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EL DON DE PRESIDIR Por:Miguel|Núñez|Hernández Consideraciones: 1. El don de presidir es un don espiritual dado por el Es

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EL DON DE PRESIDIR Por:Miguel|Núñez|Hernández Consideraciones: 1. El don de presidir es un don espiritual dado por el Espíritu Santo a determinados creyentes en Cristo. “…el que preside con solicitud,…”, Rom. 12:8. 2. El don de presidir al igual que los demás dones espirituales tiene como finalidad la edificación del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. “Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia,…”, 1 Cor. 14:12. 3. La palabra: presidir, significa: “estar delante de…”. Esto encierra la idea de dirigir. En este caso es la de dirigir los cultos y servicios de adoración y comunión al Señor. 4. El que preside, por lo tanto, tiene la delicada tarea de guiar a la Iglesia a la comunión con Dios y es necesario que sea consciente de tener el don espiritual mencionado. Esto podría llevarnos a hacernos la pregunta: ¿Cómo sé que tengo el don de presidir? Cuando la Iglesia se goza en la adoración, cuando fluye libremente la acción de gracias al Señor, cuando el pueblo de Dios experimenta una santa devoción que invita a la confesión y al arrepentimiento. Cuando la lectura de los pasajes bíblicos, los cantos las oraciones, los testimonios, las ofrendas nos hacen notar a la congregación la santa presencia de Dios, entonces se puede decir, que el que dirige tiene el don de presidir. 5. “El éxito de un culto depende en gran parte de quien lo dirige. Es un error suponer que el pastor o el predicador debe sólo preparar el sermón. Deben prepararse también, los himnos, las oraciones, la lectura bíblica y hasta los anuncios. Cuando no se ha hecho la debida preparación (especialmente, la preparación espiritual), se notará desde luego que el servicio hay desorden, confusión y mala dirección. Tales servicios resultan tediosos, cansados, rutinarios y de escaso interés para los asistentes.” Del libro: “El Predicador” por Hno. Alejandro Treviño. 6. Los Himnos y los Cantos adicionales, deben escogerse previamente, llevando al púlpito una lista de los que han de ser entonados. Es muy impropio estar hojeando el Himnario o el Coritario, para hallar los que va a cantar la congregación. Lo mismo ocurre, cuando el que dirige apela a la congregación

para que elija los cantos. Esto puede hacerse debidamente preparado y especialmente, en un culto o servicio informal, pero, no cuando la congregación a sido llamada a la “santa convocación”, Lev. 23:7. Ahora bien, al comenzar el culto, hágalo con un himno de adoración, por ejemplo: “Santo, Santo, Santo.” No. 18, del Nuevo Himnario Popular (Casa Bautista de Publicaciones), y al terminar el sermón, escoja un himno apropiado al sermón. Anuncie con claridad y con voz fuerte el número y título del himno o canto. Repita una vez más hasta que todos lo encuentren. Escoja himnos o cantos que usted mismo se sabe. Si usted tiene el inconveniente de cantar desentonado o no sabe música, invite a un hermano miembro de la Iglesia que los dirija. Por sobre todo, suba al altar o al estrado del Templo: con su Biblia, su Himnario y su Coritario (cuadernillo de coros) en mano. No pida prestado a la congregación estas herramientas imprescindibles. No permita que la congregación lo vea como una persona indolente. Usted guiará a la congregación “al trono de la gracia”, Heb. 4:16. 7. La oración. Las oraciones en el culto deben preparase en el sentido espiritual, no en el sentido de las palabras. Es decir. La oración ante la congregación debe incluir a todos, primeramente, expresando gratitud al Señor por las bendiciones recibidas. Debe ser la oración congregacional: corta, salida del corazón, espontánea, ordenada y sin perder de vista la reverencia Dios. Por lo tanto, las palabras usadas deben ser respetuosas. No utilice un lenguaje vulgar al orar en público. Recuerde que la persona más importante en el culto es el Señor. Al escoger a un hermano de la congregación, hágalo considerando su madurez espiritual y su testimonio ante los demás. No escoge a un creyente que está bajo disciplina. No escoja un creyente “cometa”, de los que se aparecen de vez en cuando. No escoja a un creyente que está dando mal testimonio. Escoja a una hermana fiel, también, cuya vida espiritual sea reconocida. Anote con anticipación a los hermanos o hermanas que incluirá en las oraciones ante la congregación. Evite poner a orar, varias veces, al mismo hermano. Concéntrese en lo que está haciendo. Recuerde que está presidiendo ante la presencia del Señor. Permita que el pastor o el predicador invitado, tenga el privilegio de orar por el sermón. Carlos Spurgeon decía que él no cedía a nadie esta oración, preferiría ceder el sermón. 8. Cuando invite a ponerse de pie a la congregación al orar o entonar un himno, hágalo solo por el tiempo que esto tarda. No mantenga a la congregación parada por mucho tiempo, recuerde que hay ancianos, hermanos enfermos, niños, que

se cansan. Por otra parte, guárdese todo comentario adicional al sermón expuesto. Si lo hace, que sea lo más breve posible. No de otra predicación. Es falta de respeto al predicador. No hable mucho al estar dirigiendo. Guárdese sus ilustraciones y sus propias experiencias. Sea lo más breve posible en sus comentarios. 9. La lectura de la Biblia. Junto con las oraciones, los cantos, es la lectura de la Biblia de vital importancia. La Biblia siempre debe leerse de pie por reverencia al Señor, es Su Palabra. Así, la lectura debe ser pausada, pero no lenta. Con voz clara y fuerte, pero no escandalosa. No lea rápidamente. Nadie le corretea. Reverente, que cada uno tenga su propia Biblia en la congregación. Usted que dirige utilice la Biblia del púlpito si la hay. Practique en su casa la lectura que va a realizar ante la congregación. Respete y haga respetar los signos de puntuación. Module su entonación a fin de que tenga sentido, la lectura. Observe que algunos pasajes son poéticos, otros en prosa, algunos llenos de alegría espiritual otros llenos de lamento y consternación. Ponga atención en lo que lee. Se cuenta que cierta niña leyó Marcos 2:11, así: “A ti te digo: toma tu leche y vete a tu casa.”. Otro leyó Juan 12:20: “Había ciertos gringos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.”, y por uno más leyó Hechos 25:11: “A César apaléo.” Una lectura defectuosa demuestra la indolencia del que dirige. No escoja pasaje muy largo, es mejor una lectura corta y que produzca bendición. No es necesario leer todo un capítulo. Ni tampoco haga muchas lecturas, a lo máximo dos y nada más. Y nuevamente, no predique de lo leído. 10. Los anuncios. En el tiempo de los anuncios la congregación se le informa a la congregación de algunos asuntos relevantes o actividades para su bien espiritual. Los anuncios no deben ser sobre cualquier asunto sino aquellos que tienen que ver con lo que edifica la vida de la Iglesia. Así, los anuncios deben hacerse antes del sermón para que éste no pierda su esencia. Muchas veces un buen sermón es destruido por el tipo de anuncios que se hacen. Tampoco deben hacer mientras se recogen los diezmos y las ofrendas, pues estos, también son parte de la adoración. Por otra parte, evite dar los anuncios mientras la congregación está de pie. Los anuncios deben ser cortos y si se pueden poner en el boletín es mejor. Que la Iglesia se acostumbre a leerlos en el boletín. Así se aprovechará el tiempo para la adoración a Dios. 11. Las ofrendas. Como se ha dicho anteriormente, son parte de la adoración. Debe ser recogidos en solemnidad. Invite a la congregación a mantener la reverencia

mientras los encargados pasan a recogerlas. Es bueno que el organista o pianista de la congregación toque un himno suavemente mientras se realiza este acto. Los sobres deben estar listos y en los lugares donde la congregación pueda tenerlos a la mano. Es bueno poner sobres en las bancas para que sean tomados ahí. Haga la observación de no darles un mal uso. Si no hay sobres hable con los diáconos antes de comenzar el culto. 12. La bendición final. Pida al pastor de la Iglesia hacer la oración final. Ésta debe ser corta y solemne. Puede hacerla también un pastor invitado siempre y cuando el pastor de la Iglesia lo invite. Se canta la doxología. Busque en el Himnario donde aparecen las doxologías. Escoja la doxología que la congregación acostumbra entonar. 13. Por último, es necesario recordar que la presentación del que dirige el culto de adoración debe estar bien presentado. Bien peinado, sus zapatos lustrados. Con corbata y camisa de manga larga. Todo bien limpio. La camisa de manga corta se utiliza en lugares calurosos. Es, de mejor presentación usar un traje o un saco de color azul, negro, café o gris. Que no sea de colores escandalosos ni que tenga letras o dibujos que provoquen la burla de algún hermano. El pantalón debe estar bien planchado y en juego con el saco. No mastique chicle mientras dirija o esté comiendo algún dulce. En algunas congregaciones se acostumbra poner un vaso de agua para el predicador y para el que dirige. Esto es con el fin de que por los nervios la garganta se reseca. Es mejor no ponerlo. Puede servir de modelo para que la congregación tome agua o hasta refresco dentro del culto. Si usa celular, apáguelo antes de subir al altar. Si es casado y tiene niños, que su esposa lo ayude a cuidarlos. No lleve a sus niños al altar. Recuerde, usted está guiando una santa congregación no un culto familiar.

FIN