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EL ENSAYO MEXICANO EN EL SIGLO XX La actividad intelectual de la transición del siglo XIX al siglo XX provoca que el ensayo fije algunas de las características que lo distinguen como tal dentro de los géneros literarios. Si bien es cierto que desde el origen la palabra ensayo significa "poner a prueba" o "poner en práctica", durante este periodo la concepción no cambia, pero las actitudes intelectuales y de escritura sí, puesto que el hombre influido por las ideas del iluminismo y el neoclásico busca la reconstrucción de la realidad hispanoamericana, entonces los intelectuales, escritores y ensayistas sugieren que el ensayo es un género literario por lo que la antigua concepción de nominarlo subproducto de la prosa o subgénero queda en la historia. José Corominas (citado por Souto, 1973:18) sugiere que el ensayo es un verdadero género literario cuando dice "En los tiempos modernos se aplica el vocablo a un verdadero género que comprende aquellos trabajos considerados como literarios y científicos." Las observaciones que efectúa Corominas institucionalizan al ensayo con la singular dicotomía ciencia y literatura, o diremos ciencia más literatura o literatura más ciencia, de allí que durante mucho tiempo se haya considerado al ensayo como género híbrido. Hoy, diré, se trata de una transgeneralidad (architexto, dirá Genette), en oposición a Corominas, la Retórica del siglo XIX, apunta que el ensayo no se puede clasificar ni entre los estudios de carácter didáctico ni como obra de imaginación, por lo que el género es reducido a esa subespecie de textos de divagación. En la primera mitad del siglo XX las discusiones sobre la naturaleza literaria del género son copiosas. En 1918 José Vasconcelos habla del ensayo como una práctica constante de escritura pero denuncia que tal práctica es vista como un acto emotivo y de improvisación. El mismo fenómeno ocurrió con el ensayo europeo durante el siglo XVI y se difundió no sólo en el viejo continente sino llegó a América con iguales prejuicios, es decir,

no fue visto como un género sino como un texto de vaguedad y con ausencia de sistema (García Monsiváis, 1995), lo que va en detrimento de esa expresión completa y suficiente que es el ensayo; por ende es tomado como un escrito breve donde todo cabe: el tratado, el poema filosófico, la expresión emocional de fin de semana, la prosa breve, la crónica escolar y muchas otras producciones textuales. Dos obras significativas de la primera mitad del siglo XX donde se teoriza sobre el ensayo son, por un lado Del ensayo americano de José Gaos (1945) y, la otra, Antología del pensamiento en lengua española de Medardo Vitier (1945). Vitier acota que la palabra ensayo es de uso reciente en las culturas hispánicas, mucho más reciente que en el habla inglesa o francesa y la palabra no fue empleada sino hasta el siglo XIX cuando la crítica literaria hispanoamericana la hizo suya. El ensayismo hispanoamericano ha ido por varios caminos. Podemos establecer dos líneas diacrónicas. La primera representa al ensayo unido a lo estrictamente social. Los temas refieren a ese rencor que produjeron los actos barbáricos de España y la necesidad de la independencia. La segunda es la suma de actos de poder ideológicoreligioso igualmente barbáricos de la Iglesia. De tales confrontaciones surge el concepto de la "americanidad" con ensayistas como José Martí, José Enrique Rodó o Juan Montalvo. Si el padre del ensayo (Montaigne) delimita los temas en relación con la emoción o sentimientos del ensayista, con la opinión sobre los hechos, con la franqueza y honestidad del que escribe sin más pretensiones que ensayar las facultades intelectuales, alejadas del dogmatismo, será el ensayo hispanoamericano, de acuerdo con Carlos A. Loprete (2000), no sólo una asimilación de temas, sino una ampliación de los mismos. Ahora, según observo, en el ensayo caben el humor y la erudición, la poética y el análisis estético, la crítica literaria y el psicologismo nacional, la política y la evocación histórica, la filosofía y la crítica social.

Ya se ha señalado que el siglo XX es un siglo donde las teorías, especulaciones y ubicaciones del ensayo como género literario han surgido de manera profusa, no sólo en Hispanoamérica, sino en todas las literaturas del mundo. Antes de pasar al siguiente apartado cerraré éste con palabras de Graciela Scheines (1995, 194): …el ensayo es como un mapa que sirve para orientar los pasos, para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos, para ver simultáneamente presente, pasado y futuro y las líneas de fuerza de la historia, los obstáculos y las encrucijadas.

Lo cierto es que el ensayo siempre ha acompañado el hacer literario del hombre, desde el Antiguo Testamento hasta las Confesiones de San Agustín. Sin olvidar a Erasmo de Rótterdam y El elogio de la locura, Descartes y el Tratado de las pasiones, a E. A. Poe y el famoso ensayo Filosofía de la composición y muchos otros nombres en la historia del género ensayístico. En Hispanoamérica los ensayistas en el siglo XX merecen un estudio por separado, sólo nombremos a José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Leopoldo Zea, Samuel Ramos, Emir Rodríguez Monegal, Octavio Paz, José Revueltas, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, José Lezama Lima y una lista interminable de ensayistas que vinieron a consolidar y a establecer las características y funciones del ensayo actual.

Bibliografía