El Marica Y El Macho (Por Julio Córdova)

EL MARICA Y EL MACHO (Por Julio Córdova) Espontáneamente “el marica” causa repulsión. Es visto como un hombre incompleto

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EL MARICA Y EL MACHO (Por Julio Córdova) Espontáneamente “el marica” causa repulsión. Es visto como un hombre incompleto, defectuoso, pervertido y peligroso: “nos puede contagiar”. Esta repulsión comienza en las iglesias. El marica es un “pecador” porque no se ajusta al “diseño original”, “Dios hizo a Adán y a Eva; no a Adán y a Esteban”. Continúa en la familia: “no seas marica, los hombres no lloran” dice el padre enfadado al niño que expresa vulnerabilidad. Empeora en la escuela y en el grupo de amigos. El niño y luego el adolescente tiene que demostrar constantemente ante sus amigos, y ante sí mismo, que no es un marica. Si no cumple con los mandatos culturales de ser grosero, violento, de acosar a las chicas, de ser competitivo e insensible, entonces será catalogado como tal. Y para cuando la presión de la familia y de los amigos deja de ser explícita, el macho violento ya es parte de nuestra masculinidad. Se demostrará a sí mismo y a los demás que “es todo un hombre”. Buscará ser “exitoso/dominante” en todas las áreas; pero sobre todo en el campo de la sexualidad. Si alguien de su familia no acepta su masculinidad controladora recurrirá a la violencia. La misma que se traducirá, en varios casos, en abuso psicológico, físico o sexual, y, en no pocas ocasiones, acabará en la muerte. No importa cuántas leyes contra la violencia machista se promulguen. No importa si los castigos son más severos. Eso no detendrá la violencia de género. Por eso, no sólo se necesita consagrar todos los derechos de los maricas, incluido el matrimonio igualitario. Se requiere, a pesar de la oposición de los conservadores, una transversal en el sistema educativo que desmonte el mito machista del marica como repulsivo. Cuando esa estúpida caricatura deje de ser una amenaza para nuestra masculinidad. Cuando nuestros hijos no tengan que demostrar que no son maricas. Cuando el macho violento no sea la norma; sino la excepción. Cuando disminuyan – aunque sea un poco – el acoso sexual y la violencia machista. Cuando miremos a las diversidades sexuales como hermanos y hermanas, tan iguales y tan dignos y dignas como el que más. Entonces, todos y todas, pero principalmente los varones, podremos decir con Martin Luther King: “¡Gracias Dios mío!, ¡somos libres!, ¡libres al fin!”.