El Modernismo en Guatemala

El Modernismo en Guatemala Se dice que de todo lo malo se puede sacar algo bueno, y quizás sea así. Entre el año 1898 y

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El Modernismo en Guatemala Se dice que de todo lo malo se puede sacar algo bueno, y quizás sea así. Entre el año 1898 y el 1921 Guatemala estuvo gobernada por Manuel Estrada Cabrera, un presidente al que se le cuestionó muchísimo el gestionar de los asuntos de la Nación. Y, en parte, hay mucha verdad en ello: gobernó con la represión y causando el terror en aquellos ciudadanos que no compartieran sus ideales. Pero en esa época la poesía de Guatemala se vio beneficiada por un repentino auge y una preocupación del Estado en ella, en promover nuevas corrientes. Tal es así que Cabrera organizó eventos para los cuales invitó a importantes autores de la época entre los que se destacaron dos importantes referentes del Modernismo: Rubén Darío y José Santos Chocano. Esto estimuló y propulsó la creatividad literaria en este país, promoviendo la creación de grupos literarios. La poesía de otros autores, como fue el propio Chocano, sobre las nuevas generaciones de escritores, fue decisiva. De este modo, el Modernismo encontró en esta tierra un espacio seguro donde crecer y multiplicarse. Entre las figuras de la poesía modernista de Guatemala podemos citar a Arévalo Martínez, Rafael Arévalo Martínez, Máximo Soto Hall, Rodríguez Cerna y Miguel Ángel Asturias. El modernismo tiene plena vigencia entre el último cuarto del siglo XIX y la segunda década de la presente centuria. Raúl Silva Castro define así las características básicas del modernismo: Elaboración preciosista de la forma. Introducción de nuevos metros y ritmos. Amor a la elegancia. Guerra al prosaísmo. Exotismo. Arte desinteresado. Exhibición y complacencia sensual. Los modernistas huyen, afirma Octavio Paz, de la mediocridad del medio, de las tendencias positivistas y pragmáticas, del faso dogma del “progreso” (tan defendido por liberales y positivistas), de la desgarrada realidad de nuestros países, sumidos en guerras fratricidas y rivalidades estériles. Desde luego, debemos recordar que Centroamérica ocupa lugar prominente en cuanto al modernismo, por cuanto aportó al más célebre autor de este movimiento: Rubén Darío. Y de Guatemala era uno de los más famosos prosistas de aquella tendencia: Enrique Gómez Carrillo. Pese a estos hechos, y a la permanencia de Darío en Guatemala antes de viajar a Europa, el modernismo guatemalteco empezó tarde. Al menos el modernismo desarrollado adentro del país, no así el que practicó Gómez Carrillo y el que aparece en varios peomas de María Cruz. Ambos autores se hicieron modernistas por el contacto con la cultura europea. Propiamente, el modernismo guatemalteco se manifiesta con la Generación de 1910.

¿Qué es la inclusión de personas con discapacidades? Incluir a personas con discapacidades en las actividades cotidianas y animarlas a que tengan roles similares a los de sus compañeros que no tienen una discapacidad es lo que se conoce como inclusión de personas con discapacidad. Esto implica más que simplemente animar a las personas; es necesario garantizar que haya políticas y prácticas adecuadas vigentes en una comunidad u organización. La inclusión debería llevar a una mayor participación en roles y actividades de la vida socialmente previstos, como ser estudiante, trabajador, amigo, miembro de la comunidad, paciente, esposo, pareja o padre. Las actividades socialmente previstas también pueden incluir participar en actividades sociales, utilizar recursos públicos como transporte y bibliotecas, desplazarse dentro de comunidades, recibir atención médica adecuada, tener relaciones y disfrutar otras actividades del día a día.

Inclusión de personas con discapacidades y su salud La inclusión permite que las personas con discapacidades aprovechen los beneficios de las mismas actividades de prevención y promoción relacionadas con la salud en que participan quienes no tienen una discapacidad. Los ejemplos de estas actividades incluyen: Programas de educación y consejería que promuevan la actividad física, mejoren la nutrición o reduzcan el consumo de tabaco, alcohol o drogas; y Mediciones de la presión arterial y del colesterol durante exámenes médicos anuales, y pruebas de detección de enfermedades como las cardiacas, el cáncer y la diabetes. La inclusión de personas con discapacidades en estas actividades comienza con la identificación y eliminación de los obstáculos para su participación.

¿Por qué esto es importante? La discapacidad afecta a aproximadamente 56.7 millones o casi 1 de cada 5 (18.7 %) personas que viven en comunidades de los Estados Unidos. La discapacidad afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo.1,2 De acuerdo con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas, las personas “. . . con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales [como de audición o visión] a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás”.3 Las personas con discapacidades enfrentan desventajas significativas con respecto a la salud, como son: Los adultos con discapacidades tienen 3 veces más probabilidades de tener enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares, diabetes o cáncer que los adultos sin discapacidades;4 Los adultos con discapacidades tienen más probabilidades de ser fumadores que los adultos sin discapacidades;5 y Las mujeres con discapacidades tienen menos probabilidades de haberse hecho una mamografía para detectar cáncer de mama en los últimos dos años, que las mujeres sin discapacidades. 6 Aunque la discapacidad se relaciona con afecciones (como la artritis, o afecciones mentales o emocionales) o eventos (como las lesiones), el funcionamiento, la salud, la independencia y la participación en la sociedad de las personas con discapacidades pueden variar dependiendo de varios factores

Inclusión de mujeres a la sociedad. La democracia requiere que se escuchen las voces y los intereses de los ciudadanos, y que se delibere y legisle al respecto. Las mujeres constituyen la mitad de la población mundial y, por ende, su voz debe ser escuchada en el proceso democrático. La democracia necesita a las mujeres para preservar su autenticidad y las mujeres necesitan la democracia para cambiar los sistemas y las leyes que les impiden, y le impiden a las sociedades en su conjunto, lograr la igualdad. Es mediante la representación democrática que pueden estar representados los intereses de las mujeres y pueden oírse sus voces. El Artículo 7 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) reitera la importancia de la representación de las mujeres en la vida política de sus países: «…los Estados Partes garantizarán a las mujeres, en igualdad de condiciones con los hombres, el derecho a:: (a) Votar en todas las elecciones y referéndums públicos y ser elegibles para todos los organismos cuyos miembros sean objeto de elecciones públicas; (b) Participar en la formulación de las políticas gubernamentales y en la ejecución de éstas, y ocupar cargos públicos y ejercer todas las funciones públicas en todos los planos gubernamentales. El papel de las mujeres en los procesos democráticos se acentúa más en la resolución aprobada por la Asamblea General en 2011, sobre la participación política de las mujeres (A/RES/66/130), en que se reafirma «que la participación activa de la mujer, en pie de igualdad con el hombre, en todos los niveles de la adopción de decisiones, es indispensable para el logro de la igualdad, el desarrollo sostenible, la paz y la democracia».

Pese a esos adelantos normativos, esos objetivos, por universales que sean, siguen siendo inaccesibles para muchas mujeres. El progreso ha sido demasiado lento en cuanto a acrecentar las cantidades de mujeres en cargos representativos. Sólo el 22 porciento de los parlamentarios son mujeres, en la actualidad, lo que representa, un lento crecimiento con respecto al 11.3 de 1995. En enero de 2015, 10 mujeres eran Jefe de Estado y 14 Jefe de Gobierno, y sólo el 17 por ciento de los ministerios estaban en sus manos, la mayoría en áreas de política social, educación y familia. Las mujeres además están deficientemente representadas en los órganos locales de adopción de decisiones, como alcaldesas o como miembros de los consejos municipales. Las mujeres siguen insuficientemente representadas en los puestos electivos. Los países, en su mayoría, están lejos de alcanzar el "equilibrio de género" del 30% propuesto en 1995 en la Plataforma de Acción de Beijing. Las instituciones políticas—desde los partidos políticos hasta las comisiones electorales—suelen carecer de capacidad para asegurar que los intereses de las mujeres se expresen y se incorporen en las políticas públicas. Las instituciones encargadas de la rendición de cuentas no aseguran sistemáticamente que los funcionarios ejecutivos se responsabilicen ante las mujeres por las deficiencias en la protección de los derechos de la mujer o la respuesta a sus necesidades.