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El dolor de amar, (1955) es la última obra de la autora. En esta novela se desarrolla la historia de Alda, joven educada

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El dolor de amar, (1955) es la última obra de la autora. En esta novela se desarrolla la historia de Alda, joven educada y de altas cualidades morales que debido a la mal administración de su padre se encuentra casi en la ruina. Vive al cuidado de este pues es de avanzada edad. Enrique es hijo de don Julián, adinerado dueño de tierras que, después de ser jornalero y a base de trabajo logró su riqueza. Enrique vuelve luego de concluir sus estudios de ingeniería en el extranjero y se enamora de Alda, que le corresponde en su amor. Deciden casarse, pero su padre no está de acuerdo por el hecho de que considera que son de clases distintas: la familia de Enrique no es educada, mientras que la de Alda perteneció a la clase alta y su instrucción es mayor. Así que decide enviarlo a Bolivia a trabajar durante dos años. Enrique y Alda se prometen esperar, pero Maurilio Ortez, hombre que rechazó Alda por su baja calidad moral trama separarlos, y evita que reciban las cartas que se escriben. Poco a poco caen en la trampa y creen los dos que ya no se importan. Llega al pueblo entonces, el doctor Alberto Morales, quien se enamora de Alda. Ella creyendo que Enrique la ha olvidado acepta la propuesta de matrimonio que le hace el doctor Morales. Entonces, Enrique vuelve y se descubre lo que ha hecho Ortez. Alda, le promete a Enrique que se divorciará, y el doctor Morales, al darse cuenta de los sentimientos de Alda decide irse a Europa. Después de un año, Alberto recibe una carta de su hijo con Alda, pidiéndole que regrese. Entiende que en realidad es Alda quien se lo pide y vuelve. Enrique, para encontrar su nuevo camino, decide viajar al extranjero. El estilo con que escribe esta novela, la autora, da a entender una renovación, no total pero sí grande, si se toma en cuenta la forma de escribir de Lucila Gamero a lo largo de su vida. Ella toma en cuenta al personaje popular por primera vez de una forma, no protagónica pero sí destacada. Los diálogos que tienen don Julián y los trabajadores y sirvientes de los Lozano y los Ortega, presenta un saber popular, una forma de ver el mundo desde el punto de vista del hombre y la mujer de pueblo. La autora intenta representar el habla de estos: - Ocúpeme en algo, aunque me pague poco. Ya verá que porto bien. - “Gallina que come huevo” - Los golpes me han hecho chichotes. Si m’embolo y doy escándalo, écheme fuera, don Julián. - Bueno, te probaré (…) - Gracias, don Julián. (Gamero, 311) - Un domingo voy ir con vos para que no me dejés beber. - Es que si tomás y hacés una tarotada, t’echan la chirona sepa Dios cuándo. Aquí no es la Costa, y estar en el hoyo dicen qu’es la bruta. - Ya h’estado en la sombra por beber la cususa que nos vende el gobierno. Es mejor la “chicha”. (Gamero, 311) Hay, también una rica perspectiva de la vida. Don Julián la ve desde un punto de vista práctico y Alda desde un punto de vista más teórico y filosófico, si bien hablan de temas diferentes. Don Julián insiste en la inutilidad de los religiosos más que de la religión y Alda habla sobre temas como la existencia y la libertad. Ejemplo de lo que piensa don Julián sobre la religión: - Ustedes no pueden ser mejores conmigo; por eso le pido a los santos que me los protejan.

- Déjese de santos, que son tan inútiles y haraganes que jamás han podido hacer un milagro que yo sepa. - ¡Ay, Jesús, don Julián! - ¿No les ha pedido por Braulio? ¿Cuántas candelas ha quemado? ¿Cuántas promesas ha cumplido? - Es que Dios no quiere. - Ya ve que de nada sirven los santos. Si llegan hablar con Dios, no les hace caso. (136) El dolor de amar se puede considerar la novela más original de Lucila Gamero. En esta novela demuestra una madurez y una búsqueda de elementos nuevos que enriquecen su obra. Se acerca por primera vez de forma importante a la realidad de la gente y logra captar esa expresión propia de sus compatriotas. Esto le abrió una abanico de posibilidades en cuanto a podía hablar sobre la política, la iglesia, la vida, la muerte, y una cantidad de temas que puso en boca de los hombre y mujeres rurales, a los que sintió como verdadera imagen del hondureño.