El Determinismo

El Determinismo El determinismo es una doctrina filosófica que sostiene que todo acontecimiento físico, incluyendo el pe

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El Determinismo El determinismo es una doctrina filosófica que sostiene que todo acontecimiento físico, incluyendo el pensamiento y acciones humanas, está causalmente determinado por la irrompible cadena causa-consecuencia, y, por tanto, el estado actual "determina" en algún sentido el futuro. Encontramos diferentes formas del determinismo, que se basan en las afirmaciones que postulan. Para diferenciarlas se clasifican de acuerdo a la ideología que postula: El determinismo fuerte: Esta afirma que no existen los sucesos propiamente aleatorios y en general, el futuro es predecible frente a los hechos que ocurran en el presente. Esto también es válido para el pasado, donde la predictibilidad se da si conocemos perfectamente una situación puntual de la cadena de causalidad. Tenemos a Pierre-Simon Laplace como defensor de este tipo de determinismo. El determinismo débil: Esta afirma que la probabilidad determina los hechos presentes, o que existe una correlación entre lo presente y lo futuro, admitiéndose en esta postura la influencia de sucesos esencialmente aleatorios e impredecibles. Es importante resaltar que existe una diferencia importante entre la determinación y la predictibilidad de los hechos. La determinación se basa exclusivamente en la ausencia de azar en la cadena causa-efecto que da lugar a un suceso concreto. En cambio, la predictibilidad es un hecho potencial derivado de la determinación certera de los sucesos, pero exige que se conozcan las condiciones iniciales (o de cualquier punto) de la cadena de causalidad. Tipos de determinismos El determinismo ha tomado diferentes formas según sea el factor juzgado como determinante de nuestra libertad. Es así, que pueden distinguirse en: Determinismo fisiológico: Este tipo de determinismo es defendido por muchos psicólogos y filósofos materialistas. Afirma que nuestra libertad, no es más que el resultado de fuerzas fisiológicas, sobre todo las del funcionamiento del sistema nervioso, que entran en juego al obrar. Sería igual a un acto reflejo, pero extraordinariamente más complejo. Aclaran, que, así como las máquinas de la cibernética se autorregulan y parecen tomar decisiones partiendo de datos informativos que reciben, de igual forma los actos considerados libres por nosotros no serían más que un producto necesario de un complejísimo proceso nervioso-cortical absolutamente determinante. Como critica a este determinismo se ha subrayado que no deja de ser sorprendente que un acto reflejo sea vivido no de un modo pasivo, sino en forma activa, como fruto de nuestro esfuerzo personal. Nos sentimos

protagonistas del mismo y no solo un escenario pasivo del juego de fuerzas fisiológicas que provocarían el acto al margen de nuestra eficaz iniciativa personal. Además, se ha hecho observar que la conducta humana no está totalmente dominada por fuerzas fisiológicas, pues el hombre a veces obra sacrificando su propio instinto de auto conservación para conseguir valores como la verdad, el bien, la justicia, etc. Determinismo psicológico: Este tipo de determinismo se divide en dos formas principales: El psicoanalítico: Afirma que el obrar del hombre adulto está determinado por el inconsciente formado en la niñez. Esta forma completa psicológicamente al determinismo fisiológico y pone en manifiesto que la constitución del inconsciente infantil es obra del medio social, también relacionándose de esta forma con el determinismo sociológico que más adelante veremos. Determinismo sociológico: Según el cual la sociedad es considerada como una conciencia colectiva que cada individuo interioriza de un modo particular, por lo que las reglas de conducta social ejercen una presión irresistible sobre los individuos. En otras palabras, el ambiente social que nos rodea nos fuerza a obrar de determinada forma. Esta tesis estuvo representada especialmente por la " Escuela Sociológica Francesa" de los filósofos positivistas E. Durkheim y Levy-Bruhl. Determinismo teológico: Representado por los filósofos panteístas como Spinoza, sostiene que un mundo distinto a Dios y capaz de ser y obrar aparte de Él es contradictorio. Por esta causa Dios y el mundo se identifican y así el hombre es una parte de Él. Consecuentemente, las decisiones humanas voluntarias, son en realidad sus decisiones. El problema que este determinismo presenta es la dificultad de conciliar la infinita perfección de Dios y su atemporalidad, con las imperfecciones físicas y morales de este mundo y con la sucesión temporal de los hechos que suponen un ir adquiriendo y perdiendo perfecciones. Una modalidad de este determinismo es el predestinacionista, el cual es defendido por muchos pensadores protestantes y se apoya en dos razones fundamentales. En la primera razón argumenta que Dios conoce infaliblemente todo lo que hacemos, por lo tanto, haremos necesariamente lo que Dios ha dispuesto y en conclusión no somos libres. La segunda razón, nos aclara que la causa segunda, (el hombre) recibe el ser y la operación de la causa primera (Dios), por lo tanto, nuestra libertad depende de la voluntad divina y en conclusión tampoco somos libres. Como critica al primer argumento los pensadores católicos señalan, que, por ser Dios atemporal, o sea, eterno, no prevé nuestros actos antes de que ocurran. Dios tiene una visión intuitiva e igualmente presente de todos nuestros actos, tanto presentes, como pasados y futuros, pero aclaran que, estar viendo

nuestros actos no equivale a estar determinándolos, o sea que no nos quita de forma alguna nuestra libertad. Con respecto a la segunda razón, objetan que Dios efectivamente concurre en la actividad de los seres creados, pero que este concurso respeta la manera de obrar de los seres que ha creado. Así, Dios impulsa de un modo natural la voluntad hacia el bien, pero deja en manos la concreción que dará a dicho impulso. En este sentido, afirman que es Dios quien hace que seamos libres. Determinismos secundarios El intelectualista: Sostiene que la voluntad, precisamente por ser una facultad orientada al bien, elegirá necesariamente la alternativa que la inteligencia presente como la mejor, de forma que quede determinada por ésta. Como critica se podría decir que quizás esta concepción no tenga suficientemente en cuenta que la inteligencia delibera bajo la influencia de la voluntad, por lo cual el acto libre es en efecto conjunto de ambas facultades y que no deja de ser sorprendente que un acto reflejo sea vivido no de un modo pasivo, sino en forma activa, como fruto de nuestro esfuerzo personal Determinismo genético: Afirma que nosotros no somos libres porque estamos condicionados o determinados por nuestros genes. Determinismo biológico: Plantea que nuestro comportamiento está prefijado genéticamente. Nacemos, según ellos, con unas características, heredadas de nuestros progenitores por medio de sus genes, que definen nuestras capacidades, modos de respuesta y posibilidades de desarrollo. Determinismo ambiental o educacional: Afirma que no son los genes los que nos condicionan, sino la educación que recibimos a lo largo de nuestra vida, que es la causante de nuestro comportamiento. El psicólogo Burrhus Frederic Skinner defendía esta postura (conductismo). Determinismo económico: Afirma que no somos libres porque estamos determinados por factores económicos. El filósofo Karl Marx fue uno de sus defensores. Determinismo cosmológico: Afirma que no somos libres porque nosotros estamos determinados por el destino. Determinismo por carácter social: Como lo sostiene Hobbes, niega la libertad en virtud de la convivencia social. La sociedad que impone reglas o leyes necesarias para equilibrar los intereses y deseos individuales, pues en caso de faltar dicha reglamentación el hombre se desembocaría en un caos generalizado que atentaría contra todos y cada uno de los individuos, pues como afirma Hobbes: “El hombre es un lobo para el hombre".

El determinismo en física: El determinismo sobre las leyes físicas fue dominante durante siglos, siendo algunos de sus principales defensores Isaac Newton y Albert Einstein. Actualmente, la física cuántica lo niega para sistemas microscópicos (a escalas inferiores al átomo). Determinismo mecanicista: El propio éxito de la ciencia en sus aplicaciones prácticas, así como los remanentes de la influencia sobre ella de los viejos sistemas filosóficos metafísicos, conducen a sus representantes a sobrevalorar los aspectos de identidad detectados en la realidad y a postular, sobre esa base, un determinismo rígido y absoluto de corte mecanicista. La concepción mecanicista de la ciencia, inspirada básicamente en la física y en la astronomía, se caracteriza por toda una serie de prejuicios y extrapolaciones infundados. Opciones contra el Determinismo La defensa de la libertad conlleva a una defensa a favor del indeterminismo. Éste no significa afirmar la indiferencia da las acciones, sino que sólo existe un condicionamiento producido por muy diversos factores. Santo Tomás de Aquino defiende que el humano tiene capacidad de elección. Es el entendimiento el que mueve la voluntad a elegir entre una cosa u otra, por eso cabe la posibilidad que escoja el mal en vez del bien y así equivocarse. Aquí es donde se supone que siguiendo el consejo y divino se acertará escogiendo el bien. En la Física, la principal defensora de ésta teoría es la que lleva a cabo la escuela de Copenhague y su principal representante, Niels Bohr. Éste sostiene que, igual que ocurre con las posiciones siempre orientativas e imprecisa de los átomos, en la realidad también existe cierto tipo de desorden y azar. Aunque Einstein afirma que las leyes que rigen la realidad no tienen que ser también probabilísticas, como en la mecánica cuántica. De todas formas, Popper lo aseguró: la física no compete en este campo, sino la metafísica. Inmmanuel Kant propone una ética formal, racional, universal y necesaria, que no estableciera ningún fin ajeno a sí misma, sino que tuviera como objetivo actuar conforme al deber. En la Metafísica de las costumbres (1797), Kant describió su sistema ético basado en la idea de que la razón es la autoridad última de la moral. Afirmaba que los actos de cualquier clase han de ser emprendidos desde un sentido del deber que dicte la razón, y que ningún acto realizado por conveniencia o sólo por obediencia a la ley o costumbre puede considerarse como moral. Las ideas éticas de Kant son el resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como manifestó en otro de sus libros en 1788. No consideraba esta libertad como la libertad no sometida a las leyes, como en la anarquía, sino más bien como la libertad del gobierno de sí mismo, la libertad

para obedecer en conciencia las leyes del Universo como se revelan por la razón. Creía que el bienestar de cada individuo sería considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo progresaba hacia una sociedad ideal donde la razón “obligaría a todo legislador a crear sus leyes de tal manera que pudieran haber nacido de la voluntad única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en la medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio de si ha estado de acuerdo con esta voluntad”. Jean Paul Sartre en su última obra filosófica, crítica de la razón dialéctica (1960), Sartre trasladó el énfasis puesto en la libertad existencialista y la subjetividad por el determinismo social marxista. Afirmaba que la influencia de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande que produce la serialización, lo que él interpreta como pérdida de identidad y que es equiparable a la enajenación marxista. El poder individual y la libertad sólo pueden recobrarse a través de la acción revolucionaria colectiva. Derechos Humanos Los derechos humanos son aquellas «condiciones instrumentales que le permiten a la persona su realización» (Hernández, 2010) .En consecuencia subsume aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna, «sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición». Son una idea de gran fuerza moral y con un respaldo creciente. Legalmente, se reconocen en el Derecho interno de numerosos Estados y en tratados internacionales. Para muchos, además, la doctrina de los derechos humanos se extiende más allá del Derecho y conforma una base ética y moral que debe fundamentar la regulación del orden geopolítico contemporáneo. La Declaración Universal de los Derechos Humanos se ha convertido en una referencia clave en el debate ético-político actual, y el lenguaje de los derechos se ha incorporado a la conciencia colectiva de muchas sociedades. Sin embargo, existe un permanente debate en el ámbito de la filosofía y las ciencias políticas sobre la naturaleza, fundamentación, contenido e incluso la existencia de los derechos humanos; y también claros problemas en cuanto a su eficacia, ya que existe una gran desproporción entre lo violado y lo garantizado estatalmente. Posición de Kant y Kelsen: Dicen son productos de la mente humana.

que

los

derechos

y

obligaciones

Ellos tienen la postura de que el derecho carece de contenido axiológico y ético, es solo un producto de la razón humano. Desvinculan al derecho de toda moral y ética objetiva, y lo reducen a una norma, a la ley positiva. Estados Nacionales Según algunas doctrinas de la ciencia política, un Estado-nación se caracteriza por tener un territorio claramente delimitado, una población relativamente constante (si bien no fija), y un gobierno. El Estado-nación nace, históricamente, mediante el tratado de Westfalia, al final de la guerra de los Treinta Años (1648). Mediante este tratado se acaba con el antiguo orden feudal y se da paso a organizaciones territoriales y poblacionales definidas en torno a un gobierno que reconoce sus límites espaciales y, por lo tanto, de poder. El progreso del Estado moderno no consistió solamente en un desplazamiento de las viejas instituciones, sino su completa renovación, su predominio con las nuevas autoridades de la nación, creando un orden social nuevo (liberal, burgués y capitalista), al eliminarse las viejas formas estamentales de origen feudal del Antiguo Régimen mediante un triple proceso revolucionario: Revolución liberal, Revolución burguesa y Revolución industrial. Sin embargo, el proceso distó de ser una revolución instantánea, pues a pesar de que se produjeron periódicamente estallidos revolucionarios (Revuelta de Flandes, Revolución inglesa, Revolución estadounidense, Revolución francesa, Revolución de 1820, Revolución de 1830, Revolución de 1848), como proceso de larga duración, lo que tuvo lugar fue una lenta evolución y transformación de las monarquías feudales. Primero se transformaron en monarquías autoritarias y luego en monarquías absolutas, que durante el Antiguo Régimen fueron conformando la personalidad de naciones y Estados con base en alianzas territoriales y sociales cambiantes de la monarquía; tanto de unas monarquías con otras como de cada monarquía en su interior: en lo social con la ascendente burguesía y con los estamentos privilegiados, y en lo espacial con el mantenimiento o vulneración de los privilegios territoriales y locales (fueros). El racionalismo creó la idea del "ciudadano", el individuo que reconoce al Estado como su ámbito legal. Creó un sistema de derecho uniforme en todo el territorio y la idea de "igualdad legal". Las distintas escuelas de ciencia política definen de diversas maneras el concepto del Estado-nación. Sin embargo, en la mayoría de los casos se reconoce que las naciones, grupos humanos identificados por características culturales, tienden a formar Estados con base en esas similitudes. Cabe anotar que bajo esta misma óptica la nación es un agrupamiento humano, delimitado por las similitudes culturales

(lengua, religión) y físicas (tipología). Un Estado puede albergar a varias naciones en su espacio territorial y una nación puede estar dispersa a través de varios Estados. Si bien el Estado-nación surge hacia el año 1648 (Tratado de Westfalia), las instituciones políticas de esta entidad tienen un desarrollo que se puede rastrear hasta una maduración en 1789 (Revolución francesa). Los modelos de agrupación en torno a una autoridad central siguen dos visiones contrapuestas, pesimista y optimista, acerca del hombre en estado de naturaleza, marcadas por los trabajos filosófico-políticos de Hobbes y Rousseau, sin excluir otras tradiciones del pensamiento político: el concepto platónico de República o la Política de Aristóteles, y el funcionamiento y las políticas de la democracia ateniense y la República romana en la Edad Antigua; los debates de la Edad Media entre los poderes universales y el intento fallido del conciliarismo (concilio de Constanza de 1413, concilio de Florencia o concilio de Basilea de 1431); o en la Edad Moderna el establecimiento del ius gentium, los justos títulos y el tiranicidio por los españoles de la Escuela de Salamanca -Bartolomé de las Casas, padre Mariana- o el holandés Grotius, el humanismo de Nicolás de Cusa, el racionalismo de Leibniz o el empirismo de Locke; todos ellos refundidos y retomados por la Ilustración europea (primero Montesquieu y luego los enciclopedistas), así como la percepción de ejemplos de algunas experiencias políticas indígenas americanas -las comunidades precolombinas en las Antillas, el mito de El Dorado, el imperio incaico del Tahuantinsuyo o la confederación iroquesa- que vistas desde la perspectiva eurocéntrica conformaron la idea del buen salvaje y el utopismo. La primera plasmación política textual de este proceso intelectual fueron los textos de la Revolución estadounidense: la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (4 de julio de 1776) y la Constitución de 1787.