucho más atrevida. —Tal vez quería eso, Sheriff. No soy como Kels. Perdí mi virginidad cuando tenía catorce años. Quiero decirle que se calle y deje de provocar a mi papá. Pero Brandt me está golpeando en todos los lugares correctos. La palma de su mano choca contra mi clítoris. Apenas puedo continuar con todos sus gritos. Estoy centrada exclusivamente en llegar sobre los dedos fuertes y perfectos de Brandt. Cuando Mandy comienza a gritarle a mi papá otra vez, Brandt murmura: —Eso es, Kiddo. Envía corrientes de felicidad explotando a través de mí. Su mano está bloqueada en mi estrecho canal cuando me vengo tan fuerte que casi grito. Por suerte, reprimo los ruidos y manejo sus dedos hasta que las olas de placer disminuyen. Desliza sus dedos y me deja para enderezar mi vestido justo cuando entramos en mi camino de entrada. Miro con ojos llenos de lujuria mientras él no tan sutilmente lame sus dedos. Todavía estoy mirando hacia él cuando la puerta del auto se abre bruscamente. Papá me mira y casi me saca del auto. —Estás en un montón de problemas, princesa —gruñe—. Ahora lleva tu culo a la cama antes de que me saque el cinturón. Ese azote es uno que no quiero conseguir.

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5 P

apá no me pegó, gracias a Dios, pero me dio una conferencia hasta que pensé que mi cabeza iba a explotar. Finalmente hizo que Mandy y yo nos fuéramos a la cama mientras él continuaba quejándose de nosotras con Brandt en la sala de estar. Estaba horrorizada y avergonzada de ser tratada como una niña. Y Brandt también parecía estar en modo papá, lo que solo me molestó. Pero sobre todo, estaba necesitada y sola. Cuando papá se levantó esta mañana, se fue para llevar a Mandy a casa. Estoy castigada, aparentemente. Al menos he robado unos momentos a solas con Brandt. Casi corro a la habitación de invitados en el momento en que papá salió del camino de entrada. Encuentro a Brandt acostado en la cama mirando hacia el techo. Lleva un par de jeans, pero no camisa. Sus gafas están sentadas en la mesita de noche y sin ellas puestas, me parece más joven. Una emoción me atraviesa. Este hombre es mío. Este hombre me ama. Me alegro de que todo lo que llevo puesto sea una camiseta y unas bragas. Menos ropa entre nosotros. Me quito la camiseta antes de que él se dé cuenta de que estoy en la habitación. Sus ojos verdes se oscurecen al ver mi pecho desnudo y se sienta sobre sus codos. Un mechón de cabello negro cae frente a su ojo dándole una mirada oscura y siniestra. Me estremezco, pero no dudo mientras me arrastro sobre la cama y me siento a horcajadas sobre sus caderas. —Kelsey... —El arrepentimiento y la advertencia están en su tono. Mis palmas están sobre su pecho, pero dejo de moverme para fruncir el ceño. —¿Qué? Te extrañé. El dolor destella en sus ojos, pero al menos yace de espaldas y acaricia tiernamente la parte externa de mis muslos. Me quiere, a pesar de la forma inusual en que actúa. Yo sé esto. Pero luego habla y todo se derrumba a mí alrededor. —No podemos hacer esto, Kiddo. Mis cejas se juntan en confusión. —¿Hacer qué?

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Gruñe y agarra mis caderas para alejarme de él, pero clavo las uñas en su pecho y lo fulmino con la mirada. —Esto. Mierda. Tu papá... —Se calla y se frota la cara con frustración—. No puedo hacerle esto. Lágrimas calientes llenan mis ojos. —¿Pero puedes hacerme esto? Colgar algo prometedor frente a mí. Dejarme probarlo. ¿Y qué? ¿Me dejas porque es demasiado difícil? —Una lágrima se desliza por mi mejilla y gotea sobre su pecho firme. —No es así —dice—. Tú lo sabes. Pero es más complicado. Eres menor de edad, nena. —Eso me han dicho —le espeto, todo mi cuerpo lleno de ira—. Lo sabías cuando pusiste tu boca sobre mí y besaste el tatuaje en mi pecho. Sabías cuántos años tenía y quién era mi padre, y aun así lo superaste. ¿Por qué la repentina vacilación? La culpa brilla en sus ojos. —Ya viste cómo estuvo anoche. Jodidamente me matará. Se despliega otra lágrima. —¿Entonces no lo valgo? Cierra los ojos y aprieta la mandíbula. —Es mejor si encuentras a alguien de tu edad. Lo siento. —El dolor en su rostro es completamente contradictorio con sus palabras. Me dan ganas de abofetearlo. Así que lo hago. Creo que nos sorprendió a los dos en el momento en que mi palma golpea su desaliñada mejilla. Los dos parpadeamos. Su mejilla se pone roja un momento antes de que su mente se ponga al día con lo que acaba de suceder. Entonces, sus cejas negras se fruncen de una manera enojada. No tiene derecho a estar enojado. Yo soy la que está enojada. Me entregué a él. Y ahora él actúa como si yo no valiera la pena. —¡Jódete! —grito y empiezo a abofetearlo una y otra vez. Las lágrimas empañan el mundo que me rodea. Se las arregla para agarrarme por el cuello y luego nos da la vuelta para que quede atrapada debajo de él. Espero que me grite o algo así. En cambio, me sujeta las muñecas a la cama y comienza a besarme.

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—Lo siento —murmura—. Te quiero tan jodidamente tanto. No tienes idea, Kiddo. Quiero pasear por la ciudad contigo en mi brazo. Follarte todas las noches y despertarme contigo todas las mañanas. —Maldice por lo bajo antes de lamer mi mejilla manchada de lágrimas—. Pero podría ir a la cárcel por esto. Tu padre me matará por esto. Comienzo a sollozar y él me besa más frenéticamente como si tuviera el poder de curarme. Y tal vez lo hace porque lo beso desesperadamente a través de mis lágrimas. —Lo mantendremos en secreto hasta que cumpla los dieciocho años —prometo—. Por favor. Te amo. Gruñe y suelta mis muñecas. Gimo cuando besa mi tatuaje de cereza en mi pecho. Su respiración es una provocación porque el momento solo dura un segundo antes de seguir adelante. Entonces, otro par de bragas son arruinadas por este hombre. Se arrancan de mi cuerpo justo antes de que él comience a rasgar enojado sus jeans para liberar su polla. Mi mirada está fija en su rostro furioso. Tan hermoso. Mío. Se las arregla para rodar un condón con facilidad practicada y luego empuja dentro de mí como si me necesitara para sobrevivir. Bueno, yo también lo necesito. Lloro de placer. Hacer que me llene por completo es la mejor sensación que he tenido. Me llena de alguna manera que nunca supe que necesitaba. —Yo también te amo —murmura contra mi boca—. Creo que siempre lo he hecho de alguna manera. —Sus labios adoran mi boca y yo enredo mis dedos en su desordenado cabello negro y gris. —No me alejes —suplico contra su boca—. Por favor. Me besa más fuerte. Frenético. Todo lo consume. —Nunca. Tomaré el trabajo aquí y lo haremos funcionar. Se lo ocultaremos a tu padre hasta el día de su muerte si es necesario. Pero no puedo dejarte ir, Kiddo. No ahora que te he tenido. Jamás. Sus palabras son como magia y dejo escapar un gemido de placer. Brandt besa mi barbilla y mi garganta mientras me hace el amor. Las otras veces fueron realmente follar, como había dicho. Esta vez se siente diferente. Estamos atados emocionalmente el uno al otro. Él es mío y yo soy suya. Incluso si tiene que ser un secreto. —Me ocuparé de ti —promete—. Eres mía y este coño perfecto es mío. Nadie podrá tocarte como yo lo hago. Mataré a cualquiera que lo intente. Dejo que esa oscura promesa me cubra y pronto estoy llegando al clímax alrededor de su enorme polla. Nunca frena su empuje mientras me vengo. Creo que me quemaré por la cantidad de placer que me recorre.

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—Brandt —gemí, mi cuerpo flotando al borde de otro orgasmo que persigue al primero—. ¡Oh Dios! —Quiero que tu coño estrangule mi polla, Kelsey. Hazme venir, cariño —sisea—. Necesito sentirte apretando a mí alrededor. Es la única forma en que me querré venir. Sus palabras me envían directamente al olvido. El orgasmo que me supera es violento y mi cuerpo ahoga su polla como él quería. —¡Jodeeeer! —Sus dientes chocan contra los míos cuando pierde el control—. ¡Maldita sea, estoy a punto de venirme! —Nuestros cuerpos están sudorosos y se mantienen unidos. Es una locura perfecta y sucia, y me encanta. —Por favor —le ruego—. Por favor. Gruñe su liberación con un rugido. Abro los ojos para mirarlo a los ojos mientras él se pierde dentro de mí. Sus caderas todavía empujan contra las mías. El movimiento errático hace que mis senos se muevan de un lado a otro. Podría mirar a este hombre todo el día. Es pecaminosamente sexy con la mirada pura de lujuria pintada en su hermoso rostro. Todavía estoy perdida en su mirada cuando de repente algo me sacude el momento. —¡¿QUÉ MIERDA?! Brandt todavía se queda dentro de mí y miro boquiabierta a mi padre parado en la puerta. Sus rasgos conmocionados se transforman rápidamente en algo asesino. Y luego mi papá viene sobre nosotros. Oh, mierda. —Rick —comienza Brandt—. ¡Puedo explicarlo! Pero no tiene la oportunidad de explicar porque mi papá lo golpea en la cara y lo aleja de mí. Mi padre normalmente amante de la diversión se ha vuelto loco. Nunca lo había visto tan fuera de control. Aleja su puño hacia atrás para golpear a Brandt nuevamente, quien ni siquiera está tratando de defenderse, antes de que salte a la acción. —¡Papá! ¡Detente! —grito e intento forzar mi cuerpo desnudo frente a Brandt. Los ojos marrones de mi padre se estrechan con disgusto hacia mí. —¡Ponte ropa de mierda, Kelsey! —¡Bien! —grito—. Solo deja de golpearlo. Por favor. Me apresuro a buscar mi camiseta y papá se toma el momento para volver a cargar contra Brandt. El pobre Brandt es golpeado en el piso cuando papá lo aborda. Me pongo la camiseta y empiezo a tirar del brazo de mi padre. —¡Papá! ¡Por favor! ¡Deja de golpearlo!

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Me las arreglo para alejarlo de su mejor amigo desnudo que ahora está sangrando por la nariz. Mi corazón se acelera en mi pecho por ver la mirada desconsolada en la cara de Brandt. Él ama a mi papá como a un hermano. Todo esto está muy mal. —Papá —me ahogo mientras lo empujo más lejos de Brandt—. Yo lo quise. ¡Lo amo! Su pecho se agita mientras gruñe su labio hacia mí. —¡Por supuesto que lo amas! ¡Es como tu maldito tío! —Se tira el cabello y grita—. ¿Cómo pudiste hacerme esto? —le grita a Brandt. Brandt ha logrado ponerse unos jeans, pero sabiamente se queda atrás. —Rick. Ella y yo… —¡NO HAY TU Y ELLA! Me estremezco por su tono y tiro de su brazo. —Papá —trato de hablar, un sollozo temblando en mi garganta—. Escucha. Estamos enamorados. Su cara se arruga y mi gran padre fuerte comienza a llorar. Me echo a llorar mientras lo abrazo. —Dejé que esto suceda —respira contra mi cabello, aplastándome en un abrazo—. Dejé que esto sucediera bajo mi propio techo. Mierda. Voy a tener que arrestar a mi mejor amigo porque violó a mi maldita hija. —¿Violada? —grito y me alejo de él—. ¡Nadie fue violado! Papá se golpea las mejillas húmedas y sacude la cabeza. —Princesa. La ley lo llama violación estatutaria. —Mueve la cabeza hacia Brandt y gruñe—. Jodidamente lo sabías mejor. Me traicionaste. Brandt se sienta en la cama y entierra su rostro en sus palmas. Quiero ir a él. Abrazarlo y prometerle que todo estará bien. ¿Pero estará bien? Mi papá es el sheriff y está lanzando grandes palabras amenazantes. —Por favor, no hagas esto —le ruego—. Es mi culpa. Lo seduje. Papá frunce el ceño y se pellizca el puente de la nariz. —No, no lo hiciste. Él lo jodió. Eres solo una niña. —Me estremezco ante su elección de palabras. —Me entregaré —murmura Brandt desde la cama. —¿Qué? —grito—. ¡No!

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Los ojos inyectados en sangre de Brandt se encuentran con los míos y puedo decir que está tan molesto como yo y mi padre. ¡Qué desastre! —Lo jodí, Kiddo —me dice, con la voz quebrada. —No le hables —dice papá, con la tensión saliendo de él en oleadas— . No vuelvas a jodidamente hablar con ella otra vez. —Señala la puerta—. Brandt, hijo de puta enfermo, te quiero fuera de mi casa en los próximos tres minutos. Miro con horror cuando Brandt comienza a meter rápidamente sus cosas en su bolso. Afortunadamente, papá no se da cuenta cuando agarra el condón usado y las cosas que lleva adentro también. Se pone una camisa y se pone los zapatos. En unos pocos segundos se habrá ido. ¿Por cuánto tiempo? ¿Siempre? No. —Te seguiré a la estación —gruñe papá, sus ojos fijos en mí a pesar de hablar con Brandt—. Ni siquiera pienses en correr. —No, papá. Detente. No puedes hacer esto. Arruinará su vida —le digo entre lágrimas—. Lo marcarán como un depredador de niños. Piensa en lo que estás haciendo. Papá mira a Brandt con una mirada cruel. —Es un jodido pedófilo, princesa. Empujo el pecho de mi papá. —Papi —siseo entre mis lágrimas que caen rápidamente—. Entonces ayúdame, si haces esto, nunca volveré a hablarte. Huiré y nunca volveré. No solo estás arruinando su vida, estás arruinando la mía. La cara de papá se arruga de nuevo cuando me mira confundido. —¿Q… qué? No puedes hablar en serio. —No dejaré que destruyas a tu mejor amigo por algo en lo que participé —le digo con voz firme. Mira a Brandt por un momento más antes de volverse hacia mí. —Quiero que se vaya. Nunca quiero volver a ver su lamentable cara de culo por aquí. Eres mi hija y te amo. Si eso es lo que quieres, que así sea. Pero no tengo que mirarlo. No voy a tolerar esto. Brandt me dispara una mirada más de dolor antes de salir de la habitación. Pronto, la puerta principal se cierra de golpe. Papá se sienta a los pies de la cama, con la cara tensa. Nunca lo había visto tan perdido antes. Con un sollozo fuerte, me subo al regazo de mi padre y lloro. Mi corazón está roto.

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Realmente he hecho un desastre. —Shh —murmura papá mientras me abraza fuerte—. Todo ha terminado ahora, princesa. Sus palabras solo me hacen llorar más fuerte. No quiero que termine.

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6 S

e acabó. Ha sido así por más de dos semanas.

Me he quedado a la deriva, atrapada en un estado de ánimo entumecido. Perder a Brandt fue más que algo sexual. Lo borraría todo si pudiéramos recuperarlo en nuestras vidas. Lo extraño. Sé que papá también lo extraña. Él simplemente está devastado. Odio haberle hecho esto a nuestra familia, pero desearía que al menos lo intentara y entendiera. Pero no lo hace. La única vez que intenté hablar con él al respecto, se enojó tanto que golpeó la pared. Nunca nos veremos de acuerdo con esto. Entonces, como resultado, hemos comenzado a separarnos. Ya no soy la niña de mi papá. Estoy rota y perdida. En momentos como estos, desearía tener otro padre con quien correr. Mi propia madre me abandonó cuando tenía ocho meses. Papá dice que no sabe a dónde huyó, pero es un sheriff. Encontrar gente es básicamente su trabajo. Sé que en el fondo él sabe dónde está, pero me está protegiendo de cualquier información que tenga. Normalmente, estoy a favor de que papá me proteja. No tenía que protegerme de Brandt. Brandt es nuestra familia. Lo conozco desde antes de que pudiera formar palabras. Regresó de la universidad para encontrar a mi padre solo, tratando de criar un bebé. Fue entonces cuando ayudó cuando pudo. Muchas noches fue “tío Brandt” quien me cuidaba mientras papá trabajaba en su carrera. Era su mejor amigo quien estuvo allí para él cuando pasó por la academia de policía y estaba tratando de criar a una hija solo. Brandt ha sido una constante en nuestras vidas. No es tóxico, sucio, ni pedófilo. Estaba destinado a ser mío. Nuestra relación evolucionó. Habíamos pasado de familia a amigos y amantes. Se sintió natural y no me arrepiento del curso que tomó nuestra relación. Sin embargo, lamento que nuestra familia esté destrozada. Odio que mi pecho tenga un dolor interminable. Brandt no es uno de los amigos

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de papá de la estación de policía. Supongo que entendería su furia si fuera así. Pero seguramente él sabe que Brandt me ama y se preocupa por mí. Papá tiene que entender que Brandt nunca me haría daño. Estoy mirando el techo de mi habitación con lágrimas silenciosas corriendo por mis mejillas mientras agarro la colcha rosa que Brandt me compró hace años cuando papá asoma la cabeza. —Tu entrenador llamó. —Su tono es cortante y molesto. —Sí. —Ella te dejó en el banquillo para el juego la próxima semana. —Entra en mi habitación y me frunce el ceño. Círculos oscuros rodean sus ojos y juro que luce algunas arrugas en su cara rugosa que no estaban allí antes— . Dijo que te estás equivocando y que tu cabeza no está ahí. Te encantan las animadoras. No entiendo. Se me escapa una risa áspera y me siento en mi cama limpiando apresuradamente las lágrimas. —¿No lo entiendes? —Sollozo y lo señalo—. Lo apartaste de nosotros, papá. ¿Qué más hay para comprender? Gruñe y cruza sus grandes brazos sobre su pecho. No puedo decir si viene o irá a trabajar, pero lleva el uniforme completo. —No aparte una mierda, Kelsey. —Me estremezco ante su tono—. Nos robó. —Sus dedos rastrillan su cabello—. Te robó de mí. Cuando su voz se quiebra, me obligo a mirar hacia otro lado para no llorar. —Cariño —comienza, pero sacudo la cabeza hacia él. —Solo vete, papá. Has dicho lo que viniste a decir. No me importa lo que diga la entrenadora. Mi corazón está roto. No puedo actuar así. No soy de fingir emoción. Simplemente no puedo. —Mis sollozos resuenan en mi habitación—. Por favor, déjame en paz. Se acerca y besa la parte superior de mi cabeza. —Lo siento. Lo siento, pero como tu padre tengo que protegerte, sin importar el costo. Tan pronto como se fue, me recuesto contra la cama y lloro hasta quedarme dormida. Otra vez. *** Está oscuro y me despierto con una pesadilla horriblemente hermosa.

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Brandt. Besándome. Suplicándome. Amándome. El sueño es muy real. Demasiado doloroso para mi pobre corazón. —Ven conmigo —murmura contra mi boca, su aliento caliente y real. Real. Real. Real. —¿Brandt? —No puedo evitar tocar su cabello sedoso—. ¿Qué estás haciendo aquí? —No puedo hacerlo. Amo a Rick, pero no puedo hacerlo —murmura. Su voz es desigual y rota—. Pensé que podía mantenerme alejado, pero eres todo lo que pienso, Kiddo. Su boca cubre la mía y gimo de alivio. He estado muriendo lentamente sin él. Este momento robado es la perfección. —Tomé el trabajo aquí. Me he mudado a una casa no muy lejos de aquí —me dice, emocionado en su tono—. Ven y quédate conmigo esta noche. Sé que Rick está en el trabajo. Se aleja de mí y enciende mi lámpara. El resplandor amarillo ilumina su aspecto irregular. Brandt luce como me siento. Cansado, triste y solo. Sus mejillas están cubiertas de vello y tiene un brillo salvaje en los ojos. Mi dulce Brandt lo ha estado pasando mal, como yo. Este pensamiento me supera. Una parte de mí se rompió ante la idea de que él había seguido adelante y se olvidó de mí. Que solo era una fase, un picor que se rascó. Ahora lo sé mejor. Así es como se ve el amor cuando se ha privado de alimento. —Por favor, Kelsey —suplica, su voz ronca y cruda—. No puedo pasar otra noche sin ti, nena. Lo miro y asiento. —Bien. Me sonríe y es como si todas las cosas terribles que sucedieron se hayan limpiado. La mirada en sus ojos es la misma diabólica con la que me miró ese día que besó mi tatuaje. Vamos a estar bien Me lanzo a sus brazos y lo beso con fuerza antes de ponerme en acción metiendo la ropa en una bolsa de dormir. Una vez que he reunido todo, él me agarra de la mano y salimos rápidamente de la casa. Odio estar a escondidas a espaldas de mi padre, pero no puedo no estar con Brandt.

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—Tendré que volver a casa a las seis de la mañana. El turno de papá termina a las siete —le digo en el momento en que estamos en su auto y corriendo por las calles. Se lleva mi mano a los labios y besa mis nudillos. —Tomaré lo que pueda conseguir. Con cada segundo que pasa, el aire parece espesarse con la necesidad. Es una corriente eléctrica que pulsa a través del vehículo y pronto nos sorprenderá a ambos. Pronto. Muy pronto. Dentro de quince minutos, estamos llegando al garaje de una bonita casa. Apenas estacionó el auto antes de tirarme de la consola a su regazo. —Dios, te extrañé —gruñe, con las palmas de las manos agarrándome el culo mientras lo abrazo. —Yo también te extrañé. —Debería tomarme mi tiempo contigo. —Sus dientes pellizcan mi pecho a través de mi camiseta—. Pero todo lo que quiero hacer es arrancarte la ropa del cuerpo y follarte hasta que me supliques que pare. Agarro su cabello y me muevo contra su longitud. Nuestros jeans son demasiado entre nosotros. —Nunca querré que pares. Gruñe y empuja la puerta del auto para abrirla. Me alza en sus brazos cuando sale del auto. Aprieta el botón de la puerta del garaje mientras carga conmigo en la casa. Finalmente, somos libres. Apenas atravesamos la puerta antes de que me ponga de pie. Se va su camisa. La mía se arranca bruscamente. Abajo van sus jeans. Los míos son empujados hacia abajo sin esfuerzo. Los boxers y las bragas desaparecen. Solo piel, lujuria, amor y nosotros. Se aferra a mi trasero otra vez y me lleva a través de su casa. Más tarde obtendré el recorrido. En este momento, todo lo que quiero es su polla. La maldita cosa me molesta mientras rebota contra la grieta de mi trasero mientras caminamos. Nuestras bocas se fusionan en un beso acalorado. A ciegas se las arregla para meternos en su habitación. —Eres tan malditamente hermosa —alaba mientras me baja sobre su cama. Sus dos lámparas de noche están encendidas. Mi ojo capta una foto en la mesa. Una foto de nosotros tres el verano pasado. Estoy entre él y papá. Me duele el corazón. Quizás algún día volvamos a ser un trío.

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—Brandt —murmuro esculpido—. Hazme el amor.

mientras

asimilo

su

cuerpo

bellamente

Su ceja negra se levanta cuando arroja sus anteojos sobre su mesita de noche. —Luego. En este momento voy a follarte, tal como lo prometí. —Una emoción se apodera de mí. Abre un cajón y recupera un condón. —Estoy tomando la píldora, ahora —le digo—. Si quieres... quiero decir... no tenemos que... las tomo religiosamente... Sus ojos parpadean de hambre y quiero que me devore. —¿Me estás pidiendo que te folle desnudo? El calor me inunda. —Si no quieres... —Voy a hacerlo. —Bueno. Sonríe. —Bueno. Me muerdo el labio inferior y arrugo la nariz. —¿Ahora qué? —Te voy a dar todo. No más detenerse. Mis cejas se alzan mientras acaricia su polla con valentía frente a mí. Me duele el sexo por él. —¿Te estabas conteniendo antes? Asiente lentamente. El terror debería correr por mis venas. El sexo con Brandt era como golpear a una bestia. Si se estaba conteniendo, mi cuerpo está en un rudo despertar cuando desata al monstruo completo. —Está bien —chillo—. Confío en ti. Su mirada se oscurece. —Bien, Kiddo. Pero si las cosas se ponen demasiado intensas... —¿Digo tío? Resopla. —Llámame tío y te azotaré tu lindo trasero. Mi corazón se sacude ante sus palabras. Nuestros ojos se encuentran cuando digo lo que ambos sabemos que queremos que diga. —Está bien, tío Brandt.

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Grito cuando agarra mi pantorrilla y me arrastra al borde de la cama. Me deja caer bruscamente sobre mi estómago y un segundo después el fuego me atraviesa cuando me pega con la mano. —¡Ay! ¡Palmada! ¡Palmada! ¡Palmada! La picadura se siente bien y me pone muy mojada. Prácticamente estoy goteando por mis muslos con ganas de este hombre. ¡Palmada! ¡Palmada! ¡Palmada! —¿Eso es todo lo que tienes? —lo desafío, mis dedos agarrando las sábanas para sostenerme. ¡Palmada! ¡Palmada! ¡PALMADA! La última me tiene aullando. Me concede un pequeño respiro cuando frota su polla contra mi entrada húmeda y luego me golpea. Con él desnudo dentro de mí, siento que finalmente nos unimos sin nada entre nosotros. Es perfecto. —Jesús, tu coño fue hecho para mí —susurra mientras conduce hacia mí por detrás. Cuando voy a enterrar mi cara contra las sábanas, lanzo lágrimas por mi cráneo. Tiene un puñado de mi cabello en su puño y me levanta de la cama. Tengo que usar mis palmas para mantenerme erguida y evitar que me arranque el cabello de la cabeza. Solo Brandt podía hacerme sentir bien y al mismo tiempo lastimarme. La habitación hace eco con el golpe de su cuerpo contra el mío. Sus pesadas bolas golpean contra los labios de mi sexo. Me encanta estar a su merced: él es dueño de mi cuerpo como si fuera suyo. Y no tenemos que estar callados. —¡Dios! ¡Sí! —grito cuando mi cuerpo comienza a temblar de placer— . ¡No te detengas! Se estrella contra mí tan bruscamente que veo estrellas. Con un gruñido, me levanta de la cama y me abraza. Su boca encuentra mi hombro y hunde sus dientes en mi carne. Grito cuando sus dedos masajean mi clítoris hasta hacerme explotar. Me vengo tan fuerte que apenas me doy cuenta cuando me empuja contra la cama. Sus palmas están contra mi espalda baja mientras se dirige furiosamente hacia mí. Todo lo que puedo hacer es montar las olas de placer mientras grito contra las mantas. —Me voy a venir —gruñe y abruptamente se aleja de mí. Me voltea de nuevo sobre mi espalda y me arrastra hasta que mi trasero cuelga de la cama. Su polla está de vuelta dentro de mí al siguiente

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instante. Sus dos manos agarran mis senos mientras dispara como si su vida dependiera de follarme. —Voy a pintar tu bonita piel con mi semen —me dice, con un tono petulante en su voz. Un pequeño gruñido se le escapa y una vez más se retira. Se acaricia la polla hasta que su calor salpica la parte inferior de mi estómago y se dispara hacia mis senos. Tiene que ser la cosa más erótica que he visto. —Te he extrañado —murmuro, mis dedos arrastrándose perezosamente a través de su semen en mi vientre. Muevo mis ojos hacia los suyos y llevo mis dedos a mis labios. Su mandíbula se aprieta cuando succiono la humedad de mis dedos—. Hmmm. Salado. Gruñe y separa mis rodillas. Me estremezco cuando él se arrodilla frente a la cama y arrastra su lengua a lo largo de mi sexo crudo. —Mmm —murmura, con un brillo diabólico en los ojos—. Dulce. *** —Tenemos que irnos —murmura contra mi garganta—. Son casi las siete. Estás jugando con fuego, Kiddo. Gimo en protesta. Anoche nunca dormimos. Hablamos e hicimos el amor. Incluso me dio una palmada en el culo un par de veces. Fue divertido. Coqueteando y reímos, besos y nosotros. —No más arriesgarse —me dice, su voz firme—. Llevarás tu trasero a casa y fingirás como si nunca me hubieras visto. —Muerde mi tatuaje de cereza como para llevar a casa su punto. Mis dedos se enganchan en su cabello y sonrío. Esto, nosotros, es perfección. —¿Cuándo te volveré a ver? —le pregunté con un puchero. —Lo resolveremos —me asegura—. Te daré una llave y puedes guardar tus cosas aquí. Siempre que puedas escaparte, te tendré. Simplemente no podemos poner en peligro lo que tenemos por unos momentos robados. Suspiro y acaricio su cabello. Apoya su cabeza contra mis senos. El tiempo parece estar corriendo demasiado rápido. —¿Cuándo podemos tener todos los momentos, Brandt? Se levanta y me mira con ojos verdes ardientes. —En tu cumpleaños. Prometo dártelos todos. Sonriendo, asiento.

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—De acuerdo. —De acuerdo. —Me sonríe y se ajusta para que su polla dura se deslice contra mi estómago inferior. —Pensé que estábamos fuera de tiempo —murmuro mientras saco mis piernas de debajo de él para engancharlas alrededor de su cintura. Empuja contra mi abertura húmeda con la gruesa cabeza de su polla y luego se relaja lentamente hacia mí haciendo que mi respiración se detenga. —Supongo que podemos robar un momento más, Kiddo.

FIN 54

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Sinopsis Sheriff`s Bad Girl Él es la ley y sigue las reglas. Ella es salvaje y está fuera de control. La mejor amiga de su hija es un problema. Y él quiere castigarla... Con sus dientes.

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Prólogo Sheriff

P

erdí a mi mejor amigo. Ese maldito pedófilo. Y mentalmente, también he perdido a Kelsey. Ya no está triste, gracias a Dios, pero está cerrada. Callada e introspectiva. Ya no es mi bebé burbujeante. Estoy cabreado. El hombre que amaba como un hermano me ayudó a criar a mi maldita niña solo para robármela. Me da asco. Me siento engañado, engañado y ofendido. Pero ahora que han pasado dos meses desde ese jodido día, la mayoría de las veces me siento solo. Solo veo pasar a mi hija y ya no puedo confiar en mi mejor amigo para que me apoye. Es por eso que estoy sentado en un bar, bebiendo brandy y maldiciendo cómo ha resultado mi vida. Solo. Jodidamente solo. —Sheriff —dice el camarero y asiente hacia el escenario detrás de mí— . Es la noche de Karaoke. ¿Vas a subir y cantar? Gruño y le doy el dedo medio. —No. Se ríe entre dientes. —Vístete. Un grupo de mujeres pasa detrás de mí y las escucho susurrar. Sé que se trata de mí porque escucho específicamente: Rick McMahon, sheriff y DILF, lo que sea que sea eso, entre sus risas. Las ignoro. Eso es todo lo que hago en estos días. Jodidamente ignoro a todos. Acabo de llevar mi vaso a mis labios cuando la música comienza a sonar. Reconozco la canción de inmediato. Disparé al sheriff. La irritación

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burbujea en mi pecho y me giro para enfrentar al imbécil que piensa que esta elección de canción es tan jodidamente divertida. Una rubia borracha pone la letra en el micrófono. Estoy momentáneamente distraído por sus tetas que se derraman de su vestido ajustado. Mi polla se engrosa en mis jeans, recordándome que no he tenido sexo en meses. Me deslizo del taburete y empiezo a caminar hacia el escenario. La pequeña cosa bonita quiere joder conmigo... bueno, voy a joder con ella también. Estoy a punto de darle una de mis miradas intimidantes de sheriff que usualmente termina con una mamada cuando vislumbro bien su rostro. Maldito infierno. Con un gruñido de frustración, levanto la mano y agarro su muñeca. La saco de ese escenario y la llevo a mis brazos. —¡Suéltame! —grita e intenta escabullirse de mis manos. Sus amigas chillan y un chico se para como si fuera a hacer algo. Él no va a hacer una mierda. —Sheriff McMahon —ladro, nivelándolo con una mirada dura—. Y este mocosa tiene diecisiete años. Ahora está bajo custodia policial. Nadie discute mientras saco a la loca gritona del bar en el que no tiene nada que hacer. Una vez que la saco, agarro sus dos hombros para poder mirar sus feroces ojos azules. —Ugh —gruñe, su pecho flexible se agita con esfuerzo—. Está tan chiflado, sheriff —Dios mío, ¿por qué sus tetas tienen que ser tan grandes y salir de su vestido? —Y tú eres una chica mala, Mandy —le respondo—. Vienes conmigo. Cuando ella me escupe, me condenarán si mi estúpida polla no vuelve a ponerse dura. No necesito esto en mi vida en este momento. Y sin embargo, aquí estoy arrastrando su culo flaco y pesado hasta mi auto...

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1 Sheriff

—T

enemos que dejar de encontrarnos así —me quejo secamente—. Tú violando la ley. Yo llevándote.

Ella resopla desde el asiento del pasajero y le echo un vistazo. Mandy Halston es una espina en mi costado. Primero, corrompe a mi hija y ahora interrumpe mi tiempo libre. Se suponía que debía relajarme y tener sexo. No funciona gratis mientras trato con su mierda. Ella es como el regalo que siguen dando. Y quiero devolverla. —¿Voy a poder hablar con tu papá esta vez? —le pregunto mientras conduzco por las calles oscuras hacia su enorme casa en las afueras de la ciudad. Su cuerpo se pone rígido. —No. Está fuera por negocios. Aprieto los dientes. Su jodido padre nunca está cerca. Hablé con su madre la última vez, pero eso fue una broma. La mujer era una maldita cadete espacial. Mandy mencionó que su madre era adicta a los analgésicos recetados y que no valía la pena hablar con ella. Cinco minutos en su espaciosa casa con la mujer mirándome aturdida y rápidamente me di cuenta de que Mandy tenía razón. —Realmente deberías encontrar mejores amigos —me quejo—. Esas chicas son una mala influencia. Ante esto, se burla y me lanza una mirada mordaz. —Pensé que yo era la mala influencia. Te llevaste a la mejor amiga que tenía. La culpa burbujea en mi pecho y la ignoro por el resto del viaje. Puede que me sienta mal porque ella no tenga a Kelsey, pero no me siento mal por proteger a mi hija de personas como ella. Cuando finalmente llego a su camino de entrada, espero que salga del auto como la última vez. En cambio, mira al Lexus blanco frente a la casa y frunce el ceño. —¿Tu padre está en casa? —le pregunto en un tono brusco.

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Ella traga y asiente. —Sí. —Tengo que hablar con él. Su cabeza se mueve bruscamente y su labio inferior tiembla. Estoy obsesionado con la maldita cosa por un breve momento. Las chicas como ella solo están buscando problemas. Está vestida como una ramera y su maquillaje es demasiado oscuro para alguien de su edad. Un tipo como yo casi podría confundirla con alguien mayor. Ese pensamiento me irrita; que los hombres se la comieron con los ojos por Dios sabe cuánto tiempo. Salgo del auto y empiezo a caminar hacia la puerta principal. Cuando me doy vuelta para ver si ella me está siguiendo, la encuentro parada afuera del auto mordiendo nerviosamente su uña. En este momento, a pesar del cabello, el maquillaje y la ropa, se ve de diecisiete años. —Vamos —ladro. Ella salta y luego se dirige hacia mí. Lo que ella hace a continuación me sorprende. —Por favor no le cuentes —me ruega y me agarra de la mano—. Por favor. —Sus brillantes ojos azules brillan con lágrimas no derramadas. Me pregunto a cuántos hombres ha hecho este pequeño acto. —Estás fuera de control —pronuncio e intento tirar de mi mano. —Seré una buena chica —susurra, apretando mi mano con más fuerza—. Por favor no se lo digas. Si fuera un hombre menor, empujaría a la niña vulnerable con el labio inferior regordete a mis brazos y le aseguraría que todo estaría bien. La abrazaría y tal vez olvidaría que era joven. Aprovecharía su necesidad. Pero soy el maldito sheriff. Y no soy Brandt. —Lo siento —gruño y esta vez quito con éxito mi mano de la suya—. Es hora. *** Lanzo y giro toda la noche, reproduciendo la mirada en la cara de ese imbécil. Sus rasgos eran geniales, pero vi un destello de ira en sus ojos. Y no solo el enojo paternal normal cuando tu hijo lo jode. Algo diferente. Algo que me puso los pelos de punta y mi mente de policía a toda marcha. No me gustó. Me dan ganas de llamar a mi hija y que vuelva a casa para poder abrazarla. Ella me había dicho que pasaría la noche con su amiga Alison.

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Parecen haberse acercado más ahora que Mandy está fuera de escena. Kelsey me evita y pasa la noche la mayoría de los fines de semana ahora. Por mucho que duela no tenerla cerca, no puedo evitar sentirme triunfante de que al menos no está con Brandt. Soy sacudido de esos pensamientos oscuros por alguien golpeando la puerta principal. Un vistazo rápido al despertador me dice que es más de la una de la mañana. Salgo de la cama usando solo mis calzoncillos negros, pero me las arreglo para agarrar mi Glock antes de dirigirme a la puerta principal. Cuando miro por la ventana, me preocupo de inmediato. Golpeo el arma contra la mesa de entrada y abro la puerta. —Sheriff —grita Mandy y se arroja a mis brazos. Está temblando como una puta hoja y no lleva nada más que un camisón sedoso. Estoy alarmado de que ella llore tanto. —¿Qué pasa? —exijo, juntando sus mejillas en mis palmas para poder mirarla a la cara. Su maquillaje negro se ha corrido por sus mejillas, pero no me pierdo el brillo morado en su ojo—. ¿Qué diablos te pasó? Sus lágrimas corren por su rostro y se niega a mirarme con sus bonitos ojos azules. En cambio, ella niega con la cabeza. —Nada. Yo solo... solo necesito... ¿Puedo quedarme aquí esta noche? La acompaño adentro y cierro la puerta con llave, pero no la dejo ir. La pobre niña tiembla tanto que me temo que colapsará si la libero. —¿Cómo llegaste aquí? —pregunto, esperando que mi tono sea más suave. Le acaricio el cabello desordenado para consolarla. Sus ojos están en mi pecho desnudo y reprimo un gemido sabiendo que debería haber respondido a la puerta en algo más que mi ropa interior. —Caminé parte del camino y luego tomé un aventón —susurra. Un gruñido retumba dentro de mi pecho ante su estupidez. —¿Hiciste autostop? ¿Estás jodidamente loca? Ella se aleja y me mira a través de sus lágrimas. Ahí está la chica feroz que conozco. —¡Púdrete! ¡No sabía tu número y no quería molestar a Kelsey! —Mi mirada rastrilla su apariencia y me estremezco. El hecho de que pueda ver sus pezones en picos a través de la seda es un milagro que incluso haya llegado hasta aquí. Algún monstruo podría haberse aprovechado de ella. Ella es jodidamente afortunada de haber llegado aquí viva e intacta. —Está bien —tranquilizo—. Solo dime qué pasó. ¿Quién te pegó? Se muerde el labio rosa y mira hacia el suelo otra vez. —Nadie. Me caí.

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Soltó mierda. —No tengo tiempo para juegos, Mandy. Dime la verdad. Sus dedos temblorosos encuentran el fondo de su camisón y lo tira nerviosamente. Revela más de su carne pálida y cremosa y distrae como el infierno. Aparto mi mirada de sus movimientos y agarro su barbilla. Inclinando la cabeza hacia arriba, encuentro sus ojos y le suplico que me dé respuestas. —Le dijiste —me acusa, su voz era solo un susurro—. Lo molestaste. El hielo me congela las venas. —¿Tu jodido padre te hizo esto? Una vez más trata de mirar hacia otro lado, pero agarro de su mandíbula para que no pueda moverse. —Sí. Rojo. Maldito rojo. Mi visión se nubla de furia. Odio a los hombres que lastiman a las mujeres. He visto suficiente de esa mierda de violencia doméstica en mi trabajo para durar toda la vida. —Eso es abuso infantil —gruño. Sus ojos azules están ardiendo cuando me mira. —No soy una niña. Tenemos un enfrentamiento, ninguno de nosotros mira a otro lado. Puede que solo tenga diecisiete años, pero tiene el cuerpo de una joven de veinticinco y tiene más boca que la mayoría de las mujeres adultas que conozco. —Voy a arrestarlo. Todo el fuego se apaga de sus ojos cuando el miedo lo reemplaza. —Po… Por favor, no hagas eso. Simplemente saldrá y las cosas serán peores para mí. —Entonces, ¿por qué viniste aquí? —Mis cejas se juntan en confusión. —Solo quería quedarme en un lugar seguro. Siempre me sentí segura cuando pasaba la noche aquí con Kelsey —admite y luego sus grandes ojos inocentes encuentran los míos—. Gracias a ti. Un sentido de protección me invade por esta chica. Puede que esté haciendo cosas malas, pero tal vez sea porque preferiría estar en cualquier otro lugar que no sea su hogar. No puedo decir que la culpe. —Puedes quedarte aquí —le aseguro—. ¿Por qué no te limpias y puedes ponerte algo de Kelsey?

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—Gracias, Sheriff. —Ella me mira a través de sus lágrimas y su cara desordenada. —Llámame Rick. Después de que ella se va a duchar, busco en los gabinetes hasta encontrar un poco de té. Mi madre siempre me preparó té caliente cuando era niño y estaba molesto. Odio la mierda ahora, pero la guardo para Kelsey. Malos sueños, rupturas, problemas hormonales normales en adolescentes. El té caliente siempre parece ayudar. Todavía estoy aturdido viendo la bolsita de té empapada en el agua caliente cuando escucho que entra a la cocina. Me doy vuelta y casi no la reconozco sin todo su maquillaje. Sus bonitos ojos azules parecen más amplios y más inocentes, lo que solo pone más énfasis en lo incorrecto que es verla con un ojo morado. Los mechones rubios que normalmente están lisos y rectos se han torcido en un moño desordenado y húmedo en la parte superior de su cabeza. Ese peinado hace que su cuello parezca más largo. Trato de no obsesionarme con la carne pálida preguntándome con qué facilidad se lastima allí. Mi mirada cae hacia una camiseta familiar que he visto usar a Kelsey miles de veces. Pero Mandy tiene las tetas más grandes que he visto en una chica de su edad. La camiseta que le pidió prestada a mi hija apenas contiene el oleaje de sus senos. —¿Está bien que use esto? —pregunta, con voz insegura. —Sí —ladro con demasiada brusquedad—. Por supuesto. —Arranco mi mirada de su pecho y noto que ella está usando un par de pantalones cortos grises que pertenecen a Kelsey. Los muslos de Mandy son más curvos y apostaría toda mi vida a que su trasero llena cada centímetro de esos pantalones cortos. Mi pene está cobrando vida en mis boxers y de repente me siento estúpido por no haberme cambiado cuando tuve la oportunidad. —Muchas gracias por dejarme quedar. —Me pasa los brazos por el cuello y me abraza con fuerza. Estoy horrorizado porque ahora mi polla está aún más dura con sus tetas perfectas aplastadas contra mí. Esta chica, a la que conozco desde hace años, ahora está demasiado cerca para sentirse cómoda. Tengo problemas para trazar una línea aquí. Ella se siente muy bien en mis brazos. Como soy un bastardo codicioso, me tomo un momento para abrazarla. —Kelsey no está aquí así que puedes dormir en su cama esta noche —Mi voz es ronca y se necesita todo para despegarla suavemente de mi cuerpo—. ¿Por qué no bebes este té y hablaremos más por la mañana? Ella asiente y acepta el té. Todavía la estoy mirando, atravesando los pensamientos confusos de mi cabeza cuando la veo mirándome. No solo a mí, sino también a mi semi erección que todavía estoy luciendo en mis

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boxers. El asco me invade. Soy un hijo de puta enfermo, no mejor que Brandt. Debería consolar a esta chica. Sin desearla. Me aclaro la garganta, exigiendo su atención, y estoy agradecido cuando se encuentra con mi mirada. A pesar de su mirada inocente, sus ojos brillan con picardía. Ahí está la Mandy que conozco muy bien. —Te ves bien, Sheriff. Gracias a Dios. Territorio familiar. —Sí, sí. Bebe el té y vete a la cama. *** Un grito espeluznante me sacude del sueño y arrastro el culo hacia la habitación de Kelsey. Muchas veces tuvo pesadillas y tuve que consolarla. No es hasta que estoy a medio camino en su cuarto oscuro que recuerdo que Kelsey no está en casa. Es Mandy. —¿Estás bien? —murmuro cuando llego a la cama. Está llorando y ahogando un sollozo. —N…No. Soñé... él estaba... estaba asustada... Mi instinto es consolarla, pero no quiero cruzar ninguna línea. —¿Que necesitas? —Yo, uh —susurra—. ¿Podrías abrazarme? Me congelo y reflexiono si es una buena idea o no. Cuando ella comienza a sollozar de nuevo, tomo una decisión. La niña ha pasado por el infierno. No voy a dejarla sufrir. Levanto las mantas y me acuesto a su lado. Menea el culo hacia mí y yo silbo cuando se roza contra mi polla. Bien, tal vez esta fue una idea terrible. —Tengo frío y miedo —me dice—. Por favor abrázame. —No sé si eso es una… Se gira para mirarme y dos tetas calientes y desnudas se presionan contra mi pecho desnudo. —¿Qué carajo? —gruño. —No te preocupes —murmura—. Todavía tengo mis bragas. Estoy a punto de castigarla, pero luego desliza su brazo alrededor de mí y presiona su rostro contra mí duro músculo pectoral. Su cálido aliento me hace cosquillas. Por un breve momento egoísta, me alegro nunca haberme olvidado y mantenerme en muy en forma. Sobre todo, fue porque

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estaba soltero y nadie quiere follar a un tipo flácido. En este momento, me alegro porque no me siento tan viejo con esta pequeña cosa caliente presionada contra mí. —Deberías ponerte una camiseta —me quejo. Pero no presiono demasiado el asunto. En cambio, me encuentro acariciando su cabello todavía húmedo que hace tiempo se liberó de su moño. —No quiero. Hay tantas cosas que debería hacer ahora. Salir de esta cama. Obligarla a vestirse. Ir a la estación y reportar a su padre para que pueda enviarlo lejos. Pero aparentemente, esta noche soy un estúpido hijo de puta porque no hago nada de lo que debería. Esta noche, rompo las reglas. Sostengo a una chica casi desnuda de diecisiete años en mis brazos mientras imagino cómo sería follarla. Nunca la tocaría más allá de lo que estoy haciendo ahora, pero estoy seguro de que no puedo dejar de preguntarme si su coño es apretado. Estoy seguro de que no puedo dejar de preguntarme cómo se vería con sus tetas rebotando mientras monta mi polla gorda. —Ve a dormir, niña mala —murmuro contra su cabello. Ella se retuerce contra mí y me condenarán si mi polla no se aprieta contra mis boxers. Estoy tratando de pensar en las cosas menos sexys cuando su pequeña mano roza mi polla. Siseo un soplo de aire. —Mandy —gruño mi advertencia. —¿Qué, Sheriff? —Su tono es tan inocente que por un segundo creo que fue un accidente. Pero luego empuja su mano dentro de mis boxers y agarra mi polla dolorida. Empujo contra su mano incluso antes de comprender lo que está sucediendo. —¡Joder! —gruño—. ¿Qué estás haciendo? Esta chica tiene mi polla en la mano. Soy un maldito policía y tengo la edad suficiente para ser su padre por el amor de Dios. Debería estar alejándola. Corriendo lejos de ella. Sin embargo, sigo congelado en sus manos. Presiona sus labios contra mi pecho y me acaricia de nuevo. El placer sube por mi espalda y me marea. Ni siquiera puedo recordar la última vez que me vine sin usar mi propia mano. —Por favor, para —mascullo entre dientes, pero todavía no he encontrado la fuerza para alejarla. Ella me acaricia más fuerte. Más enérgicamente. Me vendré por todo su estómago plano si ella sigue así. Adolescente. Ella es una jodida adolescente. ¡Despierta, hombre!

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—He fantaseado mucho contigo —admite, su voz suave e insegura. Jesús-jodido-Cristo. Un gemido resuena en mis labios. —Mandy, por favor detente. Eres solo una niña... Ella me aprieta más fuerte y comienza a aumentar sus movimientos arriba y abajo de mi eje. Mis bolas están atrapadas con la necesidad de venirse. Me estoy volviendo loco y fuera de control aquí. Todo esto será tan feo por la mañana. En este momento, sin embargo, no me importa una mierda la mañana. No quiero que se detenga. —Soy una chica mala —murmura, su aliento caliente en mi pecho—. Tú mismo lo dijiste. Que me jodan. —Tienes que parar —gruño, pero mis malditas caderas se mueven hacia adelante. —Me detendré cuando te detengas —desafía. Y ninguno de nosotros se detiene. Sigo empujando y ella sigue acariciando. —Quiero sentir tu semen caliente en mis tetas —respira contra mí. Sus palabras me llevan al límite. Mi polla se sacude con su liberación y brota entre nosotros. Suelto una serie de maldiciones ante mi estupidez hasta que mi polla se suaviza. Tan pronto como mi polla no está llamando a todos los disparos, la conciencia me atraviesa. Acabo de dejar que la mejor amiga de mi hija me toque en la cama. Mierda. Mierda. Mierda. Esto no solo está severamente contra la ley. Sino que, estoy bastante seguro de que también iré al infierno ahora. —Oh, Mandy —murmuro—. ¿Qué hemos hecho?

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2 Chica mala

M

e pongo rígida ante sus palabras. Por un breve momento, pensé que estaba metido en ello. He estado obsesionada con este hombre desde que tenía catorce años. Recuerdo la primera vez que me sentí sexualmente atraída por él. Se había quedado dormido en su sillón reclinable en la sala de estar. Algo acerca de sus hermosos rasgos relajados y la forma en que sus labios carnosos estaban separados me hizo temblar con la necesidad de tocarlo. En realidad lo toqué. Kelsey ya se había quedado dormida en el sofá, así que era libre de mirar a su padre sin que ella se burlara de mí. Me acerqué a él y noté que su polla estaba dura debajo de sus pantalones de chándal. Tontamente esperaba que estuviera soñando conmigo. Con una mano temblorosa, pasé la punta de mis dedos por el contorno de su polla. Se sacudió con mi toque y me invadieron zumbidos de placer. En ese momento, tenía miedo de seguir tocándolo, en caso de que despertara. Corrí a la habitación de Kelsey y me toqué hasta que llegué. Él también fue la razón por la que perdí mi virginidad poco después. Dejé que uno de los amigos de mi hermano me follara el siguiente fin de semana. Cuando cerré los ojos, imaginé que era Rick dentro de mí. Cada vez he hecho lo mismo. Él es la razón por la que voy a estos clubes y bares. Deseo a los hombres mayores. No cualquier hombre mayor, sino a él. Pero él es el sheriff. Y es tan brusco. Un seguidor de reglas. O eso pensé. —Me estabas abrazando —le digo, intentando mantener mi voz inocente. Mis dedos se deslizan hacia arriba a lo largo de los duros surcos de su estómago y toco el semen que está manchado allí. Sin pensarlo, me llevo mis dedos húmedos a la boca. Me chupo los dedos para probarlo. Durante años, imaginé este momento—. Sabes bien. Gime y comienza a alejarse de mí, pero deslizo mi brazo alrededor de su espalda. Nuestros estómagos húmedos se deslizan uno contra el otro. Su

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polla se está endureciendo de nuevo. Le hago esto. Soy yo quien lo tiene violando las leyes. El pensamiento me sobrepasa. —Lo que acabamos de hacer... —se calla—. Es jodidamente malo, Mandy. Tan jodidamente malo. Me sentiría rechazada, excepto que él no se va a mover. De hecho, su pulgar está frotando un círculo en mi hueso de la cadera justo por encima de mis bragas. Su toque suave y gentil me envía astillas de placer. Estoy mojada y necesitada por él. Siempre tan mojada para él. —Sin embargo, se sintió bien, ¿verdad? —susurro, recuperando el aliento cuando su pulgar traza el borde de mis bragas. Gruñe y vibra hasta llegar a mi coño. —Se sintió demasiado bien. Le sonrío en la oscuridad. La habitación se ha vuelto gris oscuro cuando el amanecer comienza a aparecer. —Siempre pienso en ti cuando tengo relaciones sexuales. —Joder —sisea—. Deja de hablar así. —Cierro los ojos cuando sus pollas mediocres están dentro de mí y... —¡Detente! —Y me imagino que eres tú. Tu gruesa polla dentro de mí y... —¡Mandy, para! —Me vengo muy duro pero no es lo mismo. La fantasía no es real... —Dije que pararas maldita sea —gruñe mientras se retuerce y me sujeta a la cama. Su respiración es pesada y su agarre es brutal mientras sostiene mis muñecas hacia abajo. Al instante me doy cuenta de que su muslo se ha asentado entre los míos. Me excita el hecho de que su polla está dura y me presiona la cadera. Ahora que el amanecer está sobre nosotros, puedo ver su rostro ensombrecido. Está enojado, pero puedo sentir la lujuria ondeando de él. Me quiere, pero no se permitirá reconocer ese hecho. —¿Por qué no te gusto? —pregunto, el dolor en mi voz brillaba. Libera una de mis muñecas y arrastra sus poderosas yemas de los dedos a lo largo de mi brazo hasta mi clavícula. Luego, acaricia mi garganta antes de tomar mi mejilla. —Me gustas, Mandy. Mi mirada se fija en la suya ahora que puedo ver a la luz de la mañana. Es tan sexy que duele solo mirarlo. El cabello castaño claro en su cabeza está despeinado y desordenado. Su barba ha crecido un poco y quiero saber cómo se siente entre mis muslos. Frunce las cejas y hace que la carne entre

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ellas se arrugue. El sheriff McMahon es muy guapo. Y mío. Al menos por un rato… —Nadie tiene que saberlo —murmuro mientras levanto la mano y toco su suave cabello. Cierra los ojos y se inclina para presionar un beso en mi frente. —Yo lo sabré. —Pero te quiero. —Dejo que mi mano vague entre nosotros otra vez con la esperanza de distraerlo tocando su polla—. Quiero que la fantasía cobre vida. —En el momento en que mi mano roza su erección, suelta un gruñido. Su mano agarra mi cuello y me mira a pocos centímetros de mi cara. —No, Mandy. Le froto hasta que sisea. Su agarre en mi garganta se tensa. —Maldita sea —gruñe—. Deja de ser tan jodidamente tentadora. Se me corta la respiración porque tiene un agarre mortal en mi cuello. Parpadea su ira, liberándome rápidamente. —Joder —susurra—. ¿Te lastimé? —Su pulgar frota suaves círculos en mi garganta. —Un poco —miento. Sus ojos marrones se abren con horror, pero luego sus labios están en mi cuello. Su caliente respiración me hace cosquillas mientras presiona besos suaves allí. Besos que comienzan inocentes y reconfortantes. Pero entonces su lengua está allí burlándose de mí. Se me escapa un gemido de placer que solo parece estimularlo. Me chupa lo suficiente como para saber que dejará una marca. El pensamiento me excita. Mi coño palpita con la necesidad de tenerlo dentro de mí. Sus besos en mi garganta se vuelven más voraces. Incluso sus dientes aparecen y me muerde juguetonamente al principio. Luego me muerde como si quisiera castigarme. —Te necesito —le suplico mientras tiro de su hombro. Se acomoda entre mis muslos y su polla dura se frota contra mí de la manera correcta. Las estrellas brillan a mí alrededor mientras el placer late a través de mí. Su boca encuentra la mía y me besa. Duro. El sheriff McMahon besa a la pequeña Mandy Halston. Gimo ruidosamente en su boca y araño su espalda instándolo a seguir. Mi pequeño pedazo de bragas y sus estúpidos boxers son demasiado. Quiero que se vayan. Lo quiero dentro de mí. —Joder —murmura contra mi boca—. Esto está mal. Mierda. Le clavo los talones en el culo.

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—Sin embargo, se siente bien. Oh, Dios... —Me dejo ir cuando mi cuerpo comienza a temblar. Tan cerca. Muy cerca. —Chica mala —gruñe—. ¿Por qué me has hecho esto? —Se presiona contra mí de una manera deliberada que me hace temblar de necesidad. —Porque te deseo —murmuro mientras alcanzo entre nosotros y libero su polla de sus boxers. Ahora, si consigo quitarme las bragas... —No, Mandy —gruñe, pero vuelve a moverse—. Jodidamente no. Me quito las bragas para poder sentir su piel contra la mía. En el momento en que su polla caliente se desliza contra mi clítoris, maldigo. —¡Mierda! —Eres el jodido demonio —dice bruscamente pero luego chupa mi labio inferior en su boca. —Fóllame de vuelta al infierno entonces —desafío. Cuando voy a buscar su polla para ayudarla, me agarra las muñecas y me sujeta. —No —ladra mientras se desliza contra mi coño de una manera que me vuelve loca. —Por favor —lloriqueo. Intento sacar mis brazos de su agarre pero él solo los aprieta. Su polla se desliza a lo largo de la apertura de mi coño resbaladizo, pero nunca entra en mí. La sensación de burla me va a matar. Necesito más. Necesito todo de él. —Te vas a venir como una buena niña así y luego te llevaré a casa. Esto no puede suceder —murmura, su aliento desigual y desigual. —Pero… —Sin jodidos peros. No soy un maldito pedófilo. Comienzo a reír mientras me muevo en mis intentos de liberarme. —Tu polla está tan cerca de penetrarme, Sheriff. Podrías haberme engañado. —Jódete —se rompe y la punta de su polla me empuja. Ambos silbamos pero él se aleja y continúa deslizándose contra mí. —Un día quiero que me lo pongas en el culo —me burlo. —¡Jesús-jodido-Cristo, Mandy! ¡No puedes decirme una mierda así! —¿O qué? ¿Me arrestarás? Me cubre la boca con la mano y me mira mientras se balancea contra mí. Me gusta que me tenga casi inmovilizada. Me encanta que me haya silenciado. Rick siempre es tan intenso y ardiente. Nunca soñé que sería el foco de toda esa intensidad.

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—Mierda —se queja cuando su polla vuelve a tocar mi abertura. Pero antes de que pueda retroceder, encuentro su mirada con la mía oscura y clavo el talón en su trasero y levanto mis caderas. Su polla empuja hasta la mitad dentro de mí. Es tan grande que casi duele, pero estoy tan mojada que se desliza fácilmente dentro—. ¡Joder! —ruge y conduce el resto del camino hacia mí. Mis ojos vuelven a mi cabeza y casi me vengo por la forma en que su gruesa polla me estira hasta el límite. —¡Mierda! ¡Mierda! ¡Joder! —Está enojado con los dos, pero está fuera de control. Lo empujé aquí—. Maldita sea, hermosa niña —muerde, su tono acusatorio—. ¡Jódete por hacerme hacer esto! Quiero decirle muchas cosas, pero su mano permanece en mi boca mientras empuja desnudo. Todas las veces que he tenido relaciones sexuales, ni una sola vez lo he hecho sin condón. Nuestros ojos se encuentran y los suyos son maníacos. Salvaje como un oso. Libera mi boca y su palma baja por mi garganta hasta mi teta. Su mano gigante cubre la mitad, su pulgar áspero raspando mi pezón pico. Me estremezco y mi coño se aprieta alrededor de su polla. Sus ojos se oscurecen cuando me pellizca el pezón. El dolor me atraviesa y me encanta. Ojalá me mordiera allí. —Me gusta cuando eres rudo conmigo —murmuro, sorprendida de que esas palabras escaparan. Me gruñe como un animal y luego sus dedos están entre nosotros. Lloro de placer cuando su largo dedo se frota contra mi clítoris. A diferencia de los chicos con los que he estado, Rick sabe cómo tocarme. Me da masajes hasta el mejor orgasmo de mi vida. Pierdo todo sentido de la realidad a medida que el mundo explota a mí alrededor. Sus labios encuentran los míos nuevamente mientras sus caderas comienzan a golpear contra mí más rápido que nunca. Un gemido deja sus labios un segundo antes de que un calor ardiente brote dentro de mí. Sale al siguiente segundo y el resto de su liberación brota en mi bajo vientre. Su cuerpo se estrella contra el mío aplastándome contra el colchón. Puedo sentir su corazón latir con fuerza en su pecho. Por un minuto, no se mueve. Sus dedos acarician mi cabello y me relajo. Finalmente me follé al sheriff. Y fue todo lo que siempre esperé que fuera. Está callado y no me atrevo a romper el hechizo. Lo dejo abrazarme, su boca susurrando cosas ininteligibles mi oído. —Oh, Mandy —dice, lamentando que su voz temblara—. Lo siento mucho. La ira brota dentro de mí. ¿Por qué lo lamentaría? Lo que acabamos de hacer fue perfecto. He estado esperando casi cuatro años para que esto

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suceda. Rick es sexy, divertido y protector. Siempre he amado cada parte de él, incluso cuando se vuelve mandón y me molesta. —No te arrepientas —le digo—. Yo no lo hago. Se levanta y me mira con cansancio. No entiendo cómo parece haber envejecido unos años. La preocupación y el terror parpadean en sus ojos. No me gusta esa mirada. —No se lo diré a nadie —susurro. Francamente, me molesta que incluso se preocupe por tal cosa—. Lo juro. Cierra los ojos y sacude la cabeza. —Pero deberías. Quiero que lo hagas. Me trago mi emoción. —Nunca. —Esto nunca puede volver a suceder —murmura—. Soy un monstruo. Se me llenan los ojos de lágrimas y me ahogo un sollozo. —No lo eres. Se aleja de mí tan rápido que no tengo oportunidad de detenerlo. Su cuerpo se ondula con fuerza y es absolutamente hermoso. Podría mirar su pecho desnudo durante días sin pestañear. Su vello castaño en el pecho. La forma en que sus músculos parecen estar esculpidos en piedra. Y especialmente en su hermosa polla, una polla que estaba justo dentro de mí. Todavía brilla por mi excitación. —Necesito... —se calla y se frota la cara mientras tira de sus boxers— . Necesito pensar. Sale corriendo de la habitación dejándome solo con mis bragas torcidas y empapadas. Solo con su esperma secándose en mi estómago. Sola con el corazón vacío.

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3 Sheriff

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e follé a una adolescente. Me follé a una maldita adolescente.

Y no solo eso, sino que no usé condón. Como si yo fuera el adolescente irresponsable aquí. ¿Qué carajo? He perdido la cabeza. Me sentí como el culo más grande del planeta cuando la dejé en la cama de mi hija con mi semen sobre ella. Ella era un ángel que follaba como el diablo. Mi polla se sobresalta por el recuerdo y rápidamente alejo los pensamientos mientras me visto con mi uniforme. No es que importe más. Una vez que se corra la voz de que me acosté con la pequeña Mandy Halston, iré a prisión de todos modos. Desearía saber qué hacer. Brandt lo sabría. Brandt, de todas las personas, lo entendería. Estoy marcando su número antes de tener la oportunidad de cambiar de opinión. —¿Hola? —Su voz familiar hace que me duela el pecho. Mi mejor amigo. Bien podría haber sido familia. Se folló a mi hija. Me había vuelto loco por ese hecho. Y ahora... ahora no sé qué demonios pensar al respecto. —Necesito hablar contigo —gruño y pellizco el puente de mi nariz. Su voz suena tensa. Culpable incluso. —¿Acerca de? —Me follé a Mandy Halston —suelto, pero me las arreglo para mantener la voz baja para que no me escuchara desde la otra habitación. —Bien. ¿Quién es Mandy Halston? —me pregunta.

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Escucho un chirrido familiar en el fondo. Mis ojos se entrecierran mientras escucho. —¿Esa es Kelsey? Antes de que tenga la oportunidad de responder, su joven voz está en la otra línea. —¿Qué le pasa a Mandy? ¿Se encuentra ella bien? ¿Su papá la lastimó de nuevo? Todavía estoy tambaleándome por el hecho de que Kelsey está con Brandt, que me lleva un segundo ponerme al día con sus palabras. —¿Espera? ¿Sabías que su papá la lastimaba? ¿Es esto una maldita cosa regular aquí? —Sí, papá —dice con tristeza. La rabia florece en mi pecho y estoy enojado de nuevo por el hecho de que el imbécil la golpeó. —¿Por qué no me dijiste? —rujo. —Porque siempre vuelas fuera de control —murmura. —¿Por qué estás con él? —pregunto, mi tono se cortó—. Pensé que te había dicho que no lo vieras. —¿Cómo está Mandy? —me pregunta, cambiando de tema—. ¿Se encuentra bien? Aprieto los dientes. —Ella vino aquí después de que él la golpeó. —Oh, bien —respira—. La mantendrás a salvo. Cerrando los ojos, dejo que la culpa me consuma. No la mantuve a salvo en absoluto. No soy mejor que cualquier otro imbécil en su vida. Me aproveché de su inocencia. —Vuelve a poner a Brandt. —Te amo papá. Quiero decirle que lleve su trasero a casa, pero lo último que necesito es que encuentre a su mejor amiga desnuda, recién follada, en su cama. Una amiga en la que su papá decidió meter la polla. —También te amo, princesa. —Oye, Kiddo, ¿Puedes ir a preparar algo de café? —le pregunta Brandt mientras amortigua el teléfono. Odio lo domestica que suena esa pregunta. Como si fueran marido y maldita esposa—. Está bien, ahora dime qué pasó —insta una vez que ella se ha ido de la habitación. —La follé, hombre.

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—Y esto es un problema porque... —Tiene diecisiete años. Silencio. Deja escapar un suspiro después de un tiempo. —¿Qué vas a hacer? —No lo sé. Esto es ilegal —siseo—. ¡Tú, de todas las jodidas personas, lo sabes! —¿Ella lo quería? Quiero decir, tú no... —No me insultes —gruño—. No violé a la chica. —Pero todavía se considera violación legal... Me estremezco al tener eso de vuelta en mi cara. —Necesito llevarla a la estación. Para admitir todo. —La bilis se arrastra por mi garganta—. Oh, Dios, esto está jodido. —No hagas nada, Rick. Arruinar tu carrera por una decisión mutua con alguien que está a semanas o meses de cumplir dieciocho años es un movimiento terrible. Solo relaja tu trasero. Mira lo que sucede —insta—. Prométeme que no harás nada imprudente. Mi risa es dura. —Ya lo hice. —¿Yo, eh... debería...? Gruño, odio que estoy a punto de decir estas palabras. —Solo mantenla allí. Mantén a mi niña a salvo. Necesito lidiar con esto por mi cuenta. —Por supuesto. Siempre la mantendré a salvo —promete. Y estaré condenado si no siento esa maldita promesa en mi alma. El hijo de puta la ama—. Mantenme informado. —Sí. Cuelgo y empiezo a abrocharme la camisa del uniforme. Mi mente se tambalea. No sé qué coño hacer. —Oye. Muevo la cabeza para ver a Mandy parada en mi puerta. Lleva un par de pantalones de chándal de Kelsey y una sudadera con capucha. Gracias a Dios que está vestida. Su cabello esta mojado. La pobre muchacha tuvo que ir a lavarse la corrida del viejo de su cuerpo. Un escalofrío de asco me invade.

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—Deja de mirarme así, Rick —se queja. Sus manos van a sus caderas y su ceja rubia se arquea en desafío. Ella es tan jodidamente adorable; si no estuviera tan enojado conmigo mismo, la atraería hacia mí y la abrazaría. —¿Así cómo? —gruño de vuelta. —Como si no pudieras soportar mirarme. —Su labio inferior se tambalea. Doy un paso hacia ella y dejo escapar un gruñido. —No puedo dejar de mirarte. Ese es el maldito problema aquí. Sus ojos azules se iluminan y sonríe. Tan jodidamente bonita. —¿No estás enojado conmigo? Me burlo. —Oh, niña, estoy furioso. Ella frunce el ceño confundida. Podría mirarla todo el maldito día. Mi mirada se fija en el brillo morado de su ojo. Voy a matar a ese hijo de puta. —¿Cómo está tu ojo? —pregunto, cambiando de tema. Sus delgados dedos tocan la carne magullada. —Duele, pero está bien. —Se muerde el labio inferior y sus fosas nasales se dilatan como si fuera a llorar. No puedo evitar acercarme a ella y abrazarla. La inhalo porque huele muy bien. —¿Qué pasa, chica mala? —pregunto, esperando que el apodo burlón la anime. Mandy se ríe contra mi pecho y me abraza fuerte. —Quería saber si podría pasar la noche otra vez. Solo estoy contando los días hasta que cumpla dieciocho años. Me iré en el momento en que el reloj dé la medianoche. Odio estar allí. Un repentino impulso de protegerla de los peores monstruos que yo me consume. —Quédate el tiempo que necesites. —Hueles bien —murmura y levanta la cabeza para mirarme. Mi mandíbula se aprieta y la miro. —Lo que pasó anoche... no puede volver a pasar. ¿Lo entiendes? —Lo siento —murmura—. Solo te he deseado por tanto tiempo. Nunca quise ponerte en una mala posición. —Una lágrima le cae por la mejilla. Traigo mi palma para acunar su rostro y limpiar la humedad. Sus labios se separan y una vez más soy seducido por ella. Tan fácilmente. Ella es una sirena y yo soy un estúpido marinero que es atraído a la muerte cada vez que estoy cerca de ella.

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—No lo sientas —le susurro, apoyando mi frente contra la de ella—. Anoche fue la mejor noche de mi vida. En otro momento... en otro mundo... si fuera más joven... —suspiro—. En este momento, el momento es incorrecto. Estuvo mal, nena. Ella solloza y me mata. Quiero besar sus lágrimas. Seguramente un beso no dolerá en comparación con todo lo que hemos hecho. Froto mi nariz contra la de ella y rozo mis labios con los dulces y suaves suyos. Deja escapar un grito ahogado. Lo robo cuando mi boca la cubre. Su gemido también es tragado por mí mientras profundizo nuestro beso. Mi lengua domina a la pequeña y me encanta. Quiero esposarla a mi cama y violarla como hago con las otras mujeres con las que me acuesto. Pero esta chica sería más dulce. No me gustaría echarla a la mañana siguiente. Esta chica, me temo, nunca querría dejarla ir. Mis dedos se clavan en su cabello sedoso y la sostengo justo como la quiero. De una manera que me permite devorarla sin protestar. Sus pequeños dedos se aferran desesperadamente al frente de mi uniforme. Nosotros juntos, un sheriff de cuarenta y siete años y una adolescente maltratada, no deberíamos ser una pareja. Esto se vería tan feo desde el exterior. Pero desde adentro... es casi perfecto. Finalmente me alejo de nuestro beso. —Necesito ir a trabajar. Mandy asiente, pero sus cejas se juntan como si tuviera dolor. —Prométeme, Rick —me dice en un tono desesperado—. Prométeme que no se lo dirás. Me enviarán de vuelta a él. Lo que hicimos no estuvo mal. Que golpeara a su hija está mal. Por favor. La ira me invade, pero no está dirigida a ella. Aprieto su dulce mandíbula y la obligo a mirarme. —Lo prometo. Y no volverás allí mientras tenga algo que ver con eso. Sus ojos azules se iluminan con tanta adoración que casi me derriba. —Gracias. Robo otro beso antes de salir corriendo de la casa. Ella no debería estar agradeciéndome. No soy bueno para ella. *** —Sheriff —resuena una voz profunda—. ¿Puedo hablar contigo un segundo?

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Levanto la mirada del grueso archivo de mi escritorio y miro un par de ojos azules que se parecen demasiado a los de Mandy. Una furiosa tormenta de ira me invade. —Estoy ocupado. ¿Qué es? —ladro. Ignorando mi tono, Jack Halston entra a mi oficina con su traje caro y su sonrisa falsa. —Necesito denunciar a una persona desaparecida. La inquietud se desliza por mí. —¿Cuánto tiempo lleva desaparecida la persona? —Es Mandy —se queja—. Ella no estaba en su cama esta mañana. —Entonces, ¿qué, dos horas? —me burlo—. Sabes que no podemos hacer nada hasta que ella haya desaparecido cuarenta y ocho horas. Su rostro se pone rojo brillante y él pone sus manos en puños. Probablemente el mismo puño con el que golpeó a mi chica. Me encantaría aplastar ese puño. —Para entonces estaré en un avión a Sacramento. Necesito hablarle. Para suavizar las cosas. Se necesita todo en mí para no saltar sobre mi escritorio y romper sus dientes. —Pensé que estaba siendo castigada por beber alcohol entre menores de edad. ¿Por qué necesitarías arreglar las cosas con ella? La culpa brilla en sus ojos. —Tuvimos una discusión. Se dijeron algunas cosas. Y la golpeaste en la maldita cara... —Esto apenas parece que debería estar tomando tiempo de la policía, Halston —corto—. Ella es amiga de mi hija. Me aseguraré de que ella esté bien. Frunce el ceño, pero acepta mi respuesta. —Me iré por unas semanas por negocios, pero si pudieras vigilarla y evitar problemas, sería genial. —Sí. Me las arreglo para mantener la calma hasta que me da la espalda y se aleja. Le doy el dedo medio, pero no se siente tan satisfactorio como tener mis nudillos aplastando su cráneo. Por ahora, sin embargo, tendrá que hacerlo. ***

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Cuando entro por la puerta principal, lo primero que noto es el olor. Delicioso. Algo realmente bueno se está cocinando. Puedo manejar lo básico para Kels y para mí. Y de vez en cuando mi hija hará algo muy sabroso. Pero el olor que impregna mi cocina es diferente a todo lo que cualquiera de nosotros haya cocinado antes. Me acerco a la cocina en busca de la fuente del olor. Mandy está de espaldas a mí revolviendo algo en la estufa. Lleva uno de los vestidos blancos de verano de Kelsey con la espalda abierta. Su cabello rubio se ha secado en ondas suaves y sexys que se extienden sobre un hombro. El vestido es corto y no debería ponerme duro por lo bien que se ve en él. Estoy obsesionado con sus piernas suaves y bronceadas y sus pies descalzos y sexys. Ella mira sobre su hombro y me mira. —Hey —gorjea—. Espero que no te importe que cocine la cena. Froto mis palmas sobre mis mejillas que nunca llegué a afeitarme esta mañana y levanto una ceja. —No creo que ningún hombre en este planeta se queje de una comida casera. Mandy se ríe y es dulce música para mis oídos. —Te ves hambriento. No tienes idea, nena. —Duro día en la oficina —gruño. Se vuelve hacia la estufa y me tomo un momento para admirar su culo redondo. Mi polla se tensa contra mis pantalones cuando me imagino inclinándola sobre la mesa de la cocina, empujando ese bonito vestido por sus caderas y follándola hasta la hora de la cena. —Necesito cambiarme —ladro y me alejo antes de hacer algo estúpido. Necesito concentrarme en ser el adulto responsable aquí. Ella ha pedido refugio. Que la mantenga protegida de su padre. No puedo hacer eso cuando quiero sacar mi polla y agitarla cada vez que la veo. Vuelo a través de mis botones y me arranco la camisa. Acabo de tirar el pañuelo de mi esposa cuando la veo en la puerta de mi habitación. Ella me mira con su grueso labio inferior presionado entre sus dientes. Desearía que no me mirara como si estuviera hambrienta de mi polla. Me dan ganas de darle de comer cada centímetro. —¿Necesitas algo? —Mi voz es ronca. Ella alcanza detrás de su cuello y tira del nudo de su vestido. El frente cae sobre sus caderas revelando sus enormes tetas desnudas hacia mí. A la

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luz del día, puedo admirarlas adecuadamente. Son perfectamente simétricos. El color de sus pezones es el color melocotón más suave que he visto. Frunzo el ceño cuando noto marcas oscuras en su garganta. Antes de poder detenerme, me acerco a ella y me aferro a sus hombros. Efectivamente, su garganta está marcada. Anoche realmente le hice un número. —Te lastimé —pronuncio, la culpa infecta mi tono. Ella se ríe y sus tetas perfectas rebotan. —Me gustó. Cuando me lastimas, en realidad lo quiero. Frunzo el ceño, sin entenderla. —Tu jodido padre te golpea. ¿Cómo soy diferente? Sus palmas encuentran mis mejillas y ella me da una sonrisa descarada. —Me dominas de una manera sexual que me excita. Él solo es abusivo. Contigo, quiero que... —se apaga y me da una mirada insegura. —¿Qué? —Me inclino más cerca de ella para poder inhalarla. Huele a ajo y jodidamente como un perfecto demonio. —Quiero que me sostengas y me ahogues. Átame y dame una nalgada. Quiero ser tu chica mala y quiero que seas el sheriff que me castiga —me dice, sus ojos oscurecidos por la lujuria. Cierro los ojos y me pregunto cómo coño sabe que estoy metido en esta mierda perversa. Es como si ella tuviera acceso directo a mi cerebro. —No me gusta lastimar a las chicas —miento. Ella se ríe y su palma encuentra mi polla dolorida a través de mis pantalones. —Una vez —pronuncia en un tono entrecortado—. El año pasado, una noche cuando me quedé con Kelsey. Trajiste a una mujer a casa del bar. Me desperté porque escuché gemidos. Cuando entré allí, estaba atada y la estabas asfixiando mientras la follabas. Fue tan caliente. Estaba celosa, pero quería ver. Me senté allí, en el piso, donde podía mirar. Mientras entrabas en ella, me toqué, deseando ser yo en lugar de ella. Llegué tan fuerte que estaba segura de que me escuchaste gemir tu nombre. La estoy mirando furioso. —¿Tú viste? —Esa no fue la única vez. —Sus ojos azules centellean con picardía— . También te vi masturbarte una o dos veces. —Eres astuta, chica mala —gruño. Ella se encoge de hombros.

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—No tienes idea de lo mala que puedo ser, sheriff. —Su vestido se desliza hacia el piso y no puedo quitar los ojos de encima de su impresionante cuerpo. Se ha afeitado el coño con suavidad y me condenarán si no quiero saltarme la cena y comerla en su lugar. —¿Me mostrarás cómo ser mala? —me pregunta, con un puchero inocente en los labios. Me maldigo porque ya estoy asintiendo. Con los ojos cerrados, empujo sus hombros hasta que se arrodilla frente a mí. Me obligo a mirarla y ella se ve tan malditamente hermosa mirándome. Le acaricio el cabello y dejo salir un gruñido. —Las chicas malas chupan polla.

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4 Chica mala

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l destello salvaje en su mirada es uno al que me estoy volviendo adicta rápidamente. Me encanta poder empujarlo al borde de la cordura. Que puedo volverlo loco con la necesidad de consumirme. Me siento empoderada. He chupado muchas pollas a lo largo de los años, pero nunca a nadie que me importara tanto. De repente, me temo que no voy a ser lo suficientemente buen. —¿Qué pasa si no te gusta? —murmuro. Sus ojos marrones son como chocolate derretido mientras me mira con una mirada intensa. —Ya me encanta y todavía no me has tocado. —Me acaricia el cabello y sonríe—. Ahora quítame los pantalones y pon mi polla en tu boca. Me rio de sus audaces palabras, pero rompe el hielo lo suficiente como para poder superar mis inseguridades. Tan pronto como desabrocho sus pantalones, los empujo junto con sus boxers hasta los tobillos. Su polla pesada se balancea. Nunca me he encontrado con una polla tan gruesa antes. He estado con pollas de lápiz, pollas cortas y sobre todo algunas pollas promedio. Pero esta polla es como el rey de todas ellas. Una gruesa corona púrpura en su hermosa cabeza. —Vamos, niña mala —retumba—. Deja de burlarte de mí. Lamo mis labios y sonrío. Luego, saco la lengua para probar la punta. Es salado y delicioso. Me encanta que sepa limpio, a diferencia de los chicos asquerosos con los que he estado en el pasado. Con un nuevo vigor, envuelvo mis labios alrededor de su polla y lo relajo en mi boca. Me duele la mandíbula debido a su circunferencia, pero no me rindo. Muevo la lengua por la parte inferior de su polla y trato de no rasparla con los dientes. Su punta toca la parte posterior de mi garganta y me da náuseas. Deja escapar un siseo, pero agarra mi cabello para instarme. Me ahogo con su gorda polla. Baba me baja por la barbilla y me arden los ojos, pero le chupo la polla como si hubiera nacido para eso.

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—Eso es bueno —dice—. Así. Me vas a hacer venir, hermosa. Lo miro y hago todo lo posible para que esto sea bueno para él. Nunca quiero que él quiera a otra mujer. Solo yo. Siempre yo. —Quiero venirme en toda tu cara —susurra, apretando mi cabello con fuerza—. Quiero que mi semen arruine tu hermoso cabello. En el pasado, la mayoría de las veces lo tragaba, pero no puedo desanimarme con este acto sucio. Asiento levemente. Me gruñe y se sacude de mi boca. Miro con asombro mientras se acaricia. Pequeños sonidos de placer se le escapan. Todavía estoy admirando la forma en que agarra su polla cuando un chorro caliente de esperma golpea mi mejilla. Agito mis pestañas para evitar que entre en mis ojos. Gime mientras pinta mi cara con su semilla caliente. Una vez que termina, lo miro y sonrío. —¿Eso estuvo bien? Desliza un poco de esperma de mi mejilla con el pulgar y luego me lo mete en la boca. Me encanta su sabor y lo succiono con avidez. Él continúa limpiando mi cara de esta manera hasta que estoy completamente limpia. —Eso fue jodidamente perfecto —dice mientras me ayuda a ponerme de pie. Suena el temporizador de la cocina y él maldice. —Ven a comer conmigo —le digo con una sonrisa—. Podemos terminar esto más tarde. *** —Puedo lavar los platos. —Hago un puchero—. Se suponía que era tu sorpresa. Simplemente me mira por encima del hombro mientras friega una olla. —Y te lo dije, tengo esto. Sienta tú lindo y pequeño trasero allí y dejarme hacer esto. Me quejo y él me salpica con agua jabonosa. —¡Oye! —No escuchas, ¿verdad? —pregunta con una sonrisa. Me tomo un momento para admirar su trasero con sus pantalones de chándal gris oscuro que cuelgan peligrosamente bajo sus caderas cónicas. No se había molestado con una camiseta y su espalda esculpida es para mi gusto visual. Mis pezones se endurecen debajo de la tela del vestido que me puse antes porque solo mirarlo es una gran excitación. Dios mío, Kelsey tiene el padre más sexy del planeta.

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—Te gusta cuando me porto mal —desafío. Me da otra mirada ardiente antes de salpicarme de nuevo. Me rio e intento empujarlo, pero él me empuja frente a él con el estómago presionado contra el mostrador frente al fregadero. Su polla está dura cuando se balancea contra mi trasero. Lleva sus manos mojadas al frente de mi vestido y acaricia mis senos. —Me encanta cuando eres mala —gruñe contra el lóbulo de mi oído— . Porque entonces puedo castigarte. —Esto apenas se siente como un castigo —bromeo. Pero la forma en que se frota contra mi trasero es tortuosa. —Lava esa olla —ordena—. Quiero que te concentres en restregarla bien y limpiarla. Lo miro por encima del hombro confundido. —¿Y si no lo hago? Sus dedos pellizcan mis pezones a través de la tela del vestido. —Entonces te daré unas nalgadas, cariño. —Me muerde el hombro— . Ahora abre las piernas. Cuando no me muevo, me separa los tobillos. Mi coño palpita de emoción. Me encanta cuando se enoja conmigo. Me desata el nudo de mi cuello y lentamente levanta el vestido sobre mi cabeza. Estoy desnuda con las piernas separadas, los codos hundidos en el agua del lavaplatos. Esto seguramente no puede ser caliente, pero aquí estoy, temblando de necesidad. Gimo cuando me da una palmada en el culo antes de deslizar su palma por la apertura de mi trasero hasta que puede ahuecar mi coño por detrás. Sus dedos desaparecen en mi apretado agujero mojado y jadeo porque se siente demasiado bien. —Lava la olla. Me estremezco e intento con una mano temblorosa restregar las sobras de la salsa de espagueti de la olla. Sus dedos se burlan mientras entran y salen lentamente de mí. Quiero agarrarle la muñeca y obligarlo a ir más rápido, pero algo me dice que no lo tendrá. —Mmm... —Lava la olla, chica mala —gruñe mientras me urge con un tercer dedo dentro de mí—. Estás aflojando. Me estremezco. Es difícil lavar una olla con los ojos cerrados y que alguien te mande al olvido. Gimo cuando él comienza a follarme más fuerte con su mano.

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—Lava la jodida olla, nena —gruñe. Su pulgar sondea en el agujero arrugado de mi trasero. Suelto un chillido—. Relájate —dice—. Me prometiste este culo. Quito el infierno de la olla y luego lo arrojo al mostrador. —Ahí. La olla está limpia. Se ríe antes de empujar mi espalda hasta que mis tetas se sumergen en el agua jabonosa caliente. Siseo porque me quema los senos sensibles. Tengo que agarrarme a los costados del fregadero para evitar ahogarme primero. —Tu coño es tan malditamente perfecto —pronuncia, su voz llena de asombro—. Podría pasar horas tocándolo. Yo también quiero probarlo. Tiemblo ante sus palabras. Me agarra desprevenida porque en el momento siguiente, empuja su pulgar en mi culo. —¡Ahh! —Buena chica —murmura, su mano libre se enrosca en mi cabello en la base de mi cráneo—. Eres aún más sensible aquí. ¿Quién más ha estado en este culo, nena? Gimo y mi cabeza comienza a caer hacia adelante, pero él la tira hacia atrás. —Respóndeme. —Na… nadie. Solo quería intentarlo contigo —me apresuro, mi voz tembla de anticipación. —¿Entonces mi chica mala no siempre es mala? Intento sacudir la cabeza, pero su brutal agarre me impide moverme. —No. Comienza un puto lento y delicioso movimiento de sus dedos en mis dos agujeros. Nunca me he sentido tan llena y consumida. Mis tetas salpican en el agua pero él mantiene mi cabeza hacia atrás para que no me hunda accidentalmente. —Voy a enseñarle a tu pequeño y lindo culo a estirarse y aceptar lo que sea que quiera poner allí —gruñe—. Un día pronto, lo tendré preparado para tomar mi gorda polla. ¿Quieres eso, chica mala? ¿Mi polla gorda embistiendo tu culo apretado? Sus palabras me aterrorizan y me excitan. Estoy tan acelerada en este momento. Entre el chapoteo de mis tetas y los sonidos sordos que vienen de abajo, no creo haber escuchado nada tan erótico. Me suelta el cabello y luego esa mano comienza a atender mi clítoris. Es demasiado. Demasiada sensación. Me vengo tan fuerte que grito, un grito

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que rompe mi alma. Me tiemblan las piernas con tanta fuerza que creo que colapsaré. Pero este hombre con sus grandes dedos dentro de mis agujeros me está sosteniendo. Estoy a su merced. Estoy en su pequeño viaje sucio hasta que me dice que soy libre de irme. Espero que nunca haga que me vaya. —Tan dulce —murmura mientras me quita los dedos cuando el último de mi orgasmo se ha ido—. Dios, eres una tentación. Tan pronto como me suelta, me tambaleo sobre mis pies. Creo que me voy a caer pero luego me está tomando en sus poderosos brazos. Miro sus profundos ojos marrones, perdiéndome en ellos. —¿Que estamos haciendo? Entra a su habitación y luego me acuesta en la cama. Su máscara ha caído y la oscuridad brilla a través. —Estamos rompiendo todas las reglas. *** —¿Confías en mí? —pregunta desde sus rodillas entre mis piernas abiertas. Sonrío y me encojo de hombros. —Te dejo atar mis tobillos a cada extremo del estribo. Creo que eso requiere un poco de confianza. Se adelanta y le da una palmada a mi coño. —Eres una sabelotodo. —Sus cejas se fruncen mientras me mira pensativamente—. Hablé con tu papá hoy. Mi sonrisa cae de mis labios. —¿Qué? —Trató de presentar un informe de persona desaparecida. —Se frota la cara con la palma de la mano y frunce el ceño—. Quería golpear su puto trasero. —¿Me van a hacer ir a casa? —Mi estómago se revuelve ante la idea. Odio a mi papá. Solía golpear a mamá, pero una vez que encontró sus amadas píldoras, ya no era un divertido saco de boxeo. Ella dejó de defenderse. A papá le gusta un luchador. —Nadie te hará volver —me asegura—. No me importa si tengo que esconderte en mi maldito armario. No te dejaré ir a casa con ese imbécil. Los nervios que hizo que mi estómago se apretara se calman ante sus palabras.

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—¿Qué pasa ahora? —Vas a montar esto hasta que cumplas dieciocho años... —se apaga y levanta una ceja—. ¿Lo cual es cuándo? —Próximo mes. Una mirada de alivio parpadea en sus ojos. —Te llevaré a tu casa después de la escuela mañana. Puedes agarrar lo que quieras mientras él está fuera de la ciudad. Asiento y la esperanza florece en mi corazón. Siempre supe que Rick era alguien con quien podía contar. Desde que tenía doce años, cuando pasé la noche por primera vez, me di cuenta de cómo se suponía que era un verdadero padre. Me había enamorado de él. Ese enamoramiento se convirtió en otra cosa. Eventualmente se convirtió en tener mis tobillos atados a su cama y sus grandes manos masajeando mis muslos mientras me mira como si fuera su postre favorito. Dios, ¿alguna vez tuve algunos malditos problemas de papá? —No quiero pensar en él —murmuro, mi mirada cae sobre el oscuro rastro de cabello que se sumerge debajo de la banda de sus pantalones de chándal—. Tal vez deberías quitarte los pantalones y distraerme. Rick se ríe y se inclina para besar mis labios. Nunca me cansaré de besar sus labios carnosos. Me encanta cómo es tan gigante y fuerte. Cómo su cuerpo parece dominar al mío, siempre. Pero él nunca abusa de su poder. De alguna manera me da exactamente lo que nunca supe que quería. Le paso los dedos por el cabello cuando comienza a besar mis pechos. Me lame los pezones y mordisquea la carne. El sheriff es un mordedor. Me estremezco y empujo su cabeza hacia abajo cuando me muerde lo suficiente como para dejar un moretón. Continúa su delicioso asalto hacia el sur hasta que llega a mi suave coño. Su aliento caliente hace temblar todo mi cuerpo. —Este coño es mío —me dice, su boca a solo una pulgada de mi clítoris. Levanta la ceja como si esperara que lo desafiara. No hay discusión aquí. Mi coño es tu coño, sheriff. Usa sus pulgares para separar mis labios sin vellos y saca la lengua para saborearme. El calor de su lengua me hace temblar. Me alegra que haya dejado mis manos libres porque soy capaz de rasgarle el cabello para instarlo. Él gruñe contra mí como si le estuviera causando dolor y, a cambio, chupa mi clítoris tan fuerte que grito. Descargas me atraviesan mientras casi me lleva al orgasmo con una simple acción. Pero justo cuando creo que puedo venirme, comienza a chuparme los labios y me muerde de nuevo. Esta vez más suave que en mis tetas pero aún me duele. No creo que pueda aguantar más y luego vuelve a lamer y chupar. Su boca es brutal y hermosa a la vez. Me estremezco con el asalto en conflicto. —Ahhhh —me quejo. Y luego—: Oh, Dios mío, no te detengas.

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Chupa mi clítoris de nuevo y lloro. Una y otra vez, me marea mientras devora mi coño. He estado con chicos que intentan escribir su nombre con la lengua. Rick me come viva hasta que no sé mi propio nombre. —¡Oh Dios! ¡Oh Dios! —gimo—. Necesito más. Sus dientes encuentran mi clítoris y muerde lo suficientemente fuerte como para enviarme al borde. Tiro de su cabello hasta que suelta mi clítoris y es forzado a subir a mi cuerpo. —Bésame —le ruego—. Fóllame. Gruñe contra mi boca y luego me devora como si consumiera mi coño. Morder, lamer, chupar y burlarse. Estoy mareada y perdida en él. Mis uñas arañan su carne. Lo quiero dentro de mí. Quiero que me destroce. —Jesucristo, vas a ser la muerte para mí —susurra mientras se estira entre nosotros para liberar su polla de sus pantalones. Alinea su polla con mi abertura antes de golpearme tan fuerte que la cuerda alrededor de mis tobillos me corta la carne. Grito y me aferro a él mientras me golpea como un semental salvaje. —¡Sí! Su cuerpo presiona contra mí de la manera correcta y estoy llegando al clímax nuevamente, tan abruptamente que me desmayo. Sonidos y toques. Esas son mis únicas sensaciones mientras mi cuerpo se aprieta alrededor de su polla. Finalmente recupero mi visión y me alegro porque puedo verlo. Puedo ver sus cejas fruncidas y su frente arrugada. Llego a ver el sudor rodar por su sien. Puedo ver cómo se separa su boca cuando comienza a perder el control. Tan hermoso. Mío. —Jodeeeer —gime y calma sus caderas. El calor se derrama dentro de mí y golpea contra mí dos veces más antes de salir y drenar el resto sobre mi estómago. Nuestros cuerpos son resbaladizos y pegajosos y son perfectos. —Creo que estoy muerta —bromeo, con el pecho agitado por el esfuerzo. Gruñe y muerde mi garganta. —Niña, solo estamos empezando...

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5 Sheriff

—T

ienes que ir a la escuela —le digo mientras beso su garganta—. Las chicas buenas van a la escuela.

Mandy se queja y me encanta lo malditamente linda que es cuando está de mal humor. —Soy una chica mala. ¿Quién se levanta tan temprano de todos modos? —Quería levantarme y prepararme antes de que Kelsey llegara a casa. Ella envió un mensaje de texto asegurándose de que estuviéramos decentes antes de que ella apareciera. Pensé que podríamos desayunar y luego las llevaría a ambas a la escuela. Se lleva la almohada sobre la cara y me ignora. Bien entonces... una táctica diferente. Empiezo a besar sus tetas llenas y me tomo el tiempo de admirar todas las contusiones que les puse. Mordeduras de amor. Una sonrisa petulante juega en mis labios mientras pincho uno de sus pezones. Mi palma se desliza por su estómago plano y desaparece debajo de las mantas para encontrar su coño sedoso. Su cuerpo se sacude cuando le rozo el clítoris. —Despierta, hermosa —murmuro—. Si quieres que te follen antes del desayuno, mejor sube a mi regazo y monta mi polla. Ella se ríe y, aunque está ronca por el sueño, es el sonido más sexy que he escuchado. Mi polla esta dolorosamente dura por ella. La hermosa niña empuja la almohada de su cabeza y me monta a horcajadas. Todavía tiene sueño y está un poco descoordinada. Agarro sus caderas para estabilizarla antes de bajarla por mi polla. Nuestros ojos se encuentran. Los suyos apenas están abiertos, pero veo el azul brillante detrás de sus párpados. Su coño es más apretado que cualquier mujer que haya follado. Cuando no me concentro en el hecho de que todavía es una adolescente, disfruto bastante del sexo con ella. Asumí que no tendría experiencia, pero fácilmente me sigue. Claro, hay algunas cosas de las que todavía no está

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segura, pero me alegro de acompañarla en esos momentos. Eventualmente, voy a poner mi polla dentro de su culo y corromper completamente a la mujer más sexy con la que he estado. —Mmm —gime, el movimiento de sus caderas es lento e inestable. Quiero darle la vuelta y conducir dentro de ella con tanta fuerza que grite. Pero hay algo sexy como la mierda en tener a esta zorra rubia de ojos somnolientos realizando su lento y seductor baile en mi polla. Sus grandes tetas rebotan con cada meneo de sus caderas. Quería mantener mis manos para mí solo para poder mirar, pero necesito tocarla. Una mano va a su teta perfecta y la otra encuentra su clítoris. —Te quiero en mi polla gorda todos los malditos días, Mandy —gruño, el placer palpitaba a través de mí a medida que me acercaba más y más. —Todos los días —está de acuerdo, un gemido se escapa después de sus palabras. —No tienes una picazón que necesita rascarse o una aventura de fin de semana —gruño y empujo mis caderas hacia arriba. Ella grita y enreda sus dedos en su cabello desordenado. Esos labios suyos se separaron en éxtasis—. Eres mía, niña mala. Voy a llevarte a los dieciocho años y luego te voy a mantener. Su cuerpo se estremece y puedo decir que está cerca. Aumento la presión contra su clítoris hasta que siento su coño estrangular mi polla. Ella grita mi nombre. Giro su pezón y la atraigo hacia mí para poder besar su boca perfecta. Tan pronto como obtengo esos labios hinchados, los devoro. Ni siquiera me importa el aliento matutino. Solo quiero su lengua. Mis palmas encuentran su trasero y clavo mis dedos en la carne acolchada para guiar sus movimientos sobre mi polla. Cuando no puedo soportarlo más, me vengo con fuerza. Ni siquiera salgo esta vez mientras mi semilla caliente se vierte en ella. Ella se siente muy bien. Quiero acabar en ella cada vez. Se siente como un desperdicio escurrirlo por todo su vientre. Aunque me encanta salpicar todo su hermoso rostro de vez en cuando. Tan pronto como le he dado cada parte de mí, la empujo hacia arriba para poder verla. Ella apoya sus palmas en mi pecho y me mira con una sonrisa que solo los ángeles dan. Lástima que sé que esta chica es un pequeño demonio sucio en las sábanas. Mi semen comienza a escaparse de ella empapándome a mí y a la cama debajo. Me recuerda hacer una pregunta importante. —¿Estás tomando la píldora? Un destello de vergüenza parpadea en sus ojos y su garganta se pone roja. Ella muerde su labio inferior antes de darme con una mirada de miedo. Maldita sea, no me gusta esa mirada en su rostro. —Mandy —la insto en un tono suave—. Háblame. No te enojes.

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Lágrimas en sus deslumbrantes ojos azules intentan escabullirse. Me aferro a sus caderas y la mantengo sentada en mi polla donde pertenece. —No quiero decírtelo —dice—. Todo se arruinará. Le acaricio las caderas con los pulgares. —Nada podría arruinar esto. Es demasiado jodidamente perfecto. Ella resopla y mira hacia el techo. —No lo hago. Hace tres años, recuerdo que mi condón se rompió con una mujer, llamada Lydia, que conocí en uno de mis lugares favoritos. Estaba enojado y furioso. Era demasiado viejo para seguir esa ruta del bebé otra vez. Pero siempre responsable, le dije a Lydia que se había roto. Ella era como yo y no creíamos en la terminación ni nada. Así que lo esperamos. Las semanas más largas de mi vida. Cuando finalmente tuvo su período, nunca me sentí tan aliviado en mi vida. ¿Y ahora? Cada vez que me he follado, esta hermosa chica he estado desnudo. Es estúpido e irresponsable. Pero no albergo miedo. No hay ira ni terror. Una burbuja de emoción está en mi pecho. Me imagino cómo sería que su estómago plano fuera hinchado con un bebé. Ella sería un maldito golpe de gracia. Y Kelsey tendría un hermano. Mi polla se endurece dentro de ella. De repente, tengo la urgencia abrumadora de noquearla, al demonio las consecuencias. Pronto cumplirá dieciocho años y luego... será mía. Me aseguraré de que sea mía. —¿Quieres hijos? —pregunto lentamente. Mi corazón martillea en mi pecho. Recuerdo haber tenido esta conversación exacta con Elise, la madre de Kelsey. Ella me dijo que no y no quería, pero unas semanas después descubrimos que estaba embarazada. La vi caer en una depresión. Si no hubiera estado allí para ayudarla durante su embarazo, me temo que se habría suicidado. Por supuesto, esperó hasta unos meses después de que nos dejó para hacer eso. Recuerdo haber recibido esa llamada, que la madre problemática de mi hija había tomado una botella entera de píldoras. Dijeron que estaba embarazada otra vez. En el fondo sé que era mi bebé. Nunca le dije una palabra a Kelsey. Demonios, nunca se lo dije a Brandt. Ambos asumen que ella se escapó y nunca regresó. Arrastro mis pensamientos del lugar oscuro en mi mente y miro a Mandy con una mirada seria. Cualquiera sea su postura, la respaldaré—. ¿Quieres hijos, Mandy? —Sí, pero sé que no quieres más y lamento haber sido descuidada — dice—. Debería haberte dicho. Levanto la mano y agarro su labio inferior para evitar que hable. Mirándola con una mirada ardiente, le digo:

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—Te daré lo que quieres. Te daré lo que quieras, niña mala. Las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas cuando ella comienza a balancearse contra mi polla que una vez más está dura dentro de ella. Nos miramos en silencio mientras ella lentamente me hace el amor. Estoy a punto de venirme cuando cierta voz me congela. —Papá, yo... ¡Dios mío! ¡Ack! —gime Kelsey —. No puedo ver eso. Oh, Dios. —Cierra la puerta del dormitorio y pronto oigo que la puerta de su habitación se cierra de golpe. Mandy grita de horror y empiezo a reír. —Esa no sería la primera vez que ella entra con su padre follando — le digo—. Pero es la primera vez que me ve follar con su mejor amiga. La conmoción de Mandy se disipa y monta mi polla como la buena chica que realmente es hasta que los dos nos acercamos lo suficiente como para sacudir las paredes con nuestros gemidos. Una vez que estamos bien y satisfechos, la atraigo hacia mí para abrazarla por unos momentos antes de que nos veamos obligados a levantarnos. Mi semilla permanece atrapada dentro de ella y ahora que hemos logrado hablar, espero poner un McMahon dentro de ella. Estoy seguro de que seguiré intentándolo hasta que lo haga. *** —¿Está él en casa? —le pregunto mientras comenzamos a caminar por su camino delantero. Ella sacude la cabeza y frunce el ceño. —Voló por negocios, ¿cierto? ¿Eso es lo que te dijo? —Lo hizo, pero no confío en el imbécil —gruño. —Bueno, su auto no está aquí, así que creo que estamos bien —me dice mientras entra. La sigo a través de la costosa casa. Una punzada de culpa me atraviesa. Ella está acostumbrada a toda esta mierda elegante. Puedo proporcionarle un hogar, pero no es nada como esto. Por primera vez desde que he estado follando a Mandy Halston, me siento inadecuado. —Mi habitación es por aquí —susurra, miedo haciendo temblar su voz. Agarro su mano y entrelazo mis dedos con los de ella. Solo escuchar el miedo en su voz es un recordatorio de que puedo darle un mejor hogar. Mi casa está llena de amor y risas. Ella se lo merece y mucho más. Cuando llegamos a su habitación, empuja dentro y luego jadea. El lugar está destruido. Sus cosas han sido arrancadas de los estantes. La ropa ha sido

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sacada de los cajones. Las sábanas de su cama han sido arrancadas. Es como si un monstruo se enfureciera aquí mientras ella no estaba. —Qué imbécil —siseo. Se da vuelta para mirarme. La tristeza brota e sus ojos. A pesar del maquillaje que tomó prestado de Kelsey esta mañana antes de la escuela, todavía puedo ver el tenue contorno del moretón púrpura alrededor de su ojo. —Hizo esto la otra noche. Cuando me golpeó. —Su voz tiembla—. Estaba tan asustada. Con un gruñido, la arrastro a mis brazos y acaricio sus suaves y sedosas trenzas rubias. Beso la parte superior de su cabeza. —Estás a salvo conmigo. Voy a mantenerte a salvo para siempre. Su cabeza se inclina y agarra mi cara para besarme. Al principio es suave, pero luego su boca devora la mía. Mi dulce niña fue encerrada por un monstruo y estaba esperando que su príncipe viniera a salvarla. La salvaré, una y otra vez. La ayudo a empacar su ropa y algunas fotos. En su mayoría, ella no quiere nada. Mi pequeña Mandy es una luchadora y su ira hacia su padre emana de ella. Mira la habitación con frío desdén como si decir adiós es algo que ha estado esperando toda su vida. Espero pacientemente mientras encuentra su mochila y su bolso antes de agregarlos a la pequeña pila de pertenencias que quiere llevar con ella. —Creo que eso es todo —dice con un resoplido y coloca sus manos en sus caderas curvas. El vestido que tomó prestado de Kelsey esta mañana es demasiado corto para mi gusto. Odio que tuviera que usarlo para ir a la escuela. No solo todos los chicos de esa escuela probablemente lucían duros al verla así, apostaría toda mi vida a que los maestros tampoco eran inmunes. Mandy tiene un cuerpo de estrella porno con los labios inocentes de una adolescente virgen. A veces me siento culpable cuando beso esos suaves labios, como si la hubiera corrompido. Pero luego hace algo como agarrarme la polla y hablar sucio. La niña se corrompió mucho antes de mí. Soy el único que realmente puede manejar a la chica mala. Tiene sentido que se sienta atraída por el sheriff, de todas las personas. Ha estado anhelando que alguien como yo la enderece. Y no de manera abusiva, como su padre. De una manera en la que tiene ganas de comportarse. —Dios, eres hermosa —le digo, una sonrisa tirando de mis labios—. No puedo esperar para llevarte de regreso a casa para poder pasar el resto de la noche besándote. Sus mejillas se ponen rosadas y me sonríe. —Verte allí parado con su uniforme puesto, luciendo todo poderoso y sexy en mi habitación ha sido una fantasía mía desde que tengo memoria.

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—Se muerde el labio inferior y parpadea lentamente hacia mí. La mirada inocente es tan ardiente en ella—. Me acostaba allí mismo en mi cama y me tocaba hasta que gritaba tu nombre. —De acuerdo, la mirada diabólica en ella también es jodidamente caliente. —Sabes que me encanta hacer realidad tus fantasías —gruño mientras merodeo hacia ella—. ¿Alguna vez has fantaseado con que te folle contra la pared de tu habitación? Mandy separa sus labios y la lujuria nada en sus ojos. —No, pero ahora lo hago. Alargo la mano y tiro de la parte delantera de su vestido. Abotona de arriba hacia abajo y, cuando lo aprieto, los primeros tres botones se sueltan y tocan el suelo con algunos golpes. Sus tetas llenas están casi cayéndose del vestido ahora. Desgarro el vestido aún más para poder ver su cuerpo perfecto. Me vuelve loco que no esté usando sostén, pero no hay forma de que pueda meter esas grandes tetas en uno de los sostenes de mi hija. Sí, me dan ganas de ir a su escuela y matar a todos los hombres con los que ha entrado en contacto hoy, sabiendo que probablemente tuvieran una buena vista de sus pezones a través de su vestido. De hecho, estoy bastante feliz de haber destruido este vestido ahora. —Te ves tan malvado ahora —susurra—. Pero tan caliente. Me inclino y chupo una de sus tetas magulladas. Sus dedos encuentran mi cabello. Ella tira pero no me rechaza. En todo caso, me estimula. Muerdo su dulce carne hasta que ella está rogando por mi polla. —Por favor, Rick —gime—. Te necesito dentro de mí. Mi polla se tensa contra los pantalones de mi uniforme. Todo sobre ella hace que mi cuerpo se vuelva loco de deseo por ella. Es algo que debo conquistar y poseer. Quiero devorarla una y otra vez hasta el día de mi muerte. Tiro del resto del vestido y desgarro esos botones también. Está completamente desnuda debajo del vestido. Que me jodan. Me pregunto si dejó manchas húmedas en las sillas en cada una de sus clases mientras pensaba en mí. Me pregunto si esos idiotas en su escuela podrían oler su dulce coño. Apuesto a que podrían y probablemente sufrieron de dificultades intempestivas en el medio de la clase. —¿Alguien vio mi lindo coño? —exijo, mi voz áspera—. ¿Alguien echó un vistazo a lo que es mío? Ella sacude la cabeza. —No lo creo. Quiero decir…

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Agarro sus caderas y la atraigo hacia mí. Entonces, aprieto su trasero para levantarla. Sus largas piernas se cierran alrededor de mi cintura y se aferra a mi cuello. Esas hermosas tetas están justo en mi cara. —¿Qué quieres decir con que no lo crees? —gruño cuando mi boca ataca su garganta. Ella gime y luego jadea cuando la empujo bruscamente contra la pared. Su cabeza golpea contra ella, pero sé que no le dolió demasiado porque me está presionando desesperadamente. —Dime, chica mala... —Muerdo el lóbulo de su oreja—. Maldita sea, dime a quién tengo que matar. —El señor Friedman —murmura—. Dejó caer su lápiz frente a mi escritorio. Cuando se inclinó para recogerlo, creo que lo vio. Un ruido retumba en mi pecho. —¿Cómo sabes que vio tu coño, bebé? —Porque mis piernas estaban abiertas —miente. Me encanta poder decirle las verdades de sus mentiras—. Me estaba tocando pensando en ti. Aunque sé que es una historia que acaba de inventar, me excita. Estoy dolorosamente duro y apenas puedo desabrocharme los pantalones para liberar mi polla. —¿Te tocó? —Me tocó a tientas. Traté de alejarlo, pero luego sus dedos estaban dentro de mí... La penetro tan fuerte que ella grita. Mi boca chupa su dulce cuello hasta que sé que usará la marca durante una semana. —¿Por qué me mientes? —siseo implacablemente—. ¿Te gusta ponerme celoso?

mientras

la

penetro

Ella inclina su cabeza hacia un lado para exponerme aún más su cuello. —Sí. Eres muy caliente cuando te enojas. —¿Entonces sus dedos no estuvieron dentro de ti? Más mentiras. —No, fue su polla. Muerdo su hermoso cuello hasta que se retuerce en mis brazos. —La única polla que obtendrás es la que te está destrozando el coño en este momento. ¿Entiendes, niña mala? Mandy grita y asiente. —Solo tú. Siempre tú, sheriff.

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Me estrello contra ella implacablemente hasta que está arañando la mierda de mi cuello cuando su orgasmo la atraviesa. Su coño aprieta mi polla tan fuerte que exploto. Mi carga se dispara profundamente dentro de sí y si ella no estaba embarazada antes, seguro que ahora sí. Gruño hasta que estoy completamente agotado. Presiono suaves besos sobre donde prácticamente le he destrozado la garganta. Mis labios encuentran los suyos y la beso dulcemente. Es mi buena chica a la que le gusta portarse mal. Ella es mía y solo mía. Me alejo y le sonrío. —Eres jodidamente perfecta, Mandy. Nos estamos sonriendo cuando escucho a alguien maldecir. Mandy y yo sacudimos nuestras cabezas para ver la versión más joven de su padre. —¡Kellan! —sisea—. ¿Por qué estás en casa? Él la mira boquiabierto. —Mejor preguntar ¿por qué estás jodiendo con el sheriff? —Sus dedos recorren su cabello rubio—. Espera hasta que le cuente a papá sobre esto. Deslizo mi polla goteando de su coño y la pongo de pie. Estoy volviendo a meter la polla en mis pantalones mientras acecho el mocoso. Cuando me ve merodeando hacia él, deja caer su teléfono al piso de madera con un ruido metálico. —¿Q… qué estás haciendo? —exige. Agarro al hijo de puta por la garganta y lo golpeo contra la pared. —Tu padre es un idiota abusivo. Lo que crees que viste no sucedió. Nadie cree en un imbécil como tú. Tu palabra contra el maldito sheriff no significa nada. —Saliva rocía su rostro mientras aprieto mi cuello. Su cara se vuelve púrpura mientras golpea desesperadamente mis manos en un intento de que lo libere—. No se lo dirás a tu padre porque no se lo vas a decir a nadie. Si incluso lo piensas, arruinaré tu vida. Te acecharé y arrestaré cada vez que tenga oportunidad. Tu registro se verá empañado como mierda a finales de verano. ¿Estás realmente listo para bailar tango conmigo, idiota? Intenta sacudir su cabeza en negativa. Libero mi agarre y le gruño. —¿Qué fue eso? No pude escucharte. —N… No —sisea—. No lo diré. Lo libero y luego accidentalmente a propósito pisoteo su teléfono, aplastándolo. —Vete. Déjanos en paz.

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Sale de la habitación y de mi presencia. Echo un vistazo a Mandy y se las ha arreglado para ponerse algo de ropa de una de sus bolsas. Una camiseta y un par de jeans. Por mucho que la quiera medio desnuda, eso tendrá que esperar hasta que lleguemos a casa. Casa. Voy a llevar a mi hermosa chica a donde pertenece. Llevo la mayoría de sus bolsos en mi hombro y ella toma su mochila y su cartera. Nuestros dedos se entrelazan en un acto de solidaridad mientras dejamos atrás su pasado. Juntos.

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6 Chica mala

—U

stedes dos son lindos —le digo a mi mejor amiga mientras estamos paradas lado a lado en la cocina pelando papas—. Me alegra que estés comprometida

con Brandt.

Ha pasado casi un mes y medio desde que me mudé a la casa de Rick. Por supuesto, he mantenido esa información absolutamente en secreto de mi familia, escuela y amigos. Al menos hasta hace un par de semanas. Ahora, no importa si se enteran. Tengo dieciocho años y soy de Rick. Nadie puede alejarme de él. Ni mi padre. Ni la ley. Nadie. Ella se ríe y se da vuelta para mirarme. Recuerdo tener doce años y desear que ella fuera mi hermana. Ahora somos más que hermanas. —Y me alegra que hayas hecho tus movimientos sobre mi padre, por desagradable que parezca. Si no hubieras venido cuando lo hiciste, no creo que me hubiera dejado mudarme con Brandt, y mucho menos dado su bendición para que me case con su mejor amigo. Mi cuello y mi pecho se calientan ante la mención de su padre. Está en el trabajo, pero pronto estará en casa. Solo ha vuelto a trabajar una semana después de nuestras vacaciones tan necesarias. En el momento en que cumplí dieciocho años, nos subimos a un avión y disfrutamos de un tiempo a solas ininterrumpido. Fue la mejor semana de mi vida. —Lo amo —le digo, una sonrisa tímida en mis labios. Baja su patata pelada y recoge otra. —Él también te ama. Nuestra conversación salta a otros temas, como su boda. Brandt y ella han estado planeando algo grande para el verano. No dejará que Rick contribuya financieramente; porque dice que ya le dio el mejor regalo. Kelsey. Estoy muy feliz de que hayan podido superar sus diferencias. Los cuatro cenamos juntos varias veces a la semana y es divertido. Dos pares

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de mejores amigos. Cuatro personas que se aman profundamente el uno al otro. La puerta principal se abre y mi corazón late. Pero pronto escucho la voz retumbante de Brandt. Kelsey chilla antes de lanzarse a sus brazos. Echo un vistazo a ellos. Sus bocas se fusionan, ya que prácticamente se frotan en medio de la cocina. Verlos juntos solo me hace extrañar más a Rick. Se besan hasta que mi mejor amiga comienza a gemir. Un vistazo rápido me dice que la mano de Brandt está arriba de su vestido. Aparto mi mirada para darles algo de privacidad. Con ella en sus brazos, regresa a la habitación que Rick mantiene preparada, en caso de que ella quiera venir a quedarse. Ella nunca lo hace, pero creo que es difícil para él dejarla ir. Salto cuando la puerta del dormitorio se cierra de golpe, pero luego me rio cuando escucho el cabecero golpear contra la pared. Su habitación siempre es especial para mí. Ahí es donde Rick me tomó la primera vez. Y en ocasiones, nos gusta repetir esa noche. Por supuesto, en un millón de años nunca le diría a Kelsey que follamos en su cama al menos una vez a la semana. Se han ido todo el tiempo que me lleva terminar de preparar la comida. El pastel de carne está en el horno. Las judías verdes están hirviendo a fuego lento en la estufa. Y las papas están hirviendo. Espero que todo esté listo para cuando Rick llegue a casa. Me encanta cocinar para él y tener sus comidas calientes para el momento en que entra por esa puerta. Siempre muestra su agradecimiento pero también come todo su postre. Me estremezco al pensar en la cara de mi apuesto hombre entre mis muslos. Dios, es bueno comiendo coño. Aliso el vestido que llevo y reviso rápidamente mi apariencia. Había pasado casi una hora alisándome el cabello y maquillándome. Vale la pena ver todo el esfuerzo desenmascarado en el hambre en los ojos de Rick en el momento en que me ve. Le encanta cuando uso vestidos, a pesar de que arruina casi todos tratando de arrancarlos de mi cuerpo. Estoy sonriendo cuando escucho que se abre la puerta principal. —Aquí, cariño —grito mientras reviso rápidamente el pastel de carne en el horno—. Solo unos minutos más. Sé lo que podemos hacer hasta entonces... —Pequeña puta. Me congelo ante las frías palabras y me giro para ver a mi padre parado en la cocina. Mis dedos temblorosos van a mis labios mientras lo miro con horror. ¿Cómo sabía dónde encontrarme? ¿Por qué está aquí? —Necesitas irte —murmuro, mi voz temblando—. Vete, Jack. —Me niego a llamarlo papá por más tiempo. Sus ojos están inyectados en sangre y puedo decir que ha estado bebiendo bastante hoy. El alcohol es un acelerador de su ira. Muchas veces, me ha gritado con alcohol en el aliento.

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—¿Quieres decirme que mi hija adolescente se ha estado follando al sheriff todo este tiempo? ¿Jugar a la casita con un hombre que es casi tres décadas mayor que ella? —Su pecho se agita con furia. Sé que esa mirada psicótica en sus ojos. Esa es la mirada que me da antes de perder la mierda. —N… No. Solo vete —me ahogo y señalo hacia la sala de estar. —Siempre supe que eras una pequeña puta como tu jodida madre. La atrapé dándole una mamada al chico de la piscina una vez. ¿Te acuerdas, Mandy? Ese fue el día en que le rompí tres costillas —dice. Las lágrimas llenan en mis ojos. Lo recuerdo pateando la mierda de mi madre cuando tenía nueve años, pero nunca entendí lo que hizo para merecer tanto horror. —Por favor, vete. —Demonios, ni siquiera estoy seguro de que seas mía —espeta—. Tal vez eres de Juan. —Vete a la mierda, Jack. Vete. Se lanza y me agarra la garganta. —¡No puedes hablarme así! Soy tu maldito padre. —Su puño se alza y me preparo para el golpe. Pero el golpe no viene. Brandt me aleja con un rugido. Kelsey se apresura hacia mí y me agarra en sus brazos mientras los dos vemos a Brandt golpear con fuerza a mi padre. Sin embargo, ambos gritamos cuando Jack saca un cuchillo y lo alza hacia Brandt. Sin embargo, es un poco más rápido que Jack porque le agarra la muñeca antes de tener la oportunidad de hundirlo en su costado. Jack, sin embargo, logra golpear su puño contra las costillas de Brandt y dejarlo sin aliento. Brandt es expulsado y mi papá va contra mí. Él agarra un puñado de mi cabello, rasgándome el cuero cabelludo en el proceso. Brandt se pone de pie pero no se mueve porque el estúpido Jack ahora sostiene el cuchillo contra mi garganta. —Déjala ir —brama Brandt. Kelsey llora detrás de mí. Estoy demasiado congelada por el miedo para moverme o hablar. —Ella es mi maldita hija y la llevo lejos de esta casa llena de pedófilos. Te demandaré a ti y al maldito sheriff. Ambos irán a prisión por joder adolescentes —gruñe. Jack me arrastra fuera de la cocina y hacia la puerta principal. Nos hace caminar hacia atrás para poder vigilar a Brandt hasta que nos empuja contra una pared. Al menos pensé que era una pared, hasta que huelo el aroma familiar que amo tanto.

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—Déjala ir o te destrozaré el cráneo en un millón de malditos pedazos —gruñe rudamente el sheriff, mi amante y mi hombre, detrás de nosotros. El cuchillo cae al suelo con un ruido sordo y Jack me empuja. Kelsey y Brandt me atraen hacia ellos en un abrazo protector. Mis ojos se clavan en los de Rick y él está positivamente maníaco. El marrón en sus ojos parece arder de odio y asco por mi padre. Tiene una pistola presionada contra la sien de mi padre. Su dedo está en el gatillo y los músculos de su mano están tensos, listos para apretarlo si Jack respira mal. —Estoy bien —le digo a través de mis lágrimas—. No estoy herida. Rick deja de apretar la mandíbula y parece respirar aliviado. Esquiva a Jack pero mantiene su arma apuntando a su cara. Tan pronto como hizo un amplio arco hacia nosotros, corro hacia Rick y le rodeo la cintura con los brazos. Me aprieta tanto que creo que me aplastará. —¿Estás bien, cariño? —Me echa una mirada a escondidas pero su brazo permanece derecho, el arma en su mano nunca vacila. El bíceps debajo de su uniforme se abulta y estira la tela. Es feroz, hermoso y mío. —Estoy bien, ahora que estás aquí —le digo y me pongo de puntillas para besar su mejilla. —Estás enfermo —gruñe Jack—. ¿Cuánto tiempo llevas follando a mi hija? ¿Desde que comenzó a venir aquí cuando tenía doce años? Rick gruñe. —Jódete. —Solo espera hasta que vaya a la estación con esta mierda. Serás despedido y llevado a prisión. Mi niña vendrá a casa donde pueda vigilarla adecuadamente —amenaza Jack. Me estremezco ante ese pensamiento, lo que hace que Rick se tense de rabia. —No llevarás a mi esposa a ningún lado. Los ojos de Jack parecen sobresalir de su cabeza. El orgullo surge a través de mí. Cuando Rick me llevó de vacaciones para mi cumpleaños, me llevó a Las Vegas. Me convertí en su esposa con Dios y Elvis como nuestros testigos. Rick McMahon es mío y yo soy suya. Mi padre no tiene derecho sobre mí. Nadie lo hace. Con Rick, soy libre. —En cuanto a tus estúpidas amenazas, puedes ir al infierno. Tengo tres testigos aquí que dicen que eres un bastardo malo y loco. Tu esposa podría incluso tener una o dos cosas que decir sobre ti. No quieres presionarme, hijo de puta —espeta Rick, su cuerpo temblando de rabia—. Me adentraré tanto en tu vida que nunca me sacarás. Destrozaré tu vida pieza por pieza. Si viste demasiado a una prostituta o hiciste algo ilegal en el pasado, lo encontraré y lo expondré. Te arruinaré y enviaré tu trasero a

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la cárcel. Y si eres un imbécil limpio cuyo único vicio es golpear a las mujeres, entonces te tenderé una trampa. —La risa de Rick es dura y amenazante—. Voy a joder tu vida por el culo tan fuerte que llorarás por la violación, pero nadie te ayudará. Nadie te ayudará porque eres una mierda inútil que no merece compartir el mismo aire que mi esposa. —Su pecho se agita con furia y su brazo tiembla ligeramente. Puedo decir que quiere descargar su arma en el pecho de Jack. Aunque mi hombre es un buen hombre. No pondrá en peligro nuestro matrimonio y nuestra vida por este hombre malvado en nuestra sala de estar. —Estás loco —sisea Jack, pero no me pierdo la mirada de miedo en sus ojos. No valgo todo este problema para él. Prefiere volver a su cómoda vida. Adiós, papá. —Soy el hijo de puta más loco que jamás hayas conocido —está de acuerdo Rick—. Así que vete de mi casa. Cuando Jack se queja y da un paso adelante, Rick se aleja de mí y una pistola lo golpea en la frente. Mi padre cae al suelo. —¿Tuviste que hacer eso? —gruñe Brandt—. Quiero decir... fue satisfactorio verlo, pero ¿era necesario? Rick se encoge de hombros —Él se movió. Parecía una amenaza para mí. —Sus ojos se lanzan a los míos, evaluándome—. ¿Te pareció una amenaza, chica mala? Sonrío y asiento. —De miedo. Te hiciste cargo, sheriff. —Ew... —gime Kelsey —. ¿Les gusta el juego de roles o algo así? Raro. Brandt resopla y la abraza en sus brazos. —Te gusta cuando hacemos juegos de rol. —Tengo toda una cámara llena de balas esperando a joder a alguien —le ladra Rick a Brandt—. Sigue diciendo esa mierda frente a mí sobre mi princesita y podrás comer cada una de ellas. Riendo, tiro de mi deslumbrante esposo hacia mí y beso su hermosa boca. —Oh para. No puedes vivir en negación para siempre. Están follando, sheriff —murmuro, asegurándome de pronunciar la palabra—. Y ya no va en contra de las reglas. Gruñe y me agarra el culo hasta el punto del dolor. —Yo hago las reglas por aquí y no puedo soportar esa mierda. No creo que alguna vez pueda hacerlo. —Lástima, amigo.

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Esboza una sonrisa. —Eres una niña boba. Me muerdo el labio y le doy la mirada más inocente que tengo en mi arsenal. —Tal vez deberías castigarme. Chillo cuando me levanta en sus brazos y acecha a nuestros mejores amigos. —Trata con él —le grita a Brandt—. Lo quiero fuera de mi casa. —¡No dejes que mi cena se queme! —le grito a Kelsey. Cuando llegamos a la habitación, Rick patea la puerta con el pie y comienza a rasgar los botones de su camisa en el momento en que me pone de pie. Está rasgando su ropa como una bestia que está desesperada por consumirme. Lentamente alcanzo detrás de mí cabello para desabrochar la parte de atrás de mi vestido. —Demasiado lenta —gruñe. Me rio porque burlarse de él es divertido. Pero luego se está quitando las esposas del cinturón. Su rostro es furioso e intenso, y tan Rick, que me detengo para simplemente mirar al hermoso hombre. Me agarra del codo y me gira. El frío metal se cierra alrededor de mis muñecas detrás de mí. Estoy completamente a su merced. Me guía hacia sheriff está enojado. mis caderas y luego desnudo y con mis expuesto a él.

la cama y me deja caer de bruces sobre el colchón. El Suelto un gemido cuando él empuja mi vestido sobre procede a quitarme las bragas. Mi trasero ahora está piernas colgando de la cama, estoy completamente

—Quiero pegarle a este lindo trasero, pero por ahora me conformaré con follarlo —me dice con voz fría y tranquila. —¿Qué pasa si duele? Me saca el culo y me estremezco de emoción. —Oh, dulzura, te mojas tanto cuando te lastimo. Quieres que duela. Anhelas que te duela. Ruega por eso, niña mala. Ruégame que trompa tu culo apretado. Gimo y me retuerzo. Rick me atrapa como nadie más lo ha hecho. Él habla a una parte carnal de mí que anhela ser diezmada. Y parece prosperar en ser el que entrega la destrucción. —Chupa mi pulgar —ordena. Le chupo seductoramente el pulgar como si fuera su polla sin dudarlo. Lo saca y luego empuja mis bragas de encaje en mi boca para callarme. Para

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enojarlo, gimo lo más fuerte que puedo a través de la tela. Le da otro delicioso golpe a mi trasero. Todavía tiemblo cuando comienza a romper mi culo apretado con el pulgar. Hemos estado practicando durante semanas. Su pulgar y dedos. Unos cuantos juguetes. Recientemente, me gradué a un tapón casi tan grande como su polla. Incluso me hizo usarlo para ir a la escuela y me dijoque no lo sacara. Me encantó cómo tuve que caminar con un gran secreto enterrado en mi trasero. Antes de irme ese día, me envió un mensaje de texto y me pidió que probara que todavía estaba dentro de mí. Casi dejo caer mi teléfono en el baño tratando de darle esa foto. —Te gusta cuando te pongo cosas en el culo, ¿verdad, chica sucia? Asiento y muevo mi trasero hacia él. He llegado a desear la forma en que me toca allí. Los orgasmos están fuera de este mundo. —Esta noche, voy a poner mi gorda polla dentro de ti. Voy a tomar una foto de ella enterrada en lo profundo de tu estrecho agujero porque quieres ver. ¿No es así, nena? —Su voz es suave y seductora mientras sondea mi trasero. —Mmmhmmm —gimo a través de las bragas y lucho contra el metal de las esposas frías. Quiero tocarlo, pero estoy completamente a su merced. Abre mi culo y luego saca su pulgar. Gimo cuando su polla se desliza contra los labios de mi coño. Lloro mientras él se introduce lentamente en mi cuerpo. Estoy empapada por él y se mece dentro y fuera de mí hasta que su polla está bien dura y empapada. —Esto puede doler, pero te gusta el dolor, ¿verdad, nena? —Mmm hmmm. —Buena niña. Un chillido se me escapa cuando comienza a empujar la cabeza de su polla increíblemente grande contra mi culo apretado. El fuego es intenso, pero quiero que me destroce con todo lo que es. Siempre es así con mi sheriff. Todo lo consume. Obliterante. Perfección. —¡Mphhhhh! —grito a pesar de las bragas metidas en mi boca. Su polla empuja lentamente y es diferente a todo lo que he sentido antes. —Shhh, chica mala —dice, sus grandes manos acariciando mi culo— . Molestarás a nuestros invitados a la cena. Una de sus manos agarra las esposas manteniéndome atada y me atrae hacia él para que quede totalmente empalada en su polla. Estoy tan llena y caliente que estoy mareada. Su polla permanece sentada dentro de mí, pero todavía no se mueve. Engancha un poderoso brazo alrededor de mi

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cintura y me pone de pie. Desde esta posición, me siento completamente propiedad de él. No me puedo mover. No puedo respirar Todo lo que puedo hacer es dejar que tenga su pequeño y sucio camino conmigo. —Eres tan hermosa —murmura contra mi hombro a través de mi vestido. Su mano se desliza hacia el frente, debajo de la tela donde comienza a masajear mi clítoris. Mi trasero se aprieta de placer, pero luego el fuego me atraviesa porque me está invadiendo allí. Tiemblo, pero mi sheriff fuerte me mantiene en pie—. Eso es, niña mala —gruñe y me muerde la oreja—. Quiero que me hagas venir con tu pequeño y lindo culo. ¿Puedes hacer eso? Asiento enfáticamente. Rick chupa la carne en mi cuello y luego comienza a empujar sus dedos en mi coño. Estoy completamente llena por él en este punto. Ciertamente me destrozará en cualquier momento. Y, sin embargo, mi cuerpo sigue aceptando más y más de él como si quisiera que se arrastrara por dentro. —Tres dedos en tu coño y mi gorda polla en tu culo —murmura, su aliento caliente me hace cosquillas—. Lo amas. Lo hago. Cristo lo hago. —Ahora hazme venir —ordena—. Hazme venir. Sus dedos me están asaltando lentamente, pero su polla no se mueve. Todo lo que puedo sentir es un latido ocasional. Cierro los ojos y me concentro en él dentro de mí. Es difícil pero aprieto el culo una y otra vez. Ni siquiera sé si él puede sentirlo, pero a juzgar por la forma en que gruñe detrás de mí, diría que puede. Sus dedos comienzan a empujar mi coño con tanta fuerza que creo que llegaré al orgasmo en cualquier momento. Cuando los retuerce y golpea mi punto g, exploto. Todo sentido de la realidad se ha ido cuando me pierdo en el asalto al placer. Estoy temblando con otro orgasmo sísmico cuando siento una ráfaga de calor en lo profundo de mí. —Oh, Mandy —murmura mientras besa mi oído—. Me has arruinado. Sonrío mientras él fácilmente saca su polla y dedos de mi cuerpo. Tan pronto como los saca, mi cuerpo se siente vacío. Pero luego él abre las esposas y me toma en sus brazos. Me lleva como si no pesara nada hasta que entramos en el baño. Una vez que el agua está bien y caliente, me ayuda a desvestirme antes de entrar. Bajo el chorro, me abraza y besa la parte superior de mi cabeza. —¿Podría mejorar este día? Golpeé un puto abusivo y tomé a mi dulce esposa por el culo. Y —dice con una sonrisa—, es noche de pastel de carne. Sonrío y miro su hermoso rostro. Tan resistente y envejecido a la perfección. —Creo que podría hacerte un poco más feliz.

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Su polla se sacude contra mí. Riendo, le di un manotazo. —Abajo chico. Dios te amo. Acaricia su nariz contra la mía. —Yo también te amo, cariño. Nada podría hacerme más feliz. Te tengo. Tengo todo. Lo beso suavemente. —No todo. Aún no. Sus cejas café oscuro se fruncen juntas. —Quieres decir... ¿estás...? —Perdí mi período hace unos días, sheriff. Me palmea el estómago y me mira con una hermosa mirada esperanzada. —¿De verdad? —De verdad. —Oh, Mandy —gruñe, devorando mi garganta con pellizcos y besos— . Mi dulce, hermosa y perfecta pequeña niña mala. Ni siquiera te merezco. Tomo su rostro en mis palmas para que pueda ver cada parte del amor que brilla en mis ojos por él. —Sí, sheriff. Te mereces todo.

FIN

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Epílogo “Tío” Brant

N

o puedo estudiar contigo haciendo eso —se queja Kelsey desde detrás de su libro de texto.

Ignorándola, succiono su pezón lo suficientemente fuerte como para hacerla jadear. Sin embargo, es una cosita obstinada porque se niega a dejar su maldito libro. Así que mi misión es distraerla de la macroeconomía. Esa mierda era aburrida cuando estaba en la universidad, y estoy seguro de que no ha cambiado mucho desde entonces. —Para Brandt —se queja cuando tiro del pico endurecido entre mis dientes. Finalmente me mira por encima de su libro—. Eres una mala influencia. Le doy una sonrisa ardiente cuando empiezo a besar su estómago ligeramente redondeado. Cuando alcanzo la pequeña franja de vello entre sus piernas, separa sus muslos para darme acceso. —Necesitas un descanso —murmuro, colocando suaves besos en su perfecto coño —. Estudias demasiado. Ella tiembla y cierra el libro antes de tirarlo en la cama a su lado. Sus ojos encuentran los míos y me mira mientras me burlo de su coño. Me encanta cuando atrapa su labio inferior entre los dientes como si eso de alguna manera controlara los intensos sentimientos que ondulaban por su cuerpo. —Esa clase es asesina —murmura—. Al menos si me alejas del estudio, no te burles de mí. Lentamente empujo un dedo en su interior mientras lamo su clítoris. Burlarse de ella es divertido. A pesar de su mal humor, le encanta cuando hago que su cuerpo pida un orgasmo. —Brandt... —Sus palmas ahuecan sus tetas y hace una mueca. Están doloridos estos días, pero maldita sea, se ven muy calientes. —Te amo —respiro contra su clítoris mientras lentamente la follo con el dedo. Deslizo otro dedo en su interior. A ella le gusta cuando trato de

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trabajar tanto como puedo allí. Por lo general, tres es el máximo, pero con lubricante, puedo esconder mi meñique allí. Uno de estos días, cuando su cuerpo esté listo, más adelante, quiero meter todo mi puño en ella. Ni siquiera lo habría pensado mucho, pero desde que ambos descargamos la aplicación Tumblr en nuestros teléfonos, no puedo evitar notar que a ella le gustan todos los videos de puños. No estoy seguro si ella sabe que cuando le gusta algo, sus seguidores pueden ver. Pero chico, yo lo veo. Y si ella no tuviera a mi hijo dentro de ella, estaría muy tentado a intentarlo. Luego. Definitivamente luego. —Mmm, sí —murmura. Su mano se desliza sobre su estómago hinchado. Con mi mano libre, enlazo mis dedos con los de ella. Mi boca comienza a atacar su coño como a ella le gusta. Chupo su clítoris de una manera que la vuelve loca mientras froto su punto g en su interior. Pronto, se estremece y llora en el momento en que un orgasmo la atrapa. Su cuerpo es tan sensible ahora que está embarazada. Me encanta. —Estás lista para la gran polla de papá —bromeo mientras me siento de rodillas. Sus muslos permanecen separados y su coño brilla con su excitación. —Eres tan sucio. Me rio y le doy a su coño una bofetada juguetona que la hace estremecerse de placer. —Estamos en esta situación porque soy el hombre sucio que no podía mantener su polla fuera de una niña menor de edad. Sus ojos parpadean con lujuria mientras me arrastro por su cuerpo. Beso a mi hijo en su vientre antes de llegar a sus deliciosos labios. —Brandt, por favor —ruega, sus uñas clavándose en mis hombros—. Fóllame ya. Mi polla se sacude ante sus palabras. Me encanta cuando se pone desagradable conmigo. —Ruega por eso, esposa. Quiero oírte rogar. —Deslizo mi palpitante longitud contra su sensible clítoris, pero no entro en ella—. Mendiga. —Por favor —gime con la voz más suave—. Te necesito. —¿Lo quieres rápido o duro? —gruño. Sus ojos se encuentran con los míos y parpadean en la oscuridad. —Lo quiero duro. Muy duro.

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Me estrello contra ella y la follo como un viejo como yo que no tiene nada que hacer. Ella es mía y romperé este coño hasta el día de mi muerte. Kelsey valió la pena la espera. —Tan bueno —alaba, sus labios besan desesperadamente los míos. —No tienes idea, Kiddo.

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Sobre la Autora

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K Webster es la autora éxito de ventas de USA Today de más de setenta libros de romance en muchos géneros diferentes, incluyendo romance contemporáneo, romance histórico, romance paranormal, romance oscuro, suspenso romántico, romance tabú y romance erótico. Cuando no está pasando tiempo con su hilarante y guapo esposo y sus dos adorables hijos, es activa en los medios de comunicación social conectando con sus lectores. Sus otras pasiones además de la escritura incluyen la lectura y el diseño gráfico. K siempre se puede encontrar frente a su computadora persiguiendo su próxima idea y tomando acción. Está deseando que llegue el día en que vea uno de sus títulos en la pantalla grande.

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