El Hombre Unidimensional - Marcuse

El hombre unidimensional – Herbert Marcuse Las nuevas formas de control Una ausencia de libertad cómoda es señal del pro

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El hombre unidimensional – Herbert Marcuse Las nuevas formas de control Una ausencia de libertad cómoda es señal del progreso técnico, prevalece en la civilización industrial avanzada. El orden tecnológico implica también una coordinación política e intelectual, puede ser una evolución lamentable y sin embargo prometedora. Los derechos y libertades que fueron factores vitales en los orígenes y etapas tempranas de la sociedad industrial se debilitan en una etapa más alta de la sociedad. Una sociedad que parece cada día más capaz de satisfacer las necesidades de los individuos por medio de la forma en que está organizada priva a la independencia de pensamiento, a la autonomía y al derecho de oposición política de su función básica. Parece de poca importancia que la creciente satisfacción de las necesidades se efectúe por un sistema autoritario o no-autoritario. Bajo las condiciones de un creciente nivel de vida, la disconformidad con el sistema aparece como socialmente inútil, y aún más cuando implica tangibles desventajas económicas y políticas y pone en peligro el buen funcionamiento del conjunto. El aparato impone sus exigencias económicas y políticas para expansión y defensa sobre el tiempo de trabajo el tiempo libre, sobre la cultura material e intelectual. En virtud de la manera en que ha organizado su base tecnológica la sociedad industrial contemporánea tiende a ser totalitaria. Es totalitaria también una coordinación técnicoeconómica no-terrorista que opera a través de la manipulación de las necesidades por intereses creados, impidiendo por o tanto el surgimiento de una oposición efectiva contra el todo. La civilización industrial contemporánea demuestra que ha llegado a una etapa en la que la sociedad libre no se puede ya definir en los términos tradicionales de libertades económicas, políticas e intelectuales porque son demasiado significativas para ser confinadas dentro de las formas tradicionales. Libertad económica significa libertad de la economía, liberación de la diaria lucha por la existencia de ganarse la vida. La libertad política significaría la liberación de los individuos de una política sobre la que no ejercen ningún control efectivo. La libertad intelectual significaría la restauración del pensamiento individual absorbido ahora por la comunicación y adoctrinamiento de masas, la abolición de la opinión pública junto con sus creadores. El timbre irreal de estas proposiciones indica el vigor de las fuerzas que impiden su realización. Las necesidades humanas son necesidades históricas y, en la medida en que la sociedad exige el desarrollo represivo del individuo, sus mismas necesidades y sus pretensiones de satisfacción están sujetas a pautas críticas superiores. Se puede distinguir entre necesidades verdaderas y necesidades falsas. Falsas son aquellas que imponen intereses sociales en el individuo para su represión. Estas necesidades tienen un contenido y una función social, determinadas por poderes externos sobre los que el individuo no tiene ningún control. Estas necesidades siguen siendo productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión. Las únicas necesidades que pueden inequívocamente reclamar son las vitales. La pregunta sobre cuales son las necesidades verdaderas o falsas solo puede ser resuelta por los mismos individuos pero solo en última instancia; siempre y cuando tengan la libertad para dar su propia respuesta. Mientras se les mantenga en la incapacidad de ser autónomos, mientras sean adoctrinados y manipulados su respuesta no puede considerarse propia de ellos. Toda la libertad depende de la toma de conciencia de la servidumbre y el surgimiento de esta conciencia se ve estorbado siempre por el predominio de necesidades y satisfacciones que se han convertido en propias del individuo. Bajo el gobierno de una totalidad represiva la libertad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominación. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si estos bienes y servicios sostienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor, esto es, si sostiene la alienación.

En la época contemporánea los controles tecnológicos parecen ser la misma encarnación de la razón en beneficio de todos los grupos e intereses sociales, hasta tal punto que toda contradicción parece irracional y toda oposición imposible. En las áreas mas avanzadas de esta civilización, los controles sociales hayan sido introyectados hasta tal punto que llegan a afecta la misma protesta individual en sus raíces. Introyección sugiere una variedad de procesos relativamente espontaneaos por medio de los cuales un Ego traspone lo exterior en interior. Así que introyección implica la existencia de una dimensión interior separada y hasta antagónica a las exigencias externas; una conciencia individual y un inconsciente individual. Hoy en día el espacio privado ha sido invadido y cercenado por la realidad tecnológica. La cultura industrial avanzada es más ideológica que su predecesora, en tanto que la ideología se encuentra hoy en el propio proceso de producción. Los productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa conciencia inmune a su falsedad. Y a medida que estos productos útiles son asequibles a más individuos en más clases sociales, el adoctrinamiento que llevan a cabo dejar de ser publicidad; se convierten en modo de vida. Así surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que las ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo establecido del discurso y la acción son rechazados o reducidos a los términos de este universo. Los que hacen la política y sus proveedores de información de masas promueven sistemáticamente el pensamiento unidimensional. Su universo del discurso está poblado de hipótesis que se autovalidan y que repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definición hipnóticas o dictados. Las áreas más avanzadas de la sociedad industrial muestran dos características: una tenencia hacia la consumación de la racionalidad tecnológica y esfuerzos intensos para contener esta tendencia dentro de las instituciones establecidas. Aquí reside la contradicción interna de esta civilización: el elemento irracional en su racionalidad. Es el signo de sus realizaciones. La sociedad industrial que hace suya la tecnología y la ciencia se organiza para el cada vez más efectivo dominio del hombre y la naturaleza para la cada vez más efectiva utilización de sus recursos. La industrialización debe preceder al desarrollo de las necesidades y satisfacciones humanas. Pero así como toda libertad depende de la conquista de la necesidad ajena, también la realización de la libertad depende de las técnicas de esta conquista. A este punto la dominación, disfrazada de opulencia y libertad, se extiende a todas las esferas de la existencia pública y privada, absorbe todas las alternativas. Del pensamiento negativo al positivo: la racionalidad tecnológica y la lógica de la dominación En la realidad social a pesar de todos los cambios la dominación del hombre por el hombre es todavía la continuidad histórica que vincula la Razón pre-tecnológica con la tecnología. La sociedad que proyecta y realiza la transformación tecnológica de la naturaleza altera la base de la dominación, reemplazando gradualmente la dependencia personal por la dependencia al orden objetivo de las cosas. La dominación genera ahora una racionalidad más alta: la de una sociedad que sostiene su estructura jerárquica mientras explota cada vez más eficazmente los recursos mentales y naturales y distribuye los beneficios de la explotación en una escala cada vez más amplia Algo debe estar mal en la racionalidad del sistema mismo. Lo que está mal es la forma en que los hombres han organizado su trabajo social. La organización equivocada de la sociedad exige una explicación más amplia en vista de la situación de la sociedad industrial alcanzada, en la que la integración de las fuerzas sociales anteriormente negativas y trascendentes con el sistema establecido parece crear una nueva estructura social. Esta transformación de la oposición negativa en positiva señala el problema. Vivimos y morimos racional y productivamente, las alternativas son utópicas. Esta ideología pertenece al aparato social establecido; es un requisito para su continuo funcionamiento y es parte de su racionalidad.

El doble significado de la racionalidad es relevante en este contexto. La gestión científica del trabajo aumenta ampliamente la productividad de la empresa económica, política y cultural. El resultado es un más alto nivel de vida. Al mismo tiempo, y sobre las mismas bases, esta empresa racional produce un modelo de mentalidad y conducta que justifica y absuelve incluso los aspectos más destructivos y opresivos de la empresa. La cuantificación de la naturaleza, que llevó a su explicación en términos de estructuras matemáticas separó a la realidad de todos sus fines inherentes. El sujeto es punto de observación, cálculo y medida, este sujeto no puede jugar su pape científico como agente ético, estético o político. La naturaleza de las cosas incluyendo la de la sociedad fue definida para justificar la represión e incluso la supresión como perfectamente racional. Aquello por lo que la naturaleza debe estar luchando es científicamente racional sólo en términos de las leyes generales del movimiento: físico, químico o biológico. Fuera de esta racionalidad, se vive en un mundo de valores y los valores separados de la realidad objetiva se hacen subjetivos. Si lo bueno y lo bello, la paz y la justicia no pueden deducirse de condiciones ontológicas o científicoracionales, no pueden pretender lógicamente validez y realización universal. Las ideas se convierten en meros ideales y su contenido crítico y concreto se evapora en la atmósfera ética o metafísica. Paradójicamente el mundo objetivo llega a ser cada vez más dependiente del sujeto para su objetividad. El sujeto tratado aquí es un sujeto constitutivo, esto es, un sujeto posible para el que algún debe ser o puede ser concebible. El a priori tecnológico es un a priori político, en la medida en que la transformación de la naturaleza implica la del hombre y que las creaciones del hombre salen de y vuelven a entrar en un conjunto social. Cabe insistir todavía en que la maquinaria del universo tecnológico es “como tal” indiferente a los fines políticos; puede revolucionar o atrasar una sociedad. La ciencia pura no es ciencia aplicada; conserva su identidad y su validez aparte de su utilización. Más aún, esta noción de la neutralidad esencial de la ciencia se extiende también a la técnica. La máquina es indiferente a los usos sociales que se hagan de ella, en tanto esos usos estén dentro de sus capacidades técnicas. El proceso, que empieza con la eliminación de sustancias independientes y causas finales llega a la idealización de la objetividad. El objeto se constituye a sí mismo en una relación bastante práctica con el sujeto. La racionalidad de la ciencia pura está libre de valores y no estipula ningún fin práctico, es neutral a cualquier valor extraño que pueda imponerse sobre ella. Pero esta neutralidad es un carácter positivo. Los principios de la ciencia moderna fueron estructurados a priori de tal modo que pueden servir como instrumentos conceptuales para un universo de control productivo autoexpansivo. El método científico que lleva a la dominación cada vez más efectiva de la naturaleza llega a proveer así los conceptos puros tanto como los instrumentos para la dominación cada vez más efectiva del hombre por el hombre a través de la dominación de la naturaleza. Hoy la dominación se perpetúa y se difunde no sólo por medio de la tecnología sino como tecnología. La tecnología también provee la gran racionalización para la falta de libertad del hombre y demuestra la imposibilidad técnica de ser autónomo. Esta falta de libertad aparece como una sumisión al aparato técnico que aumenta las comodidades de la vida y aumenta la productividad del trabajo. La racionalidad tecnológica protege así la legitimidad de la dominación. El método científico es el único que puede pedir determinar la validez; la acción recíproca de hipótesis y hechos observados. El punto al que estoy tratando de llegar es que la ciencia, gracias a su propio método y sus conceptos ha proyectado y promovido un universo en el que la dominación de la naturaleza ha permanecido ligada a la dominación del hombre: un lazo que tiende a ser fatal para el universo como totalidad. La naturaleza comprendida y dominada científicamente, reaparece en

el aparato técnico de producción y destrucción que sostiene la vida de los individuos al tiempo que los subordina a los dueños del aparato.