El Collar Perdido

Título: El collar perdido Autor: Frances Alcaraz Había una vez un cuervo que tenía un hermoso collar hecho de piedras pr

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Título: El collar perdido Autor: Frances Alcaraz Había una vez un cuervo que tenía un hermoso collar hecho de piedras preciosas. Al mostrárselo a su amiga la gallina, ésta quedó tan encantada que se lo pidió prestado por una noche. “No, de ningún modo,” dijo el cuervo. La gallina rogó y suplicó, hasta que por fin el cuervo aceptó. Se lo prestaría, pero sólo por una noche. Ella entonces prometió devolvérselo al día siguiente. Esa noche la gallina se puso el collar y fue a una fiesta. Sus colegas no hicieron otra cosa que elogiarla. “¡Qué joya maravillosa!” le decían. Mientras tanto, ella se hinchaba más y más de orgullo. Cuando volvió a su casa, decidió que no quería devolver el collar al cuervo. Así que se lo dio a sus polluelos para que lo escondieran, enterrándolo en el jardín. Luego tomó algunas cuentas de vidrio y comenzó a enhebrarlas. Trabajó durante toda la noche hasta que obtuvo un collar de cuentas igual al collar del cuervo. Al día siguiente, cuando el cuervo vino a su casa, la gallina le entregó el collar hecho con cuentas de vidrio. Él lo tomó, y sin sospechar nada echó a volar. Pero mientras volaba, el broche se rompió y las cuentas se desparramaron quebrándose en el suelo. El cuervo se puso furioso cuando se dio cuenta del engaño. Volvió a la casa de la gallina, le mostró las cuentas rotas y demandó que le devolviera el verdadero collar inmediatamente. La aterrorizada gallina le pidió un tiempo para ir a buscarlo. El cuervo aceptó de mala gana, dándole un solo día para devolverlo: “Mañana sin falta quiero mi collar.” Al día siguiente, el cuervo encontró a la gallina y los polluelos escarbando el suelo. Los pequeños estaban frenéticos. No recordaban donde habían enterrado el collar. Ella trató de explicarle al cuervo lo que había sucedido, pero él no le creyó una sola palabra. Pensó que era otro truco. El cuervo, enojado, exigió a la gallina que pagara el precio del collar perdido. Ella debería entregarle un polluelo cada día hasta que el collar le fuera devuelto. Es por esta razón, que aún hoy, las gallinas escarban el suelo. Día a día ellas cavan agujeros en la tierra buscando el collar perdido con la esperanza de que así los cuervos dejarán de llevarse sus polluelos.