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• Santiago Morales Pérez

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El fin del “Jogo bonito” Hasta el martes a las 3:00 p.m., muchos nos preguntábamos como fue que Brasil había logrado llegar hasta la instancia de semifinales con el peor equipo que se la ha conocido en Mundiales. La masacre de Alemania sobre Brasil en Belo Horizonte ha dado la vuelta al mundo de muchas maneras, que van desde lo deportivo hasta lo político, pasando por las burlas, los memes y el llanto de los brasileños. Para mí el principal culpable de la humillación de Brasil es Scolari, pues fue quien se puso a improvisar y no llamó a hombres de experiencia y títulos como lo son Kaká y Ronaldinho, quienes aún tienen fútbol en las piernas y una carrera impresionante, y aunque solo hubieran sido suplentes, su presencia en la concentración hubiera sido muy valiosa. La catástrofe futbolística ya se venía venir, mucho se dijo sobre un posible arreglo de partidos en favor del anfitrión, y después del arbitraje en su debut contra Croacia, parecía que tendrían todo a su favor para ser campeones mundiales por sexta ocasión. Sin embargo después parecía que aunque las cosas marchaban bien, Brasil le debía más a la suerte su progreso en esta Copa, pues Chile estuvo a punto de dejarlos afuera de manera legal, y contra Colombia, hay que reconocer que aunque no fue el mejor fútbol y el arbitraje fue pésimo, fueron superiores a nuestro país. La ofensiva de Brasil fue una decepción, pues fuera de Neymar, jugadores como Fred, Hulk y Jo nunca pudieron dar la contundencia necesaria, lo que cada vez hace ver más lejos el glorioso recuerdo de atacantes como Ronaldo, Romario y Rivaldo, que son los más recientes exponentes de un estilo hermoso que alguna vez fue conocido como el “Jogo Bonito”. Pero las cosas tarde o temprano se derrumban dentro de la realidad, y al chocar con una máquina de hacer fútbol como lo es Alemania, y sin la presencia de su máxima estrella Neymar y del líder de la defensa Thiago Silva, la catástrofe futbolística que se venía venir, llegó. Nadie en el mundo se esperaba una goleada tan amplia, Pues 7 goles son dignos de recibir de una selección de la talla de Tahití y no de la pentacampeona del mundo; esta paliza es el claro reflejo de que el fútbol brasileño no es ni la sombra de lo que llegó a ser. En mi humilde opinión, creo que se deben respetar el proceso de los jugadores, criarlos en casa, imprimirles el sello particular del país y no negociar con ellos cuando aún son adolescentes que se llenan la cabeza de fama y dinero. David Santiago Morales Pérez - 10.2