El Legado Castillista

EL LEGADO CASTILLISTA Ramón Castilla contribuyó a solidificar la inestable institucionalidad criolla. El modelo de insti

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EL LEGADO CASTILLISTA Ramón Castilla contribuyó a solidificar la inestable institucionalidad criolla. El modelo de institucionalización castillista tuvo como base la unión de los peruanos y la nacional. Esto fue posible gracias a las diversas clientelas que Castilla logro acumular durante su carrera político-militar. El proyecto político castillista se cohesionó gracias a la ideología de Bartolomé Herrera. Él afirmaba que Castilla buscaba crear y robustecer la paz pública. Ello se pudo consolidar con la aparición del guano. Este permitió la reconstrucción del aparato estatal peruano, la recompensa a las clientelas del gobierno, establecer un relativo periodo de paz en el territorio nacional y creación de las bases económicas de la institucionalidad castillista. Esto último permitió cierta autonomía económica estatal. El modelo político ideal para Castilla debía centrarse en el respeto a la constitución y la preservación del orden. La prensa de aquella época miraba al militar como un titiritero con intereses y pasiones. Castilla concebía un modelo de gobierno autoritario-constitucional. El retiro de San Martín y la llegada de Bolívar al Perú dieron inicio a que se inmiscuyera en el plano político peruano. En el periodo post-bolivariano el joven militar fue amigo y enemigo de los principales caudillos. Su participación en diversos enfrentamientos le permitió conocer el territorio nacional. Luego de que Castilla derrocara a Vivanco se logró aquietar a las facciones de manera temporal. Estas buscaban destruir la estabilidad política del país. Se construyó una unidad nacional en el gobierno apoyada bajo la ideología herreriana ejerciendo una influencia intelectual en los años formativos del castillismo; sin embargo, Herrera se oponía a la reelección del general. En la gestión del sucesor él tenía la labor de diseñar una reforma educativa. El discurso ideológico herreriano promovía la reconstrucción de la legitimidad política perdida y el respeto por la autoridad. Esta inestabilidad política se debía a la ausencia del sentido de obediencia cívica. Este discurso proveyó al castillismo de las armas para neutralizar a los miembros de las facciones ya que ponían en peligro el bien común de los peruanos. El pueblo elegía a su gobernante y se veían en la obligación de rendirle total obediencia, además el mandatario debía procurar el bien común de la comunidad. Las rebeliones eran causadas cuando se ausentaba el bien común rompiendo el pacto entre ambas parte. La aparición de la instrucción pública se convierte en una vía para acabar con la tiranía de las leyes, la rebelión de los partidos y la violencia dentro de los gobiernos.

La relación de Castilla con los diferentes caudillos de la época y la cooptación de los miembros de las facciones rivales posibilitaron una que la pax castillista fuera la base de la organización nacional de los cuarenta. Luego de las controversiales elecciones de 1851 parecía que la institucionalidad política castillista había logrado consolidarse; sin embargo, la intransigencia frente a las facciones y los escándalos de la consolidación hicieron que durará poco. La pax castillista fue comprada con el dinero del guano por medio de un sistema basado en la lealtad y compromiso político reordenó las configuraciones políticas provincianas. En 1854 la guerra civil organizada por las facciones derrotadas durante las elecciones deterioró la estabilidad política castillista, así que Castilla derrocó al presidente para invertir este cambio; sin embargo, la crítica al castillismo empezó a manifestarse mediante el discurso liberal ya que la soberanía popular debía ser el eje central de la Republica. La instauración de la Convención permitió el surgimiento de la constitución liberal, el núcleo central de las críticas contra el régimen castillista, en consecuencia, se clausuró está echando a la calle a sus miembros con el fin de lograr momentáneamente acallar las voces de sus críticos. Estas regresaron con énfasis por la crisis del modelo guanero y los improductivos gastos militares. En la década de 1860 la inestabilidad política peruana se manifestó a través de ocho gobiernos militares en diez años. Por otro lado se desarrolló la intensa actividad de las maquinarias políticas provincianas. En Puno se logró tejer una red de importantes alianzas locales en su departamento. En Arequipa se construyó un poderoso contingente político local. Las chicheras eran lugares donde se ventilaban asuntos políticos locales. La maquinaria gamista brindo su apoyo a Vivanco contra Castilla. La distribución del poder entre Castilla y Echenique posibilito el retorno del esquema continuista y apaciguador del pasado. Las maquinarias políticas locales fueron adquiriendo autonomía para ejercer sobre la deteriorada política nacional. El encumbramiento de dos caudillos regionales en el gobierno limeño manifestó el poder decisivo que tenían. Balta se nutría de los complejos y desconocidos núcleos de poder local. En Chiclayo se ganó el aprecio popular a través de la realización de obras públicas estableciendo buenas relaciones con las autoridades políticas. Las clientelas populares baltistas atraídas a través de una activa política de patronazgo y su estilo populista unido al cumplimiento de sus compromisos, le permitió contar con fuerzas leales. Balta tenía pensado reconstruir el régimen castillista. La firma del contrato Dreyfus permitió contar con el sustento necesario para poner en marcha el patronazgo estatal. Las

piezas fundamentales (ejército y burocracias civiles) que asentaban la pax castillista yacían en estado de abandono. La crisis económica se manifestó en los mercados internacionales y el deterioro del régimen castillista haciendo evidente sus precarios cimientos. En el contexto de la crisis política, la presencia del Estado fue debilitándose y la soberanía nacional comenzó a peligrar. El derrumbe del modelo institucional castillista conllevó a profundos problemas sociales. El país se fue convirtiendo en un conglomerado de islas aisladas sin contacto con el Estado central. Balta no tomó en cuenta que las maquinarias provincianas eran cada vez más autónomas y jugaban su propio juego de poder por lo que no se pudo mantener el régimen castillista. Se comenzó a perfilarse un modelo político innovador basado en la institucionalidad cívica, cimentada en los ideales republicanos de legalidad, trabajo y participación ciudadana sustituyendo el régimen de antaño.