El Monacato de Oriente y Occidente

El monacato de Oriente y Occidente EL MONACATO DE ORIENTE: Los principios fundamentales del monaquismo estaban presentes

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El monacato de Oriente y Occidente EL MONACATO DE ORIENTE: Los principios fundamentales del monaquismo estaban presentes en el ideal original del cristianismo, tales fueron el ayuno, la limosna, la castidad y la oración, pero al adaptarse a las estructuras del Imperio, la Iglesia cambió de naturaleza, y es entonces cuando se siente la necesidad de una ruptura con la vida ordinaria. Este proceso comienzo en el siglo III, cuando puede hablarse de una crisis espiritual que generalizó el ascetismo en Egipto, Siria y Palestina. Cuando el Imperio adoptó el cristianismo como religión oficial, en un momento de crisis general, el monje apareció como el sustituto del mártir, investido con la santidad de este y percibido por el pueblo como un ser semejante a aquel. Los estudiosos cristianos consideran el monacato como un movimiento original inspirado en la Biblia, pero otros han advertido la impronta griega y oriental en aquel. No se puede descartar la influencia del maniqueísmo, ni del gnosticismo, así como tampoco la de los ambientes judíos (esenios de Qumrán y terapeutas de Alejandría). La idea convencional sobre este fenómeno establece que oriente fue la cuna y occidente la copia, pero la realidad es más compleja, pudiendo afirmar que en oriente el monacato fue más amplio y diverso, más rico en eremitas singulares de vida extravagante. Y, al contrario, en occidente fue un movimiento más próximo a las estructuras eclesiásticas. Pero la influencia de oriente no puede negarse y los monjes de occidente se consideraron a sí mismos imitadores. El movimiento monástico nació pues en Oriente e irradió a Occidente a través de los escritos de los Padres de la Iglesia, tales fueron Ambrosio, Agustín, jerónimo, Martín de Tours o Casiano, que trasladaron al latín los escritos de los primeros monjes, e incluso escribieron sus vidas. Jerónimo compuso una versión latina de la vita communis de Pacomio y Casiano se basó en Evagrio para exponer sus ideas ascéticas. El primer impulso monástico fue de tipo eremítico, pudiéndolo distinguir del cenobitismo que implica una vida de comunidad. Antonio el Ermitaño puede considerarse como el primer eslabón en la cadena de influencias. Nació en Egipto en el año 251-252 y heredó una gran fortuna, lo cual nos recuerda a San Agustín, que no se convirtió hasta los 31 años, después de vivir la buena vida. Antonio se retiró al desierto líbico, donde llegó a formarse una colonia de seguidores. Atanasio escribió su biografía hacia el año 370. Hubo otros eremitas en Egipto, pero nos interesa especialmente Palemón, que vivió en el Alto Egipto y tomó como discípulo a Pacomio, quien hacia el año 320 fundó el primer monasterio en Tabennisi, con

una regla que ponía el acento en la obediencia al abad. Paralelamente, un poco más tarde, surgieron eremitas en Palestina y otras regiones del Oriente Próximo. Hilarión de Gaza murió en 371 y Jerónimo escribió su biografía. Pero el gran salto adelante es el de la fundación de los primeros monasterios, pues el anacoretismo, por su falta de reglas no podía tener continuidad. En Asia Menor el gran organizador del monacato reglado fue Basilio el Grande, que escribió dos reglas, una mayor y otra menor, y tuvo por discípulo a Evagrio al que inculcó su ideario ascético práctico. Evagrio también asumió la mística intelectualista de Orígenes y Gregorio Niseno. Ambas corrientes dieron cuerpo al monacato. De Egipto interesa destacar que los eremitas del desierto se repartieron principalmente en el Delta, al sur de Alejandría, en Nitria, las Celdas y Escete, en donde estuvo Juan Casiano que volcó su experiencia en sus Instituciones cenobíticas y en sus Colaciones entre 420-430. Los eremitas del desierto practicaron una forma de semi anacoretismo, teniendo viviendas individuales con patio, pozo y huerto, y zonas comunes. Disfrutaban de gran libertad para el ayuno y el trabajo manual. En Siria la característica peculiar fue el rigor con gran variedad de tipos de anacoretas, incluyendo a los estilitas. En Palestina lo propio fue la atracción de los Santos Lugares de manera que muchos anacoretas eran extranjeros que se establecían en lugares como el Monte de los Olivos. En Asia Menor loas primeras figuras fueron condenadas por la Iglesia por su radicalismo como es el caso de Eustasio de Sebaste que fue maestro de Basilio de Cesarea, Gregorio Naciano y Gregorio de Nisa. De las grandes personalidades de la Iglesia destaca su movilidad por el Imperio. En el siglo V el monacato en Egipto entra en decadencia, y antes de caer a manos de los árabes, tuvo un periodo de desviación herética al convertirse en guía del monofisismo. En ese tiempo Palestina atravesó un proceso paralelo, y así, fue Constantinopla la que asumió el papel de centro para el monacato aceptado por la Iglesia. Desde Constantinopla se difundió un tipo de ascética mística en la línea de Evagrio, antes que en la mentalidad práctica de Basilio.