El Culto Guadalupano

ANA MARLEN AGUILAR LÓPEZ El culto guadalupano Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras.

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ANA MARLEN AGUILAR LÓPEZ

El culto guadalupano

Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras. Colegio de Letras Hispánicas. México, 2012

Nuestro país se encuentra sostenido en la idea de que somos un pueblo pobre y conquistado y que por esta razón somos los consentidos de la Madre de Dios. De ahí que México sea uno de los pueblos más devotos de la Virgen María. Mucho antes de la llegada de los españoles, en el valle del Anáhuac, existían ya peregrinaciones hacia el cerro del Tepeyac para adorar a las diosa Tonatzin, madre de todos los dioses. En contraste, también mucho antes del descubrimiento y la conquista de América, en la región de Extremadura en España, había ya un culto a una virgen morena (la morenita de las Villuecas) llamada Guadalupe, debido a la región donde ocurrieron sus apariciones en 1322. “La leyenda de Juan Diego y las apariciones es un cuento español del siglo XIV, que fue tropicalizado para adaptarlo a los pueblos amerindios.”1 En la historia original es un pastor, quien se dirige a pedir los Santos Óleos para su pequeño hijo moribundo, a quien se le aparece la virgen. Y es un retablo de madera y no un ayate, la prueba que otorga la Virgen para que crean en sus apariciones. Don Hernán Cortes, oriundo de esta región era devoto de esta virgen, él fue el primero en traer una imagen de la guadalupana a México, aunque no era idéntica a la de hoy. Hernán se encomendó a la patrona de su pueblo y prometió extender su devoción en las nuevas tierras. El culto a la imagen de la virgen comenzó en 1522 ordenó poner el estandarte que había traído desde sus tierras en el cerro del Tepeyac, aprovechando el hecho de que diversos pueblos nahuas tenían ya la costumbre de peregrinar a dicho sitio para adorar a Tonatzin, y que era común adoptar las divinidades de los pueblos triunfadores, en este caso, los españoles. Para los indios esta imagen no era más que la sustituta de Tonatzin, seguían adorando a la misma diosa solo que en una imagen distinta, incluso llegaron a referirse a ella como Tonatzin Guadalupe. Para evangelizar a los indios de América, los primeros misioneros fueron convirtiendo dioses paganos en santos cristianos, asimilándolos dependiendo de sus

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ZUNZUNEGUI, Juan Miguel. El mito guadalupano, México, EMU, 2010. (Colección Historia) pp. 26

características.2 La ironía está en que el catolicismo prohíbe el culto a las imágenes, el politeísmo y el paganismo. Como resultado tenemos un cristianismo pagano, idolatra y politeísta que subsiste hasta la fecha. Algo que hay que puntualizar es que para el catolicismo la veneración a la virgen no es dogma, es decir, los católicos solo están obligados a creer que María concibió al hijo de Dios de manera milagrosa. A las diversas advocaciones de María se les da el nombre del lugar donde supuestamente aparecieron, sin que esto nos lleve a pensar que cada virgen es diferente. En el siglo XVI una sola advocación no cubría todas las regiones que debían ser evangelizadas, por eso surgieron diferentes en varios puntos de las Nueva España siempre adoptando las características de la población local, como la de los Remedios, la de San Juan de los Lagos o la Candelaria. La historia oficial de las apariciones de la virgen a Juan Diego cuenta que Juan Diego salió de su humilde choza para ir a buscar un sacerdote que diera los santos oleos a su tío, quien estaba al borde de la muerte, el problema es que para 1531 los indígenas no estaban sujetos a los sacramentos, por lo cual ningún sacerdote hubiera accedido a la petición de Juan Diego. Los indígenas tuvieron acceso a dichos sacramentos hasta 1540. Se dice también que Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, se convenció de las apariciones al ver el ayate del indio con la imagen de la virgen dibujada milagrosamente en la tela. La realidad es que en 1531, Zumárraga aún no era ordenado obispo y además se encontraba en España precisamente para ser ordenado en ese cargo. Cuando Zumárraga llegó a México ya existía una ermita donde se le rendía culto a la imagen de la Virgen. Cabe aclarar que por lo menos para 1555 la imagen de la Virgen del Tepeyac ya no era idéntica a la de Extremadura. Según diversas fuentes la imagen fue pintada por Marcos Cipactli de Aquino, en el colegio de Tlatelolco.

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Tláloc se convirtió en San juan Bautista, Xochipilli en San isidro Labrador, Huitzilopochtli era Jesús entre los aztecas, y en otros pueblos Jesús se asimiló en la figura de Quetzalcóatl. Ídem, pp.48

En 1556, fray Francisco de Bustamante señaló en uno de sus sermones que el culto guadalupano generaba confusión entre los indios, pues por un lado se les prohibía que adoraran a las imágenes y por el otro se les hacia venerar la imagen de la Virgen de Guadalupe. Hacia 1574 el rey de España, Felipe II, pidió al virrey que le explicase el origen del santuario a la Virgen de Guadalupe en la Nueva España, el virrey contestó que “desde 1555 existía allí una ermita con una imagen, a la que después llamaron de Guadalupe porque se parecía a la de España.”3 El rey estaba pidiendo información para poder resolver un litigio religioso pues los jerónimos de Extremadura custodios del santuario de la Virgen de Guadalupe original exigían se les diera parte de las ganancias generadas con el uso de su imagen. El fallo cedió a favor de los Guadalupanos de aquí pues la imagen que utilizaban no era la imagen traída por Cortes, sino la pintada por Cipactli. Según Branding los cronistas de la época no mencionan nunca a la virgen y los que lo hacen como Sahagún, despotrican contra el culto considerándolo satánico o perjudicial para la manera en la que los indios entendían el cristianismo No se había hablado ni escrito nada de las apariciones hasta 1648, 117 años después de que hipotéticamente estas ocurrieron. En 1648 el padre Miguel Sánchez nacido en la ciudad de México en 1564, escribió y publicó un libro llamado La imagen de la Virgen María, según Zunzunegui en este libro se narra por primera vez la historia de la guadalupana, de Juan Diego y de su tío, y de la supuesta participación de Zumárraga.”4 Sánchez toma a la virgen como un escudo nacional, no en vano colocó una viñeta donde se ve a la virgen sobre un nopal y con las alas del águila nacional.5 Hasta antes de la aparición de este libro se decía que la imagen era milagrosa, no porque hubiera sido pintada por los ángeles sino porque concedía milagros.

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ZUNZUNEGUI, op.cit. pp. 63 Ídem. pp.62 5 BRANDING, David A. La Virgen de Guadalupe. Imagen y tradición. México, Taurus, 2001 (Pasado y Presente) pp. 69-70 4

En 1659, el capellán del santuario de Guadalupe, Lasso de la Vega, tradujo y adaptó culturalmente al contexto náhuatl el texto del padre Sánchez y en eso momento surgió el Nican Mopohua. La iglesia presenta como principal testimonio histórico este libro.6 Para 1751 se mandó a hacer la primera investigación a manos del pintor Miguel Cabrera quien concluyó que la pintura en el ayate era de origen divino. Las autoridades del Vaticano fueron los primeros en desconfiar del análisis de Cabrera y encomendaron la tarea a un científico llamado José Ignacio Bartoloche, él concluyo después de sus investigaciones que la pintura estaba retocada y corregida, que el lienzo no era un ayate de maguey sino que estaba hecho con tela de palma y que por lo tanto no era la tilma de un indio y por ultimo argumento que la imagen tenía hongos y se estaba descascarando. En 1883, el arzobispo don Pelagio Antonio de Labastida en cargó una investigación a Joaquín García Icazbalceta quien escribió una carta al arzobispo para exponer sus resultados en ella dice: El primer testigo de la Aparición debiera ser […] el Sr. Zumárraga, a quien se le atribuye tan principal en el suceso y en las subsecuentes colocaciones y traslaciones de la imagen. Pero en los muchos escritos suyos que conocemos no hay la mas ligera alusión al hecho o a las ermitas, ni siquiera se encuentra una sola vez el nombre de Guadalupe.7

Zumárraga incluso afirma que Dios ya no quiere más nuevos milagros, pues hay que creer sin ver y tener fe en los milagros del pasado.8 Icazbalceta termina su carta diciendo: De todo corazón quisiera yo que uno [milagro] tan honorifico para nuestra patria fuera cierto, pero no lo encuentro así; y si estamos obligados a creer y pregonar los milagros verdaderos, también nos está prohibido divulgar y sostener los falsos9.

Durante el Porfiriato, en 1887, los altos mandos de México decidieron que era prudente coronar a la Virgen de Guadalupe para declararla Reina de México, opinaron 6

DE LA MAZA, Francisco. El guadalupanismo mexicano, México, Porrúa y Obregón, 1953 (México y lo mexicano 17) 7 GARCÍA IZACABALCETA, op. cit, pp.4 8 Ídem. pp. 6 9 Ibídem. PP. 62

además que la imagen no debería ser tocada debido a su origen divino por lo que la corona debía ir sobre el marco. Sin embargo el obispo de Tamaulipas, monseñor Eduardo Sánchez Camacho se opuso terminantemente e incluso se encargó de enviar varias cartas al Vaticano con fundamento en el derecho canónigo para que no aceptaran la petición de coronación. Los argumentos del padre Sánchez Camacho no fueron escuchados y ya todo estaba listo para la gran fiesta cuando se dieron cuenta que la imagen expuesta en la Basílica ya tenia corona. Así que aprovechando que el lienzo estaba ya muy dañado y que además estorbaba la corona se decidió que era el momento perfecto para cambiar la imagen. El padre Antonio Placarte, abad de la Basílica en ese momento, argumento que la Virgen no debía coronarse pues ya estaba coronada desde el cielo, milagrosamente la imagen apareció sin corona el 23 de enero de 1887 después de que el periódico El Nacional publicara un articulo al respecto. La imagen fue coronada en diciembre de 1887. Para 1895, José Salomé Piña y Gonzalo Carrasco, pintores de la época atestiguaron ante notario público que nunca había existido corona en la imagen de la guadalupana. Al morir Piña, Rafael Aguirre, alumno suyo, confesó que había sido su maestro el encargado de desaparecer la corona de la virgen por encargo del clero. En 1928, Gerardo Murillo “Dr. Atl” examinó la pintura y declaro que estaba pintada sobre fibra de algodón y que tenía más o menos una antigüedad de más o menos 50 años.10La imagen recibió después retoques en 1947 y en 1973, los dos hechos por el restaurador José Antonio Flores Gómez. Desde que Schulemburg recibió el cargo de Abad de la Basílica de Guadalupe en la década de los sesentas del siglo XIX manifestó que Juan Diego era un símbolo y la Virgen de Guadalupe un sincretismo11. El primer intento de canonizar a Juan Diego fue presidido por el cardenal Ernesto Corrupio Ahumada, antecesor de Rivera, en 1982. Por encargo de Guillermo Schulemburg,

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ZUNZUNEGUI, op.cit. pp. 88 // Gerardo Murillo fue un pintor, político, cuentista, vulcanólogo, ensayista, periodista, pero sobre todo, hombre enigmático que protagonizó una vida intensa y extravagante 11 Conciliación entre dos doctrinas diferentes.

abad de la Basílica. José Rosales, experto en conservación y restauración de obras de arte, realizó una investigación. Los resultados de Rosales fueron enviados al Vaticano. Esta investigación tuvo acceso directo a la imagen, Rosales enfatizó que: 1. El ayate supuestamente de Juan Diego mide 1.72 m de altura por 1.09 de ancho y esta hecha de lino y cáñamo. Si el ayate tiene esas dimensiones es factible creer que Juan Diego midiera más de dos metros. 2. La tela tiene un tratamiento para ser pintada: está cubierta previamente con una capa de pintura blanca 3. Identificó los pigmentos con los que se pintó (el negro, es hollín de humo de ocote, el blanco es sulfato de calcio, el azul y el verde, óxidos de cobre, los colores tierras son óxidos de hierro y el rojo es además de oxido de hierro, un compuesto llamado bermellón, integrado por azufre y mercurio) 4. Estos pigmentos eran los comúnmente utilizados en la Nueva España del siglo XVI pero también fácilmente encontrados en el siglo XIX. 5. La cara y las manos de la Virgen tienen retoques hechos con acuarela. Sobre Juan Diego no se tienen pruebas históricas de su existencia, además Juan Diego era uno de los nombres más comunes debido a los bautizos comunitarios, es un nombre simbólico que podría representar a cualquier indio12 Sorprendentemente por esas fechas apareció un documento donde supuestamente se comprueba la existencia de Juan Diego, fechado en 1548, pero sin que se explicara nada de su origen. Para 1995 el tema de la canonización se reavivó, y en 2002, Juan Pablo II decidió elevar a los altares a Juan Diego, brincándose todos los protocolos que prohíben canonizar a una persona que no existió realmente. La imagen de Juan Diego se parece más a Hernán Cortes que a un indígena, se pretendía con esto darle universalidad a la imagen pues es lógico pensar que ningún español se hincaría a rezar a un indio como Juan Diego por más santo que fuera.

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Ídem. Pp.120

Lejos de toda esta historia la guadalupana es definitivamente un símbolo de nacionalismo y de identidad para el mexicano y para muestra: el estandarte de Hidalgo; el regimiento de Hermenegildo Galeana llamado Guadalupe; la victoria de Miguel Fernández Félix en Oaxaca después de la cual cambio su nombre a Guadalupe Victoria; la sociedad secreta de los Guadalupes, que tanto apoyo a Morelos; incluso el primer acto solemne el 27 de septiembre de 1827 fue una misa en honor de la virgencita; hasta Vicente Fox tomó un estandarte guadalupano y dijo que sería su guía. Después de todo, “exista o no un milagro, siempre es bueno que haya una fuente de inspiración para fundar y construir un país, y la guadalupana lo ha sido”13 Bibliografía BRANDING, David A. La Virgen de Guadalupe. Imagen y Tradición. México, Taurus, 2001. DE LA MAZA, Francisco. El guadalupanismo mexicano, México, Porrúa y Obregón, 1953 (México y lo mexicano 17). GARCÍA ICAZBALCETA, Joaquín. Juan Diego y las Apariciones del Tepeyac, México, Publicaciones para el estudio Científico de las religiones, 2002. ZUNZUNEGUI, Juan Miguel. El mito guadalupano, México, EMU, 2010. (Colección Historia)

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Ibídem, pp. 144